El prisionero de Azkaban, revelando al traidor de los Potter
La euforia de haber ganado la copa de Quidditch solo duro una semana porque a medida que se acercaba junio los exámenes comenzaban a echárseles encima y los alumnos tenían que permanecer dentro del castillo haciendo enormes esfuerzos por concentrarse mientras por las ventanas entraban tentadoras ráfagas de aire estival. Incluso se había visto trabajar a Fred y a George Weasley; estaban a punto de obtener el TIMO (Título Indispensable de Magia Ordinaria). Percy se preparaba para el ÉXTASIS (EXámenes Terribles de Alta Sabiduría e Invocaciones Secretas), la titulación más alta que ofrecía Hogwarts. Como Percy quería entrar en el Ministerio de Magia, necesitaba las máximas puntuaciones. Se ponía cada vez más nervioso y castigaba muy severamente a cualquiera que interrumpiera por las tardes el silencio de la sala común. De hecho, las únicas personas que parecían estar más nerviosa que Percy eran Hermione y Rini.
Harry y Ron habían dejado de preguntarles cómo se las apañaban para acudir a la vez a varias clases, pero no pudieron contenerse cuando vieron el calendario de exámenes que tenía cada una. La primera columna indicaba.
El de Hermione:
LUNES
9 en punto: Aritmancia
9 en punto: Transformaciones
Comida
1 en punto: Encantamientos
1 en punto: Runas Antiguas
El de Rini:
LUNES
9 en punto: Transformaciones
Comida
1 en punto: Encantamientos
1 en punto Runas Antiguas
-¿Chicas? —dijo Ron con cautela, porque aquellos días saltaban fácilmente cuando la interrumpían—. Eh... ¿están seguras de que copiaron bien el calendario de exámenes?
-¿Qué? —dijo Hermione bruscamente, cogiendo el calendario y observándolo—. Claro que lo copiamos bien.
-¿Serviría de algo preguntarte cómo van a hacer dos exámenes a la vez? —les dijo Harry.
-No —respondió Rini lacónicamente
-Ahora déjennos repasar, por favor -dijo Hermione-. ¿Han visto mi ejemplar de Numerología y gramática?
-Sí, lo cogí para leer en la cama —dijo Ron en voz muy baja.
Hermione empezó a revolver entre montañas de pergaminos en busca del libro.
Entonces se oyó un leve roce en la ventana. Hedwig entró aleteando, con un sobre fuertemente atenazado en el pico.
-Es de Hagrid —dijo Harry, abriendo el sobre—. La apelación de Buckbeak se ha fijado para el día 6.
-Es el día que terminamos los exámenes —observó Hermione, que seguía buscando el libro de Aritmancia.
-Y tendrá lugar aquí. Vendrá alguien del Ministerio de Magia y un verdugo.
Hermione levantó la vista, sobresaltada.
-¡Traen a un verdugo a la sesión de apelación! Es como si ya estuviera decidido. -exclamó Rini
-Sí, eso parece —dijo Harry pensativo.
-¡No pueden hacerlo! —gritó Ron—. ¡He pasado años leyendo cosas para su defensa! ¡No pueden pasarlo todo por alto!
-¡Eso es una injusticia! -se quejó Xóchitl
Los exámenes comenzaron y los alumnos se mostraban estresados y más cuando salían del examen porque pensaban en los errores que habían cometido. Los alumnos de tercero salieron del examen de Transformaciones el lunes a la hora de la comida, agotados y lívidos, comparando lo que habían hecho y quejándose de la dificultad de los ejercicios, consistentes en transformar una tetera en tortuga.
Después de una comida apresurada, la clase volvió a subir para el examen de Encantamientos. Harry, por los nervios, exageró un poco el suyo, y Ron, que era su pareja en el ejercicio, se echó a reír como un histérico. Tuvieron que llevárselo a un aula vacía y dejarlo allí una hora, hasta que estuvo en condiciones de llevar a cabo el encantamiento. Después de cenar; los alumnos se fueron inmediatamente a sus respectivas salas comunes, pero no a relajarse, sino a repasar Cuidado de Criaturas Mágicas, Pociones y Astronomía.
Hagrid presidió el examen de Cuidado de Criaturas Mágicas, que se celebró la mañana siguiente, con un aire ciertamente preocupado. Parecía tener la cabeza en otra parte. Había llevado un gran cubo de gusarajos al aula, y les dijo que para aprobar tenían que conservar el gusarajo vivo durante una hora. Como los gusarajos vivían mejor si se los dejaba en paz, resultó el examen más sencillo que habían tenido nunca, y además concedió a Harry, a Ron, a Hermione y a Rini (Xóchitl paseaba por el castillo o por los jardines mientras los cuatro amigos hacían sus exámenes) muchas oportunidades de hablar con Hagrid.
-Buckbeakestá algo deprimido —les dijo Hagrid inclinándose un poco, haciendo como que comprobaba que los gusarajos de Harry y Rini seguían vivos—. Ha estado encerrado demasiado tiempo. Pero... en cualquier caso, pasado mañana lo sabremos.
Aquella tarde tuvieron el examen de Pociones: un absoluto desastre. Rini, al sentir a Snape detrás de ella lograba ponerla nerviosa pero ya no tanto como antes; seguía ruborizándose al tenerlo cerca pero ya no se quedaba paralizada o temblaba, seguía moviéndose como antes y gracias a que logro controlarse pudo pasar el examen con un diez.
A media noche, arriba, en la torre más alta, tuvieron el de Astronomía; el miércoles por la mañana el de Historia de la Magia. El miércoles por la tarde tenían el examen de Herbología, en los invernaderos, bajo un sol abrasador. Luego volvieron a la sala común, con la nuca quemada por el sol y deseosos de encontrarse al día siguiente a aquella misma hora, cuando todo hubiera finalizado.
El penúltimo examen, la mañana del jueves, fue el de Defensa Contra las Artes Oscuras. El profesor Lupin había preparado el examen más raro que habían tenido hasta la fecha. Una especie de carrera de obstáculos fuera, al sol, en la que tenían que vadear un profundo estanque de juegos que contenía un grindylow; atravesar una serie de agujeros llenos de gorros rojos; chapotear por entre ciénagas sin prestar oídos a las engañosas indicaciones de un hinkypunk; y meterse dentro del tronco de un árbol para enfrentarse con otro boggart.
-Estupendo, Harry —susurró Lupin, cuando el joven bajó sonriente del tronco—. Nota máxima.
Sonrojado por el éxito, Harry se quedó para ver a Ron y a las chicas. Ron lo hizo muy bien hasta llegar al hinkypunk, que logró confundirlo y que se hundiese en la ciénaga hasta la cintura. Hermione lo hizo perfectamente hasta llegar al árbol del boggart. Después de pasar un minuto dentro del tronco, salió gritando.
-¡Hermione! —dijo Lupin sobresaltado—. ¿Qué ocurre?
-La pro... profesora McGonagall —dijo Hermione con voz entrecortada, señalando al interior del tronco—. Me... ¡me ha dicho que me han suspendido en todo!
Costó un rato tranquilizar a Hermione. Cuando por fin se recuperó, ella, y los chicos vieron a Rini realizando su examen. Al igual que Hermione, logro hacer todo perfectamente pero casi falló cuando llego al árbol del boggart; vio al boggart-Snape desangrando como otras veces y se quedo petrificada por unos momentos en los cuales repaso lo que había visto con Lupin y al final lo entendió. Remus tenía razón al decir que ella quería mucho al temido profesor de pociones, porque el boggart muestra lo que uno realmente le teme y ella tiene miedo de que algo malo le pase, incluso de que llegara a morir, y no pudiera volver a verlo.
Las chicas, Harry y Ron volvieron al castillo. Ron seguía riéndose del boggart de Hermione, pero cuando estaban a punto de reñir, vieron algo al final de las escaleras.
Cornelius Fudge, sudando bajo su capa de rayas, contemplaba desde arriba los terrenos del colegio. Se sobresaltó al ver a Harry. Los chicos le preguntaron sobre el caso de Buckbeak pero al parecer el caso ya estaba resuelto porque también habían traído a un verdugo ¡con un hacha! Tenían que esperar hasta que terminaran los exámenes para poder ir a ver a Hagrid, así que no tuvieron de otra más que esperar.
El último examen de Rini y los chicos era de Adivinación. El último de Hermione, Estudios Muggles. Subieron juntos la escalera de mármol. Hermione los dejó en el primer piso, y Rini y los chicos continuaron hasta el séptimo, donde muchos de su clase estaban sentados en la escalera de caracol que conducía al aula de la profesora Trelawney, repasando en el último minuto.
-Nos va a examinar por separado —les informó Neville, cuando se sentaron a su lado. Tenía Disipar las nieblas del futuro abierto sobre los muslos, por las páginas dedicadas a la bola de cristal—. ¿Alguno ha visto algo alguna vez en la bola de cristal? —preguntó desanimado.
-Nanay —dijo Ron.
Miraba el reloj de vez en cuando. Harry se dio cuenta de que calculaba lo que faltaba para el comienzo de la revisión del caso de Buckbeak. La cola de personas que había fuera del aula se reducía muy despacio. Cada vez que bajaba alguien por la plateada escalera de mano, los demás le preguntaban entre susurros:
-¿Qué te ha preguntado? ¿Qué tal te ha ido?
Pero nadie aclaraba nada.
-¡Me ha dicho que, según la bola de cristal, sufriré un accidente horrible si revelo algo! —chilló Neville, bajando la escalera hacia Harry y Ron, que acababa de llegar al rellano en ese momento.
-Es muy lista —refunfuñó Ron—. Empiezo a pensar que Hermione tenía razón —dijo señalando la trampilla con el dedo—: es una impostora.
-Sí—dijo Harry, mirando su reloj. Eran las dos—. Ojalá se dé prisa.
-Los dos deben calmarse, hay que esperar para poder saber los resultados del caso... solo espero que todo salga bien
Los tres intercambiaron miradas de preocupación hacia el guardabosque y el hipogrifo.
Parvati bajó la escalera rebosante de orgullo.
-Me ha dicho que tengo todas las características de una verdadera vidente —dijo a Rini y a los chicos—. He visto muchísimas cosas... Bueno, que les vaya bien.
Bajó aprisa por la escalera de caracol, hasta llegar junto a Lavender.
-Ronald Weasley —anunció desde arriba la voz conocida y susurrante. Ron hizo un guiño a Harry y subió por la escalera de plata.
Harry y Rini eran los únicos que quedaban por examinarse. Se sentaron en el suelo, con la espalda contra la pared, Rini recargo su cabeza en el hombro de su amigo. Tanto la mente de uno como de otro estaba con Hagrid, al otro lado de los terrenos del colegio.
Por fin, después de unos veinte minutos, los pies grandes de Ron volvieron a aparecer en la escalera.
-¿Qué tal? —le preguntó Harry, levantándose al igual que su amiga.
-Una porquería —dijo Ron—. No conseguía ver nada, así que me inventé algunas cosas. Pero no creo que la haya convencido...
-Nos veremos en la sala común —musitaron los dos cuando la voz de la profesora Trelawney anunció:
-¡Alejandra Macías!
En la sala de la torre hacia más calor que nunca. Las cortinas estaban echadas, el fuego encendido, y el habitual olor mareante hizo toser a Rini mientras avanzaba entre las sillas y las mesas hasta el lugar en que la profesora Trelawney la aguardaba sentada ante una bola grande de cristal.
-Buenos días, querida —dijo suavemente—. Si tuvieras la amabilidad de mirar la bola... Tómate tu tiempo, y luego dime lo que ves dentro de ella...
Rini se inclinó sobre la bola de cristal y miró concentrándose con todas sus fuerzas, buscando algo más que la niebla blanca que se arremolinaba dentro, pero sin encontrarlo.
-¿Y bien? —Le preguntó la profesora Trelawney con delicadeza—. ¿Qué ves?
El calor y el humo aromático que salía del fuego que había a su lado resultaban asfixiantes.
—Eh... —dijo Harry—. Veo...
Estaba por decir algo cuando se pronto comenzó a sentirse extraña. Al principio le pareció que se le había nublado la vista, como si estuviera dentro de la bola de cristal; pero de pronto varías imágenes comenzaron a aparecer ante sus ojos:
Un hipogrifo al galope, el Sauce Boxeador, una silueta alta que parecía era de un hombre; un hombre lobo, un perro, un ciervo y una rata, los dementores y una silueta blanca y brillante.
De pronto, la chica volvió en sí, totalmente confundida y más al levantar la vista y ver a la profesora Trelawney con una expresión de orgullo y le estaba aplaudiendo.
-¡Bravo, mi niña!
-¿Eh?
-¡Acabas de tener una visión, una autentica visión! Sin duda, mi niña, serás una verdadera vidente.
-Eh... gracias, profesora
-Bueno, eso es todo. Puedes retirarte.
-Gracias -tomó su mochila y salió al encuentro de su amigo.
-¿Cómo te fue?
-Harry... allá arriba, durante el examen, vi algo extraño
-¿Qué viste?
-Pues... -le iba a decir cuando escucharon la voz de la profesora.
-¡Harry Potter!
-Rayos...
-Creo que me dirás después
-Bien ¿quieres que te espere?
-No, así esta bien. Será mejor que vayas con Ron, Hermione y Xóchitl a la Sala Común y descanses un poco.
-¿Seguro?
-Sí
-Bueno, al rato nos vemos
Se despidió con un gesto en la mano de su amigo y fue de regreso a la Sala Común. Pero de pronto a mitad del camino otra vez se sintió extraña, otra vez volvió a ver esas imágenes pero esta vez escuchaba una voz potente y áspera:
-Sucederá esta noche. El Señor Tenebroso está solo y sin amigos, abandonado por sus seguidores. Su vasallo ha estado encadenado doce años. Hoy, antes de la medianoche, el vasallo se liberará e irá a reunirse con su amo. El Señor Tenebroso se alzará de nuevo, con la ayuda de su vasallo, más grande y más terrible que nunca. Hoy... antes de la medianoche... el vasallo... irá... a reunirse... con su amo...
Otra vez sintió que volvía en si y se dio cuenta que estaba sudando y que se había quedado arrodillada y sujetándose del alfeizar de la ventana. Con trabajos se puso de pie y entonces escuchó que alguien la llamaba.
-¡Rini!
Se volvió y vio que se trataba de Harry.
-¡Rini! ¿Qué haces aquí? Te dije que no me esperaras.
-No es eso.
-¿Entonces?
Rini le explicó lo que había pasado en su examen y hace unos momentos. Vio que la expresión de Harry no era solo de sorpresa sino también de preocupación.
-¿Harry?
-Tú también
-¿Qué?
-Hay que ir rápido con Ron y los demás ¡Rápido!
-Oye, pero que...
-¡Rápido!
Cinco minutos más tarde pasaban aprisa por entre los troles de seguridad que estaban a la puerta de la torre de Gryffindor. Las palabras de la profesora Trelawney y lo que Rini había visto y escuchado resonaban aún en la cabeza de cada uno. Se cruzaron con muchos que caminaban a zancadas, riendo y bromeando, dirigiéndose hacia los terrenos del colegio y hacia una libertad largamente deseada. Cuando llegaron al retrato y entraron en la sala común, estaba casi desierta. En un rincón, sin embargo, estaban sentados Ron, Hermione y Xóchitl.
-La profesora Trelawney me acaba de decir...
-Y yo acabo de ver...
Pero se detuvieron al fijarse en sus caras.
-Buckbeak ha perdido —dijo Ron con voz débil—. Hagrid acaba de enviar esto.
La nota de Hagrid estaba seca esta vez: no había lágrimas en ella. Pero su mano parecía haber temblado tanto al escribirla que apenas resultaba legible.
Apelación perdida. La ejecución será a la puesta del sol. No se puede hacer nada. No vengan. No quiero que lo vean.
Hagrid
-Tenemos que ir —dijo Harry de inmediato—. ¡No puede estar allí solo, esperando al verdugo!
-Pero es a la puesta del sol —dijo Ron, mirando por la ventana con los ojos empañados—. No nos dejarán salir, y menos a ti, Harry...
Harry se tapó la cabeza con las manos, pensando.
-Si al menos tuviéramos la capa invisible...
-¿Dónde está? —dijo Hermione.
Harry le explicó que la había dejado en el pasadizo, debajo de la estatua de la bruja tuerta cuando regresó de Hogsmeade el día que se burló de Malfoy y compañía enfrente de la Casa de los Gritos.
-... Si Snape me vuelve a ver por allí, me veré en un serio aprieto —concluyó.
-Eso es verdad —dijo Hermione, poniéndose en pie—. Si te ve... ¿Cómo se abre la joroba de la bruja?
-Se le dan unos golpecitos y se dice « ¡Dissendio!» —Explicó Harry—. Pero...
Hermione no aguardó a que terminara la frase; atravesó la sala con decisión, abrió el retrato y se perdió de vista.
-¿Habrá ido a recogerla? —dijo Ron, mirando el punto por donde había desaparecido la muchacha.
Y a eso había ido. Hermione regresó al cuarto de hora, con la capa plateada cuidadosamente doblada y escondida bajo la túnica.
-¡Hermione, no sé qué te pasa últimamente! —dijo Ron, sorprendido—. Primero le pegas a Malfoy, luego te vas de la clase de la profesora Trelawney...
Hermione se sintió halagada.
Después de la cena fueron a ver a Hagrid, Xóchitl se había fundido con Rini para que así solamente los cuatro estuvieran escondidos bajo la capa invisible. Lograron llegar sin problema a la cabaña del guardabosque. Se sorprendieron de ver a Buckbeak adentro de la cabaña. Los cinco intentaron animarlo pero no lo lograron, al menos algo bueno resulto de la visita, Hermione encontró a Scabbers en una jarra. Ron se alegro de verla pero la alegría les duro poco al escuchar los pasos del profesor Dumbledore, Fudge, un viejo del departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas y un verdugo de nombre Macnair.
Hagrid los llevó a la puerta trasera de la cabaña, ya no hubo tiempo para que Xóchitl se fusionara con Rini, por lo que la loba se trepó a su espalda. Los chicos se pusieron la capa y salieron corriendo de ahí. Lentamente, como en trance, Harry, Ron, Hermione, Rini y Xóchitl rodearon silenciosamente la casa. Al llegar al otro lado, la puerta se cerró con un golpe seco.
-Vámonos aprisa, por favor —susurró Hermione—. No puedo seguir aquí, no lo puedo soportar...
Empezaron a subir hacia el castillo. El sol se apresuraba a ocultarse; el cielo se había vuelto de un gris claro teñido de púrpura, pero en el oeste había destellos de rojo rubí.
Ron se detuvo en seco.
-Por favor; Ron —comenzó Hermione.
-Se trata de Scabbers..., quiere salir.
Ron se inclinaba intentando impedir que Scabbers se escapara, pero la rata estaba fuera de sí; chillando como loca, se debatía y trataba de morder a Ron en la mano.
-Scabbers, tonta, soy yo —susurró Ron.
Oyeron abrirse una puerta detrás de ellos y luego voces masculinas.
-¡Por favor; Ron, vámonos, están a punto de hacerlo! —insistió Hermione.
-Ya sé, ¡quédate quieta, Scabbers!
Siguieron caminando; al igual que Hermione, Harry, Rini y Xóchitl procuraban no oír el sordo rumor de las voces que sonaban detrás de ellos. Ron volvió a detenerse.
-No la puedo sujetar... Calla, Scabbers, o nos oirá todo el mundo.
La rata chillaba como loca, pero no lo bastante fuerte para eclipsar los sonidos que llegaban del jardín de Hagrid. Las voces de hombres se mezclaban y se confundían.
Hubo un silencio y luego, sin previo aviso, el inconfundible silbido del hacha rasgando el aire. Hermione se tambaleó.
-¡Ya está! —Susurró a Harry—. ¡No me lo puedo creer; lo han hecho!
-Y luego porque la gente se queja del tipo de gobierno que tiene -se quejó Xóchitl
A los chicos se les quedó la mente en blanco a causa de la impresión. Los cinco se habían quedado paralizados bajo la capa invisible. Los últimos rayos del sol arrojaron una luz sanguinolenta sobre los terrenos, en los que las sombras se dibujaban muy alargadas.
Detrás de ellos oyeron un aullido salvaje.
-¡Hagrid! —susurró Harry. Sin pensar en lo que hacia, fue a darse la vuelta, pero Ron y las chicas lo cogieron por los brazos y el torso.
-No podemos —dijo Ron, blanco como una pared—. Se verá en un problema más serio si se descubre que lo hemos ido a visitar...
Hermione respiraba floja e irregularmente.
-¿Cómo... han podido...? —preguntó jadeando, como si se ahogase—. ¿Cómo han podido?
-Si que están locos -dijo Rini, con el entrecejo fruncido.
-Vamos —dijo Ron, tiritando.
Reemprendieron el camino hacia el castillo, andando muy despacio para no descubrirse. La luz se apagaba. Cuando llegaron a campo abierto, la oscuridad se cernía sobre ellos como un embrujo.
-Scabbers, estate quieta —susurró Ron, llevándose la mano al pecho. La rata se retorcía como loca. Ron se detuvo, obligando a Scabbers a que se metiera del todo en el bolsillo—. ¿Qué te ocurre, tonta? Quédate quieta... ¡AY! ¡Me mordió!
-¡Ron, cállate! —Susurró Hermione—. Fudge se presentará aquí dentro de un minuto...
-No hay manera.
Scabbers estaba aterrorizada. Se retorcía con todas sus fuerzas, intentando soltarse de Ron.
-¿Qué le ocurre?
-Ron, ya calma a tu rata por favor. -pidió Rini
Pero Harry y Xóchitl acababan de ver a Crookshanks acercándose a ellos sigilosamente, arrastrándose y con los grandes ojos amarillos destellando pavorosamente en la oscuridad. Harry y Xóchitl no sabían si el gato los veía o se orientaba por los chillidos de Scabbers.
-¡Crookshanks!—Gimió Hermione—. ¡No, vete, Crookshanks! ¡Vete!
-¿Qué hace ese gato aquí? -pregunto Rini
«Espero que él no este aquí» pensó Xochitl, agarrándose fuerte al cuello de Rini para no caerse.
Pero el gato se acercaba más...
-Scabbers... ¡NO!
Demasiado tarde... La rata escapó por entre los dedos de Ron, se echó al suelo y huyó a toda prisa. De un salto, Crookshanksse lanzó tras el roedor; y antes de que Harry y las chicas pudieran detenerlo, Ron se salió de la capa y se internó en la oscuridad.
-¡Ron! —gimió Hermione.
Ella, Harry, Rini y Xóchitl se miraron y lo siguieron a la carrera. Era imposible correr a toda velocidad debajo de la capa, así que se la quitaron y la llevaron al vuelo, ondeando como un estandarte mientras seguían a Ron y Xóchitl se bajo de la espalda de Rini para poder alcanzar al gato. Oían delante de ellos el ruido de sus pasos y los gritos que dirigía a Crookshanks.
-Aléjate de él..., aléjate... Scabbers, ven aquí...
Oyeron un golpe seco.
-¡Te atrapé! Vete, gato asqueroso.
Harry y las chicas casi chocaron contra Ron. Estaba tendido en el suelo. Scabbers había vuelto a su bolsillo y Ron sujetaba con ambas manos el tembloroso bulto.
-Vamos, Ron, volvamos a cubrirnos —dijo Hermione jadeando—. Dumbledore y el ministro saldrán dentro de un minuto.
Pero antes de que pudieran volver a taparse, antes incluso de que pudieran recuperar el aliento, oyeron los pasos de unas patas gigantes. Algo se acercaba a ellos en la oscuridad: un enorme perro negro de ojos claros.
«Rayos ¿Qué hace él aquí?» pensó Xochitl, colocándose ante Rini para protegerla.
Harry y Rini quisieron coger la varita, pero era ya demasiado tarde. El perro había dado un gran salto y sus patas delanteras le golpearon el pecho a Harry haciendo que cayera de espaldas, con un bulto de pelo. Sintió el cálido aliento del perro, sus dientes de tres centímetros de longitud...
Pero el empujón lo había llevado demasiado lejos. Se apartó rodando. Aturdido, sintiendo como si le hubieran roto las costillas, trató de ponerse en pie; oyó rugir al animal, preparándose para un nuevo ataque.
Rini se fijo mejor en el perro y pudo ver que en su cuello había un listón azul marino.
-No puede ser... ¡Canuto!
El perro volteo y su vista se fijo en la chica y en la brije. El perro se le quedo viendo por un momento hasta que escucho unos movimientos. Ron se levantó. Cuando el perro volvió a saltar contra ellos, Ron empujó a Harry hacia un lado y el perro mordió el brazo estirado de Ron. Harry embistió y agarró al animal por el pelo, pero éste arrastraba a Ron con tanta facilidad como si fuera un muñeco de trapo.
-¡Canuto, basta! ¡DEJALO!
-¿Conoces al perro? -pregunto Harry a Rini, sin poder creérselo
-Pues...
-Luego platican, hay que rescatar a Ron -les recordó Xóchitl.
Ni se movieron cuando algo surgido de no se sabían dónde, golpeó a Harry tan fuerte en la cara que volvió a derribarlo. Oyeron a Hermione chillar de dolor y caer también. Rini y Xóchitl buscaron el origen del golpe pero ellas también sintieron que las golpeaban en la cara y cayeron de espaldas. Harry manoteó en busca de la varita, parpadeando para quitarse la sangre de los ojos.
-¡Lumos! —susurró.
La luz de la varita iluminó un grueso árbol. Habían perseguido a Scabbers hasta el sauce boxeador; y sus ramas crujían como azotadas por un fortísimo viento y oscilaban de atrás adelante para impedir que se aproximaran.
-Esto es perfecto -dijo Xóchitl con sarcasmo, ayudando a Rini a levantarse
Al pie del árbol estaba el perro, arrastrando a Ron y metiéndolo por un hueco que había en las raíces. Ron luchaba denodadamente, pero su cabeza y su torso se estaban perdiendo de vista.
-¡Ron! —gritó Harry, intentando seguirlo, pero una gruesa rama le propinó un golpe y terrible latigazo que lo obligó a retroceder.
Rini y Xóchitl iban detrás de él y en cuanto el sauce le propino el latigazo hizo que el chico chocara con ellas.
Lo único que podían ver ya de Ron era la pierna con la que el muchacho se había enganchado en una rama para impedir que el perro lo arrastrase. Un horrible crujido cortó el aire como un pistoletazo. La pierna de Ron se había roto y el pie desapareció en aquel momento.
-Harry, tenemos que pedir ayuda —gritó Hermione. Ella también sangraba. El sauce le había hecho un corte en el hombro.
-¡No! ¡Este ser es lo bastante grande para comérselo! ¡No tenemos tiempo!
-No conseguiremos pasar sin ayuda.
-Deberíamos preocuparnos del sauce primero -dijo Rini, empujando a sus amigos para que el árbol no los golpeara.
Les costo trabajo poder evadir los ataques del sauce hasta que Crookshanks agarró con sus zarpas un nudo del tronco haciendo que el árbol se hubiera vuelto de piedra.
Las chicas se sorprendieron pero Harry y Xóchitl no, y aprovechando que el árbol estaba petrificado, lograron colarse por el hueco que estaba entre las raíces. El gato se coló primero por el hueco y los chicos y Xóchitl lo siguieron en silencio, sorprendiéndose que ahí adentro había un túnel. Harry se dio cuenta que este túnel solo aparecía en el mapa del merodeador pero no indicaba hasta donde llegaba.
El túnel estaba oscuro, así que Xóchitl se puso enfrente de los chicos y, ante la mirada de sorpresa y horror -a excepción de Rini- se prendió fuego la cola de Xóchitl.
-Buena idea, Xóchitl
-¿Cómo que "buena idea"? -preguntó Harry, incrédulo-. ¡Se acaba de prender fuego en la cola!
-Xóchitl puede controlar los elementos, lo que le permite poder hacer eso sin lastimarse...
-¿Qué? -preguntó Hermione sorprendida
-Xóchitl, puede sentir las vibraciones de la tierra, ¿cierto? -dijo Rini, teniendo una idea
-Creo que ya entendí lo que quieres que haga
-¿Qué cosa? -preguntó Hermione
-Xóchitl podría saber hasta donde llega este túnel -se dirigió a su brije-. A ver, inténtalo
La brije dio un pisotón son sus patas delanteras, sintiendo las vibraciones de la tierra. Estuvo inmóvil por un momento hasta que se volvió hacia los chicos.
-Hay una construcción al final del túnel. Creo que estamos debajo de una casa o algo parecido por que mas a fondo no puedo ver porque creo que lo demás es madera
-Bien hecho, Xóchitl. Hay que darnos prisa
Los cuatro comenzaron a correr hasta que llegaron al final del túnel. Antes de entrar, Xóchitl apago el fuego de su cola y asomó la cabeza primero por una pequeña abertura.
-No hay nadie. Vamos -y entró primero
Harry y las chicas la siguieron, desde hace rato habían perdido de vista al gato pero eso ahora no les importaba. Había una habitación, muy desordenada y llena de polvo. El papel se despegaba de las paredes. El suelo estaba lleno de manchas. Todos los muebles estaban rotos, como si alguien los hubiera destrozado. Las ventanas estaban todas cegadas con maderas.
Harry miró a las chicas, Hermione parecía muy asustada, pero asintió con la cabeza. Rini miraba con cautela el lugar, esperando ver aparecer de repente a Canuto. Todavía tenia una duda en la cabeza ¿Por qué Canuto los había atacado de esa manera?
Harry salió por la abertura mirando a su alrededor. La habitación estaba desierta, pero a la derecha había una puerta abierta que daba a un vestíbulo en sombras.
Hermione se cogió del brazo de Harry. Miraba de un lado a otro con los ojos muy abiertos, observando las ventanas tapadas.
-Harry —susurró—. Creo que estamos en la Casa de los Gritos.
Harry miró a su alrededor. Posó la mirada en una silla de madera que estaba cerca de ellos. Le habían arrancado varios trozos y una pata.
-Eso no lo han hecho los fantasmas —observó.
-Eso es mas que obvio -opinó Rini, tratando de salir
Harry le tendió la mano para ayudarla a salir. Escucharon un crujido venir del piso de arriba, Hermione se agarro fuerte del brazo de Harry y Rini le apretó la mano. Harry miro a sus amigas, las cuales asintieron y comenzaron a adentrarse más en la casa. Entraron en el vestíbulo y subieron las escaleras. Al llegar vieron que solo había una puerta abierta, entraron con cautela y con las varitas en algo.
Crookshanksestaba acostado en una magnífica cama con dosel y colgaduras polvorientas. Ronroneó al verlos. En el suelo, a su lado, sujetándose la pierna que sobresalía en un ángulo anormal, estaba Ron. Harry y las chicas se le acercaron rápidamente.
-¡Ron!, ¿te encuentras bien?
-¿Dónde está el perro?
-No hay perro —gimió Ron. El dolor le hacía apretar los dientes—. Harry, esto es una trampa...
-¿Qué...?
-Él es el perro. Es un animago...
-¿Qué dijiste? -preguntó Rini
Ron miraba por encima del hombro de Harry. Los cuatro se dieron la vuelta. El hombre oculto en las sombras cerró la puerta tras ellos.
Una masa de pelo sucio y revuelto le caía hasta los codos. Si no le hubieran brillado los ojos en las cuencas profundas y oscuras, habría creído que se trataba de un cadáver. La piel de cera estaba tan estirada sobre los huesos de la cara que parecía una calavera. Una mueca dejaba al descubierto sus dientes amarillos. Era Sirius Black. Rini se llevo una mano a la boca al ver que Black tenía en el cuello el listón azul que le había puesto a Canuto... Sirius Black era Canuto.
-Imposible...
-¡Expelliarmus! —exclamó, dirigiendo hacia ellos la varita de Ron.
Las varitas que empuñaban Harry y las chicas saltaron de sus manos, y Black las recogió. Dio un paso hacia ellos, con los ojos fijos en Harry y en Rini.
-Pensé que vendrías a ayudar a tu amigo —dijo con voz ronca. Su voz sonaba como si no la hubiera empleado en mucho tiempo—. Tu padre habría hecho lo mismo por mí. Han sido muy valientes por no salir corriendo en busca de un profesor. Muchas gracias. Esto lo hará todo mucho más fácil...
Xóchitl miraba de manera amenazante a ese hombre. Él le había prometido que no lastimaría a los chicos y estaba a punto de romper su promesa. Se colocó enfrente de los cuatro amigos y se acomodó a modo de ataque por las dudas.
-¡No, Harry! —exclamó Hermione, petrificada.
Xóchitl se volvió y vio que Ron y las chicas sujetaban a Harry, al parecer el chico había tratado de abalanzarse sobre Black. Ron, se dirigió al hombre:
-Si quiere matar a Harry, tendrá que matarnos también a nosotros —dijo con fiereza, aunque el esfuerzo que había hecho para levantarse lo había dejado aún más pálido, y oscilaba al hablar.
Algo titiló en los ojos sombríos de Black.
-Échate —le dijo a Ron en voz baja— o será peor para tu pierna.
-¿Me oyó? —Dijo Ron débilmente, apoyándose en Harry para mantenerse en pie—. Tendrá que matarnos a los cuatro...
-Cinco, no creas que los dejare solos en esto -aclaro la brije
-Sólo habrá un asesinato esta noche —respondió Black, acentuando la mueca.
-¿Por qué? —Preguntó Harry, tratando de soltarse de Ron y de Hermione—. No le importó la última vez, ¿verdad? No le importó matar a todos aquellos muggles al mismo tiempo que a Pettigrew... ¿Qué ocurre, se ha ablandado usted en Azkaban?
-¡Harry! —sollozó Hermione—. ¡Cállate!
-¡ÉL MATÓ A MIS PADRES! —gritó Harry.
-Lo sabemos, pero no hagas alguna locura -pidió Rini
Y haciendo un último esfuerzo se liberó de Ron y de las chicas, y se lanzó.
-¡HARRY, NO! -grito Rini
Black no levantó a tiempo las varitas. Harry sujetó por la muñeca la mano libre de Black, desviando la orientación de las varitas. Tras propinarle un puñetazo en el pómulo, los dos cayeron hacia atrás, contra la pared.
Hermione y Ron gritaron, mientras que Rini y Xóchitl miraban la escena petrificadas. Vieron un resplandor cegador cuando las varitas que Black tenía en la mano lanzaron un chorro de chispas que por unos centímetros no dieron a Harry en la cara. Harry sintió retorcerse bajo sus dedos el brazo de Black, pero no lo soltó y golpeó con la otra mano.
Pero Black aferró con su mano libre el cuello de Harry.
-No —susurró—. He esperado demasiado tiempo.
Apretó los dedos. Harry se ahogaba. Las gafas se le habían caído hacia un lado.
Rini y Xóchitl reaccionaron y separaron a Harry y a Black. El hombre soltó a Harry profiriendo un alarido de dolor. Ron se arrojó sobre la mano con que Black sujetaba la varita y Harry oyó un débil tintineo.
Se soltó del nudo de cuerpos y vio su propia varita en el suelo. Se tiró hacia ella, pero...
-¡Ah!
Crookshanks se había unido a la lucha, clavándole las zarpas delanteras en el brazo. Harry se lo sacudió de encima, pero Crookshanks se dirigió como una flecha hacia la varita de Harry.
-¡NO! —exclamó Harry, y propinó a Crookshanksun puntapié que lo tiró a un lado bufando. Harry recogió la varita y se dio la vuelta.
-¡Apártense! —gritó a Ron y a las chicas.
No necesitaron oírlo dos veces. Hermione, sin aliento y con sangre en el labio, se hizo a un lado, recogiendo su varita y la de Ron. Ron se arrastró hasta la cama y se derrumbó sobre ella, jadeando y con la cara ya casi verde, asiéndose la pierna rota con las manos. Rini logro recoger su varita y se aparto un poco, con Xóchitl pegada a sus piernas.
Black yacía de cualquier manera junto a la pared. Su estrecho tórax subía y bajaba con rapidez mientras veía a Harry aproximarse muy despacio, apuntándole directamente al corazón con la varita.
-¿Vas a matarme, Harry? —preguntó.
Harry se paró delante de él, sin dejar de apuntarle con la varita, y bajando la vista para observarle la cara. El ojo izquierdo se le estaba hinchando y le sangraba la nariz.
-Usted mató a mis padres —dijo Harry con voz algo temblorosa, pero con la mano firme.
Black lo miró fijamente con aquellos ojos hundidos.
-No lo niego —dijo en voz baja—. Pero si supieras toda la historia...
-¿Toda la historia? —repitió Harry, con un furioso martilleo en los oídos—. Los entregó a Voldemort, eso es todo lo que necesito saber.
-Tienes que escucharme —dijo Black con un dejo de apremio en la voz—. Lo lamentarás si no... Si no comprendes...
-Comprendo más de lo que cree —dijo Harry con la voz cada vez más temblorosa—. Usted no la ha oído nunca, ¿verdad? A mi madre, impidiendo que Voldemort me matara... Y usted lo hizo. Lo hizo...
Antes de que nadie pudiera decir nada más, algo canela pasó por delante de Harry como un rayo. Crookshankssaltó sobre el pecho de Black y se quedó allí, sobre su corazón. Black cerró los ojos y los volvió a abrir mirando al gato.
—Vete —ordenó Black, tratando de quitarse de encima al animal. Pero Crookshanksle hundió las garras en la túnica. Volvió a Harry su cara fea y aplastada, y lo miró con sus grandes ojos amarillos. Hermione, que estaba a su derecha, lanzó un sollozo.
Harry levantó la varita. Había llegado el momento de vengar a sus padres. Iba a matar a Black. Tenía que matarlo. Era su oportunidad...
Pasaron unos segundos y Harry seguía inmóvil, con la varita en alto. Black lo miraba fijamente, con Crookshanks sobre el pecho. En la cama en la que estaba tendido Ron se oía una respiración jadeante. Hermione permanecía en silencio. Y entonces oyeron algo que no habían oído hasta entonces.
Unos pasos amortiguados. Alguien caminaba por el piso inferior.
-¡ESTAMOS AQUÍ ARRIBA! —gritó Hermione de pronto—. ¡ESTAMOS AQUÍ ARRIBA! ¡SIRIUS BLACK! ¡DENSE PRISA!
Black sufrió tal sobresalto que Crookshanksestuvo a punto de caerse. Harry apretó la varita con una fuerza irracional. ¡Mátalo ya!, dijo una voz en su cabeza. Pero los pasos que subían las escaleras se oían cada vez más fuertes, y Harry seguía sin moverse.
La puerta de la habitación se abrió de golpe entre una lluvia de chispas rojas y Harry se volvió cuando el profesor Lupin entró en la habitación como un rayo. El profesor Lupin tenía la cara exangüe, y la varita levantada y dispuesta. Miró a Ron, que yacía en la cama; a Hermione, encogida de miedo junto a la puerta; a Harry, que no dejaba de apuntar a Black con la varita; a Rini y Xóchitl paradas detrás de su amigo, con la varita en algo; y al mismo Black, desplomado a los pies de Harry y sangrando.
-¡Expelliarmus! —gritó Lupin.
La varita de Harry salió volando de su mano. También lo hicieron las dos que sujetaba Hermione y la de Rini. Lupin las cogió todas hábilmente y luego penetró en la habitación, mirando a Black, que todavía tenía a Crookshanks protectoramente encaramado en el pecho.
Entonces habló Lupin, con una voz extraña que temblaba de emoción contenida:
-¿Dónde está, Sirius?
Harry miró a Lupin. No comprendía qué quería decir. ¿De quién hablaba? Se volvió para mirar de nuevo a Black, cuyo rostro carecía completamente de expresión.
Durante unos segundos no se movió. Luego, muy despacio, levantó la mano y señaló a Ron. Desconcertado, Harry se volvió hacia el sorprendido Ron.
-Pero entonces... —murmuró Lupin, mirando tan intensamente a Black que parecía leer sus pensamientos—, ¿por qué no se ha manifestado antes? A menos que... -De repente, los ojos de Lupin se dilataron como si viera algo más allá de Black, algo que no podía ver ninguno de los presentes— ... a menos que fuera él quien... a menos que te transmutaras... sin decírmelo...
Muy despacio, sin apartar los hundidos ojos de Lupin, Black asintió con la cabeza.
-Profesor Lupin, ¿qué pasa? —Interrumpió Harry en voz alta—. ¿Qué...?
Pero no terminó la pregunta, porque lo que vio lo dejó mudo. Lupin bajaba la varita. Un instante después, se acercó a Black, le cogió la mano, tiró de él para incorporarlo y para que Crookshanks cayese al suelo, y abrazó a Black —como a un hermano.
Harry se sintió como si le hubieran agujereado el fondo del estómago.
-¡NO LO PUEDO CREER! —gritó Hermione.
Lupin soltó a Black y se volvió hacia ella. Hermione se había levantado del suelo y señalaba a Lupin con ojos espantados.
-Usted... usted...
-Hermione...
-¡... usted y él!
-Tranquilízate, Hermione.
-¡No se lo dije a nadie! —Gritó Hermione—. ¡Lo he estado encubriendo!
-¡Hermione, escúchame, por favor! —Exclamó Lupin—. Puedo explicarlo...
Harry temblaba, no de miedo, sino de una ira renovada.
-Yo confié en usted —gritó a Lupin, flaqueándole la voz— y en realidad era amigo de él.
-Estás en un error —explicó Lupin—. No he sido amigo suyo durante estos doce años, pero ahora sí... Déjenme que se los explique...
-¡NO! —Gritó Hermione—. Harry, no te fíes de él. Ha ayudado a Black a entrar en el castillo. También él quiere matarte. ¡Es un hombre lobo!
Se hizo un vibrante silencio. Todos miraban a Lupin, que parecía tranquilo, aunque estaba muy pálido.
-Estás acertando mucho menos que de costumbre, Hermione —dijo—. Me temo que sólo una de tres. No es verdad que haya ayudado a Sirius a entrar en el castillo, y te aseguro que no quiero matar a Harry... —Se estremeció visiblemente—. Pero no negaré que soy un hombre lobo.
Ron hizo un esfuerzo por volver a levantarse, pero se cayó con un gemido de dolor. Lupin se le acercó preocupado, pero Ron exclamó:
-¡Aléjate de mí, licántropo!
Lupin se paró en seco. Y entonces, con un esfuerzo evidente, se volvió a Hermione y le dijo:
-¿Cuánto hace que lo sabes?
-Siglos —contestó Hermione—. Desde que hice el trabajo para el profesor Snape.
-Estará encantado —dijo Lupin con poco entusiasmo—. Les puso ese trabajo para que alguno de ustedes se percatara de mis síntomas. ¿Comprobaste el mapa lunar y te diste cuenta de que yo siempre estaba enfermo en luna llena? ¿Te diste cuenta de que el boggart se transformaba en luna al verme?
-Las dos cosas —respondió Hermione en voz baja.
Lupin lanzó una risa forzada.
-Nunca he conocido una bruja de tu edad tan inteligente, Hermione.
-No soy tan inteligente —susurró Hermione—. ¡Si lo fuera, le habría dicho a todo el mundo lo que es usted!
-Ya lo saben —dijo Lupin—. Al menos, el personal docente lo sabe.
-¿Dumbledore lo contrató sabiendo que era usted un licántropo? —Preguntó Ron con voz ahogada—. ¿Está loco?
-Hay profesores que opinan que sí —admitió Lupin—. Le costó convencer a ciertos profesores de que yo era de fiar.
-¡Y ESTABA EN UN ERROR! —gritó Harry—. ¡HA ESTADO AYUDÁNDOLO TODO ESTE TIEMPO!
Señalaba a Black, que se había dirigido hacia la cama adoselada y se había echado encima, ocultando el rostro con mano temblorosa. Crookshanks saltó a su lado y se subió en sus rodillas ronroneando. Ron se alejó, arrastrando la pierna.
-No he ayudado a Sirius —dijo Lupin—. Si me dejan, se los explicaré. Miren... —Separó las varitas de Harry, Ron, Hermione y Rini y las lanzó hacia sus respectivos dueños. Harry cogió la suya asombrado—. Ya ven —prosiguió Lupin, guardándose su propia varita en el cinto—. Ahora ustedes están armados y nosotros no. ¿Quieren escucharme?
-Yo creo que deberíamos escucharlos -los tres amigos se volvieron hacia Rini, quien había guardado su varita en el bolsillo del pantalón-. Yo creo lo que dice; aparte de que el hecho de que sea un hombre lobo, no quiere decir que de verdad este de lado de Black
-¿Cómo puedes estar tan segura? -preguntó Hermione
Rini se paso una mano por la coleta antes de contestar.
-Yo también sé sobre su condición
-¿Y aun así confías en él? -pregunto Ron, como si lo hubieran ofendido
-¿Por qué rayos lo discriminan por su condición? Si de verdad estuviera de lado de Black, ¿no creen que pudo haber atacado a Harry todas las veces que estuvo a solas con él... y conmigo?
Los chicos lo pensaron por un momento, luego Harry se volvió hacia su profesor.
-Si no lo ha estado ayudando —dijo mirando furiosamente a Black—, ¿cómo sabía que se encontraba aquí?
-Por el mapa —explicó Lupin—. Por el mapa del merodeador. Estaba en mi despacho examinándolo...
-¿Sabe utilizarlo? —le preguntó Harry con suspicacia.
-Por supuesto —contestó Lupin, haciendo con la mano un ademán de impaciencia—. Yo colaboré en su elaboración. Yo soy Lunático... Es el apodo que me pusieron mis amigos en el colegio.
-¿Usted hizo...?
-Lo importante es que esta tarde lo estaba examinando porque tenía la idea de que tú, Ron, las chicas y Xóchitl intentarían salir furtivamente del castillo para visitar a Hagrid antes de que su hipogrifo fuera ejecutado. Y estaba en lo cierto, ¿no? —Comenzó a pasear sin dejar de mirarlos, levantando el polvo con los pies—. Supuse que se cubrirían con la vieja capa de tu padre, Harry.
-¿Cómo sabe lo de la capa?
-¡Las veces que vi a James desaparecer bajo ella! —Dijo Lupin, repitiendo el ademán de impaciencia—. Que lleven una capa invisible no les impide aparecer en el mapa del merodeador. Los vi cruzar los terrenos del colegio y entrar en la cabaña de Hagrid. Veinte minutos más tarde dejaron a Hagrid y volvieron hacia el castillo. Pero en aquella ocasión los acompañaba alguien.
-¿Qué dice? —Interrumpió Harry—. Nada de eso. No nos acompañaba nadie.
-No podía creer lo que veía —prosiguió Lupin, todavía paseando, sin escuchar a Harry—. Creía que el mapa estaría estropeado. ¿Cómo podía estar con ustedes?
-¡No había nadie con nosotros!
-Y entonces vi otro punto que se les acercaba rápidamente, con la inscripción «Sirius Black». Vi que chocaba con ustedes, vi que arrastraba a dos de ustedes hasta el interior del sauce boxeador.
-¡A uno de nosotros! —dijo Ron enfadado.
—No, Ron —dijo Lupin—. A dos.
Dejó de pasearse y miró a Ron.
-¿Me dejas echarle un vistazo a la rata? —dijo con amabilidad.
-¿Qué? —preguntó Ron—. ¿Qué tiene que ver Scabbers en todo esto?
-Todo —respondió Lupin—. ¿Podría echarle un vistazo, por favor?
Ron dudó. Metió la mano en la túnica. Scabbers salió agitándose como loca. Ron tuvo que agarrarla por la larga cola sin pelo para impedirle escapar. Crookshanks, todavía en las rodillas de Black, se levantó y dio un suave bufido.
Lupin se acercó más a Ron. Contuvo el aliento mientras examinaba detenidamente a Scabbers.
-¿Qué? —Volvió a preguntar Ron, con cara de asustado y manteniendo a Scabbers junto a él—. ¿Qué tiene que ver la rata en todo esto?
-No es una rata —graznó de repente Sirius Black.
-¿Qué quiere decir? ¡Claro que es una rata!
-No lo es —dijo Lupin en voz baja—. Es un mago.
-Un animago —aclaró Black— llamado Peter Pettigrew.
-¿Perdón? esto tiene que ser una broma -dijo Rini, mirando alternamente a los dos hombres.
Black y Remus comenzaron a contarles toda la historia; cuando mordieron a Lupin de pequeño, la plantación del sauce boxeador, cuando los merodeadores se hicieron amigos y tres de ellos se volvieron animagos ilegales. Black se estaba impacientando, quería demostrarles a los chicos que Scabbers era en realidad Peter Pettigrew y no le quitaba los ojos se encima a la rata. Remus siguió hablando, incluso llego a mencionar a Snape.
-¿Snape? —dijo Black bruscamente, apartando los ojos de Scabbers por primera vez desde hacía varios minutos, y mirando a Lupin—. ¿Qué tiene que ver Snape?
-Está aquí, Sirius —dijo Lupin con disgusto—. También da clases en Hogwarts. —Miró a los chicos y a la loba—. El profesor Snape era compañero nuestro. —Se volvió otra vez hacia Black—: Ha intentado por todos los medios impedir que me dieran el puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. Le ha estado diciendo a Dumbledore durante todo el curso que no soy de fiar. Tiene motivos... Sirius le gastó una broma que casi lo mató, una broma en la que me vi envuelto.
-Le estuvo bien empleado. —Black se rió con una mueca—. Siempre husmeando, siempre queriendo saber lo que tramábamos... para ver si nos expulsaban.
-Severus estaba muy interesado por averiguar adónde iba yo cada mes —explicó Lupin a los cuatro jóvenes y a la brije—. Estábamos en el mismo curso, ¿saben? Y no nos caíamos bien. En especial, le tenía inquina a James. Creo que era envidia por lo bien que se le daba el Quidditch... De todas formas, Snape me había visto atravesar los terrenos del colegio con la señora Pomfrey cierta tarde que me llevaba hacia el sauce boxeador para mi transformación. Sirius pensó que sería divertido contarle a Snape que para entrar detrás de mí bastaba con apretar el nudo del árbol con un palo largo. Bueno, Snape, como es lógico, lo hizo. Si hubiera llegado hasta aquí, se habría encontrado con un licántropo completamente transformado. Pero tu padre, que había oído a Sirius, fue tras Snape y lo obligó a volver, arriesgando su propia vida, aunque Snape me entrevió al final del túnel. Dumbledore le prohibió contárselo a nadie, pero desde aquel momento supo lo que yo era...
-Entonces, por eso lo odia Snape —dijo Harry—. ¿Pensó que estaba usted metido en la broma?
-Exactamente —admitió una voz fría y burlona que provenía de la pared, a espaldas de Lupin.
Severus Snape se desprendió de la capa invisible y apuntó a Lupin con la varita. Hermione dio un grito. Black se puso en pie de un salto. Harry saltó también como si hubiera recibido una descarga eléctrica. Rini miraba fijamente al oscuro profesor. Xóchitl miraba alternamente a Rini y a Snape.
-He encontrado esto al pie del sauce boxeador —dijo Snape, arrojando la capa a un lado y sin dejar de apuntar al pecho de Lupin con la varita—. Muchas gracias, Potter, me ha sido muy útil.
Snape estaba casi sin aliento, pero su cara rebosaba sensación de triunfo.
-Tal vez se pregunten cómo he sabido que estaban aquí —dijo con los ojos relampagueantes—. Acabo de ir a tu despacho, Lupin. Te olvidaste de tomar la poción esta noche, así que te llevé una copa llena. Fue una suerte. En tu mesa había cierto mapa. Me bastó un vistazo para saber todo lo que necesitaba. Te vi correr por el pasadizo.
-Severus... —comenzó Lupin, pero Snape no lo oyó.
-Le he dicho una y otra vez al director que ayudabas a tu viejo amigo Black a entrar en el castillo, Lupin. Y aquí está la prueba. Ni siquiera se me ocurrió que tuvieras el valor de utilizar este lugar como escondrijo.
-Te equivocas, Severus —dijo Lupin, hablando aprisa—. No lo has oído todo. Puedo explicarlo. Sirius no ha venido a matar a Harry.
-Dos más para Azkaban esta noche —dijo Snape, con los ojos llenos de odio—. Me encantará saber cómo se lo toma Dumbledore. Estaba convencido de que eras inofensivo, ¿sabes, Lupin? Un licántropo domesticado...
-Idiota —dijo Lupin en voz baja—. ¿Vale la pena volver a meter en Azkaban a un hombre inocente por una pelea de colegiales?
¡PUM!
Del final de la varita de Snape surgieron unas cuerdas delgadas, semejantes a serpientes, que se enroscaron alrededor de la boca, las muñecas y los tobillos de Lupin. Este perdió el equilibrio y cayó al suelo, incapaz de moverse. Con un rugido de rabia, Black se abalanzó sobre Snape, pero Snape apuntó directamente a sus ojos con la varita.
-Dame un motivo —susurró—. Dame un motivo para hacerlo y te juro que lo haré.
Black se detuvo en seco. Era imposible decir qué rostro irradiaba más odio. Harry se quedó paralizado, sin saber qué hacer ni a quién creer. Dirigió una mirada a Ron y a Hermione. Ron parecía tan confundido como él, intentando todavía retener a Scabbers. Rini no podía quitarles la mirada a esos dos y Xóchitl se contenía en abalanzarse sobre ellos.
Hermione, sin embargo, dio hacia Snape un paso vacilante y dijo casi sin aliento:
-Profesor Snape, no... No perdería nada oyendo lo que tienen que decir; ¿no cree?
-Señorita Granger; me temo que vas a ser expulsada del colegio —dijo Snape—. Tú, Potter, Weasley y... Macías se encuentran en un lugar prohibido, en compañía de un asesino escapado y de un licántropo. Y ahora te ruego que, por una vez en tu vida, cierres la boca.
-Pero si... si fuera todo una confusión...
-¡CALLATE, IMBÉCIL! —gritó de repente Snape, descompuesto—. ¡NO HABLES DE LO QUE NO COMPRENDES! —Del final de su varita, que seguía apuntando a la cara de Black, salieron algunas chispas. Hermione guardó silencio, mientras Snape proseguía—. La venganza es muy dulce —le dijo a Black en voz baja—. ¡Habría dado un brazo por ser yo quien te capturara!
-Eres tú quien no comprende, Severus —gruñó Black—. Mientras este muchacho meta su rata en el castillo —señaló a Ron con la cabeza—, entraré en él sigilosamente.
-¿En el castillo? —Preguntó Snape con voz melosa—. No creo que tengamos que ir tan lejos. Lo único que tengo que hacer es llamar a los dementores en cuanto salgamos del sauce. Estarán encantados de verte, Black... Tanto que te darán un besito, me atrevería a decir...
El rostro de Black perdió el escaso color que tenía.
-Tienes que escucharme —volvió a decir—. La rata, mira la rata...
Pero había un destello de locura en la expresión de Snape que Harry no había visto nunca. Parecía fuera de sí.
-Profesor Snape -el aludido miro a Rini-. Por favor, escuche a Black y al profesor Lupin. Ellos dicen la verdad, no quieren lastimar ni a Harry ni a nosotros...
-¡No se meta en esto, Macías! Vamos todos —ordenó. Chascó los dedos y las puntas de las cuerdas con que había atado a Lupin volvieron a sus manos—. Arrastraré al licántropo. Puede que los dementores lo besen también a él.
-¡Por favor profesor, escúchelos! Por favor, no vaya a cometer una locura...
-Olvídalo Rini -dijo Black, sin apartar su mirada de la varita de Snape-. A menos de que fueras una serpiente de Slytherin te escucharía, pero como eres de Gryffindor ni se molestara en escucharte. No le importa nadie que no sea de Slytherin
Snape bajo la varita y soltó las cuerdas que ataban a Lupin. Su expresión demostraba verdadero enfado.
-Ya me cansaste Black, desde hace más de veinte años
-Mira que el sentimiento es mutuo
Los dos levantaron el brazo con la intención de darle un puñetazo al otro. Rini corrió hacia ellos, para evitar que se golpearan. Se escucho el impacto de un golpe y que alguien caía al suelo. Todos miraban la escena con asombro pero en especial Severus, Sirius y Xóchitl; Rini había logrado evitar que Black golpeara a Snape pero no le dio tiempo de esquivar el golpe del profesor. Snape la había golpeado en la mejilla izquierda y por el impacto Rini cayó de lado, la chica se llevo una mano a la mejilla y miraba incrédula a su profesor. Entonces sintió que algo le goteaba de la barbilla, pasó su mano y vio que era sangre; el profesor le había roto el labio.
-¡Rini!
-Tranquila Xóchitl... no es nada
-¿QUÉ NO ES NADA? ¡MIRA COMO QUEDASTE POR PONERTE EN MEDIO!
Nadie le prestaba atención a Severus, quien se miraba la mano con horror; había golpeado a una mujer y para colmo a una alumna, cuando él se había jurado nunca hacer algo así.
-¡Desgraciado! -Black lo tomó del cuello de la túnica y lo estampo contra la pared-. ¿Cómo te atreves a ponerle una mano encima a una niña?
-Espera -Rini se levantó y trató de separar a esos dos-. Fue un accidente, no hagas una...
Los dos hombres la miraron ceñidos.
-¡No te metas en esto, Alexandra!
Tanto los chicos como Rini y Xóchitl miraron a esos dos sorprendidos. Rini se llamaba Alejandra no Alexandra. Severus y Sirius se dieron cuenta que la habían llamado así, inconscientemente, confundiéndola con otra chica que conocieron en su época de estudiante.
Severus aprovechó la distracción de Black para quitárselo de encima, lograr volver a tomar su varita y las cuerdas. Black se volvió hacia Snape y vio que otra vez lo apuntaba con la varita. Snape tenía intención de salir de la habitación, cuando Harry bloqueó la puerta.
-Quítate de en medio, Potter. Ya estás metido en bastantes problemas —gruñó Snape—. Si no hubiera venido para salvarte...
-El profesor Lupin ha tenido cientos de oportunidades de matarme este curso y también a Rini —explicó Harry—. Hemos estado solos con él un montón de veces, yo estuve recibiendo clases de defensa contra los dementores de parte de él. Si es un compinche de Black, ¿por qué no acabó conmigo?
-No me pidas que desentrañe la mente de un licántropo —susurró Snape—. Quítate de en medio, Potter.
-¡DA USTED PENA! —Gritó Harry—. ¡SE NIEGA A ESCUCHAR SÓLO PORQUE SE BURLARON DE USTED EN EL COLEGIO!
-¡SILENCIO! ¡NO PERMITIRÉ QUE ME HABLES ASÍ! —chilló Snape, más furioso que nunca—. ¡De tal palo tal astilla, Potter! ¡Acabo de salvarte el pellejo, tendrías que agradecérmelo de rodillas! ¡Te estaría bien empleado si te hubiera matado! Habrías muerto como tu padre, demasiado arrogante para desconfiar de Black. Ahora quítate de en medio o te quitaré yo. ¡APARTATE, POTTER!
-Harry tiene razón -dijo Rini-. Tanto Remus como Sirius son inocentes. Aparte de que estuve a solas con el profesor Lupin, junto con Xóchitl ¡también estuvimos a solas con Black!
Tanto Severus como sus amigos la miraron completamente sorprendidos. Xóchitl se llevó una pata a la cara, en clara señal de que había metido la pata.
-¿De que habla, Macías?
-Xóchitl y yo estuvimos con Sirius cuando era un perro y en todo este tiempo no nos hizo nada malo, ni siquiera nos revelo quien era en realidad. Eso quiere decir que no es malo.
-Seguramente Black no quería llamar la atención al asesinar una alumna.
Rini lo miro con reproche ¿Cómo era posible que actuara de esa manera tan infantil?
Antes de que Snape pudiera dar un paso hacia la puerta, Harry había alzado la varita.
-¡Expelliarmus! —gritó.
Pero la suya no fue la única voz que gritó. Una ráfaga de aire movió la puerta sobre sus soportes. Snape fue alzado en el aire y lanzado contra la pared. Luego resbaló hasta el suelo, con un hilo de sangre que le brotaba de la cabeza. Estaba sin conocimiento.
Harry miró a su alrededor. Ron y Hermione habían intentado desarmar a Snape en el mismo momento que él. La varita de Snape planeó trazando un arco y aterrizó sobre la cama, al lado de Crookshanks.
-No deberías haberlo hecho —dijo Black mirando a Harry—. Tendrías que habérmelo dejado a mí...
Harry rehuyó los ojos de Black. No estaba seguro, ni si quiera en aquel momento, de haber hecho lo que debía.
-¡Hemos agredido a un profesor...! ¡Hemos agredido a un profesor...! —gimoteaba Hermione, mirando asustada a Snape, que parecía muerto—. ¡Vamos a tener muchos problemas!
Lupin forcejeaba para librarse de las ligaduras. Black se inclinó para desatarlo. Lupin se incorporó, frotándose los lugares entumecidos por las cuerdas. Rini se acercó a Snape, le apartó un mechón de cabello que le caía en el rostro y revisó su pulso. Dejó escapar un suspiro de alivio al comprobar que estaba vivo.
Black ayudo a Lupin a liberarse de las cuerdas. Los chicos miraban todavía con desconfianza a esos dos hombres, Harry miraba con odio a Snape por no haber escuchado y por haberse atrevido a ponerle una mano encima a su amiga pero también miraba con sorpresa como ella cuidaba al inconsciente profesor.
Después de liberar a Lupin, Black le pidió a los chicos que le entregaran a la rata pero ellos todavía no confiaban en él y le preguntaron como sabía que "Pettigrew" estaba en Hogwarts y como estaba tan seguro de que Scabbers esa Pettigrew por que, habiendo miles de ratas en el país ¿Cómo era que Scabbers era él?
Les mostró El Profeta del verano anterior en donde salían los Weasley. Les aclaró de que a Pettigrew solo le faltaba un dedo, al igual que la rata y que ese mismo animal vivía demasiado tiempo cuando las ratas normales solo viven tres años. Incluso les dijo que Crookshanks lo estuvo ayudando a atrapar a Scabbers.
Black les contó que él había persuadido a los Potter de usar a Pettigrew como Guardián Secreto del encantamiento Fidelio creyendo que este seguía de su lado y cuando había llegado al Valle de Godric... ya era tarde. Lo había perseguido para interrogarlo pero Pettigrew hizo creer que él, Black, fue quien los traicionó y sin que se diera cuenta hizo volar la calle.
Los chicos todavía no sabían sin creerles. Ron, a regañadientes, le entregó su rata a Black y entre él y Lupin le lanzaron un encantamiento para ver si en realidad era un humano o no y dio resultado. Un destello de luz azul y blanca salió de las dos varitas. Durante un momento Scabbers se quedó petrificada en el aire, torcida, en posición extraña. Ron gritó. La rata golpeó el suelo al caer. Hubo otro destello cegador y entonces...
Fue como ver la película acelerada del crecimiento de un árbol. Una cabeza brotó del suelo. Surgieron las piernas y los brazos. Al cabo de un instante, en el lugar de Scabbers se hallaba un hombre, encogido y retorciéndose las manos
Era un hombre muy bajito, apenas un poco más alto que Harry y las chicas. Tenía el pelo ralo y descolorido, con calva en la coronilla. Parecía encogido, como un gordo que hubiera adelgazado rápidamente. Su piel parecía roñosa, casi como la de Scabbers, y le quedaba algo de su anterior condición roedora en lo puntiagudo de la nariz y en los ojos pequeños y húmedos. Ante ellos apareció finalmente Peter Pettigrew, el verdadero traidor de los Potter.
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