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Peleas, regalo misterioso, dudas y reconciliación

Desde que regresaron de Hogsmeade, Ron y las chicas notaban que Harry se portaba de una manera extraña y no era para menos; descubrir que el mejor amigo de sus padres los había traicionado, cualquiera se pondría igual que él. El chico no podía sacarse a Black de la cabeza, imaginándoselo varias veces como había entregado a sus padres a Voldemort y reía malévolamente.

-Harry..., tienes un aspecto horrible.

Harry no había podido pegar el ojo hasta el amanecer. Al despertarse, había hallado el dormitorio desierto, se había vestido y bajado la escalera de caracol hasta la sala común, donde no había nadie más que Ron, que se comía un sapo de menta y se frotaba el estómago, y Hermione, que había extendido sus deberes por tres mesas, junto con Rini, quien también tenía todos sus deberes extendidos en las tres mesas.

-¿Dónde está todo el mundo? —preguntó Harry

-¡Se han ido! Hoy empiezan las vacaciones, ¿no te acuerdas? —preguntó Ron, mirando a Harry detenidamente—. Es ya casi la hora de comer. Pensaba ir a despertarte dentro de un minuto.

Harry se sentó en una silla al lado del fuego. Al otro lado de las ventanas, la nieve seguía cayendo. Crookshanks estaba extendido delante del fuego, como un felpudo de pelo canela.

-Es verdad que no tienes buen aspecto, ¿sabes? —dijo Hermione, mirándole la cara con preocupación.

-Estoy bien —dijo Harry.

-Pues no lo aparentas -dijo Rini

-Escucha, Harry —dijo Hermione, cambiando con Ron una mirada—. Debes de estar realmente disgustado por lo que oímos ayer. Pero no debes hacer ninguna tontería.

-¿Como qué? —dijo Harry

-Como ir detrás de Black —dijo Ron, tajante.

Harry se dio cuenta de que habían ensayado aquella conversación mientras él estaba dormido. No dijo nada.

-No lo harás. ¿Verdad que no, Harry? —dijo Hermione.

-Porque no vale la pena morir por Black —dijo Ron.

-Además de que eso sería hacer una locura tremenda -dijo Rini

Harry los miró. No entendían nada.

-¿Saben qué veo y oigo cada vez que se me acerca un dementor? —Ron y las chicas negaron con la cabeza, con temor—. Oigo a mi madre que grita e implora a Voldemort. Y si ustedes escucharan a su madre gritando de ese modo, a punto de ser asesinada, no lo olvidarían fácilmente. Y si descubrieran que alguien que en principio era amigo suyo la había traicionado y le había enviado a Voldemort...

Rini sintió algo extraño en su interior cuando Harry dijo eso... Entonces lo que escuchaba, eran los últimos momentos de vida de los padres de su amigo, pero... ¿Por qué ella podía escucharlos? Ella no tenía nada que ver en eso, apenas hace dos años que conocía a su amigo y nadie sabía como habían muerto los Potter. Entonces ¿Por qué los escuchaba?

-No puedes hacer nada —dijo Hermione con aspecto afligido, haciendo que Rini saliera de sus pensamientos—. Los dementores atraparán a Black, lo mandarán otra vez a Azkaban... ¡y se llevará su merecido!

-Ya oyeron lo que dijo Fudge. A Black no le afecta Azkaban como a la gente normal. No es un castigo para él como lo es para los demás.

-Entonces, ¿qué pretendes? —dijo Ron muy tenso—. ¿Acaso quieres... matar a Black?

-Cállate, no le des ideas -dijo Rini, enojada

-No seas tonto —dijo Hermione, con miedo—. Harry no quiere matar a nadie, ¿verdad que no, Harry?

Harry volvió a quedarse callado. No sabía qué pretendía. Lo único que sabía es que la idea de no hacer nada mientras Black estaba libre era insoportable.

-Malfoy sabe algo —dijo de pronto—. ¿Se acuerdan de lo que me dijo en la clase de Pociones? «Pero en tu caso, yo buscaría venganza. Lo cazaría yo mismo.»

-¿Vas a seguir el consejo de Malfoy y no el nuestro? —dijo Ron furioso—. Escucha... ¿sabes lo que recibió a cambio la madre de Pettigrew después de que Black lo matara? Mi padre me lo dijo: la Orden de Merlín, primera clase, y el dedo de Pettigrew dentro de una caja. Fue el trozo mayor de él que pudieron encontrar. Black está loco, Harry, y es muy peligroso.

-El padre de Malfoy debe de haberle contado algo —dijo Harry, sin hacer caso de las explicaciones de Ron—. Pertenecía al círculo de allegados de Voldemort.

-Llámalo Quien Tú Sabes, ¿quieres hacer el favor? —repuso Ron enfadado.

-Entonces está claro que los Malfoy sabían que Black trabajaba para Voldemort...

-¡Y a Malfoy le encantaría verte volar en mil pedazos, como Pettigrew! Contrólate. Lo único que quiere Malfoy es que te maten antes de que tengas que enfrentarlo en el partido de Quidditch.

-Harry, por favor —dijo Hermione, con los ojos brillantes de lágrimas—, sé sensato. Black hizo algo terrible, terrible. Pero no... No te pongas en peligro. Eso es lo que Black quiere... Estarías metiéndote en la boca del lobo si fueras a buscarlo. Tus padres no querrían que te hiciera daño, ¿verdad? ¡No querrían que fueras a buscar a Black!

-No sabré nunca lo que querrían, porque por culpa de Black no he hablado con ellos nunca —dijo Harry con brusquedad.

Hubo un silencio en el que Crookshanks se estiró voluptuosamente, sacando las garras. El bolsillo de Ron se estremeció.

-Mira —dijo Ron, tratando de cambiar de tema—, ¡estamos en vacaciones! ¡Casi es Navidad! Vamos a ver a Hagrid. No le hemos visitado desde hace un montón de tiempo.

-¡Cállate, Ron! -exclamó Rini

-¡No! —dijo Hermione rápidamente—. Harry no debe abandonar el castillo, Ron.

-Sí, vamos —dijo Harry incorporándose—. ¡Y le preguntaré por qué no mencionó nunca a Black al hablarme de mis padres!

-Harry, entendemos que estés enojado con Black, pero hacer una tontería no ayudara en nada.

Harry no les hizo caso y fijo su vista en la chimenea.

Seguir discutiendo sobre Sirius Black no era lo que Ron había pretendido.

-Podríamos echar una partida de ajedrez —dijo apresuradamente—. O de gobstones. Percy dejó un juego.

-No. Vamos a ver a Hagrid —dijo Harry con firmeza.

Así que recogieron las capas de los dormitorios y se pusieron en camino, cruzando el agujero del retrato («¡En guardia, felones, malandrines!»). Recorrieron el castillo vacío y salieron por las puertas principales de roble.

Cuando llegaron, Harry estuvo a punto de recriminarle sobre no haberle dicho nada sobre Black, pero al ver que el guardabosque estaba muy triste decidió no decir nada. Hagrid les mostro una carta oficial del ministerio sobre lo que había pasado con el hipogrifo en su primera clase y le dijeron que tenía que ir a una vista ante la Comisión para las Criaturas Peligrosas. Después de leer la carta, los chicos prometieron ayudar a Hagrid a prepara una buena defensa para Buckbeak.

Como cada año, se podía sentir en el aire el espíritu navideño. Todo el castillo estaba lleno de los acostumbrados adornos. Incluso se podía oler las delicias que solamente se preparaban para Navidad.

La mañana de Navidad, Xóchitl despertó a las chicas con un cantico navideño muy alegre.

-¡Navidad, Navidad, Hoy es Navidad! ¡Es un día de alegría y felicidad! ¡Navidad, Navidad, Hoy es Navidad! ¡Es un día de alegría y felicidad!

-Xóchitl, no cantes tan fuerte, es temprano

-Perdón, pero no se me ocurría otra forma para despertarlas. ¡Feliz Navidad!

-Feliz Navidad

-Perdón por el escándalo, Hermione

-No te preocupes

Las chicas comenzaron a abrir sus regalos. Los regalos que Bonnie (un collar con un dije de lobo plateado) y sus padres (una novela muggle llamada La Bella y la Bestia) le habían regalado le gustaron muchísimo, pero había dos regalos que le llamaron mucho la atención; las dos eran cajitas pequeñas, pero la diferencia era la envoltura, una era roja con un listón dorado y el otro era negro con un listón verde y plata.

Abrió primero el negro y vio que había un collar reloj de bolsillo plateado con la bandera de Inglaterra en la parte de enfrente. Vio el reloj-pulsera que reposaba en su mesita de noche, lo tomó y lo miró junto con el nuevo.

-A Caracas Venezuela, bonitos relojes -comentó Xóchitl al ver los relojes en las manos de la chica-. ¿Quién te los regalo?

-La pulsera fue regalo de cumpleaños y el de bolsillo me lo acaban de dar, pero no le veo ninguna nota.

-Mira, aquí esta

Xóchitl le mostró una pequeña nota que había al fondo de la caja, la sacó y al leerla comprobó que solo tenía unas pocas palabras:

Feliz Navidad y también Feliz Año Nuevo y espero que ya no vuelva a portarse de manera extraña conmigo

S.S.

Rini no pudo evitar ponerse roja de golpe al ver que era un regalo de Snape. Ella no esperaba algo de parte de él, incluso después de que le regalara el reloj-pulsera en su cumpleaños y que ella lo estaba evitando desde hace un mes; se sintió algo apenada y entonces pensó en el regalo que ella le había dado a él ¿le gustaría? ¿No le parecería extraño? Rezaba porque no pensara en lo segundo.

-¡Oye!

Rini volteo a ver a Xóchitl, quien tenía la nota de Snape reposada en la cama y se veía que la brije estaba enojada.

-¿Por qué rayos Sn...? -Rini le cerró el hocico con las manos pero eso no evitaba que se escucharan los murmullos de Xóchitl reclamándole sobre el regalo del profesor.

-¿Qué pasa?

-Nada, Hermione. Solo Xóchitl esta enojada porque no le dieron regalo más que yo

-Ah, esta bien. Por cierto, gracias por el regalo -agradeció la castaña levantando una figurita muy peculiar hecha con papel mache y diferentes partes de animales muy colorida-. Por cierto ¿Qué es esto?

-¿Le regalaste un Alebrije?

-¿Alebrije?

-Es una artesanía del estado de Oaxaca

-¿De dónde?

-Oaxaca

-Es que el nombre es extraño

-Oye, desde que nosotras llegamos, algunos nombres no parecen extraños

-Touche, entonces ¿Qué me decías?

-Los Alebrijes son animales imaginarios, a menudo una mezcla de diferentes especies, se caracterizan por sus colores vivos y decorado con múltiples detalles. Originalmente se empezaron a crean en San Antonio Arrazola, las diferentes atribuciones a lugares o personas que inventaron los alebrijes es una pugna constante. Los alebrijes de madera son en ocasiones relacionados con los cartoneros o el papel maché.

-Fascinante

-Aunque yo creo que fueron los squibs los que llevaron los alebrijes y que los muggles piensan que son simples figuras imaginarias.

-¿Por qué lo dices?

-Un Alebrije real fue el que me dio a Xóchitl

-Fantástico

-Oye Rini -las chicas le prestaron atención a la brije-. Todavía te falta este regalo -le paso a Rini la cajita roja con el listón dorado.

Le sorprendió ver que se trataba de una pulsera de plata, pero lo que más le llamó la atención era el dije que traía; parecía el escudo de armas de alguna familia antigua y en la base tenia escrito "Toujours Pur".

-¿Toujours Pur? ¿Qué querrá decir? -pregunto Xóchitl

-Si hablara francés te lo diría con gusto -contestó Rini

-¿Cómo sabes que es francés?

-Por como esta escrito, uno ve como se pronuncia

-¿Quién te lo envió? -pregunto Hermione

Rini busco en la cajita pero no encontró nada, ni siquiera un pedacito de papel.

-Vacio

-Que extraño -Xóchitl se acerco a la pulsera y la olfateo y el olor que tenía le parecía familiar

-Es de...

-¿Si?

-Nada... olvídalo, Rini «¿Por qué le habrá enviado eso? ¿Será por los cuidados que le da al convertirse en perro? Esto me da mala espina»

Rini se lo iba a poner pero Hermione se lo impidió.

-¿Qué pasa?

-No te lo pongas

-¿Por qué no?

-¿Y si la persona que lo envió...?

-¿Qué?

-¿... fue Sirius Black?

-¿Eh? -Xóchitl tenía muy abierto el hocico, y sentía que ya lo tenía en la cama, donde se encontraba sentada

-¿Qué? ¿Por qué lo dices?

-Desde que Malfoy nos llamo Sangre Sucia el año pasado, quise investigar sobre las familias de Sangre Limpia y ese escudo... aparece como escudo de la Familia Black

-¿Qué? Pero... si yo no lo conozco -miró la pulsera como si de repente fuera a atacarla-. ¿Por qué...?

-Será mejor que le informemos de esto a McGonagall para que lo revise

-Está bien

Rini volvió a meter la pulsera en la cajita y la cerró como estaba; todavía le rondaba la duda en la cabeza ¿Por qué le había enviado esto si ni se conocían? A menos que... a menos que Black supiera porque ella, Rini, escuchaba los últimos momentos de vida de los Sres. Potter.

Las chicas recogieron sus regalos y fueron a ver a los chicos a su dormitorio. Antes de llegar escucharon que hablaban animadamente.

-¿De que se ríen los dos? -pregunto Hermione, al entrar

Al igual que ellas, los chicos todavía seguían en pijama. Hermione llevaba a Crookshanks en brazos mientras que Xóchitl caminaba junto a Rini.

-¡No lo metas aquí! —dijo Ron, sacando rápidamente a Scabbers de las profundidades de la cama y metiéndosela en el bolsillo del pijama. Pero Hermione no le hizo caso. Dejó a Crookshanks en la cama vacía de Seamus y contempló la Saeta de Fuego con la boca abierta.

-Ándele compadre, va andar a pie -comentó Rini

- ¡Vaya, Harry! ¿Quién te la ha enviado? -dijo Hermione

-No tengo ni idea. No traía tarjeta.

Ante su sorpresa, Hermione no estaba emocionada ni intrigada al igual que Rini. Antes bien, se ensombrecieron sus rostros y Hermione se mordió el labio.

-¿Qué les ocurre? —le preguntó Ron.

-No sé —dijo Hermione—. Pero es raro, ¿no les parece? Lo que quiero decir es que es una escoba magnífica, ¿verdad?

Ron suspiró exasperado:

-Es la mejor escoba que existe, Hermione —aseguró.

-Así que debe de ser carísima...

-¿Carísima? Creo que casi abarcaría todo Gringotts. Porque se ve que es bien cariñosona -los tres se le quedaron viendo sin entender-. Significa "Demasiado cara"

-Háblanos en ingles, por favor. Además probablemente costó más que todas las escobas de Slytherin juntas —dijo Ron con cara radiante.

-Bueno, ¿quién enviaría a Harry algo tan caro sin si quiera decir quién es? -preguntó Hermione

-¿Y qué más da? —Preguntó Ron con impaciencia—. Escucha, Harry, ¿puedo dar una vuelta en ella? ¿Puedo?

-Creo que por el momento nadie debería montar en esa escoba —dijo Hermione.

-Estoy de acuerdo con Hermione -concordó Rini

Harry y Ron las miraron.

-¿Qué creen que va a hacer Harry con ella? ¿Barrer el suelo? —preguntó Ron.

Pero antes de que Hermione o Rini pudieran responder; Crookshanks, saltó desde la cama de Seamus al pecho de Ron.

-¡LLÉVATELO DE AQUÍ! —bramó Ron, notando que las garras de Crookshanks le rasgaban el pijama y que Scabbers intentaba una huida desesperada por encima de su hombro. Cogió a Scabbers por la cola y fue a propinar un puntapié a Crookshanks, pero calculó mal y le dio al baúl de Harry; volcándolo. Ron se puso a dar saltos, aullando de dolor.

A Crookshanks se le erizó el pelo. Un silbido agudo y metálico llenó el dormitorio.

El chivatoscopio de bolsillo se había salido de los viejos calcetines de tío Vernon y daba vueltas encendido en medio del dormitorio.

-¡Se me había olvidado! —dijo Harry, agachándose y cogiendo el chivatoscopio—. Nunca me pongo esos calcetines si puedo evitarlo...

En la palma de la mano, el chivatoscopio silbaba y giraba. Crookshanks le bufaba y enseñaba los colmillos.

-Sería mejor que sacaras de aquí a ese gato —dijo Ron furioso. Estaba sentado en la cama de Harry, frotándose el dedo gordo del pie—. ¿No puedes hacer que pare esa cosa? —preguntó a Harry mientras Hermione salía a zancadas del dormitorio, los ojos amarillos de Crookshanks todavía maliciosamente fijos en Ron.

Aquella mañana, en la sala común de Gryffindor; el espíritu navideño estuvo ausente. Hermione había encerrado a Crookshanks en su dormitorio, pero estaba enfadada con Ron porque había querido darle una patada. Ron seguía enfadado por el nuevo intento de Crookshanks de comerse a Scabbers. Harry desistió de reconciliarlos y se dedicó a examinar la Saeta de Fuego que había bajado con él a la sala común. No se sabía por qué, esto también parecía poner a Hermione de malhumor, y cosa extraña, también a Rini. No decía nada, pero no dejaba de mirar con malos ojos la escoba, como si ella también hubiera criticado a su gato.

A la hora del almuerzo bajaron al Gran Comedor y descubrieron que habían vuelto a arrimar las mesas a los muros, y que ahora sólo había, en mitad del salón, una mesa con doce cubiertos.

Se encontraban allí los profesores Dumbledore, McGonagall, Snape, Sprout y Flitwick, junto con Filch, el conserje, que se había quitado la habitual chaqueta marrón y llevaba puesto un frac viejo y mohoso. Sólo había otros dos alumnos: uno del primer curso, muy nerviosos, y uno de quinto de Slytherin, de rostro huraño.

-¡Felices Fiestas! —dijo Dumbledore cuando Harry, Ron y Hermione se acercaron a la mesa—. Como somos tan pocos, me pareció absurdo utilizar las mesas de los colegios. ¡Siéntense, siéntense!

Harry, Ron y Hermione se sentaron juntos al final de la mesa, que eran los únicos lugares disponibles ya que el otro estaba...

-¡Ah, Señorita Macías! Aquí hay un lugar desocupado junto a Severus

Rini no supo como pero logro evitar sonrojarse aunque se puso un poco tensa y como pudo camino hacia el lugar donde le había indicado el director. Tanto Severus como Xóchitl se miraron con malos ojos, hasta se podía decir que brincaban chispas. Rini dejo escapar un suspiro de resignación y se sentó junto al profesor.

Severus no pudo evitar notar que la chica estaba usando el collar reloj de bolsillo que le acababa de regalar.

-¡Cohetes sorpresa! —dijo Dumbledore entusiasmado, alargando a Snape el extremo de uno grande de color de plata. Snape lo cogió a regañadientes y tiró. Sonó un estampido, el cohete salió disparado y dejó tras de sí un sombrero de bruja grande y puntiagudo, con un buitre disecado en la punta.

Harry, acordándose del boggart, miró a Ron y los dos se rieron. Xóchitl tampoco pudo evitar reírse, Rini le lanzó una mirada reprobatoria y en cuanto a Snape... casi la asesinaba con la mirada. El profesor apretó los labios y empujó el sombrero hacia Dumbledore, que enseguida cambió el suyo por aquél.

-¡A comer! —aconsejó a todo el mundo, sonriendo.

Mientras todos comenzaban a servirse, las puertas del Gran Comedor volvieron a abrirse. Era la profesora Trelawney, que se deslizaba hacia ellos como si fuera sobre ruedas. Dada la ocasión, se había puesto un vestido verde de lentejuelas que acentuaba su aspecto de libélula gigante.

-¡Sybill, qué sorpresa tan agradable! —dijo Dumbledore, poniéndose en pie.

-He estado consultando la bola de cristal, señor director —dijo la profesora Trelawney con su voz más lejana—. Y ante mi sorpresa, me he visto abandonando mi almuerzo solitario y reuniéndome con ustedes. ¿Quién soy yo para negar los designios del destino? Dejé la torre y vine a toda prisa, pero les ruego que me perdonen por la tardanza

-Por supuesto —dijo Dumbledore, parpadeando—. Permíteme que te acerque una silla...

E hizo, con la varita, que por el aire se acercara una silla que dio unas vueltas antes de caer ruidosamente entre los profesores Snape y McGonagall. La profesora Trelawney, sin embargo, no se sentó. Sus enormes ojos habían vagado por toda la mesa y de pronto dio un leve grito.

-¡No me atrevo, señor director! ¡Si me siento, seremos trece! ¡Nada da peor suerte! ¡No olviden nunca que cuando trece comen juntos, el primero en levantarse es el primero en morir!

«Ya empezó» pensaron Rini y Xochitl

-Nos arriesgaremos, Sybill —dijo impaciente la profesora McGonagall—. Por favor, siéntate. El pavo se enfría.

La profesora Trelawney dudó. Luego se sentó en la silla vacía con los ojos cerrados y la boca muy apretada, como esperando que un rayo cayera en la mesa. La profesora McGonagall introdujo un cucharón en la fuente más próxima.

-¿Quieres callos, Sybill?

La profesora Trelawney no le hizo caso. Volvió a abrir los ojos, echó un vistazo a su alrededor y pregunto por el profesor Lupin. Dumbledore le dijo que había caído en enfermo y con eso la profesora Trelawney alardeo de que se había ofrecido a ver su futuro con la bola de cristal pero lo único que consiguió fue que McGonagall lo tomara como algo insignificante

La profesora Trelawney se comportó casi con normalidad hasta que, dos horas después, terminó la comida. Atiborrados con el banquete y tocados con los gorros que habían salido de los cohetes sorpresa, Harry y Ron fueron los primeros en levantarse de la mesa, y la profesora dio un grito.

-¡Queridos míos! ¿Quién de los dos se ha levantado primero? ¿Quién?

-No sé —dijo Ron, mirando a Harry con inquietud.

-Dudo que haya mucha diferencia —dijo la profesora McGonagall fríamente—. A menos que un loco con un hacha esté esperando en la puerta para matar al primero que salga al vestíbulo.

Incluso Ron se rió. La profesora Trelawney se molestó.

-¿Vienes? —dijo Harry a Hermione. Ya que como Rini seguía al lado de Snape, no quería acercarse al profesor

-No —contestó Hermione—. Tengo que hablar con la profesora McGonagall.

-Probablemente para saber si puede darnos más clases —alcanzaron a escucha decir a Ron yendo al vestíbulo, donde no había ningún loco con un hacha.

El alumno de primero y el de quinto de Slytherin se pusieron de pie y se fueron a su Sala Común. Sprout, Flitwick y Filch se fueron cada quien a su despacho y Trelawney también se puso de pie y regreso a sus aposentos, quedando solamente Dumbledore, McGonagall, Severus, las chicas y Xóchitl.

-Srta. Granger ¿Qué era lo que quería decirme? -dijo McGonagall

-A Harry le enviaron una Saeta de Fuego...

-No veo el caso de que quiera presumir que su amigo Potter tiene una escoba nueva -comentó Snape

-Y tenía que venir a meterse donde no le llaman, maldito murciélago -murmuró Xóchitl, pero no contaba con que Snape la alcanzara a escuchar

-Yo me meto en donde se me da la gana, escoba andante

Xóchitl se había encarado al profesor y casi se le abalanza de no ser porque Rini la agarro del cuello a tiempo.

-Xóchitl, tranquila -se volvió hacia su profesor-. Lo siento mucho, profesor

Snape no dijo nada, solo desvió la mirada hacia otro lado.

-¿Por qué me informa sobre lo que recibió Potter, Srta. Granger?

-Porque se lo enviaron anónimamente

Los tres profesores miraron a Hermione con seriedad.

-¿Sin tarjeta? ¿Ninguna nota?

-Nada profesora

Los profesores volvieron a mirarse y después miraron a las chicas.

-Minerva, será mejor que vayas por esa escoba

-En seguida, profesor

-También hay otra cosa -continuo Hermione

-¿Qué cosa, Granger? ¿Acaso le enviaron a Potter otra cosa genial pero que resulte sospechosa? -pregunto Snape, sarcásticamente

-Para tu información, Don Sarcasmos, esta vez fue a Rini a la que le enviaron algo sospechoso -dijo Xóchitl, claramente molesta.

Severus primero miró a la brije y luego a la aludida. Rini agarraba su reloj nuevo con nerviosísimo, sin mirar al profesor a los ojos.

-¿De que habla, Xóchitl? -preguntó Dumbledore

-¿Conocen a alguien que tenga un escudo de armas familiar con el lema "Toujour Pur"?

Ninguno de los docentes pudo esconder su asombro ante la mención de ese antiguo lema.

-¿Por qué lo pregunta? -preguntó Severus

-Muéstrale -le indico a Rini

La chica metió la mano en el bolsillo de su sudadera morada y saco la cajita roja con el listón dorado. Lo abrió y sacó la pulsera ante la mirada de incredulidad de los adultos.

Severus se puso de pie y le quitó la pulsera de la mano, con delicadeza para poder revisarlo con más detalle. Sintió brotar odio al ver ese escudo, era un odio que hacía mucho tiempo no sentía.

-Black

-¿Perdón?

-¿Tuvo algún contacto con Black, Macías?

Xóchitl se movió un poco, algo incomoda.

-No, ni lo conozco. Por eso se me hace extraño que me lo haya enviado

-Severus -el profesor miro al anciano director-. Será mejor que analices esa pulsera y en cuanto descubras que no tiene nada malo ni extraño, regrésaselo a la Srta. Macías ¿de acuerdo?

Severus acepto sin problemas pero no le hizo gracia que el director dijera que se lo tuviera que regresar a la chica después de asegurarse que no tenía nada malo.

-Ahora, Srta. Granger -dijo McGonagall-. Será mejor que vayamos a la Sala Común para poder ver esa Saeta de Fuego y creo que debería de venir con nosotras, Srta. Macías

-De hecho... necesito decirle algo al profesor Dumbledore

-De acuerdo ¿le parece bien si hablamos en mi despacho? -Rini asintió-. Bien, será mejor que nos retiremos.

Cada quien tomo un camino diferente; McGonagall y Hermione hacia la Torre de Gryffindor, Severus a las mazmorras y el director, Rini y Xóchitl hacia el despacho del primero.

Ni Rini y mucho menos Xóchitl habían estado en el despacho del director y se sorprendieron al ver como era; una habitación grande y circular con varios artefactos plateados y de aspecto extraño, que no dejaban de silbar y soltar chispas. De las paredes colgaban cuadros de los viejos directores y directoras del colegio. Las dos dieron un brinco al escuchar un ruido de ave venir detrás de ellas y se sorprendieron al ver un fénix que estaba apoyado en una percha junto a la puerta.

-Genial -comentó Xóchitl

-Muchas gracias, ahora siéntense por favor -invitó el anciano director

Las dos se sorprendieron de ver dos sillas situadas enfrente al escritorio del director pero tomaron asiento y esperaron a que el director lo hicieran. Dumbledore le estaba dando de comer a su fénix, cuando terminó se sentó enfrente de las chicas y junto sus dedos mientras las miraba. Las dos se sintieron algo incomodas porque sentían que el anciano profesor las traspasaba con Rayos X.

-¿Y bien? ¿Qué era lo que quería decirme, Srta. Macías?

-Es acerca de los dementores

-¿Le incomoda su presencia? Es normal que eso pase

-No es eso, es lo que pasa por mi cabeza cuando están cerca

-¿De que habla?

-Pues... desde la primera vez que los vi en el tren, escucho a una mujer gritando más bien implorando, le ruega a alguien que no mate a un bebe -dio un largo suspiro antes de continuar-. Creo que escucho a la mamá de Harry rogándole a Voldemort que no lo matara.

Se hizo un silencio sepulcral en el despacho, hasta los cuadros y el fénix estaban en total silencio.

-¿Cómo esta tan segura de que son los padres de Harry?

-Al principio no sabía quienes eran pero después de que Harry nos lo menciono hace unos días, fue cuando entendí. Él también los escucha; pero en él es normal porque son sus padres, yo... no se porque lo hago.

Dumbledore se quedo con la mirada perdida por unos momentos, meditando lo que la chica le acababa de decir, Rini y Xóchitl miraban al anciano con curiosidad ya que no decía nada.

Dumbledore se levantó de repente y se paro enfrente de la ventana con la vista fija en el Lago Negro. Las dos se miraron confundidas ante la actitud del director. El director se puso a meditar un poco las cosas; no esperaba que eso pasara, pensaba que no llegaría a tener indicios de eso en especial porque había sido atacada por el basilisco el año pasado.

-Eh... ¿profesor?

Dumbledore se volvió hacia las chicas.

-¿Y bien?

Dudo un momento en contestar, ya que no creía que fuera conveniente decirles la verdad... por ahora.

-No estoy muy seguro, solo es una suposición pero hasta que no este seguro, no podré decirles lo que pasa.

Las dos volvieron a mirarse y después al director.

-Será mejor que regresen a su Sala Común

-Está bien. Con permiso

Las dos se levantaron y salieron del despacho. En el camino se pusieron a pensar en lo que Dumbledore les había dicho, o bueno, lo que apenas les había dicho. Al regresar vieron que Hermione estaba sentada leyendo un libro y por su expresión, se veía que estaba molesta. Los chicos estaban sentados al otro lado de la Sala, como si no quisieran acercarse a Hermione, jugando ajedrez mágico.

-Oigan, ¿Qué les pasa?

-Que te diga la soplona -contesto Ron, malhumorado

-¿Eh?

-Hermione fue corriendo a decirle a McGonagall sobre la nueva escoba de Harry porque piensa que Black se la envió, como si ese demente pudiera hacerlo.

-Uno nunca sabe, Ron

-Ya déjalo, ¿quieres? -y siguió con su juego

Hermione cerró su libro de golpe y subió, hecha una fiera, a los dormitorios de las chicas.

-Incomodo...

-No ayuda

-Perdón

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Aún después de las vacaciones, los chicos seguían molestos con Hermione por lo de la Saeta de Fuego, ya que pensaban que desmontar una escoba tan magnifica como esa debía de ser considerado un crimen. Harry le había avisado a Wood sobre la Saeta de Fuego y desde entonces no dejaban de darle la lata a McGonagall sobre si ya podían regresársela; pero lo único que provocaban era que la profesora se enfureciera.

Harry comenzó con sus clases particulares anti-dementor y al parecer eran más difíciles de lo que parecían. También se le agrego otro peso encima porque Wood había aumentado las sesiones de entrenamiento haciendo que solo tuviera una noche para hacer todos los deberes. Lo que ni Harry ni Ron entendían era como Hermione y Rini se las arreglaban para poder ir a todas las clases y hacer los deberes a tiempo ya que se veían agobiadas (y más Hermione).

-Chicas, deberían descansar -sugirió Xóchitl, mientras las veía trabajando-. Con Giratiempos o no deben descansar. Las dos están hechas un manojo de nervios

-Estamos bien, no te preocupes -contestó Rini, sin levantar la vista de su trabajo de Runas Antiguas

-Así que por favor, deja de distraernos -pidió Hermione, de mala gana

-O.K. yo lo decía por el bien de las dos

Enero dejo pasó a Febrero si que se notara; el partido de Gryffindor ya estaba cerca y a Harry todavía no le devolvían la Saeta de Fuego y a Rini tampoco le devolvían su pulsera, pero como estaba tan ocupada con sus deberes que ya no se acordaba sino hasta que Severus se la entrego personalmente.

Humana y brije se encaminaban casi corriendo hacia la biblioteca para buscar algunos libros para los trabajos de Runas Antiguas, Historia de la Magia y Transformaciones, al doblar una esquina Rini chocó con algo y casi cae al suelo de no ser porque alguien la sujeto de la muñeca a tiempo.

-Lo siento, no me fije...

-Es un mal hábito que todavía no se le quita

Rini se sonrojo bruscamente al reconocer esa voz fría y -para su opinión- atractiva y muy varonil. Levantó la vista y sus ojos se encontraron con unos negros como la noche.

-Profesor... yo...

-Muy bien ¿Qué le ocurre?

-¿Disculpe?

-Desde Noviembre se ha portado de una manera muy extraña conmigo. Se pone muy nerviosa cada vez que estoy cerca y... ya no va a hablar conmigo a mi despacho como antes.

Rini bajo la mirada apenada. Xóchitl rodó los ojos con fastidio y le dio un pequeño empujón a Rini para que reaccionara.

-Yo... lo siento. Como tengo varías materias este año, incluso al mismo tiempo he estado algo ocupada.

-¿Entonces tiene tiempo para ir a dos clases a la vez pero no para verme? Vaya, gracias -dijo Severus, algo sentido.

-Oye, apenas si tiene tiempo para respirar así que no la molestes y... creo que ya es mejor que la sueltes ¿no?

Profesor y alumna bajaron la mirada y comprobaron que todavía estaban tomados de la mano, se soltaron rápidos y algo apenados. Xóchitl volvió a rodar los ojos con fastidio.

-Por cierto, Macías -la chica lo miro a los ojos, todavía algo roja-. Iba a buscarla a su Sala Común para devolverle esto -le tendió a Rini de mala gana una pulsera plateada con un escudo de armas algo sombrío-. Ya lo revise y no tiene nada malo

Entonces Rini recordó todo; la pulsera, por alguna razón, Black se la había enviado y como no sabían si tenía algo malo o no Severus se había encargado de revisarla.

-Gracias -le tendió la pulsera y Severus la miro con una ceja arqueada-. ¿Me puede ayudar a ponérmela?

Severus soltó un gruñido, obviamente de fastidio. Tomo la pulsera y se la puso en la muñeca derecha de mala gana.

-Bueno, eso era todo lo que tenia que decirle -el profesor se dio media vuelta y comenzó a alejarse-. Nos vemos

-Nos vemos -cuando el profesor se fue, Rini se frotó un poco la muñeca, donde las manos del profesor le habían rozado-. Severus...

-Ay Dios... ya vámonos enamorada -Xóchitl le agarró la parte de atrás de la túnica y la llevo a jalones hacia la biblioteca.

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Justo cuando Rini pensó que las cosas estaría mejor entre los cuatro -McGonagall le había regresado la Saeta de Fuego a Harry y parecía que Ron y Hermione se habían reconciliado -las cosas empeoraron, Ron descubrió sangre en sus sabanas y pelos de Crookshanks en ellas y enseguida Ron pensó que el gato de Hermione al fin se lo había comido.

Harry, Rini y Xóchitl trataban de hacer que esos dos se reconciliaban pero lo único que lograban era que ese par se enojara más y más con el otro.

El partido de Gryffindor vs Ravenclaw había llegado, todos en Hogwarts no podían creerse que Harry tuviera una Saeta de Fuego y gracias a esa escoba pudieron ganar. Malfoy y sus amigos se disfrazaron de dementores para tratar de asustar a Harry pero la jugarreta se les regreso porque no contaban con que Harry se defendiera con un Encantamiento Patronus. Aunque eso no bastó para que Ron y Hermione se reconciliaran.

La euforia del partido se esfumo esa misma noche cuando algo extraño había ocurrido; Sirius Black había logrado entrar a los dormitorios de los chicos y casi atacaba a Ron con un cuchillo.

Todos se levantaron de la cama. Se lanzaron por la escalera. Las puertas se abrían tras ellos y los interpelaban voces soñolientas:

-¿Quién ha gritado?

-¿Qué hacen?

La sala común estaba iluminada por los últimos rescoldos del fuego y llena de restos de la fiesta. No había nadie allí.

-¿Estás seguro de que no soñabas, Ron?

-¡Les digo que lo vi!

-¿Por qué arman tanto escándalo?

-¡La profesora McGonagall nos ha mandado acostarnos!

Algunas chicas habían bajado poniéndose la bata y bostezando entre ellas Rini y Xóchitl

-Estupendo, ¿continuamos? —preguntó Fred Weasley con animación.

-¡Todo el mundo a la cama! —ordenó Percy, entrando aprisa en la sala común y poniéndose, mientras hablaba, su insignia de Premio Anual en el pijama.

-Percy... ¡Sirius Black! —dijo Ron, con voz débil—. ¡En nuestro dormitorio! ¡Con un cuchillo! ¡Me despertó!

Todos contuvieron la respiración. Rini y Xóchitl se miraron con preocupación y después miraron a Ron.

-¡Absurdo! —Dijo Percy con cara de susto—. Has comido demasiado, Ron. Has tenido una pesadilla.

-Te digo que...

-¡Venga, ya basta!

Llegó la profesora McGonagall. Cerró la puerta de la sala común y miró furiosa a su alrededor.

-¡Me encanta que Gryffindor haya ganado el partido, pero esto es ridículo! ¡Percy, no esperaba esto de ti!

-¡Le aseguro que no he dado permiso, profesora! —dijo Percy, indignado—. ¡Precisamente les estaba diciendo a todos que regresaran a la cama! ¡Mi hermano Ron tuvo una pesadilla...!

-¡NO FUE UNA PESADILLA! —Gritó Ron—. ¡PROFESORA, ME DESPERTÉ Y SIRIUS BLACK ESTABA DELANTE DE MÍ, CON UN CUCHILLO EN LA MANO!

La profesora McGonagall lo miró fijamente.

-No digas tonterías, Weasley. ¿Cómo iba a pasar por el retrato?

-¡Hay que preguntarle! —Dijo Ron, señalando con el dedo la parte trasera del cuadro de sir Cadogan—. Hay que preguntarle si ha visto...

Mirando a Ron con recelo, la profesora McGonagall abrió el retrato y salió. Todos los de la sala común escucharon conteniendo la respiración.

-Sir Cadogan, ¿ha dejado entrar a un hombre en la torre de Gryffindor?

-¡Sí, gentil señora! —gritó sir Cadogan.

Todos, dentro y fuera de la sala común, se quedaron callados, anonadados.

-¿De... de verdad? —Dijo la profesora McGonagall—. Pero ¿y la contraseña?

-¡Me la dijo! —Respondió altanero sir Cadogan—. Se sabía las de toda la semana, señora. ¡Las traía escritas en un papel!

La profesora McGonagall volvió a pasar por el retrato para encontrarse con la multitud, que estaba estupefacta. Se había quedado blanca como la tiza.

-¿Quién ha sido? —preguntó con voz temblorosa—. ¿Quién ha sido el tonto que ha escrito las contraseñas de la semana y las ha perdido?

Hubo un silencio total, roto por un leve grito de terror. Neville Longbottom, temblando desde los pies calzados con zapatillas de tela hasta la cabeza, levantó la mano muy lentamente.

Rini y Xóchitl volvieron a mirarse y de esa manera lograron llegar a una decisión: encontrarían a Black y llegarían al fondo de este problema para así evitar que Harry y los demás estuvieran en peligro.

Aun con lo que había pasado con Black, Ron y Hermione todavía no se llevaban bien provocando un mayor distanciamiento. Ni a Harry ni a Rini les hacia gracia, Harry se la pasaba con Ron y Rini con Hermione.

Hagrid habló con los chicos para tratar de convencerlos de hacer las paces con las chicas pero lo único que logro fue hacer que Ron se enojara más con ellas. Tampoco fue de ayuda decirles que las chicas les estaban ayudando con el caso de Buckbeak.

Las chicas seguían haciendo los deberes, todavía sumamente estresadas, entonces vieron que ponían en el tablón de anuncios la fecha de la próxima visita a Hogsmeade. A los cinco minutos, vieron llegar a los chicos, quienes se acercaron al tablón, junto con otros chicos.

-¡Hogsmeade el próximo fin de semana! —dijo Ron, estirando el cuello para leer la nueva nota por encima de las cabezas ajenas—. ¿Qué vas a hacer? —preguntó a Harry en voz baja, al sentarse.

-Bueno, Filch no ha tapado la entrada del pasadizo que lleva a Honeydukes —dijo Harry aún más bajo.

-Harry —dijo una voz en su oído derecho. Harry se sobresaltó. Se volvió y vio a Hermione y Rini, sentadas a la mesa que tenían detrás, por un hueco que había en el muro de libros que las ocultaba—, Harry, si vuelves otra vez a Hogsmeade... le contaré a la profesora McGonagall lo del mapa.

-¿Oyes a alguien, Harry? —masculló Ron, sin mirar a Hermione.

-Que lindo eres, Ron. De verdad, que eres un caballero -comentó Rini, sarcásticamente

-Ron, ¿cómo puedes dejarle que vaya? ¡Después de lo que estuvo a punto de hacerte Sirius Black! Hablo en serio. Le contaré...

-¡Así que ahora quieres que expulsen a Harry! —dijo Ron, furioso—. ¿Es que no has hecho ya bastante daño este curso?

Hermione abrió la boca para responder, pero Crookshanks saltó sobre su regazo con un leve bufido. Hermione se asustó de la expresión de Ron, cogió a Crookshanks y se fue corriendo hacia los dormitorios de las chicas.

-Si que no sabes tratar a las chicas ¿verdad? -Le reclamó Rini, acercándose a los chicos-. Sabes que ella solo lo decía por el bien de Harry ¡y tu solo le respondes de esa manera solo por una estúpida rata! Es increíble que prefieras a una bola de pelos que a tu amiga.

Recogió sus cosas y, seguida por Xóchitl, se fue a los dormitorios de las chicas, totalmente enfurecida.

-Era de esperarse que se pusiera del lado de Hermione -dijo Ron, mirando la puerta del dormitorio de las chicas-. Entonces ¿qué te parece? —Preguntó a Harry, como si no hubiera habido ninguna interrupción—. Venga, la última vez no viste nada. ¡Ni siquiera has estado todavía en Zonko!

Harry miró a su alrededor para asegurarse de que Hermione no podía oír sus palabras:

-De acuerdo —dijo—. Pero esta vez cogeré la capa invisible.

El día de la visita al pueblo, las chicas fueron por su lado, ya que estaban tristes por la pelea con los chicos y querían estar solas. Hermione se fue a una librería que había en el pueblo mientras que Rini y Xóchitl iban a la Casa de los Gritos.

-Ese lugar no da miedo -comentó Xóchitl, después de un largo silencio para tratar de hacerle platica a Rini-. Solo es una casa vieja y abandonada. No escucho nada anormal.

-Pues quien sabe

De pronto escucharon unos ladridos, buscaron el origen y se descubrieron un perro negro con un listón azul marino en el cuello y de ojos grises.

-¡Canuto! -Exclamó Rini corriendo hacia el perro y lo abrazo-. ¡Que gusto verte, amigo!

El perro soltó un ladrido y le lamio la cara, rozándole la comisura del labio algunas veces.

-¡Canuto! ¡A la boca no! -le reprendió la chica, apartándolo un poco de ella

-¿Qué hizo que? -exclamó Xóchitl indignada, apartando de una patada a Canuto de Rini

-¡Xóchitl, tranquila! Fue sin querer

«¿Quieres apostar?» -Yo no estaría tan segura

-¡Ay, por favor! Ni que fuera un Nahual*

-Pues...

-Xóchitl

-Está bien, olvídalo

Escucharon pasos de alguien que se acercaba, Canuto salió corriendo hacia la Casa de los Gritos hasta perderse de vista. Vieron que era Ron y parecía que estaba hablando solo pero enseguida entendieron que era Harry bajo la capa invisible. Ron se detuvo al ver a Rini y Xóchitl ahí paradas.

-¿Qué hacen aquí? ¿Dónde esta Hermione?

-Solo veníamos a ver la Casa de los Gritos. ¿Y para que quieres saber donde esta? ¿Qué no dejaste de insultarla?

-Olvídalo, váyanse de aquí

-Oblíganos

-Hagan lo que quieran. Mira Harry, es el edificio mas embrujado del país, hasta los fantasmas de Hogwarts la evitan —explicó Ron, apoyado como Harry en la valla, levantando la vista hacia ella—. Le he preguntado a Nick Casi Decapitado... Dice que ha oído que aquí residen unos fantasmas muy bestias. Nadie puede entrar. Fred y George lo intentaron, claro, pero todas las entradas están tapadas.

Harry, agotado por la subida, estaba pensando en quitarse la capa durante unos minutos cuando oyó voces cercanas. Alguien subía hacia la casa por el otro lado de la colina. Un momento después apareció Malfoy, seguido de cerca por Crabbe y Goyle. Malfoy decía:

-... en cualquier momento recibiré una lechuza de mi padre. Tengo que ir al juicio para declarar por lo de mi brazo. Tengo que explicar que lo tuve inutilizado durante tres meses...

Crabbe y Goyle se rieron.

-Ojalá pudiera oír a ese gigante imbécil y peludo defendiéndose: «Es inofensivo, de verdad. Ese hipogrifo es tan bueno como un...» —Malfoy vio a Ron de repente. Hizo una mueca malévola—. ¿Qué haces, Weasley? —Levantó la vista hacia la casa en ruinas que había detrás de Ron—: Supongo que te encantaría vivir ahí, ¿verdad, Ron? ¿Sueñas con tener un dormitorio para ti solo? He oído decir que en tu casa duermen todos en una habitación, ¿es cierto?

Harry sujetó a Ron por la túnica para impedirle que saltara sobre Malfoy.

-¿Por qué no vas a fastidiar a otro lado, Malfoy? -le desafío Rini

-Vaya no sabía que estabas aquí Macías. Pues claro, como eres una Sangre Sucia, no notaba la diferencia entre la casa y tú

Ahora eran Rini y Xóchitl las que se le iban a abalanzar a Malfoy de no ser porque los chicos las sujetaron. Harry lo dijo de manera discreta para no delatarse

-Déjamelo a mí— le susurró al oído de sus amigos-. Los dos tranquilícense

La oportunidad era demasiado buena para no aprovecharla. Harry se acercó sigilosamente a Malfoy, Crabbe y Goyle, por detrás; se agachó y cogió un puñado de barro del camino.

-Ahora mismo estábamos hablando de su amigo Hagrid —dijo Malfoy a Ron—. Estábamos imaginando lo que dirá ante la Comisión para las Criaturas Peligrosas. ¿Crees que llorará cuando al hipogrifo le corten...?

¡PLAF!

Al golpearle la bola de barro en la cabeza, Malfoy se inclinó hacia delante. Su pelo rubio platino chorreaba barro de repente.

-¿Qué demo...?

Ron se sujetó a la valla para no revolcarse en el suelo de la risa. Malfoy, Crabbe y Goyle se dieron la vuelta, mirando a todas partes. Malfoy se limpiaba el pelo.

-¿Qué ha sido? ¿Quién lo ha hecho?

-Esto está lleno de fantasmas, ¿verdad? —observó Ron, como quien comenta el tiempo que hace.

Crabbe y Goyle parecían asustados. Sus abultados músculos no les servían de mucho contra los fantasmas. Malfoy daba vueltas y miraba como loco el desierto paraje.

-¿Qué les pasa? ¿Les dan miedo los fantasmas? -preguntó Xóchitl de manera burlona

-No creo que sea eso posible, ellos han convivido con fantasmas desde hace dos años -puntualizo Rini-. A menos que sean gallinas.

Ron no pudo contener la risa ante la expresión de miedo de los Slytherin. Harry se acercó a hurtadillas a un charco especialmente sucio sobre el que había una capa de fango verdoso de olor nauseabundo.

¡PATAPLAF!

Crabbe y Goyle recibieron algo esta vez. Goyle saltaba sin moverse del sitio, intentando quitarse el barro de sus ojos pequeños y apagados.

-¡Ha venido de allá! —dijo Malfoy, limpiándose la cara y señalando un punto que estaba unos dos metros a la izquierda de Harry.

Crabbe fue hacia delante dando traspiés, estirando como un zombi sus largos brazos. Harry lo esquivó, cogió un palo y se lo tiró a Crabbe. Le acertó en la espalda.

Harry retrocedió riendo en silencio mientras Crabbe ejecutaba en el aire una especie de pirueta para ver quién lo había arrojado. Como Ron era la única persona a la que Crabbe podía ver, fue a él a quien se dirigió. Pero Harry estiró la pierna. Crabbe tropezó, trastabilló y su pie grande y plano pisó la capa de Harry, que sintió un tirón y notó que la capa le resbalaba por la cara.

Durante una fracción de segundo, Malfoy lo miró fijamente.

-¡AAAH! —gritó, señalando la cabeza de Harry

Dio media vuelta y corrió colina abajo como alma que llevara el diablo, con Crabbe y Goyle detrás.

Harry se puso bien la capa, pero ya era demasiado tarde.

-Harry —dijo Ron, avanzando a trompicones y mirando hacia el lugar en que había aparecido la cabeza de su amigo—. Más vale que huyas. Si Malfoy se lo cuenta a alguien... lo mejor será que regreses rápidamente al castillo...

-¡Nos vemos más tarde! —le dijo Harry, y volvió hacia el pueblo a todo correr.

-No es por querer decirlo pero... se los dijimos

-Mejor cállate -Ron se fue corriendo al castillo para ayudar a su amigo.

-¡Hombres! Y dicen que las mujeres somos las difíciles

-Típico

Las dos fueron a buscar a Hermione, pero al no encontrarla en el pueblo regresaron al castillo. Caminaron de regreso a la Torre de Gryffindor y ahí la encontraron, con una carta en sus manos y con expresión triste.

-Hola ¿Cómo te fue en el pueblo?

Hermione no respondió. Humana y brije se miraron confundidas.

-Hermione ¿Qué pasa?

Le paso la casa que había recibido, sin decirle una palabra. Las dos se juntaron más para poder leer la carta.

Queridas chicas:

Hemos perdido. Me permitirán traerlo a Hogwarts, pero van a fijar la fecha del sacrificio.

A Buckbeak le ha gustado Londres.

Nunca olvidaré toda la ayuda que nos han proporcionado.

Hagrid

-Yo ahora si golpeo a Malfoy -dijo Xóchitl, completamente molesta

-No pueden hacerlo. Si llego ponerle las manos encima a ese rubio lo voy a...

Cuando los chicos regresaron las chicas les mostraron la carta del guardabosque. Al parecer, de Harry y Rini, eso logro hacer que Ron y Hermione se reconciliaran. En la clase de CCM, Hagrid les explicó lo que había pasado en la vista; los cuatro amigos y Xóchitl intentaron animarlo, pero no lo lograron. Cuando todos regresaron al castillo para sus demás clases, los cinco se quedaron solos con Malfoy y compañía, quienes seguían burlando de las desdicha del grandulón.

-¡Mírenlo cómo llora!

Malfoy, Crabbe y Goyle habían estado escuchando en la puerta.

-¿Habían visto alguna vez algo tan patético? —Dijo Malfoy—. ¡Y pensar que es nuestro profesor!

Harry y Ron fueron hacia ellos, pero Hermione llegó antes:

¡PLAF!

Dio a Malfoy una bofetada con todas sus fuerzas. Malfoy se tambaleó. Harry; Ron, Crabbe y Goyle se quedaron atónitos, a excepción de Rini y Xóchitl ya que esperaban esa reacción de sus amiga, en el momento en que Hermione volvió a levantar la mano.

-¡No te atrevas a llamar «patético» a Hagrid, tu puerco... tu malvado...!

-¡Hermione! —dijo Ron con voz débil, intentando sujetarle la mano.

-Suéltame, Ron.

Hermione sacó la varita. Malfoy se echó hacia atrás. Crabbe y Goyle lo miraron atónitos, sin saber qué hacer.

-¿Cómo te atreves a ponerme una mano encima maldita Sangre Sucia...?

Malfoy tenía la intención de sacar su varita para atacar a Hermione y desquitarse pero no contaba con que Rini se le acercara y le diera un puñetazo en pleno rostro. Tanto los tres amigos como los gorilas de Slytherin y Malfoy se sorprendieron.

Malfoy había levantado una mano para pegarle pero Rini se la sujeto a tiempo torciéndosela un poco, le sujetó el cuello de la túnica con una mano y con la otra lo amenazo con la varita.

-Vuelve a insultar a mis amigos o intentas atacarlos... tendrás el placer de conocerme fusionada con Xóchitl y eso no es algo recomendable.

Soltó a Malfoy pero todavía lo estaba amenazando con la varita.

-Vámonos —musitó Malfoy. Y en un instante, los tres desaparecieron por el pasadizo que conducía a las mazmorras.

-¡Hermione! ¡Rini!—dijo Ron de nuevo, atónito por la sorpresa.

-¡Harry, espero que le ganes en la final de Quidditch! —dijo Rini chillando—. ¡Espero que ganes, porque si gana Slytherin no podré soportarlo!

-Hay que ir a Encantamientos —dijo Ron, mirando todavía a Hermione con los ojos como platos pero más a Rini.

Las cosas se ponían poco a poco más tensas. El final de Quidditch, las chicas apunto de estallar por intentar abarcar muchos deberes y que Hermione perdió la paciencia en clase de Adivinación y la abandono; haciendo que Parvati y Lavender recordaran una de las predicciones de la profesora a inicio de curso: «En torno a Semana Santa, uno de ustedes nos dejará para siempre.»

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En la víspera del partido de Quidditch, Rini salía de la biblioteca con algunos libros para seguir con su montaña de deberes, pero en el camino se encontró con el profesor Lupin, quien se veía mas cansado que de costumbre.

-Hola Rini

-Hola profesor... quiero decir, Remus

-Se ve que tienes mucho trabajo que hacer

-Eh... solo un poquito

-Hermione y tú son las únicas personas que conozco que se atrevieron a cursar más materias que cualquiera

-No eres el único que nos lo dicen

-Pero creo que deberían de abandonar algunas materias o conseguirse un Giratiempos

-Estamos bien así, gracias

-Por cierto... ¿Cómo te va con Severus?

Rini se puso roja de golpe.

-¿Por qué lo preguntas?

-Porque últimamente he notado que te pones muy nerviosa cuando estas cerca de él o viceversa

Rini bajó la mirada apenada, desde que había descubierto lo que sentía por su oscuro profesor ya no podía tratarlo como antes y eso le angustiaba mucho.

-¿Sabes Rini? Deberías intentar tratarlo primero como amigo. Se que nunca ocurrirá nada entre ustedes porque es más que imposible pero al menos intenta ser su amiga ¿si?

Rini miro a su profesor y vio que en sus ojos se reflejaba la sinceridad de sus palabras. Remus, obviamente, no sabía ella y Severus antes eran amigos, pero él tenia razón; nada podía pasar entre ellos pero lo menos que podían hacer, era volver a ser amigos.

-Tienes razón, Remus -con el brazo libre que tenía le dio un cálido abrazo al licántropo-. Por cierto... sé de tu condición.

Remus la aparto de él y la miro con seriedad. La chica supuso lo que iba a decir, por lo que hablo primero.

-Tranquilo, no se lo diré a nadie. Además yo no tengo problema y no creo que tú tampoco lo veas como un obstáculo en tu vida; solo tienes que transformarte en lobo una vez al mes y por lo demás eres normal, así que ¿Por qué te deprimes?

Remus se quedo sorprendido por un momento pero luego le sonrió y le alboroto un poco su cabello.

-Hacía años que nadie me aceptaba como era. Muchas gracias Rini

-Para eso están los amigos

Remus le alboroto un poco más el cabello y después comenzó a alejarse.

-Mejor te dejo para que termines con tus deberes. Nos vemos luego

-Nos vemos -y regreso a su Sala Común.

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El día de la final de Quidditch llego y se podía sentir la tensión entre los dos equipos. Harry se encamino a los vestidores junto con todo el equipo mientras que Ron y las chicas a las gradas; Rini vio, entre el mar verde y plata, al profesor Snape usando una bufanda con los colores de su casa. El profesor se percato de la mirada de la chica y le sorprendió que ella le sonriera y desviara la mirada, definitivamente no la entendía; primero era amable con él, luego se apenaba al estar cerca y ahora volvía a ser amable con él. Si que era una chica extraña.

Hubo mucha tensión en el partido, pero al final y por un pelito, Gryffindor finalmente gano la Copa de Quidditch. Tres de las cuatro casas festejaban con euforia; Rini no pudo evitar buscar con la mirada a cierto profesor, a quien le dedico una sonrisa tratando de no parecer burlona. Rini juraría que el profesor le contesto el gesto y le pareció escuchar su voz en su cabeza diciéndole "Me alegra que vuelva a hablarme. La próxima vez, Slytherin vencerá a Gryffindor".

Desvió su mirada por un momento pero después al querer volver a verlo vio que ya no estaba. Sus amigos y Xóchitl le hablaron y todos los leones se fueron a festejar a la Sala Común por el triunfo, ya después hablaría con más calma con Severus

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