Capítulo 38
Desde la postura de Haymitch hasta los tributos se notaba que iban a ser unos juegos diferentes.
Es la primera vez que veo al rubio sobrio por más de veinticuatro horas, ni hablar cuatro días. En lo que va de los juegos solo lo vi tomar solo un vaso de whiskey y fue a la noche, según él para dormir mejor.
Johanna se encuentra dormida a mi lado, su cabello oscuro y largo cubre parte de su rostro y tiene sus manos en puños, como si incluso en sueños estuviera preparada para repartir golpes si lo necesita.
Haymitch está concentrado en la pantalla donde aparece Katniss, controlando cómo se encuentra su pierna que fue lastimada a causa de una bola de fuego, cortesía de Seneca supongo.
Y Finnick... cada pocos segundos mira hacia la entrada de la sala de mentores, temiendo que llegue alguna carta del presidente o de algún cliente extraño. Está preocupado, la arruga que se forma en su frente y el movimiento continuo de sus manos me indica eso.
Está amaneciendo, al menos en la arena. Busco en las pantallas el rostro de Marie. Está durmiendo bajo el árbol en el que se encuentra la tributo del doce. Rodeada de profesionales.
Niego con la cabeza.
Finnick y yo le advertimos que se mantuviera alejada de ellos, pero creo que la falsa seguridad que le brindan fue suficiente para arriesgar su vida de esa manera.
Y lo que tanto me temía pasa, pero no a manos de los profesionales sino a manos de la chica en llamas. Corta un panal de rastrevíspulas y este cae como una explosión en la tierra.
Marie muere al instante, al igual que la chica del uno. Veo cómo Gloss maldice y gira su cabeza para enfocar sus ojos en los míos por un segundo. Aparto la vista.
El entrecejo de Haymitch está fruncido en confusión. Al parecer el compañero de Katniss no la traicionó después de todo con los profesionales.
—Lamento decirte esto, Haymitch —corto el silencio—. Pero tus chicos son suicidas.
—Necesito un trago —es todo lo que responde.
Si, ya se me hacía raro que estuviera tanto tiempo sobrio.
✦✦✦
—Finn —lo llamo—. Finn...
Sigue caminando por el pasillo sin prestarme atención.
—Finnick.
Voltea a mirarme confundido.
—Me estás preocupando —afirmo.
Suspira. Se acomoda la camisa blanca y pasa sus manos por los rizos desordenándolos.
—Lo siento —dice abatido—. Estoy un poco más tenso de lo habitual.
—Nada va a pasar, Finn —menciono en voz baja.
Parece que se invirtieron los papeles. Al principio era él quien me decía esas palabras pero ahora... ahora está paranoico por lo que pueda pasar.
Abro la puerta hacia la sala de mentores y nos adentramos. Si bien nuestros tributos murieron seguimos viniendo para no dejar solo a Haymitch y mostrarle nuestro apoyo. No se ve todos los días que esté emocionado por alguien.
—¿Qué andaban haciendo ustedes dos? —interroga con una sonrisa perversa la castaña—. Ya los iba a ir a buscar, se tardaron demasiado.
Yo solo volteo los ojos.
—¿Tanto me extrañabas, Johanna? —inquiere el rubio.
—En realidad, era a Venus a quien quería ver —se encoge de hombros—. Debe ser doloroso para ti que te diga esto, pero no eres mi tipo, Odair.
Suelto una carcajada por lo bajo.
—Eso debe herir tu ego, chico dorado —agrega Haymitch.
—¿Por qué todos me atacan? —se sienta en el sillón.
—Porque es divertido hacerlo —responde Johanna.
—¿Por qué no atacan a Venus? —me señala.
—Porque si lo hacemos nos ganaríamos un ojo morado —comenta Haymitch—. Además, ella nos cae bien.
—¿Y yo no? —pregunta con el ceño fruncido.
Ni Johanna ni Haymitch responden, a lo que el rubio bufa por esto. Me siento a su lado y disimuladamente entrelazo nuestras manos por detrás de mi espalda.
Inspecciono la sala. Cada vez hay menos mentores, hace dos días la tributo del once, la aliada de Katniss murió a manos del chico del uno. Pero la chica en llamas no se quedó de brazos cruzados, una flecha le atravesó ocasionando su muerte instantánea.
Para todos fue un golpe duro la muerte de Rue, con Finnick mostramos nuestros respetos a Chaff y Seeder, pero sabemos que eso no sirve de nada. Fue una injusticia lo que sucedió, como todos los años, como todos los niños que se ven obligados a participar de los juegos.
Luego de eso la chica del doce se encontró un poco perdida hasta que halló a su compañero, herido.
Veo a Haymitch. Sus manos inquietas, sus ojos brillosos y su palidez a causa de la abstinencia. Enserio está intentándolo, en serio cree que pueden salir con vida.
—Eso no se ve muy bien —comenta Finnick.
La pierna de Peeta está mal, del tipo de mal que necesita medicina para curarse.
La voz de Caesar se hace presente, anunciando un banquete en la Cornucopia con las cosas que necesita específicamente cada uno.
—Más les vale que sigan con su numerito de enamorados —comenta Johanna—. Eso les salvará la vida.
—Si... —bufa Haymitch—. Díselo eso a la chica en llamas.
—¿Qué necesitan? —interroga Finnick.
—Tiempo —dice el rubio—. Con Peeta despierto no dejará ir a Katniss.
—¿Y cómo se supone que eso pasará? —inquiero.
—No puedes controlar lo que sucede allá dentro, Sirenita —menciona Haymitch con gesto rendido.
—No, pero puedo controlar lo que sucede acá fuera —contradigo.
Haymitch me mira confundido mientras que Johanna intenta descifrar lo que quiero decir con eso.
—Creo que tengo una idea —agrego.
Finnick lleva su vista a la mía, su rostro serio y postura tensa me hace pensar que sabe lo que estoy a punto de hacer.
Pero Haymitch tiene esperanza y es la primera vez que veo algo como eso en él. Aparte a mi cliente de ayer no pude sacarle ningún secreto digno de poseer, el tipo solo estaba interesado en sacarme la ropa y que lo montara hasta quedar inconsciente por el placer.
Me entran escalofríos de solo pensarlo.
Esto será mejor.
—Sirenita, ¿en qué estás pensando? —inquiere expectante.
—Tengo la solución a tus problemas y de paso voy a reforzar una idea —me encojo de hombros.
—Vee... —el rubio se levanta y camina hacia mi—. No es necesario que hagas esto.
—No sabes lo que voy a hacer.
—Creo que todos sabemos lo que vas a hacer —replica Johanna—. ¿Estás segura, Vee?
La mirada de Haymitch pasa de la pantalla donde se encuentran los amantes del doce y luego a mi.
Quiero ayudar, y no sé otra forma de hacerlo salvo entregando mi cuerpo a cambio de algo.
—Nada malo me pasará —intento tranquilizarlos.
—¿Cómo lo sabes? —el tono del rubio es mordaz.
—Porque lo conozco, sé que no me hará daño.
Me levanto del sillón en dirección a la salida de la sala de mentores. Escucho pasos detrás mío.
—Venus...
—No es la primera vez que lo hago, Finnick —recuerdo la vez que hice lo mismo para Pearl y las veces que pedí patrocinadores a mis clientes.
—Créeme que lo sé —responde afligido—. No quiero que nada malo te pase, no confío en él.
—Confía en mí —doy un paso hacia atrás al ver algunas miradas de los mentores en nosotros, sobre todo la de Gloss y Enobaria—. Volveré antes de que te des cuenta que me fui.
—No creo que eso sea posible, todavía no te fuiste y ya te estoy extrañando —dice serio.
—No conocía esta faceta cursi, Odair —bromeo—. Estás perdiendo tu toque.
—Era eso o decir cosas indecentes —sonríe coqueto.
—No tardaré mucho —afirmo—. Trata que esos dos no se maten —señalo a Haymitch y Johanna.
—Tendrías que estar más preocupada que ellos no me maten a mi.
—Cierto —sonrio—. Luego nos vemos.
—Cuídate, Vee.
✦✦✦
Mis manos recorren sus músculos de los brazos, su piel está fría pero con mis caricias poco a poco va entrando en calor.
Beso su cuello, su mandíbula, y cuando estoy a punto de besar sus labios me alejo, viendo cómo una sonrisa maliciosa aparece en su rostro.
Sus manos viajan a mi espalda y cada vez más abajo hasta magrear mi trasero, empujándome hacia delante para sentir la erección que cubre su pantalón.
Pego mis labios a su oreja, gimiendo.
—¿Si te pidiera algo... lo harías? —lamo el lóbulo de su oreja.
—¿Quieres intentar algo nuevo? —separa mi cabeza e intenta besarme pero nuevamente me alejo—. No voy a negarme a eso —me guiña un ojo.
Abro poco a poco el cierre de su pantalón, dirijo mi mano sobre su erección y comienzo a acariciarlo sobre la tela.
Escucho como jadea, sus dedos no se mantienen quietos y recorren mi pelo, mi cuello, espalda.
Bajo la ropa interior para liberar su miembro y en un movimiento rápido corro hacia un lado mis bragas y me dejo caer sobre el.
—Oh... Si —murmura.
—Una vez me dijiste qué hay que hacer lo que la gente pide —menciono sin dejar de moverme—. La gente quiere a los enamorados —atrapo su labio inferior con mis dientes y lo suelto—. El chico está herido, pero estando despierto no va a dejarla ir al banquete.
Aumento la velocidad, aprieta más fuerte mi cintura y su cabeza se inclina ligeramente hacia atrás.
—Necesito que hagas algo... —introduzco mi lengua en su boca en un beso agresivo—. El chico tiene que dormirse para que ambos puedan ser vencedores —reboto más rápido sobre el, mis pechos quedan a la altura de su cara y en un segundo tengo su boca alrededor de mi pezón—. Porque eso es lo que el público quiere, los amantes del doce.
Me agarro de sus hombros para incrementar las embestidas, hasta que siento como se deja ir.
No acabo, pero eso no importa, nunca importa. Lo que importa es la respuesta de Crane.
—¿Entiendes lo que digo? —besó sus labios sacándole un jadeo.
—Por supuesto, mi Sirena —sus dedos acarician mi mejilla—. Tendrás todo lo que quieras, lo prometo. Pero primero —se levanta del sillón conmigo enrollando mis piernas en sus caderas—. Necesito probarte otra vez.
Yo solo sonrío, dejo que me coloque sobre la mesa del comedor y que me embista con fuerza si con eso puedo ayudar a Haymitch, si con eso puedo ayudarnos.
Más tarde habría valido la pena. Seneca cumplió con lo prometido, Haymitch pudo enviarle unos somníferos a Katniss para que pueda dormir a Peeta, consiguió la medicina ganándose una herida a causa de la chica del dos, Tresh la mató luego de eso.
Dos días después de eso, murió la chica del cinco y el tributo del once, dejando a solo una pareja intacta para ser los ganadores y al tributo del dos.
Todo pasó muy rápido, los tres estaban en la Cornucopia y de un momento a otro, los mutos estaban despedazando a Cato, hasta que la chica en llamas puso fin a su sufrimiento.
Ya está, ese era el fatídico final.
—¿Por qué no anuncian a los vencendores? —interroga Haymitch inquieto.
—Vamos, Crane —comento en voz baja—. Lo prometiste.
Finnick entrelaza nuestros dedos y me aferro con fuerza a ellos.
La voz de Caesar aparece anunciando que la regla de dos vencedores ha sido revocada.
Mi vista se desenfoca un momento y pierdo los sentidos. Pensé que iba a lograrlo, que esta vez iba a funcionar. Pero fallé, otra vez.
Volteo a Haymitch para disculparme pero él está pendiente a la pantalla y lo que sucede allí.
Bayas.
Bayas venenosas. Para ambos, para morir.
Aprieto la mano de Finnick para que caiga en cuenta de lo que está sucediendo. Pero ya lo sabe, lo veo en sus ojos. Lo veo en la postura de todos los mentores que se encuentran en esta sala.
Y cuando están apunto de hacerlo Caesar los anuncia vencedores de los septuagésimos cuartos juegos del hambre. Y el ambiente queda en silencio, tenso. Nadie dice nada, tal vez por lo que conlleva eso, porque claramente eso no fue un acto de amor.
Fue un acto de rebelión.
✦✦✦
El frío recorre mi piel, tiro la cabeza para atrás para mojar mi cabello y vuelvo a la postura actual. El agua relaja mis músculos y suspiro al pensar lo que sucedió en los anteriores días.
Claramente se respira un aire diferente en el distrito. En todo Panem. Y si bien eso es algo bueno, tengo miedo a las represalias, porque siempre estos tipos de actos se castigan.
Unas manos se asientan sobre mis hombros y delicadamente me giran para quedarme frente a él.
Los ojos de Finnick muestran un brillo peculiar, uno que nunca antes había visto. Sus rizos mojados se pegan a su frente bronceada.
Recuperó algo de color al volver al distrito, y sus ojeras ya no son tan pronunciadas.
Recorre mi rostro con sus dedos, dejando pequeñas caricias en mis mejillas y bajando a mis labios.
Y contento el aire. Porque no sé qué hacer, no sé cómo reaccionar a la cantidad de sensaciones que me hace sentir solo con su toque, con una palabra, con una caricia.
Y cierro los ojos cuando lo veo acercarse con una sonrisa. Pero no es una sonrisa burlona ni una sonrisa seductora propia del chico dorado.
No.
Es una sonrisa de Finnick, del verdadero, de mi amigo y compañero.
Siento su respiración cerca de mi boca.
Nuestros alientos se entremezclan y espero. Espero lo que parece una eternidad y cuando abro los ojos lo único que está haciendo es ver. Observarme cómo si quisiera memorizar cada rasgo de mi rostro, cada peca, cicatriz, imperfección de mi.
Y me acerco, porque él no lo va a hacer. Tal vez por miedo, tal vez al pensar que voy a rechazarlo. Pero no entiende que quiero esto tanto como él.
Porque después de tantos años, él siempre estuvo ahí. Sin juzgarme, sin lastimarme.
Estuvo ahí como mi mentor, mi confidente, mi compañero, mi amigo... y ahora espero como algo más.
Así que roso nuestros labios. Un simple toque para esperar su reacción y al ver que cierra los ojos con una sonrisa de absoluta satisfacción no puedo contenerme.
Lo beso.
Primero despacio, con delicadeza. Mostrándole todo el cariño y amor que tengo hacia él, agradeciéndole por estar conmigo cuando no tenía a nadie. Pero eso no es suficiente y el beso tímido da paso a una desesperación, a una guerra en la que luchan nuestras bocas para saber quién domina a quién.
Su lengua entra sin pedir permiso y me hace suspirar con aquel gesto. Una mano afirma mi cintura y la otra acaricia mi mejilla. Y yo lo abrazo por el cuello, atrayéndolo hacia mí, porque lo necesito más cerca, necesito saber que esto es real, que está pasando.
Y cuando la falta de aire me embarga, se separa de mí, para luego dar un corto beso que me hace sonreír de felicidad.
Su frente queda apoyada contra la mía y sus ojos siguen cerrados.
De repente ya no siento el agua fría en mi piel. Y el hecho de que nuestro primer beso sea en el mar lo hace diez veces mejor, porque me hace sentir en casa. Segura.
Poco a poco abre esos ojos verdes, y la sonrisa que pone en su rostro hace que mi estómago de un vuelco y que una electricidad me recorra el cuerpo.
Trato de buscar mi voz para que las palabras no me fallen.
—¿Y ahora? —pregunto sonrojada.
—Las cosas van a cambiar —afirma para luego volverme a besar.
Y es verdad. Las cosas van a cambiar, no solo entre nosotros, sino en todo Panem y no sé cómo sentirme al respecto.
✦✦✦
Holaa, ¿cómo están?
Hasta acá el capítulo de hoy, llegamos al final de esta segunda parte.
Ya se besaron!!!! Alguien más está emocionadx?
La tercera parte es el Vasallaje, ¿que piensan que pasará? ¿Piensan que Katniss y Venus se llevarán bien? ¿Y cómo será la relación ahora con Finnick?
Estoy muy emocionada por esta parte, voy a empezar a subir los capítulos la semana que viene, ahora estoy de vacaciones y el internet es muy malo.
Bueno, me ayudan mucho votando y comentando :)
Nos leemos la próxima
~Luly
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