Inicio Cuarto Año en Hogwarts
Alex estaba plácidamente dormida cuando de repente la despertó el Sr. Weasley. Lo veía medio borroso porque no traía sus lentes puestos, pero logró distinguir que en la cara del hombre pánico; entonces se percató de unos gritos que parecían provenir fuera de la tienda y uno que otro chorro de luz, eran hechizos.
-¿Qué sucede, papá? -preguntó Ginny, todavía medio adormilada
-¡Todas, levántense rápido! -indicó el Sr. Weasley-. Soto tomen un abrigo y sus varitas, y salgan rápido de la tienda.
Las chicas se levantaron rápidamente. Alex se puso sus tenis y una sudadera azul marina sobre su pijama (una camiseta de tirantes blanca con negro en los bordes y decía con letras negras "Being cute is not a crime" y un short a rayas blanco y negro). Tomó su varita y estaba por salir cuando notó que alguien más faltaba.
-¡Xóchitl!
La loba seguía profundamente dormida; por lo general, cuando Xóchitl estaba realmente cansada, era de sueño pesado. Alex se le acercó y, conociendo a la loba y lo difícil que era despertarla, la tomó de la cola y la sacó a arrastras de la tienda. La buena noticia es que sirvió para despertarla.
-¡Oye! ¿Qué te pasa?
-Hay problemas ¡vámonos!
Xóchitl se incorporó, y siguiendo a Hermione y Ginny, salieron de la tienda. A la luz de los escasos fuegos que aún ardían, pudieron ver gente que corría hacia el bosque, huyendo de algo que se acercaba detrás, por el campo, algo que emitía extraños destellos de luz y hacía un ruido como de disparos de pistola. Llegaban hasta ellos abucheos escandalosos, carcajadas estridentes y gritos de borrachos. A continuación, apareció una fuerte luz de color verde que iluminó la escena.
A través del campo marchaba una multitud de magos, que iban muy apretados y se movían todos juntos apuntando hacia arriba con las varitas. Las chicas entornaron los ojos para distinguirlos mejor. Parecía que no tuvieran rostro, pero luego comprendieron que iban tapados con capuchas y máscaras. Por encima de ellos, en lo alto, flotando en medio del aire, había cuatro figuras que se debatían y contorsionaban adoptando formas grotescas. Era como si los magos enmascarados que iban por el campo fueran titiriteros y los que flotaban en el aire fueran sus marionetas, manejadas mediante hilos invisibles que surgían de las varitas. Dos de las figuras eran muy pequeñas.
Al grupo se iban juntando otros magos, que reían y apuntaban también con sus varitas a las figuras del aire. La marcha de la multitud arrollaba las tiendas de campaña. En una o dos ocasiones, las chicas vieron a alguno de los que marchaban destruir con un rayo originado en su varita alguna tienda que le estorbaba el paso. Varias se prendieron. El griterío iba en aumento. Las personas que flotaban en el aire resultaron repentinamente iluminadas al pasar por encima de una tienda de campaña que estaba en llamas, y las chicas reconocieron a una de ellas: era el señor Roberts, el gerente del camping. Los otros tres bien podían ser su mujer y sus hijos. Con la varita, uno de los de la multitud hizo girar a la señora Roberts hasta que quedó cabeza abajo: su camisón cayó entonces para revelar unas grandes bragas. Ella hizo lo que pudo para taparse mientras la multitud, abajo, chillaba y abucheaba alegremente.
-¡Que horror! -exclamó Hermione, tapándose la boca con las manos
-¿Quiénes son esos sujetos? ¿Por qué están haciendo esto? -preguntó Alex
Ginny iba a contestar cuando vieron salir de la tienda de los chicos a sus hermanos y Harry. El Sr. Weasley les indicó a los menores que se fueran al bosque mientras que él, Bill, Charlie y Percy iban a ayudar a los del Ministerio; todos obedecieron y salieron corriendo hacia el bosque, los gemelos se encargaban de Ginny mientras que Alex y sus amigos les pisaban los talones.
Siguieron corriendo hasta que el grupo fue divido por culpa de la multitud; el cuarteto y Xóchitl lograron salir de la muchedumbre pero por desgracia, perdieron de vista a los gemelos y a Ginny. Todos comenzaron a gritarles pero por el escándalo no sabían se podían escucharlos o no. Siguieron corriendo hasta que Ron se tropezó con la rama de un árbol y escucharon una voz que arrastraba las palabras detrás de ellos.
Los cinco se volvieron con brusquedad. Draco Malfoy estaba solo, cerca de ellos, apoyado tranquilamente en un árbol. Tenía los brazos cruzados y parecía que había estado contemplando todo lo sucedido desde un hueco entre los árboles.
-¿Por qué no te vas a joder a otro lado, Malfoy?
-Cuida esa lengua, Weasley —le respondió Malfoy, con un brillo en los ojos—. ¿No sería mejor que echaran a correr? No les gustaría que las vieran, supongo...
Señaló a Hermione y a Alex con un gesto de la cabeza, al mismo tiempo que desde el camping llegaba un sonido como de una bomba y un destello de luz verde iluminaba por un momento los árboles que había a su alrededor.
-¿Qué quieres decir? —le preguntó Hermione desafiante.
-Que van detrás de los muggles, Granger —explicó Malfoy—. ¿Quieres ir por el aire enseñando las bragas? No tienes más que darte una vuelta... Vienen hacia aquí, y les divertiría muchísimo.
-¡Hermione y Alex son brujas! —exclamó Harry.
-Sigue tu camino, Potter —dijo Malfoy sonriendo maliciosamente—. Pero si crees que no pueden distinguir a un par de Sangre Sucias, quédate aquí.
-¡Te voy a lavar la boca! —gritó Ron. Todos los presentes sabían que sangre sucia era una denominación muy ofensiva para referirse a un mago o bruja que tenía padres muggles.
-No importa, Ron —dijo Hermione rápidamente, agarrándolo del brazo para impedirle que se acercara a Malfoy.
Desde el otro lado de los árboles llegó otra explosión, más fuerte que cualquiera de las anteriores. Cerca de ellos gritaron algunas personas. Malfoy soltó una risita.
-Qué fácil es asustarlos, ¿verdad? —dijo con calma—. Supongo que papá les dijo que se escondieran. ¿Qué pretende? ¿Rescatar a los muggles?
-¿Dónde están tus padres? —preguntó Harry, a quien le hervía la sangre—. Tendrán una máscara puesta, ¿no?
Malfoy se volvió hacia Harry, sin dejar de sonreír.
-Bueno, si así fuera, me temo que no te lo diría, Potter.
-Venga, vámonos —los apremió Hermione, arrojándole a Malfoy una mirada de asco—. Tenemos que buscar a los otros.
-Mantén agachada tu cabezota, Granger —dijo Malfoy con desprecio-. Pero en especial tu, Macías
-¿Por qué lo dices, Malfoy?
El rubio solo se encogió de hombros, haciendo enfurecer más a los chicos
-Vámonos —repitió Hermione, y entre ella y Alex, arrastraron a Ron y a Harry de nuevo al camino.
-¿Qué crees que haya querido decir con eso? -preguntó Xóchitl a Alex
-Yo que sé
-¡Les apuesto lo que quieran a que su padre es uno de los enmascarados! —exclamó Ron, furioso.
-¡Bueno, con un poco de suerte, el Ministerio lo atrapará! —repuso Hermione enfáticamente—. ¿Dónde están los otros?
-La pregunta del millón -contestó sarcásticamente Alex
Un grupo de adolescentes en pijama discutía a voces, un poco apartados del camino. Al ver a Harry, Ron, Hermione, Alex y Xóchitl, una muchacha de pelo espeso y rizado se volvió y les preguntó rápidamente:
-Où est Madame Maxime? Nous l'avons perdue...
-Eh... ¿qué? —preguntó Ron.
-¡Oh...!
La muchacha que acababa de hablar le dio la espalda, y, cuando reemprendieron la marcha, la oyeron decir claramente:
-«Ogwarts.»
-Beauxbatons —murmuró Hermione.
-¿Cómo? —dijo Harry.
-Que deben de ser de Beauxbatons —susurró Hermione—. Ya saben: la Academia de Magia Beauxbatons... He leído algunas cosas sobre ella en Evaluación de la educación mágica en Europa.
-Ah... Ya... —respondió Harry.
-¿Podríamos dejar esta conversación para después? -sugirió Alex-. Debemos de encontrar a los demás.
Las cosas no les podrían ir de mal en peor. Cuando los chicos sacaron sus varitas para iluminar el camino, resultó que Harry había perdido la suya. Vieron a la elfina del Sr. Crouch, y les pareció muy extraño la manera en como la elfina caminaba, como si algo la sujetara por la espalda.
Siguieron con su camino adentrándose más en el bosque, hasta que de pronto escucharon voces; al principio pensaron que los magos que atacaban el campamento pero solo eran unos chicos tratando de coquetear con unas veelas. Las chicas tuvieron que sacar a jalones de ahí a los chicos porque estaban casi babeando por ellas.
Siguieron caminando por un largo rato hasta que de repente Xóchitl se paró en seco.
-Xóchitl ¿Qué tienes? -preguntó Alex
La loba no contestó, parecía como si tratara de localizar a algo... o a alguien. Apunto su cara a un lado del camino y se posiciono como si quisiera atacar a alguien. Alex se le acercó y se posicionó junto a ella.
-¿Qué pasa?
-Hay alguien aquí, y no es del Ministerio
-¿Crees que sea un mago tenebroso?
-Eso creo
Las dos se miraron y luego a sus amigos. Sus amigos se les quedaron viendo sin entender; Alex los miró y llevándose el dedo índice a los labios les indico que no hicieron ruido. Estaban apunto de acercarse al extraño cuando alcanzaron a ver que esa persona levantaba el brazo y apuntaba con su varita hacia el cielo.
-¡MOSMORDRE!
Algo grande, verde y brillante salió de la oscuridad que los ojos de las chicas habían intentado penetrar en vano, y se levantó hacia el cielo por encima de las copas de los árboles.
-¿Qué...? —exclamó Ron, mirando hacia arriba.
Durante una fracción de segundo, los chicos creyeron que aquello era otra formación de leprechauns. Luego comprendieron que se trataba de una calavera de tamaño colosal, compuesto de lo que parecían estrellas de color esmeralda y con una lengua en forma de serpiente que le salía de la boca. Mientras miraban, la imagen se alzaba más y más, resplandeciendo en una bruma de humo verdoso, estampada en el cielo negro como si se tratara de una nueva constelación.
-¿Qué rayos es eso? -preguntó Xóchitl, caminando de regreso hacia sus amigos
-No sé, pero me da mala espina -contestó Alex
De pronto, el bosque se llenó de gritos. Harry y las chicas no comprendían por qué, pero la única causa posible era la repentina aparición de la calavera, que ya se había elevado lo suficiente para iluminar el bosque entero como un horrendo anuncio de neón. Buscaron en la oscuridad a la persona que había hecho aparecer la calavera, pero no vieron a nadie.
-¿Quién está ahí? —gritó Harry.
-¡Harry, vamos, muévete! —Hermione lo había agarrado por la parte de atrás de la chaqueta, y tiraba de él.
-¿Qué pasa? —preguntó Harry, sobresaltándose al ver la cara de ella tan pálida y aterrorizada.
-¡Es la Marca Tenebrosa, Harry! —Gimió Hermione, tirando de él con toda su fuerza—. ¡El signo de Quien-tú-sabes!
-¿El de Voldemort?
-¡Vamos, Harry!
-Pero... ¿Qué hace la marca de Voldemort aquí? -preguntó Alex, confundida
-No sé, pero es mejor que nos vayamos -insistió Hermione
Los chicos siguieron con su camino, pero de pronto alguien les habían lanzado varios hechizos aturdidores y de no ser porque Xóchitl se había dado cuenta antes, los habrían alcanzado. Resultó que eran magos del Ministerio en compañía del Sr. Weasley; el Sr. Crouch y el Sr. Diggory aparecieron y comenzaron a interrogar a los chicos sobre la Marca Tenebrosa.
Entre los cinco, les explicaron lo que había pasado. Cuando llegaron a la parte donde les mencionaban que habían visto a una persona entre los árboles, el Sr. Crouch fue a investigar pero no encontró a nadie, más que a su elfina domestica.
El Sr. Crouch se altero al verla, a Alex y Xóchitl les pareció que Crouch buscaba a alguien mas; el Sr. Diggory la estuvo interrogando, la habían encontrado con la varita de Harry y la cuestionaban ante la aparición de la Marca Tenebroso. La pequeña criatura no sabia que decir, y al no saber que más hacer el Sr. Crouch decido "liberar" a su elfina; Winky se altero mucho al escuchar eso, los chicos trataron de defenderla pero fue en vano.
El Sr. Weasley se llevó a los chicos de ahí de regreso a la tienda pero ninguno de los cinco pudo evitar sentir pena por la elfina. Al llegar a la tienda se alegraron de que los demás estuvieran sanos y salvo; les contaron. A todos les pareció entre sorprendente, aterrador y extraño que después de trece años la Marca Tenebrosa volviera a aparecer, ya que solo aparecía después de que los mortífagos atacaban o mataban.
-¿Mor... que? -pregunto Alex, confundida
-¿Qué son los mortífagos? -pregunto Harry
-Así es como se llaman a sí mismo a los partidarios de Quien-ustedes-saben -explico Bill-. Cero que esta noche hemos visto a los que se salvaron de Azkaban
Siguieron dándole vueltas hasta que el Sr. Weasley decidió que era mejor descansar un poco para poder regresar a casa a primeras horas de la mañana; pero no eran los únicos que quisieron irse de inmediato, les costó mucho irse pero al final lograron regresar.
La Sra. Weasley los estaba esperando en la entrada muy preocupada, los recibió llorando de alegría y todos entraron a la Madriguera. Ya en El Profeta hablaban de lo que había pasado en el Mundial; Harry esperaba que Hedwig regresara para poder contarle a Sirius lo que había pasado en el Mundial, pero la lechuza todavía no volvía.
Lo que quedaban de las vacaciones fue un total caos; el Sr. Weasley y Percy iban a la oficina y, junto a otros funcionarios del Ministerio, trataban de arreglar el desastre y el terror que provocaron los Mortífagos en el Mundial; Harry aún no recibía noticias de Sirius y comenzaba a preocuparse ¿y sí lo habían capturado? Sus amigos le estuvieron insistiendo que no se preocupara, que si ya lo hubieran atrapado, la noticia aparecería en El Profeta.
Los chicos comenzaron a alistar sus cosas para el regreso a Hogwarts y entre sus cosas los chicos encontraron algo que les llamo mucho la atención; unas túnicas de gala, la de Harry estaba decente, era verde botella; pero la de Ron... parecía un vestido, pero uno muy viejo y lleno de feas costuras en el cuello y las mangas.
El día de regreso a Hogwarts, el Sr. Diggory apareció en la chimenea (bueno, solo la cabeza) buscando al Sr. Weasley avisándole sobre una emergencia en el domicilio de un hombre llamado Ojoloco Moody, tal parece que a ese hombre lo atacaron en su casa, pero algunos dicen que solo fue una falsa alarma; el Sr. Weasley se fue corriendo para ayudar a Moody, mientras que su esposa y Bill llevaban a los chicos a King's Cross para regresar a Hogwarts.
Al estar ya en el tren todos fueron a sentarse a diferentes compartimientos. Los cuatro amigos y Xóchitl seguían hablando de lo que había pasado en el Mundial de Quidditch y en la sorpresa que les esperaba en la escuela, cuando de pronto escucharon la voz de Malfoy. Como siempre, el rubio y sus brabucones compinches llegaron a molestarlos hasta que "se aburrieron" y se fueron a molestar a alguien más; Ron estaba hecho una furia, últimamente Malfoy se metía más con él solo por no ser lo que se dice "un mago" como él.
Llegaron a Hogsmeade y vieron que no hacía un buen clima, estaba lloviendo muy fuerte que parecía que les estaban arrogando cubetazos de agua helada. Hermione y los chicos corrieron rápidamente para poder refugiarse en el castillo, pero Alex y Xóchitl la seguían a paso normal; Alex solo se cubría con la capucha del uniforme y Xóchitl repelía el agua con sus poderes.
-Aun no entiendo porque es que te gusta mojarte bajo la lluvia -observó Xóchitl
-No se, solo... me gusta -se defendió Alex
-Si te enfermas no será mi culpa
-No me quieras tanto ¿eh?
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Las mazmorras de Hogwarts seguían calladas y poco iluminadas como siempre, hasta que llegaran los alumnos de Slytherin haciendo su escándalo de siempre. El oscuro profesor de pociones estaba sentado en su sillón verde botella con un vaso de whisky de fuego en la mano y contemplaba las llamas que danzaban tranquilamente en la chimenea; en todo el verano, desde que la empezó a vigilar, no podía quitarse de la cabeza a cierta chica de cabello y ojos castaño oscuro, trataba de no pensar en ella pero se le hacía imposible y cada vez que se daba cuenta de lo que hacía se sonrojaba y sacudía la cabeza con violencia para borrar esos pensamientos.
Se tomó el whisky de un trago y tomó la botella con la intención de servirse otro vaso, pero después con pesar recordó que ese día los alumnos regresaban a la escuela y tenía que estar presentable, y sobre todo, en sus cinco sentidos. Dejó la botella en su lugar y el vaso en la mesa, se acomodó en el sillón, dejando descansar la cabeza en el respaldo; no sabía con exactitud que era lo que sentía en realidad por ella, podría ser cariño pero algo le decía tanto en su corazón como en su mente que era algo más que eso.
Vio el reloj que reposaba en la chimenea, faltaba media hora para que los alumnos llegaran. Se levantó y quitó los hechizos silenciadores que había puesto en la puerta y en la ventana, entonces escuchó la fuerte tormenta que azotaba los terrenos de la escuela. Tomó su capa, y con pesar, salió de sus aposentos encaminándose hacia el Gran Comedor; ahí ya todos los profesores estaban ahí, a excepción de McGonagall, Hagrid y un asiento vacio que dedujo sería el del nuevo profesor de DCAO.
Se sentó como siempre junto al director con los brazos cruzados y sin poder evitar poner su cara de fastidio de siempre. Dumbledore lo notó y dejó escapar un suspiro.
-¿Aún molesto porque no te di el puesto?
-Déjame ver... si -Dumbledore rodó los ojos ante esa confesión-. Y también estoy molesto porque me tienes de niñero de un par de mocosos
-Sabes que con Harry lo haces por...
-Si, si; porque hace trece años lo prometí, lo sé. Pero no entiendo porque a Macías también
-Lo dices como si te molestara
Severus se encogió un poco en su asiento, frunciendo un poco más el entrecejo.
-Que gracioso
Dumbledore dejo escapar una sonrisa inocente
-No me lo vas a negar ¿cierto?
Severus no respondió, solo desvió la mirada hacia el otro lado. Dumbledore tomó esa expresión como un sí. Los alumnos comenzaron a llegar, e inconscientemente, Severus comenzó a buscar con la mirada a Alex. Un minuto... ¿desde cuando la llamaba por su nombre? Cerró sus ojos por un momento y después desvió su mirada hacia el plato sin percatarse de que Dumbledore lo estaba mirando.
Entonces escuchó un alboroto que venía de la entrada del castillo; vieron que los alumnos comenzaron a entrar y que todos estaban totalmente empapados. Algunos ya se habían secado con la ayuda de sus varitas y otros todavía seguían en ese estado; Severus siguió buscando a Alex y entonces se la imaginó con la ropa finamente pegada a su cuerpo a causa del agua y su cabello adhiriéndose a su rostro, dándole un aspecto mas inocente... se sonrojo de sopetón y sacudió la cabeza con brusquedad ¿Por qué rayos estaba pensando en eso? ¡Eso era pervertido lo miraran por donde lo miraran!
Dumbledore seguía mirando al oscuro profesor con una sonrisa traviesa, esta vez no tenía idea de lo que estaba pasando por la cabeza del profesor de pociones pero decidió dejarlo así; de por si el hombre era un gruñón y ahora metiéndose más en su vida, sería hombre muerto. El director posó su vista en la entrada al Gran Comedor.
-¡Vaya! Poppy tendrá mucho trabajo que hacer, con este clima los alumnos si que van a pescar un feo resfrió
-¿Y a mi que me importa?
-Me pregunto sí la Srta. Macías se enfermará o no. Porque si es así, no podrá a asistir a clases aunque el curso este empezando.
-¡Ella no se enfermara, ella es fuerte!
-Es un lindo pensamiento de su tu parte, Severus
El hombre se dio cuenta tarde de lo que dijo y como reprimenda personal, dejo caer bruscamente la cabeza en la mesa.
-Eso debió doler
-Cállate
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Llegaron al castillo y vieron que estaba algo abarrotada la entrada a causa de los alumnos que no avanzaban. Alex y Xóchitl alcanzaron a ver a sus amigos y se les acercaron para averiguar que pasaba.
-¿Qué les pasa? Tapan el tráfico
-Xóchitl...
-Es por culpa de Peeves -contestó Hermione
-Ahora que hizo ese pos...
Alex no pudo terminar la oración porque de pronto le dio de lleno en la cara un globo con agua. Peeves siguió molestando hasta que llegó McGonagall y lo calmó. Entraron al Gran Comedor y enseguida Alex se sintió observada; miro el lugar hasta que su vista fue a parar a la mesa de los profesores. Dumbledore estaba tratando de calmar a Snape, ya que se le veía algo molesto; entonces los dos hombres se percataron de la mirada de la chica y los dos actuaron como si nada.
-Extraño...
La cena comenzó casi con toda normalidad. Desde el verano (en especial con lo que había pasado con Winky, la elfina), Hermione estaba obsesionada con los Elfos Domésticos y en cuanto se enteró que ellos hacían la cena la chica se negó a probar otro bocado. Alex soltó un suspiro y le dio los pasteles de calabaza que le habían sobrado del tren
-Para que al menos no te vayas a dormir con el estomago vacío
Su amiga los aceptó y se los comió. Cuando terminó la cena, Dumbledore iba a hablar cuando de pronto se escucho que las puertas del Gran Comedor se abrieron de golpe dejando pasar a un individuo muy extraño. En la puerta apareció un hombre que se apoyaba en un largo bastón y se cubría con una capa negra de viaje. Todas las cabezas en el Gran Comedor se volvieron para observar al extraño, repentinamente iluminado por el resplandor de un rayo que apareció en el techo. Se bajó la capucha, sacudió una larga melena en parte cana y en parte negra, y caminó hacia la mesa de los profesores.
Un sordo golpe repitió cada uno de sus pasos por el Gran Comedor. Llegó a un extremo de la mesa de los profesores, se volvió a la derecha y fue cojeando pesadamente hacia Dumbledore. El resplandor de otro rayo cruzó el techo. Hermione ahogó un grito.
-No se si tomarlo como algo genial... o escalofriante -comentó Xóchitl
-Creo que es un tanto de las dos -dijo Alex-. Pero más el segundo
Aquella luz había destacado el rostro del hombre, y era un rostro muy diferente de cuantos Alex había visto en su vida. Parecía como labrado en un trozo de madera desgastado por el tiempo y la lluvia, por alguien que no tenía la más leve idea de cómo eran los rostros humanos y que además no era nada habilidoso con el formón. Cada centímetro de la piel parecía una cicatriz. La boca era como un tajo en diagonal, y le faltaba un buen trozo de la nariz. Pero lo que lo hacía verdaderamente terrorífico eran los ojos.
Uno de ellos era pequeño, oscuro y brillante. El otro era grande, redondo como una moneda y de un azul vívido, eléctrico. El ojo azul se movía sin cesar, sin parpadear, girando para arriba y para abajo, a un lado y a otro, completamente independiente del ojo normal... y luego se quedaba en blanco, como si mirara al interior de la cabeza.
El extraño llegó hasta Dumbledore. Le tendió una mano tan toscamente formada como su cara, y Dumbledore la estrechó, murmurando palabras que Alex no consiguió oír. Parecía estar haciéndole preguntas al extraño, que negaba con la cabeza, sin sonreír, y contestaba en voz muy baja. Dumbledore asintió también con la cabeza, y le mostró al hombre el asiento vacío que había a su derecha.
El extraño se sentó y sacudió su melena para apartarse el pelo entrecano de la cara; se acercó un plato de salchichas, lo levantó hacia lo que le quedaba de nariz y lo olfateó. A continuación se sacó del bolsillo una pequeña navaja, pinchó una de las salchichas por un extremo y empezó a comérsela. Su ojo normal estaba fijo en la salchicha, pero el azul seguía yendo de un lado para otro sin descanso, moviéndose en su cuenca, fijándose tanto en el Gran Comedor como en los estudiantes.
Después de que Alastor "Ojoloco" Moody fue presentado Dumbledore hizo un anuncio que hizo que todos los alumnos se emocionaran: Hogwarts sería la sede de un legendario evento llamado El Torneo de los Tres Magos. Comenzó a explicar de qué se trataba y a cada comentario era recibido por algún grito de asombro o expresión de susto.
Las escuelas que participarían junto a Hogwarts serían la Francesa Beauxbatons y la búlgara Durmstrang y que llegarían el 31 de Octubre, Halloween. También les dijo de que consistía el premio (mil galeones) y la regla más importante y rechazada por los alumnos; el limite de edad (de diecisiete en adelante). Después de estos anuncios, los envió a todos a dormir; durante el camino los alumnos solo hablaban del torneo y de lo que harían con el dinero.
Antes de retirarse, Alex miró otra vez la mesa de los profesores pero Snape ya no estaba, soltó un suspiro y siguió a sus amigos hasta la Torre de Gryffindor. No pensaba en el Torneo ni en nada relacionado con la escuela, sino en lo que había estado sintiendo por ese oscuro profesor durante todo el verano, sin sospechar que él también pensaba siempre en ella, incluso desde antes de que la chica acabara su tercer año. Y a diferencia suya que sabía cuales eran sus sentimientos, Severus estaba confundido respecto a sus sentimientos por ella.
¿Empezaría a sentir amor? ¿Los dos podrían corresponderse? Severus se reprendía al pensar en ella y Alex aceptaba la cruda realidad de que nunca tendría ninguna oportunidad con él. Todavía con esa ola de pensamientos y tormenta de sentimientos, los dos se fueron a dormir... o más bien, a intentar dormir.
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