Reconciliación
Ron se recuperaba rápido; pero su estancia en la enfermería no hacía que Lavender se mantuviera alejado de él, sino que diario lo iba a ver, pero siempre se lo encontraba "dormido" y a causa de eso atosigaba a Harry tratando de saber el estado de su "Ro-Ro", pero solo ocasionaba que el azabache se hartara también.
Hermione y Alex iban a ver al pelirrojo también, pero cada vez que entraban o salían del lugar se encontraba con una muy celosa Lavender, incluso se puso a discutir con Hermione cuestionando porque iba a visitar a su novio, por lo que Alex casi tuvo que sacar a arrastras a su amiga de ahí para evitar un escándalo.
—¡Es una tonta niña cursi! Como quisiera estrangular a esa... —decía Hermione totalmente molesta
—¡Tranquila! Respira y mejor sigue caminando. Tengo que ir a mi práctica de Quidditch y aguantar al nuevo Guardián —dijo esto último Alex con un tono de fastidio que no pudo disimular
—De verdad que McLaggen es un dolor de cabeza ¿verdad?
—Se comporta como si fuera el capitán del equipo en lugar de Harry. De verdad que quisiera volar su cabeza con mi bate y con la bludger por si el bate no es suficiente.
—Cálmate y ve antes de que "el capitán" McLaggen te regañe
—Si se atreve a hacerlo lo voy a... —la latina no termino la oración porque justamente cuando doblaron la esquina se encontraron con... —. Profesor Snape —saludó Alex, con un tono de voz algo frío a causa de la ignorancia del hombre ante ella.
—Señorita Macías, Señorita Granger —respondió el saludo el profesor y pasando junto a las chicas siguió su camino
Alex y Hermione se quedaron paradas en medio del pasillo. La castaña vio al profesor irse hasta que desapareció por un pasillo; se volvió para ver a su amiga y se dio cuenta que la latina seguía con la mirada clavada en el suelo y tenía los puños fuertemente apretados.
—¿Alex? ¿Estás... bien?
La latina se pasó los puños por las mejillas para limpiarse las lágrimas que comenzaron a salir.
—Sí, vámonos ya al campo —tomó a Hermione de la muñeca y las dos salieron del castillo
El entrenamiento fue un fiasco como siempre desde que McLaggen se había "unido" al equipo a falta del Guardián principal. Lo peor es que se acercaba el partido contra Hufflepuff y todavía Ron no regresaba a su puesto, por lo que tendrían que aguantar a Cormac ese día.
Y tal como se lo temieron, pasó. Gracias a las constantes interrupciones de Cormac sobre sus compañeros tratando de enseñarles como hacer su trabajo, perdieron trescientos veinte a sesenta; además de que por su culpa Harry acabó en la enfermería por un golpe en la cabeza provocado por una bludger.
Otra cosa que hasta ahora Alex pudo notar, fue que al parecer a Harry le comenzaba a gustar Ginny, porque más de una vez había visto a su amigo mirar fijamente a la pelirroja, además de que cada vez que lo pescaba haciendo eso, el chico ponía ojos como de cachorro triste y una sonrisa en sus labios.
«¿Acaso este año los hermanitos Weasley se volvieron rompe corazones?» pensó Alex al ver cómo se ponían Harry y Hermione con Ginny y Ron. «Y al parecer el amor está flotando en el aire pero ya no me hace efecto» pensó esto último con tristeza al ver que su relación con Severus iba cada vez peor.
Aunque Hermione sabía, desde el día del partido de Hufflepuff, que la actitud de su amiga no era buena desde que descubrió lo que pasaba en su relación con Snape, la castaña no era la única. El profesor Dumbledore había visto muy cambiado a su muchacho desde las vacaciones Navideñas y pudo igual saber que el cumpleaños del profesor pasó igual que las otras veces antes de que la latina llegará a su vida: un día más en el calendario.
El anciano director también sabía que su muchacho había tenido audiencia con Voldemort el día que los alumnos regresaron al castillo, pero el profesor de pociones no le dijo nada, sino que se mantuvo distante incluso con él y eso le preocupaba bastante; esta vez pondría como prioridad a su muchacho en lugar de Harry.
—Severus ¿estás bien? —preguntó Dumbledore durante el desayuno cuando el pocionista se sentó junto a él y solamente se tomó una taza de café
—Sí ¿por qué? —respondió Severus sin siquiera mirarlo
—Sabes que no puedes mentirme muchacho —replicó el director. Severus frunció el ceño e hizo todo lo posible por ignorar al viejo director, pero fue inútil—. Ven, iremos a hablar a mi despacho cuanto termines de comer
—Podemos ir ahora. No tengo hambre en realidad
—Desde Navidad no la tienes, hijo. Y ya había pasado tiempo que no te pasaba
Ambos hombre se pusieron de pie y se encaminaron al despacho del director. De camino a la salida, Severus miró disimuladamente a la mesa de los leones y vio con pesar que Alex estaba igual o de peor humor que él. Esos segundos no pasaron desapercibidos para el anciano.
«Solo espero que no sea nada grave» pensó Dumbledore de camino a su despacho
Llegaron al despacho y los dos se sentaron. Dumbledore tomó algunos caramelos de limón y le ofreció uno a su colega, pero este lo rechazó como siempre; el director los regresó a su lugar y posó sus manos sobre el escritorio.
—Ahora Severus, dime ¿Qué te ocurre? Te he notado muy distinto desde las vacaciones; incluso te has mostrado distante con la Señorita Macías
En cuanto el pocionista escucho ese nombre, no pudo evitar agachar la cabeza y dejar que su cabello cubriera su rostro.
«Esto es lo que me temía» pensó el director al mirar con pesar a su muchacho
—Severus ¿tuviste una discusión con ella? ¿O porque esa actitud hacia la chica?
—No... no pasa nada, Albus
El anciano director sabía lo difícil que era para su muchacho mostrar sus sentimientos, incluso con él, pero igual sabía que no era sano que Severus siguiera guardándose todo eso ya que podía llegar a hacerle daño.
Se pudo de pie, rodeó su escritorio y se colocó de frente al pocionista. Puso sus manos sobre los hombros del hombre a quien consideraba un hijo y le habló con fijeza.
—Muchacho, sé que has tenido una vida muy difícil; y sé que no he hecho otra cosa más que complicártela. Pero debes de saber, que siempre estaré ahí para ti.
El profesor estaba consciente de que las palabras del director eran sinceras. Dudo un momento, pero al final le contó sobre lo que pasó en su última reunión con Voldemort; en cuanto el pocionista terminó de hablar, Dumbledore lo miraba como si fuera la primera vez que lo hacía, provocando incomodidad en el pocionista.
—¿Acaso no vas a decir nada, Albus?
El anciano tardó un poco en reaccionar; soltó a Severus y se regresó a sentarse a lugar dejando algo confundido al profesor por su actitud.
—¿Albus?
—No quiero que cumplas con esa misión Severus
—¿Qué?
—Debes de hacer todo lo posible por mantenerla con vida. Y no solo lo digo con esa intención, sino porque sería devastador para ti si algo malo le pasara a Alejandra y más si el causante de ese dolor fueras tú ¿o me equivoco?
—No, claro que no —respondió Severus, un poco más tranquilo
—Bien, mientras intenta no decirle nada al respecto
—¿Por qué crees que me aleje de ella? Sé que con el simple hecho de tenerla enfrente de mí, le diré lo que pasó y no quiero hacerlo... la alejaré de mí más de lo que he hecho hasta ahora —dijo Severus con pesar
Dumbledore miraba al profesor con profunda tristeza, sabía que el pocionista amaba a la chica más de lo que podía imaginar, pero no quería que su muchacho siguiera sufriendo... ya era hora que él fuera feliz.
El viejo director intentó decirle algo a Severus, pero el profesor se puso de pie y salió del despacho sin nada más que decir. Dumbledore miró la puerta por unos momentos hasta que soltó un suspiro y miró en dirección a la ventana abierta fijando su vista en el cielo.
—Espero que las cosas mejoren entre Severus y Alex... aunque lo dudo mucho —dijo esto último mirando hacia la puerta del armario que había detrás de él, en el cual contenía libros y datos acerca de una investigación que estaba haciendo desde el verano—. ¿Es que acaso mi muchacho nunca podrá ser feliz?
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Severus se encaminó hacia el Lago Negro, necesitaba pensar con calma todo lo que le estaba pasando con Alex; quería tenerla entre sus brazos otra vez pero al recordar la misión que Voldemort le encomendó se sentía la peor escoria del mundo. ¿Es que acaso el universo quería que estuviera solo durante el resto de su vida? Pues así parecía.
De camino escucho ruido, como si alguien arrojará piedras al agua. Se acercó más para ver el origen del ruido y sintió un vuelco al corazón al ver que se trataba de Alex; lo que más le llamó la atención fue ver sus ojos rojos y rastros de lágrimas en sus mejillas, la chica había estado llorando por causa suya.
La miró con tristeza unos momentos antes de darse media vuelta y regresar, pero pisó una rama y llamó la atención de la chica; quien al verlo sintió que el corazón se le detenía.
—Severus
El hombre no dijo nada y ni se movió. Alex se sintió algo dolida al ver la indiferencia del mayor, por lo que dejó de mirarlo y siguió lanzando piedras. Severus sentía que el corazón se le saldría del pecho en cualquier momento; no sabía qué hacer o decirle a la chica puesto que desde que regresaron de las vacaciones se había alejado de ella sin explicarle nada.
—¿Se le ofrece algo... profesor Snape?
Severus abrió los ojos con sorpresa y miró a la chica de manera incrédula. Ella seguía lanzando piedras y, a pesar de estar de perfil, pudo ver que su semblante estaba serio y frío, casi igual de fría que la suya. Entendía a la perfección la actitud de la chica y no se lo recriminaba, pero no le gustaba verla así.
«Ya no puedo seguir con esto. Quiero estar a su lado y quiero protegerla»
Con paso firme se acercó a la chica hasta estar a medio metro de ella. Alex sintió su cercanía pero siguió como si nada.
—Dígame, profesor
—Alex... lamento haberte tratado de esa manera durante todo este tiempo. Pero debes entender que...
—¿Qué fue qué? ¿Qué fue por mi bien? ¿Que solamente intentabas protegerme? —a cada pregunta que hacía lanzaba una piedra con más fuerza que la anterior.
Severus se sentía cada vez peor al escucharla, pero tenía que arreglar las cosas.
—Sí, exacto
—Mentiroso
—¿Mh?
—¡Mentiroso! —Alex lanzó con demasiada fuerza la piedra haciendo que se escuchara el agua salpicar bruscamente—. ¡Mentiroso! ¡Mentiroso! ¡Mentiroso!
Severus simplemente la miraba, era de esperarse su reacción aunque no creyó que le fuera a gritar «¡Mentiroso!»
—Se puede saber ¿Por qué soy mentiroso?
—Dices que quieres protegerme, para que no me pase nada malo ¡Y tú eres el primero en lastimarme! ¡No sé que me estas ocultando esta vez, pero se ve que te interesa más eso que yo! Sé que puede sonar egoísta de mi parte, pero lo que me molesta es que simplemente le alejes de mí sin ninguna explicación y actúes como si nunca hubiera pasado nada entre nosotros. Sé que tienes cosas que hacer pero ¡de verdad! Solo quiero ayudar...
Severus no la dejo terminar, ya que la había callado con un beso, un beso que se había estado aguantando desde enero. Alex se sorprendió al principio, pero poco a poco fue correspondiendo el beso posando sus manos en el cuello del hombre para atraerlo más. Severus posos sus manos en la cintura de la chica con la misma intención.
—Que linda reconciliación
Los dos se separaron bruscamente y voltearon a ver a quien los interrumpió.
—¡Xóchitl! —exclamó Alex
—No vayas a hacer tu vida como una novela ¿eh? —comentó la loba con una sonrisa burlona
—Óyeme
—Solo decía
—Justo cuando pensé que no podríamos estar más tranquilos... el saco de pulgas llega a molestar —dijo Severus con fastidio
—¿Qué dijiste, murciélago?
—No empiecen ustedes dos —interrumpió la latina
Severus y Xóchitl se miraron con rencor y desviaron la mirada del otro.
—Por cierto Severus, no creas que con ese beso te perdonaré tan fácilmente
El profesor la miró con firmeza; Alex tenía el semblante serio, pero a la vez un poco más tranquilo, los brazos cruzados y se podía notar en su mirada que estaba determinada a llegar al fondo de esto. Severus le sonrió y Alex se sorprendió un poco con ese gesto.
—¿Qué?
—Ven a mi despacho después de cenar... y ahí te contare todo ¿de acuerdo?
—Está bien
—Por cierto, ¿no tienes clases?
—Pues...
—Con esto se puede decir que llegó el apocalipsis —comentó la loba, con una sonrisa traviesa en el hocico—. Se voló la clase de Adivinación
—No entiendo tus expresiones ¿de acuerdo?
—Que faltó a la clase de Adivinación ¿feliz?
—¿Qué? Pero nunca lo haces —dijo lo ultimo mirando a Alex con una mezcla de sorpresa y curiosidad
—Eso pasa cuando alguien la deja confundida
Alex se pasó la mano por el cuello en señal de nerviosismo. El profesor simplemente se cruzó de brazos y habló con voz "más seria".
—Lo que hizo estuvo mal señorita Macías, por lo que se le restarán cinco puntos a su casa y esta noche está castigada ¿entendido?
Alex lo miró por un momento con duda; entonces noto un brillo extraño en sus ojos y se dio cuenta que el castigo solo era una excusa para poder estar con él esta noche sin que sus amigos sospecharan... o al menos Harry y Ron.
En la noche fue a verlo para "cumplir su castigo", lo bueno fue que pudo salir después de que Harry se fuera a su cita con Dumbledore por lo que pudo evitar las preguntas de sus amigos de porque estaba castigada con Snape. Llegó con cautela hasta las mazmorras y en cuanto llegó a la puerta de Severus, tocó hasta que escuchó a su hombre decir «pase».
En cuanto entró lo vio sentado en su escritorio revisando algunos pergaminos. El hombre levantó la mirada y sonrío con un poco de tristeza al verla, ese gesto no pasó desapercibido para la chica.
—¿Estás bien Sev?
—Sí... no es nada
—¿Seguro?
—Sí
—Está bien —dijo Alex al final, aunque no estaba muy convencida. Se acercó al escritorio de Severus y se sentó enfrente de él—. Bueno ¿qué era lo que querías decirme?
Severus dudó unos momentos antes de hablar, no encontraba las palabras para decirle la verdad, pero se armó de valor y le contó todo. En cuanto terminó, miró a la chica a los ojos. Alex no había dicho nada durante el relato de su amado, estaba tratando de procesar toda la información que le acababa de dar el mayor. Severus la miró con fijeza durante unos segundos, el silencio era tenso y ninguno de los dos decía nada.
—¿Alex?
—Era eso lo que te preocupa ¿verdad?
—¿Qué?
—Como pensaste que refaccionaría en cuanto me dijeras la verdad respecto a esto: Que Voldemort te pidió que me mates ¿cierto, o acaso me equivoco?
—Yo esperaba que reaccionaras de otra manera
—¿Cómo que? ¿Pensaste que me pondría a gritar como loca y que te gritaría cosas desagradables? Severus, te conozco y sé que nunca serías capaz de lastimarme, incluso en esta situación. Pero me preocupa que te pueda pasar si no lo logras.
—No te preocupes, ya me las arreglare para que no me pase nada
—¿Seguro?
El mayor simplemente asintió. Ahora podía respirar más tranquilo al saber que Alex no se lo había tomado tan mal como él creía.
—Pero —Severus levantó la mirada y se extrañó de ver a la chica con un semblante serio y los brazos cruzados.
—¿Qué pasa?
—Aún no creas que te perdonaré tan fácil, y menos ahora que sé que era lo que te pasaba. No puedo creer que pensaras eso de mí
Severus iba a decirle algo, pero entonces entendió que la chica solamente estaba jugando con él.
«Esto puede jugarse entre dos» pensó Severus disimulando una sonrisa ante la actitud tan "infantil" de su pequeña.
—Bueno, ahora que todo ya esta aclarado —dijo con su tono de voz serio que usaba en clase y eso llamó la atención de Alex—. Ahora podremos dar paso a su castigo Señorita
—¿Qué? ¿Castigo? ¿Y cómo por qué?
—Por haberse saltado una de sus clases, aun si se trata de una tan insignificantes como Adivinación
—Oye ¡pero creí que lo del castigo sólo era un pretexto para que pudiéramos hablar!
—Yo en ningun momento dije que el castigo no fuera real
—Pero...
—Si continúa cuestionando mi autoridad, le restaré más puntos a su casa ¿Entendió Señorita?
—Si, profesor —respondió Alex con pesar—. ¿Qué tengo que hacer?
—Me ayudará a revisar los trabajos de los alumnos de primer año —tomó unos pergaminos que estaban en su escritorio, se puso de pie y sin decir nada más se los colocó a Alex en su regazo—. Ya puede comenzar
—Si señor —la chica tomó los trabajos y se fue a sentar a una butaca que estaba al lado del escritorio de Severus
Estuvieron en silencio por media hora. Severus la miraba de reojo cada cinco minutos para ver cómo estaba la chica y pudo comprobar que la chica estaba confundida y a la vez triste por la conducta que mostró hace rato hacía ella; entonces cayó en la cuenta que Alex en realidad no estaba jugando, de verdad aún estaba dolida con él.
Severus se sintió mal ante esto, se puso de pie y en silencio caminó hacía la chica colocandose detras de ella. La rodeó por los hombros haciendo que la chica brincará por la sorpresa.
—¿Sigues molesta?
—¿Tú que crees? —respondió Alex, tratando de no temblar ante la cercanía de su hombre
El mayor se dio cuenta de su reacción y pensó en aprovechar la situación.
—¿Segura? —la atrajo un poco más hacia sí y Alex se puso roja
—Se... ¡Segura!
—Eres una pésima mentirosa, pequeña —llevó una de sus manos hasta el nudo de la corbata de Alex y lo aflojó.
Deslizó la prenda con una tortuosa lentitud que hizo que Alex se pusiera más nerviosa y roja. Cuando terminó de quitarlo y tirarla al suelo junto a ellos, regresó su mano al cuello de la chica y le desabrochó dos botones de su blusa.
—¿Vas a admitir que ya no estas molesta?
—¿Có... cómo quieres que admita algo que no...? —no termino de hablar. Puesto que sintió los dedos de su hombre pasar por su cuello e hizo que soltara un pequeño gemido
—Me encanta saber que tu cuello es tu punto más sensible —dijo Severus depositando un beso en ese lugar
—Aprovechado
—Solo un poco
Severus bajó las manos con delicadeza desde los hombro de la chica hasta sus manos. Alex se ponía cada vez más nerviosa ante el contacto suave de su hombre.
—Se... Severus, ya basta
—Yo creo que no
—Eres malo —le dijo la chica con una sonrisa
—Solo un poco —dijo Severus, depositando otro beso en el cuello de la chica
Dejó de besar su cuello. Con delicadeza, la tomó de la barbilla para hacer que lo mirara a los ojos y le plantó un beso en los labios, a lo cual Alex correspondió enseguida. Estaban por pofundizar el beso cuando se escucharon unos ruidos provenientes de la ventana; los dos levantaron la mirada y vieron que era una lechuza.
Con pesar, Severus se alejó de su pequeña y se acercó a la ventana. En cuanto vio al animal lo reconoció de inmediato: era la lechuza de Narcisa Malfoy. Le quitó la carta al animal, el cual se echó a volar en cuanto se vio liberado de su carga, cerró la ventana y abrió la carta.
—¿Quién es, Severus?
—Es de la madre de Draco
—¿Y que se le ofrece?
—Quiere saber cómo se encuentra, nada más
Entre todo lo que le confesó a la chica, le confirmó sus sospechas sobre Draco. Alex estaba preocupada por el rubio, puesto que Voldemort le había encomendado una misión realmente peligrosa para un chico de dieciséis años.
Alex se puso de pie y se acercó a Severus.
—Será mejor que regrese a mi dormitorio antes de que mis amigos empiecen a sospechar
Severus la miró y le sonrió tristemente.
—Creo que es lo mejor
—Nos vemos mañana en clase —le dio un beso en los labios y salió del despacho del mayor
«Espero que las cosas vayan mejor entre nosotros» y con ese pensamiento se fue a dormir.
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Tal parecía que Alex y Severus no eran los únicos con problemas de pareja; Ron ya se estaba hartando de Lavender y hacia todo lo posible por evitarla, pero cuando se daba cuenta tenía a la chica junto a él como si de su sombra se tratase.
Incluso Ginny tenía algunas discusiones con Dean, la última discusión que tuvieron fue lo que le pasó a Harry en el último partido de Quidditch.
Harry tuvo otra clase particular con Dumbledore y en esta el director le mostró cuando Voldemort trabajaba en "Borgin y Burkes" y lo enviaron a ver a una mujer llamada Hepzibah, descendiente de Helga Hufflepuff y le mostró al joven Riddle la copa de la fundadora, pero también vieron que la señora Hepzibah tenía el guardapelo de Slytherin.
Incluso el director le mostró uno de sus recuerdos de los días que empezó como director de Hogwarts y Riddle —empezando a verse como era conocido hoy en día, como Voldemort— fue a solicitarle el puesto de profesor de DCAO, pero Dumbledore lo rechazó, desde entonces nunca le duraba más de un año ningún docente en esa materia.
Aparte de eso, Harry aun seguía empeñado en descubrir que era lo que estaba tramando Malfoy. Alex al escuchar eso se puso tensa, le había prometido a Severus que no diría nada respecto a la misión encomendada al rubio, pero se sentía mal por eso y sabía que Harry haría hasta lo imposible por descubrir a Draco.
—Harry, será mejor que te olvides de todo esto —le dijo Alex, estando los dos solos en la Sala Común, terminado sus deberes de Transformaciones
—¡No puedo! Sé que Malfoy está tramando algo, y que ha sido él quien ha atacado a todos incluyendo a Ron ¡Tengo que descubrirlo!
Alex simplemente dejó escapar un suspiro de fastidio y siguió con sus cosas
—Por cierto —dijo de repente el azabache y la latina lo miro
—Dime
—Oye, hay algo que quiero preguntarte
—¿Qué cosa?
—¿Cómo es posible que de todas la chicas de nuestro curso, seas la única que no preocupa en tener novio?
—¿Eh? ¿Y eso a que viene?
—Te lo acabo de decir. Eres la única de nuestro curso que no está preocupada en conseguir novio. O no será... —Harry se le acercó mucho a la latina, quedando hombro con hombro—, que ya tienes novio y no nos has querido contar
Alex se puso tensa y se alejó un poco de Harry tratando de disimular. El chico al ver la reacción de sus amiga, se dio cuenta que sí le ocultaba algo
—¿Y bien?
—Bueno, pues yo...
—¡Hola chicos!
Los dos adolescentes gritaron y se apartaron de golpe. En medio de ellos, recargada en el sillón donde estaban sentados, apareció de la nada la brije.
—¡Xóchitl! —exclamaron los dos
«Salvada por la loba»
—¿Qué tanto están haciendo? —preguntó la loba mirándolos a los dos
—Cosas sin importancia —contestó rápido Alex, ganándose una mirada dura de Harry
—Según alcance a escuchar, Harry estaba de metiche en tu vida personal —comentó Xóchitl
—Solo estoy preocupado por ella ¿de acuerdo?
—Claro, metiendo la nariz donde no te llaman —dijo la loba—. Se te olvida que Alex no es como las demás, por lo que ella ha de estar interesada en otro tipo de chicos... —de repente un cojín del sillón le dio de lleno en la cara a la loba haciendo que se cayera de espaldas.
Harry miró a su lado y vio que fue Alex quien golpeó a la loba, además de que la latina estaba roja a más no poder.
—Alex... ¿Qué quiso decir Xóchitl con eso?
La chica se puso tensa.
—No... no quiso decir nada —recogió sus cosas lo más rápido que pudo y tomó a Xóchitl (aturdida por el golpe) del cuello—, será mejor que me vaya a descansar ¡Hasta mañana! —y se fue hacia los dormitorios de las chicas, dejando más confundido al ojiverde
«No es normal que ella se porte así. ¿Acaso será que ya tiene novio y no nos quiere decir? Y si es así ¿qué clase de novio será como para querer ocultarlo»
El azabache siguió dándole vueltas al asunto hasta que vio que ya era tarde y se fue a su dormitorio a descansar.
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