La Serpiente se enamoro de la Leona
La luz del sol comenzó a colarse entre las cortinas haciendo que le diera de lleno en la cara a Severus. Trató de levantarse, pero había algo sobre su pecho que se lo impedía. Bajo la vista y se sonrojó recordando lo que había pasado anoche; la visión de Alex sobre Weasley y la orden de Dumbledore de que la chica se quedará con él en vacaciones... Y cuando Alex le pidió que se quedara con ella porque tenía miedo.
Levantó una mano y comenzó a acariciar su rostro con delicadeza, entonces la chica comenzó a moverse y Severus quitó la mano rápidamente. Alex solamente se había acomodado mejor en su pecho y lo abrazaba con fuerza de la cintura. Severus iba a continuar con lo que hacía, cuando escuchó a Alex murmurar en sueños.
—Mmm... Severus... —el profesor simplemente se quedo quieto—.Te... Te amo
Severus no daba crédito a lo que escuchaba. ¿Alex acababa de decir que... Lo amaba? Por el simple hecho de que estaba dormida, pensaría que sólo era la imaginación de la chica pero entonces recordó que ella durante semanas trataba de decirle algo pero nunca lo lograba. ¿Será que eso era lo que le quería decir? Severus rezaba porque fuera real, pero algo en su corazón le decía que no era cierto.
Apartó a la chica de su lado y se levantó de la cama en silencio para salir del dormitorio y bajar a la cocina. Antes de salir, le dio una última mirada.
—Quisiera que lo dice sea real —y cerró la puerta con delicadeza.
Pero justo en ese momento, Alex comenzó a moverse en la cama. Estaba teniendo un sueño extraño:
Era el mismo sueño de Drácula y el Fantasma de la Ópera, pero la situación era diferente. Los dos la miraban con intensidad queriendo decirle que escogiera a uno de ellos de una buena vez y esta vez pudo ver que Drácula era Sirius y el Fantasma era Severus.
Miraba a los dos sin poder decidirse hasta que finalmente le dio la espalda al vampiro y comenzó a caminar hacia el Fantasma, pero algo extraño pasó: sólo dio tres pasos cuando la tierra comenzó a temblar, la luz de la luna era oculta por unas nubes negras y el viento soplaba con violencia.
Se dio la vuelta y vio que Drácula era alcanzado por un rayo de luz verde, un Avada Kedrava y detrás de él se escuchaba la risa alocada de una mujer.
— ¡Sirius!
Se volvió para ver al fantasma y vio que este solamente era envuelto en la oscuridad.
— ¡Severus... NOOO!
La tierra debajo de ella se abrió y comenzó a caer en un abismo.
«No... No...»
—Alex...
—Sirius, por favor no mueras...
— ¡Alex...!
—Severus... No me dejes por favor... Te necesito...
— ¡Alejandra!
La chica abrió los ojos y se incorporó de golpe en la cama. Estaba sudando frío y su respiración estaba agitada.
— ¿Estás bien?
La latina miró hacia donde provenía la voz y su corazón latió más al ver a Severus.
— ¿Qué te paso? ¿Acaso fue una pesadilla?
El profesor no obtuvo respuesta. Alex solamente sintió que las lágrimas comenzaban a correr por sus mejillas y se lanzó a los brazos de Severus.
—Alex...
— ¡Por favor, no me dejes nunca! ¡POR FAVOR!
Severus sintió una pequeña punzada en su corazón, le dolía tanto ver a su pequeña de esa manera. La abrazó con fuerza pero con delicadeza y con una mano comenzó a acariciarle el cabello.
—Tranquila. Nunca te dejare sola
Paso un largo rato para que la castaña se calmara. Se levantó de la cama, y sin decirle nada a Severus, se fue al baño. El profesor sólo se quedo ahí parado, entonces entendió que la chica quería estar sola por un momento, por lo que volvió a salir del dormitorio y se fue al que era de sus padres para alistarse.
Antes de que Alex comenzara a desvestirse recordó que llego a la casa de su profesor sin sus cosas y que estaba solamente en pijama, con una bata y tenis. Se volvió a poner los tenis y salió a buscar a Severus.
— ¿Profesor?
Se quedo parada en medio del pasillo mirando por ambos lados, tratando de adivinar donde estaba, cuando escuchó que se abría un grifo y caía agua, entonces entendió que Severus debía de estar en el baño. Caminó hacia donde provenía el sonido y vio que la puerta estaba un poco entreabierta pero no salía el humo de agua caliente. Dudo un momento en dar un vistazo hasta que la curiosidad le ganó y lo hizo.
No era el baño, era una habitación, entonces supuso que adentro del mismo estaba el baño y debía de ser la puerta que estaba a la derecha y justamente enfrente de una cama amplia —ya que era matrimonial— y a la izquierda había un armario grande enfrente a la puerta había una ventana con cortinas negras y que estaban corridas y se movían un poco con el viento porque la ventana estaba abierta.
Iba a entrar, pero se escucho que cerraban el grifo y varios sonidos que salían del baño. Entonces se abrió la puerta y Alex se pudo roja, aún detrás de la puerta. Severus salió del baño solamente con una toalla blanca amarrada a la cadera y con otra en la cabeza, secándose el cabello.
«¿Qué rayos estás haciendo? ¡Vete de aquí antes de que te cachen!» le gritaba su conciencia.
Pero sentía que tenía los pies clavados al suelo y no se podía mover. La primera vez que lo había visto así fue el año pasado junto a Xóchitl, pero esa vez fue un accidente, y ahora lo estaba espiando descaradamente. Esa vez no había visto nada por el susto, pero ahora tenía un buen panorama del hombre: Era pálido pero no llegando al extremo de que pareciera enfermo, sino decente; era delgado y se veía que debía de hacer ejercicio porque todo su cuerpo estaba bien tonificado y decente, pero lo que más le llamó atención es que en todo su cuerpo había varias cicatrices hasta en los brazos y las piernas, unas ya estaban blancas por los años y otras todavía rojas y Alex supuso que eran de las heridas que le curó hace poco. El profesor se volteó quedando de frente a la puerta, no tenía ni un sólo vello y tenía el abdomen bien marcado.
«Por lo general no me fijo mucho en el físico... Pero puedo hacer una excepción. ¡Y Xóchitl decía que no es guapo...! ¿Qué rayos? ¡Cálmate, tonta hormonada!»
Severus dejo de pasarse la toalla por el cabello dejándola en la cama y se llevó las manos hacia el nudo de la toalla que le cubría de la cadera para abajo. Alex dejo escapar un suspiro de sorpresa y —no supo cómo— se tropezó y chocó contra la puerta abriéndola por completo y entrando a la habitación.
— ¿ALEX?
La chica simplemente salió de ahí recargándose en la pared junto a la puerta y cubriéndose la cara debajo de sus lentes haciendo que se levantarán un poco de su cara y estaba rojo a más no poder.
— ¡Idiota! ¿Cómo se me ocurre?
—Se puede saber ¿Qué estabas haciendo?
Alex se volteó y vio que Severus traía puesta una bata negra. No se atrevía a mirarlo y le costaba mucho hablar.
—Yo... yo...
—Alejandra —con ese tono de voz, supo que se estaba enojando—. Estoy esperando
—Sólo quería decirte que... Deje mis cosas en Hogwarts y no tengo que ponerme
—Pudiste haberlo dicho antes en lugar de espiarme
La chica simplemente volvió a taparse la cara.
—Perdón —apenas se entendió porque se estaba tapando la boca también
Severus solamente soltó un suspiro.
—Sólo déjame vestirme y en seguirá resolvemos esto ¿de acuerdo?
Alex solamente asintió sin bajar las manos. Severus volvió a entrar a la habitación y cerró la puerta con llave.
«Era de esperarse... Tonta»
Diez minutos después, Severus salió y Alex se sorprendió de cómo iba vestido: Llevaba un pantalón de mezclilla azul marino, cinturón café, camiseta gris oscura y un saco negro con las mangas dobladas hasta los codos y zapatos casuales negros con una franja blanca. Y lo mejor —para ella— es que la ropa era ceñida a su cuerpo.
— ¿Hace un momento no babeaste lo suficiente y ahora le vas a seguir?
Alex solamente se sonrojó.
— ¡Oye, no es eso! Es que es raro verte así
—Una cosa es en Hogwarts y otra es fuera. Ahora, ven conmigo
«¿Soy yo... O me pareció que le agrado que lo espiara? ¡Sí, como no!» y siguió al profesor
Llegaron al final del pasillo donde sólo había una pared.
—Entonces... A menos de que sea fantasma «o en mi caso Dani Phantom» para atravesar la pared ¿Qué es lo que piensas hacer?
Severus solamente sacó la varita y con una pequeña sacudida de esta, salió del techo una cuerda en la cual tenía en la punta una esfera negra y pequeña. Tiro de ella y se reveló una trampilla, la cual daba acceso al ático. Severus comenzó a subir mientras que Alex solamente se quedo ahí parada mirándolo, entonces Severus se dio cuenta y la miro antes de seguir subiendo.
— ¿Vas a venir o qué?
—Está bien, ya voy —y lo siguió
Cuando subió vio que el lugar estaba muy oscuro y apenas entraba luz. Las ventanas estaban cerradas con tablas y había un fuerte olor a moho y a humedad. Severus ya estaba arriba y le tendió una mano para ayudarla.
— ¿Qué hacemos aquí?
—Te prestaré algo de ropa. Ven
Se acercó a uno de los muebles que había a la derecha y empezó a buscar algo. Al fondo de lugar hubo algo que llamó la atención de la chica, algo muy grande y rectangular que estaba cubierto con una cortina. Por su tamaño dedujo que debía de tratarse de un cuadro y con ese pensamiento recordó el libro que le recomendó un amigo muggle que todavía no leía.
—Severus
— ¿Dime?
— ¿Qué hay ahí?
Severus volteó un momento para mirar lo que le indicaba la chica y siguió con lo suyo.
—Quita eso y lo veras
Alex dudo por un momento, pero tuvo valor y se acercó a mirar. Levantó una mano estando todavía a un metro de distancia del cuatro, cuando sus dedos rozaron la tela, respiró hondo y de un tirón quitó la cortina. Se alegró de comprobar que no era nada aterrador pero se sorprendió con lo que vio: Una mujer entre los treinta y los cuarenta estaba sentada en un sillón de oreja verde botella luciendo un hermoso vestido blanco, su cabello era negro y largo, supuso que le llegaba a la cintura pero no podía estar segura porque estaba sentada, sus ojos eran grises y estaban llenos de vida y tenía una tierna y linda sonriendo. Obviamente era un cuadro muggle porque no se movía.
—Ella es mi madre
— ¿Eh?
La chica se dio media vuelta algo asustada porque Severus le había llegado por atrás. Regresó su mirada al cuadro y al estudiarlo con más detalle pudo ver el parecido.
—Pero el cuadro no se mueve ¿ella era muggle? —preguntó mirando a Severus
Éste solamente ensombreció un poco la mirada y Alex se asustó un poco.
—No. Ella era bruja. Mi... padre era el muggle
— ¿Entonces?
—Fue un regalo de cumpleaños que mi... padre le hizo en su cumpleaños, ya recién casados
La chica pudo notar que a Severus le costaba mucho decir la palabra «padre» pero le dio miedo preguntar, así que se quedo callada. Severus se alejó de ella y la chica regreso la mirada al cuadro una vez más.
— ¿Por qué lo tienes aquí?
—Porque es una de mis posesiones más valiosas y no quiero que le pase nada malo
—Que tierno
—Ven, esto te puede servir
Le entregó un baúl lleno de ropa y zapatos. Alex con solo darle una mirada se dio cuenta que era de mujer.
—Era de mi madre. Puedes usar lo que sea hasta que traigan tus cosas ¿de acuerdo?
— ¿Seguro que puedo usarlo?
Severus solamente asintió. Tomó el baúl y lo llevó a la habitación donde estaba Alex. Se retiró para que la chica se arreglara y fue a preparar el desayuno.
Alex fue a ducharse y cuando salió se envolvió en una toalla blanca, dejando suelto su cabello para que se le escurriera y comenzó a revisar el contenido del baúl. Las prendas eran de colores oscuros y de diseño simple, como a ella le gustaba, por lo que podía disimular que era ropa de mujer adulta. Opto por ponerse un vestido negro muy ceñido de manga y falda cortas, y cuello redondeado muy abierto. Y zapatos de tacón igual negros. Como su cabello todavía no estaba seco, se lo acomodo de raya del lado derecho y se lo hizo un poco para atrás para dejar sus orejas descubiertas. Se puso el reloj-pulsera de la bandera inglesa que le regalo Severus y bajó a desayunar.
Encontró a su profesor sentado a la mesa leyendo El Profeta mientras tomaba una taza de café y enfrente de él un plato con pan tostado.
—Ya estoy lista
Severus levantó la mirada y se sorprendió al verla.
—Te ves hermosa —murmuró Severus
Alex se sonrojo, ya que lo alcanzó a escuchar.
—Gracias
El profesor también se puso rojo y decidió actuar como si nada.
—Te preparé unos huevos con tocino y pan tostado. Espero que te guste
—Gracias —se sentó y vio que el desayuno se veía delicioso, probó un bocado y comprobó que así era—. Está delicioso. Gracias, no sabía que supieras cocinar
—Vivo solo, así que debo de saber hacer las cosas por mi cuenta. Y es de gran utilidad ser pocionista ya que de manera inconsciente uno aprende a cocinar.
—Creí que era más fácil y rápido hacerlo con magia
—Lo es, pero prefiero hacerlo... a lo muggle
La chica solamente sonrío y continuaron con su desayuno en silencio. Al terminar, Severus se fue a su estudio a leer un momento, mientras que Alex había decidido explorar la casa, pero la voz de Severus la retuvo.
—Tengo algunos libros que podrían interesarte, incluso muggles
— ¿En serio? —preguntó la chica, sin ser capaz de esconder su asombro
—Me gusta leer, pero no toda la vida me la puedo pasar leyendo sobré pociones y Artes Os... —se interrumpió al ver la expresión de la chica cuando estuvo a punto de decir «Artes Oscuras», así que solamente entró al estudio y le enseñó la estantería donde estaban las novelas muggles—. No sé si sean de tu agrado, pero es lo único que tengo.
La chica revisó los volúmenes y se dio cuenta que incluso había algunos libros que ya había visto la película pero no los había leído o ya los había escuchado pero ni los había leído ni había visto la película. Algunos de esos volúmenes eran: Drácula, Frankenstein, el Fantasma de la Ópera, el Fantasma de Canterville, el Retrato de Dorian Gray, La Leyenda de Sleepy Hollow, entre otras del genero gótico.
—No sé porque esto no me sorprende —miró a Severus, quien se veía algo ofendido—, pero sí. Algunos de estos libros ya los quería leer.
La expresión del profesor se tranquilizó. La chica estaba por tomar un libro cuando se escucho un ruido, los dos miraron y vieron que de la nada apareció una flama y de ella salió el fénix de Dumbledore.
— ¡Fawkes! —exclamó Severus
Los dos se acercaron y el ave dejó caer un pergamino enrollado en las manos del pocionista antes de desaparecer de la misma manera como llego. El hombre lo abrió y comenzó a leer.
— ¿Qué pasó, Severus?
—Es de Albus. Al parecer Weasley está bien
—Gracias al cielo ¿y cómo están Harry y los demás?
—Eso no dice. Solamente me pide que te proteja —enrollo el pergamino y lo guardo en el bolsillo de su saco.
Alex solamente tomó un libro al azar y se sentó a leer en silencio.
Después de ese día las vacaciones de invierno estuvieron tranquilas. Desde el primer día, Alex se puso al día con sus deberes y logró acabarlos dos días antes de Nochebuena, no se había puesto en contacto con nadie, ni siquiera con Xóchitl porque no estaba de ánimo. Después de ese sueño con Severus y Sirius volvió a tener otro pero está vez involucrando a Voldemort; esté estaba cada vez más obsesionado con ella, igual o un poco más del que tenía con Harry, pero eso no quitaba que le asustaba de sobremanera pensar en eso.
Severus había notado el cambio de actitud de la chica y empezó a preocuparse. Pero no tenía manera de saberlo porque casi siempre sólo iba a su estudio por un libro y regresaba a su cuarto a encerrarse. A pesar de que al día siguiente de su llegada, Fawkes le había llevado sus cosas, la chica seguía usando la ropa que él le dio.
Unos días antes de que se fuera al cuartel de la Orden para celebrar la Navidad, Severus se dispuso a encontrar un regalo especial para ella. Había ido al Callejón Diagon para buscarlo y en el camino —para su disgusto— se encontró con Dumbledore.
— ¡Muchachos! Que gusto encontrarte aquí
—Lástima que no puedo decir lo mismo —murmuró el profesor
— ¿Dijiste algo?
—No. Nada
— ¿Y qué te trae por aquí? ¿Acaso buscas algún regalo para Navidad?
Severus no le hizo caso y siguió con su camino, pero a su lado iba el director. Siguió mirando por los escaparates y aun no sabía que podía regalarle a la chica. Dumbledore no le quitaba la mirada de encima y eso lo estaba molestando demasiado.
— ¿Podrías por favor dejar de mirarme así?
—Solamente quiero saber qué es lo que piensas comprar.
— ¡No lo sé! ¿Feliz?
—La verdad... No
Severus se frotó el puente de la nariz y siguió mirando las tiendas. Dumbledore al ver su "desesperación", pensó darle un poquito de ayuda.
—Si tu regalo es para Alejandra, te sugiero (si es que no lo ve como algo muy excesivo) que le des una escoba.
Severus se puso tenso pero logró disimular enfrente del director.
—No... No sé de qué hablas. Pero si, hipotéticamente hablando, si fuera para ella ¿por qué una escoba? Ella no juega Quidditch
—A partir del próximo partido, sí
— ¿Cómo? Si se nota que no está interesada en el deporte
—Pues, fue por un pequeño accidente en las pruebas, pero nada de qué preocuparse. Y, creo que le será más emocionante jugarlo que simplemente verlo.
Severus dudo un momento, pero pensó que sería una buena idea, puesto que además no sabía que otra cosa darle. Junto con el director fueron a «Artículos de Calidad para Quidditch» y ahí estuvieron revisando varias escobas por un rato, hasta que Dumbledore encontró una que le llamó la atención.
— ¿Qué te parece esta?
Severus se acercó a revisarla.
—"Saeta Estelar"
—Es el último modelo Saeta —detrás de los profesores llegó un empleado, que no debía de tener más de veinte años—. Este está especialmente diseñado para mujeres, ya que presenta mejores y pulcros detalles diseñado solo para ellas. ¿Alguno pensaba regalárselo a alguien?
Antes de que el pocionista pudiera contestar, el viejo director se le adelanto.
—Así es
«Albus, te voy a... »
—En ese caso, les daré esta. Y no importa si esa mujer es apenas una novata en el deporte, le será muy útil
—Muchas gracias por el dato
Severus no sabía si lanzarle un maleficio al director o hacerle algo a lo muggle por meterse en donde no le llamaban.
El empleado les dio la escoba y al salir, Severus la redujo de tamaño para poder llevarla en el bolsillo sin problema, y obviamente, sin llamar la atención. El viejo director se dio cuenta que su amigo estaba molesto.
— ¿Que te ocurre, muchacho?
— ¿De verdad quieres saber? —Severus sentía que la sien le palpitaba mucho y se contenía de hacerle algo
—Sí, pero si quieres no me lo digas
«Entonces ¿PARA QUÉ RAYOS PREGUNTAS?»
Mientras Severus seguía en el Callejón Diagon, Alex estaba dando una vuelta por el pueblo donde estaba, nunca le había preguntado a Severus donde estaba y es porque más de una vez, le parecía que su profesor le molestaba mucho estar en ese lugar, pero tenía que resignarse a quedarse ahí.
Llegó a una parte del pueblo donde comenzaban a verse varias tiendas y entonces recordó que le faltaba el regalo de Navidad para él. Revisó su monedero y se dio cuenta que todavía tenía algunas libras que podría usar, ya que la mayoría del contenido era oro mágico.
—Ahora la pregunta del millón es ¿qué le puedo dar?
Siguió caminando sin rumbo fijo, hasta que vio un local donde vendían fragancias.
—Tal vez pueda encontrar alguna colonia que le guste —y entró muy decidida
Se puso a mirar en la sección de hombres intentando encontrar alguno que le gustara y fuera acorde a su personalidad.
—Todo se ven bien y también el aroma es exquisito, pero no se cual
— ¿Buscaba algo en especial?
De la nada, apareció junto a ella una vendedora.
—Bueno... yo
—Es para alguien en especial ¿cierto?
—Pues... sí —contestó Alex, algo roja
—Dime como es esa persona y te mostraré alguna de las esencias que tenemos que le pueda gustar
—Bueno, él es algo serio. Pero es una buena persona
La vendedora lo pensó un momento antes de contestar
—Sígame, por favor
La llevo al mostrador y ahí empezó a sacar varios productos. Alex se impresionaba de la variedad que había ya que se veía que eran finos, pero lo que le preocupaba es que abarcaba más de lo que tenía guardado.
—Rayos...
— ¿Ocurre algo, señorita?
—Todos están bien, el problema es que esta fuera de mi presupuesto
— ¿Cuánto tiene?
Alex sacó el dinero y se lo mostró a la vendedora. La chica se impresionó de ver que a Alex le faltaba más de la mitad para poder pagar alguna de las colonias, y se notaba en su cara que estaba desilusionada.
La latina tenía la intención de volver a guardar el dinero, pero la vendedora le hablo:
—Dígame cual es que más le agrado y comenzare a envolvérselo para regalo
—Pero me falta más de la mitad
— ¿Nunca ha escuchado esa frase: "Navidad es la época de los milagros"?
A la chica se ilumino el rostro al escuchar. Escogió una de frasco verde con tapa transparente, salió de la tienda con cautela por si se encontraba a Severus y al ver que está despejado salió del local con una sonrisa.
—Espero que le guste
En la mañana de Nochebuena, Severus y Alex se levantaron temprano para ir a la fiesta de Navidad de la Orden, no se celebraría hasta la noche, pero el director había pedido que la chica llegara en la mañana aunque al día siguiente en la noche tuviera que irse.
Al llegar, sus amigos la recibieron muy felices, y por lo que Alex pudo notar, con alivio.
—Chicos ¿Por qué tienen esas caras?
—Es que estábamos preocupados por ti —respondió Hermione—, es que no sabíamos dónde estabas
— ¿Cómo? ¿No les avisaron que he estado con Se... con el profesor Snape?
— ¿QUÉEE?
—Al parecer no
— ¡Alex!
— ¡Xóchitl!
Humana y brije se abrazaron con mucho cariño, felices de verse después de algunos meses. Las dos se separaron un momento para poder mirarse.
—Te extrañe mucho, Xóchitl
—Pues ya somos dos —y se volvieron a abrazar
— ¡Alex!
La chica levanto la mirada y bruscamente se puso roja al ver quien la llamaba
—Sirius
—Me da mucho gusto verte
—Lo mismo digo —la chica desvió la mirada
Severus seguía parado en medio del pasillo mirando todo, entonces sin poder evitarlo, comenzó a ponerse celoso pero no dijo nada para no levantar sospechas. Durante toda la mañana los chicos ayudaron a los adultos a decorar la casa (aunque algunos de ellos seguían hablando de algunos "asuntos secretos"). Más de una vez, Alex evitaba a Sirius a toda costa, pero no le duro por mucho. Estaba en el salón de los Black, donde estaba el árbol genealógico colgando algunos adornos cuando sintió una mano sobre su cintura.
—Hasta que finalmente podemos estar a solas, pequeña
— ¡Sirius! —La chica se soltó de su agarre y lo miró a la cara, aunque ella estaba roja—, ¿Qué crees que haces?
—No hice nada malo
—Sirius, por favor
—Alex —el tono del merodeador se puso más seria—, ese día en Hogsmeade quería decirte algo importante
—Y... ¿Qué es?
El merodeador iba a decir algo, lo pensó un momento mirando al techo cuando en su rostro se dibujo una sonrisa de triunfo. Alex levantó la mirada y se puso roja bruscamente por lo que vio sobre sus cabezas.
—Muérdago... Sirius, yo... —pero no pudo decir nada, porque el hombre la tomó de la barbilla y la beso con delicadeza
Alex se quedo petrificada igual que la primera vez, pero con la diferencia de que Sirius llevó las manos de la chica hacia su cuello mientras que él la tomaba de la cintura, provocando que Alex se pusiera más tensa. Entonces se abrió la puerta del salón y los dos miraron, Alex sintió que se le paraba el corazón al ver quién era.
—Lamento interrumpirles
—Severus
El profesor sujetaba el picaporte con fuerza y sentía un nudo en la garganta. Alex puso notar eso y que los ojos se Severus se ponían brillosos ¿acaso estaba a punto de...?
—Deberías de tocar antes de entrar ¿No crees?
—Sirius
—Tienes razón Black. Con su permiso, me retiro —y cerró la puerta detrás de él
—De verdad odio cuando Quejicus se mete en donde no lo llaman. Entonces ¿en qué nos quedamos?
Alex reaccionó y se alejó un poco de él.
—Alex ¿Qué te sucede?
—Lo siento mucho Sirius, pero no puedo
— ¿Qué cosa?
—Corresponderte. Ya entendí lo que sientes por mí y me parece tierno... pero no puedo
Alex miraba al merodeador con lágrimas en los ojos. Era la segunda vez que Severus la veía con Sirius de esa manera y esta vez le rompió el corazón. Sirius se sorprendió bastante al escuchar esa declaración y trató de acercarse a ella pero la chica volvió a alejarse.
—Entonces ¿a quién amas?
—No puedo decírtelo
— ¿Por qué no?
— ¡Por que harás un escándalo e iras a golpearlo!
—No puedes ser... ¿amas a... Quejicus?
Alex solo se quedo calla y eso fue respuesta suficiente para él. No podía ser, era la segunda vez que esa serpiente le arrebata a la persona que más amaba. Sirius dio media vuelta y salió de ahí furioso.
— ¡Sirius! —la chica salió tras él y alcanzo a ver que se dirigía hacia su dormitorio.
Escucho cuando el hombre se encerró en el lugar y comenzó a tocar la puerta.
—Sirius, ábreme por favor. Necesitamos hablar
—No hay nada de qué hablar. ¿Por qué mejor no te vas a buscar al bastardo ese?
— ¡Sirius por favor, sal! ¡Hablemos como gente civilizada!
— ¡Ya te dije que no hay nada de qué hablar! ¡AHORA LÁRGATE!
Alex sintió las lagrimas correr por sus mejillas. No le dolía el hecho de no correspóndele a Sirius, lo que le dolía es que él se rehusara al hablar con ella —y por lo que pudo ver— perder su amistad. Le dio una fuerte patada a la puerta.
— ¡TE ODIO, SIRIUS, TE ODIO! —y se fue de ahí
Bajo hasta el salón y vio que en el pasillo estaba Harry, Xóchitl y los demás.
—Alex ¿Qué fueron esos gritos? ¿Qué pasó? —preguntó la loba
La chica no respondió, solo se fue a encerrar al salón.
—Alex —Harry se acerco, pero no podía abrir la puerta—. ¡Alex, ábreme!
— ¡Déjenme sola!
—Pero...
— ¡LÁRGUENSE!
Los demás se preocuparon bastante pero no tuvieron otra opción más que irse y dejarla sola. Estaba echada en el sillón bocabajo, cubriéndose el rostro con una almohada tratando de amortiguar un poco su llanto. Primero Severus y ahora Sirius ¿a quién más podía perder? Pasó gran parte de la mañana llorando hasta que ya no pudo más y poco a poco se fue quedando dormida.
Severus se sentía realmente destrozado. Pensó que estas fechas, podría finalmente confesarle sus sentimientos, pero al verla besándose con Black le hizo ver lo tonto que era ¿Cómo es que había llegado a pensar que una chica como ella se fijaría en un bastardo como él? Black tampoco era un buen partido porque era un fugitivo de la ley, pero de ahí en fuera, era mucho mejor que él.
Después de dar una vuelta caminando para calmarse un poco, regresó al Grimmauld Place para la estúpida fiesta de Navidad, cuando llegó y entró a la cocina le sorprendió ver que el ambiente estaba algo triste.
—Lupin ¿Qué es lo que pasa?
Remus lo miró y con un gesto le indicó que era mejor salir de la cocina.
— ¿Ya me dirás que sucede?
—No se los detalles, pero al parecer Sirius y Alex discutieron
— ¿Qué?
—Solo sabemos que ellos estaban en el salón, de pronto Sirius salió muy enojado y se fue a encerrar a su dormitorio. Alex salió tras él gritando que necesitaban hablar pero Sirius la echo gritándole que se largara. Entonces ella se fue a encerrar al salón a llorar y desde entonces ninguno ha salido.
Severus no sabía que pensar, solamente quería que Alex se sintiera mejor, dejando confundido y sorprendido a Remus, subió corriendo las escaleras y llegó hasta el salón. Tocó la puerta pero la chica no le contesto, sacó su varita para abrir la puerta y al entrar la vio acostada en el sillón; se acerco a ella y le acarició un poco la mejilla, pero ese tacto hizo que ella se despertara sobresaltada.
— ¡Severus!
— ¿Ya estas mejor?
Alex solamente sintió que las lágrimas iban a volver a correrle y entonces se puso de pie apartando a Severus de un empujón y se fue por la chimenea.
— ¡Alex!
—Severus ¿Qué pasó?
Remus entró al salón, seguido por Xóchitl
—Solamente se despertó, me vio y se fue por la Red Flu
— ¿Qué dijiste? —preguntó incrédula Xóchitl—. Pero ¿adónde podría haberse ido?
El pocionista tuvo una idea de dónde estaría. Se acercó a la chimenea y también desapareció por ella. Llegó a la sala de su casa en la Hiladera y corrió directamente a la habitación de la chica, pero no estaba. La siguió buscando por toda la casa hasta que se dio cuenta de que la puerta principal estaba entreabierta. Estaba lloviendo en ese lugar, pero no le importaba, salió de la casa buscando a la chica con desesperación hasta que llegó al bosquecillo que estaba junto a su casa y la vio parada junto al río, alcanzó a escuchar que estaba llorando.
Comenzó a acercarse con cautela, pero cuando ya estaba a un metro de ella piso una rama haciendo que la chica se diera cuenta de su presencia.
—Déjame en paz, Severus
—No lo hare
— ¡Déjame!
Alex tenía la intención de cruzar el río pero Severus la sujetó de la muñeca dándole la vuelta para que lo mirara.
— ¡Suéltame!
— ¡Olvídalo!
Con la mano libre le golpeaba el pecho para que la dejara, pero el pocionista no lo hizo, el llanto de Alex se hacía cada vez mas fuerte haciendo que dejara de pegarle y recostara su rostro en su pecho a llorar. Severus la soltó y la rodeó con sus brazos para transmitirle calma. Los dos seguían bajo la lluvia pero no les importo.
Cuando Alex finalmente se calmo, levantó la mirada hacia el hombre.
— ¿Por qué me seguiste?
—Estaba preocupado por ti. Y la verdad me sorprende que en víspera de Navidad te pelearas con tu novio Black
Alex bajo la mirada pero no aparto su cabeza del pecho del adulto.
—Sirius y no somos novios. Creo que ya ni amigos
El profesor se sorprendió al escuchar eso.
— ¿Por qué?
—No fue porque no le correspondo, sino porque se entero de quien es la persona que más amo
— ¿Puedo saber quién es?
Alex se apartó de su lado y se alejó un poco de él.
—No tiene caso que lo sepas, sé que no soy correspondida
— ¿Por qué lo dices? ¿Ya se lo dijiste?
—No, no he tenido el valor de decírselo
— ¿Por qué no?
—Porque sé que él no me corresponde. Él es un hombre hecho y derecho y sé que no se fijaría en una niña como yo. Además de que él es mi profesor y yo soy su alumna
—Alex...
—Lo que trato de decirte es que... —levantó su rostro y estaba roja—. ¡Severus tu eres esa persona a quien amo!
Severus no daba crédito a lo que la chica le decía. Entonces, al final de cuentas si lo amaba.
—Se que tu no sientes lo mismo por mí, porque como te dije, tu eres un hombre y yo soy una niña además que eres mi profesor y yo solamente tu alumna. Y tú te mereces a...
No puso continuar porque Severus la tomó del mentón y le dio un tierno beso. Alex se quedo en shock ¿eso significaba que él también...? Ya no pensó en nada más porque comenzó a responder al beso. Cerró sus ojos y pasó sus manos por el cuello del hombre y Severus posó sus manos en la cintura de la chica; sus labios se amoldaban a la perfección con los del otro, el beso estaba lleno de sentimientos encontrados y correspondidos. Solamente se separaban un momento para tomar aire y volverse a besar. Después de unos minutos, rompieron el beso y se miraron a los ojos.
—Severus...
—Pequeña, yo también te amo. No te dije nada porque yo pensaba lo mismo, además de que te vi con Black y... —Alex le dio un pequeño beso para callarlo—. Eso da por estancado ese tema ¿cierto?
La chica simplemente asintió.
—Te amo, Severus
—Y yo a ti, mi pequeña
Siguiendo besándose bajo la lluvia, dando inicio a su amor. Esa sin lugar a dudas, era la mejor Navidad que ambos pudieron tener.
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