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Nuevas sorpresas... ¿En serio?

Las clases de Oclumancia era cada vez más difíciles, pero eran más difíciles para Harry porque después de cada clase la cicatriz le dolía demasiado.

—A lo mejor es como una enfermedad —sugirió Hermione, un tanto preocupada, cuando Harry se sinceró con ella, con Alex y con Ron—. Un virus o algo así. Tiene que empeorar antes de empezar a mejorar.

—Las clases con Snape lo están agravando —aseguró Harry con rotundidad—. Estoy harto de que me duela la cicatriz y de recorrer ese pasillo todas las noches. —Se frotó la frente con fastidio—. ¡Ojalá se abriera esa puerta porque estoy hasta la coronilla de quedarme allí plantado mirándola!

—No tiene ninguna gracia —opinó Hermione con aspereza—. Dumbledore no quiere que sueñes con ese pasillo; si no, no le habría pedido a Snape que te enseñara Oclumancia. Lo que tienes que hacer es esforzarte un poco más en las clases.

— ¡Y me esfuerzo! —protestó Harry, molesto—. Pruébalo un día y verás. A ver si a ti te gusta que Snape se meta dentro de tu cabeza... ¡Te aseguro que no es nada divertido!

—A lo mejor... —intervino Ron.

—A lo mejor ¿qué? —dijo Hermione con brusquedad.

—A lo mejor Harry no tiene la culpa de no poder cerrar su mente —repuso Ron, misterioso.

— ¿Qué quieres decir? —le preguntó Alex.

—Pues que... quizá Snape en realidad no intente ayudar a Harry... —Éste y las chicas lo miraron con fijeza. Ron, por su parte, miraba elocuentemente a sus amigos—. Tal vez —prosiguió bajando un poco la voz— lo que intenta es abrir un poco más la mente de Harry... Ponérselo más fácil a Quien-ustedes-saben...

—Cállate, Ron —le espetó Alex molesta—. ¿Cuántas veces has sospechado del profesor Snape y cuándo has tenido razón? Dumbledore confía en él, trabaja para la Orden, con eso tendría que bastarte.

—Era un mortífago —afirmó Ron con testarudez—. Y no tenemos pruebas de que verdaderamente se cambiara de bando.

—Dumbledore confía en él —repitió Alex—. Y si nosotros no confiamos en Dumbledore, no podemos confiar en nadie.

A los chicos y a Hermione les preocupaba que últimamente Alex defendiera mucho a Snape y más desde las vacaciones de Navidad pero prefirieron no decir nada. Alex tenía la mente en otro lado ya que mañana tenía un compromiso muy importante. Termino de hacer sus deberes y se fue corriendo hasta su cuarto, dejando sorprendidos a sus amigos.

— ¿Qué creen que le esté pasando? —preguntó Ron a sus amigos en un susurro y con las cabezas juntas—. Últimamente ha defendido mucho al murciélago y eso me está empezando a asustar

Tanto Harry como Hermione tenían una idea pero no sabían si solamente era su imaginación o era real. Para Harry, algo tenía que ver con el beso que la chica le dio a Snape bajo el muérdago y para Hermione el osito de felpa que la chica hizo. Estaban tan metidos en su mente que no se dieron cuenta que Ron los miraba y con una expresión de ofensa por ignorarlo.

— ¡Oigan! —Les exclamó y les chasqueo los dedos en sus caras—. ¿En qué tanto piensan?

Los dos contaron lo que pensaba y se sorprendieron con lo que el otro digo.

— ¿Tú también lo sospechas? —se preguntaron Harry y Hermione a la vez

—Chicos, lo que dicen es una locura —dijo Ron

—Pero piénsalo bien, los dos hechos tienen sentido —explicó Harry

—Pero de solo pensarlo me dan nauseas

—A mí tampoco me agrada Ron —expresó Hermione—, pero debemos de creerlo, de que tal vez a nuestra amiga...

— ¡No lo digas! —pidieron los chicos

—... le guste Snape

Los chicos se llevaron las manos a las orejas y se movían repitiendo varias veces "La, la, la, la..."

Hermione se molesto con este acto tan infantil que tomó dos almohadas del sillón en donde estaban y se los arrojó a la cabeza para callarlos.

— ¡Se que es una locura, pero deben aceptarlo!

— ¡Lo único que voy a aceptar es que me acabo de ganar un trauma de por vida! —se quejó Ron

Mientras Ron y Hermione discutían, Harry le daba vueltas al asunto ¿cómo era posible que Alex se enamorará de alguien como Snape? Un hombre frío, malvado, sin sentimientos, con desprecio a quien no fuera de Slytherin y lo más importante, que fue o es mortífago. Miró hacia las escaleras donde conducían al dormitorio de la latina todavía pensando en el asunto.

Arriba, Alex terminaba con unas cosas que tenía en el escritorio de su dormitorio.

—Ya quedo —tomó lo que estaba haciendo para alzarlo y poco y admirarlo. Era un paquete rectangular envuelto en un papel verde esmeralda con un listón plateado en la parte superior izquierda—, ya todo está listo para mañana —Dejo el regalo en el escritorio y se alistó para irse a dormir, no sin antes revisarse las rodillas—. Espero que las demás clases de Oclumancia dejen de ser tan pesados, ya no siento mis rodillas.

Se las termino de vendar con delicadeza y se fue a dormir pensando en su pocionista.

Al día siguiente, Severus se levantó sin ánimos como siempre, incluso en la fecha que era.

—Un año más viejo y un año menos de vida

Se fue a su baño y comenzó a alistarse. Cuando estuvo listo fue a su despacho a revisar algunas cosas pero vio que estaba totalmente a oscuras y eso que era de día y demasiado  temprano.

— ¿Qué rayos...?

Se escuchó el ruido como de los cohetes sorpresas que había en Navidad y también comenzó a escucharse música.

— ¡Muchas Felicidades!

Lo último que Severus vio fue una cabeza castaña qué lo abrazaba por la cintura.

— ¡Alex!

La aludida levantó la mirada con una sonrisa y sin soltarlo.

— ¡Feliz Cumpleaños, Severus!

—Pero ¿cómo lo...? ¿Dumbledore?

—Pues quien más

«Viejo entrometido»

—Severus —el pocionista bajo la mirada y vio que el semblante de la chica se puso más triste y se separó de él—, lo siento. No debí de hacer esto, no pensé que tal vez esto no te agradaría...

— ¡No, no sé trata de eso!

— ¿Eh?

—Es solo que me molesta qué Dumbledore se meta en donde no le llaman. Pero, por esta vez me alegra que lo hiciera, ya que olvide decirte el día de mi cumpleaños

—No te preocupes. Me alegra que te agrade, aunque sea demasiado simple

—Así es mejor

Alex le sonrió y de su mochila sacó el regalo

—Toma

—Gracias —comenzó a romper la envoltura y se sorprendió por el regalo—. "Pociones Internacionales. Un cambio científico del último siglo" Pequeña, este libro lo he estado buscando por años pero nunca lo encontré en Gran Bretaña ¿cómo...?

—Ahí está la clave "Gran Bretaña"

— ¿Dónde...?

—Resulta que lo encontré en el "Callejón Diagon" de mi país. Recordé que me lo habías comentado una vez, así que le pedí de favor a Xóchitl que lo buscara

—Muchas gracias, en serio

—Por nada. Es lo menos que puedo hacer ya que en la tarde no podré venir a celebrar contigo —esto último lo dijo con pesar agachando la cabeza

— ¿Por qué?

—Estaré ocupada

— ¿Ejército de Dumbledore?

La chica levantó la mirada bruscamente y miraba a Severus con la boca abierta hasta que recordó algo y volvió a hablar con pesar.

— Mundungus ¿cierto?

—Así es

Alex soltó un suspiro de resignación y se enderezó.

—De verdad lo siento

—No te preocupes, ya que después de todo lo que ustedes hacen es algo bueno puesto que es por su seguridad y mi cumpleaños no es nada importante...

— ¿Cómo que no es nada importante? ¡Es el día que naciste, y de no ser así no estarías aquí conmigo...! —Alex se tapó la boca con las manos al darse cuenta que hablo de más.

Tanto ella como Severus estaban completamente rojos.

—Eh... yo, no...

Sus labios de repente se unieron con los de Severus y el hombre la sujetaba de la cabeza con delicadeza. Ella posó sus manos en el pecho del adulto y correspondió el beso hasta que Severus tuvo que romperlo por la falta de aire.

—Creo que empezaré a valorar más mi cumpleaños

—Y el 9 de enero se volvió mi fecha favorita

Los dos sonrieron hasta que el reloj del despacho marco las siete en punto.

—Hay que ir al Gran Comedor pequeña

Alex simplemente asintió. Desde el primer beso que tuvo con Severus, siempre se quedaba algo aturdida. Esto no pasó desapercibido para el profesor, quien solamente se rió.

—Si sigues con esa reacción dejare de besarte

Alex reaccionó de golpe.

— ¡Oye, eso no!

Le dio un golpe en el brazo y los dos salieron del despacho.

Febrero llego un poco más húmedo pero con menos frío y con él las prácticas de Quidditch. En el primer fin de semana del mes, Angelina llamó a todo el equipo para entrenar y a pesar de que estaba haciendo frío y amenazaba con llover el equipo ni tuvo otra opción.

Alex estaba nerviosa, a pesar de que había estado practicando un poco (en las tardes cuando podría darse una escapada) seguía sin tener mucha confianza para volar enfrente de otros. El que seguía siendo un desastre era Ron, tenía la intención de renunciar pero más de una vez el equipo le decía que no.

En la tarde, Alex y Ron se despidieron de Harry y Hermione y junto con Ginny bajaron al campo de Quidditch.

— ¿Cómo se sienten? —preguntó Ginny, con la intención de bajar los nervios de los dos

—Más o menos —contestó Alex sin mucho convencimiento

—Fatal —confesó Ron

Llegaron al campo y se fueron a los vestidores. Al llegar vieron que los demás ya estaban con el uniforme.

— ¡Ya era hora! —Exclamó Angelina, acercándose a los chicos—. ¿Dónde estaban? Olvídenlo, solo cámbiense rápido y bajen al campo. —y salió seguida por los demás miembros del equipo

— ¿Siempre es así de animada y comprensiva? —preguntó Alex de manera sarcástica mientras se cambiaba

—No sé —contesto Ginny a espaldas de Alex, también cambiándose—, cuando salgamos le preguntamos a Ron

Las dos terminaron y colocándose la escoba al hombro salieron y vieron que el pelirrojo ya las esperaba.

—A las chicas les dará mucha envidia al ver tu escoba —comentó Ginny

—Es lo último que quiero que pase

Y como dijo la pelirroja, todos se impresionaron al ver el tipo de escoba que traía. Después de quince minutos al fin comenzaron con la práctica. Alex se subió a la escoba y dio una fuerte patada y se elevó, se sintió bien al estar en el aire y más cuando dio una vuelta por el campo.

Primero practicaron los tiros y las paradas. Ron pudo pararlas pero se le fue una y ahí comenzó a fallar, incluso estuvo a punto de darle a Alex. Después de que se calmo y terminó su práctica fue el turno de los golpeadores. A Alex no le fue mal, al contrario, le fue muy bien para ser su primer entrenamiento. Logró darle varias veces a la bludger y hasta casi le daba a los compañeros que se ofrecían para practicar la puntería de la chica. A Sloper le fue muy mal, se veía patético.

Después de dos horas de entrenamiento, finalmente Angelina los dejo retirarse (y es que no tuvo otra opción porque había empezado a llover). Se tuvieron que ir montados en las escobas hasta el castillo y ni siquiera les dio tiempo de cambiarse de ropa. Ya en el vestíbulo se fueron todos a la Sala Común menos Alex, quien logró escaparse de los demás e irse a las mazmorras a ver a Severus.

«Espero que no se moleste que vaya así» pensó la chica echándose la escoba al hombro

Llegó hasta el despacho del pocionista y tocó la puerta pero no tuvo respuesta. Volvió a tocar pero igual nada.

— ¿Ahora a dónde se metió?

Miró por todos lados antes de entrar al despacho. Estaba un poco iluminado y en el escritorio había varios pergaminos y una taza de té. Se acercó al escritorio y pudo leer —aunque fuera de cabeza— que los pergaminos que revisaba eran de tercer año.

—Espero que deje de ser estricto algún día —Entonces reparo en que tenía sed a causa del cansancio. Lo único que había era el té de Severus, lo tomó y lo olió un momento, el olor era algo fuerte—, supongo que es té negro —y sin más se lo bebió.

La chica no vio que en la repisa junto a la chimenea estaba lo que necesito para prepararlo y entre los ingredientes había whisky de fuego.

Severus regresa de ver al director y de revisar sus múltiples encargos.

«Un día de estos me va a matar ese anciano»

Llegó a su despacho y vio que la puerta estaba entreabierta.

— ¿Qué rayos...? —entró y estuvo a punto de gritar de no ser porque vio de quien se trataba—. ¡Alex! ¿Qué haces aquí? Pensé que tenías tu primera práctica de Quidditch —entonces reparo en la taza que la chica tenía en la mano y se puso tenso—. Alex... Por favor dime que no te bebiste lo que tenía

— ¡Severus! —Dejó caer la taza, la cual se rompió y corrió a colgarse del cuello de Severus—. ¡Qué bueno verte!

—No puede ser que con una simple taza te pusieras ebria. Aunque no debería de sorprenderme ya que era...

— ¡No estoy ebria!

Se soltó de él y se le encaro. El profesor sabía que cuando alguien estaba así era lo primero que negaban. Soltó un suspiro y se le acercó.

—No debiste beberlo. Por cierto ¿y por qué lo hiciste?

—Es que tenía sed y no había otra cosa —se tambaleó un poco y casi se caía de no ser porque Severus la atrapó a tiempo—. No sé porque me mareo ese té

—Porque no era solamente té, era té escocés —la chica lo miro sin comprender—, era té combinado con whisky

—Ah... Con razón me quemó un poco la garganta. Y hablando de quemar...

Antes de que Severus supiera que quiso decir, la chica lo agarro del cuello de la levita y lo beso con brusquedad. El profesor la aparto de él, pero Alex hizo un mohín y lo volvió a pescar.

—Alex, ya basta —le dijo logrando soltarse y la agarro de las muñecas-—, no estás sobria, ya basta con eso

—Pero yo quiero estar contigo... Y sé que tu también

—Pero este no es el modo

Lo volvió a besar y Severus comenzaba a desesperarse

«Tengo que hacerla reaccionar»

La separo de él otra vez, la sujeto de la muñeca y la llevo hasta su habitación dejándola sentada en la cama. Iba hacia un estante con pociones para la borrachera y la resaca que no se dio cuenta que Alex comenzó a quitarse el uniforme hasta que solamente quedo en pantaletas y una camiseta de tirantes. Se le acercó por atrás y comenzó a desabrocharle los botones de la levita.

Severus se volteó para alejarla y se puso rojo al verla solamente en ropa interior. Se quitó su levita y se la colocó encima.

—Ten, bébelo —le dijo tendiéndole la botella y desviando su rostro completamente rojo

—Severus...

—Hazlo o no... ¡O no lo haremos! —dijo lo último lo más rojo que pudo

Alex tomó la botella y se bebió el contenido de un solo trago. Severus miro a la chica esperando su reacción. Alex se llevo una mano a la cabeza.

—Siento que me va a estallar

—Lo sé. Ten —y le tendió la otra botella

La chica se lo tomó igual de un solo trago y el dolor se fue.

—Gracias, pero ¿qué fue...? —Su duda se contesto sola al verse en ropa interior y con la levita negra—. ¿EH? ¿Pero qué...? —Entonces miro al adulto, quien todavía estaba rojo y ella se puso igual—. ¿Acaso tu y yo...?

— ¡No, claro que no! Jamás lo haría sin tu consentimiento.

—Gracias ¡y de verdad lo siento!

—Tranquila, también fue mi culpa. Por no cerrar mi despacho y por dejarlo ahí sin más. Ahora —la chica lo miro y vio que se volvió a poner rojo y le daba la espalda—, ¿podrías por favor volver a vestirte?

—Eh... Sí

Cuando ya estuvo vestida Severus se volteo. Alex seguía muy roja y apenada ¿cómo era posible que se emborrachara de esa manera y enfrente de Severus? Ni siquiera se sentía capaz de verlo a la cara por eso. El pocionista se dio cuenta y entendió que era lo que le pasaba.

—Olvidemos que esto paso ¿quieres?

—Severus...

—Solo la próxima vez que vengas a verme y no estoy espera a que regrese y te ofrezca algo ¿entendido?

—Sí... Profesor —dijo esto último con una sonrisa inocente y Severus solamente le alboroto el cabello.

Faltaba poco para San Valentín y Alex ya tenía una idea de que hacer ese día con Severus, pero no sería una típica celebración de enamorados; a pesar de que ya había pasado más de un mes el cumpleaños de Severus, quería festejárselo como merecía, pero no contaba con unos inconvenientes que se presentarían esa semana y venían de la mano con una nueva revelación.

Los chicos estaban en las mazmorras junto con sus compañeros leones y serpientes esperando a que el profesor saliera a abrirles y comenzar la clase, pero mientras esperaban, empezaron —como siempre— las peleas entre ellos. Los cuatro amigos estaban lo más apartado posible, pero eso no impidió que los fastidiaran, la que no se callaba era la presumida principal de las serpientes.

— ¡Oye Macías! ¿Acaso ya descubriste tu verdadera naturaleza y poco a poco lo vas desarrollando? Porque se nota mucho por ese peinado

—Pues esto es por tu culpa, pero te lo agradezco en cierta forma. Lo encuentro más práctico de esta manera

—Sí, cómo no. A mí se me hace que prefieres ser un chico en lugar de una chica

Alex se le iba a acercar para golpearla pero Harry y Ron la frenaron.

—Mejor ignórala. No vale la pena —le aconsejó Harry—, sabes que solo quiere molestarte

—Ya sé, pero de verdad quiero ahorcarla

Se soltó del agarre de sus amigos y les dio la espalda a Parkinson, pero ella no se detuvo.

— ¿Ves lo que te digo? Si pareces un chico por querer recurrir a la pelea muggle —se escucho unas carcajadas provenientes de las serpientes y eso colmo la paciencia de la latina.

Apretó los puños con fuerza y se dio media vuelta para encararla.

— ¡Ya cállate! —pero a la hora de hacerlo algo extraño paso.

Cuando dio el pisotón en el momento en que se volteó el suelo de piedra se desprendió por todos lados y unas piedras se hacían para enfrente en dirección a Parkinson, ella y sus compinches se hicieron para atrás hasta que la serpiente se cayó de espalda y justamente la tierra se detuvo a unos centímetros de ella. Entonces es Severus salió del aula.

— ¿Ahora qué está pasando? —cuando se asomó, no pudo evitar demostrar su asombro

Pero Alex era la más sorprendida. Seguía en la misma posición, aún sin poder creer lo que acababa de pasar al igual que Hermione y los chicos. Todos estaban en silencio hasta que se escucho la voz de Parkinson.

— ¡Fue ella, Profesor! —exclamó señalando a Alex

Severus miro hacia donde apuntaba y vio que en efecto se trataba de Alex. La chica solo se alejo un poco de ahí, pero fue inútil. El profesor trato de salir pero enfrente de la puerta la tierra estaba levantada y no podía salir.

—Macías —la chica brinco cuando lo escucho—, no sé como lo hizo, pero quite todo esto

Alex se quedo de piedra ¿cómo rayos lo iba a hacer? Pensó por un momento hasta que se le ocurrió una idea, levantó los brazos y los bajo juntando sus puños a la altura de su pecho, y funcionó.

— ¿Cómo rayos hiciste eso? —preguntó Ron

—Ni yo sé

Sus compañeros comenzaron a murmurar por el asombro hasta que Severus carraspeó y los hizo pasar. Cuando Alex pasó junto a él la agarró de la capucha de su túnica.

—Tú te quedas aquí. Iremos a hablar con el profesor Dumbledore ahora mismo

Alex lo miro y, a pesar de que se mostraba molesto, se dio cuenta que más bien estaba asombrado y preocupado por lo que paso.

—Sí, profesor

Con un movimiento de varita, anotó en la pizarra la poción que harían hoy y con una advertencia los dejó solos trabajando. Durante el camino la chica reflexionaba lo que pasó ¿era posible que algunos magos pusieran controlar algún elemento? Y si era así ¿cómo es posible que ella pudiera hacerlo y que apenas se diera cuenta?

Severus estaba más o menos en las mismas, pero seguía sin comprender como es que ella podía hacerlo. Llegaron a la gárgola y cuando Severus dijo la contraseña se hizo a un lado y comenzaron a subir las escaleras, llegaron y Severus tocó la puerta, se escucho un "adelante" y los dos entraron.

—Severus, Señorita Macías ¿qué los trae por aquí? ¿Acaso pasó algo?

—Antes de que empezara mi clase hubo un pequeño percance entre Macías y Parkinson —comenzó a relatar Severus—, pero en el transcurso paso algo extraño

— ¿Y que podría ser, muchacho?

—Levanté la tierra con solo un pisotón —confesó Alex

El viejo director los miro por un momento hasta que rompió el silencio

— ¿Es cierto, Severus?

—Si —miró a Alex—, muéstrale —La chica se quedo simplemente de pie sin saber que hacer—. ¿Qué ocurre?

—No sé hacerlo. Ni siquiera sé como lo hice

—Interesante

Dumbledore se puso de pie ante la atenta mirada de los dos. Les dio la espalda y de repente volteo lanzándole algo a la chica. De manera instintiva Alex cerró los ojos y levantó los brazos,  al hacerlo se levantó un muro de piedra ante ella.

—Increíble —dijo Dumbledore

Alex abrió los ojos y se sorprendió con lo que vio.

— ¿Otra vez? pero... ¿Cómo...?

—Es increíble lo que veo

—Albus, por favor dime que no es lo que creo que es

— ¿Qué cosa?

—Mejor tú dije, Severus

El profesor respiro onda antes de hablar.

—Lo que pasa... Es que al parecer eres... Una bruja Elemental

3...

2...

1...

— ¿EH? ¿QUÉ SOY QUÉ?

— ¡Tranquila! ¡Tranquila!

— Esto... es... ¡Increíble!

— ¿Qué?

— ¿Cómo dice?

Tanto un profesor como otro se sorprendió con la reacción de la chica porque los dos creyeron que se alteraría demasiado como para no querer saberlo y ninguno de los dos esperaba eso.

—Entonces...

Bajo el muro de tierra y se concentró en la palma de las manos.

—Vamos... vamos... —de pronto aparecieron llamas en ellas—. ¡Lo sabía! —junto las manos y la llama se hizo más grande.

Se acercó a la ventana del despacho, paso la llama a una mano para poder abrirla y cuando lo hizo con la otra —todavía con la llama— apunto al cielo y dejo escapar una llamarada de fuego, se detuvo y miro de nuevo sus manos.

— ¡Esto se está poniendo cada vez mejor!

Hizo el mismo truco de la ventana, pero en lugar de fuego se formo una ráfaga de viento. Después de un rato la detuvo y se volvió a mirar las manos.

—Tres elementos, falta uno

— ¿Podrías ir más despacio, por favor?

La chica se dio la vuelta y recordó que no estaba sola en el despacho.

—Eh... ¿Ups?

—No deberías tomarte esto a la ligera. Es muy seria la situación —dijo Severus

— ¿Por qué? De seguro muchos magos y brujas pueden hacerlo, y solamente les sorprendió (como a mí) de que puedo hacerlo.

—No es solamente eso —aclaró Dumbledore

— ¿De qué habla, profesor?

—Será mejor que te sientes. Y Severus, será mejor que regreses a tu clase, yo le explicaré todo

—Pero...

—No querrás que destrocen tu aula ¿cierto?

Severus solo suspiro y se fue del despacho. Alex lo vio irse hasta que Dumbledore volvió a indicarle que se sentara porque se había quedado parada.

— ¿De qué se trata todo esto, profesor?

—Lo que sucede... Es que hace más de doscientos años que no se veía a un mago, o en este caso, a una bruja elemental

— ¿Qué? ¿Por qué?

—Porque se creían extintos

— ¿Cómo es eso posible?

—Veras... Hace mucho tiempo había magos y brujas que podían controlar los cuatro elementos. A estos hechiceros se les conocía como Elementales y eran los únicos que podían usar magia con su cuerpo ya que de esa manera tenían un mejor y mayor contacto con la naturaleza. Esta magia también era conocida por los muggles y era la única con la que no se asustaban, ya que los hechiceros no usaban su poder para el mal, sino para la protección de sus amigos y vecinos muggles. Incluso osaría decir que para el entretenimiento —esto último lo dijo comuna sonrisa—, pero poco a poco las cosas fueron cambiando. Los muggles querían aprender a controlar los elementos y los hechiceros les decían que no podían hacerlo porque ellos no poseían magia.

»Ante esto los muggles se ofendieron con ellos pensando que los trataban como seres inferiores y que no merecían conocer ese don. Lo que dio como consecuencia al inicio de la caza y quema de los Elementales dejándolos extintos. Por eso nos llamó mucho la atención a Severus y a mí; eres la primera bruja Elemental en mucho tiempo.

—Vaya, me siento algo alagada... Y confundida a la vez, porque ¿cómo es posible que si estos hechiceros desaparecieron yo pude tener estos poderes? Digo, magia.

—Como luego te he escuchado decir a tus amigos "Esa es la pregunta del millón" —Alex hizo un mohín ante esto, pero el director continuo—. Debe de ser en parte gracias a la herencia magia que tienes con Tom

—Eso ya no me gusto

—Tranquila, no es para tanto. Tal parece que tus antepasados, y no precisamente del lado de Tom, fueron los últimos Elementales. Por lo que, cuando naciste, su herencia se paso directamente a ti ya que habían nacido Squibs y de ahí a simples muggles.

—Me alegra saber que parte de mi magia no viene de Voldemort

—Honestamente, a mi también. Ahora, lo importantes es que conozcas más sobre los Elementales y aprendas todo sobre ellos y empieces a entrenar ¿entendido?

—Si, profesor

—Bueno antes de irte —hizo aparecer con un movimiento de varita una cubeta y con otro movimiento la llenó de agua—, querías probar tu suerte con el agua ¿no?

Alex sonrió y se puso de pie. Se concentró y comenzó a controlar el agua haciendo que recorriera por todo el despacho en un hilo de agua, siguió haciéndolo hasta que se escucho el timbre de fin de clases y regreso el agua a la cubeta.

—Después te enviare por medio de Severus algunos libros que necesito que revises ¿de acuerdo?

—Sí, profesor

La chica salió del despacho bajo la atenta mirada del anciano director, quien la miro con preocupación.

—Esto está empeorando más y más

Se fue hasta la Torre de Gryffindor y ahí encontró a sus amigos esperándola.

—Hola chicos —pero sus amigos estaban serios—. ¿Chicos?

—Alex ¿Por qué no nos dijiste nada? —preguntó Hermione

—Ah, lo que pasó hace rato, pues ni yo sabía. El profesor Snape me llevo con Dumbledore y le contamos todos

— ¿Y qué dijo Dumbledore?

La chica miro a todos lados, la Sala Común estaba llena por lo que opto porque los cuatro se fueran a su dormitorio a hablar con más calma, al llegar cerró la puerta y se encaro a los chicos.

— ¿Ya nos vas a decir que sucede? —preguntó Harry comenzando a desesperarse

—Que al parecer... soy una... bruja Elemental

— ¿QUÉEE? —exclamaron Ron y Hermione

— ¿Qué es una bruja Elemental? —preguntó Harry

—Es alguien capaz de controlar los elementos simplemente con su cuerpo —explicó Alex

— ¡Eso es increíble! —exclamó Harry impresionado

—Ya sé. El profesor me dijo que me prestaría varios libros para saber más sobre ellos y después comenzaría a practicar

— ¿Podrías mostrarnos un poco? —pidió Ron

—Bueno... está bien —se piso de pie y se colocó en medio del dormitorio—. ¿Qué elemento quieren?

—Creo que el más fácil es el aire —opinó Hermione

Alex movió las manos y entre ella y sus amigos apareció una esfera de aire. Los tres no pudieron esconder su asombro.

Salieron para ir a cenar y cuando ya estaban por llegar al Gran Comedor, Angelina abordó a Alex y a Ron.

— ¡Hasta que los encuentro!

— ¿Qué pasa? —preguntó Alex

—Solamente quería avisarles que el fin de semana hay entrenamiento

— ¿Qué? ¡Pero hay salida a Hogsmeade! —protestó Ron

—Ay no... —murmuro Alex—, se me va a echar a perder lo que tenía que hacer

— ¿Qué tenias que hacer? —preguntó Angelina

—Bueno... yo...

—Tiene que cumplir un castigo conmigo

Detrás de ellos apareció el profesor Snape.

«Salvada»

— ¿Qué? ¿Por qué? —preguntó Angelina

—Por hacer un alboroto en el pasillo antes de mi clase. Así que su... entrenamiento de Quidditch tendrá que esperar

—Creo que podré perdonártela esta vez —se acerco a la latina y le susurro al oído—, y más porque al parecer es un plan de sabotaje —se alejo de ella y se fue al comedor

—Weasley, entre ahora

Ron no replico y se fue. Cuando estuvieron solos, Alex se mostró más tranquila.

—Se puede saber ¿Cuál es el castigo, profesor?

—Que me debe una celebración de cumpleaños

—Qué curioso, eso ya lo tenía en mente

Los dos se sonrieron y entraron al comedor.

El 14 de Febrero estaba algo nublado pero no se veía que fuera a llover. Los cuatros amigos bajaron a desayunar, Hermione recibió carta de una lechuza desconocida, pero no fue la única en recibir correo. La lechuza de Alex, Quetzal, con un detalle que le llamo mucho la atención. Tenía una rosa roja en el pico y una carta atada a la pata. La chica, algo roja, tomo la rosa y la carta, la desenrollo y comenzó a leer.

A pesar de que es llena de espinas, no quita la hermosura que desprende ni tampoco su exquisito aroma. Todo objeto de este mucho —sea grande o pequeño— desprende una belleza única que la caracteriza y la hace resaltar de las demás que son ordinarias.

Sé que esta rosa no es realmente suficiente para expresar mi amor por ti, pero al verla no pude evitar recordarte. Los espinos no quieren decir que tú seas peligrosa, para mí, significa que eres una persona fuerte y no deja que nadie te dañe. Sus hermosos pétalos son tu ser y que muestras ante los demás, pero solamente a quienes lo merecen.

Te veré en la reja de la Casa de los Gritos, puedes usar el túnel del Sauce Boxeador para llegar sin problemas. Estaré esperando ansioso esa sorpresa que dijiste tenías preparo para mí. No me importa si es algo cursi o como sea, sé que lo hiciste con amor y eso es lo que importa.

Hasta entonces, por siempre tuyo:

SS

Alex tuvo que leer la carta varias veces para asegurarse que quien le escribía esas hermosas líneas era su hombre, pero con ver las letras supo que era de él. Miro a la mesa de los profesores y vio que ya no estaba. Miro la carta otra vez y una mirada soñadora se asomo en su rostro.

—Qué lindo es tener un admirador secreto

— ¡AH! ¡LUNA! —La Ravenclaw le llegó por atrás y casi le provocaba un infarto—. ¡Por favor, no vuelvas a hacer eso!

—Oh, lo siento

—No importa —miro la rosa y la olio con delicadeza

— ¿Sabes? En algunas culturas regalar una rosa roja es símbolo de amor eterno

— ¿En serio? No lo sabía

—Ajá, y si la rosa que se envía es recibida y aceptada ese amor será correspondido y sellara ese amor

—Muchas gracias por el dato Luna

—De nada. Bueno, tengo que irme. Nos vemos

—Nos vemos

La rubia se alejó saltando de manera soñadora. La castaña acarició a su lechuza, le dio un pan tostado y la vio emprender el vuelo. Dobló la carta con delicadeza y la guardo en el bolsillo de su pantalón de mezclilla, subió corriendo hasta su dormitorio, dejo la rosa en un pequeño florero y tomó la canasta de picnic —la cual tenía un hechizo de expansión indetectable— y salió al encuentro de su amado.

Hizo lo que su amado le indicó y pudo llegar sin problema hasta la Casa de los Gritos. Salió del edificio y espero en la reja que alejaba a los curiosos de la construcción.

«Espero que te guste lo que prepare. Al menos no te puedes quejar, no es nada cursi»

Y con ese pensamiento lo espero.

Severus caminaba por el pueblo a paso rápido hasta la Casa de los Gritos donde lo esperaba su pequeña. En el camino vio a Potter al lado de Chang llegando al Salón de Té de Madame Pudipié. No pudo evitar imaginarse que él y Alex entraran a ese local, era demasiado cursi y empalagoso porque siempre estaba rodeado de enamorados hormonados, pero quería imaginarse que podría andar por el pueblo de la mano de Alex como una pareja normal.

«Sigue soñando Severus. Pero como dijo Alex "Soñar no cuesta nada"» y con una sonrisa siguió su camino. Pero de pronto se escucho una explosión, todos en el pueblo miraban a todos lados tratando de ver de dónde provenía el ruido. Severus vio humo provenir de los límites del pueblo, justamente cerca de la Casa de los Gritos.

«¡No! ¡Alex!» Y salió a su encuentro.

Por un pelo, Alex logró esquivar el ataque. La canasta con las cosas estaba en el suelo a unos metros de la castaña, con varita en mano se enfrentaba a tres mortífagos y entre ellos se encontraba la fugitiva Bellatrix Lestrange.

—Vaya, mi señor tenía razón. Eres muy escurridiza —opinó Bellatrix

— ¿Qué quieren de mi? —preguntó Alex desafiante

—No sé porque mi señor quiere verte, así que... venimos a recogerte

— ¿Qué te hace pensar que iré con ustedes?

—Porque no te estamos preguntando

Más hechizos se le acercaban y Alex los rechazaba con la varita, tenía pensado usar sus nuevos poderes pero seguía sin desarrollarlos porque podría ser peligroso. Siguió atacando con los hechizos aprendidos en el ED pero no eran suficientes.

Sus atacantes la hacían retroceder y ella no veía por donde caminaba, tropezó con una rama haciendo que se torciera el tobillo y por la caída se le cayera el pañuelo que Severus le prestó el día anterior.

—Te tenemos... ¡Desmaius! —El hechizo le dio de lleno en el pecho a la chica, haciendo que cayera de espaldas e inconsciente—. Ya la tenemos ¡Vámonos!

Uno de los mortífagos se la cargó en el hombro como si de un saco se tratara, Bellatrix levantó la varita hacia el cielo e invocó la marca tenebrosa. A continuación ella y sus compañeros desaparecieron en un humo negro justamente cuando Severus llegó al lugar del ataque.

— ¡Alex! ¡ALEX! —pero nada

El profesor miro a todos lados. Había varias grietas, rastros del impacto de los hechizos. Vio una canasta en el suelo, se acercó a ella y reviso su contenido. Vio que había un mantel negro, velas verdes y un almuerzo sencillo para dos; pero más al fondo encontró algo, una caja pequeña envuelta en papel plateado. Vio que tenía una nota:

Para Severus

Con amor, de Alex

Lo abrió y vio que era una daga con mango color verde esmeralda y una serpiente plateada grabada, entonces recordó algo:

Él y Alex estaban en su laboratorio preparando algunas pociones. Severus estaba cortando los ingredientes con la daga que usaba desde que estuvo en Hogwarts, la hoja ya estaba muy gastada y el mango muy maltratado.

—Deberías cambiarla ¿no crees?

—Ya me lo han dicho... pero es muy valiosa para mí

— ¿De quién era?

—De mi madre

—Oye, podría comprarte otra, pero seguir conservando esa. La puedes guardar como un tesoro ¿te parece?

—Lo pensaré

Alex lo abrazo entendiendo que a Severus no le ofendió en absoluto la propuesta.

Severus sintió un nudo en la garganta al verla, entonces se percato que había un brillo verde esmeralda a su alrededor. Levanto la mirada y sintió que se le paraba el corazón al ver la marca tenebrosa ahí en el cielo.

—No... Alex... ¡ALEX!

Sujetó  con fuerza la daga y salió corriendo hacia el castillo, tenía que advertirle a Dumbledore y a la Orden antes de que algo malo le pasara a su pequeña, pero de pronto sintió que la marca tenebrosa comenzaba a quemarle.

«Todos, vengan ahora mismo. Tenemos a... una pequeña visita» y el dolor desapareció

—Alex... —con pesar guardo la daga en el bolsillo de su levita y se desapareció del lugar en un humo negro—, tranquila pequeña, ya voy en camino.

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