Las cosas comienzan a empeorar
Todo estaba oscuro donde se encontraba —un salón grande y lúgubre— estaba de pie enfrente a la chimenea y ésta vez no se veía que ella viera todo desde el interior de Voldemort, sino que se trataba de ella misma. Se veía parada ahí enfrente de la chimenea; vestía toda de negro, era un vestido medieval negro con detalles negros y una capa negra sobre sus hombros. Tenía los ojos rojos, pero no era porque hubiera llorado, sino que la pupila ya no era café sino rojo y la marca tenebrosa de su rostro a la vista y muy negra. Lo que más le asusto fue ver que a su lado se encontraba el mismísimo Voldemort.
Ante ellos había dos personas tendidas en el suelo, eran un adulto y un adolescente y eran hombres. Sus ropas estaban rasgadas y tenían varias heridas en el cuerpo y estaban inconscientes.
Alex se acercó a ellos y los miraba con malicia, una sonrisa en su rostro que denotaba burla y superioridad. El adulto comenzó a despertar y se incorporó un poco, aunque su largo cabello negro le cubría el rostro se podía reconocer que era Severus Snape.
—Tal parece que resistes más que el joven Potter ¿cierto, Severus?
Alex miró al chico que estaba junto al profesor, quien comenzó a reaccionar y se incorporó un poco. En efecto, era Harry, el chico al verla, trato de alejarse de ella pero lo único que logro fue soltar un quejido de dolor. Alex sonrió de manera burlona al verlo de esa manera.
—Que patéticos son los dos. El traidor tratando de proteger al niño que ha intentado arruinar mis planes —dijo Voldemort, se acercó a Alex y le puso una mano en el hombro—. Creo que lo mejor que puedes hacer ahora, querida nieta, es que elimines a estos dos de una vez por todas.
—Si, mi señor
Alex se paró justamente enfrente de ellos. Severus colocó a Harry detrás de él para protegerlo, la chica levantó la varita apuntándoles. El azabache estaba muerto de miedo mientras que Severus tenía el entrecejo fruncido tratando de contener el dolor.
—Alex... No...
— ¡Avada Kedavra!
La luz verde salió de su varita dándoles en el pecho al profesor y al chico. Al amor de su vida y a su casi hermano...
— ¡NO!
Alex despertó de golpe, sudando frío e incorporándose en la cama. Estaba en su habitación en la casa de Severus.
— ¡Alex! —La chico volteo y vio que Severus estaba sentado en una silla junto a su cama, se veía que no había dormido en toda la noche porque se le veían ojeras—. Pequeña ¿estás bien?
Lo único que pudo hacer la chica fue comenzar a dejar escapar las lágrimas y arrojarse a los brazos de su novio.
— ¡Severus!
El profesor no entendía lo que le pasaba pero por su expresión daba a entender que tuvo una horrible pesadilla. La rodeó con sus brazos y la atrajo más hacia él.
—Tranquila pequeña —le susurraba Severus al oído, mientras le acariciaba el cabello—, lo que sea que hallas soñado no es verdad. Además de que yo estoy aquí para protegerte.
Al escuchar la palabra "protegerte", Alex dejo de llorar de golpe y recordó lo que había pasado anoche.
«Soy la nieta de Voldemort... Entonces esto no es una pesadilla ¡es real y podría ocurrir algún día!»
Se separó con brusquedad de Severus y se levantó de la cama para alejarse de él.
— ¿Alex?
— ¿Por qué? —Severus se quedo en silencio porque no entendía de que le hablaba y Alex lo entendió—. ¿Por qué no me eliminaste mientras estaba dormida? ¡Así ya no tendrías que vigilarme y quitarle un peso de encima a la Orden y a todo el mundo mágico!
— ¿Qué tonterías estás diciendo? —El profesor se levantó y se acercó a la chica, quien seguía de espaldas a él—. ¡Nunca te haría nada de eso! Lo único que quiero es que estés bien...
— ¡Ya no mientas! —Alex dio media vuelta para encararlo. Estaba llorando pero también estaba frustrada por todo lo que tendría que pasar de ahora en adelante—. ¡Estoy segura que anoche después del alboroto que ocasione anoche, todos en la Orden te pidieron que me vigiles! Y... Y...
—Alex...
—Y tu ya no quieres estar conmigo ¿cierto? Eso es obvio... Resulta que soy nieta del mago tenebroso más peligroso del mundo y tú eres alguien de la Orden, por lo tanto... —bajo la mirada porque no se sentía capaz de seguir mirándolo—. No merezco ser amada y tampoco seguir con vida...
Lo último que se escucho fue el ruido de una bofetada. Alex tenía una expresión de asombro en su rostro y Severus miraba con dolor a la chica.
«No puedo creer lo que acabo de hacer»
Severus le había dado una bofetada a Alex solamente para callarla y hacerla reaccionar. La chica volteó el rostro poco a poco hasta que quedo de frente al profesor. Severus la sujeto del rostro con las dos manos con delicadeza para mirarla fijamente a los ojos.
—Ahora quiero que me escuches con mucha atención, Señorita. Tú no eres una mala persona ¿está claro? De verdad no quería hacerte eso, pero no me dejaste otra opción para hacerte entender, que todo lo que dijiste sobre ti está mal. También quiero dejarte muy en claro que, no me interesa que seas la nieta del Señor Tenebroso porque tú no eres una persona de artes oscuras, tú eres una persona amable y bondadosa que se preocupa por los demás antes que de ti misma. Además, no creas que te voy a dejar ir tan fácilmente; me tomó un año y medio para estar contigo y no voy a perderte ahora.
— ¿Año y medio? Entonces...
—Si, te amo desde el año pasado.
Severus la soltó con delicadeza pero paso a acariciarle el rostro, y justamente donde le pego. Alex tomó su mano y la acaricio con delicadeza. Aún no podía creer que Severus quisiera estar con ella sabiendo quien era en realidad.
La chica lo tomó del cuello de la levita atrayéndolo hacia ella y le dio un beso, el cual Severus correspondió. Todo el día se la pasaron en casa, ya que afuera hacía mucho frío, además de que Alex no tenía ánimos de salir.
Al día siguiente, regresaron al castillo. A Severus le pareció más prudente —y rápido— regresar castillo por la Red Flu y como el despacho de Dumbledore era la única (aparte del de Umbridge) chimenea que no estaba siendo vigilada, después de las "visitas" nocturnas de Black. Llegaron al despacho del director, quien estaba sentado tranquilamente en su escritorio revisando algunos papeles.
—Buenas tarde, Severus. Señorita Macías
—Albus
—Profesor Dumbledore
El anciano director se levantó y se acercó a los recién llegados, quienes seguían quitándose cenizas de la ropa y salía hollín de la chimenea.
—Alejandra —la chica levantó la mirada y rápido se limpio los lentes, pero sin quitárselos—. ¿Cómo te sientes?
—Más o menos —contestó la chica con la mirada baja—, sigo sin poder asimilar las cosas
Severus la abrazó por los hombros para tranquilizarla. El director le puso una mano en la cabeza, llamando la atención de la chica.
—Se que a partir de ahora tu vida cambiará. Pero tienes que tener en cuanto algo muy importante —Severus soltó a la chica y Dumbledore la sujeto de los hombros—, aquí tienes amigos y gente que te valora demasiado —miro discretamente al profesor de pociones y volvió su atención a la chica—. Solo, por favor, no olvides quien eres en realidad y quienes son las personas en las que puedes confiar ¿entendido?
—Si, profesor
El anciano le alboroto un poco el cabello y les cedió el paso.
—Será mejor que la lleves de regreso a su Sala Común
Severus asintió, y él y Alex salieron del despacho del director, quien solamente los vio salir.
—¿Por qué los inocentes son los más perjudicados? —se preguntó Dumbledore con tristeza en cuanto se quedo solo.
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Al día siguiente comenzaron las clases. Harry estaba asustado por las clases particulares con Snape porque una cosa era tratarlo en un salón lleno de estudiantes y otra únicamente ellos dos y a solas.
— ¡Harry, ya cálmate! —exclamó Alex, después de la confesión del chico de camino a las mazmorras para la clase de Pociones—. No te va a pasar nada. Si se tienen paciencia, las cosas irán bien
—Habla por ti, que sigo sin entender cómo es que de repente te llevas tan bien con él
Alex simplemente lo ignoró y siguió caminando. Llegaron a la puerta del salón y vieron que ya todos los Slytherin ya estaban ahí. Alex no pudo evitar notar que Malfoy la miraba de manera extraña y una idea cruzo por su cabeza.
« ¿Acaso él sabrá...?»
Y tenía lógica ya que su padre era un mortífago, al igual que su tía. La puerta se abrió y de ella salió Severus.
—Adentro
Todos los alumnos pasaron por su lado lo más alejado posible. Los últimos en pasar fueron los cuatro amigos leones, cuando Alex paso por su lado, Severus le rozó la mano con la suya. La chica lo miro y vio que él le sonrió discretamente y volvió a su semblante serio.
La clase estuvo como siempre: Severus les indicaba que poción era, con un movimiento de varita les ponía las indicaciones en la pizarra y después de un rato se paseaba entre los alumnos para ver cómo les iba.
A la mitad de la clase, llego un chico de séptimo de Slytherin. Tanto Severus como los alumnos posaron su atención en el recién llegado.
— ¿Qué sucede?
—Profesor, lo necesita por unos momentos la profesora Umbridge. Dice que es urgente
Alex quitó la mirada del chico y miro enseguida a Severus, preocupada de lo que quisiera esa gárgola. Severus simplemente camino hacia la puerta, al pasar junto a Alex —y con un movimiento de varita— hizo que se cayera una libreta de la chica. Alex se agacho para recogerlo cuando vio que encima de esta había una nota, miro a Severus —quien salió del salón— y recogió las cosas.
Se sentó de nuevo en su asiento y abrió la nota que estaba en el suelo:
No te preocupes, no me pasara nada. Nos vemos en la noche después de la cena
Alex no logro calmarse del todo, pero si pudo contener el nerviosismo que sentía. ¿Y si algo le hacía Umbridge? Trato de pensar en que excusa se basaría esa mujer para echarlo, pero decidió alejar ese pensamiento, ahora no era el momento para preocuparse.
— ¿Qué creen que quiera el sapo rosado con Snape? —preguntó Ron en voz baja a sus amigos—. Porque para que lo mandara llamar, esta raro
—No lo sé, Ron —contestó Hermione, tomando una expresión seria pensando en la situación—. Pero en serio es extraño
—A mí la verdad ni me interesa que le pueda a pasar —dijo Harry, tratando de arreglar su poción—, lo único que sabe hacer es hacernos la vida miserable y lo peor de todo es que de seguro lo hará mas en estas... clases particulares —dijo lo último, como si las palabras le quemaran la garganta
La latina simplemente se quedo callada, conteniéndose de decirle algo respecto a él porque se delataría.
— ¡Espero que la profesora Umbridge no eche de la escuela al profesor Snape!
Los cuatro amigos miraron al frente y vieron que se trataba de Parkinson. A Alex no le agrado el tono de voz que uso la Slytherin al decir eso, porque le dio a entender otra cosa y se puso celosa, pero lo disimuló.
—Tienes razón, Pansy —le secundo Malfoy—. Sería una completa lastima y una enorme pérdida que un profesor como él se fuera de la escuela
—Escuchen a ese idiota, lame botas —dijo Ron, con fastidio—. ¡Pues claro! Si no esta la Serpiente Mayor que les dé favoritismo ¿Qué van a hacer?
Alex hacia un gran esfuerzo para no gritarle a Ron y delatarse, pero le parecía imposible. Ella decidió seguir con su poción e ignorarlos. Se levantó hacia el armario de pociones por un ingrediente que faltaba cuando sintió que alguien se paró detrás de ella.
—Si echan al profesor Snape ¡va a ser tu culpa!
— ¿Qué? —La chica dio media vuelta y se encontró con Parkinson—. ¿De qué rayos hablas?
—Ese día que fingiste sentirte mal y te desmayaste en plena clase. La profesora Umbridge se enteró, obviamente, y gracias a eso ¡Piensa que el profesor Snape te hizo algo!
Alex sintió un vacío en el estomago y que su alma dejaba su cuerpo. ¿Cómo no pensó en eso antes?
«No puede ser... ¡Por mi culpa sacarán a Severus de Hogwarts!» — ¡Ya te dije que no fue a propósito, fue un accidente! Ese día me sentía muy mal
— ¡Si, cómo no!
Alex la ignoró y se fue a su lugar, pero sintió que alguien la sujeto de su coleta. Instintivamente se llevo las manos al cabello y como pudo vio que se trataba de la Slytherin. Parkinson la jaló para que la mirara de frente.
— ¡Nunca vuelvas a hacer eso!
— ¡Ya estas advertida! Porque no solo lo digo por mi, sino por toda la casa Slytherin
—Como sea
Alex iba a regresar a su lugar, pero Parkinson la empujo haciendo que Alex tropezara de espaldas con un banco y se estrellará contra un caldero, el cual resultó ser el de Neville.
Severus regresó a su salón algo fastidiado. Umbridge lo mando llamar simplemente por una travesura de los alumnos de sexto de su casa. Cuando tomó el picaporte, escucho ruidos y entró y vio que había humo en el salón.
—Se puede saber ¿qué significa esto?
Todos los alumnos voltearon con temor al ver al oscuro profesor entrar. Severus vio que Parkinson regresaba rápido a su lugar dejando a alguien mas en el suelo, justamente en dónde provenía la causa del desastre.
Llegó y se sorprendió de ver que era Alex, pero se asusto al ver que a causa de la poción —mal hecha, por cierto— a la chica se le estaban haciendo horribles quemaduras en su rostro y en sus brazos. La tomó con delicadeza de los brazos para ponerla de pie y la condujo hacia la puerta.
—Nadie se mueva de aquí. Llevaré a su compañera a la enfermería y cuando regrese, espero que todos tengan una buena explicación para esto —y cerró de portazo.
Los leones se asustaron al escuchar la sentencia de su profesor. Sin embargo, las serpiente es eran las que estaban más asustadas ya que su Jefe de Casa hizo énfasis en "todos", por lo que entendieron que por primera vez en la vida, el regaño sería parejo.
En cuanto profesor y alumna salieron del salón, Severus le puso la capucha de su túnica y la levantó en brazos.
—Severus, no es nada grave. Estoy bien
—Es porque no te has visto
— ¿Tan malo es?
—Será mejor que esperes hasta que lleguemos a la enfermería
Alex solamente hizo un mohín. De camino, Alex decidió preguntarle a Severus lo que paso para que el sapo lo llamara.
—Un problema con los alumnos de sexto. No es nada
— ¿Seguro?
—Sí ¿por qué?
Con pena, Alex le contó lo que paso en el salón, Severus escuchaba y no pudo evitar sonreír un poco y pegar su frente al rostro de la chica.
— ¿Severus?
—Van a necesitar algo mejor para sacarme de aquí
— ¿Eh?
El profesor se separó y la miro a los ojos.
—Digamos que... Tuve una pequeña ayuda externa para seguir aquí —lo dijo haciéndole un guiño
Alex tardo unos segundos en entender lo que quiso decir.
— ¿Lucius Malfoy? —Severus solamente asintio, y la chica sonrío—. Creo que por solo esta vez me cae bien
El profesor dejó escapar una pequeña risa y siguió con su camino. Cuando llegaron al final de las mazmorras, Severus la bajó y siguieron como si nada hasta la enfermería.
Al llegar, Madame Pomfrey se altero al verla así quejándose por la actitud tan infantil e irresponsable de los alumnos. Sacó a Severus de la enfermería para poder revisar a la chica. Pasaron unos minutos hasta que la puerta de la enfermería se abrió sola y el profesor entro.
— ¿Cómo esta?
—Las quemaduras ya sanaron y se borraron, pero el problemas es...
—Madame Pomfrey ¿podría decirme que pasa? —preguntó Alex ya desesperada por ese suspenso.
Simplemente la enfermera le paso un espejo y Alex simplemente grito. La poción le había quemado casi toda la coleta.
—No... —Alex se toco la coleta chamuscada y miro a la enfermera—. Madame Pomfrey ¿no tiene algo para que este como estaba?
—No, lo siento. No tengo poción para arreglarte el cabello. Ya que solamente trato heridas no problemas de cabello
Alex siguio lamentándose por su cabello, incluso cuando la enfermera se fue, dejandola sola con Severus, quien simplemente la miraba sin saber que hacer.
—No me queda de otra más que cortarlo... pero no creo que me dejen salir al pueblo para eso
—Alex —la aludida miro al profesor—, mi clase era la ultima de tu grupo ¿cierto?
—Sí ¿por qué?
—Voy a hablar con tus compañeros respecto a lo paso. Espérame aquí, en seguida regreso —dio media vuelta y salió de la enfermería, dejando a la chica confundida.
El peor temor de los Slytherin se hizo realidad. Severus regaño a todos por igual y, por primera vez en sus años de docencia, le bajo puntos a su casa y castigo a Parkinson, alegando que si de verdad no quería que se fuera, que no hiciera ninguna estupidez.
Antes de su clase de Oclumancia, Severus cumplió su palabra de regresar a verla. La vio en la ventana mirando a los jardines y sin darse cuenta de su llegada.
—No creí que fueras tan vanidosa con el cabello. Si apenas te lo peinas
—Ha, ha... Gracioso
Severus se acercó a ella —y asegurándose que no había nadie— le dio un beso en los labios.
— ¿Ya estas mejor?
—Algo. Por cierto, toda mujer necesita ser vanidosa con alguna parte de su cuerpo. Y aunque me digas que "no me lo peino", cuando en realidad lo hago...
—Como no...
—... si lo cuido
—Está bien. Ya entendí
—Lastima que no está Xóchitl para ayudarme con esto
—Va a sonar como una gran locura, pero tengo una idea
— ¿Eh?
EN LAS MAZMORRAS
— ¡No inventes!
Alex se miraba en el espejo del baño de Severus. Resulto que el profesor conocía un encantamiento para cortar el cabello según como lo quería la persona. Como se había quemado casi toda la coleta de Alex, la única opción que tuvo fue dejándoselo muy corto, pero se le veía bien —algo despeinado— pero bien.
—Que... quedo muy bien
—Por tu tono de voz, parece que todavía no lo crees
—Eh... —se asomó un poco y vio que estaba de brazos cruzados algo serio—, bueno pues... yo... ¡Gracias por arreglármelo!
—Vaya manera de estancar el tema
—Bueno, ya no me regañes
Alex salió del baño, fue por sus cosas para regresar a la Sala Común y dejar que Severus se alistará para la clase de Oclumancia de Harry. El profesor la sujetó del brazo cuando paso junto a él, atrayéndola hacia su cuerpo y dandole un abrazo.
— ¿Sabes? Te ves más atractiva con el cabello corto. Puedo apreciar más tu rostro
Alex se puso roja por el cumplido y se acomodo más en el pecho de Severus.
—Gracias
—Además —la chica levanto la mirada—, ahora puedo hacer esto
Antes de que Alex se diera cuenta, Severus la sujetó un poco del cuello con el brazo y con su mano libre le alborotaba el cabello.
— ¡Severus! ¡Basta, déjame! —le suplicaba, aunque no podía evitar reírse
—Déjame ver... No
Como defensa, Alex le hizo costillas para que la soltara. Ninguno de los dos supo como fue que terminaron en el suelo, pero se dieron cuenta porque Alex cayó sobre Severus.
Los dos se miraron, poco a poco se acercaron hasta que sus labios se unieron. De pronto se escucho el reloj de Severus que marcaba que eran las cinco y media. Se separaron un poco pero sin soltarse.
—Tengo que irme, debes alistar tus cosas para la clase
—Está bien —Alex se quito de encima. Severus se levantó primero y le ofreció su mano para ayudarle.
La castaña tomó su mochila, le dio un beso en la mejilla y salió de sus aposentos. Severus la vio irse con algo de tristeza.
—Espero que las cosas mejores para ti, pequeña
Alex ya estaba a medio camino hacia la Torre de Gryffindor cuando en el camino se encontró con Harry, estaba cabizbajo y la chica entendía porque.
— ¿Listo para la Oclumancia?
—Alex, por favor no me... —al ver a su amiga no pudo esconder su asombro— ¿molestes? Alex ¿qué te...?
— ¿Te gusta? —preguntó Alex, tocándose el cabello
—Pero, ¿por qué...?
—Fue a causa del accidente en pociones mientras Se... El profesor Snape no estaba. Se quemó todo por lo que tuve que cortarlo así
—¡Harry! —los dos voltearon al escuchar a alguien venir—. Amigo, ¿podrías por favor...?
Doblando la esquina llego Ron, seguido por Hermione. Los dos al verlos se quedaron quietos y como diez segundo después, Ron dejó escapar una exclamación de asombro.
— ¿Por qué hay dos Harrys?
— ¿Qué? Ron, de verdad... Comer tanto ya te afecto el cerebro —contestó Alex, algo mordaz
Con ese comentario, Hermione se sorprendió más.
— ¿Alex?
—Para servirle a Dios y a usted
—Sí, es ella. Pero ¿qué...?
—Como le acabo de decir a Harry, fue por el accidente en pociones
—Ahora que los veo bien... —el pelirrojo se acercó demasiado a sus amigos, los miraba y los comparaba con firmeza—. Solo concuerden con el color de ojos y el cabello, y a Alex ponle pantalones, y ahora los dos serían como Fred y George
— ¿Qué? ¿Gemelos? Por favor, no puede...
Harry y Alex se miraron y se dieron cuenta que Ron tenía razón. Entonces Hermione le recordó a Harry de la clase con Snape, y con pesar el azabache se fue a las mazmorras. Ron y las chicas regresaron a la Sala Común para hacer los deberes pendientes.
Ya casi eran las ocho cuando Harry regreso. Se veía muy cansado pero a la vez parecía como si hubiera descubierto algo en el camino, y así lo fue: durante la clase de Oclumancia descubrió que la puerta que siempre miraba estaba en el Departamento de Misterios, en el Ministerio de Magia. Sin embargo, eso paso a segundo plano.
Al día siguiente en el desayuno, al llegar El Profeta, llego la noticia de que diez Mortífagos escaparon anoche de Azkaban, entre ellos la prima loca de Sirius; Bellatrix Lestrange. Y culpaban a éste de la fuga.
Lo único positivo de esto, fue que al parecer los alumnos ya no veían a Harry y a Alex de manera extraña sino que ahora parecía que comenzaban a creerles. Esta noticia hizo que hasta los profesores comentaran el asunto entre ellos, pero gracias a eso, Umbridge creó otro decretó el cual citaba que se prohibía a los profesores proporcionar a los alumnos cualquier información que no estuviera estrictamente relacionada con las asignaturas que imparten. Alex pensó que podría aprovechar sus escapadas para ver a Severus y tratar de averiguar algo. Y hablando de Severus...
Se dirigía hacia las mazmorras para su primera clase de Oclumancia. Estaba nerviosa pues Harry le había contado como era y eso hacía que ella pensara que no podría lograrlo, pero deshecho esa idea y trato de darse animo.
Llegó al despacho del profesor y después de tocar, le dio permiso de entrar. La oscura habitación estaba forrada de estanterías en las que había cientos de tarros de cristal con viscosos trozos de animales y de plantas suspendidos en pociones de diversos colores. En un rincón estaba el armario lleno de ingredientes. Alex dirigió la mirada hacia la mesa, encima de la cual había una vasija de piedra poco profunda con runas y símbolos grabados, iluminada con velas.
—A diferencia de Potter, no voy a ser tan estricto contigo, así que puedes pasar si problemas ¿quieres?
Alex pegó un brinco por el susto. Severus estaba sentado en su escritorio. La chica paso, cerro la puerta y se sentó en la silla que estaba enfrente del escritorio y la vasija de piedra.
—Severus ¿Qué es esto? —preguntó la chica señalando el recipiente
—Es un Pensadero. En esto introduzco mis recuerdos y los puedo analizar con más detalles.
— ¿Cómo?
Severus se llevó la varita a la sien y de ahí extrajo una hebra plateada que no era ni liquida ni gaseosa y la introdujo en el Pensadero. El profesor se puso de pie, con un gesto indicó a la chica que se pusiera de igual se pusiera de pie.
—Mete la cabeza
— ¿Eh?
—Solo hazlo
La chica lo hizo y en seguida sintió que se despegaba del suelo. Cerró los ojos y al abrirlos vio que se encontraba en una calle concurrida. Se veía que era verano.
—Así es como uno puede revisar sus recuerdos —explicó Severus, cuando aterrizó junto a ella
—Increíble
De pronto Alex vio algo que le llamó la atención; pasó enfrente de ellos un chico de dieciséis años vestido con colores oscuros y cabello negro hasta los hombros.
— ¿Ese era...?
—Soy yo
Alex se quedó boquiabierta. Sin esperar alguna indicación del adulto, comenzó a caminar detrás del joven hasta que entró a un local a la izquierda. Alex entró y se sorprendió de ver donde estaba.
— ¿Una... Florería? ¿Qué?
El Severus adolescente estaba viendo algunos ramos y arreglos florales.
—Hola ¿Te puedo ayudar en algo? —De la nada llego una empleada e hizo que Severus se hiciera para atrás por la sorpresa—. ¿Buscas algún regalo en especial? ¿Piensas regalárselo a tu mamá o ha alguien en especial? —Severus simplemente asintió—. ¡Que lindo! Con mucho gusto, yo te puedo ayudar.
Le tomó la mano y lo llevó al mostrador. Recogió algunos tulipanes y comenzó a arreglar el ramo.
—Entonces ¿para quien es?
—Para... Mi mamá —Alex pudo notar que Severus sonrió un poco al decirlo
— ¿Es su cumpleaños o algo así?
—Sí... Su cumpleaños
—Tal ve cumpla cuarenta años ¿o tal vez mas?
—Treinta y cuatro
—Ya veo... ¿Qué? ¿No es algo joven para ser tu mamá?
Severus joven simplemente bajo la mirada.
—Creo que ya es suficiente —dijo el Severus adulto
Sujetó a Alex con delicadeza del brazo, y como si la estuviera jalando, salio del Pensadero. Cuando abrió los ojos se dio cuenta que ya estaban en el despacho del mayor.
—Vaya. Fue muy lindo el detalle para tu mamá
—Gracias. Bueno, empecemos ya con tus clases
—Si, perdón
Los dos se volvieron a sentar en sus lugares.
—Veamos, Oclumancia... Como ya te dije en la cocina de Black, esa rama de la magia impide que las intrusiones y las influencias mágicas penetren en la mente.
—Va a ser pregunta estandar ¿Y por qué cree el profesor Dumbledore que necesito aprenderla? —preguntó Alex
—Porque el Señor Tenebroso es sumamente hábil en Legeremancia...
— ¿En qué?
—Es la capacidad de extraer sentimientos y recuerdos de la mente de otra persona.
— ¿Quiere eso decir que puede leer el pensamiento? —replicó rápidamente con miedo
—Para despejar un poco tus dudas, sólo los muggles hablan de «leer el pensamiento». La mente no es ningún libro que uno pueda abrir cuando se le antoje o examinarlo cuando le apetezca. Los pensamientos no están grabados dentro del cráneo para que los analice cualquier invasor. La mente es una potencia muy compleja y con muchos estratos, o al menos así son la mayoría de las mentes. Sin embargo, es cierto que aquellos que dominan el arte de la Legeremancia pueden, bajo determinadas condiciones, hurgar en la mente de sus víctimas e interpretar de forma correcta sus hallazgos. El Señor Tenebroso, por ejemplo, casi siempre sabe cuándo alguien le está mintiendo. Sólo los que dominan la Oclumancia saben bloquear los sentimientos y los recuerdos que delatarían su mentira, y de ese modo pueden decir falsedades en su presencia sin que él las detecte.
—Y es lo que tú haces para evitar que te descubra ¿cierto?
—Exacto
—Y tengo que estudiarlo porque al parecer tengo una conexión con él
—Sí. Una conexión de sangre, que por cierto es muy extraño. Y más aun tratándose de que la herencia mágica se salto hasta a ti, por lo que en realidad si eres hija de muggles
—Eso es extraño. Y ahora que lo dices, tengo que esforzarme demasiado para evitar que entre a mi mente para usarme o encontrar algo que le sirva como arma para atacarme
Severus sonrío con orgullo al escucharla.
—Me alegra saber que eres más responsable que Potter
Severus se puso de pie y Alex lo siguió. Se colocaron en el centro del despacho y comenzaron la práctica. El despacho dio vueltas ante los ojos de la castaña y desapareció; por su mente pasaban a toda velocidad imágenes y más imágenes, como una película parpadeante, tan intensa que le impedía ver su entorno.
Algunos de los recuerdos que pasaron rápidamente ante ella eran de la escuela muggle a la que asistió en sus primeros años escolares. En todas se veían cuando el cabello lo tenía hasta la cintura, completamente recogido en una coleta con la frente descubierta y con unos lentes rectangulares de armazón café grueso y se escuchaba a varios niños burlarse de ella.
Cuando la pequeña estuvo a punto de llorar, Alex rompió la conexión. Estaba de rodillas en el despacho, con la respiración agitada y sudando. Le dio mucha vergüenza que su profesor, pero más que nada su novio la hubiera visto en ese momento tan ridículo.
Severus seguía ahí de pie, igual con la respiración algo agitada y miraba a la chica con asombro. No le importaba como lucia antes, puesto que aun era pequeña y era normal pero lo que le llamó mucho la atención era que alguna vez fue el blanco de las burlas de los demás... Igual que él.
Cuando finalmente logró controlarse, se acercó a ella y la ayudo a ponerse en pie. La chica estaba cabizbaja.
— ¿Estás bien?
La castaña simplemente asintió y siguió con la práctica. Severus no lograba salir de su asombro ante cualquier recuerdo de su pequeña: era miserable en esa escuela a causa de las burlas de su compañeros, pedía ayuda y consejos en casa pero en todos le decían "que no se dejará y que les pegara si las cosas seguían así", pero ella no lo hacia.
Estuvieron practicando por casi dos horas sin descanso. Severus decidió finalmente parar al ver que la chica se esforzaba demasiado; se acercó y le ayudo a ponerse de pie otra vez.
— ¿Estás...?
—No es nada... Sigamos practicando...
Severus la sujetó del rostro para hacer que lo mirara.
—Ya es sufre te por hoy. No quiero que te excedas demasiado ¿entendido? —La soltó y la abrazo con delicadeza—. Lo estas haciendo bien, pero no es bueno que te esfuerces demasiado. Será mejor que regreses a tu Sala Común y descanses ¿de acuerdo?
—Está bien
Alex se le acercó y le dio un beso, tomó sus cosas y salió del despacho de Severus. El profesor la vio irse y antes de regresar a su escritorio vio en el suelo donde más de una vez Alex cayó de rodillas estaba hundido con grietas y varias piedras sueltas. Eso le extraño mucho
—No recuerdo que Alex tenga demasiada fuerza para hacer eso. Además de que es imposible que simplemente caer de rodillas haga eso
Miró la puerta por donde la chica salió y nuevas dudas comenzaron a surgir en su cabeza. ¿Había algo más sobre Alex que necesitaba saber? ¿Qué otras cosas estarán ocultas dentro de ella, que al parecer, ni ella está enterada?
—Sabía que su vida iba a cambiar... pero no creí que fuéramos a descubrir cosas nuevas
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