Capítulo 15
Siento el cuerpo adolorido, no puedo abrir los ojos. Una pesadez me invade, trato de mover los dedos de mis manos pero es inútil.
¿Qué pasó?
Estaba... ¿estaba soñando?
Hace mucho que no revivía ese día en mis sueños, siempre trato de olvidarlo. Pero es imposible, es algo que me acompañará toda la vida. El momento en que mi relación con mi padre cambió. El momento en que la mejor opción para sobrevivir era venderme a un completo desconocido afirmando que todo iba a mejorar.
Cuando me lo contó, me hizo jurar que nunca se lo diría a Wade y mucho menos a Gia. Nadie podía enterarse. La siguiente semana a eso teníamos comida fresca en la mesa y el taller lleno de trabajo.
A pesar de que mi hermano siempre me cuidaba por los comentarios que recibía por mi cuerpo, esa vez pensó que habíamos tenido suerte, que las cosas nunca eran tan malas. Solo sonreí y seguimos con la rutina.
No me gusta revivir eso. Un odio se forma en mi interior que no me agrada sentirlo.
A partir de ese día el hombre que decía llamar papá dejó de serlo.
Por eso temo por Gia en el distrito, pero aunque tenga miedo de lo que mi padre pueda hacer en mi ausencia, estoy segura que nunca le haría algo a ella de esa manera. Es su hija favorita, la ama, no podría dañarla de esa forma.
Nuevamente trato de abrir los ojos, parpadeo. La luz me ciega y vuelvo a cerrarlos rápidamente.
¿Qué pasó?
No recuerdo nada.
Estoy en los juegos, estábamos cazando con Vega, pero... la chica del uno.
Parpadeo y finalmente puedo mantener abiertos mis ojos. Me cuesta un poco acostumbrarme a la luz. Es de día y hace calor. Intento mover mi cuerpo, algo pero nada funciona y comienzo a desesperarme.
—Tranquila, estás a salvo.
Vega aparece en mi campo de visión. Lleva el pelo atado en una trenza y arena cubre sus mejillas. El cuchillo está ajustado en su pantalón. Y está limpio.
—Bebe —me acerca la botella con agua.
Doy varios tragos de golpe. Me atraganto un poco, pero la sensación es maravillosa.
—¿Puedes hablar? —pregunta.
Separo mis labios resecos y trato de formar una respuesta.
—¿Q-Qué... p-pasó? —digo con voz rasposa.
—Me diste un susto de muerte —hace una mueca—. Eso pasó. La próxima vez te mato yo misma —bromea.
La miro confundida. Siento la pierna agarrotada y el dolor corre por todo mi cuerpo a pesar de que no puedo mover ninguna extremidad.
—Estábamos cazando...
—S-Si... lo, lo recuerdo.
—La chica del uno apareció —se sienta en una roca frente a mí—. Me tenía agarrada del cuello, tú le tiraste el cuchillo y luego... se lo clavé en el cuello. Murió por la pérdida de sangre —menciona seria.
Recuerdo haber escuchado un cañón antes de desmayarme.
—Todo pasó muy rápido luego —suspira—. Una serpiente te picó. Logre cazarla y luego traté de hacer un vendaje en tu pierna.
Dirijo mi vista hacia abajo, hay una especie de tela envolviendo mi pierna derecha.
—Lo lamento por el pantalón —se encoge de hombros—. Tuve que romperlo, la zona se estaba hinchando. Te traje cerca de las rocas, a un par de metros se encuentra el oasis. Hubiese ido más lejos pero no quería moverte, no quería que el veneno se extendiera de más por tu cuerpo.
Veneno.
—¿Ve...neno?
—Era una serpiente venenosa —se levanta de la roca y se pone de cuclillas a mi lado—. Varias venas comenzaron a ponerse negras y a extenderse desde el tobillo hasta la rodilla.
Intento mover la pierna pero no lo consigo, en cambio lo intento con mis dedos. Logro flexionarlos por un segundo y el alivio me recorre por el cuerpo.
—Tuviste suerte —sonríe—. Tu mentor te envió un paracaídas a los pocos minutos, tuve que aplicarte una especie de antídoto —frunce el ceño—. No fue muy lindo, las agujas y yo no nos llevamos bien.
Intento sonreír pero sale más como una mueca.
—Tienes patrocinadores allá fuera, no habrá salido barato.
—G-Gracias, Finnick —digo en voz baja, todavía con una molestia en la garganta.
—Estuviste dos días inconsciente después de eso.
—¿Qué? —susurro.
—Empezaba a creer que te había inyectado mal el suero —apoya su mano sobre mi hombro—. No vuelvas a hacerme eso, Venus.
Dos días inconsciente. Dos días en los que pude haber muerto de no ser por los patrocinadores, Finnick y Vega.
Siento de a poco la sensibilidad en mis manos, apoyo estas sobre la arena y me impulso hasta quedar con el torso recostado en la piedra. Ese movimiento me saca el aliento por completo.
—¿Estás loca? —grita la castaña—. Te hubiese ayudado si me decías que querías recostarte. Todavía estás débil, el efecto del paralizante tardará un poco más en salir de tu sistema.
—¿paralizante? —consigo decir con la voz más segura.
—El veneno de la serpiente —afirma—. Al parecer era paralizante, por eso no puedes mover tus piernas todavía.
—Genial...
—Sí, lo sé.
Paso la lengua por mis labios y trago saliva.
—¿Qué pasó en estos dos días? —carraspeo.
—No mucho la verdad y eso me preocupa —exhala bruscamente—. El chico del nueve, pasó ayer en la noche. Asumo que fueron los profesionales pero no estoy segura.
No pasó mucho mientras estaba dormida, eso es malo. Significa que los Vigilantes están armando algo y puede pasar en cualquier momento.
Las siguientes horas trato de recuperar la movilidad. Vega se va por unos minutos a recargar la botella con agua pero vuelve enseguida. Me entrega el cuchillo que tenía la chica del uno, de esta manera cada una tiene un arma.
Muevo lentamente mis pies, luego la pierna y por último flexiono la rodilla. Todo ese proceso me lleva más de dos horas.
Dos horas en las que me concentro en ponerme de nuevo de pie y no pensar en lo que soñé cuando estaba inconsciente.
No necesito esa clase de recuerdos ahora. No los necesito nunca. Duelen.
Duele peor que una picadura de serpiente y lo peor es que no tengo ningún antídoto para eso. Solo seguir adelante.
Superarlo.
—¿Te sientes bien para caminar? —comenta Vega—. Será mejor que empecemos a movernos, nos quedamos mucho tiempo en un mismo lugar.
—Si, estoy bien —afirmo.
Recogemos las mochilas y cada una guarda un cuchillo en la cintura del pantalón. Paso los dedos por mi pelo y desato la trenza enredada, trato de peinarme con los dedos aunque no lo consigo mucho, rendida lo vuelvo a atar.
—Creo que podríamos ir al este, cuando te cargaba hasta aquí me pareció ver una especie de plantas en ese terreno.
—Seguro.
Sigo al Vega el resto del camino, estamos atentas frente a cualquier amenaza que pueda surgir. Al parecer me desperté en la tarde, bastante pasado del mediodía. No debe quedar mucha luz antes de que oscurezca, así que estamos contra reloj.
Todavía siento entumecida la pierna derecha, sigue con la venda en la pantorrilla, pero se pueden apreciar pequeñas líneas negras que cruzan la rodilla y el tobillo. No sé qué hubiera pasado si el veneno se extendía más arriba.
Vega intenta parar varias veces pero le digo que me encuentro bien, que no estoy cansada. Puedo seguir, tengo que seguir. Me niego a ser una carga.
—¿Sabes...sabes algo de los profesionales? —corto el silencio—. Luego de lo que... ya sabes.
—No mucho —hace una mueca—. Creo que estaban cazando cuando la chica del uno nos encontró, aunque eso no tiene mucho sentido. No creo que se separen para... matar.
—Tampoco creo eso —murmuro—. ¿Entonces qué hacía?
—Mi mejor teoría, es que se separó del grupo, tal vez estaban buscando agua o cazando animales, solo tuvo la suerte de toparse con nosotras —se encoge de hombros en gesto de resignación.
—Tal vez... —menciono—. Entonces, los profesionales no deben estar contentos.
—¿Qué hayamos matado a uno de ellos?
La sinceridad en sus palabras me golpea con fuerza. La matamos, eso pasó.
Pero si no lo hacíamos ese cañón hubiese sido para Vega o para mí.
—Está demasiado silencioso... —susurra.
—Cuando dijiste que nada pasó mientras estaba inconsciente —comienzo a decir—. ¿Te referías a...
—Nada de nada —menciona seria—. Sabes que eso no es bueno, seguro están planeando algo.
Pasamos caminando la siguiente hora sin decir más nada. El sol se está ocultando y el calor sofocante del desierto da paso a la brisa fría de la noche. Varias montañas rocosas nos rodean, así que estamos un poco más aliviadas al saber que algo nos protege o nos da ventaja frente a una amenaza.
Conseguimos cazamos una lagartija y todavía quedan algunos frutos secos de la mochila de Vega. Así que comemos eso y tomamos agua de la misma botella para conservar la otra. Si no conseguimos una fuente de agua, tendremos que volver al oasis.
Todavía me quedan dos pastillas purificadores, cinco contando las de mi compañera. Pero esa agua color óxido no es de fiar, incluso limpiándola.
Nos recostamos contra unas rocas, le dije a Vega que podía hacer la primera guardia. Ya dormí demasiado y no quiero que los recuerdos invadan mis sueños.
El himno de Panem la despierta, pero ningún caído aparece en el cielo.
Suspiro.
—¿Te puedo preguntar algo? —susurra la castaña desde su bolsa de dormir.
Me giro para verla, está mirando el cielo y su respiración es lenta. Seguro está casada, dos noches sin dormir, incluso en los juegos, es peligroso.
—Claro...
—¿Quién es Assan? —murmura—. Decías ese nombre en sueños, pedías... pedías que se detuviera.
De repente todo el aire abandona mi sistema y un escalofrío me recorre, pero no por la baja temperatura que hace en este momento. Clavo mis uñas con fuerza en las palmas de mis manos y trato de relajarme.
—Es el nombre de mi padre —respondo seria.
—Oh...
Al parecer esa respuesta y mi cuerpo tenso le indica que no quiero hablar del tema. Vuelve a cerrar los ojos, a los pocos minutos escucho su voz nuevamente.
—Casi lo olvidaba —se levanta de la arena y busca algo en su mochila—. Vino esto con el paracaídas.
Me entrega un papel doblado a la mitad, ella vuelve a su posición anterior.
—Tranquila no lo leí —dice con una sonrisa y los ojos cerrados.
Suspiro.
Abro el papel y lo leo. Es la nota que venía con el antídoto.
No es justo que dejes a tu amigo solo, Venus. Mantente con vida.
—F.
Sonrio.
Creo que sin un mentor como Finnick hubiese muerto en el minuto uno.
Un amigo. Me gusta como suena eso.
Vega dormita varias horas y cuando llega su turno le digo que no tengo sueño, que puedo seguir despierta hasta que salga el sol. Ella lo necesita más que yo. Agradecida se vuelve a dormir.
Cambio de postura, mi espalda sobre una roca dura ya me está doliendo, el frío cala mis huesos y hace mis manos temblar. Me siento sobre una piedra más baja y llevo mis dedos sobre la venda que cubre mi pierna.
Trato desatar el nudo pero un ruido llama mi atención.
Enseguida estoy de pie y con el cuchillo en mi mano. Veo en todas direcciones pero todo lo que hay es la oscuridad de la noche.
La brisa fresca paró y se respira una calma inquietante.
Me acerco con pasos cautelosos hasta la roca que tengo frente a mí.
Escucho un crujido y luego unos pasos.
—¿Qué pasa?
La voz de Vega me sobresalta.
—Casi me matas del susto —susurro—. ¿No escuchas?
Pido que haga silencio y llevo mi dedo en dirección a la roca.
—No oigo...
Pasos se vuelven a oír y cada vez más cerca.
Estoy a punto de decirle a Vega que tomemos las mochilas y salgamos de este lugar cuando algo se lanza sobre ella.
No.
No algo.
Un muto.
✦✦✦
Holaa, un poco tarde el capítulo de hoy pero no lo pude subir antes.
¿Qué piensan del capítulo? Ahora ya sabemos un poco más sobre Venus y cómo es su relación son su padre y las demás personas a su alrededor, pero al parecer con Finnick se lleva bien, ¿no?
Espero que les este gustando la historia, me pueden seguir en Instagram, mi usuario es el mismo y actualizo más sobre las historias o aviso cuando publico capítulo nuevo.
Me ayudan mucho dejando un comentario y votando :)
Nos leemos la próxima.
~Luly
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro