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Victoria

De pronto, una voz aguda y fría sonó tan cerca de ellos que Harry y sus amigos dejaron de llorar de golpe, el azabache se levantó de un salto sacando su varita, creyendo que Voldemort había vuelto a la habitación. La voz del Señor Tenebroso retumbaba en las paredes y el suelo, Harry y los demás comprendieron que estaba hablando a la gente que había en Hogwarts y a la que vivía en la zona circundante al colegio, de manera que los vecinos de Hogsmeade y todos los que todavía luchaban en el castillo debían de estar oyéndole como si él estuviera a su lado, echándoles el aliento en la nuca, a punto de asestarles un golpe mortal.

—Han luchado con valor —decía—. Lord Voldemort sabe apreciar la valentía. Sin embargo, han sufrido numerosas bajas. Si siguen ofreciéndome resistencia, morirán todos, uno a uno. Pero yo no quiero que eso ocurra; cada gota de sangre mágica derramada es una pérdida y un derroche.

»Lord Voldemort es compasivo, y voy a ordenar a mis fuerzas que se retiren de inmediato. Les doy una hora. Entierren a sus muertos como merecen y atiendan a sus heridos. Y ahora me dirijo directamente a ti, Harry Potter: has permitido que tus amigos mueran en tu lugar en vez de enfrentarte personalmente conmigo (Harry miró el cuerpo de Alex con una punzada de culpa); pues bien, esperaré una hora en el Bosque Prohibido, y si pasado ese plazo no has venido a buscarme, si no te has entregado, entonces se reanudará la batalla. Esta vez yo entraré en la refriega, Harry Potter, y te encontraré, y castigaré a cualquier hombre, mujer o niño que haya intentado ocultarte de mí. Tienes una hora. —y la voz desapareció.

Harry miró a Ron y Hermione sabiendo lo que pensaban, a este punto el azabache estaba empezando a considerar la idea de entregarse a Voldemort para evitar más muertes.

—Ni se te ocurra hacer una locura, Potter

Los tres amigos brincaron un poco por el susto. Habían olvidado por completo que Snape estaba con ellos, aún abrazando el cuerpo sin vida de Alex.

—Profesor... —Harry no sabía qué decir o hacer. De todas las locuras que a la latina se le pudo ocurrir, esa fue la más grande de todas.

Severus bajó con cuidado a Alex, apoyándola en su regazo y entonces sacó su varita. Los chicos creyeron que los atacaría, pero mayor fue su sorpresa al ver que hizo aparecer un pequeño frasco de vidrio y a continuación se llevaba la punta de su varita a su sien. Sacó varios recuerdos y los guardó en el frasco, lo cerró y se lo extendió a Harry.

El chico miraba intercaladamente al frasco y al profesor sin entender lo que pasaba. Severus comprendió lo que Potter pensaba, pero no hizo ningún comentario sarcástico como de costumbre y habló sin rodeos.

—Llévalos al pensadero de Dumbledore. Cuando los veas se resolverán tus dudas y podrás finalmente derrotar a Voldemort

Harry no supo que lo sorprendió más: que Snape le entregará algunos de sus recuerdos para ayudarlo a derrotar a Voldemort o que por primera vez lo escuchaba llamarlo por su nombre y no como "Señor Tenebroso". Finalmente Harry tomó el frasco y lo guardó con cuidado en el bolsillo de su chaqueta.

—Gracias —dijo Harry—. Será mejor que se quede aquí junto con Alex. Si alguien lo ve con ella... como está ahora, lo atacaran. Estarán más seguros aquí

—Harry... —Hermione quería decirle algo, pero el agarre de Ron sobre su hombro le hizo entender que no era el momento

El chico creyó que Snape se molestaría por haberle "dado órdenes", pero el pocionista tomó el cuerpo de Alex en sus brazos y se puso de pie.

—Tengan cuidado... los tres

Harry asintió y con una mirada hacia Ron y Hermione, los dos también asintieron y se metieron al túnel. El azabache antes de entrar, miró por última vez a su amiga; si no fuera por la sangre en su cuello, labios y ropa cualquiera que la viera pensaría que estaba dormida.

«Terminaremos con esto, Alex. Te lo prometo» y con ese último pensamiento entró al túnel, cerrando la trampilla tras él.

En cuanto los Gryffindor se fueron, Severus quitó su expresión fría de siempre pasando a una de dolor y tristeza. Observó a Alex y sintió que su corazón volvía a quebrarse. Salió de esa habitación y se fue a otra donde había una chimenea y un sillón, no tan destrozado. Se sentó en él acomodando a Alex sobre su regazo y su cabeza descansando en su pecho, y con un movimiento de varita encendió la chimenea.

Al tenerla así recordaba las noches juntos en la casa de la Hiladera y cuando la chica se escapaba de su dormitorio para ir a verlo a sus aposentos en Hogwarts y siempre quedándose dormida abrazada a él.

Con delicadeza, retiró algunos mechones de cabello que caían en su rostro. Con su varita le limpió la sangre del cuello y el rostro y reparó sus lentes.

—Listo. Ahora sí pareciera que estas dormida y no... —no pudo decir la palabra a pesar de tenerla entre sus brazos sin vida—. No te preocupes, criaré y cuidaré a Eileen con mucho amor. Le contaré mucho sobre su madre y su cultura. Y quién sabe, cuando sea grande incluso podría tener su propio brije... —al decir eso recordó de pronto a Xóchitl y recordó lo que le dijeron de ellos una vez:

«Si el humano muere el brije también morirá. No regresará al mundo espiritual ya que Humano y Brije se volvieron uno»

—No puede ser...

La loba se había ido con su hija a casa de los Lupin para protegerla, y ahora que Alex se había ido, eso significaba que Xóchitl también...

Severus posó su vista en la latina otra vez. Quién iba a pensar que esa joven, a quién introdujo al mundo de la magia a los once años, cambiaría su mundo haciéndola lo más importante de su vida, la cual siempre fue oscura y fría, y de pronto la llenaría de luz y calor.

—Alex... —nuevas lágrimas escaparon de su ojos y abrazo con protección el cuerpo sin vida de la latina.

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Se sentía extraña, el dolor del cuello por la mordida de Nagini desapareció, se podría decir que ya no sentía nada, solamente la superficie lisa bajo su cuerpo el cual no se sentía ni fría ni caliente.

Lentamente abrió los ojos y vio todo blanco. Parpadeó varias veces hasta que se dio cuenta que realmente todo el lugar era blanco y no tenía problemas con sus ojos. Se incorporó y miró a su alrededor: todo era totalmente blanco, poco a poco comenzó a tener forma haciendo que el lugar le pareciera familiar.

—¿King's Cross? —preguntó Alex en un susurro

Se puso de pie y se dio cuenta que no traía la ropa que estaba usando en la batalla: traía un vestido blanco sencillo de manga corta y le llegaba a las rodillas. Se pasó una mano por la cara y se sorprendió al descubrir que ya no tenía sus lentes y estaba descalza.

Observó a su alrededor esperando encontrar algo que le dijera sobre el lugar en el que estaba. Entonces percibió un ruido a través de la amorfa nada que la rodeaba: los débiles golpes de algo que se agitaba, se sacudía y forcejeaba. Era un ruidito lastimero, y sin embargo un poco indecoroso. Tuvo la desagradable sensación de estar oyendo a hurtadillas algo secreto, vergonzoso.

—¿Qué fue eso?

Alex miró a su alrededor. Cuanto más miraba, más cosas detectaba, por ejemplo, un enorme techo abovedado de cristal que relucía bañado por el sol. ¿Se trataba acaso de un palacio? Todo continuaba quieto y silencioso, con la única excepción de aquellos golpecitos y quejidos provenientes de algún lugar cercano que la neblina le impedía situar...

Giró lentamente sobre sí misma, y fue como si el entorno se reinventara ante sus ojos revelando un amplio espacio abierto, limpio y reluciente, una sala mucho más grande que el Gran Comedor, rematada por aquel transparente techo abovedado. Estaba casi vacía; ella era la única persona que había allí, excepto...

Retrocedió, porque acababa de descubrir el origen de los ruidos: parecía un niño pequeño, desnudo y acurrucado en el suelo. Estaba en carne viva, al parecer desollado. Yacía estremeciéndose bajo la silla donde lo habían dejado, como si fuera algo indeseado, algo que había que apartar de la vista. No obstante, intentaba respirar.

Le dio miedo. Aunque aquel ser era pequeño, frágil y estaba herido, Alex no quería acercarse a él. No obstante, se le aproximó despacio, preparada para saltar hacia atrás en cualquier momento. No tardó en llegar lo bastante cerca para tocarlo, aunque no se atrevió a hacerlo. Se sintió cobarde. Debería consolarlo, pero le repelía.

—Yo no tocaría eso si fuera tú. No puedes ayudarlo

Se volvió rápidamente. Ante ella había una calavera, pero no podía decir que fuera la Muerte porque está era diferente: tenía un sombrero grande estilo frances con plumas de avestruz, un vestido regional mexicano (Alex lo reconoció como el del Estado de Hidalgo) y la cara pintada con colores vivos y algunos dibujos.

—No invente... ¿Tú... eres...?

—Es bueno ver que a pesar de vivir en el extranjero todavía me reconozcas

—¿¡La Catrina!?

—Esa mera

Alex se quedó muda. Se suponía que la Catrina (anteriormente llamada La Calavera Garbancera y nombrada "La Catrina" por Diego Rivera) era una obra de José Posada criticando la situación del país en el gobierno de Benito Juárez.

La Catrina se dio cuenta de la actitud de la chica, pero tampoco le extraño. Negó con la cabeza y dio media vuelta; Alex al ver que se iba, reaccionó.

—¡Espere! ¡Señora Catrina! ¿A dónde va?

La aludida solamente miró sobre su hombro a Alex con una sonrisa.

—Sígueme, por favor

Alex estaba cada vez más confundida por la situación. Escuchó otra vez al ser, estaba tentada a regresar y ayudarle, pero La Catrina le dijo que no podía; así que lo ignoró y siguió a la calavera.

Estuvieron caminando por un largo rato, Alex no entendía lo que pasaba; lo último que recordaba es que dejo que Voldemort la matara para así poder destruir el fragmento de alma del mago tenebroso que vivía dentro de ella; así que... ¿dónde estaba? ¿qué pasó con Harry? ¿qué pasó con Severus? ¿qué pasó con todos?

Alex iba a preguntarle a La Catrina a donde iban, pero no dijo nada en cuanto ella se detuvo en donde había un par de sillas. Se sentó en una y le indicó a Alex que se sentara en la otra. La latina lo hizo y esperó a que La Catrina le dijera algo.

—De verdad que me impresiona que sigas, casi literalmente, parte de la canción "Yo soy mexicano y orgullo lo tengo, nací despreciando la vida y la muerte"

—Pues por algo dirá eso la canción —dijo Alex apenada—. Pero, después de que Voldemort me atacara... ¿por qué llegué aquí? ¿Acaso este es el limbo entre la vida y la muerte?

La Catrina le sonrió a Alex antes de responder.

—¿Eso es lo que crees? —Alex se sorprendió con la pregunta. La Catrina, todavía sonriendo, le respondió—. Tal vez lo sea, tal vez no; pero al estar aquí, demuestra que pudiste liberar tu alma de ese intruso y que ahora es más vulnerable y tu amigo podrá derrotarlo.

Al escuchar eso, Alex sonrió y se recargó por completo en el respaldo de la silla, ni siquiera se dio cuenta en qué momento se hizo para enfrente. La Catrina seguía sonriendo y había algo más que necesitaba decirle a la chica.

—Debo decir que he conocido a muchas personas que no temen a enfrentarse a la muerte, pero muy pocos de esos actos han sido por amor verdadero. —Alex escuchaba con atención las palabras de La Catrina—. Estoy segura de que, con o sin la parte del alma de Voldemort vivía en ti, te hubieras sacrificado por ese hombre de todos modos. ¿O me equivoco?

La latina se miró sus manos, reposadas sobre su regazo, y pensó en las palabras de La Catrina.

—No se equivoca —respondió la chica sin mirarla—. Tenía el presentimiento de que la guerra se desataría en cuanto Voldemort recuperó su cuerpo y ya desde ese entonces estaba decidida a proteger y sacrificarme por Severus. —La Catrina escuchaba a la chica con atención—. Él ha sufrido mucho en toda su vida y también se ha sacrificado mucho sin recibir nada a cambio, siendo condenado a la soledad. —La latina levantó la mirada y miró a La Catrina directamente a los ojos—. Severus también se merece ser feliz y vivir tranquilamente. Él es la persona que más amo en este mundo y por eso estuve dispuesta a morir por él.

»A pesar de que ya no voy a estar a su lado, estoy segura que él y Eileen estarán bien y podrán seguir adelante.

La calavera le sonrió y le acarició una mano. La chica se sorprendió por ese gesto.

—No cabe duda de que es cierto que dicen que «El amor es la magia más poderosa». Eres una niña muy valiente y de gran corazón.

Alex se sorprendió por la declaración de La Catrina, por lo que bajó la cabeza apenada.

—Uh... ¿gracias?

La Catrina rió ante la reacción de la chica. La soltó y se recargó en el respaldo de la silla.

—Entonces ¿qué harás?

Alex se incorporó un poco y miró a la calavera.

—¿Cómo? ¿De qué habla?

—¿Vas a regresar con tu familia y amigos o prefieres seguir?

—¿Seguir? ¿Se refiere a ir... al más allá?

—Sí así lo quieres ver

A la chica le sorprendió esa información. ¿En verdad había una posibilidad de regresar? Podría regresar con Severus y Eileen. Miró a La Catrina, quien esperaba su respuesta.

—Entonces ¿Qué harás?

Alex miró fijamente a la Catrina antes de elegir.

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Severus seguía sentado en el sofá abrazando el cuerpo sin vida de Alex, la piel de la chica perdió todo su color y sus labios ya tenían un tono azulado. Desde que Voldemort se dirigió a Harry, todo estaba tranquilo, demasiado tranquilo; algo le decía que el chico había obedecido las órdenes del Señor Tenebroso.

—Potter, más te vale no haber accedido a las demandas de Voldemort

De pronto sintió ardor en la Marca Tenebrosa y le pareció extraño, se suponía que todos los mortífagos se encontraban con el señor tenebroso en el Bosque Prohibido.

Vio un pequeño halo de luz formándose en el suelo de la sala, volteó hacia la ventana y vio que el sol comenzaba a salir. Apartó la mirada de ahí y la posó nuevamente en Alex; le acarició el cabello y la acomodó mejor en sus brazos. No sabía lo que estaba pasando y tampoco estaba seguro si podría salir de la Casa de los Gritos cargando el cuerpo sin vida de su amada y que al hacerlo no lo atacaran al verlos llegar.

—Lo más probable es que Potter... —al pensar en Harry pensó en su dolor de la marca ¿realmente se habría entregado?

De repente sus pensamientos fueron interrumpidos al ver que de pronto en frente de él apareció una esfera de luz blanca. Por alguna razón, al ver esa luz se sentía bien, sentía calidez, la misma que sentía al estar con su hija y su amada.

No estaba seguro que era esa luz, la cual enseguida tomó forma, como si se tratase de un Patronus corpóreo, de un lobo con un extraño collar al cuello.

—¿Pero qué...?

El Patronus (o lo que sea que fuera) se acercó sin hacer ruido hasta pararse junto al cuerpo de Alex. Severus instintivamente la abrazó contra su pecho en un gesto protector. El lobo al ver eso, miró al pocionista a los ojos. Severus le devolvió la mirada y al hacerlo sentía que lo conocía, o más bien la conocía.

—¿Xóchitl?

Como única respuesta, la loba se recargó en el sillón con sus patas delanteras, se inclinó un poco sobre Alex (justamente donde estaba la mordedura de Nagini) y le lamió el cuello. Severus observaba todo sin saber qué hacer, pero se fijó bien lo que hacía la criatura y se sorprendió de ver que a cada lamida las marcas de la serpiente desaparecían. Cuando estas se borraron por completo, dejando en su lugar unos pequeños puntos blancos, la loba recargó su cabeza en el pecho de Alex cerca de su corazón, su collar comenzó a brillar. Severus vio de reojo otro brillo cerca de él, movió un poco a la latina y vio que era en su brazo izquierdo donde tenía la marca de la alianza.

Las dos marcas brillaron con más intensidad, provocando que Severus cerrara los ojos a causa de la luz. Cuando ésta se detuvo, el pocionista abrió los ojos lentamente y vio que la loba ya no estaba. Miró a Alex y grande fue su sorpresa al ver que poco a poco volvía a recuperar su color natural; levantó su mano libre para tocarle la mejilla, pero se detuvo al ver, con gran asombro, que la chica comenzó a moverse y lentamente abría los ojos.

Alex sentía su cuerpo adolorido, pero sobre todo su cuello. Abrió los ojos y enseguida se encontró con un sorprendido Severus. Movió un poco su cabeza para verlo mejor y trató de hablar.

—Sev... Sev...

El hombre sintió que las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos. Alex... Alex estaba... Abrazó con fuerza a la chica y se soltó a llorar.

—¡Alex! ¡Pequeña! ¡Estas viva!

La latina tardó unos segundos en reaccionar. Con esfuerzo, a causa del dolor, correspondió el abrazo. Los dos estuvieron en silencio, solamente se escuchaba los sollozos de felicidad de Severus. Cuando el mayor se tranquilizó, se separó un poco de ella sin soltarla.

—Sev...

—Alex... ¿Cómo... cómo es que estas con vida?

—Secreto... de magia... prehispánica

Severus sonrió a la vez que negaba con la cabeza.

«Cosas que nunca cambian»

Con lentitud, Alex trató de incorporarse. Severus al ver sus intenciones, la ayudó a levantarse y él también se puso de pie. La chica trató de mantenerse de pie sola, pero se tambaleó un poco y se recargo en su hombre.

—Tranquila, no te esfuerces mucho.

Alex solamente le sonrió; pero esta desapareció enseguida al recordar porque decidió regresar a la vida.

—Severus ¿qué ha pasado? ¿Qué pasó con Harry y los demás?

El hombre se quedó en silencio unos segundos antes de responder.

—No lo sé. Potter me pidió que me quedara a cuidar... a cuidarte

Alex miró al suelo con desanimó, pero enseguida levantó la mirada y tomando a Severus de la mano se encamó hacia la puerta.

—¿Alex?

—Tenemos que regresar a Hogwarts. Tengo la impresión de que esto no ha terminado y necesitan nuestra ayuda

—Pequeña ¿estás segura de esto? Has de estar débil...

Alex se detuvo y encaró a su hombre con una sonrisa.

—Sev, estoy perfectamente bien. Es verdad que estoy algo agotada, pero tengo la fuerza suficiente para pelear. Terminemos esto para que finalmente podamos vivir junto con nuestra hija felizmente y sin peligro.

«Sí, hay cosas que nunca cambian» pensó Severus la darse cuenta que la chica seguían siendo terca como siempre

—Esta bien, vamos —secundo Severus

Los dos se besaron, como un pacto que aseguraba esa vida.

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Después de ver la verdad sobre Snape en sus recuerdos, Harry se dirigió al Bosque Prohibido para encarar a Voldemort de una vez por todas. En el camino, encontró dentro de su Snitch la Piedra de la Resurrección. La hizo funcionar y enfrente de él aparecieron sus padres, Sirius y Remus; también había pensado en Alex, pero se sorprendió mucho al ver que ella no apareció. Sirius le dijo que ella había ido a otro lugar diferente debido a la magia de su país.

Harry, acompañado de sus seres queridos, llegó al encuentro con Voldemort. El señor tenebroso al verlo, sonrió con malicia y le apuntó con su varita, la cual enseguida dejó escapar el haz verde del Avada Kedavra.

Despertó de repente en un especie de limbo, que le recordaba a la estación de King's Cross y ahí se encontró con Albus Dumbledore. Habló con el viejo director, aclarándole algunas dudas y finalmente, el anciano le dijo que, si así lo deseaba, podría regresar o tomar un tren e ir "más allá". El azabache había optado por regresar; Narcisa Malfoy lo revisó y le "confirmó" a Voldemort que el chico había muerto (lo hizo con la única intención de entrar al castillo y buscar a su hijo).

En cuanto Voldemort lo escuchó, se puso de pie (había caído al momento de atacar a Harry) y ordenó la marcha de regreso a Hogwarts. También ordenó que Hagrid llevará el cuerpo de Harry, y emprendieron la marcha.

Llegaron hasta los jardines y Voldemort hablo, ampliando su voz con magia.

—Harry Potter ha muerto. Lo mataron cuando huía, intentando salvarse mientras ustedes entregaban su vida por él. Hemos traído su cadáver para demostrarles que su héroe ha sucumbido.

»Hemos ganado la batalla y ustedes han perdido a la mitad de sus combatientes. Mis mortífagos los superan en número y el niño que sobrevivió ya no existe. No debe haber más guerras. Aquel que continúe resistiendo, ya sea hombre, mujer o niño, será sacrificado junto con toda su familia. Y ahora, salgan del castillo, arrodíllense ante mí, y los salvaré. Sus padres e hijos, sus hermanos y hermanas vivirán y serán perdonados, y todos se unirán a mí en el nuevo mundo que construiremos juntos.

No se oía nada en absoluto, ni en los jardines ni en el castillo. Voldemort estaba tan cerca que Harry continuó sin abrir los ojos.

—¡Vamos! —ordenó el Señor Tenebroso, y Harry oyó que echaba a andar.

Llegaron hasta la entrada del colegio, se escucharon las puertas abrirse y la gente comenzó a salir. En cuanto las primeras personas vieron a Harry "muerto", gritaron con desesperación y los alaridos se esparcieron por todo Hogwarts.

Hubo un estallido y un destello de brillante luz, y todos obedecieron a la fuerza. Voldemort los había callado.

Ocultos con capuchas y máscaras plateadas de mortífagos, Severus y Alex se movían entre los seguidores de Voldemort para acercarse lo más que pudieran y poder atacar en cuanto se les diera la oportunidad. En cuanto llegaron al frente, vieron al chico acostado a los pies de Voldemort y a Nagini en los hombros de su amo; Severus veía al chico con molesto, pero a la vez desesperado, pero Alex (no porque sabía que su amigo seguía con vida) sino ¿por qué otra razón la Catrina le daría la oportunidad para regresar?

Voldemort seguía alardeando que había asesinado a Harry y trataba de convencer a los combatientes de Hogwarts que se unieran a él; pero como era de esperarse, nadie accedió. Incluso Neville, saliendo del gentío, trató de atacar a Voldemort, pero este lo arrojó lejos de él. El señor tenebroso intentó persuadir al chico a que se le uniera, pero Neville se negó; a Voldemort no le agrado su respuesta.

Apuntó con su varita al joven, que se quedó rígido e inmóvil, y entonces le plantó el sombrero en la cabeza (el cual había convocado con un movimiento de varita), calado hasta los ojos. Y con una sacudida de la varita prendió fuego al Sombrero Seleccionador.

De repente muchas cosas pasaron a la vez:

Se oyó una barahúnda proveniente de los límites del colegio, seguidos de ruidos de cascos y de arcos tensándose, y una lluvia de flechas cayó sobre los mortífagos, que rompieron filas, desprevenidos. Harry sacó en ese momento la capa invisible de debajo de su ropa, se la echó por encima y se puso en pie de un brinco. Y entonces Neville también se movió.

Con un rápido y fluido movimiento se libró de la maldición de inmovilidad total que lo aprisionaba, y el llameante sombrero se le cayó de la cabeza. Acto seguido sacó de su interior un objeto de plata con rubíes incrustados en la empuñadura... y de un solo tajo de espada degolló a la serpiente. La cabeza de Nagini salió despedida hacia arriba, girando sobre sí misma, reluciente a la luz que llegaba del vestíbulo. Voldemort abrió la boca para dar un grito de cólera que nadie pudo oír, y el cuerpo de la serpiente cayó a sus pies con un ruido sordo.

En cuestión de segundos, reinó el caos: los centauros atacaron a los mortífagos haciendo que se dispersaran, thestrals e hipogrifos llegaron y también atacaban a los magos tenebrosos; los magos, tanto los defensores de Hogwarts como los mortífagos de Voldemort, se vieron obligados a refugiarse en el castillo.

Confundidos con los mortífagos, Alex y Severus los atacaban a la vez que protegían a los defensores de Hogwarts; incluso la latina usó sus poderes elementales para mayor defensa. Entraron al castillo y vieron parados en medio del Gran Comedor a Harry y Voldemort dando vueltas el uno alrededor del otro.

Ambos contrincantes solamente hablaban, como Harry había sobrevivido a todos sus encuentros, al destrucción de todos los horrocruxes, los errores de Voldemort (subestimar el amor), sobre el poder de Dumbledore. A esto último, Severus le puso más atención al chico porque sabía que en cualquier momento revelaría algunas cosas que él le mostró en los recuerdos que le dio.

—¡Dumbledore está muerto! —gritó Voldemort—. ¡Su cuerpo se pudre en la tumba de mármol de los jardines del castillo! ¡Lo he visto con mis propios ojos, Potter, y él no volverá!

—Sí, Dumbledore está muerto —admitió Harry con calma—, pero tú no decidiste su muerte. Él decidió cómo iba a morir, lo decidió meses antes de que ocurriera, y lo organizó todo con quien tú considerabas tu servidor.

—¿Qué tonterías estás diciendo? —se extrañó Voldemort, sin decidirse a atacar.

—Severus Snape no te pertenecía. Él es fiel a Dumbledore, y lo es desde el momento en que empezaste a perseguir a mi madre. Pero nunca te diste cuenta, y por eso no eres capaz de entender nada. ¿Verdad que jamás viste a Snape hacer aparecer un patronus, Ryddle?

Voldemort no contestó. Continuaban describiendo círculos, como dos lobos a punto de destrozarse el uno al otro.

—El patronus de Snape era una cierva —explicó Harry—, igual que el de mi madre, porque él la amó casi toda su vida, desde que eran niños. Debiste darte cuenta —añadió al ver que a Voldemort le vibraban las rendijas de la nariz—; por algo te pidió que no la mataras, ¿no?

—La deseaba, eso es todo —se burló Voldemort—, pero, cuando ella murió, Snape aceptó que había otras mujeres, y de sangre más limpia, más dignas de él...

—¡Por supuesto que te dijo eso, pero se convirtió en el espía de Dumbledore desde el momento en que la amenazaste, y desde entonces trabajó siempre para él y contra ti! ¡Dumbledore ya se estaba muriendo cuando Snape puso fin a su vida!

Ante eso confesión, Severus miró por el rabillo del ojo a Alex, esperando ver su reacción. La latina ya sabía de los sentimientos que el hombre tuvo hacia la madre de su mejor amigo, por esa razón no se molestó. Miró a Severus, y a pesar de llevar todavía la máscara de mortífago, pudo mostrarle con la mirada que no estaba molesta ni nada parecido.

Severus suspiró aliviado y volvió su atención hacia Potter y Voldemort.

—¡Eso no importa! —chilló Voldemort, que había escuchado absorto cada palabra, y soltó una carcajada enloquecida—. ¡No importa que Snape me fuera fiel a mí o a Dumbledore, ni qué insignificantes obstáculos intentaran poner en mi camino! ¡Los aplasté a ambos. A tu madre, el presunto gran amor de Snape! ¡Ah, todo tiene sentido, Potter, y de un modo que tú no comprendes!

»¡Dumbledore pretendía impedir que me hiciera con la Varita de Saúco! ¡Quería que Snape fuera su verdadero propietario! Pero su plan falló; Snape fue desarmado por tu amiga Sangre Sucia y mi nieta, Alejandra Macías —ante la confesión de su parentesco con la latina, las exclamaciones de asombro y los murmullos no se hicieron esperar, pero ambos rivales no les prestaban atención—, y conseguí la varita antes de que le pusieras las manos encima y descifré la verdad también antes que tú. ¡Hace tres horas he matado a Alejandra Macías, y la Varita de Saúco, la Vara Letal, la Varita del Destino, ha pasado a ser mía! ¡El último plan de Dumbledore salió mal, Harry Potter!

Esa última declaración de Voldemort, fue como una señal para Alex y Severus. Los dos se miraron y con un asentimiento de cabeza, salieron del gentío hasta la orilla de esta. Harry, Voldemort y todos en el Gran Comedor los vieron confundidos.

—¿Quieres apostar, Ryddle? —preguntó la latina con sarcasmo

La pareja se despojó de sus disfraces y los gritos de sorpresa, los chillidos y las aclamaciones aparecieron una vez más.

—¡Alex! —gritó con alegría y asombro el ojiverde

—¡Imposible! —gritó con horror Voldemort—. ¿Cómo... ¡cómo es posible que estes con vida!? ¡Yo mismo te vi morir!

—Estaba moribunda cuando te fuiste —aclaró Alex, sacando su varita pero sin apuntar a Voldemort— y como puedes ver, me pude salvar, al igual que Harry. Para ser "muy poderoso", eres muy descuidado

Ryddle la miraba con odio. Entonces se percató de Severus y su ira aumentó.

—¡Tú! ¡Maldito traidor! ¡Tú la salvaste! ¡Y todo este tiempo estuviste luchando contra mi!

—Sí, es cierto —admitió Severus— pero también te equivocas. Aunque me duela reconocerlo, yo no hice nada para salvarla; la magia de su cultura fue la que la salvó —miró a Alex con una sonrisa y después se volvió hacia Potter y Voldemort—. Pero tampoco me esperaba que Potter fuera a gritar la verdad a los cuatro vientos —dijo con sarcasmo, mirando a Harry con una sonrisa burlona. El chico simplemente lo miró con disculpas

Voldemort apretó la Varita de Sauco con fuerzas. Estaba perdiendo: Potter había destruido sus horrocruxes, sus mejores mortífagos estaban muertos (y lo traicionaron) y estaba rodeado por los magos defensores de Hogwarts.

Entonces se le ocurrió una manera de "desviar" la atención de Potter hacia Severus y así poder atacar al chico por sorpresa.

—Es muy "interesante" todo lo que dijiste respecto a cómo Snape cambió sus lealtades; por el presunto amor que le tuvo a tu madre. Pero entonces, no sabes la verdad sobre él ¿o sí? —todos los presentes estaban en total silencio. Harry, Alex y Severus miraban a Voldemort fijamente, esperando saber que iba a decir—. Crees que todo este tiempo en el que estuvo con Dumbledore fue por el amor que él alegaba tenerle a tu madre, pero ese amor desapareció. Fue reemplazado. Reemplazó a tu madre por mi nieta, y una prueba de eso fue que a inicios de Marzo ambos tuvieron una hija —una vez más los murmullos se hicieron presentes y una vez más fueron ignorados.

»Snape se involucró con mi nieta, y ella posee dos marcas tenebrosas con las cuales sella su destino de ser solamente fiel a mi. Y por lo tanto la lealtad de Snape volvió a mí.

—Otra cosa que te fallo, Ryddle —dijo Alex

Voldemort la miró sin entender de qué hablaba. Sus marcas tenebrosas no se podían borrar y él era el único que conocía el maleficio para borrarlas. Severus tampoco entendía de lo que la chica hablaba.

La latina era consciente de la confusión que provocó, así que se quitó su guante y mostró el antebrazo izquierdo. Severus, Voldemort y los mortífagos que quedaban se sorprendieron al descubrir que la marca tenebrosa de Alex había desaparecido. La castaña se llevó una mano a la cara como solía hacerlo para mostrar la marca de su rostro, pero al retirar la mano esa marca tampoco estaba.

—¡ESO ES IMPOSIBLE! —gritó Voldemort—. ¡ESAS MARCAS NO PUEDEN BORRARSE A MENOS QUE YO LO HAGA Y MÁS TOMANDO EN CUENTA LA ALIANZA DE SANGRE QUE TENEMOS!

—Teníamos —corrigió Alex, volviendo a ponerse el guante—. Cuando me atacaste y me diste por muerta rompiste esa alianza. Y la magia prehispánica que me salvó hizo que las marcas que me pusiste se borraran. Lo que significa que estás más vulnerable que nunca.

Voldemort hacía todo lo posible por ocultar sus desesperación. Se sentía acorralado... al estar de nuevo la chica con vida, eso significaba que la Varita de Saúco seguía sin obedecerle, o eso creía.

—Es tu última oportunidad —continuó Harry—. Es lo único que te queda... He visto en qué te convertirás si no lo haces... Sé hombre... Intenta... intenta arrepentirte un poco...

—¿Cómo te atreves...? —dijo Voldemort.

—Sí, me atrevo —repitió Harry—, porque el último plan de Dumbledore no me ha fallado en absoluto. Te ha fallado a ti, Ryddle.

La mano con que Voldemort sujetaba la Varita de Saúco temblaba, y el muchacho asió la de Draco con fuerza. Sólo faltaban unos segundos para que el Señor Tenebroso hiciera el movimiento.

—Esa varita todavía no te funciona bien y no porque Alex este con vida. Ella tampoco es la verdadera dueña de la varita

—¿Qué has dicho?

—Ni Alex ni Snape fueron dueños de la varita. La Varita de Saúco reconoció a un nuevo dueño antes de morir Dumbledore, alguien que nunca llegó siquiera a tocarla. Ese nuevo dueño se la arrebató de las manos a Dumbledore sin querer, sin tener plena conciencia de lo que hacía, ni de que la varita más peligrosa del mundo le había otorgado su lealtad... —El pecho de Voldemort subía y bajaba rápidamente, y Harry vio venir la maldición; notó cómo surgía dentro de la varita que lo apuntaba a la cara—. El verdadero dueño de la Varita de Saúco era Draco Malfoy.

El rostro de Voldemort reveló una momentánea sorpresa.

—¿Y qué importancia tiene eso? —dijo con voz débil—. Aunque tuvieras razón, Potter, ni a ti ni a mí nos importa. Tú ya no tienes la varita de fénix, así que batámonos en duelo contando sólo con nuestra habilidad... Y cuando te haya matado, ya me encargaré de Draco Malfoy...

—Lo siento, pero llegas tarde; has dejado pasar tu oportunidad. Yo me adelanté: hace semanas derroté a Draco y le quité esta varita. —Sacudió la varita de espino y percibió cómo todas las miradas se centraban en ella—. Así pues, todo se reduce a esto, ¿no? —susurró—. ¿Sabe la varita que tienes en la mano que a su anterior amo lo desarmaron? Porque si lo sabe, yo soy el verdadero dueño de la Varita de Saúco.

Con esa última revelación, Harry y Voldemort finalmente se atacaron. Los hechizos chocaron como aquella vez en el cementerio cuando Ryddle regresó; y tal como Harry lo dijo, la varita lo reconoció como su dueño porque la maldición asesina de Voldemort le rebotó y la Varita de Saúco saltó por los aires —oscura contra el sol naciente—, girando sobre sí misma hacia el techo encantado como antes la cabeza de Nagini, y dando vueltas en el aire retornó hacia su dueño.

Harry, con la infalible destreza del buscador de quidditch, la atrapó con la mano libre, al mismo tiempo que Voldemort caía hacia atrás, con los brazos extendidos y aquellos ojos rojos de delgadas pupilas vueltos hacia dentro. Tom Ryddle cayó en el suelo con prosaica irrevocabilidad, el cuerpo flojo y encogido, las blancas manos vacías, la cara de serpiente inexpresiva y sin conciencia. Voldemort estaba muerto, lo había matado su propia maldición al rebotar, y Harry se quedó allí inmóvil con las dos varitas en la mano, contemplando el cadáver de su enemigo.

Hubo un estremecedor instante de silencio en el cual la conmoción de lo ocurrido quedó en suspenso. Y entonces el tumulto se desató: los gritos, los vítores y los bramidos de los espectadores hendieron el aire. Harry Potter finalmente había derrotado al maligno Lord Voldemort.

Todos en el Gran Comedor se acercaban al chico para intentar agarrarlo, tirar de él o tratar de abrazar alguna parte de su cuerpo. El sol salió y lleno con su luz el lugar, en señal del día de la victoria.

En medio del ajetreo, se llevaron los cadáveres de Voldemort y los defensores de Hogwarts. Durante el traslado, Alex logró distinguir no solamente el cadáver de Fred sino también el de Remus y Tonks. La latina al verlos, sintió las lágrimas acumularse en sus ojos y recorrer sus mejillas; sintió una mano sobre su hombro, volteó y vio a Severus junto a ella mirándola con dolor ante la pérdida. Alex se soltó de su agarre y lo abrazo por el cuello.

Los dos estuvieron abrazados hasta que un carraspeó se escuchó cerca de ellos. Se separaron, pero no se soltaron y vieron que se trataba de Harry. Alex soltó a Severus y se acercó a su mejor amigo.

—Harry, me alegra que finalmente derrotarás a Voldemort

—Lo hicimos los dos

—¿Eh?

—Después de que Voldemort me lanzara el Avada Kedavra fui enviado a una especie de limbo, que se veía como la estación de King's Cross y me encontré con el profesor Dumbledore. Me explicó muchas cosas y me contó sobre el fragmento de alma de Voldemort que tú también tenías; me dijo que aun sin que la tuvieras, igualmente te hubieras sacrificado por el profesor Snape —miró al pocionista al decir lo último

Severus estaba al margen de la conversación, le devolvió la mirada al chico, pero sin ningún rastro de sarcasmo, enfado o cualquier emoción negativa que normalmente le demostraba al chico.

Harry se acercó a Severus, pasando junto a Alex. El hombre no dijo nada, pero se preguntaba qué iba hacer el chico; su duda se resolvió cuando Harry se detuvo frente a él y le tendió la mano. Severus tardó unos segundos antes de estrechar su mano.

—Le debo mucho, profesor. No sé cómo puedo expresarle mi gratitud, ya que un gracias me parece poco. —dijo Harry con una sonrisa

—Con el gracias está bien, Potter —respondió Severus, igualmente sonriendo

Alex también sonrió al ver que finalmente su mejor amigo y su novio habían hecho las paces.

«De verdad, ¿tenía que pasar todo esto para que finalmente hicieran las paces?»

Toda la mañana, en el Gran Comedor todos comían y hablaban con alegría. La buena nueva de la derrota de Voldemort se extendió rápidamente por todo el país. En un momento del día, los cuatro amigos se separaron de los demás para ir a la oficina del director para que Harry hablara con el retrato de Dumbledore, con quien finalmente acordó regresar la Varita de Saúco a la tumba de Albus Dumbledore.

—Lo único que todavía no puedo digerir —dijo Ron, ya los cuatro amigos caminando por los pasillos de regreso al Gran Comedor—, es que ahora tendremos que acostumbrarnos a ver a Alex al lado de Snape y con una hija —dijo esto con una expresión de asco y temblando

Como respuesta por su comentario, Alex le dio un zape fuerte en la cabeza y Harry y Hermione se rieron. Antes de llegar al Gran Comedor, Severus estaba recargado de espaldas contra la pared y de brazos cruzados; cuando escuchó los pasos de los chicos acercarse, se separó de la pared y miró a los cuatro Gryffindor, pero enseguida miró solamente a Alex.

Harry, Ron y Hermione entendieron que el hombre quería estar a solas con su amiga latina, por lo que los tres amigos entraron al Gran Comedor y los dejaron solos en los pasillos.

La pareja se miraba a los ojos sin decir nada; entonces Severus se acercó a Alex, y rodeándola por la cintura, la besó. La latina pasó sus brazos por el cuello de su hombre y le correspondió el beso. Se besaron por un largo rato, separándose unos momentos a causa de la falta de aire y volvían a besarse; cuando terminaron, se separaron un poco, pero unieron sus frentes y se miraron a los ojos con profundo amor.

—Por fin ya no tendremos que ocultar lo nuestro y tampoco a nuestra hija —dijo Alex con una gran sonrisa

Severus soltó un mohín pero estaba sonriendo

—Adiós a la tranquilidad —dijo el azabache

Alex rió ante eso. Se separaron sin soltarse, Severus la tomó de la mano y la llevó a los jardines de Hogwarts. Caminaron cerca de la orilla del Lago Negro hasta llegar al haya y se sentaron de vista al lago, Alex entre las piernas de su hombre y recargando su espalda en su pecho mientras que Severus descansaba su espalda en el tronco.

Se alcanzaba a escuchar el bullicio del Gran Comedor; por fin la paz había llegado, los tiempos oscuros se terminaron y las personas podrían vivir tranquilamente.

—Extrañaba esta calma —admitió Alex cerrando los ojos y disfrutando de las caricias del viento en su rostro

—Yo también —concordó Severus, atrayéndola más hacia él y le besaba la cabeza—. Pero sobretodo, extrañaba estar a tu lado

Alex movió un poco la cabeza para poder mirar a su hombre. Ella también lo había extrañado mucho y ahora no había nada que pudiera separarla de él y de su hija.

Severus la tomó de la barbilla y la besó con todo el amor posible.

—Te amo, Alex

—Yo también te amo, Sev

—Por favor, cásate conmigo

Ante eso último, la latina rompió el contacto y miró a su hombre con los ojos bien abiertos. ¿Acaso Severus... ? El azabache sonrió ante la expresión de asombro de su pequeña; sacó del bolsillo interno de su levita una pequeña caja de terciopelo verde oscuro y la abrió revelando un anillo de plata con una esmeralda con forma de estrella en su centro.

Severus se separó de Alex y se arrodilló frente a ella. La latina simplemente se tapó la boca con las manos y las lágrimas se hicieron presentes.

—Alex Macías ¿me harías el honor en convertirte en mi esposa? —preguntó Severus con una gran sonrisa y un rubor en sus mejillas

—¡Sí! —exclamó con felicidad Alex, también ruborizada y arrojándose a los brazos de su amado

Severus le pudo el anillo y se besaron con intensidad.

Realmente la vida les sonreía por fin y de ahora en adelante podrían vivir felices y cómo una familia.

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Llegamos al final de esta historia, solamente falta el epílogo y (como regalo) y un capítulo extra. Muchas gracias a todos los que siguieron esta historia 😊

¿Qué les gustaría que pusiera en el epílogo y en el capítulo extra?

Y si el ajetreo muggle me lo permite 😒, publicaré pronto y mis otras historias 😅👉🏼👈🏼

Saludos 👋🏼😄

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