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Capítulo 26

Los sentidos se me cierran al salir de ese salón. Camino lo más rápidamente que puedo con los zapatos altos que tengo puesto. Al salir del edificio, la música está en el más alto volumen, la gente alrededor se encuentra bailando y está ajena a lo que sucedió hace unos minutos.

Consigo esquivar a personas borrachas y encaro el camino que va hacia el tren. Se supone que esta fiesta es en mi honor, pero no creo que nadie noté que no estoy, la mayoría no puede sostenerse de pie y mis ganas de llorar están aumentando con cada paso que doy.

—¿A dónde vas? —Darya encaja las uñas en mi brazo.

—Al tren —me giro bruscamente—. Suelta tus uñas de mi.

Ella da un par de pasos hacia atrás y asiento satisfecha.

—No puedes irte —menciona con voz chillona—. La fiesta no terminó aún.

—No me importa.

—¿Viste al presidente? ¿hablaste con él? —interroga emocionada.

—No es de tu incumbencia —respondo tajante.

Sigo mi camino antes de que pueda decir algo, ella no me sigue y puedo soltar el aire que tenía contenido cuando estoy finalmente sola.

Tardo varios minutos hasta llegar al tren y cuando subo me dirijo directamente a la habitación que me asignaron desde el principio de la gira. Cuando llego al baño me aferro al lavabo y miro mi reflejo en el espejo. No pasa mucho tiempo hasta que las lágrimas empiezan a salir y los sollozos se hacen presentes.

Veo como el maquillaje se corre y termina como una mancha negra debajo de mis ojos. Comienzo a sacarme el vestido sin dejar de llorar y cuando queda tirado en el suelo entro a la ducha y dejo que el agua me relaje.

Otra vez.

Otra vez mi cuerpo no es mío, mis decisiones no son mías, mi voz no es mía. Primero mi padre y ahora el presidente.

¿Era mucho pedir una vida tranquila después de los juegos a pesar de lo difícil que parecía? ¿Por qué esto sigue pasando?

Lentamente termino sentada en el piso de la ducha mientras que el agua que cae se confunden con mis lágrimas. Paso mis manos por mi cara para limpiar el maquillaje.

No quiero volver a pasar por esa situación.

No quiero sentirme vulnerable y frágil. No quiero tener que fingir por miedo.

Pero si no lo hago Gia es quien lo paga y es un precio que no estoy dispuesta a pagar.

Solo deseo que las cosas hubiesen sido diferentes.

Luego de lo que parece una hora salgo de la ducha, termino de sacarme el maquillaje, peino mi pelo y me coloco la ropa para dormir, aunque no creo que pueda hacerlo.

Unos golpes se escuchan en la puerta cuando estoy guardando el vestido.

—¿Venus? —La voz de Finnick suena preocupada—. ¿Estás ahí?

Me contengo a responder, porque sé que si lo hago las lágrimas van a volver a surgir.

—¿Venus? —los golpes se escuchan otra vez—. ¿Por qué volviste antes de la fiesta?

Me muerdo la lengua y juego con mis manos nerviosas.

—Venus, ¿pasó algo? —interroga con la voz quebrada.

—Todo está bien, Finnick —respondo finalmente—. Solo estaba cansada, si no te importa quiero dormir.

—Oh, está bien —menciona no muy seguro.

Escucho sus pasos alejarse y finalmente relajo mis músculos. Termino de guardar el vestido y aparto las sábanas para entrar en la cama. Creo que me quedo mirando el techo hasta que llegamos al distrito cuatro.

✦✦✦

—¡Vee! —me abraza Gia apenas bajo del tren.

—Hola, Gia —la aprieto más fuerte contra mí teniendo miedo a que desaparezca.

—Sirenita... —Dennis habla detrás de mi hermana con una sonrisa en su rostro.

—Hola, anciano.

Él suelta una carcajada y Gia me suelta lentamente. Siento una vacío que crece dentro mío al saber que se encuentra en peligro si realizo un mal movimiento.

—¿Todo bien? —interroga Dennis, pasando una mano por su barba bastante crecida.

—Todo en orden —intento sonreír para que se mantenga tranquilo.

—¡Enana!

—¡Finn!

Gia y Finnick se abrazan, el rubio le desordena el pelo y mi hermana se aleja intentando arreglarse.

Cuando Mags baja nos encaminamos hacia la villa de los vencedores. Dennis se desvía a mitad de camino para ir hacia el taller y Gia se apresura a agarrar sus cosas para ir a la escuela.

—¿No quieres que te acompañe?

—No, tranquila —se encoge de hombros—. Debes estar cansada, puedo caminar sola.

—De acuerdo...

Gia se va, Mags entra en su casa y Finnick mantiene una expresión de preocupación en su rostro que comienza a inquietarme.

—Luego nos vemos —me apresuro a decir y a entrar en mi casa, dejando a Finnick confundido.

Inhalo profundamente e intento enfocarme para no entrar en desesperación. Subo las escaleras en dirección a mi habitación pero me paro en seco cuando entro.

La habitación está llena del aroma de las rosas y eso es porque la habitación está llena de rosas blancas. Contengo las ganas de vomitar y camino a paso lento hacia la cama, tomo la nota que se encuentra sobre esta y la leo.

Un pequeño recordatorio de que mis promesas van en serio.

No me decepcione, Sirena.

—S.

Grito tan fuerte que creo que mis cuerdas vocales se rompen. Tiro la nota al otro lado de la habitación y comienzo a destrozar las rosas que tienen un olor tan fuerte que parece artificial.

Estuvo aquí, o al menos mandó a alguien a colocar todo esto. Mientras estaba Gia en casa.

Mis sollozos son cada vez más fuertes y las lágrimas nublan mi vista, grito una vez más en contra de Snow cuando Finnick entra corriendo a la habitación desesperado.

—¿Venus qué...

Se detiene cuando observa el panorama. Mira las rosas destruidas del piso, la nota tirada al lado de la cama y luego detiene sus ojos verdes en mí. En el desastre que me estoy convirtiendo lentamente.

Cuando sale del estado de shock se acerca hasta la nota y la recoge para leerla.

—Finnick, no...

La lee una y otra vez y por la expresión en su rostro, que pasa de una de recelo a una de furia, puedo notar que sabe perfectamente lo que dice Snow en esa nota.

La hace pedazos y cuando me vuelve a mirar un brillo de locura aparece en sus ojos que me hace retroceder unos pasos.

—Finnick, puedo explicarlo —digo con la voz entrecortada.

—¡No lo puede hacer! —grita—. No puede hacer esto... ¡No puedo creer que lo esté haciendo otra vez! —lleva sus manos a su pelo en desesperación y tira de este.

—Finnick, ¿Qué estás diciendo?

—Se suponía que no iba a volver a hacerlo, ¿por qué creí en su palabra? —camina de un lado a otro por la habitación—. ¡Era obvio que iba a hacerlo!

—Finnick, cálmate, por favor. Me estás asustando —me acerco a él.

—No lo entiendes, Venus —niega con la cabeza—. Esto ya lo hace conmigo, tendría que ser suficiente conmigo —tira de su pelo una y otra vez—. Desde los dieciséis años que vende mi cuerpo, ¿Qué más quiere?

Me quedo muda con lo que dice. Un silencio perturbador nos envuelve y solo se escucha la respiración agitada de Finnick y mi intento de calmar mis sollozos.

Si bien sospechaba algo, había demasiadas similitudes a actitudes que yo también tengo, que él lo confirmara es otra cosa completamente diferente. Snow vende su cuerpo, Snow lo prostituye porque le parece divertido hacerlo.

Tomo aire y trato de tranquilizarme para lo que se viene.

—Finnick —digo con la voz entrecortada.

—Lo siento —dice rendido—. Es que esto no te tendría que estar pasando —bufa—. Tenía miedo de que esto sucediera, estaba pidiendo a todo el universo que Snow no lo considerara —cuando sus ojos conectan con los míos puede observar la tristeza en ellos—. No fue así. Lo siento, Venus.

Trago saliva, el nudo ya se está formando en mi garganta y un escalofrío recorre mi cuerpo. Todavía el aroma a rosas es intenso, pero se va opacando con la intensidad del momento.

Camino despacio hasta él y me mantengo a dos pasos de distancia.

—Oye...

Él levanta la cabeza y me mira afligido.

—No es tu culpa. Nada de esto es tu culpa —medito lo que estoy a punto de decir—. ¿Recuerdas que la última noche antes de los juegos te dije que había algo que quería contarte?

—Si —menciona inseguro.

Evito su mirada y me siento en el piso apoyando mi espalda contra la cama.

—Bueno, creo que llegó el momento de contarte una historia —juego con mis dedos.

Escucho como se acerca hasta donde me encuentro y toma asiento a un lado, manteniendo distancia entre nuestros cuerpos.

Inhalo profundamente y al exhalar suelto toda la tensión que tengo. Es la primera vez que voy a decir esto en voz alta. Sin pensarlo demasiado comienzo.

—Había una vez una chica conocida por todos y a la vez por ninguno —me tiembla la voz—. Una chica feliz con su madre y su padre, con un hermano mayor y una hermana menor que quiere más que al mundo. Una chica que sufrió la pérdida de su madre pero contó con el apoyo de su padre para superarlo —evito mirar al rubio—. Una chica que fue cambiando hasta el punto de recibir feos comentarios. Una chica que creía y amaba a su padre, pero que éste le falló de la peor manera que se le puede fallar a una hija.

Hago una pausa, siento la mirada de Finnick sobre mí pero no lo encaro.

—Y luego perdió la inocencia —continúo—. Perdió la niñez, perdió la ilusión y la esperanza, perdió a su hermano y perdió a su padre.

Cuando no digo más nada, Finnick se remueve incómodo a mi lado.

—¿Venus, qué...

—Me vendió —digo entre lágrimas—. Me vendió a un extraño y no le importó. Vendió mi cuerpo a un hombre que podría ser mi padre todo porque se encontraba mal económicamente y esa parecía la única salida. Vender a su hija —se me escapa un sollozo.

Encajo fuerte las uñas en mis palmas y miro hacia arriba para detener un poco las lágrimas.

—No me importa lo que haya dicho el presidente, Finnick —digo cansada—. Estoy llena de traumas de la infancia. Ya pasé por eso y lo voy a volver a hacer si eso significa mantener a salvo a Gia.

—No es justo, Venus —dice finalmente—. Eras una niña...

—Pero mientras yo estaba pasando un infierno aquí, tú lo estabas haciendo en los juegos —le recuerdo—. No fue justo para ninguno de los dos.

Apoya la cabeza en el borde de la cama y suspira.

—Cada vez me hago más la idea de que la vida no es sobre vivirla sino de sobrevivirla —lágrimas escapan de sus ojos—. ¿Puedo... puedo abrazarte?

Me muestro incómoda en un principio pero luego recuerdo que Finnick no es mi padre, que no es la persona que realiza comentarios horrendos sobre mi cuerpo y me mira con deseo, así que asiento con la cabeza y el rubio me rodea con sus brazos. Coloca su cabeza arriba de la mía, pero en vez de sentirme sofocada y aterrada por el contacto, me siento tranquila y como si me hubiera sacado un peso de encima.

—Nunca voy a hacerte daño, puedes confiar en mí —susurra.

—Lo sé, lo sé... —poso mi cabeza a la altura de su corazón para escuchar sus latidos—. Snow va a pagar, tarde o temprano lo hará, me aseguraré de eso.

Nos mantenemos algunos minutos en esta posición. Es la primera persona a la que le cuento esto, con mi hermano no tuve la oportunidad y Gia queda completamente descartada.

Se siente bien finalmente decirlo, finalmente hacerlo realidad.

—Voy a matar a tu padre —dice con un tono de voz amenazante.

En seguida me separo de su abrazo y lo miro fijamente a los ojos.

—Finnick...

—¿Qué? —inquiere confundido—. Es lo mínimo que se merece, no entiendo como Dennis no lo haya hecho todavía —frunce el entrecejo y pequeñas arrugas aparecen en su frente.

—No hizo nada porque no lo sabe, nunca le conté. Tampoco a Gia y Wade —aseguro—. Es un secreto que pienso llevarme conmigo.

—No es justo, Venus —menciona en reproche.

—Ahora es tu palabra favorita —lo empujo en burla tratando de liberar el ambiente de tensión que se creó.

—Lo digo enserio, si no me dejas matarlo al menos que se vaya de esa casa —indica frustrado—. Es tu casa, no la de él.

—No puedo —suspiro—. Le prometí a Gianira que él viviría con nosotras.

Se queda en silencio por pocos segundos hasta que un brillo aparece en sus ojos.

—Entonces ven a vivir conmigo —dice demasiado simple—. Me vendría bien una compañera.

El rubio hace una de esas sonrisas coquetas características del Capitolio, lo que me hace pensar que de verdad está es su personalidad, solo que en el Capitolio luce más extravagante y exagerado.

—Solo... no hablemos más de esto —cierro los ojos y apoyo la cabeza en su hombro—. Quedémonos así unos segundos más.

—Todos los que quieras —apoya su cabeza sobre la mía—. Estoy orgulloso de ti, de lo valiente y fuerte que eres para poder soportar todo esto —susurra—. Te voy a ayudar, ¿lo sabes, verdad?

—Nos ayudaremos mutuamente —sentencio—. Ya no estamos más solos, somos un equipo.

—El mejor de todos. 




✦✦✦

Holaaa, ¿Cómo están?

Argentina campeón!!!! Lo tenía que decir jajaja 

Hasta acá llega el capítulo de hoy. Hubo muchas revelaciones en este capítulo, al menos de parte de Finnick y Venus. ¿Qué piensan? ¿Cómo creen que será su relación ahora que saben los secretos del otro? 

Espero que les este gustando la historia, me hacen muy feliz dejando un comentario o voto :)

Nos leemos la próxima. 

~Luly 

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