El Príncipe Mestizo
El día se veía tranquilo y los cuatro amigos iniciaban sus clases. Antes de que pudieran ir a estas, los alumnos de sexto tenían que hablar con el jefe de su casa para saber que materias seguirían cursando y cuales no para de ahí armar sus horarios.
Hermione recibió autorización para continuar estudiando Encantamientos, Defensa Contra las Artes Oscuras, Transformaciones, Herbología, Aritmancia, Runas Antiguas y Pociones, y sin más preámbulos salió disparada hacia su primera clase de Runas Antiguas. Después de ella paso Neville, quien tuvo un proceso un poco más complicado, el chico quería seguir cursando Transformaciones pero McGonagall no lo dejo porque no alcanzo la nota requerida; Neville le dijo que quería seguir cursándola porque su abuela quería, la profesora lo convenció de que tomará Encantamientos y que le escribiría a su abuela para convencerla de que se enorgulleciera de una vez por todas del nieto que tiene.
Fue el turno de Alex y McGonagall estaba revisando sus resultados.
—Al igual que la señorita Granger paso todo los TIMO's, pero necesito que me diga ¿Qué materias seguirá cursando? Ya terminaste con los niveles de Historia de la Magia y Astronomía, y no creo que quieras cursar Cuidado de Criaturas Mágicas ¿cierto?
—¿Por qué lo dice, profesora?
—Hasta ahora, nadie de tu curso se ha matriculado en la materia y aunque un estudiante quiera cursarlo no podrá hacerlo, las materias se abren con un mínimo de diez alumnos.
—Entonces tendré que dejar esa —dijo resignada la chica
—Bien, entonces cursaras todas las materias, incluyendo Adivinación ¿no? —con un tono de fastidio ante la mención de la materia
—Sí profesora
—Que bueno que logre conseguir otro de estos —dijo la profesora sacando algo de los pliegues de su túnica y poniéndoselo en la mano a Alex
—Un giratiempos
—Runas Antiguas y Adivinación se siguen cruzando, por lo que es obvio que necesitaras esto. Solo te pido que por favor no les digas nada a tus amigos como lo hiciste hace tres años, dos de ellos querrán hacer travesuras con esto
—Y es obvio que no necesito preguntar a quien se refiere
Con un toque de varita, la profesora lleno el horario en blanco de la chica y se lo entregó. Alex corrió rápidamente hacia su primera clase de Adivinación con Trelawney. Llegó al salón y se sorprendió de ver que si había gente, aunque la profesora no se veía de muy buen humor, al parecer era porque las clases de Adivinación ahora serían impartidas por ella y por el centauro Firenze.
Empezó con su discurso de siempre y les dijo que ese año estudiarían la Cartomancia, la cual se trataba del arte de la lectura de las cartas para ganar la penetración en los acontecimientos futuros, para la clase usarían un tipo de cartas especial diseñado especialmente para este propósito, conocida como una baraja de tarot, pero las cartas de juegos estándar también podían ser utilizadas.
—En la mesa encontraran un mazo de cartas de tarot. Primero les explicaré el significado de cada carta.
Así se paso la primera clase de Adivinación, con la explicación de las 78 cartas. Sonó el timbre y los alumnos recogieron las cartas y las iban a dejar en su lugar pero la profesora les dijo que se las llevaran para seguir repasando su significado.
Alex bajo lo más rápido que pudo hasta el piso de Runas Antiguas, se escondió en un pasillo vacío y accionó el giratiempos una hora antes. Después de que el reloj se detuvo lo guardo debajo del uniforme y se fue corriendo hasta el aula de Runas Antiguas y vio que Hermione ya estaba en su lugar.
—Hola
—¡Alex! Que bueno que decidiste seguir tomando esta clase
—Pues ya ves... Oye, quería seguir tomando la clase de CCM
—¿Qué?
—Tranquila, no pude. Me dijo McGonagall que como no se lleno pues... no se podía abrir la clase
—Me siento mal por Hagrid
—Créeme, yo igual
La clase comenzó y las dos amigas ya no pudieron seguir hablando. La clase estuvo muy pesada pero más pesado estuvo la cantidad de deberes que les dejaron. Sonó la campana y las dos se fueron directamente al aula de Defensa.
—Tardáremos seis meses en hacer todo esto—dijo Alex dejando caer la mochila a sus pies en cuanto llegaron a la puerta del salón, que aún estaba cerrada
—No exageres, no son tantos deberes —dijo Hermione, también dejando su mochila en el suelo pero con una sonrisa optimista
—¿No es tanto? ¡Una redacción de cuarenta centímetros y dos traducciones, y tenemos que leernos todos estos libros para el miércoles! —exclamo la latina señalando su pesada mochila
Unos minutos después llegaron Harry y Ron y en enseguida se abrió la puerta del salón de la cual salió el profesor. Con un tono frío les ordeno entrar y todos los alumnos obedecieron con miedo.
Al entrar al salón vieron que la estancia ya se hallaba impregnada de la personalidad de Severus: pese a que había velas encendidas, tenía un aspecto más sombrío que de costumbre porque las cortinas estaban corridas. De las paredes colgaban unos cuadros nuevos, la mayoría de los cuales representaban sujetos que sufrían y exhibían tremendas heridas o partes del cuerpo extrañamente deformadas. Los alumnos se sentaron en silencio, contemplando aquellos misteriosos y truculentos cuadros.
«Bonita decoración» pensó Alex con sarcasmo mientras tomaba su lugar junto a Hermione «Si Xóchitl estuviera aquí de seguro diría algo como "Al parecer alguien necesita contratar a un decorador de interiores" o algo así»
—No les he dicho que saquen sus libros —dijo Severus al tiempo que cerraba la puerta y se colocaba detrás de su mesa, de cara a los alumnos; Hermione dejó caer rápidamente su ejemplar de "Enfrentarse a lo indefinible" en la mochila y la metió debajo de la silla—. Quiero hablar con ustedes y quiero que me presten la mayor atención.
Recorrió con sus negros ojos las caras de los alumnos y se detuvo en la de Alex una milésima de segundo más que en las demás.
—Si no me equivoco, hasta ahora han tenido cinco profesores de esta asignatura.
«¿Si no me equivoco? Vaya manera de empezar»
—Naturalmente, todos esos maestros habrán tenido sus propios métodos y sus propias prioridades. Teniendo en cuenta la confusión que eso les habrá creado, me sorprende que tantos de ustedes hayan aprobado el TIMO de esta asignatura. Y aún me sorprendería más que aprobaran el ÉXTASIS, que es mucho más difícil. —Empezó a pasearse por el aula y bajó el tono de voz; los alumnos estiraban el cuello para no perderlo de vista—. Las artes oscuras son numerosas, variadas, cambiantes e ilimitadas. Combatirlas es como luchar contra un monstruo de muchas cabezas al que cada vez que se le corta una, le nace otra aún más fiera e inteligente que la anterior. Están combatiendo algo versátil, mudable e indestructible.
Alex lo miró con fijeza. Una cosa era respetar las artes oscuras y considerarlas un peligroso enemigo, y otra muy diferente hablar de ellas como lo hacía Severus, con una voz que parecía una tierna caricia.
«De acuerdo... Me estoy empezando asustar»
—Por lo tanto —continuó el profesor, subiendo un poco la voz—, sus defensas deben ser tan flexibles e ingeniosas como las artes que pretenden anular. Estos cuadros —añadió, señalándolos mientras pasaba por delante de ellos— ofrecen una acertada representación de los poderes de los magos tenebrosos. En éste, por ejemplo, pueden observar la maldición cruciatus —era una bruja que gritaba de dolor—; en este otro, un hombre recibe el beso de un dementor —era un mago con la mirada extraviada, acurrucado en el suelo y pegado a una pared—, y aquí vemos el resultado del ataque de un inferius — era una masa ensangrentada, tirada en el suelo.
—Entonces, ¿es verdad que han visto un inferius? —preguntó Parvati Patil con voz chillona—. ¿Es verdad que los está utilizando?
—El Señor Tenebroso utilizó inferi en el pasado —respondió Snape—, y eso significa que deberán deducir que puede volver a servirse de ellos. Veamos... —Echó a andar por el otro lado del aula hacia su mesa, y una vez más la clase entera lo observó desplazarse con su negra túnica ondeando—. Creo que son novatos en el uso de hechizos no verbales. ¿Alguien sabe cuál es la gran ventaja de esos hechizos?
Hermione levantó la mano con decisión. Alex no quiso levantarla porque sabía que su respuesta sería la misma que la de su amiga y porque sería muy sospechoso que a ella le cediera la palabra y a Hermione no. Severus se tomó su tiempo y, tras mirar a los demás para asegurarse de que no tenía alternativa, dijo con tono cortante:
—Muy bien. ¿Señorita Granger?
—Tu adversario no sabe qué clase de magia vas a realizar, y eso te proporciona una ventaja momentánea.
—Una respuesta calcada casi palabra por palabra del Libro reglamentario de hechizos, sexto curso —repuso Severus con desdén (Malfoy, que estaba en un rincón, rió entre dientes) —, pero correcta en lo esencial. Sí, quienes aprenden a hacer magia sin vociferar los conjuros cuentan con un elemento de sorpresa en el momento de lanzar un hechizo. No todos los magos pueden hacerlo, por supuesto; es una cuestión de concentración y fuerza mental, de la que algunos... —su mirada se detuvo con malicia en Harry— carecen.
Harry comprendió que Snape estaba pensando en las fatídicas clases de Oclumancia del curso anterior, así que se negó a bajar la vista y miró con odio al profesor hasta que éste desvió la mirada. Alex no le quitaba la mirada a ninguno de los dos, ya no sabía que hacer para que los dos dejaran de desearle la muerte al otro por cosas insignificantes.
«De verdad, ¿dónde puedo conseguir el collar encantado de Inuyasha?»
—Ahora —continuó Severus— se colocarán por parejas. Uno de ustedes intentará embrujar al otro, pero sin hablar, y el otro tratará de repeler el embrujo, también en silencio. Pueden empezar.
Así pues, los alumnos pusieron manos a la obra. Muchos optaron por hacer trampas y pronunciaban el conjuro quedamente en lugar de a viva voz. Como era de esperar, al cabo de diez minutos Hermione consiguió repeler en completo silencio, el embrujo piernas de gelatina, que Neville había pronunciado en voz baja, una proeza que sin duda le habría valido veinte puntos para Gryffindor con cualquier profesor razonable, pero Severus lo ignoró olímpicamente.
Para mala suerte de Alex, le tocó practicar con Malfoy ya que las casas estaban de número impar y eran los únicos que sobraban. Tanto la leona como la serpiente estaban a la par, también a los diez minutos los dos ya estaban lanzando sus hechizos de manera no verbal. Severus se les acerco y vio con orgullo al rubio.
—Excelente Draco, veinte puntos para Slytherin —anunció Severus. Detrás de él comenzaron a escucharse los reproches de los leones, ya que tanto Hermione como Alex habían logrado lo mismo—. Silencio, continúen con el ejercicio
Ninguno de los leones volvió a replicar, siguieron con el ejercicio con el ceño fruncido mientras las serpientes sonreían de manera arrogante. Severus miro de reojo a Alex y vio que ella estaba seria igual que sus compañeros; ella sabía que Severus se ponía así con todos pero aun le molestaba que le diera tanto favoritismo a los de su casa en especial al Malfoy. En una pequeña distracción del rubio, Alex aprovecho para lanzarle un hechizo aturdidor y estamparlo contra la pared; como fue a poca distancia no se hizo ruido y ninguno de los demás alumnos vio lo que paso.
Alex sonreía de manera triunfante, pero su sonrisa se borró al sentir las fuertes manos de Severus sobre sus hombros, al principio pensó que la regañaría por "lastimar" a su alumno favorito. Sintió cuando la soltó pero en su lugar sintió sus labios rozando su oreja.
—Veinte puntos para Gryffindor por haber logrado decir el hechizo de manera no verbal en diez minutos... Y otros cinco por una excelente demostración de duelo
Se alejó de ella y siguió paseando entre los alumnos. A pesar de llevar nueve meses de relación, aún se le ponía la carne de gallina al sentirlo de pesa manera tan cerca y cómo podía estremecerse al sentir su aliento rozar su oreja. Lo que ninguno de los dos se dio cuenta fue que, a pesar de estar algo aturdido, Draco logró ver lo que paso entre ellos.
Severus pasó entre Harry y Ron y se detuvo para observar cómo los dos amigos se empleaban a fondo en la tarea que les había impuesto. Ron, lívido y con los labios apretados para no caer en la tentación de pronunciar el conjuro, intentaba embrujar a Harry, quien en ascuas mantenía la varita levantada, preparado para repeler un embrujo que no parecía que fuera a llegar nunca.
—Patético, Weasley —sentenció Severus al cabo de un rato—. Apártate, deja que te enseñe...
El profesor sacudió su varita en dirección a Harry tan deprisa que el muchacho reaccionó de manera instintiva y, olvidando que estaban practicando hechizos no verbales, gritó:
—¡Protego!
Su encantamiento escudo fue tan fuerte que Severus perdió el equilibrio y se golpeó contra un pupitre. La clase en pleno se había dado la vuelta y vio cómo Severus se incorporaba, con el entrecejo fruncido. Alex miraba de manera alterna a su mejor amigo y a su novio con una expresión entre el miedo y la preocupación.
«Ya se armaron los coscorrones»
—¿Te suena por casualidad que les haya mandado practicar hechizos no verbales, Potter?
—Sí —contestó fríamente.
—Sí, «señor» —lo corrigió Snape.
—No hace falta que me llame «señor», profesor —replicó Harry impulsivamente.
«¡Harry! ¡Ves la tempestad y no te incas!» pensó Alex alborotándose un poco el cabello a causa del nerviosismo
Varios alumnos soltaron grititos de asombro, entre ellos Hermione. Sin embargo, Ron, Dean y Seamus, que estaban detrás de Severus, sonrieron en señal de apreciación.
—Castigado. Te espero en mi despacho el sábado después de cenar — dictaminó Severus—. No acepto insolencias de nadie, Potter. Ni siquiera del «Elegido».
Sonó el timbre y todos los alumnos —incluso las serpientes— salieron casi huyendo del aula. Alex se atrasó a propósito con la intención de hablar con él, pero la voz de Harry se lo impidió y los cuatro se alejaron del salón de camino al patio ya que era el recreo. A la mitad del camino le entregaron a Harry una nota de Dumbledore avisándole que su primera clase particular sería el sábado después de cenar, el chico se alegro por dos cosas: Uno; empezaría con sus clases particulares con el director. Y el segundo; se libraba del castigo con Severus.
Después del recreo, Hermione se marchó a su clase de Aritmancia y Alex y los chicos regresaron a la sala común, donde empezaron a hacer —de mala gana los chicos— los deberes que les había puesto Severus. El trabajo era tan complejo que aún ni Harry ni Ron lo habían terminado cuando Hermione se reunió con ellos en la hora libre después de comer (así que ella contribuyó a acelerar el proceso), Alex lo había terminado cinco minutos antes de que su amiga llegara. En cuanto acabaron, sonó el timbre de la clase de dos horas de Pociones que tenían esa tarde, y juntos se encaminaron hacia la mazmorra que durante tanto tiempo había sido territorio de Severus.
Cuando llegaron al pasillo, comprobaron que tan sólo una docena de alumnos iban a cursar el nivel de ÉXTASIS. Crabbe y Goyle no habían conseguido la nota mínima requerida en sus TIMOS, pero otros cuatro alumnos de Slytherin sí la habían alcanzado, entre ellos Malfoy. También había tres alumnos de Ravenclaw y uno de Hufflepuff, Ernie Macmillan.
—Buenas tardes, Harry —dijo Ernie con solemnidad al verlo acercarse, y le tendió la mano—. Esta mañana, en Defensa Contra las Artes Oscuras, no hemos tenido ocasión de saludarnos. Ha sido una clase interesante, aunque los encantamientos escudo no son nada nuevo para nosotros, los veteranos del ED... ¡Hola, Ron! ¡Hola, Hermione! ¡Hola Alex! ¿Cómo están?
Apenas habían respondido con un breve «Bien» cuando se abrió la puerta de la mazmorra y la barriga de Slughorn salió por ella precediéndolo. Mientras los alumnos entraban en fila en el aula, el enorme bigote de morsa de Slughorn se curvó hacia arriba debido a la radiante sonrisa del profesor, quien saludó con especial entusiasmo a Harry y Zabini. La mazmorra ya estaba llena de vapores y extraños olores, lo cual sorprendió a los alumnos. Ls cuatro amigos olfatearon con interés al pasar por delante de unos grandes y burbujeantes calderos. Los cuatro alumnos de Slytherin se sentaron juntos a una mesa, y lo mismo hicieron los tres de Ravenclaw, quienes tuvieron que compartir mesa con Ernie. Los cuatro amigos eligieron la que estaba más cerca de un caldero dorado que rezumaba uno de los aromas más seductores que los cuatro habían inhalado jamás, y era porque olía diferente para cada uno.
—Muy bien, muy bien —dijo Slughorn, cuyo colosal contorno oscilaba detrás de las diversas nubes de vapor—. Saquen las balanzas y el material de pociones, y no olviden los ejemplares de "Elaboración de pociones avanzadas"...
—Señor... —dijo Harry levantando la mano.
—¿Qué pasa, Harry?
—No tengo libro, ni balanza, ni nada. Y Ron tampoco. Verá, es que no sabíamos que podríamos cursar el ÉXTASIS de Pociones...
—¡Ah, sí! Ya me lo ha comentado la profesora McGonagall. No te preocupes, amigo mío, no pasa nada. Hoy pueden utilizar los ingredientes del armario de material, y estoy seguro de que encontraremos alguna balanza. Además, aquí hay unos libros de texto de otros años que servirán hasta que puedan escribir a Flourish y Blotts...
Slughorn se dirigió hacia un armario que había en un rincón y, tras hurgar en él, regresó con dos ejemplares viejos de "Elaboración de pociones avanzadas", de Libatius Borage, que entregó a Harry y Ron junto con dos deslustradas balanzas.
El profesor comenzó la clase preguntando sobre las pociones que estaban en cada una de las mesas, tanto Hermione como Alex respondieron con rapidez a las preguntas y el profesor Slughorn se sorprendió ante esto, entonces recordó que Harry les había hablado de las dos hijas de muggles amigas suyas y que eran las mejores de la clase, por lo que dedujo que eran ellas (además de que se le había olvidado que en el tren invito a la latina a su reunión).
La última poción que les explicó era una que estaba en el pequeño caldero negro que había en la mesa de Slughorn. La poción que contenía salpicaba alegremente; tenía el color del oro fundido y unas gruesas gotas saltaban como peces dorados por encima de la superficie, aunque no se había derramado ni una partícula.
—Sí. Esa. Bueno, ésa, damas y caballeros, es una poción muy curiosa llamada Felix Felicis. Esta poción te hace afortunado —La clase entera se enderezó un poco en los asientos poniendo más atención a las palabras del profesor—. Muy difícil de preparar y de desastrosos efectos si no se hace bien. Sin embargo, si se elabora de manera correcta, como es el caso de ésta, el que la beba coronará con éxito todos sus empeños, al menos mientras duren los efectos de la poción. Y eso es lo que les ofreceré como premio al finalizar la clase de hoy.
Todos guardaron silencio, y durante unos instantes el sonido de cada burbuja y cada salpicadura de las pociones bullentes se multiplicaron por diez.
—Una botellita de Felix Felicis —añadió Slughorn, y se sacó del bolsillo una minúscula botella de cristal con tapón de corcho que enseñó a sus alumnos—. Suficiente para disfrutar de doce horas de buena suerte. Desde el amanecer hasta el ocaso, tendrán éxito en cualquier cosa que se propongan. Ahora bien, debo advertirles que el Felix Felicis es una sustancia prohibida en las competiciones organizadas, como por ejemplo eventos deportivos, exámenes o elecciones. De modo que el ganador sólo podrá utilizarla un día normal. ¡Pero verá cómo éste se convierte en un día extraordinario!
»Veamos —continuó Slughorn, adoptando un tono más enérgico—, ¿cómo pueden ganar mi fabuloso premio? Pues bien, abriendo el libro "Elaboración de pociones avanzadas" por la página diez. Nos queda poco más de una hora, tiempo suficiente para que obtengan una muestra decente del Filtro de Muertos en Vida. Ya sé que hasta ahora nunca habían preparado nada tan complicado, y desde luego no espero resultados perfectos, pero el que lo haga mejor se llevará al pequeño Felix. ¡Adelante!
Los alumnos comenzaron a poner manos a la obra, tomando de los armarios los ingredientes necesarios y buscando la receta de la poción en el libro ya que querían ganar la suerte liquida a como fuera posible. Como era de esperarse, Hermione ya iba a la delantera y Ron apenas si sabía lo que estaba haciendo, en cuanto a Harry; estaba tratando de descifrar lo que decía el libro porque al parecer el anterior propietario había escrito sobre él, incluso había varías tachaduras en él.
Alex abrió el suyo y se sorprendió ver que el suyo estaba igual, pero con la diferencia de que estaba así solamente en las recetas y por alguna razón, la letra le parecía familiar. Siguió hojeando el libro hasta que encontró una nota hasta el final del libro.
En cuanto tuve oportunidad tome tu libro y lo corregí para ti. Todas las instrucciones estaban mal y no quería que dejaras de ser la primera en la clase de Pociones.
Que tengas suerte en clase
Con amor
SS
«Severus... gracias»
Reviso todo lo que necesitaba y debía hacer y se puso a trabajar. Mientras lo hacía vio que poco a poco a su amiga se le empezaba a complicar su elaboración; miro el libro y vio que Severus tachó «cortar el grano de sopóforo» y en su lugar había anotado «aplastar con la hoja de una daga de plata; se obtiene más jugo que cortando».
Alex aplastó el reseco grano con la hoja de la daga y se sorprendió al ver que, de inmediato, éste exudaba tal cantidad de jugo que parecía mentira que lo hubiera contenido. Lo metió deprisa en el caldero y observó, fascinada, cómo la poción adquiría al instante el tono exacto de lila descrito en el libro en lugar del tono morado oscuro que tenía el de su amiga.
Siguió los pasos que Severus le puso y se alegraba de ver que la poción estaba quedando perfecta.
«Ahora entiendo porque nunca nos pidió libro y siempre anotaba todo en la pizarra»
Miro las pociones de los chicos y se llevó una gran sorpresa ver que la poción de Harry estaba exactamente igual a la de ella y seguía los mismo pasos.
«Eso es extraño»
Alex siguió con lo suyo y poco a poco la poción fue adquiriendo el color que el libro especificaba: rosa claro. La chica miro las pociones de los demás; la de Ron parecía alquitrán, la de Hermione seguía siendo morado, pero en cuanto vio el de Harry se sorprendió demasiado, estaba exactamente igual al suyo.
—¡Tiempo! —anunció Slughorn—. ¡Paren de remover, por favor!
Todos obedecieron y el profesor comenzó a pasearse por las mesas. Al parecer ninguno de los alumnos había logrado el resultado esperado, cuando llego a la mesa de los leones el profesor se sorprendió de sobremanera con la poción de Harry y Alex.
—¡He aquí los ganadores, sin duda! —exclamó para que lo oyeran todos—. ¡Excelente, Harry, excelente! ¡Caramba, es evidente que has heredado el talento de tu madre! Lily tenía muy buena mano para las pociones. Señorita Macías, de verdad me impresiona, hacia años que no veía un talento como este, además de que me recuerda a una alumna de la época de Lily —Alex se tensó un poco con el comentario, ya que ella era la alumna a la que el profesor se refería—. Así pues, aquí tienen: una botella de Felix Felicis, espero que no les moleste compartirla.
La clase terminó y de camino al Gran Comedor, tanto Hermione como Ron interrogaron a Harry acerca de su éxito en clase, el chico les contó sobre el libro; tanto uno como otro no estaba muy contento con eso, Hermione porque Harry no lo había hecho por sí mismo y Ron porque no tuvo suerte de tener ese libro.
—¿Y por qué solamente me preguntan a mi? —preguntó Harry, tomando su lugar en la mesa de los leones—. ¿Quién dice que Alex no hizo lo mismo?
—Porque ella es más hábil en pociones que tú —respondió Hermione con un tono severo—. Ese libro me da mala espina
—¡Eh! —protestó Harry al ver que su amiga le sacaba el viejo ejemplar de "Elaboración de pociones avanzadas" de la mochila y levantaba la varita.
—¡Specialis revelio! —exclamó Hermione, y golpeó la cubierta del libro con la punta de la varita.
No pasó nada. El libro siguió allí, igual de viejo, sucio y sobado que antes, sin alterarse lo más mínimo.
—¿Has terminado? —dijo Harry, molesto—. ¿O quieres esperar por si se pone a dar volteretas?
—Parece normal —admitió ella, pero siguió observándolo con recelo—. Es decir, parece... un libro de texto normal y corriente.
—Estupendo. Entonces me lo llevo —repuso él, agarrándolo, pero el libro se le escurrió y fue a parar abierto al suelo. Harry se agachó para recogerlo y vio algo anotado en la última página. Tenía la misma caligrafía pequeña y apretada de las instrucciones gracias a las cuales había ganado la botella de Felix Felicis. Alex se agachó un poco al ver a su amigo en el suelo y también alcanzó a ver la última página del libro y no pudo evitar pensar que la letra se le hacía familiar. La anotación rezaba:
Este libro es propiedad del Príncipe Mestizo
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