Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 29

Advertencia: temas sensibles a tratar, abuso sexual, no consentimiento, pensamientos intrusivos. 

✦✦✦

El trayecto en auto se hizo extremadamente largo y corto al mismo tiempo. Un señor pasó a recogerme y hace unos segundos me avisó que ya habíamos llegado a destino. Pero sigo sin poder moverme del lugar donde me encuentro.

—¿Señorita? —La voz del hombre me desconcentra.

Me tiende una mano y me ayuda a bajar. Suelto rápidamente su mano después de eso.

—El señor lo está esperando —murmura—. Primer piso, puerta seis a su derecha.

Es todo lo que dice antes de subirse al coche y perderse en la calle.

Tomo aire y agito mis manos para liberar la tensión acumulada. Lo único que se escucha son mis tacones sobre la acera. Entro al edificio extremadamente lujoso y empiezo a contar las puertas para no perderme.

Cuelgan candelabros del techo y hay espejos en cualquier dirección que mires. Cuando veo mi reflejo luzco como si estuvieran a punto de matarme en la Arena. Paso mis manos sobre mi pelo para arreglarlo y aprieto mis mejillas para que aparezca un poco de color en estas ya que estoy demasiado pálida.

Toco la puerta y cuento internamente para distraer mi mente de lo que está a punto de pasar.

—Adelante —una voz grave dice desde adentro.

Trago saliva y abro la puerta cuidadosamente. Una cama es lo primero que veo al ingresar. Tiene sábanas rojas y blancas, y muchas almohadas. Un candelabro como el de antes cuelga del techo, hay una puerta del lado derecho. Sentado en un sofá color vino se encuentra un hombre.

Lleva el pelo negro perfectamente peinado hacia atrás, ojos oscuros, mandíbula marcada, brazos fuertes recubiertos por una camisa blanca y unos pantalones negros. Debe tener alrededor de treinta años.

Creo que en parte estoy agradecida que no sea alguien que podría ser mi padre o mayor, pero el miedo no desaparece y aumenta cuando me dirige una mirada de un depredador dispuesto a atacar a su presa.

Trago saliva.

—Sirena, Sirena —su voz suena como un ronroneo y las ganas de vomitar aumentan—. No sabes lo feliz que me hizo saber que podía tener a mi disposición tu cuerpo —se levanta del sofá y camina amenazante hacia mi.

Trago saliva. El nudo en mi garganta cada vez es mayor.

—Supe que quería probarte desde la primera vez que bajaste de ese tren —camina alrededor de mí sin apartar los ojos de mi cuerpo—. Con una mirada tan inocente pero con un cuerpo que podría poner a cualquiera de rodillas.

Queda enfrentado a mí y lentamente tira del cinto del saco que me prestó Finnick.

—No voy a mentirte —continúa—. En un momento dudé que salieras con vida y me hubiese lamentado si no tenía la oportunidad de enterrarme tan profundo en tu cuerpo —abre el saco y empieza a sacarlo—. Pero al verte matar a esos tributos... no voy a negarlo, me excitó demasiado —el saco cae al piso.

La brisa fresca golpea mi piel desnuda y un escalofrío me recorre, pero no sé si es por el clima o por la situación. Sus ojos me comen con la mirada, hay puro deseo en ellos y un brillo peligroso. Pasa un dedo por su labio y lo muerde pensativo, luego rasca su barba oscura y aparece una sonrisa ladeada en su rostro.

—Nos vamos a divertir mucho, ya lo verás.

Tengo ganas de gritarle que él se va a divertir a costa mía, porque no tengo una opción. Es hacer esto o que maten a mi hermana.

Sus dedos recorren lentamente la piel de mi brazo hasta llegar a la tira del sujetador. Contengo el aliento. Juega con este. Deja caer una tira y luego la otra, y antes que pueda darme cuenta lo desabrocha.

Mis pechos quedan expuestos, y quiero golpearme a mi misma cuando mis pezones se endurecen, pero no por la situación sino por el miedo y frío que recorre mi cuerpo.

Acaricia un pecho mientras que presiona el pezón del otro. Jadeo cuando aplica demasiada fuerza.

—Te voy a hacer gritar tanto... —murmura con voz grave.

Su boca viaja a mi cuello, comienza a pasar su lengua por ese lugar sin dejar de magrear mi pecho. Camina obligándome a retroceder y cuando choco con la cama, él se abalanza sobre mí. Quedo presa bajo su cuerpo y la desesperación se hace presente.

Sin dejar de besar mi cuello baja una mano por mi vientre hasta el moño de la falda y lo desata. Lanza está lejos de la cama y juega con el hilo que consiste mi tanga.

Las lágrimas pican mis ojos.

Su barba pincha en mi cuello y cuando baja hacia mi abdomen. No me doy cuenta en qué momento desliza mi ropa interior por mis piernas y la deja en el piso. Ni tampoco me doy cuenta cuándo sus dedos se encuentran peligrosamente cerca de mi intimidad.

Solo sé que mi mente está lo bastante lejos para no pensar en lo que está sucediendo. Cuento una y otra vez, y cuando eso no es suficiente me imagino que estoy en medio del mar, nadando, bajo el agua, donde no pueden hacerme daño. Que contengo la respiración lo suficiente para que mis pulmones duelan y que tengo la certeza que al salir a la superficie voy a conseguir el aire que tanto necesito.

No estoy lubricada, así que siento cada embestida con gran dolor. Si bien perdí mi virginidad a los doce años, nunca estuve con alguien después de eso y odio al pensar que esto es como mi primera vez otra vez y que se siente de la misma manera y en las mismas condiciones.

Sus embestidas se vuelven más aceleradas, aprieta mis pechos hasta el punto que sé que dejará una marca y muerde mi mandíbula, pero yo no estoy ahí. Me niego a estar ahí.

Sigo pensando en el agua en mi cuerpo, el sol en mi cara, lo pacífico del momento.

Jadeo cuando sale de mí, continúa bombeando su miembro hasta acabar sobre mi estómago.

Una lágrima se escapa y cae sobre mi mejilla, muerdo tan fuerte mi lengua que el gusto a sangre aparece en mi boca.

—Eso fue... magnífico —menciona con la voz agitada—. Ya puedes retirarte.

Me apresuro a levantarme de la cama, un mareo me envuelve al sentir débiles mis piernas y un dolor constante en mis partes íntimas. Me coloco la ropa interior, la falda y el saco. Ignorando lo pegajoso y sucio que se siente mi cuerpo.

—Me encantaría volver a repetir, Sirena —comenta acostado en la cama—. Y la próxima vez me gustaría escucharte gritar un poco más.

Salgo rápidamente de esa habitación, fuera del edificio ya está esperando el mismo auto que me trajo. Cierro con fuerza la puerta del coche y presiono las uñas en mis palmas.

No llores, no llores. Todavía no.

Cuando llegamos bajo sin decir ni una palabra, tomo el ascensor. Lo hago todo automáticamente. Llevo los zapatos en la mano para no hacer ruido con los tacones, cruzo el salón y abro la puerta de mi habitación.

Ahí es cuando la realidad me golpea.

Mi piel está sudorosa y tengo impregnado su olor. Mi pelo está despeinado, siento las piernas temblorosas, mi intimidad arde, tengo sangre en mis palmas y mordidas por mi cuello.

Me siento sucia.

Un sollozo se escapa de mi garganta.

—¿Venus?

Luego de eso rompo en llanto.

Unos brazos me rodean pero no se sienten peligrosos, no como el hombre de hace unos minutos. Sino que se sienten familiares. Y cuando sus rizos hacen cosquillas en mi mejilla caigo en cuenta de que se trata de Finnick.

Me aferro a él, mientras caigo lentamente al piso y él hace lo mismo. Me atrae a su pecho, deja pequeñas caricias en mi pelo y puedo escuchar los latidos de su corazón.

—Ya estás a salvo —susurra una y otra vez—. Ya no puede hacerte daño.

Pero sé que eso no es verdad, porque esto sucederá una y mil veces más.

Las lágrimas nublan mi vista y mis sollozos son cada vez más fuertes que trato de ocultarlos escondiendo mi cabeza en su cuello. Sujeto mis manos a su camisa con determinación.

Creo que nos quedamos en esa posición, abrazados, por lo que parecen horas. Un dolor de cabeza me azota y siento la cara roja de tanto llorar.

—¿Puedes levantarte? —susurra Finnick contra mi oído.

—Eso creo.

Me ayuda a ponerme de pie, tambaleo un poco pero me sostiene antes de caerme. Me guía hasta el baño de mi habitación, abre la canilla y deja correr el agua para que la bañera se llene.

—¿Venus? —busca mis ojos—. Tienes que entrar en la bañera —se encamina hacia la puerta.

—No —digo con voz entrecortada—. No te vayas, no quiero estar sola —no sé lo que haría si me dejara sola.

Él asiente. Se da media vuelta para que pueda quitarme la ropa. El saco cae al piso del baño, al igual que la falda y la ropa interior. Con paso temeroso entro en la bañera, el agua caliente relaja mis músculos y no dudo en tomar el jabón y pasarlo con violencia por mi piel.

Finnick no voltea en ningún momento.

Creo que es la quinta vez que paso el jabón por mi cuello y mi piel cuando Finnick habla.

—No estás sucia —dice con voz casi imperceptible—. Créeme, Venus. No estás sucia —pasa sus dedos por su pelo y tira de este—. Sé lo que piensas, también lo viví y no es tu culpa, sigues siendo tú y eres fuerte y valiente —hace una pausa—. Y no estás sucia por lo que pasó, no me da asco verte, no me da asco abrazarte o hablarte. Somos iguales, ¿recuerdas?

Las lágrimas aparecen nuevamente.

—Creo que hubiera sido mejor si moría en la Arena —susurro.

—No —responde tajante—. Eso no es cierto.

Se gira y con duda se acerca y se arrodilla al lado de la bañera. A la altura de mis ojos.

—No hubiera sido mejor si morías en ese lugar —continúa serio—. ¿Qué pasaría con Gia? ¿Cómo crees que se sentiría al saber que su hermana murió en la Arena? ¿Qué perdió otro familiar? ¿Qué pasaría con Dennis? —arruga la nariz—. Te quiere como una hija, incluso tu padre —hace una mueca de desagrado—, lloraría tu pérdida. ¿Qué pasaría conmigo? —sus ojos se llenan de lágrimas—. Eres mi mejor amiga y nunca podríamos serlo si morías allí. Así que, no. No hubiera sido mejor si morías en la Arena. La vida de los demás sería un infierno. Mi vida sería un infierno.

—Finnick —un sollozo se me escapa—. No sé si pueda volver a hacer esto —confieso—. Creía que podía, pero no soy tan fuerte.

—Eres fuerte —apoya una mano sobre el borde de la bañera—. Eres la persona más fuerte que conozco.

Coloco mi mano sobre la suya y la entrelazo con la mía.

Suspiro.

Cuando el agua se torna fría, el rubio me alcanza una toalla y me deja un cambio de ropa para que me cambie antes de salir del baño.

Escurro mi pelo con la toalla, me visto con el pantalón y la camiseta para dormir. Suelto un jadeo cuando observo una pequeña marca a la altura de mi mandíbula.

Al salir del baño Finnick todavía se encuentra en mi habitación. Está sentado en el borde de la cama con la cabeza entre medio de sus manos.

Me siento a su lado.

—¿Puedes... puedes quedarte esta noche?

Él levanta la cabeza y fija sus ojos verdes en los míos.

—Por supuesto.

Abrimos juntos las sábanas, me recuesto en la cama y apoyo la cabeza en la almohada. El rubio se coloca del lado izquierdo, manteniendo distancia entre nuestros cuerpos, pero sin dejar de ver mis ojos cuando acomoda la almohada.

Nos tapo con la sábana. Nos quedamos mirando a los ojos lo que parece una eternidad.

—¿Cómo lo haces? —susurro.

Frunce el entrecejo.

—¿Cómo continúas tu vida después de esto? —explico.

—¿Cómo lo hiciste tú? —réplica.

—Por mi hermana —contesto—. Y por mi hermano, por el mar y los pequeños momentos de paz que tenía en él.

—Ahí tienes tu respuesta —sonríe tímidamente.

—No respondiste a mi pregunta —bromeo para distender el ambiente.

—También lo hice por mi familia —suspira—. Por Mags, por el distrito. Porque sé que no será para siempre, algún día él caerá y finalmente pagará por lo que hizo.

—Venganza, entonces —afirmo.

—Justicia.



✦✦✦ 

Holaa, ¿cómo están?

Me había olvidado de actualizar completamente, así que acá está el capítulo, un poco más tarde de lo habitual. 

Empezaron los clientes de Venus :( Al menos tiene a Finnick para apoyarla y como él dice debe pensar en su familia y las cosas que le den paz. 

¿Qué piensan del capítulo? 

Me ayudan mucho votando y dejando un comentario. 

Nos leemos la próxima y feliz año nuevo 

~Luly

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro