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Capítulo dedicado a @FelicitasMartnez, con la intención de levantarle el animo (aunque no sé si el capítulo ayude)
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Al día siguiente, los cuatro volvieron a inspeccionar la casa, esta vez revisando la vieja habitación de Sirius; en la cual Harry encontró una vieja carta que su madre, Lily, le escribió al Merodeador hace mucho tiempo. Después encontraron la habitación del hermano de Sirius, Regulus Arcturus Black... R.A.B. ¡Las iniciales de la nota del guardapelo falso! El descubrimiento les cayó como un balde de agua fría a los chicos. Entraron a la habitación y revisaron todo el lugar, pero no encontraron ninguna pista que les ayudará a encontrar los posibles paraderos del verdadero guardapelo.
De pronto escucharon ruidos extraños provenir del piso de abajo, se miraron y un simple asentimiento con la cabeza, sacaron sus varitas y bajaron con mucho cuidado hasta la cocina. Buscaron con la mirada en todos los rincones del lugar, pero no vieron nada. Se volvió a escuchar otro ruido y los cuatro miraron hacia la puerta que estaba hasta el fondo de la cocina; se acercaron con cautela y Harry abrió la puerta de golpe. Acurrucado en un rincón estaba el viejo elfo doméstico de la familia Black y que ahora le pertenecía a Harry; Kreacher.
Harry lo interrogó acerca de las cosas que se encontraban en la casa y si había alguna que el viejo elfo logrará rescatar de qué la Orden del Fénix lo tirará hace dos años. El elfo les respondió que guardó con recelo el viejo guardapelo del amo Regulus, el cual tenía grandes poderes malignos; también les contó la historia que ocultaba detrás de ese simple objeto:
Regulus se unió a Voldemort cuando solamente tenía dieciséis años; Voldemort había pedido a sus seguidores que le "prestaran" un elfo doméstico y Regulus le ofreció a Kreacher; quien fue usado por el Señor Tenebroso como "Conejillo de Indias" para probar que sus hechizos defensivos de la caverna donde escondió el guardapelo fueran efectivos. El elfo casi moría de no ser porque Regulus logró rescatándolo, llamándolo.
El viejo elfo le contó lo sucedido al menor de los Black y este se quedo sorprendido de lo que escuchó. Una noche, Regulus bajo nervioso a buscar a Kreacher y le pidió que lo llevará a esa vieja caverna. El elfo dudo un poco, pero al final llevó a Regulus a ese extraño lugar, cuando finalmente llegaron a la vasija donde estaba esa extraña poción, Regulus comenzó a beber de ella; pero antes de hacerlo, le ordenó a Kreacher que en cuanto la vasija estuviera vacía, intercambiara los guardapelos y que se fuera de regreso a casa para destruirlo y que a él, Regulus, lo dejara ahí en la caverna.
Cuando Kreacher llegó a esa parte comenzó a sollozar y a moverse de manera desesperada a causa de la conmoción de recordar la muerte del menor Black. Los chicos se sintieron mal por el elfo, a pesar de que no les agradaba y que siempre los trató muy mal, pero no podían dejarlo de esa manera. Harry le entregó el guardapelo falso (de Regulus) y le prometió al elfo de que los cuatro terminarían con lo que el amo Regulus empezó. Kreacher se tranquilizó y desde ese día comenzó a tratar con mayor respeto a los cuatro amigos, en especial a Harry porque era su nuevo amo.
A pesar de que las cosas con Kreacher mejoraron, la situación en el Mundo Mágico empeoraba; por ejemplo, dos hombres vestidos completamente de negro vigilaban la calle y miraban por donde se suponía tenía que estar la casa 12 de Grimmauld Place. Los cuatro llegaron a la conclusión de que eran mortífagos que esperaban encontrar a los cuatro amigos llegar en cualquier momento a la casa, ya que desgraciadamente tenían acceso a los documentos legales de las personas y lograron ver que la casa ahora le pertenecía al azabache.
Otra sorpresa que tuvieron fue una visita inesperada de Remus. En un principio su ex profesor de DCAO los informó acerca de lo que pasó en la boda después de que los cuatro amigos se fueron de ahí; además de arruinar la boda, los mortífagos revisaron el lugar en su búsqueda y los Weasley les mostraron al Ghoul en pijama que se hacía pasar por Ron para mantener a toda la familia a salvo. También les advirtió que buscaban a Harry para "interrogarlo" respecto al asesinato de Dumbledore, y ahora se llevaba a cabo un "Registro de Hijos de Muggle"; tanto Harry como Ron estaban indignados con la noticia, puesto que señalaban que los hijos de muggle "robaron" magia aunque está fuera mental. Los chicos comenzaron a alegar de qué harían pasar a Alex como prima de Harry —a pesar de que el azabache ni conocía su propio árbol genealógico— y a Hermione de Ron.
Sin embargo, el licántropo no vino simplemente para informar a los chicos: quería acompañarlos en su misión dejando a Tonks en casa de sus padres puesto que ella estaba embarazada.
A Ron y Hermione se emocionaron con la noticia pero en cuanto a Harry y Alex... a ellos les parecía extraño que el Merodeador los quisiera acompañar ahora que él tenía una familia y un bebé en camino. Los dos lo presionaron hasta que Remus confesó sus intenciones.
—Cometí un grave error al casarme con Tonks. Lo hice contra lo que me aconsejaba mi instinto, y desde entonces me he arrepentido mucho.
—¡No puedes estar hablando en serio! —exclamó Alex entre sorprendida y molesta, golpeando la mesa con ambas manos
—Vaya —dijo Harry—. Y por eso vas a abandonarlos a ella y al niño y vas a acompañarnos a nosotros, ¿no?
Remus se levantó de un brinco, derribando la silla en que estaba sentado, y miró a los cuatro jóvenes con tanta fiereza que Harry vio, por primera vez, la sombra del lobo que se ocultaba tras aquel rostro humano.
—¿No entiendes lo que les he hecho a mi esposa y a ese futuro hijo? ¡Nunca debí casarme con ella! ¡La he convertido en una marginada! —Y le dio una patada a la silla que había derribado—. ¡Ustedes solo me han visto rodeado de miembros de la Orden, o en Hogwarts, bajo la protección de Dumbledore! ¡Pero no saben qué piensa la mayoría del mundo mágico de las criaturas como yo! ¡Los que conocen mi condición apenas me dirigen la palabra! ¿No se das cuenta de lo que he hecho? Hasta la familia de Tonks está molesta por nuestra boda. ¿A qué padres les gustaría que su única hija se casara con un hombre lobo? Y el niño... el niño...
Remus se alborotó el cabello con ambas manos; estaba trastornado.
—¡Los de mi clase no suelen reproducirse! Ese niño será como yo, estoy seguro. ¿Cómo puedo perdonarme si me arriesgué a transmitirle mi condición a un niño inocente, a sabiendas de lo que hacía? ¡Y si, por obra de algún milagro, el niño no es como yo, estará mucho mejor sin un padre del que se avergonzará toda la vida!
—¡Estas exagerando! —exclamó Alex, poniéndose de pie y encarando al adulto—. ¡Tonks ya te dejo muy en claro y más de una vez que te ama sin importarle tu condición! ¿Por qué rayos tienes que ser tan cabeza dura?
—No creas, Alex —intervino Harry—. Yo me avergonzaría. —No sabía de dónde le salía la ira, pero lo había obligado a levantarse también. Remus encajó sus palabras como un bofetón—. Si el nuevo régimen piensa que los hijos de muggles son inferiores —continuó—, ¿qué le harán a un semihombre lobo cuyo padre pertenece a la Orden? Mi padre murió intentando protegernos a mi madre y a mí, de modo que ¿tú crees que él aprobaría que abandonaras a tu propio hijo para emprender una aventura con nosotros?
—¿Cómo... cómo te atreves? —replicó Remus—. Esto no lo hago movido por ansias de... de peligro ni de gloria personal. ¿Cómo te atreves a insinuar que...?
—Me parece que lo que quieres es demostrar tu coraje —repuso Harry—. Y opino que te encanta la idea de pasar a ocupar el puesto de Sirius.
—¡Cállate, Harry! —suplicó Hermione, pero él siguió mirando con desprecio el pálido rostro de Remus.
—Nunca lo habría dicho de ti —le soltó—. El hombre que me enseñó a combatir a los dementores... ¡convertido en un cobarde!
Remus sacudió su varita tan deprisa que Harry apenas tuvo tiempo de sacar la suya. Se oyó un fuerte estallido y el chico, como si hubiera recibido un puñetazo, salió despedido hacia atrás y chocó contra la pared de la cocina. Mientras resbalaba hasta el suelo, vio los faldones de la capa de Remus desaparecer por la puerta.
—¡Remus! ¡Vuelve, Remus! —gritó Hermione, pero el licántropo no contestó. Un instante después oyeron cerrarse la puerta de la calle.
Les tomó un rato calmarse a los cuatro, sabían que las cosas no serían fáciles pero no se esperaban que al encontrarse con alguien de la Orden discutirían y acabaría mal la situación; sin embargo, no podían preocuparse por eso, ahora tenían cosas más importantes en que pensar.
El mes de agosto se fue volando dejando que septiembre comenzará con su temporada, aunque no se respiraba ese ambiente de ánimo que siempre se sentía ante el hecho de comenzar un nuevo año escolar en Hogwarts. A los cuatros les parecía sumamente extraño que fuera 1 de Septiembre y que no estuvieran en la Plataforma 9 ¾ a punto de subir el Expreso de Hogwarts y regresar al castillo, el cual era su hogar; sino que los cuatro estaban ocupados planeando el asalto al Ministerio de Magia para conseguir el guardapelo, el cual —gracias a Kreacher, buscando y trayendo ante ellos a Mundungus Fletcher— estaba en posesión de la persona que menos se esperaban: Dolores Umbridge.
Ron y las chicas estaban repasando el plan para infiltrarse al ministerio cuando escucharon que alguien entraba a la casa, ninguno de los tres levantó la mirada porque sabían que se trataba de Harry. Alex levantó la mirada de los papeles que estaban esparcidos en la mesa y miró a su amigo, quien venía una expresión claramente seria.
—¿Qué sucede Harry? —preguntó la latina, llamando la atención de sus amigos.
El azabache dejó el periódico encima de todos los papeles y los tres pudieron ver la primera plana. Alex en cuanto vio la fotografía de la persona que lo encabezaba sintió un brinco en el corazón y que se ponía pálida y más al leer el encabezado de la noticia.
SEVERUS SNAPE, NUEVO DIRECTOR DE HOGWARTS
—¡No! —exclamaron Ron y Hermione.
Hermione fue la más rápida: agarró el periódico y empezó a leer en voz alta:
—«Severus Snape, hasta ahora profesor de Pociones del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, ha sido nombrado hoy director. Su nombramiento es el más importante de una serie de cambios en la plantilla del antiguo colegio. Tras la dimisión de la anterior profesora de Estudios Muggles, Alecto Carrow asumirá su cargo, mientras que su hermano Amycus ocupará el puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. "Agradezco esta oportunidad para conservar nuestras mejores tradiciones y nuestros valores mágicos"»... ¡Claro, como cometer asesinatos y cortarle las orejas a la gente! ¡Snape director! ¡Snape en el despacho de Dumbledore! ¡Por las barbas de Merlín! —chilló Hermione, y los dos chicos se sobresaltaron. Ella se levantó de la silla y salió en tromba de la estancia, gritando—: ¡Vuelvo enseguida!
Harry y Ron vieron a su amiga alejarse sin comprender lo que pasaba; los chicos se pusieron a hablar sobre la noticia sin darse cuenta de Alex. La chica seguía mirando el periódico aún sin poder creer la noticia. Salió de su trance cuando escucho a Hermione regresar.
—¿Se puede saber, en nombre de los calzones de Merlín, qué te pasó? —preguntó Ron en cuanto la vio
—Me acordé de esto —dijo ella con la respiración agitada.
Traía un gran lienzo enmarcado que apoyó en el suelo. Cogió su bolsito bordado con cuentas del aparador de la cocina, lo abrió y, aunque era imposible que el cuadro cupiera, se dispuso a meterlo dentro. Unos segundos más tarde había desaparecido en las profundidades del diminuto bolso, como tantas otras cosas.
—Phineas Nigellus —explicó, y dejó el bolso encima de la mesa con el habitual estrépito.
—¿Cómo dices? —se asombró Ron.
Pero Alex lo había entendido: la imagen pintada de Phineas Nigellus Black era capaz de trasladarse desde el retrato de Grimmauld Place hasta el que colgaba en el despacho del director de Hogwarts, en la estancia circular de la parte superior de la torre donde... Al pensar en eso, sintió que el corazón se le paraba: Ella, Hermione y Xóchitl habían discutido sobre su estado en la habitación donde estaba colgado anteriormente el lienzo. ¿Qué tal si Phineas...?
Se escuchó el ruido de una silla cayendo bruscamente al suelo y el trió de oro miró la causa del escándalo; Alex estaba de pie con las manos apoyadas en la mesa, mirando un punto en la misma con los ojos muy abiertos y se veía demasiado pálida.
—Alex —Harry se levantó y la tomó del hombro en señal de apoyo—. Sé que aun te duele la traición de este hombre —dijo señalando la fotografía de Severus—, pero no dejes que eso te siga afectando. En cuanto cumplamos con la misión y lo derrotemos, podrás vengarte de todo lo que te hizo.
Alex miró a su amigo; sabía que las palabras de Harry estaban más dirigidas a lo que pasó en la Torre de Astronomía y no sobre su estado, por lo que decidió seguirle la corriente y le sonrió. Levantó la silla, pero no se volvió a sentar.
—Snape podría enviar a Phineas Nigellus a espiar aquí —explicó Hermione mientras se sentaba—. Pero que lo intente ahora, porque lo único que verá Phineas Nigellus será el interior de mi bolso.
—¡Bien pensado! —soltó Ron, impresionado.
—Gracias —repuso Hermione con una sonrisa, y se acercó su cuenco de sopa.
Hermione vio a Harry y Alex hablando y entonces vio la expresión de su amiga. Le tomó como diez segundos entender lo que le pasaba a su amiga y se lamentó de no haber pensado en guardar el cuadro del profesor Black antes, puesto que de seguro ya a estas alturas Snape debería de saber sobre el estado de la latina.
Hermione dejó de lado su comida y caminó hacia Alex. La latina al ver la actitud de su amiga se sorprendió un poco.
—¿Qué sucede, Hermione?
Como única respuesta, la castaña la tomó de la muñeca y salieron de la cocina, seguidas muy de cerca por Xóchitl. Tanto Harry como Ron vieron a las chicas irse sin comprender lo que pasó, se miraron y con un simple gesto se pusieron de pie y las siguieron.
Llegaron al salón y escucharon voces salir de ahí. Harry se acercó para escuchar, pero de pronto sintió que Ron lo sujetaba de la muñeca para frenarlo.
—¿Qué pasa?
—Escucharemos mejor con esto —contestó el pelirrojo sacando de su bolsillo unas cuerdas color carne: Orejas Extensibles.
Harry tomó una de las que le ofreció Ron y la pasó debajo de la puerta mientras que se colocaba la otra punta en el oído.
—...no puedo creer que no nos acordamos de Phineas hasta ahora —escucharon a Alex lamentarse y unos pasos. Al parecer la latina caminaba de un lado a otro.
— Alex, de verdad lo siento. Cuando lo hablamos debí de haberme fijado en donde estábamos —se disculpaba Hermione
—Hermione, no te preocupes. Pero podemos decir que la parte "positiva" de todo esto... es que me ahorre la molestia de confesarle a Snape que estoy esperando un hijo suyo
Ron dejó escapar un grito de sorpresa pero Harry logró taparle la boca a tiempo y agudizó más el oído esperando que lo que escucharon no fuera cierto.
—Eso sí. Pero ahora el problema es que él quiera aprovecharse de la situación para volver a verte la cara —opinó Xóchitl
—Lo sé. Pero al menos di que hemos estado en lugares que él no puede estar —Se hizo una pequeña pausa y entonces los chicos escucharon a Alex hablar otra vez—. Hermione ¿qué tienes?
—Estaba pensando en Harry y Ron... recuerda que Harry dijo que nos infiltraremos en el Ministerio mañana ¿qué pasará si...?
—Hermione, seré precavida. No dejaré que nada malo le pase a mi bebé y Xóchitl nos estará protegiendo en todo momento.
—Pero existe la posibilidad de que algo malo llegue a pasar
—Nada malo pasará...
—Deberías de escuchar a Hermione y no exponerte de ese modo y mucho menos a tu pequeño —dijo Harry abriendo la puerta y entrando al salón.
Las chicas voltearon hacia la puerta de un brinco. Si Hermione y Xóchitl tenían una clara expresión de asombro y miedo, Alex ya estaba a dos de volverse fantasma de lo pálida que estaba. Ron entró detrás de su mejor amigo y miró a las chicas pero fijándose más en Alex. Miró a la latina con discreción tratando de encontrar algunos cambios en su cuerpo, pero apenas si se notaba su embarazo.
—Chicos, yo...
—No necesitas decirnos nada Alex. Entiendo que no quisiste decirnos porque pensaste que al enterarnos que estás embarazada de Snape ya no te querremos como amiga. Admito que si estoy algo dolido porque no pudiste confiar en nosotros, pero te entiendo.
—Harry... «Estúpidas hormonas alborotadas» Alex no pudo contenerse más y soltó en llanto.
El azabache se acercó a su amiga y la abrazó de la misma manera como un hermano abrazaría a su hermana pequeña. Alex correspondió el abrazo rodeando la cintura del chico. Hermione y Xóchitl estaban más tranquilas mientras que Ron seguía sin entender todo lo que estaba pasando.
—También admito que me tomó por sorpresa la noticia. Pero me da nauseas el solo pensar que te atreviste a tener... algo íntimo con el murciélago —comentó Ron, estando detrás de Harry
—Hermoso momento.... ¡Y lo viene arruinar Ron! ¡Qué lindo! ¿Eh? ¡Qué bárbaro! —comentó Xóchitl de manera sarcástica, mientras que Hermione le arrojaba un cojín del sillón a la cabeza del pelirrojo
—¿Qué? ¡Es la verdad!
Harry y Alex se separaron un poco sin soltarse, riendo a más no poder de lo que estaba pasando. La latina sentía que un gran peso había sido removido de sus hombros.
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Sabía que a cualquier mortífago le gustaría estar en su posición; ser la mano derecha de Lord Voldemort y tener muchos privilegios, pero él, Severus Snape, sentía aversión de sí mismo por estar en donde estaba y más en su posición actual: Nuevo Director del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.
Si de él dependiera, abandonaría el puesto y se iría a buscar a su familia, pero le había hecho una promesa a Dumbledore y era proteger a los alumnos a cualquier costo; así que —para su pesar— su familia tendría que esperar.
Estaba en el despacho del director, sentado en la silla donde siempre había visto a Albus Dumbledore sentado miles de veces. Sentía que estaba profanando un lugar sagrado, pero no podía hacer nada para cambiar las cosas.
Hacía dos días que fue el inicio de un nuevo curso escolar y la escuela estaba totalmente cambiada, ya no contaba con la alegría y calidez que siempre tuvo el castillo, sino que ahora era reemplazado por tristeza y frialdad. Ya se había hecho a la idea —y acertó— que McGonagall y los demás no lo aceptarían como el nuevo director y mucho menos que lo recibieran con los brazos abiertos como años anteriores mientras fue un simple docente y Jefe de la Casa Slytherin, quienes eran los únicos que se alegraban de ver a su ex Jefe de Casa como el nuevo director.
Si de por sí pensaba que su vida en el castillo era difícil, saber lo que pasaba fuera del muros del colegio era peor, y más sabiendo que Potter y sus amigos cometieron la locura de infiltrarse en el Ministerio para quien sabe qué cosa y lo peor de todo es que vieron a Potter con dos cómplices, no tres o al menos cuatro, sino nada más dos. Eso le daba a entender a Severus que Alex no estuvo con ellos y ahora menos sabía dónde podría estar Alex y su hijo.
Releyó El Profeta como tres veces tratando de encontrar alguna pista del posible paradero de su familia, pero nada. Arrugó el periódico con violencia y lo arrojó lo más lejos que pudo al otro extremo del lugar; llevó sus manos a sus sienes y las masajeo tratando de calmarse.
—¡Phineas!
—¿Sí, Profesor Snape?
—¿Lograste averiguar donde están Potter y sus amigos?
—Lo siento, profesor. Al parecer esos mocosos retiraron mi lienzo de la casa de mi familia y quien sabe donde lo tienen. No reconozco el lugar
Severus dio un fuerte puñetazo a la mesa y se pasó la mano libre por el cabello alborotándolo.
—Permanece cerca del lienzo, en cualquier momento a alguno de ellos se le debe escapar alguna pista acerca de dónde están
El profesor Black no dijo nada y desapareció de su cuadro del despacho. Severus respiró hondo varias veces hasta que logró calmarse; abrió un cajón del escritorio y sacó una fotografía en la cual salía con Alex.
—No desesperes muchacho, pronto los encontrarás —trató de animarlo Dumbledore
—Eso espero Albus. Si algo malo llegara a pasarles... —Severus cerró los ojos con fuerza tratando de alejar esos pensamientos de su mente
—Te aseguro que los tres están a salvo
—¿Los tres? —Severus volteó a ver el cuadro, confundido
—No creerás que Xóchitl los dejaría solos ¿o sí?
—Creo que por primera vez en la vida, no me molestaré con ese saco de pulgas —comentó Severus, con una pequeña sonrisa de consuelo
Severus miró la fotografía otra vez. Era de hace más de un año, exactamente dos días después de que su pequeña se fuera a vivir con él a causa de la discusión con su familia... Entonces se le vino una idea a su mente ¿Y si Alex había regresado con su familia? pero enseguida descartó la idea; su padre la echó de la casa por el simple hecho de haber mantenido una relación con él, ahora era imposible que la volvieran a aceptar estando embarazada de él. Ese departamento se había vuelto su hogar... ¡El departamento en el Londres muggle!
Severus se puso de pie y fue hacia la chimenea. Dumbledore lo miró desconcertado y trató de preguntarle a dónde iba, pero el pocionista no lo escuchó y entró a la chimenea exclamando la dirección de su casa en la Calle de la Hiladera. Cuando pisó tierra firme, salió de la chimenea y se paró en medio de la sala para usar Aparición; llegó a un callejón oscuro a dos cuadras del departamento, salió de ahí y comenzó a caminar rápidamente.
«Por favor que estén ahí, por favor que estén ahí» rezaba Severus con fuerza a cada paso que daba.
Llegó al edificio y entró al edificio como alma que lleva el diablo y entró al elevador, lo bueno es que no había nadie afuera gracias a los sucesos extraños que pasaban últimamente. Llegó hasta la puerta y buscó las llaves; estuvo a punto de abrir la puerta pero entonces recordó que Alex no quería verlo y mucho menos lo escucharía y que Xóchitl haría lo posible por alejarlo de ella. Volvió a guardar las llaves y se encaminó hacia las escaleras de emergencia; se aseguró de que nadie estuviera cerca, usó el encantamiento desilusionador y aparición. Se alegró de ver que ni Alex ni Xóchitl estaban en la habitación, sacó su varita y se encaminó a la puerta con cautela abriéndola con cuidado.
—¿No quieres poner en la ventana un letrero que diga "Alex y Xóchitl están aquí"? —se escuchó la voz de la loba.
Severus dejó soltó el aire que, sin darse cuenta, contuvo a modo de suspiro.
«Qué bueno que están aquí y a salvo»
—¿Podrías dejar de molestarme, por favor?
—Solo digo que miles de lugares donde escondernos ¡Y a ti se te ocurre el departamento!
—¡Oye! No es mi culpa que los mortífagos lograran romper el encantamiento Fidelio de Grimmauld Place y entrarán a la casa, lo bueno es que Kreacher logró sacarnos de ahí y este lugar fue el único lugar que se me ocurrió. Lo que más me preocupa es que no sabemos dónde están ahora los chicos y si están bien.
—A mi también. Pero lo que más me preocupa es que el murciélago grasiento pueda venir en cualquier momento y quién sabe qué podría hacernos
«No le contestó porque —entre que estoy escondido— necesito escuchar de los labios de Alex acerca de nuestro hijo»
—Es lo más probable, ya que de seguro Phineas ya rajó y le dijo todo a Snape sobre el bebé
—De verdad que tiene suerte de ser un cuatro porque si no...
—Ya cálmate, salvaje
—Perdón
Una de las ventajas de haber estado con Alex, es que aprendió mucho sobre la jerga mexicana, por lo que entendió lo que la chica dijo. Pero lo que más deseaba oír, su pequeña lo dijo y sintió un vuelco en el corazón al comprobarlo.
«Un bebé... nuestro bebé»
Admitía que le dolió escuchar a Alex llamarlo por el apellido, pero se empeñó más que nunca en vigilarlas y protegerlas, ya que a pesar de estar en el mundo muggle, esto no las exentaba de los peligros a los que podían estar expuestas.
—¿Cuánto tiempo estaremos en el despertamento? —preguntó la loba, después de unos minutos de silencio
—Supongo que hasta que dé a luz, o el mayor tiempo que sea posible.
—¿No le dirás a nadie de la Orden que estamos aquí?
—No sé enviar mensajes con el Patronus y Quetzal se quedó en La Madriguera, además de que creó que interceptan a las lechuzas
—O sea: incomunicadas total y muy bien camufladas en el mundo muggle
—Exacto
—Pues por mientras, tendremos que encontrar un trabajo aquí para tener una lanita
—¿Tendremos?
—En cualquier momento no podrás seguir trabajando por lo del embarazo, y si oculto muy bien mis orejas y mi cola cuando tome forma humana podría trabajar sin problema
—Aunque también sería bueno encontrar algún trabajo que tenga algo que ver con el Mundo Mágico ¿no crees? Unos cuantos galeones no nos vendrían mal
—Pero por como están las cosas, dudo mucho que encontremos algo
—Por desgracia
—Será mejor que descansemos y pensemos esto con más calma mañana ¿te parece?
—Tienes razón Xóchitl
—Pero primero comamos algo. Porque tengo un hambre...
—¡Xóchitl!
La loba solamente dejó escapar una risita. Se escuchó ruido venir de la cocina, Severus se alejó un poco de la puerta y desapareció de ahí para aparecer en su casa de la Hiladera otra vez. Se se quitó el hechizo y se dejó caer en el sof, pasando una mano por el rostro.
La buena noticia: Alex y su hijo estaban sanos y salvo. La mala noticia: No podía aparecer sin que la chica creyera que quería hacerles algo malo a los dos; y lo peor es que no podía llevarlos con él a Hogwarts ya que Alex aún no iba al ministerio y pasar la estúpida prueba de sangre o lo que fuera que los ineptos del Ministerio se inventaron gracias a Voldemort.
A pesar de todo, encontraría la forma de cuidarlos. No los dejaría desamparados, su familia estaba muy por encima de los encargos de Dumbledore. Se tomó unos minutos para calmarse y cuando vio que ya era tarde, regresó al castillo por la Red Flu.
Entró al despacho y fue bombardeado por comentarios y preguntas del viejo Dumbledore.
—Solo fui a comprobar a donde posiblemente fueron los tres
—¿Y los encontraste? —preguntó con ansiedad el viejo
—Sí. Y no dejare que nada malo les pase
Antes de que Dumbledore dijera algo, Severus fue hacia su nueva habitación y se encerró ahí. Se dejó caer en la cama bocarriba y en la oscuridad del lugar le pareció ver el rostro sonriente de la latina.
—Alex... pase lo que pase, te protegeré y a nuestro hijo. Es una promesa.
Se recostó de lado y antes de caer en el sueño, le pareció escuchar en la oscuridad la risa de su pequeña.
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