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Otro beso robado y casi una confesión de amor

Septiembre dejo paso a Octubre y con él la primera excursión a Hogsmeade. Hermione había logrado convencer a Harry y a Alex de que les dieran no sólo a ella, Hermione, y a Ron, sino a un grupo de chicos que también les creyeran y estuvieran interesados en aprender verdaderamente DCAO.

Los cuatro llegaron a una vieja taberna ubicada casi a orillas del pueblo llamado Cabeza de Puerco, donde solamente había pocos clientes. Los cuatro se acomodaron en una de las mesas más apartadas y esperaron a que llegarán los demás. Al principio solo eran Neville, Dean, Luna Lovegood, las gemelas Patil y Cho Chang hasta que poco a poco fueron llegando el equipo de Quidditch, los gemelos, Ginny y algunos alumnos de Ravenclaw y Hufflepuff.

— ¿Un par de personas? —dijo Harry con voz quebrada—. ¡Un par de personas!

—Bueno, verás, la idea tuvo mucho éxito... —comentó Hermione alegremente—. Ron, ¿quieres traer unas cuantas sillas más?

—Al menos me alegro de ver que sólo dijiste un par de personas —dijo Alex de manera sarcástica a Hermione.

Los chicos se acomodaron bajo la mirada atónita del camarero del Cabeza de Puerco porque al parecer nunca había tenido tantos clientes en su bar. Cuando todos se acomodaron, Hermione comenzó a explicarles a todos la razón por la que estaban reunidos.

—Bueno..., esto..., ya saben por qué hemos venido aquí. Verán, nuestros amigos Harry y Alex tuvieron la idea..., es decir —los dos le habían lanzado una mirada furibunda—, yo tuve la idea de que sería conveniente que la gente que quisiera estudiar Defensa Contra las Artes Oscuras, o sea, estudiar de verdad, ya saben, y no esas tonterías que nos hace leer la profesora Umbridge —de repente la voz de Hermione se volvió mucho más potente y segura—, porque a eso no se le puede llamar Defensa Contra las Artes Oscuras —«Eso, eso», dijo Anthony Goldstein, y su comentario animó a Hermione— ...Bueno, creí que estaría bien que nosotros tomáramos cartas en el asunto. —Hizo una pausa, miró de reojo a los chicos y prosiguió—: Y con eso quiero decir aprender a defendernos como es debido, no sólo en teoría, sino poniendo en práctica los hechizos...

—Pero supongo que también querrás aprobar el TIMO de Defensa Contra las Artes Oscuras, ¿no? —la interrumpió Michael Corner.

—Por supuesto. Pero también quiero estar debidamente entrenada en defensa porque... porque... —inspiró hondo y terminó la frase— porque Lord Voldemort ha vuelto.

Era de esperarse la reacción de todos ante la mención de Voldemort, pero aún así, prosiguió con su explicación. Siguieron hablando hasta que lograron ponerse de acuerdo; y así nació el Ejército de Dumbledore, la cual dirían ED para que nadie supiera que significaba.

Terminada la reunión, siguieron con su paseo en el pueblo, Alex miraba una tienda cuando sintió que algo le paso junto a la pierna. Bajo la mirada y le dio un vuelco al corazón por lo que vio. ¡Un perro negro y de ojos grises!

— ¡Si...! ¡Hocicos! ¿Pero qué...?

Tomó al perro del cuello y se lo llevó hasta la Casa de los Gritos, pero por atrás de las casas para que nadie viera al perro. Cuando llegaron a la cerca del edificio y se aseguró la chica que no había nadie, ahora si comenzó a gritar.

—Sirius Orión Black ¿SE PUDE SABER QUE HACES AQUÍ? Si te dijimos que no vinieras es porque nos preocupas, no por otra cosa.

El perro se convirtió en hombre y Alex se sintió un poco incómoda. Sirius llevaba solamente una camisa gris que resaltaba el color de sus ojos, pegado al cuerpo y con los primeros botones desabrochados, y un pantalón de vestir negro igual algo pegado y zapatos formales negros.

—Como dicen ustedes los mexicanos: Un platito para la baba ¿no?

Alex movió un poco la cabeza para reaccionar.

—Mira no te hagas el gracioso. Y es que además pues sí sorprende verte así porque nunca te había visto andar así en Grimmauld Place

—Pues solamente luzco así... Cuando me quiero encontrar con una chica linda

— ¡Ay no...! ¿Estás loco? Aún si se tratara de una chica muggle, si alguien del ministerio te pesca... —se pasó la mano completa de un extremo a otro del cuello, como si lo cortara

—Eso no me preocupa, porque ni siquiera es una chica muggle

— ¡Pues sale peor si es hechicera!

Sirius dejo escapar una risa canina, haciendo que Alex se sorprendiera.

—A ver, cuéntame el chiste para que me ría también

—Es que me sorprende que tan inocente puedes ser

— ¿Eh?

—A la chica que vengó a ver... Es a ti

—Y como dicen en Estados Unidos ¿Cómo dices, que dijiste?

—Si, originalmente quería ver a Harry. Pero te encontré y —Sirius se acercó a ella peligrosamente— preferí estar contigo

— ¿Eh? O... Oye, Sirius —la chica se hizo para atrás para mantener distancia—, hay que pintar una raya y, como tu bien dices que soy muy inocente, mejor explícame que me quieres decir. No con manzanitas, pero sí

Sirius sólo sonrió de lado y comenzó a acercarse a la chica. Alex comenzó a retroceder hasta que su espalda chocó con un tronco. Sirius colocó una mano en el tronco a la altura de la cabeza de Alex. El corazón de la chica latía a mil por hora y el rostro lo tenía completamente rojo; el merodeador la miraba de una manera seductora pero a la vez con un brillo extraño en sus ojos.

—Sirius...

No pudo decir otra cosa porque los labios de Sirius se habían posado en los suyos. La latina estaba con los ojos muy abiertos como platos, era el segundo hombre —hecho y derecho— que le robaba un beso; pero a diferencia del primero, no cerró los ojos y apunto de corresponderle, sino que seguía en shock.

— ¿Se puede saber que haces aquí, Black?

El aludido rompió el beso con la latina y se dio media vuelta, ya que el grito vino detrás de él. Alex deseaba que la tierra la tragara en ese momento porque la persona que los encontró fue...

— ¿Ahora qué quieres, Quejicus? No ves que estamos ocupados

Severus miró a la persona detrás del pulgoso y sintió que el corazón se le paraba al ver a la castaña detrás de su rival.

—Profesor... Esto... No...

—No necesitas darle explicaciones al murciélago de lo que haces. Ya que tienes todo el derecho de hacer lo que se te antoje en Hogsmeade

—Pero no que se esté besuqueando con un asesino prófugo

—No me tientes, asqueroso mortífago

Alex corrió y se puso en medio de ellos ¿Por qué le tenía que pasar esas cosas a ella? Justamente a ella. Severus miró a la chica a los ojos y sin mirar a Sirius, tomó a Alex del brazo y comenzó a caminar.

— ¿A dónde crees que la llevas, Quejicus?

—De regreso al castillo, obviamente. No quiero que Umbridge la vea a lado de un asesino y por creerla "cómplice" la envíe a Azkaban ¿o eso quieres?

«De verdad... Trágame tierra» deseaba Alex, ya que las cosas se estaban poniendo peor.

Severus siguió con su camino llevándose a Alex con él y dejando al animago enfrente de la Casa de los Gritos. A pesar de tener la mirada de casi todos en el pueblo, el profesor no la soltó sino hasta que llegaron a su despacho; ni siquiera hizo caso a los quejidos de Alex porque el profesor la estaba apretando el brazo con fuerza.

Cuando ya estaban adentro, finalmente la soltó pero le daba la espalda. Quería calmarse para no hacer una estupidez como la del año pasado que la abofeteo y la llamo Sangre Sucia, pero solamente recordando el momento en que Black se aprovechó de ella y la besó, hacia que le hirviera la sangre.

Escucho un pequeño quejido y miró a la chica. Se frotaba el antebrazo derecho y pudo ver una marca amoratada sobresaliendo de él. Entonces se dio cuenta que la lastimo y se sintió peor consigo mismo. Se acercó a uno de sus estantes y tomó un pequeño frasco de poción azul y algodón.

—Macías

La chica se sobresaltó y se asustó al escuchar a su profesor.

— ¿Sí?

—Acérquese, por favor

Alex dudo un momento, pero al final lo obedeció.

—Extienda su brazo

La castaña lo hizo y el profesor tomó su mano con delicadeza para ver el moretón. Le soltó la mano y tomó la poción y el algodón para empezar a curarla. Mientras lo hacía, los dos estaban en total silencios, cada uno en sus pensamientos.

«Seguro está molesto por lo que paso hace unos momentos con Sirius ¡Qué pena, de todas las personas que pudo hacernos visto tuvo que ser él! Bueno, mejor él que la Sapo»

«Ese miserable de Black ¿Cómo se le ocurre aparecerse en Hogsmeade cuando sabe que toda la comunidad mágica lo está buscando? Y sobre todo ¿CÓMO SE ATREVE A BESAR A MI PEQUEÑA? Un momento ¿Dije mi? Al menos no lo dije en voz alta»

Después de ese incómodo silencio y de que el profesor término de curarla, los dos se miraron a los ojos. Alex estaba roja de la vergüenza por lo que paso pero Severus solamente la miraba a los ojos sin decir nada más.

—Alex

La chica se sorprendió de que la tuteara

— ¿Sí, profesor?

—Severus

— ¿Qué?

—Desde que llegaste a Hogwarts tú has sido la única que me ha tratado bien y se podría decir que somos amigos, así que cuando estemos los dos solos como ahora puedes tutearme ¿de acuerdo?

—Sí, pro... Severus

Al pocionista le gustó escuchar su nombre saliendo de los labios de Alex. La chica sentía su corazón latir a mil por hora y su rostro rojo y —de ser posible— humeando por como estaba. Entonces, se le ocurrió una locura... Le confesaría lo que siente por él, a pesar de ser rechazada y arruinar su amistad, pero no podía seguir ocultando sus sentimientos hacia ese hombre misterioso.

—Profesor... Eh, digo, Severus

El profesor solamente la miraba a los ojos y eso la ponía más nerviosa.

—Yo... Sólo quiero decirte que... Tú me... Tú me...

— ¡Ah, aquí estas muchacho!

Justamente de la nada había llegado Dumbledore.

— ¡Eh!

«¡Viejo metiche!» — ¿Qué se le ofrece ahora, director?

—Necesitamos ir al cuartel, tal parece que Sirius se escapó de la casa... Otra vez

— ¿Por qué no lo busca en la Casa de los Gritos?

— ¿Disculpa?

—Hace poco lo vi... Charlando con la Srta. Macías

— ¿Eso es cierto Alex?

—Eh... Sí, profesor

—Muy bien. Severus, acompáñame a buscarlo

— ¿Por qué?

—Sólo hazlo —y anciano director salió como llego

Hubo un incómodo silencio entre los dos, el cual el profesor rompió.

—Alex ¿qué era lo que me querías decir?

—Nada... No es nada. Me tengo que ir, luego nos vemos Severus

—Nos veremos después

Alex estaba por irse, cuando por impulso se dio la vuelta y le dio un rápido beso en la mejilla a Severus y salió antes de que el hombre reaccionara. Cuando lo hizo, para su pesar Alex ya se había ido.

Salió de su despacho, de regreso a la Casa de los Gritos para cumplir "el favor" de Dumbledore.

«No me hago responsable sí término descuartizando al perro de Black»

Alex estuvo cerca de llegar a la Torre de Gryffindor pero se detuvo para pensar las cosas. Estuvo a punto de confesarse a su profesor pero fue interrumpida. Eso quería decir que: ¿no era el momento para decírselo? O ¿quería decir que no había posibilidad de que existiera algo entre ellos? Sabía que era más probable lo segundo, pero quería quitarse ese peso de su pecho y decirle todo de una buena vez.

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Al día siguiente paso algo realmente "extraño", apareció el decreto de enseñanza de Umbridge número veinticuatro deshaciendo las organizaciones estudiantiles y eso a los chicos les dio a entender que el Sapo ya tenía una idea de lo que tramaban. Cuando llegaron al Gran Comedor, los que se afiliaron al ED se amontonaron alrededor de los cuatro amigos para saber que iban a hacer.

—Oigan. Chicos... Chicos... —pedían a la vez los cuatro Gryffindor pero nadie los escuchaba

Entre los cuatro trataban se calmar a sus amigos para que no levantarán sospechas, pero se estaban agitando más. Entonces, Alex silbó  con todas sus fuerzas para callarlos.

—Calmantes montes, no se me alboroten. Tranquilos y hablemos como personas civilizadas

Entre los cuatro calmaron a sus compañeros aclarándoles que todo seguiría adelante, y un poco más calmados, todos se fueron a sus respectivas clases.

Todo estaba bien y normal... Normalmente aburrido en la clase de Historia de la Magia hasta que de pronto apareció Hedwig. A Harry le pareció extraño pero recibió a su lechuza y se sorprendió al ver que tenía un ala lastimada. Salió de clases y fue a ver a la profesora Grubbly-Plank.

Ron y las chicas se sorprendieron por la actitud de Harry y ver que Hedwig había llegado tarde a entregarle a Harry una carta. Cuando salieron de clase, se encontraron al azabache y les explico lo que le pasó a su lechuza y les mostró la nota de Sirius.

—«Misma hora, mismo lugar» —leyó Hermione—. ¿Se refiere a la chimenea de la Sala Común?

—Así parece —contesto Harry, guardado la pequeña nota

—Espero que nadie haya leído

—La carta estaba sellada

—Pudieron haberla vuelto a cerrar con magia

Ya no siguieron con el tema y los cuatro se fueron a la clase de pociones. Alex sospechaba que si pudieron interceptar a Hedwig, leer la nota y volverla a cerrar, porque ¿Qué otra explicación podría tenerse a que la lechuza blanca llegara lastimada de un vuelo por primera vez?

Llegaron a las mazmorras y vieron a Malfoy presumiendo que Umbridge había permitido a los Slytherin seguir con su equipo de Quidditch y de pronto sacó el tema del Hospital San Mungo y lo único que alcanzaron a ver fue a Neville queriendo a abalanzarse sobre el rubio de no ser porque entre Harry y Ron lo frenaron. Entonces salió Snape y al ver el alboroto de los chicos les restó puntos y les ordenó a los alumnos entrar. A todos les sorprendió ver a Neville reaccionar así, pero Alex puso ver el rostro de Harry y por su expresión parecía que él sabía la razón.

Todos se acomodaron en sus lugares y Snape comenzó a hablar.

—Como verán —dijo Snape con su queda y socarrona voz—, hoy tenemos una invitada.

Señaló un oscuro rincón de la mazmorra y Alex vio con horror a la profesora Umbridge sentada allí, con las hojas de pergamino cogidas con el sujetapapeles sobre las rodillas.

—Hoy vamos a continuar con la solución fortificante. Encontrarán sus mezclas como las dejaron en la última clase; si las prepararon correctamente deberían haber madurado durante el fin de semana. Las instrucciones —agitó su varita— están en la pizarra. Ya pueden empezar.

La profesora Umbridge pasó la primera media hora de la clase tomando notas en su rincón. Alex estaba nerviosa por  escuchar cómo interrogaba a Snape, porque de seguro no sería nada bueno, y por estar observándola, por primera vez estaba descuidando su poción.

— ¡Sangre de salamandra, Alex —le avisó Hermione por lo bajo, agarrándole la muñeca para impedir que añadiera un ingrediente equivocado por tercera vez— no jugo de granada! ¿Qué te pasa? Nunca te habías distraído tanto en esta clase

—Perdón, no es nada —dijo Alex, despistada. Luego empezó a verter el contenido de la botella en el caldero y siguió observando el rincón. La profesora Umbridge acababa de levantarse—. ¡Ay no! —exclamó en voz baja al ver que la profesora caminaba dando zancadas entre dos hileras de pupitres hacia Snape, que estaba inclinado sobre el caldero de Dean Thomas.

—Bueno, parece que los alumnos están bastante adelantados para el curso que hacen —comentó la profesora Umbridge con brusquedad, dirigiéndose a Snape, que estaba de espaldas—. Aunque no estoy segura de que sea conveniente enseñarles a preparar una poción como la solución fortificante. Creo que el Ministerio preferiría que fuera eliminada del programa. —Snape se enderezó lentamente y se volvió para mirarla—. Dígame, ¿cuánto tiempo hace que enseña en Hogwarts? —le preguntó con la pluma apoyada en el pergamino.

—Catorce años —respondió Snape.

La expresión de su rostro era insondable. Sin quitarle los ojos de encima al profesor, Alex añadió unas gotas más a su poción, que produjo un silbido amenazador y pasó del color turquesa al naranja.

—Tengo entendido que primero solicitó el puesto de Defensa Contra las Artes Oscuras, ¿no es así? —inquirió la profesora Umbridge.

—Sí —contestó Snape con serenidad.

—Pero ¿no lo consiguió?

Snape torció el gesto y respondió:

—Es obvio.

La profesora Umbridge anotó algo en sus pergaminos.

—Y desde que entró en el colegio ha solicitado con regularidad el puesto de Defensa Contra las Artes Oscuras, ¿verdad?

—Sí —contestó Snape, imperturbable, sin mover apenas los labios. Parecía muy enfadado.

— ¿Tiene usted idea de por qué Dumbledore ha rechazado por sistema su solicitud? —inquirió la profesora Umbridge.

—Eso debería preguntárselo a él —dijo Snape entrecortadamente.

—Oh, lo haré, lo haré —dijo la profesora Umbridge componiendo una dulce sonrisa.

—Aunque no veo qué importancia puede tener eso —añadió Snape a la vez que entrecerraba sus ojos negros.

— ¡Oh, ya lo creo que la tiene! —replicó la profesora Umbridge—. Sí, el Ministerio quiere conocer a la perfección el... pasado de los profesores.

Con esa última declaración Alex sintió que su alma dejaba su cuerpo. Con eso ya estaba seguro de que el Ministerio echaría a Severus de Hogwarts y eso no quería que pasara por nada del mundo.

Umbridge se dio la vuelta, fue hacia Pansy Parkinson y empezó a interrogarla sobre las clases. Snape giró la cabeza hacia donde estaba Harry y sus miradas se encontraron durante un momento. Harry bajó rápidamente la vista hacia su poción, que se había espesado, dando lugar a una masa asquerosa, y desprendía un intenso olor a goma quemada.

—Otro cero, Potter —dijo Snape con malicia, y vació el caldero de Harry con una sacudida de la varita—. Quiero que me escribas una redacción sobre la correcta composición de esta poción, indicando dónde y por qué te has equivocado, y que me la entregues en la próxima clase. ¿Entendido?

—Si —contesto Harry, furioso

Snape revisó los calderos de los demás y se sorprendió de ver que por primera vez, Alex había hecho mal una poción.

—Tal parece que Potter no es el único que hizo mal su poción hoy —dijo Snape y Alex sintió con pesar detectar un tono de decepción en su voz—. Al igual que Potter, me estragara la misma redacción ¿Si?

—Si, profesor —contesto Alex con tristeza

Sonó la campana anunciando el final de la clase y todos comenzaron a recoger sus cosas y a salir casi corriendo. Solamente quedaban Alex, Snape y —por desgracia— Umbridge. Cuando la chica término de recoger sus cosas, dio media vuelta para salir pero sintió un horrible mareo y se cayó.

Ambos profesores miraron a la chica. Umbridge tenía una sonrisa al parecer maliciosa y Snape se acercó a ayudarla.

— ¿Está bien?

—Sí, no es nada. Sólo sentí un leve mareo

— ¿Segura?

—Sí

Se escucho una tonta tos y los dos vieron que Umbridge seguía ahí. Snape ayudó a la chica a levantarse y estaba por irse cuando la Sapo le habló.

—Tal parece que de seguro en el aire hay algo... tenebroso

Alex tuvo que calmarse para no hacer alguna estupidez.

—No es eso. Sólo me he sentido mal, profesora

—Seguro. Y de seguro le ha pasado en todas su clases de pociones ¿o no?

—No, claro que no

—Ah, muy bien. Bueno, algunos de los alumnos me han dicho que es un gran profesor ¡pero claro que dicen eso, si es la casa en la que él manda! Pero si le pregunto a las tres casas restantes, es un mal profesor ya que esconde un favoritismo excesivo —Alex sentía que explotaría en cualquier momento porque no toleraba esas cosas, la mujer paso junto a ellos con tal de retirarse, pero antes de salir le habló a Snape—. Recibirá sus resultados en diez días—, y salió del aula.

—Quiero colgarla de la Torre de Astronomía —murmuró Alex claramente molesta

—Si quieres, te ayudo

Alex olvidó que seguía en el aula de pociones y se puso roja porque, aunque lo dijo en un susurro, su profesor la escuchó.

—Por cierto, quiero hablar contigo

La chica se dio la vuelta y le dio pena mirarlo a los ojos por lo que paso hoy.

—Severus... De verdad lamentó lo que paso hace unos momentos con Umbridge, no quería darle una excusa para perjudicarte...

—Alex, tranquila. Eso ya es mi culpa por... mi pasado. Y se habría buscado alguna otra excusa para perjudicarme y no solamente a mí, a todos los docentes

— ¿Qué?

—Ella cree que todos están con Dumbledore en el sentido de que puedan atacar al Ministerio o algo así

—Ay Dios, que... ridículo

—Si, lo sé. Por cierto... Tenemos una conversación pendiente

— ¿Eh?

—De hace un mes

Alex trató de recordar hasta que de pronto se le vino a la mente cuando Severus la besó. E instantáneamente se puso roja, con eso Severus se dio cuenta que la chica recordaba el asunto.

—No me respondiste porque tú y esa escoba... digo, tu brije, se quedan en el dormitorio de los chicos.

—Pues...

—Alejandra...

La chica no tuvo más opción que decirle la verdad ya que, como él aclaró el fin de semana, eran amigos. Cuando término no se sorprendió de ver la expresión de enfado del oscuro profesor.

—Adivinare que Minerva no sabe de esto cierto ¿cierto?

— ¿Qué comes que adivinas?

— ¿Qué?

— ¡Perdón! Es una expresión que usamos en mi país para decir de manera sarcástica «Es cierto» «Adivinaste» etc. He, he... Perdón

—También es como dicen por ahí «Hay cosas que jamás se olvidan»

—Sí, es cierto

Sonó el timbre y Alex se puso tensa.

— ¡Falte a Adivinación!

—Lo siento. Tranquila, yo le explicaré a Sybil lo que paso ¿de acuerdo?

— ¿En serió?

—Sí

— ¡Gracias! Pero ahora tengo que correr, a esta clase no puedo faltar

—Umbridge

—Exacto

—Está bien. Terminaremos de hablar esta noche ¿te parece bien?

—Sí... Sí es que no encuentra otra excusa para castigarnos a Harry y a mí

—Entonces sean precavidos

—Lo haremos. Hasta la noche, Severus

—Hasta la noche —y salió del aula

Hermione y los chicos trataron de hacer que confesara donde estuvo en Adivinación, pero ella no contesto nada. El día siguió con tranquilidad, Angelina les informó a Harry y a Ron que no habría Quidditch sino hasta que Umbridge lo autorizara pero eso podría tardar bastante. Después de la cena, Alex se excusó con sus amigos diciendo que tenía que ir por algo que se le olvidó en un aula y se fue a las mazmorras sin que nadie la viera. Esta realmente nerviosa porque era la primera vez que hablaría con Severus sin el trato formal de profesor-alumna y lo más importante; no era porque ella se metiera en problemas o algo.

Dudo por un momento pero tocó la puerta y escuchó del otro lado una voz grave que dijo «pase» y abrió la puerta. El despacho seguía oscuro y lleno de frascos con criaturas asquerosas pero que nunca han logrado asquear a la chica.

—Buenas noches Alex

La chica se sobresaltó con el saludo. No lo había visto, y eso que estaba sentado en su escritorio como siempre.

—Buenas noches Severus

—Ven, siéntate

La chica se ubicó en la silla enfrente del escritorio del profesor. En lugar de sentirse en confianza, sentía que la iba a regañar.

— ¿Te apetece tomar algo?

—Eh... No, gracias

—No tienes que ponerte nerviosa, recuerda que estamos en confianzas —dijo Severus con una sonrisa

—Eh... Está bien

—Muy bien. ¿Y cómo te ha ido en clases?

—Descartando a Umbridge, me ha ido bien

—También deberías descartar Pociones, ya que hoy no te fue bien

Alex bajo la mirada con vergüenza.

—Podrías decirme ¿Que te paso hoy?

—Eh... bueno... yo... —la chica no se atrevía a mirarlo a la cara y agradecía que su corto cabello le cubriera sí rostro porque ya estaba toda roja—. ¡Estaba escuchado el interrogatorio que te hizo el sapo rosado!

—Creo que toda el aula lo escucho

—Si, pero... yo lo escuche con más interés porque...

—Porque...

— ¡Porqué me preocupa que esa arpía rosada te eche de la escuela!

Esa declaración lo tomó por sorpresa. Eso lo esperaría de cualquiera de su casa ¿pero de una Gryffindor? Bueno, si tomaba en cuenta que no se trataba de cualquier Gryffindor sino que se trataba de Alex, pues pasaba. Severus se puso de pie y se hincó de frente a la chica, la tomo del mentón y le levanto la mirada.

—Gracias por preocuparte por mi —y de manera dulce le acomodó su cabello detrás de la oreja y eso hizo que la chica se sonrojara más.

La chica vio que el profesor comenzaba a acercarse a ella y parecía que tenía la intención de besarla. Ella también comenzó a acercarse, esta vez le correspondería; pero de pronto le vino a la mente el momento en que Sirius la besó en el pueblo y entonces se alejó, dejando desconcertado al profesor.

Se puso de pie y se alejó un poco de él, dándole la espalda. Severus se incorporó y se sorprendió de la actitud de la chica, entre que pareció que hace unos momentos quería besarlo y de pronto se alejó.

—Alex... Lo siento, no quería...

—No es por eso... Es por otra cosa

— ¿Qué cosa? —Alex se quedo callada y entonces Severus entendió lo que le pasada—.  Tiene que ver con lo que paso con Black en el pueblo ¿cierto?

La única respuesta que tuvo de ella fue un sollozo. La chica comenzó a caminar hacia la puerta, después de recordar a Sirius, no se sentía capaz de mirarlo a la cara. Pero cuando ya estaba a un metro de distancia, sintió un horrible mareo y estuvo a punto de caer de no ser por unos fuertes brazos que la atraparon.

— ¡Alex! ¡Alex! Pequeña ¿estás bien?

La chica se incorporó un poco y su mirada se encontró con un par de ojos negros.

—Severus...

—Vez lo que provocas por hacerte esto. De verdad no se qué te orilló a hacerlo, pero por favor deja de hacerte daño

Alex al escuchar eso trato de alejarse, pero solamente logró marearse más.

—Lo vez. Debes ir ahora mismo a la enfermería

—Severus estoy bien, en serio

— ¡Claro que no estás bien! ¿Desde cuándo eres anoréxica?

Esa pregunta la tomo desprevenida. ¿Cómo...?

— ¡Que cosas dices Severus! Claro que no lo soy

—No te hagas la inocente, claro que si

—Que no

—Que si

—Que no

—Que si

—No

—Si

— ¡No!

— ¡Que si, ya no finjas!

Alex le dio la espalda y trato de salir del despacho, pero Severus la sujetó de la muñeca

— ¡Suéltame!

—No hasta que recapacites. Alex por favor entiende ¡Si sigues con esto te puedes morir!

La castaña dejó de forcejear al escuchar eso. Si estaba enterada de lo que le pasaría si seguía con esto, pero ¿Qué más daba? No podía estar con el hombre al que amaba porque él solamente la veía como una alumna más; además de que sentía que últimamente solo le causaba molestias a los demás y no quería ser una carga para ellos, así que lo que estaba haciendo era un favor para ellos.

—Ya te dije una vez que tú no sabes lo siento... no sabes que es lo que me pasa, ¡pero claro, si fuera una serpiente, ahí si me ayudarías! —Se soltó de un fuerte tirón del agarre del adulto—. Ni siquiera sé porque vine... —camino hacia la puerta y finalmente salió del despacho.

—Alex... ¡Alejandra! —pero la chica ya se había ido

Cerró la puerta de golpe, se recargo en ella y se dejo resbalar por ella hasta quedar sentado en el suelo. Esas palabras... le sonaban familiares, porque él las había dicho igual una vez. Pero obviamente la situación era diferente. Se levantó la manga del brazo izquierdo y miró con repulsión su marca tenebrosa y encima de ella —no lograba verse con claridad— se veía una cicatriz que abarcaba lo largo de la marca y entonces recordó esa noche.

FLASHBACK

Apenas llevaba dos semanas como nuevo profesor de Pociones y Jefe de Slytherin, pero todavía lo veían con desconfianza y desprecio los profesores y alguno que otro alumno, porque de seguro, notificaron a sus padres quien sería el nuevo maestro de Pociones y ellos les debieron haber dicho a sus hijos cosas sobre él.

Llegó a su despacho en las mazmorras y se dejo caer en la silla tras su escritorio. Se sentía débil y sin ganas de vivir ¿Y cómo rayos tenerlas, si el amor de su vida había muerto por asesinato hace solo unas semanas? Se levantó la manga y vio con desprecio esa marca que le dejaba muy en claro los errores que había cometido y que tendría que pagar por ellos algún día.

—Quisiera dejar de sufrir

Entonces vio su daga de plata con la que preparaba sus pociones. ¿Por qué no? Apenas estaba empezando como docente y nadie lo extrañaría.

Tomó la daga y de un solo golpe la pasó a lo largo de la marca y la sangre comenzó a correr rápidamente.

—Severus, hijo. ¿Cómo te has sentido en...? ¿SE PUEDE SABER QUÉ RAYOS ESTAS HACIENDO?

Dumbledore acababa de entrar a su despacho y vio a Severus con la daga en la mano derecha y el antebrazo izquierdo sangrando violentamente.

—Hola Dumbledore

El viejo director corrió hacia su joven docente, le arrebató la daga y miró su antebrazo.

—Muchacho...

Tomó su varita y comenzó a curar al pocionista.

— ¿Qué hace? ¡No lo haga!

— ¡Cállate Severus!

— ¡Suélteme! ¡Usted no sabe cómo me siento, ASÍ QUE NO SE META EN ESTO!

El oscuro profesor trataba de zafarse, pero Dumbledore resulto ser más fuerte de lo que aparentaba. Cuando termino de curarlo, lo soltó y Severus esquivo su mirada.

—Muchacho ¿me podrías explicar por qué hiciste eso?

Severus se levanto de golpe, camino hacia el centro de su despacho y le dio la espalda al director, todo cabizbajo.

—Es obvio ¿no?

— ¿Por qué?

— ¿Por qué? ¿POR QUÉ? ¡PORQUE SOY UN ASQUEROSO MORTIFAGO! —dio media vuelta para mirar al anciano. Estaba llorando—. ¡GRACIAS A MI LILY MURIO, NO PUDE HACER NADA PARA IMPEDIRLO! ¡A PESAR DE HACER TODO ESTO POR MI DE VOLVER A INTEGRARME A LA SOCIEDAD NUNCA LO LOGRARE, TODO EL MUNDO ME VE COMO UN ASESINO Y TAL VEZ LO SEA! ¡NO ENTIENDO PORQUE LO HIZO SI YO SOLAMENTE SOY UN ASQUEROSO...!

De pronto se escuchó el eco de una bofetada en el despacho. Severus no pudo terminar de gritar porque Dumbledore lo había callado con una bofetada; el anciano seguía con la mano arriba y Severus seguía con el rostro de lado a causa del golpe.

—Nunca, y entiéndelo bien muchacho. Nunca... vuelvas a llamarte de esa manera —Severus lo miró y le sorprendió ver unas lagrimas en el anciano rostro—. Hijo... se que has hecho cosas horribles, pero te están enmendando.

—Albus...

—Solo quiero que entiendas una cosa —se acerco al joven y lo abrazo como si se tratara de un padre abrazando a su hijo—. Todos merecemos una segunda oportunidad... para todo

Esa última declaración lo dejo mas confundido pero no dijo nada, solo le correspondió el abrazo

FIN DEL FLASHBACK

Severus estaba sentado en su sillón de su habitación sentado enfrente de la chimenea. Hacía mucho que no recordaba eso y con esa simple frase de la chica hizo que lo recordara. Entonces entendió que lo que la chica hacia era porque quería... ¡Imposible! ¿Por qué rayos lo haría? Se pasó las manos por el cabello de manera desesperada; no le importaba si la tenía que castigar, hablaría con ella, le gustara la idea a la castaña o no.

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