Tocando a la Puerta
Tocando a la Puerta.
Liz
Jude, me miró sin entender o mejor dicho fingiendo no entender a lo que me refería, su comportamiento me hizo comprender que lo había tomado desprevenido y que sin darse cuenta había hablado de mas, lo que me lleva a adivinar que Jude y este chico ya se conocían, ahora entiendo porque en el momento que pareció reconocerlo aceptó sin ningún pretexto más para curarlo ¡vaya! Y yo pensando que fue por la petición de mi hermana.
—Él me lo dijo –contestó, utilizando un tono de obviedad que no me gustó, por supuesto lo seguí interrogando a través de la mirada y se puso un poco nervioso ¡aja! Mientes.
—Claro –respondí dejando pasar su mentira, seguramente lo averiguare después
Continuamos, la búsqueda hasta que finalmente algo hizo que se me prendiera el foco. ¿Cómo no lo pensé antes? Seguramente había regresado a los Campos Elíseos, así que sin explicación alguna, emprendí el camino hacia el viejo gimnasio, preguntándome si sería una gran idea que Jude supiera de aquel lugar, pero supongo que no tiene que acompañarme o ¿sí?
—Así nunca lo vamos a encontrar —me quejé, alcé los brazos para exagerar mi actuación.
— ¿Qué sugieres? — ¡mordió el anzuelo! Más porque estaba harto de mí que por otra cosa.
—Dividirnos.
No hizo falta que lo dijera dos veces, de inmediato asintió con la cabeza, dio media vuelta y emprendió su camino, dejándome muy claro que se sentía aliviado al ya no estar cerca de mí, raro, muy raro.
Sin más preocupaciones, me dirigí al viejo gimnasio, al principio mi andar era lento y confiado pero, mientras más me acercaba, mis pasoso se volvieron, rápidos y vacilantes, extrañamente me siento preocupada ¡odio sentirme así! Y más odio que sea por causa de ese… estúpido niño.
En menos de cinco minutos ya me encontraba al principio del sendero que se oculta detrás del gimnasio, más le vale estar aquí. Dejé escapar una norme bocanada de aire, intentando deshacerme de esta preocupación, lo cual dio resultados.
Más segura de mi misma, recorrí el sendero y justo antes de llegar al final, pude divisar su figura ¡aquí estas! Me acerqué con cuidado, mi intención no era asustarlo. Al tenerlo más cerca, me doy cuenta que esta medio tumbado en el piso, su espalda se encuentra recargada en la pared, aquella que actúa como puerta secreta para los campos Elíseos.
Camino un poco más, noto también como su mano toca la pared y por la cercanía, comienzo a escucharlo hablar.
—Déjame entrar, Padre, perdón —repite una y otra vez, débilmente como si se tratara de un mantra y no de una petición.
Creo que la fiebre le ha aumentado y eso me preocupa, atravieso el último tramo que nos separa, lo primero que hago es tocarle la frente, al hacerlo me tranquilizo ya que la fiebre no es alta, entonces lo que dice no son delirios, son tonterías.
Dejé escapar un sonoro suspiro, esto hace que el chico por primera vez se interese en mí, con un movimiento grácil de cabeza, se quita el cabello que le caía sobre los ojos para poder verme claramente.
Cuando sus ojos se posan en los míos, nuevamente siento como si me desnudara el alma, una situación bastante incomoda e inusual para mí, por lo que reacciono iracundamente.
— ¿Acaso estás loco o qué? —él se me queda mirando como si no entendiera a lo que me refería — ¡salirte así de la habitación! ¡Estas herido! —continua mirándome como si yo fuera un misterio que resolver.
Me preocupaba que alguien viniera y nos encontrara aquí, además de que ya estaba anocheciendo, así que en lugar de seguir regañándolo como si yo fuera su madre, me las ingenie para ponerlo en pie, no fue una tarea fácil, ya que sí que es más pesado de lo que parece, además es complicado no tocar donde está su herida para no lastimarlo.
Aparentemente, el tal Caleb no quería abandonar el lugar por lo que en cuanto lo obligué a caminar de regreso a la habitación de Jude, él intento deshacerse de mi brazo que lo sostenía, forcejaba conmigo lo cual nos llevó a una danza algo caótica, yo intentaba sostenerlo y al mismo tiempo sacarlo de este lugar y él intentaba no caerse pero al mismo tiempo quería liberarse de mí.
La danza continuó un minuto más hasta que finalmente perdimos el equilibrio. Para su suerte y mi maldita desgracia, yo caí de espaldas y él encima de mí, por poco me saca el aire, maldije puesto que unos arbustos nos cubrían justo a mi lado izquierdo ¿No pude caer encima de ellos? Bueno, al menos así estamos ocultos de cualquier persona curiosa.
Debido al golpe permanecí inmóvil un momento, tratando de olvidar que la espalda entera me dolía y el hecho de que él no se quitara de encima no me ayudaba en lo más mínimo.
—Eres una boba —me sorprendió su claridad al hablar, lo miré y no me había percatado hasta ese momento lo cerca que estaban nuestros rostros.
Algo en mi expresión debió causarle risa ya que comenzó a carcajearse y eso hizo que nuevamente la furia se apoderara de mí.
— ¡Quítate! —le grite, él en respuesta aflojo más su cuerpo — ¡No puedo respirar! ¡Quítate!
Él siguió riendo y no se quitaba de encima, por alguna razón yo no lograba apartarlo y esto comenzó a desesperarme así que llegó un momento en que comencé a lanzarle manotazos hasta que finalmente logré echarlo a un lado.
Lo primero que hice fue ponerme en pie, enseguida él tironeo de mi playera con la intención de tumbarme de nuevo, para mi suerte no fue lo suficientemente fuerte pero aun así seguía tirando de mí de cualquier lado que podía.
— ¿Qué pasa contigo? —No entendí a que se debía su comportamiento hasta que fue demasiado tarde.
—Liz ¿Eres tú? —Me petrifiqué al reconocer la voz de Alec.
Inmediatamente me alejé lo más que pude para que Alec no pudiera tener visión de Caleb desde ningún ángulo y en realidad no logré alejarme lo suficiente.
— ¿Qué haces por aquí? —noté su genuino interés.
—Paseando —contesté inocentemente y a diferencia de Ulrich, Alec no me cuestionó ni notó que le mentía o si lo hizo, fingió no saberlo.
Alec se acercó peligrosamente a mí, me tomó las manos y me dedicó una sonrisa, esa sonrisa tan inocente y sensual que ilumina a miles de kilómetros, aquella sonrisa me desconectó del mundo, haciéndome olvidar que estaba haciendo en este lugar o lo hizo por unos segundos ya que sentí como Caleb tiraba de la bastilla de mi pantalón, reclamando mi atención como un cachorrito.
— ¿Te gustaría conocer un lugar increíble?
Quería contestarle que sí, que me llevara a donde quisiera, al fin del mundo, no importaba, pero la molesta forma de Caleb de llamarme me impedía concentrarme.
Discretamente intenté deshacerme de sus tirones pero Alec notó mi nerviosismo y mis movimientos.
— ¿Estás bien? ¿Qué…? — Alec se acercaba a los arbustos donde Caleb se mantenía oculto.
—Nada, no pasa nada —intenté alejarlo pero él ignoro mis quejas y mi intento por llevarlo lejos.
Con delicadeza aunque firme, me apartó para que él pudiera pasar, cerré los ojos a la espera de su reacción intentando inventar una historia creíble.
—¡Te tengo! —escuché como Alec decía con un tono de Diversión en la voz.
¿Divertido? Enseguida se escucharon las risas de… ¿Clare? Abrí los ojos para encontrarme a mi hermana colgada del cuello de Alec, fruncí el ceño lo más que me permitió mi rostro ¿Qué pasa aquí? Discretamente me asomé a donde se suponía que se encontraba mi herido el cual ya había desaparecido.
Volví a mirar a mi hermana, esta me miraba asustada y con los ojos me indicaba que volteara, así lo hice y pude ver que el truco de magia tenía una explicación: Jude y Camille sostenían el peso de Caleb y se lo llevaban de aquí, entendí que si Alec volteaba los vería.
—¿Jugando a las escondidillas? —decía al mismo tiempo que bajaba a mi hermana al piso, lo único que se me ocurrió para evitar que volteara fue pasarle el brazo por los hombros y obligarlo a mirar a mi hermana.
—Así es, ¿Te unes? —sus ojos se clavaron en los míos, exactamente como sabía que haría.
—Se me ocurre que mejor podría invitarte un café —esa sonrisa sensual volvió a aparecer y en ese momento me habría lanzado a sus brazos de no ser por el carraspeo de mi hermana —y a usted señorita un helado ¿Qué le parece?
—Acepto —inmediatamente Clare contestó por ambas, lo tomó de la mano y comenzó a llevarlo a la cafetería. Con eso supe que Camille ya había desaparecido
Yo me quede rezagada tratando de recuperar la calma, dejé escapar un suspiro y entonces por última vez le dirigí una mirada a la entrada de los Campos Elíseos y por un segundo me pareció ver que algo salía de la pared pero me equivoque solo se trataba de un insecto. Me apresure para alcanzar a mi hermana y a Alec.
Avalon.
Región de Fuego.
Velkan
Los ojos azules de Velkan, gélidos como el mismo hielo seguían clavados en su objetivo: El Castillo; se alzaba imponente, no muy lejos de su posición, su sonrisa macabra delataba sus intenciones y cualquiera con solo darle un vistazo es capaz de adivinar sus pensamientos: Siendo vulnerable el trono, es el momento adecuado para atacar.
Al principio, cuando Caleb desapareció sintió que el plan entero se le venía abajo; tener al príncipe bajo su poder aseguraba su victoria sin necesidad de agresión y desperdicio de energía, estaba convencido de que la Reina y el mismo Titus hubiesen sacrificado cualquier cosa con tal de recuperar al único hijo que les queda, ya perdieron dos, no perderían al último.
Una vez Velkan calmó su tormenta fue capaz de analizar la situación como era debido y llegó a la conclusión de que era mejor así, él mismo y algunos enviados especiales se dieron a la tarea de esparcir el rumor de la desaparición del príncipe y ocurrió lo que tanto esperaba.
Las regiones al enterarse de la noticia, comenzaron a llenarse de terror, si el príncipe no estaba ¿Quién iba a proteger el Rey? ¿Quién mantendría a raya a la rebelión? Sin el príncipe, la Guardia Real no tendría un líder, Velkan los aplastaría y eso significaba que el Rey caería y con él los mestizos serían expulsados, aniquilados, las puertas al mundo humano serian selladas de por vida, incluso las hadas tenían un beneficio del reino humano, se abastecían pero, el verdadero temor siempre iba dirigido a lo desconocido, no tenían idea de lo que les esperaba con un nuevo gobernante en el trono y mucho menos con uno tan cruel, déspota y macabro como lo es Velkan.
Algunos ante tales noticias decidieron apoyar al que tenía más oportunidad de salir vencedor, uniéndose al grupo rebelde y otros decidieron apoyar al Rey, bien pues ya se darán cuenta del error que cometieron.
En cuanto tomó la decisión, movilizó a su ejército, tomaron pasiones, estudiaron hechizos y se llenaron de valor, incrementaron el poder de sus marcas mágicas, recibieron instrucciones específicas de acuerdo a la estrategia que Velkan y sus aliados trazaron, llegando al momento actual.
La noche inundaba el valle, la lluvia caía sin pausa y eso le daba la ventaja, las Hadas de Fuego, son inútiles en estas condiciones, es verdad que la magia no disminuye, pero si su elemento y eso, ya los dejaba desprotegidos, ambos ejércitos frente a frente, el viento esparce el sonido del cuerno que indica que la batalla a iniciado.
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