El Legado de Dumbledore
Alex aún no podía creer lo que pasaba: estaba embarazada y de Severus Snape. Por una parte estaba feliz porque sería madre, pero por otra parte estaba preocupada; eran tiempos oscuros y pronto tendría que ir con Harry, Ron y Hermione a buscar y destruir los Horrocruxes para finalmente derrotar a Voldemort, pero si iba pondría en peligro la vida de su bebé. También estaba una cuestión que la molestaba y no sabía qué hacer: Decirle o no a Severus que esperaba un hijo suyo.
Con el simple hecho de pensar en el profesor de pociones, sintió que sus ojos comenzaban a aguarse; también estaba el hecho de cómo Sev... Snape se tomaría la noticia. Si aceptaría la paternidad o la abandonaría.
«Lo más probable es que no quiera saber nada de mi... y mucho menos del bebé» pensó con amargura la latina.
Posó una mano en su vientre aun plano y miró fijamente por la ventana del departamento. Pronto tendría que irse a casa de los Weasley, ya que pronto tendrían que sacar a Harry de la casa de sus tíos antes de que cumpla la mayoría de edad y de esa manera les sería más difícil a Voldemort y sus seguidores encontrarlo. Se supone que ella participaría también, pero ahora en su estado...
—No vas a poder esconder lo de tu embarazo por siempre —le dijo Xóchitl, mirándola desde su canasta
La latina suspiró con resignación y miró a la loba a los ojos reflejando tristeza.
—¿Y qué se supone que debo hacer?
—Por como están las cosas... decirles la verdad
—Sí claro, decirles a todos que estoy esperando un hijo de uno de los ex-profesores de Hogwarts y que además es un traidor. Sí, lo van a tomar muy bien
—Creo que estar demasiado tiempo con él te afecto, porque ya estas hablando de la misma manera sarcástica de él.
—Xóchitl, de verdad no me ayudes
—Perdón
Alex se alejó de la ventana y fue a la cocina por un poco de jugo de naranja para intentar calmarse. Por mucho que ella odiará admitirlo, Xóchitl tenía razón: La Orden y sus amigos (excepto las chicas) se darían cuenta de su embarazo y comenzarían a interrogarla. No se le ocurría de qué manera podría decirles sin que ellos lleguen a estallar de enojo y sorpresa.
La chica seguía dándole vueltas al asunto cuando de pronto se escuchó que tocaban la puerta. Humana y brije se tensaron, no era muy común que alguien fuera a visitarlas. Xóchitl tomó forma humana y ocultó con un paliacate las orejas y con una sudadera atada a la cintura la cola; Alex sujetó con fuerza su varita que estaba guardada en el bolsillo del pantalón de mezclilla y las dos se acercaron a la puerta con cautela.
Alex llegó primero y miró por el orificio de la misma, soltó el aire que retuvo al ver de quien se trataba.
—Esperen, en seguida les abro. Remus, Tonks —Agarró el pomo de la puerta y la giró, pero uno de los Lupin sujetó la puerta por el otro lado impidiendo que la chica pudiera abrir—. ¿Quién de los dos está sujetando la puerta?
—Alex, no deberías de abrirnos la puerta con tanta confianza, podríamos ser mortífagos que se hacen pasar por nosotros. Necesitamos que nos preguntes algo que solo los verdaderos podamos contestar.
«¿Bromea? Esto es una locura?»
—Está bien, déjame pensar... —pensó a fondo que podría preguntarle al matrimonio Lupin y que solamente ellos supieran. Se le vinieron algunas preguntas, pero sentía una punzada de dolor en el corazón porque esos temas involucraban a Snape—. Remus, ¿Cuándo y Cómo descubrí mis sentimientos hacia Snape?
—En tu tercer año en Hogwarts, te ayude a tratar de descifrar qué era lo que más temías porque no sabías en qué se transformaba tu boggart y resultó ser... perder a Snape
—¿Qué el boggart de Alex era quién? —exclamó Tonks incrédula
—Correcto. Tonks, tu turno —la latina dejó escapar un suspiro antes de hablar—. ¿Quiénes saben y cuál es mi estado de salud actual?
—Hermione, Ginny, Luna y yo sabemos que estas esperando un hijo de Snape y llevas casi un mes de embarazo
—¿Qué Alex está qué? —ahora fue Remus quien exclamó con asombro
Antes de que el matrimonio pudiera decir algo, la actual morena les abrió la puerta y los dejó pasar. En cuanto la abrió sintió unos brazos rodearla del cuello y abrazarla de manera afectiva; un abrazo de hermandad.
—Tonks, tranquila. Estoy bien —le dijo Alex, tomando a la metamorfomaga de los hombros y separándola un poco de ella.
—Lo siento, pero es que las chicas y yo estamos preocupadas por ti.
—Lo sé y lamento causarles...
—¿Cómo está eso de que estas esperando un hijo de Snape, Alejandra?
Tanto la chica como la Sra. Lupin notaron el tono serio del licántropo. Las dos rompieron el contacto y miraron al hombre, quien estaba con el ceño fruncido y los brazos cruzados.
—La Orden ya sabe que tuviste una relación amorosa con él, pero no me esperaba que acabarás preñada.
—Remus por favor no seas duro con ella, Alex tampoco se esperaba eso. El día de nuestra boda fue cuando descubrió su estado —salió Tonks en defensa de la chica
Remus desvió la mirada de su esposa hacia la chica, quien tenía la vista clavada en el suelo en clara señal de vergüenza. El último merodeador ablandando su expresión y se acercó a la latina abrazándola de manera paternal; Alex tardó unos segundos en reaccionar hasta que rodeó con sus brazos la cintura de su ex-profesor de DCAO de tercero.
—Perdón por enojarme tan pronto, al igual que tú aun no puedo superar que alguien tan unido a Dumbledore nos traicionara de esa manera —se alejó un poco de Alex, pero no la soltó—. Snape y yo nunca fuimos amigos, pero era un compañero y sí me dolió lo que hizo, aun más al recordar la expresión de cariño con la que Dumbledore siempre lo miraba.
—Lo sé. Siempre me pareció que Dumbledore y Snape se querían como padre-hijo —concordó Alex
En cuanto las cosas se aclararon, Tonks le dijo a Alex y a Xóchitl que hoy irían algunos miembros de la Orden a recoger a Harry por última vez de casa de sus tíos y lo llevarían a La Madriguera. Las latinas se sorprendieron al escuchar el plan: usar siete Harrys para despistar a los mortífagos o a quien atacara y llevar al Harry original directamente a la morada Weasley.
—La idea original era que también participarás en el traslado, pero ahora por tu condición...
—Esta bien Tonks, me quedaré con Ginny y la Sra. Weasley a esperar a Harry y los demás
—Gracias por comprenderlo —agradeció el licantropo—. Será mejor que vayas por tus cosas y nos vayamos de aquí lo antes posible
La chica asintió y seguida por la loba, se encaminó hacia su dormitorio. Comenzó a arreglar sus cosas y escuchó que alguien más entraba al dormitorio, volteó y vio que se trataba de Tonks.
—Te ayudaré para que sea mas fácil y rápido —dijo la pelirosa sacando su varita—. Aunque no entiendo porque no usas tu magia, si ya eres mayor de edad
—No sé como guardar todo con magia —confesó Alex
Tonks negó con la cabeza pero sonriendo a la vez y con un flojo movimiento de varita, todas las cosas de Alex ya estaban guardadas en su baúl. Las dos mujeres y la loba salieron, Remus se levantó del sillón, donde se sentó en cuanto su esposa fue al cuarto de la menor. Les tendió su mano y las tres entendieron enseguida que usarían Aparición para llegar más rápido.
Tonks y Xóchitl (en forma humana) tomaron la mano de Remus, pero Alex no. Remus descifró el miedo reflejado en el rostro de la menor y le aclaró con una sonrisa.
—Tranquila, no le pasara nada a tu bebé, te lo aseguro
Un poco más tranquila, Alex se acercó al grupo. Con un movimiento de varita encogió su baúl y lo guardó en el bolsillo de su pantalón y posó su mano sobre la de Xóchitl. En seguida le dio la sensación de una fuerte presión en todo el cuerpo, como si estuviera siendo aplastada al pasar por un espacio muy estrecho, dificultando su respiración. Se tambaleó un poco y estuvo a punto de caer de no ser porque Xóchitl logró sujetarla del brazo a tiempo.
—¿Estas bien? —preguntó Tonks
—Algo mareada, pero bien
La auror le sonrió y sujetándola del otro brazo —y de manera discreta— la llevó hasta la casa de los Weasley con la ayuda de su brije.
En cuanto se acercaron a la puerta, salió el Sr. Weasley y los interrogó a todos para corroborar que eran los auténticos; en cuanto lo confirmó, se acercó a los recién llegados y los saludó con un abrazo a cada uno.
—Ya la Orden está completa y reunida en la Sala —anunció el patriarca Weasley—, solo faltaban ustedes
—Gracias por esperarnos, Arthur
—De nada Remus, pero démonos prisa. Ojoloco ya se está poniendo de mal humor
Tonks rodó los ojos ante eso, sabía que su mentor podía llegar a ser un exagerado paranoico y lo mejor era no hacerlo enojar. Entraron a la casa y vieron que, en efecto, toda la Orden se encontraba ahí: Ojoloco, Kingsley, Bill, Fleur, la Sra. Weasley, Mundungus, Hagrid; incluso estaban Ron, Hermione, los gemelos y Ginny.
—¡Alex! —exclamó Ginny y corrió a abrazar a su amiga
—¡Wow, tranquila Ginny! —la frenó a tiempo la auror—. Recuerda... su salud —esto último lo dijo en un susurro para que nadie más pudiera escucharla.
—Es cierto, lo olvide —dijo la pelirroja y abrazó a su amiga con más calma
Alex le sonrió a la pelirroja y respondió el abrazo. Uno a uno, Alex y Xóchitl fueron saludando a todos los miembros de la Orden hasta que llegaron con Ron y los gemelos, quienes miraban extrañados a las latinas.
—¿Qué sucede chicos?
—Pues tu dinos —respondió Ron—. Si tu siempre has sido ruda incluso para saludar...
—Que lindo ¿eh? ¡que bárbaro!
—Y ahora de la nada lo haces como una persona normal ¿Qué te sucede?
—Nada, solo que ultimamente no me he sentido bien de salud
Ron seguía sin entender, pero saludó a la latina con un abrazo también. Fred y George no se creyeron con lo de "el problema de salud" de Alex, por lo que la saludaron como siempre lo hacían con ella: un fuerte abrazo teniendo a la chica enmedio de ellos.
—¡Fred y George Weasley! Alejandra no se encuentra bien por lo que quiero que los dos la traten con calma —ordenó su madre
Los gemelos miraron a su madre con sorpresa, no por el regaño, sino por la reacción sobreprotectora que tomó con la latina, por lo que la soltaron y se alejaron un poco de ella.
Ya calmado un poco el ambiente, la Orden repasó una vez más el plan de traslado de Harry; sin embargo, tuvieron que hacer algunos cambios gracias al hecho de que Alex ya no participaría, se quedaría en La Madriguera con la Sra. Weasley y Ginny. Alex se sentía mal por el hecho de no poder ayudar con la misión, por lo que se levantó tratando de no llamar la atención y se fue a la cocina.
Caminó hasta la entrada trasera y se recargó en el marco de la puerta con los brazos cruzados y la mirada perdida en el cielo.
—No quieres aceptar el hecho de que no puedes formar parte de la acción ¿verdad? —comentó Ginny
Alex volteó un poco para comprobar que sus amigas la habían seguido hasta la puerta.
—Supongo que es más bien el hecho de que no me agrada sentirme inútil en estos tiempos difíciles
—Tu no eres inútil, Alex —dijo Hermione con la intención de animarla—. No había posibilidad de que pudieras saber que esto pasaría, y más siendo de que eras muy buena en la clase de Adivinación
—Hace un chiste ocurrente la que abandonó esa clase en tercer año
La castaña simplemente rodó los ojos y negó levemente con la cabeza. Alex le sonrió a su amiga y volvió a posar la vista en el cielo.
—Así que estaban aquí —dijo una voz detrás de las chicas
Las cuatro voltearon y vieron que se trataba de la Sra. Weasley.
—¿Sucede algo, mamá? —preguntó Ginny, algo sorprendida por ver a su madre ahí
—Era lo que yo les iba a preguntar —caminó hasta estar de frente a Alex y la tomó de las manos en un clara señal maternal—. Entonces ¿Desde cuando?
—¿Desde cuándo qué, Sra. Weasley?
—Es inútil que intentes hacerte la inocente conmigo Alex —dijo la Sra. Weasley con una sonrisa— Me refiero a ¿cuánto tiempo llevas de embarazo? Pero por lo que logro ver, has de tener máximo un mes
De haber sido posible, Alex se desmayaría del susto; además de que no sabía quién estaba más pálida, si ella o sus amigas.
—¿Pero cómo...?
—Alex, te lo dice una mujer que ya ha pasado por seis embarazos. En seguida cuando entraste pude darme cuenta —de pronto su sonrisa desapareció y su expresión se puso más seria—. Pero me preocupa saber quién es el padre. ¿Es Snape, verdad? —Alex simplemente bajó la mirada dándole una silenciosa afirmación a la Sra. Weasley, quien simplemente suspiro y posó una mano sobre el vientre aun plano de la latina—. Siempre me ha parecido hermoso el nacimiento de un nuevo ser, pero me da lástima el padre que le tocó a esta criatura. ¿Le dirás a Snape sobre el bebé?
—Aun no estoy segura Sra. Weasley, pero lo más probable es que no. Por todo lo que está pasando y cómo terminaron las cosas entre nosotros... —Alex sintió que nuevas lágrimas comenzaban a aparecer en sus ojos.
La Sra. Weasley la rodeó con sus brazos en un cálido abrazo materno. Le tomó unos minutos poder calmar a la futura madre, ya que los cambios en el estado de ánimo estarían presentes todo el tiempo junto con otros síntomas que poco a poco harían aparición, y Molly sabía que con eso el embarazo de Alex pronto quedaría expuesto.
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El traslado de Harry no fue tan sutil como la Orden esperaba, en cuanto tomaron vuelo los mortífagos y el mismísimo Voldemort los atacaron. La buena noticia es que Harry llegó a La Madriguera a salvo, la mala noticia es que Ojoloco murió a manos de Voldemort y George perdió una oreja... por culpa de Snape.
Al enterarse de esto, Alex sintió que le faltaba el aire y casi caía al suelo de no ser porque Ginny y Tonks lograron sujetarla a tiempo. En cuanto estuvo de pie, se soltó del agarre de sus amigas y salió al jardín antes de que alguien la llamara; llegó hasta la cerca y se sujetó de esta para no caer de rodillas.
«Odio estos cambios de ánimo» maldijo la chica en cuanto sintió lágrimas correr por sus mejillas «Pero lo que más odio... es que sigo llorando por su culpa»
Se había hecho la promesa de no llorar más por él, pero por el embarazo eso le era imposible.
—No sé qué me duele más: ver que uno de mis hermanos salió gravemente herido o que tú y tu bebé sean lastimados todo el tiempo —Alex levantó la mirada y se encontró con los ojos castaños de Ginny
Con un rápido movimiento se limpió las lágrimas, pero la chica Weasley logró verlas. Se acercó a su amiga y posó una mano sobre su hombro.
—Creo que por tu estado no vas a poder ser sutil —comentó Ginny de manera burlona
—¿Tú crees? —respondió Alex dejando escapar una risa nerviosa
—Será mejor que regresemos antes de que alguien de la Orden venga a buscarnos
La latina asintio y siguio a la pelirroja. De manera inconsciente comenzó a acariciar su vientre y una pequeña sonrisa apareció en su rostro; la verdad es que desde pequeña Alex había soñado con ser madre, y a pesar de que parte de su sueño (encontrar al hombre indicado y formar una hermosa familia juntos) se arruinó, ella seguiría adelante con el embarazo y haría todo lo posible por proteger a su bebé.
«No dejaré que nada malo te pase»
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Severus estaba sentado (o más bien echado) en el sillón en su casa de La Hiladera con una botella de Whisky de Fuego en la mano. Tenía la mirada clavada en las llamas que danzaban en la chimenea pero no les ponía atención, su mente divagaba pensando en cierta castaña latina, a la cual aún no sabía dónde estaba.
Hacía unas horas que "participó" en la captura de Potter, con la intención de impedir eso y de paso buscar a Alex, porque estaba seguro que la chica participaría para salvar a su amigo. Por desgracia, ella no se encontraba allí y lo peor de todo es que accidentalmente lastimó al "Potter" que iba con Lupin.
«Otro punto a tu favor, Snape. Bien hecho» pensó con amargura antes de darle un gran trago a la botella.
Se escuchó una pequeña campanada y Severus levantó la mirada hacía el reloj que posaba sobre la chimenea. Ya eran las tres de la madrugada. Con pesar, se puso de pie y arrojó la botella medio vacía al fuego, con un movimiento de varita apagó la chimenea y se fue a su dormitorio a dormir. O más bien a tratar de dormir.
—¿Cómo...? ¿Cómo pudiste... hacer algo así? Es... imposible... ¿Por qué?
Severus ya no sabía qué hacer; desde antes de que Dumbledore le pidiera ese favor, sabía las consecuencias que traería: perdería a Alex y ella ya no confiaría en él nunca más. Quería enviar todo al demonio y confesarle todo pero no podía y esta vez gracias al Juramento Inquebrantable que hizo con Narcisa Malfoy...
Bajó los brazos y miraba a Severus a los ojos; el profesor vio que la chica estaba más pálida como un fantasma y que las lágrimas corrían por sus mejillas. La chica bajó la mirada haciendo que su fleco le cubriera los ojos; no pudo evitar recordar todo lo que había pasado junto a él, cerró los puños con fuerza y apretaba la mandíbula.
—Es imperdonable —susurró la chica, pero Severus logró escucharla. Se le acercó un poco y levantó una mano hacia ella—. ¡ES IMPERDONABLE! —y con pisotón levantó la tierra haciendo que Severus retrocediera bruscamente hasta que perdió el equilibrio y cayó de espaldas.
Severus levantó la mirada y se sorprendió de ver la expresión que Alex tenía en su rostro: Las lágrimas seguían corriendo por sus mejillas pero tenía una expresión fría y severa en el rostro, se podría decir que parecida a la suya. Caminaba hacia él con los puños fuertemente cerrados y la respiración agitada.
—No puedo creer que haya sido tan tonta como para creerte. Todos tenían razón... no se puede confiar en los mortífagos —y le lanzó una llamarada con el puño como si lo fuera a golpear...
—No te acerques —advirtió ella, pero Severus siguió con su camino. Alex volvió a dar un paso atrás—. ¡No te acerques! —repitió ella y Severus la volvió a ignorarla...
—¡NO TE ACERQUES! —exclamó Alex
Alex levantó su varita y como si tuviera un látigo apuntó hacia Severus y le dio en la mejilla derecha haciéndole un corte desde la frente hasta la comisura del labio...
Severus despertó de golpe respirando agitadamente. Se llevó una mano a la herida del rostro, al sentirla se dio cuenta que todo lo que había "soñado" fue real... cada momento del sueño fue real. Se llevó las manos a la cabeza y se alborotó el cabello con desesperación; ya no sabía qué hacer, hacía un mes no tenía noticias de Alex y sentía que en cualquier momento se volvería loco.
Se levantó y se encaminó hacia la ventana; la noche era oscura y no se veía mucha luz tanto en las calles como en el cielo, puesto que con estos tiempos oscuros era de esperarse que cosas así sucedieran. No sabía porque, pero de pronto comenzó a preocuparse de cómo serían las cosas de ahora en adelante en Hogwarts; ya no sería recibido en el castillo a causa de lo que hizo, pero tenía que cumplir con la promesa que le hizo a Dumbledore sobre proteger a los alumnos y lo que más le preocupaba era Potter, Weasley, Granger y Alex ya que, por alguna razón, tenía el presentimiento de que este año no los vería en el castillo.
«Quizá tenga algo que ver con lo que Albus le estuvo contando a Potter el año pasado y no quiso contarme»
Nunca se le ocurrió preguntarle a su pequeña que era lo que Potter siempre hablaba con el viejo director, porque además sabía que la chica no le diría nada. Sentía que en cualquier momento le estallaría la cabeza por tantas cosas arremolinándose en ella; las promesas y misiones que tenía que cumplir y que este año se convertiría en una misión imposible.
Se frotó las sienes y aún sabiendo que le sería imposible, regresó a la cama con la intención de tratar de dormir un poco.
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El día del cumpleaños de Harry recibieron la visita de la persona menos esperada; el Ministro de Magia Rufus Scrimgeour, quien llegó para hacerle entrega al cuarteto los legados que les dejo el viejo director.
—«Última voluntad y testamento de Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore...» —comenzó a leer el ministro en cuanto los cinco se encontraron solo en la sala de La Madriguera—. «A Ronald Bilius Weasley le lego mi desiluminador, con la esperanza de que me recuerde cuando lo utilice.»
De su maletín sacó un objeto que era parecido a un encendedor plateado, pero poseía el poder de absorber toda la luz de un lugar, y el de devolverla mediante un simple clic. Inclinándose hacia delante, el ministro le entregó el desiluminador a Ron, que lo cogió y lo hizo girar entre los dedos, atónito.
—«A la señorita Hermione Jean Granger le lego mi ejemplar de los Cuentos de Beedle el Bardo, con la esperanza de que lo encuentre ameno e instructivo.» —Scrimgeour sacó de la bolsa un librito que parecía tan antiguo como el ejemplar de Los secretos de las artes más oscuras que Hermione conservaba en el piso de arriba; la tapa estaba manchada y en algunos puntos despegada. Ella lo cogió sin decir nada, se lo puso en el regazo y se quedó observándolo. El título estaba escrito con runas y una lágrima cayó sobre los símbolos grabados.
—«A la señorita María Alejandra Macías del Castillo le lego un antigua reliquia de la Familia Dumbledore, el guardapelo de mi madre Kendra, con la esperanza de que recuerde a sus seres queridos y la ayude a encontrarlos.» —El ministro sacó una pequeña caja de terciopelo azul marino y se lo extendió a Alex. La latina lo abrió y vio el guardapelo; a simple vista se notaba que era antiguo, era de forma ovalada, color plateado con algunos detalles grabados y una gema morado azulado en el centro igual ovalada.
—«A Harry James Potter le lego la snitch que atrapó en su primer partido de quidditch en Hogwarts, como recordatorio de las recompensas que se obtienen mediante la perseverancia y la pericia.» —Cuando el ministro extrajo la diminuta pelota dorada, del tamaño de una nuez y cuyas alas plateadas se agitaban débilmente, Harry no pudo evitar sentirse decepcionado. Tendió una mano con la palma hacia arriba. Scrimgeour volvió a inclinarse y, con mucha parsimonia, se la puso encima.
Continuaron discutiendo respecto a los legados de Dumbledore y resultó que el viejo director también le legó la espada de Gryffindor a Harry. Sin embargo, el ministro alegó que al ser una antigua pieza historia Dumbledore no tenía derecho de "obsequiarla", aunque Hermione decía que la espada eligió a su amigo en la Cámara de los Secretos, el ministro siguió negando que la espada era de la propiedad del azabache.
Después de que la "conversación" no los llevo a nada, el ministro se retiró con enfado del lugar. Todos los presentes les preguntaron al cuarteto que era lo que había pasado y como única respuesta los chicos les mostraron a todos lo que el viejo director les había legado.
Tanto los chicos como la Orden se sorprendieron de ver las herencias de Dumbledore, pero más Alex ¿Por qué Dumbledore le dejaría un guardapelo que fue de su madre y le decía que la ayudaría a encontrar a sus seres queridos?
«¿Qué es lo que quiso decir el director con eso?» pensó la chica estudiando el guardapelo con cuidado.
Siguieron con la celebración de cumpleaños de Harry como si el ministro nunca hubiera llegado. En la noche, los cuatro amigos se reunieron en la habitación de Ron para discutir qué era lo que harían en cuanto salieran de La Madriguera para comenzar con la búsqueda y destrucción de los Horrocruxes; aunque tuvieron que retrasarlo un día más, puesto que al día siguiente sería la boda de Bill y Fleur.
«Espero que no pase nada malo mañana, y ahora que Harry es mayor de edad» pensó Alex mientras regresaba a la habitación de Ginny.
La latina se acostó en la cama plegable junto a la ventana y se quedó dormida enseguida, por el embarazo comenzaba a tener cansancio extremo aún sin hacer gran cosa durante el día.
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Por seguridad, tanto Harry como Alex tuvieron que disfrazarse para la boda aunque la diferencia de los disfraces fue que Harry usó la Poción Multijugos y se haría pasar por «El primo Barny» de los Weasley mientras que Alex usaría el mismo disfraz que usó en la boda de Remus y Tonks.
Harry, Ron y los gemelos estaban en la entrada de la carpa con un croquis con el cual se guiarían para acomodar a los invitados mientras que las chicas terminaban de arreglarse en la habitación de Ginny.
—No me agrada ser la "Dama de Honor" de Flegggrrr —se quejaba la pelirroja mientras que Hermione la peinaba
—Creo que es mejor que dejes de quejarte antes de que tu madre te escuche
Ginny simplemente soltó un bufido.
—De verdad que preferiría un millón de veces irme vestida como Alex antes que usar esto —comentó , señalando su vestido el cual era de color dorado
—Pero al menos di que tú puedes usar un vestido —dijo Alex desde la ventana—. Aunque la verdad, se me hace más cómodo y práctico usar traje
Tanto Hermione como Ginny prefirieron guardar silencio. Sabían que para la latina era difícil todo lo que estaba pasando y preferían no seguir empeorando las cosas.
Las chicas bajaron a la sala donde se encontraron a los Sres. Weasley y Delacour. La Sra. Weasley le indicó a Hermione y a Alex que se fueran adelantando a la carpa y que Ginny se quedará para salir con la hermanita de Fleur y la novia.
Ya todos los invitados estaban en sus lugares y los chicos también se fueron a sentar. Las chicas los alcanzaron y Ron puso cara de tonto al ver lo hermosa que se veía Hermione, mientras que «Barny» estaba impresionado de lo irreconocible que se veía Alex.
—Deberías de usar el nombre que te pusiste en la boda de Tonks ¿no crees? Me parecio muy bueno, aunque el apellido que te inventaste es extraño.
—El apellido no lo inventé, me acordé de un programa muggle que veía de pequeña. Y la idea no fue mía sino de Xóchitl.
—Y hablando de Xóchitl ¿Dónde está?
Alex se cubrió la boca con una mano para aguantar la risa. Hermione la miró sin entender el gesto.
—En cuanto la vean lo van a entender
Comenzó a sonar la música y todos se pusieron de pie. Bill y Charlie ya estaban en la parte de enfrente de la carpa, por lo que la atención se centró en la novia, quien entraba del brazo de su padre, con sus damas de honor enfrente de la novia, pero lo que más resaltaba era un husky siberiano gris y blanco con un pañuelo de seda dorado atado al cuello, flores blancas en las orejas y un ramo de flores en el hocico.
«Siempre luzco toda salvaje y hoy vengo como perrita de Beverly Hills» pensó Xóchitl con enfado
Los cuatro amigos se cubrieron la boca con las manos para ahogar la risa que amenazaba con salir al ver a la brije con ese aspecto. Monsieur Delacour entregó a Fleur y la ceremonia comenzó. «Barny» y «Danny» se sorprendieron de ver que se trataba del mismo mago bajito que habló en el funeral de Dumbledore.
Terminó la ceremonia y transformaron la carpa en una pista de baile y colocaron las mesas. Los novios se colocaron al centro de la pista, sonó la música de vals y abrieron el baile; poco a poco más parejas iban uniéndose al baile. Ron con algo de pena invitó a Hermione a bailar mientras que Harry y Alex se quedaron sentados en la mesa, pasó una charola flotante con cerveza de mantequilla y Harry tomó dos vasos tendiendole uno a Alex.
—No gracias, no tengo sed
—Está bien —y bebió de su vaso
Minutos después pasó otra charola esta vez llevando jugo de calabaza y Alex tomó un vaso. Antes de que Harry pudiera al menos abrir la boca, la latina habló.
—Se me antojó más esto. Puedes tomarte la otra
—Como digas —contestó su amigo, algo aturdido por el comportamiento extraño de su amiga.
Unos minutos después llegó Ginny, y para sorpresa de los dos amigos, sacó a bailar a Alex.
—¿Por qué no le pediste a «Barny» que bailara contigo? —preguntó Alex
—Porque quién necesita más ánimos eres tú. No vamos a dejar que, por una persona que no vale la pena, te deprimas de por vida
—Gracias Ginny
—De nada «Danny» —y la pelirroja le guiñó el ojo
La morena simplemente rió un poco y siguió bailando. Poco después se les acercó Luna e hizo cambio con su amiga pelirroja.
—¡Yo tambien quiero bailar con Danny! —exclamó Luna, colgándose del brazo "del chico"
—Esta bien, pero tranquila
Continuaron bailando hasta que las tres se pusieron a bailar juntas. En cuanto no pudieron más cada quien se fue a su mesa. De camino, Alex se encontró con Hermione y las dos se fueron a sentar junto a Harry, quien estaba acompañado por Elphias Doge y Tía Muriel. Pero vieron la expresión de su amigo y se dieron cuenta de que algo no andaba bien.
—¿Estás bien? ¿Qué pasó? —susurró Alex
Antes de que el chico dijera algo, un patronus con forma de lince apareció en medio de la pista de baile y habló con la voz de Kingsley.
—El ministerio ha caído. Scrimgeour ha muerto. Vienen hacia aquí. —y como llegó, desapareció.
Como si se tratara de algún detonante, el caos comenzó y por todos lados comenzaron a llegar los mortífagos. Harry y las chicas sacaron sus varitas y corrieron en busca de Ron y Xóchitl; en cuanto los localizaron se tomaron de las manos y desaparecieron de la carpa sin darse cuenta que un par de ojos negros que estaban detrás de una máscara de mortífago los vio desaparecer.
«Alex»
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