Fin del Quinto año
Estaba agotada y todo su cuerpo le dolía demasiado. Lo último que recordaba era a Voldemort mirándola con odio; sabía que era porque logró librarse de él pero le costó toda su energía. Trato de abrir los ojos pero aun le pesaban los párpados, realmente estaba agotada, por lo que optó por seguir durmiendo.
—Alex...
Alex abrió los ojos y vio que estaba en un lugar oscuro, no se veía nada ni a nadie más. Se miro las manos y se dio cuenta que a pesar de la oscuridad podía verse sin problemas.
—Alex...
Levantó la mirada y volteo hacia todos lados buscando a quien la llamaba.
—¿Quién está ahí?
—Alex...
Miro hacia al frente y sintió unas lagrimas recorrer sus mejillas.
—No puede ser... Sirius...
El merodeador estaba a unos metros de ella sonriéndole y con una mano en el bolsillo de su pantalón, debajo de lo que parecía ser un reflector de luz blanca. La chica sintió más lágrimas rodar por sus mejillas pero no le importo, simplemente comenzó a correr hacia donde se encontraba él.
—¡Sirius!
El merodeador abrió los brazos y Alex aceleró el paso. Ya estando a una metros de él, salto y lo abrazo por la cintura. Sirius la abrazó por los hombros.
—Sirius —Alex lloraba con desesperación—. ¡Lo siento! ¡Fue mi culpa!
—Alex
—Sirius, por mi culpa estas...
—Muerto. Lo sé
Alex dejó de llorar bruscamente y abrió los ojos sorprendida ante lo clamado que se escuchaba. ¿Cómo es que podía tomarse esto a la ligera? Sirius adivinó lo que pensaba la chica, por lo que la tomó de la barbilla con delicadeza y levantó su rostro.
—Esto no fue tu culpa. Voldemort planeó todo, él los engañó a ti y a Harry para que fueran al Ministerio y tomarán la profecía en su lugar.
—Pero además de eso... —nuevas lágrimas comenzaron a salir ya que Alex se sentía realmente mal—. Yo peleé contra Bellatrix y durante la pelea tu... te sacrificaste por mi
—Y lo volvería hacer
—Sirius...
El hombre le limpió las lágrimas con delicadeza. Después tomó su mentón y poco a poco acercó su rostro hasta el de Alex, sus labios se posaron sobre los de ella con delicadeza. Alex estaba paralizada y con los ojos muy abiertos.
«Creo que es lo único que puedo hacer por él después de lo que hizo por mi» cerró los ojos y correspondió el beso.
Como empezó el beso se terminó. Sirius se apartó de ella un poco y vio que la chica seguía con los ojos cerrados. Sonrío y le acaricio un poco el cabello.
—De verdad que Snape tiene suerte de tenerte —Ante la mención de ese nombre, Alex abrió los ojos de golpe. Sirius interpretó su mirada y volvió a acariciarle el cabello mientras le sonreía—. Tranquila, no le estas haciendo nada malo, esto solo fue una despedida.
—Sirius... —El merodeador la soltó y comenzó a alejarse de ella—. ¡Sirius, espera!
El hombre dio media vuelta, Alex vio que su sonrisa aún seguía presente en su rostro.
—Por favor, cuida a Harry y a Remus —le dio la espalda y continuó con su camino
—¡Espera por favor! ¡Sirius!
Abrió los ojos de golpe y se sentó bruscamente. Estaba respirando con dificultad y sudaba frío. En cuanto su respiración se controló un poco, levantó el rostro para ver en donde estaba; era la enfermería de Hogwarts y era de noche.
—¿Qué...?
Miró por todos lados y vio que no era la única. A varias camas de distancia se encontraban sus amigos a excepción de Harry, le sorprendió ver también a Tonks y a Moody. Y hasta el fondo de la enfermería se encontraba Umbridge.
—¿Qué fue lo que...?
—Alex
Mal la chica volteó hacia donde la llamaban, sintió un bulto grande y peludo sobre ella.
—Xóchitl
La loba había estado junto a ella desde lo ocurrido en el Ministerio y no se despegaba de ella ni por un minuto. Xóchitl la abrazó cómo podía con sus patas y lloraba con desesperación.
—Al fin despertaste, estaba muy preocupada
Alex, como pudo, le correspondió el abrazo.
—Pues, ya ves, estoy bien
Las dos se separaron y se sonrieron. Alex bajo una mano y sintió algo junto a ella. La levantó y miro algo aterrada, pero al ver que era —o más bien, quien era— entre que se sorprendió y se alegro de verlo.
—Severus...
—Desde que llegaste al castillo no se ha despegado de ti. Aun ante el asombro de tus amigos y de la Orden
—¿Eh? Y, uh... ¿Cuánto tiempo he estado aquí?
—Bueno... —Xóchitl se paso la pata por detrás de la cabeza, no muy segura de querer decirle la verdad, pero no tenía de otra—. Desde hace tres días
—¿EH? —Alex se tapó la boca con las manos porque había gritado y no quería despertar ni a Severus ni a los demás—. ¿Ellos igual? —preguntó con un tono de voz más bajo
—Sí. De hecho, creo que trasladarán a Tonks y a Moody a San Mungo para que los atiendan, ya que la pelea fue más fuerte de lo que recuerdas
Ante eso, Alex recordó sus últimos momentos con Sirius en ese extraño lugar, y se puso a cavilar un poco en lo sucedido.
«¿Habrá sido eso un sueño... O fue real?»
—¿Estás bien?
—¿Eh? ¡Sí! Sí, estoy bien
Xóchitl la miró un poco desconfiada pero no insistió mas. De pronto, Alex sintió algo tibio en su mano, bajo la mirada y vio que Severus le tomo la mano.
—¿Eh?
—¿Alex?
El profesor había despertado y se estaba despabilando. En cuanto vio que Alex ya están despierta sintió que su corazón daba un gran palpitar en su pecho. De manera impulsiva la brazo y la estrechó con un poco de fuerza hacia él.
—¡Alex, estas bien! Creí que no despertarías
Alex reacciono un poco después, pero abrazó a su profesor con la misma intensidad del abrazo y no pudo evitar llorar. Severus al escucharla, la acurrucó en su pecho y le acariciaba el cabello para calmarla.
—Tranquila pequeña, ya pasó. Estoy aquí, ya no hay nada por qué temer
—Severus... —soltó un sollozo más fuerte—. Tenía mucho miedo, nunca había estado tan aterrada.
—Lo sé, pero ya estas a salvo y eso es lo que importa —Severus la atrajo hacia él con más fuerza y sintió que se le hacia un nudo en la garganta—, pensé que te perdería. Pero aquí estas conmigo, gracias al cielo.
—A quien deberías de darle las gracias es a Sirius
Severus la separó de él un poco, sin darle crédito a sus oídos.
—¿Por qué tendría que hacerlo? —en su voz se notaba celos
—Porque él se sacrificó para salvarme
—¿Qué?
Alex le contó todo lo que había pasado en el Ministerio. Severus y Xóchitl la escuchaban con atención (ya que había cosas que la loba se perdió, a pesar de haber estado ahí). En cuanto Alex terminó, Severus se puso a meditar las cosas.
«Así que le debo una a ese perro.... Vaya ironía. Desde hace años nos peleábamos por la misma mujer y ahora él la defiende con su vida, aun sabiendo que esta conmigo. Y sé que obviamente no lo hizo por mi.»
—¿Severus?
—No pasa nada, estoy bien —volvió a acurrucarla en su pecho y a acariciarle el cabello—, me alegra volver a verte... Mi ruda extravagante.
Alex sonrió ante eso. Esa era una de las maneras con las que Severus se refería a ella cuando vivió con él en el pasado.
—A mi también me da gusto verte, mi serpiente amargada
Severus también sonrió ante eso. La verdad, es que desde que la vio crecer (y lo que paso en la Casa de los Gritos, hace dos años) empezaba a sospechar que la latina era la chica misteriosa que llego y se fue de su vida de manera extraña pero que nunca olvido, y con el relato de la chica, logró confirmarlo.
Todavía era de madrugada, así que Severus convenció a Alex que siguiera durmiendo. La chica le dijo que también durmiera un poco pero él no acepto, por lo que con una sonrisa de resignación se quedo dormida.
«No puedo creer lo que voy a hacer»
El profesor levantó la mirada hacia el cielo, poco convencido de lo que iba hacer.
—Black, sé que siempre hemos tenido nuestros altibajos y que nunca nos agradamos. También sé que la salvaste porque al igual que yo la amabas, pero quiero darte las gracias por salvarla. Y te prometo que haré todo lo que este a mi alcance para protegerla.
De pronto se escucho un ruido cerca de la puerta, Severus se levantó con varita en mano y vio —o le pareció ver— la silueta de un enorme perro negro. Se talló los ojos y al volver a mirar el perro ya no estaba. Severus sonrío de lado ante eso.
—Black, perro pulgoso
Guardó su varita y se volvió a sentar. Miraba a Alex dormir con una sonrisa; pero poco a poco su expresión se fue poniendo más seria y era por lo que había hablado y escuchado decir a Dumbledore el día que Alex, Potter y sus amigos fueron a lo tonto al ministerio para "rescatar" a Black.
FLASHBACK
Severus andaba de un lado a otro en la biblioteca de Grimmauld Place; él también tenía la intención de ir ayudar a la Orden pero Dumbledore no se lo permitió porque tenía que conservar su papel de mortífago, eso a Severus no le interesaba en esos momentos, lo único que quería era ir a rescatar a Alex.
—Estará mejor si no intervienes Severus, si lo haces correrá mayor peligro —fueron las únicas palabras que le dijo el director antes de irse.
Solo puso soportar estar encerrado en el cuartel por diez minutos, bajo corriendo las escaleras hasta la entrada con la intención de irse. Los Weasley trataron de convencerlo de que obedeciera las órdenes de Dumbledore pero él se mostraba reacio. De pronto de la nada apareció una llamada de fuego en el aire de la cual cayo una nota junto a una pluma de fénix a la mitad del pasillo.
—Dumbledore
Severus se apresuró a recogerlo y leerlo.
—¿Qué dice? —preguntó el Sr. Weasley deteniéndose detrás del profesor.
Severus no le hizo caso, sino que estaba concentrado en el contenido de la carta. A casa palabra que leía se aceleraba mas su corazón:
Muchacho:
La Orden y yo pudimos llegar a tiempo a salvar a Harry y a sus amigos, pero lamentablemente perdimos a Sirius (sé que esto no te importara, pero es necesario comunicártelo), otra cosa que debes saber... Es que Alex fue poseída por Voldemort. Tranquilo, ella está bien, esta en la enfermería descansando junto a sus amigos.
Necesito hablar contigo sobre lo que le paso a Alex ahora mismo, es realmente urgente.
Albus Dumbledore
Con esto último hizo que ahora sí sintiera que le daría un paro cardiaco en cualquier momento. ¿Voldemort poseyó a Alex? Ya era muy grave el hecho de que ella fuera su nieta y que ahora en su cuerpo tuviera dos marcas tenebrosas como para que se agregará eso ultimo.
Los señores Weasley seguían preguntándole que había ocurrido, pero el profesor no les hizo caso. Guardo la carta en el bolsillo de su levita y salió corriendo de Grimmauld Place para aparecerse en Hogsmeade y correr hacia el castillo.
Al llegar a la puerta principal vio que Dumbledore ya lo estaba esperando.
—Eso fue rapidez
—Ahora no estoy para juegos. ¿Cómo está Alex?
—Agotada, pero en lo que cabe destacar, ella esta bien
Severus soltó un suspiro de alivio ya que había estado aguantando la respiración por el miedo y la preocupación. Los dos hombres subieron hasta la enfermería; al llegar, Severus se sorprendió de ver a los amigos de Alex —a excepción de Potter— en la enfermería, incluso estaban ahí Nymphadora, Ojoloco y Umbridge.
—¿Qué fue lo que...?
—La pelea en el ministerio fue más peligrosa de lo que pensé. Harry, Alex y sus amigos se enfrentaron a los mortífagos solos
—¿Qué? ¡Albus, por eso te dije que yo tenía que ir!
—Te explique la razón. Ahora, creo que prefieres hablar de la Srta. Macías ¿no?
Severus la busco con la mirada hasta que la encontró del lado izquierdo de la enfermería, a unas cuatro camas de distancia de él.
—¡Alex!
Llegó hasta ella y vio que ella no tenía ninguna herida, estaba dormida (o inconsciente) con un paño húmedo en la cabeza.
—Se pondrá bien. El paño tiene una poción que le ayudará a que recupere fuerzas.
—Pero ¿por qué en la cabeza?
—No tiene heridas físicas, sus heridas son internas. Más que nada en su mente. Al ser poseía por Voldemort, eso hizo que se debilitará mentalmente y esto ayudará a que elimine cualquier rastro de magia oscura. Aunque creo que deberías ser tú el que lo compruebe.
Severus se acercó a Alex y con cuidado le quito el paño de la cabeza. Lo olió con cuidado para saber que poción era.
—Es Poción Purificadora. Sí, será suficiente, pero necesito revisarla para saber que más tiene.
—Haz que lo que creas que sea conveniente
Severus siguió revisando a Alex con varios hechizos (entre ellos alguno que otro oscuro pero con el objetivo de ver como estaba la chica), después de la revisión, empapó el paño con más poción y la puso con cuidado en la cabeza de la chica.
—Esto será suficiente para que se recupere
—Buen hecho, muchacho. Será mejor dejarla descansar, después podrás venir a hacerle compañía ¿Qué te parece?
—Si lo crees conveniente...
Severus salió de la enfermería, no muy convencido. Dio unos cuantos pasos cuando se dio cuenta que Dumbledore no venía tras él.
—Viejo embustero
Regresó sobre sus pasos, estaba por tocar el pomo de la puerta cuando escucho un suspiro de cansancio. Severus tuvo un mal presentimiento de esto, por lo que se coloco detrás de la puerta para poder escuchar.
—De verdad quiero saber porque los inocentes siempre son los que tiene que pagar estas cosas
«Pero ¿qué rayos...? Albus ¿Ahora que esta pasando?»
—Primero; tengo el presentimiento de que tienes una conexión con Voldemort. Segundo; descubro que eres su nieta, y Tercero; Voldemort te poseyó aunque fuera solos unos momentos... —el viejo director hizo una pausa que provoco que los nervios del profesor de pociones se pusieran de punta—. Tengo el presentimiento de que, sí llegara haber una guerra... —parecía que lo que iba a decir el director le quemara al garganta—. no saldrías con vida.
Sentía que se le pararía el corazón en cualquier momento y que por la expresión de su rostro parecería que acabada de ser atacado por el mismo Voldemort.
«No es verdad... lo que dijo Dumbledore no es verdad»
Severus estaba con una mano en la puerta tratando de mantenerse en pie, pero sus pies no pusieron sostenerlo más, cayo de rodillas y tenía la mirada clavada en el suelo. Su pequeña, su Alex... ¿ella mo... ella mo...? Ni siquiera podría pensar en eso, no podía ni quería pensar que podría perder a Alex.
FIN DEL FLASHBACK
El oscuro profesor apretaba los puños con fuerza. ¿Cómo era posible que la vida fuera así de cruel? Al fin que tenía algo por qué luchar, resultaba de que en cualquier momento lo perdería y eso era algo que no iba a permitir, aun si tenía que actuar en contra de Voldemort o del mismo Dumbledore.
Posó una mano en la mejilla de Alex y se la acarició con delicadeza.
—Pequeña, te prometo que nada malo te pasará —de pronto sonrió de lado, recordando algo—, no creas que te espere por mas de veinte años, como tu dices "en balde".
La soltó y comenzó a rebuscar en una bolsa interna de la levita hasta que lo encontró: Una foto de tu quinto año en Hogwarts, era su cumpleaños. Estaba él con una tímida sonrisa y un ligero rubor en las mejillas mirando a la cámara, a su lado —y sujetándolo del brazo— estaba Alex sonriendo abiertamente a la cámara y saludaba con la mano en alto mientras que él, Severus. saludaba tímidamente; los dos estaban enfrente del Lago Negro congelado y bien forrados con su ropa invernal, ya que todavía no eran fechas de clases. Le dio media vuelta a la foto y con la letra de Alex decía: "Cumpleaños de Severus #16".
—Sí que ese día supiste alegrarme el día, a pesar de estar en el castillo.
Recordó como la chica lo había ido a buscar a la entrada de su Sala Común, lo llevó hasta al Gran Comedor a desayunar como siempre e hicieron varias actividades comunes durante a mañana, pero en la tarde lo llevo hasta una sala que nunca había visto en el séptimo piso y ahí vio que la chica le había hecho una fiesta sorpresa (aunque solamente eran ellos dos, Lily y Regulus, el hermano menor de Sirius). Todos hablan olvidado sus diferencias y las preocupaciones de la vida y se divirtieron como nunca, Después lo cuatro habían salido a dar una vuelta por los jardines del castillo y ahí a Lily se le había ocurrido tomarles una foto solamente al festejado y a Alex. Al principio Severus se había negado pero como Alex le puso carita de perrito, él al final accedió.
Severus miró la foto con una sonrisa nostálgica y la volvió a guardar en su levita. Se acercó a Alex, le dio un beso en la mejilla y se fue a sus aposentos a descansar unas horas.
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A la mañana siguiente, Alex se despertó mucho mejor. Sentía que ya sus energías regresaron por completo. Bostezó con ganas y se estiró un poco para desperezarse.
—Gracias al cielo, te vez mucho mejor —dijo Xóchitl, también estirándose un poco
—Buenos días a ti también
La loba sonrió y de su salto se subio a a cama.
—¿Ya te sientes mejor?
—¡Sí! Solamente necesitaba descansar
Xóchitl le sonrío. Se escuchó más movimiento en la enfermería y vieron que Ron y los demás ya estaban despertando
—¡Chicos!
Todos voltearon y sonrieron al ver que la chica ya había despertado por fin. Alex se levantó con cuidado de la cama y se acercó a la de Luna, que era la más cercana.
—¿Todos están bien?
—Sí ¿y tú? —preguntó la rubia
—Ya mejor
De pronto el ambiente se puso un poco tenso y Alex se preocupó un poco.
—Chicos ¿De verdad están bien?
—Pues...
—Luna
La rubia miro a sus amigos y luego a la latina.
—De casualidad... ¿Recuerdas algo después de que Quien-Tú-Sabes te... poseyera?
Alex desvío la mirada un momento e hizo un esfuerzo.
—No... ¿A caso yo... —miro a sus amigos con intensidad— hice algo malo?
—Gracias a Merlín, no —contestó Ginny
—Gracias Dios
Todos estuvieron platicando por un largo rato, ya hasta el mediodía Harry llegó a visitarlos. En cuanto el azabache vio a Alex despierta, decidió confesarle algo que aun no se sentía listo de confesarle a los demás.
—Alex
—¡Ah! Hola Harry ¿Pasa algo?
—¿Puedo hablar contigo... pero a solas?
Todos los presentes se sorprendieron pero no dijeron nada. La latina se levantó de la cama de Luna y siguió a su amigo hasta la salida de la enfermería, al llegar al pasillo Harry se aseguro de que no hubiera moros en la costa.
—Harry ¿Por qué tanto misterio?
—Vengo de hablar con Dumbledore
—¿Qué pasó?
—Me revelo el contenido de la profecia
—¿Cómo? ¿Qué decía?
—Decía: «El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso se acerca... Nacido de los que lo han desafiado tres veces, vendrá al mundo al concluir el séptimo mes... Y el Señor Tenebroso lo señalará como su igual, pero él tendrá un poder que el Señor Tenebroso no conoce... Y uno de los dos deberá morir a manos del otro, pues ninguno de los dos podrá vivir mientras siga el otro con vida... El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso nacerá al concluir el séptimo mes...»
El azabache al terminar espero por la reacción de Alex, la cara de su amiga reflejaba asombro y preocupación en partes iguales.
—Entonces... Eso significa que...
—Que uno de los dos tendrá que matar al otro al final
Los dos guardaron un momento de silencio. Alex no sabía que decirle a su amigo para consolarlo. Lo único que pudo hacer fue tomarle la mano y decirle algunas palabras.
—Harry, sin importar lo que pase. Quiero que se te quede en la cabeza; no estas solo, nos tienes a Xóchitl, a Ron, a Hermione y a mi para todo lo que necesites. No estas solo.
—Gracias Alex
Los dos se fundieron en un abrazo fraterno.
—Oye, hay algo que quiero darte —comenzó a buscar en la bolsa de su pantalón. Al parecer Xóchitl no quiso que le pusieran alguna de las batas de la enfermería, de ahí saco lo que parecía ser una fotografía doblada en cuatro—. Toma, es para ti
El chico lo tomó con un dejo de sorpresa. Comenzó a desdoblarlo y sintió un nudo en la garganta al ver lo que era.
—Esto es...
—Me costo un poco conseguirlo, pero eso si te advierto; no tiene ningún hechizo ni ninguna fotomontaje muggle.
—Alex... —Harry no pudo evitar dejar escapar algunas lágrimas de felicidad—. Gracias
—No es nada
Los dos miraron la fotografía: Eran James y Lily Potter en su quinto año en Hogwarts, en compañía de Sirius y Remus. Los cuatro se veían muy felices y saludaban a la cámara con energía. James intentaba abrazar a Lily por los hombros, pero la pelirroja se lo impedía dandole un codazo en las costillas y Sirius y Remus se reían con ganas.
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En la tarde, Madame Pomfrey les dio de alta a Alex y a los demás, mientras que a los adultos y a Tonks los trasladaron a San Mungo para tratarlos mejor. Ginny, Luna y Neville decidieron regresar a la Sala Común de sus casas mientras que Hermione y los chicos decidieron ir a dar un paseo por el Lago Negro.
—Entonces... ¿Qué quieres hacer? —preguntó Xóchitl a Alex, quien se había quedado parada en vestíbulo.
—Supongo que a pasear en los jardines ¿No?
—Como digas y mandes
Ya estaban por salir, cuando de pronto Malfoy, Crabbe y Goyle salieron por una puerta que había a la derecha y que conducía a la sala común de Slytherin. Las dos se pararon en seco; lo mismo hicieron Malfoy y sus compinches. Lo único que se oía eran los gritos, las risas y los chapoteos provenientes de los jardines, que llegaban hasta el vestíbulo por las puertas abiertas.
Malfoy echó un vistazo a su alrededor (Alex comprendió que quería comprobar si había por allí algún profesor) y luego miró a Alex y dijo en voz baja:
—Estás muerta, Macías.
—Tiene gracia —respondió ella alzando las cejas—. No sabía que los muertos pudieran caminar. A no ser que sea una momia.
Ni Alex ni Xóchitl había visto tan furioso a Malfoy, y la latina sintió una especie de indiferente satisfacción al observar cómo la ira crispaba su pálido y puntiagudo rostro.
—Me las pagarás —contestó Malfoy en un susurro—. Vas a pagar muy caro lo que le has hecho a mi padre.
—Mira cómo tiemblo —respondió Alex con sarcasmo—. Supongo que lo de Lord Voldemort no fue más que un ensayo comparado con lo que nos tienen preparado ustedes tres. ¿Qué pasa? —añadió, pues Malfoy, Crabbe y Goyle se habían encogido al oír a Alex pronunciar aquel nombre—. Es amigo de tu padre, ¿no? No le tendrás miedo, ¿verdad?
—Te crees muy valiente, Macías —replicó Malfoy, y avanzó hacia ella. Crabbe y Goyle lo flanqueaban—. Espera y verás. Ya te atraparé. No puedes enviar a mi padre a la prisión y...
—Eso es precisamente lo que he hecho —lo atajó Alex.
—Los Dementores se han marchado de Azkaban —continuó Malfoy, impasible—. Mi padre y los demás no tardarán en salir de allí.
—Sí, no me extrañaría. Pero al menos ahora todo el mundo sabe que son unos cerdos.
Malfoy se dispuso a coger su varita, pero Alex se le adelantó: había sacado la suya antes de que Draco hubiera metido siquiera los dedos en el bolsillo de su túnica.
—¡Macías! —se oyó entonces por el vestíbulo.
Severus había aparecido por la escalera que conducía hasta su despacho, y, al verlo, Alex se sintió apenada, pero siguió en sus misma posición, con la varita en ristre.
—¿Qué hace, Srta. Macías? —le preguntó el profesor con su habitual frialdad, y se encaminó hacia ellos.
—Intento decidir qué maldición emplear contra Malfoy, señor —contestó Alex con fiereza.
—Guarde inmediatamente esa varita —le ordenó Severus, disimulando su sorpresa por la actitud de la chica—. Diez puntos menos para Gryff... —empezó a decir dirigiendo la vista hacia los gigantescos relojes de arena que había en las paredes, y esbozó una sonrisa burlona—. ¡Ah, veo que ya no queda ningún punto que quitar en el reloj de Gryffindor! En ese caso, Macías, tendremos que...
—¿Añadir unos cuantos?
La profesora McGonagall acababa de subir la escalera de piedra de la entrada del castillo; llevaba un maletín de cuadros escoceses en una mano y con la otra se apoyaba en un bastón, pero por lo demás tenía buen aspecto.
—¡Profesora McGonagall! —exclamó Severus, y fue hacia ella dando grandes zancadas—. ¡Veo que ya ha salido de San Mungo!
—Sí, profesor Snape —repuso ella, y se quitó la capa de viaje—. Estoy como nueva. Ustedes dos, Crabbe, Goyle... —Les hizo señas imperiosas para que se acercaran, y ellos obedecieron, turbados y arrastrando sus grandes pies—. Tomen. —Le puso el maletín en los brazos a Crabbe y la capa a Goyle—. Lleven esto a mi despacho. —Los dos alumnos se dieron la vuelta y subieron la escalera de mármol haciendo mucho ruido—. Muy bien —dijo la profesora McGonagall mientras miraba los relojes de arena de la pared—. Bueno, creo que Potter y sus amigos se merecen cincuenta puntos cada uno por alertar al mundo del regreso de Quien-Ustedes-Saben. ¿Qué opina usted, profesor Snape?
—¿Cómo? —replicó éste, aunque Alex sabía que había oído perfectamente y rodo los ojos. Sabía que solamente actuaba, pero a veces se pasaba un poco de la raya—. Ah, bueno, supongo que...
—Serán cincuenta para Potter, los dos Weasley, Longbottom y las señoritas Granger y Macías —enumeró la profesora McGonagall, y una lluvia de rubíes cayó en la parte inferior del reloj de arena de Gryffindor mientras hablaba—. ¡Ah, y cincuenta para la Srta. Lovegood, se me olvidaba! —añadió, y unos cuantos zafiros cayeron en el reloj de Ravenclaw—. Bueno, creo que usted quería quitarle diez a la Srta. Macías, profesor Snape, de modo que... —Unos cuantos rubíes subieron a la parte superior del reloj, pero quedó una cantidad considerable en la inferior—. Bueno, Srta. Macías, Sr. Malfoy, creo que con un día tan espléndido como el de hoy deberían estar los dos fuera —continuó la profesora McGonagall con decisión.
Malfoy la miró con odio antes de salir a los jardines del castillo, Alex iba a hacer lo mismo, pero la detuvo la voz de Severus.
—No tan rápido, Macías
—¿Sucede algo, Severus?
—Acabo de recordar que tengo algo muy importante que discutir con ella. Venga a mi despacho a solas —ordenó haciendo énfasis en la ultima palabra
A la loba no le hizo gracia pero no tuvo de otra mas que aceptar.
—Si quieres tu ve a dar una vuelta, te veo después
—Esta bien —y salió a los jardines.
McGonagall comenzó a subir los escalones del vestíbulo en dirección a su despacho. Severus y Alex bajaron hasta el despacho del primero, pero en lugar de ahí, se dirigieron hacia los aposentos del mayor. Al llegar, Severus cerró la puerta y vio que Alex se dejo caer en el sillón enfrente de la chimenea.
—¿Se puede saber que pasó allá arriba hace unos momentos con Draco y compañía?
—Antes de que me empieces a regañar, solamente quiero aclararte que yo no empece nada. Malfoy en cuanto me vio quería vengarse por haber enviado a su papi a Azkaban
Severus se acerco hasta el sillón y se sentó a sus lado.
—Eso no me sorprende, me imagino que así estará por un largo tiempo
—Pues eso no es mi culpa
Se hizo un incomodo silencio, el cual fue roto por unos sollozos, Severus bajo la mirada y vio que Alex trataba de contener las lágrimas.
—Aun no te sientes bien
—Estoy bien
Severus la tomó de los hombros y la atrajo hacia él, acurrucándola en su pecho.
—No tienes por qué apenarte. Si necesitas llorar, solo hazlo
Y con esas simples palabras, Alex comenzó a llorar como nunca lo había hecho en su vida. Tardó un largo rato la chica en calmarse, pero al final lo logro. Se incorporo y se seco las lágrimas con la manga de su sudadera.
—Gracias Severus. Lamento molestarte con esto.
—No es ninguna molestia, lo único que quiero es que estés bien
Los dos se acurrucaron mejor en el sillón, estuvieron unos minutos en silencio hasta que Alex lo rompió.
—¿Severus?
—¿Sí?
—¿Tienes planes para este verano?
—No ¿Por qué?
—Bueno, yo...
—Alejandra
—Creo que es la hora de... —la chica trajo saliva antes de hablar— de presentarte a mis padres
Severus se sorprendió con eso último de la chica. Se removió un poco incomodo en el sillón.
—¿Estas... segura de eso? No creo que les vaya a agradar
—No es por desanimarte, pero tienes razón. Pero lo digo porque siento que nada de mi les agrada y contigo no harán ninguna excepción. —la chica subió los pies al sillón y se abrazo las piernas—, desde que entre a Hogwarts, o creo que desde antes, nada de mi les agrada
—No digas eso. Ellos son tus padres y te quieren
La chica levantó el rostro y lo miro con una expresión clara de «¿En serio?»
—Desde que regrese de mi primer año en Hogwarts, me llevan por medio de engaños a hacerme un exorcismo —Eso tomo por sorpresa a Severus más que la declaración anterior—, y estoy segura que cuando regrese harán lo mismo. —Severus iba a preguntarle porque lo hacían, pero Alex le gano—. Ellos son de esos muggles que creen que la magia es algo satánico y piensan que tengo un demonio adentro o algo así; y cada año me llevan a un exorcismo para "sacármelo" pero aun comprobando con sus propios ojos que no es nada de eso, siguen de necios.
—Como sueles decir; eso no me la vi venir
Alex suspiró con fastidio y dejo caer su frente sobre sus rodillas. De la chimenea apareció unas llamaradas verdes que crecían poco a poco y de ahí apareció la cabeza del director.
—Profesor Dumbledore
—Severus. ¡Ah, la Srta. Macías esta contigo! Excelente, de hecho, necesito hablar con ustedes
—Pensé que no se podía usar la Red Flu
—Bueno, ahora que regrese a ser el director, retire todas las vigilancias de estas. Ahora, vengan por favor —y su cabeza desapareció, pero las llamas verdes continuaban
Los dos entraron a la chimenea y rapidamente aparecieron en el despacho del director.
—¿Ahora que se te ofrece?
—Tranquilo muchacho, solamente quería pedirte algo
—¿Y ahora que es?
—Eso sonara algo radical, ya que involucra a los dos
—Dilo de una buena vez
—Quiero que la Srta. Macías pase las vacaciones de verano contigo
3...
2...
1...
—¿EHHH?
Los dos se pusieron rojos a más no poder, se miraron pero desviaron bruscamente la mirada.
—¿Y ahora qué te pasa?
—No sé que habrán pensado lo dos —dijo esto con una sonrisa pícara—, pero esto es una misión de la Orden, ahora no quiero que la vigilen de lejos, sino que ahora este bajo tu custodia. Ahora que todos saben que Voldemort regreso, la chica correrá grave peligro
—Pero yo vivo en el extranjero, no hay ningún problema
—Pero estoy seguro que Voldemort y sus mortífagos ya saben todo sobre ti, por lo que no podemos arriesgarnos.
—Pero... ¿Y mi familia?
—El día que Severus y tu decidan confesarles sobre su relación —los dos se volvieron a poner rojos hasta el cuero cabelludo—, tendrán que decirles la verdad sobre nuestro mundo
—Disculpe profesor, de causalidad ¿Se esta escuchado? Porque esto no va a ser tan fácil como usted cree. Después de que les confiese, bueno... mi relación con Severus harán lo que sea necesario para que no me vaya con él y si se enteran también sobre Voldemort, ya tome por sentado que no regresaré al castillo
—No tenemos otra opción
—¿Por qué? —murmuró Alex, con desesperación
—Ya casi es hora de banquete de Fin de Curso —dijo Dumbledore estancando el tema—, será mejor que los dos bajen de una vez
Los dos se despidieron y salieron del despacho.
Durante el banquete de Fin de Curso, Dumbledore les hablo a todos los presentes acerca de los tiempos difíciles que se avecinaban y que lo primordial ahora era que todos permanecieran unidos y se protegieran unos a otros.
El viaje de regreso a Londres estuvo algo tenso, todos hablaban de lo que harían en las vacaciones y el tiempo en que se tardarían en volver a ver. Ginny les hizo la invitación a Hermione y a Alex de pasar las vacaciones en La Madriguera como siempre, a lo cual la castaña respondió con alegría que iría pero la latina, se tuvo que inventar que pasaría un poco mas de tiempo su familia, por lo que la pelirroja no insistió más. Xóchitl sospechaba que algo tramaba la latina pero le sonsacaría la información después.
Llegaron a la estación y en cuanto Alex vio a sus padres, soltó un suspiro y se acerco a ellos como su se acerca a la guillotina o a cualquier cosa que la condenara a muerte.
«Este será un laaargo verano»
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