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El Collar Maldito

El mes de Octubre llego con un fuerte frío pero también con la primera visita a Hogsmeade. Algunos alumnos, entre ellos los cuatro amigos, habían puesto en duda que las visitas se siguiera efectuando dado que las medidas de seguridad se habían endurecido mucho, pero estaban felices de poder continuar con estas; siempre era bueno salir del castillo de vez en cuando.

Cada día, Harry se la pasaba más ensimismado que nunca con el libro del Príncipe Mestizo y más ahora que había descubiertos algunos hechizos que el misterioso personaje había inventado. Algunos de los hechizos los probó en algunos alumnos de Slytherin, e incluso usó como conejillo de indias a Filch.

Tanto Hermione como Alex no estaban contentas con eso, ya que tenían el presentimiento de que alguno de esos hechizos podría resultar ser peligroso.

—Las dos estas exagerando —dijo Harry el día de la excursión

Los cuatro estaban en el Gran Comedor desayunando, el azabache les contó del hechizo nuevo que descubrió y que probó por accidente con Ron.

—Colgar a la gente del tobillo no es divertido —dijo Alex llevándose un bocado de su desayuno a la boca

—Es porque son chicas y no entienden de bromas —dijo Ron haciendo lo mismo que Alex

Las chicas le lanzaron una mirada como si fueran dagas y el chico simplemente de encogió en su lugar y siguió comiendo.

—Harry te lo decimos enserio —insistió Alex—, no deberías de tomarte esto a la ligera. No sabes quién es ese Príncipe ni qué clase de hechizos estás usando ¿y si hubieras descubierto uno realmente peligroso?

—Pero no paso nada. El Príncipe hacia estos hechizos solamente para divertirse

—¿Cómo puedes estar tan seguro?

Harry no contesto, simplemente se escudo tomando un sorbo de su jugo de calabaza.

Los cuatro terminaron de desayunar y se fueron junto con sus demás compañeros a pasar ante el registro de Filch y salir a divertirse al pueblo, aunque afuera estaba cayendo demasiada aguanieve y el frío era intenso. Pero en cuanto llegaron al pueblo se dieron cuenta con pesar que este no prometía ser un paseo tan divertido como los anteriores: el clima era espantoso para empezar y la tienda de bromas de Zonko estaban cerrada con tablas.

Llegaron primero a la tienda de dulces Honeydukes para resguardarse un poco del frío pero —por desgracia para Harry— se encontraron con el profesor Slughorn quien venía a hacerle otra invitación para sus fiestas privadas con "alumnos ejemplares"-

—¡Ya te has perdido tres de mis cenas, Harry! Al igual que la señorita Macías. ¡Pero ninguno de los dos se va a librar, porque me he propuesto a tenerlos en mi club! A la señorita Granger le encanta nuestras reuniones ¿no es así?

—Sí —asintió Hermione, obligada—. Son muy...

—¿Por qué no vienen nunca chicos?

—Es que hemos tenido entrenamiento de Quidditch, señor —se excusó Harry. Lo cual era verdad; tanto uno como otro no querían ir a esas reuniones y cada vez que les llegaba la distintiva invitación con lazo violeta, Harry organizaba los entrenamientos.

Slughorn volvió a hacerles la invitación pero los chicos volvieron a zafarse; Harry diciendo que tenía una cita con Dumbledore y Alex... pues se invento que tenía detención con el profesor Snape.

—Lastima de Harry, pero tal vez pueda convencer a Severus de que cambie la detención para otro día ¿no le parece, señorita Macías?

—¡No profesor! —tanto Slughorn como los chicos la miraron de manera extraña mientras que Hermione miraba hacia otro lado

—¿Por qué no?

—Bueno... es que no creo que le haga mucha gracia que falte a la detención por una fiesta

—En eso tienes razón, no pude zafar a Harry de ese castigo. Bueno, tal parece que con ustedes no hay manera —dijo esto último el profesor haciendo un gesto teatral.

Los cuatro amigos simplemente lo vieron irse.

—Soy yo... o eso fue exagerado —comentó Alex viendo salir al regordete profesor

—Fue exagerado —contestaron los tres a la vez

Después de comprar varios dulces, los cuatro amigos se trasladaron a Las Tres Escobas a tomar algunas cervezas de mantequilla. Los tres se sentaron en una esquina del bar que tenía una perfecta vista de todo el lugar; se escucho la puerta del local abrirse y Alex vio que se trataba de Katie Bell y otra chica, quienes se sentaron a unas mesas de distancia.

Unos minutos después Katie se levantó al sanitario, Alex vio que la Gryffindor no era la única que se dirigía al sanitario, sino también la dueña del bar, Madame Rosmerta. A la latina le pareció extraño pero no dijo nada. Casi enseguida Katie salió del sanitario pero esta vez salió con un paquete en las manos.

—Pero que...

—Será mejor que regresemos al castillo antes de que el clima empeore —dijo Hermione, dejando en la mesa parte de su consumo.

Los chicos hicieron lo mismo al igual que Alex, aunque vio que Katie y su amiga también salían con prisa del lugar. Los cuatro amigos iban caminando justamente atrás de las dos chicas quienes estaban discutiendo respecto al paquete que Katie llevaba.

—¡No es asunto tuyo, Leanne! —exclamó Katie, antes de que ambas desaparecieran tras un recodo del camino.

Fuertes ráfagas de aguanieve golpeaban a Alex y le empañaban los lentes. Al doblar el recodo fue a secárselas, pero en ese preciso instante vio que Leanne intentaba quitarle a Katie el paquete, ésta trataba de recuperarlo y en el forcejeo el paquete cayó al suelo.

De inmediato, Katie se elevó por los aires con gracilidad y con los brazos extendidos, como a punto de echar a volar. Sin embargo, en su postura había algo extraño, algo estremecedor... La ventisca le alborotaba el cabello y tenía los ojos cerrados y el rostro inexpresivo. Harry, Ron, Hermione, Alex y Leanne se detuvieron en seco, estupefactos.

Entonces, cuando estaba a casi dos metros del suelo, Katie soltó un chillido aterrador y abrió los ojos. Sin duda lo que veía o sentía le producía una tremenda angustia. No paraba de chillar. Leanne empezó a gritar también, y la agarró por los tobillos intentando bajarla al suelo. Los demás se precipitaron a ayudarla, y cuando lograron cogerla por las piernas Katie se les vino encima. Los dos chicos consiguieron atraparla, pero Katie se retorcía violentamente y apenas lograban sujetarla. La tumbaron en el suelo, donde la muchacha siguió revolcándose y chillando, como si no reconociera a nadie.

Harry miró alrededor; el lugar parecía desierto.

—¡No se muevan de aquí! —ordenó en medio del viento huracanado—. ¡Voy a pedir ayuda!

Y corrió directo al castillo. Alex miraba a sus amigos y a Leanne tratando de controlar a Katie; ella miro por todos lados tratando de encontrar la causa de esto hasta que lo vio a unos metros de ellos. El envoltorio marrón estaba empapado, se había abierto un poco y dejaba entrever un destello verdoso.

Alex se levantó y se acerco al objeto. Paso sus manos por los guantes haciendo que estuvieran completamente cerrados para que pudiera revisar el contenido sin correr peligro. Quitó el envoltorio y vio que era un ornamentado collar de ópalos.

—¡Apártense! —ordenó Hagrid, seguido por Harry—. ¡Déjenme verla!

—¡Le ha pasado algo! —sollozó Leanne—. No sé qué...

Hagrid miró a Katie y luego, sin decir palabra, se agachó, la levantó en brazos y echó a correr hacia el castillo. A los pocos segundos, los desgarradores gritos de Katie se habían apagado y sólo se oía el bramido del viento.

Hermione abrazó a la compungida amiga de Katie.

—Te llamas Leanne, ¿verdad?

La chica asintió con la cabeza.

—¿Ha pasado de repente o...?

—Ha ocurrido cuando se abrió el paquete —gimoteó Leanne, y señaló el paquete. Ron se agachó junto a Alex para tocarlo, pero Harry le sujetó el brazo.

—¡Ni se te ocurra tocarlo! —le advirtió, y se agachó a su vez junto al paquete—. Lo he visto antes —comentó—. Fue expuesto en Borgin y Burkes hace mucho tiempo y la etiqueta ponía que estaba maldito. Katie debe de haberlo tocado. —Miró a Leanne, que había empezado a temblar—. ¿Cómo llegó a manos de Katie?

—Por eso discutíamos. Volvió del sanitario de Las Tres Escobas trayendo el paquete y dijo que era una sorpresa para alguien de Hogwarts y que tenía que entregárselo. Cuando lo dijo estaba muy rara... ¡Oh, no! ¡Ahora lo entiendo! ¡Le echaron una maldición imperius, y no me di cuenta! —Rompió a sollozar de nuevo.

Hermione le dio unas palmaditas de consuelo.

—¿No te dijo quién se lo había dado, Leanne?

—No... no quiso contármelo... Y yo le dije que no fuera estúpida y que no lo llevara al colegio, pero ella se negaba a escucharme y... y entonces intenté quitárselo... y... y... —Emitió un gemido de desesperación.

—Será mejor que vayamos a Hogwarts —propuso Hermione sin dejar de abrazar a la desdichada chica—. Así sabremos cómo se encuentra Katie. Vamos...

Harry vaciló un momento, se quitó la bufanda del cuello e, ignorando la exclamación de asombro de Ron, envolvió con ella el collar y lo levantó con mucho cuidado.

—Se lo enseñaremos a la señora Pomfrey —dijo.

Regresaron al castillo y en la entrada se encontraron con McGonagall, quien se encontraba alterada por lo que pasaba y le exigió a los cuatro amigos y a Leanne que le explicaran lo que pasaba.

—Le explicaremos todo profesora, pero necesitamos llevarle esto a Madame Pomfrey rápido —dijo Harry, tomando con fuerza la bufanda

—¿Qué es eso Potter?

—Es la cosa que tocó Katie

—¡Cielos! Potter dale eso a la señorita Macías y que se lo lleve de inmediato al profesor Snape.

Harry quería oponerse, pero como el asunto era muy serio, le entrego el collar bien envuelto en la bufanda a su amiga y Alex en seguida se fue a las mazmorras.

En el camino, Alex estuvo recapitulando lo que había visto en el bar y lo que paso momentos después.

«Debe de haber algún mortífago cerca ¿pero quién? ¿Será posible lo dijo Harry sea cierto?»

—Que Malfoy sea...

—¿Qué Malfoy sea qué?

Alex levantó la mirada y se encontró con unos ojos negros como la noche

—¡Severus!

—¿Qué sucede? ¿Qué llevas ahí?

La chica bajo la mirada a la bufanda. Con decisión tomó a Severus de la mano y lo llevó hasta su despacho. En cuanto los dos estuvieron dentro, sacó su varita y cerró la puerta con llave y uso el encantamiento muffliato.

—Alex ¿qué está pasando?

Dejo la bufanda y dejo al descubierto el collar maldito. Severus abrió mucho los ojos al ver el objeto tenebroso, aparto la mirada de ahí y miro a Alex con asombro y preocupación.

—¿Qué esta...?

—Tranquilo, te explicare todo

La chica le contó absolutamente todo, Severus se ponía serio a cada palabra de la chica y una persona en particular no dejaba de darle vueltas en la cabeza.

«¿Cómo puede ser tan idiota como para exponerse así? ¿Acaso no recuerda que su vida está en peligro?»

—¿Severus?

—¿Eh?

Alex lo miraba fijamente con preocupación. Desde que comenzó a relatarle todo se había puesto muy serio y estaba muy callado

—¿Estás bien?

—Sí... es solo que me desconcertó lo que me acabas de decir

—Estoy empezando a creer que tiene razón

—¿Perdón?

—Que tal vez Draco sea un mortífago

«No puede ser, lo que me faltaba»

—Déjame adivinar... fue idea de Potter

—Severus, por favor esto es serio ¡Atacó a una alumna! Si fue capaz de hacer algo así quien sabe de qué más sea capaz

—Tranquila, descubriremos lo que está pasando ¿de acuerdo, pequeña?

Alex no se veía muy convencida, estaba realmente preocupada por lo que pasaba. Severus se dio cuenta de su expresión y se puso más tenso.

«Pequeña, no quiero involucrarte en esto»

—Será mejor que me dejes analizar este collar, mientras tanto regresa a tu Sala Común y descansa ¿de acuerdo?

Alex simplemente asintió. Bajo la mirada y eso desconcertó a Severus.

—¿Alex?

La chica de repente recargo su cabeza y sus manos en el pecho de Severus y sujetaba con fuerza su levita. El profesor comenzó a preocuparse ante la actitud de su pequeña.

—Alex...

—Severus... ¿crees que las cosas comiencen a empeorar?

Esa pregunta lo tomo desapercibido pero tuvo que controlarse.

—No lo sé ¿Por qué lo preguntas?

—Porque si es así... no quiero separarme de ti. No quiero perderte

Esa última declaración le llego al corazón Severus. Él tampoco quería perderla pero como estaban por ponerse las cosas, no podría asegurar nada. Por impulso, la abrazó con fuerza haciéndole entender que él tampoco la quería perder; estuvieron así por un largo rato hasta que un ruido en el pasillo los hizo volver a la cruel realidad.

—Debe de ser la hora de la cena —murmuro Severus, teniendo los labios posados en la cabeza de Alex

—No quiero subir —dijo Alex

—¿Por qué no?

—Quiero estar más tiempo contigo

Severus la separó de él un poco. Le sonrió con ternura y acaricio su mejilla con delicadeza. La chica agarró su mano y la pegó más a su rostro.

—Podemos cenar aquí y hablar un poco más ¿te parece? —sugirió Severus

Alex asintió con una pequeña sonrisa. Severus podía llamar a cualquier elfo del castillo pero ninguno le daba mucha confianza; Alex le sugirió que llamara a Dobby, ya que ese elfo era de confianza.

Severus no parecía muy convencido, ya que perteneció a la familia Malfoy, pero si Alex se lo recomendaba eso significaba que no había problema. Llamaron al pequeño elfo y le pidieron algo de cenar.

—Si te encuentras a Harry o alguien más, diles que estoy en la biblioteca o invéntate alguna cosa ¿sí, Dobby?

—Como guste la amiga de Harry Potter —y desapareció el pequeño elfo con un chasquido

—Ese elfo sí que idolatra demasiado a Potter

—Bueno, si no fuera por él, Harry no podría haber descubierto que el causante del asunto de la Cámara de los Secretos fue Lucius Malfoy

Unos segundos después apareció Dobby con una charola con la cena para los dos. La depositó en el escritorio del despacho y salió del lugar dando una pequeña reverencia.

Los dos cenaron en silencio, bueno casi. Su música de fondo era la caja de música de Severus. Ambos amaban esa melodía y les parecía una hermosa música de fondo. Terminaron de cenar, Severus hizo desaparecer los platos sucios con un movimiento de varita y los dos pasaron a los aposentos del mayor a sentarse en el sillón enfrente de la chimenea.

—Por cierto —Alex levantó un poco la mirada, estaba recargada en el pecho de Severus—, me encontré con Slughorn cuando regreso de Hogsmeade

Alex se puso algo tensa cuando escucho eso.

—¿En serio? ¿Y... que paso?

—Me dijo que te había vuelto a invitar a una cena de su club pero que de nuevo te lograste zafar de eso... y de una manera muy peculiar, por cierto.

—¿Sí? ¿Por qué lo dices?

—Pues trato de convencerme de que "cambiara tu detención para otra ocasión"

—De veras lo siento

—No necesitas hacerlo

—¿No?

—No. Le dije que no lo haría ya que rompiste las reglas y tenías que cumplir con tu castigo

—¿Y qué regla rompí?

—Deambular por los pasillos del castillo a deshoras

—Eso no es nuevo. Además de que tengo una buena razón para eso

—Eso es abuso de confianza

—Pues otra opción sería... —Alex se puso roja de golpe y se apartó de Severus un poco

La actitud de la castaña no paso desapercibido para él.

—¿Cuál otra opción?

—No... no es nada —Alex se puso más roja

Severus tenía una idea de lo que iba a decir pero prefirió que ella le dijera

—Puedes decirme

—Bueno pues... era que yo... mequedaraadormircontigo —lo dijo tan rápido que ni ella se entendió, pero fue suficiente para Severus, quien se puso rojo también, pero después se le ocurrió algo

—Pues —se acerco peligrosamente a la chica haciendo que se sonrojara más—, eso no parece una mala idea

—Se... Severus —el profesor le estaba hablando cerca de su oreja y podía sentir su aliento muy cerca de su piel.

De pronto sintió los labios de Severus pasar por su oreja y comenzaba a descender hasta su cuello. Se estremeció al sentir su aliento en la parte más sensible de su cuerpo y más cuando sintió sus finos labios posarse ahí.

Dobló el cuello y dejo escapar un gemido. Severus sonrió al ver su reacción, le encantaba verla de ese modo, tan inocente y frágil.

—¿Qué te ocurre? —volvió hablarle al oído

—Sabes que me da cosa que te acerques mucho a mi cuello

—¿Te refieres a esto? —y volvió a depositarle un beso ahí

Alex volvió a dejar escapar un gemido y esta vez se llevo la mano al cuello

—Por favor ya basta con... —pero sus labios fueron sellados con los de Severus

Rápidamente correspondió el beso. Lento y tierno fue como estuvo al principio, hasta que poco a poco las cosas comenzaron a tornarse más... candente. Severus la tomó de la cintura y con delicadeza la recostó en el sillón. Alex tenía una mano en su cuello y el otro por su cabello.

Severus comenzó a acariciar la cintura de Alex primero por encima de la ropa y poco a poco la pasó debajo de esta. Alex se estremeció al sentir las fuertes manos de su hombre recorrer su piel y comenzar a subir con lentitud haciendo que le pareciera una lenta tortura.

Ella tampoco se quedo atrás. Como pudo desabotono la levita y después le desfajó la camisa pasando sus manos por debajo de esta. Severus dejo escapar un suspiro sobre los labios de Alex dándole a entender que le encantaba que lo acariciara.

Los dos comenzaron a quitar la prenda del otro cuando se escucho ruido provenir de la ventana. Sin moverse de su posición posaron la mirada en la ventana y vieron una lechuza negra con un poco de gris. Severus dejó escapar un gruñido, sabía de quien era el ave.

Se levantó del sillón y se acomodó la ropa antes de acercarse a la ventana. Alex también se incorporó y se acomodó su ropa pero ella se quedo sentada en el sillón algo sonrojada pero al igual que su hombre molesta porque los habían interrumpido.

—¿Qué pasó? —preguntó Alex sin atreverse a levantarse

Severus releía la carta que le había llegado. Era de Narcisa Malfoy, quien le pedía noticias acerca de su hijo y le rogaba que lo siguiera cuidado.

—No es nada importante —contestó Severus, guardándose la carta en el bolsillo de su pantalón—. Será mejor que regreses a tu dormitorio antes de que se haga más tarde

—Tienes razón

Alex se pudo de pie y se acercó a Severus; se puso de puntitas y lo besó con ternura. Severus le correspondió y en cuanto les falto el aire los dos se separaron. Aprovechando esa posición acerco sus labios al oído del adulto.

—No creas que esto se quedara así —le dio un beso en la mejilla y salió del dormitorio

Severus se quedó mirando la puerta por un largo rato tratando de asimilar lo que Alex le acababa de decir. En cuanto terminó de procesar la información, sonrió de lago de manera traviesa.

—Creo que alguien está dejando salir a su leona interna. Y eso me gusta

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Como estaba previsto, Harry tuvo otra clase particular con Dumbledore el lunes por la noche y esta vez le mostró al muchacho el día que lo conoció en un orfanato. Cada vez le parecía más extraño al chico que el director se molestara en mostrarle todo eso, pero las chicas siempre le insistían que era porque necesitaba conocer a la perfección a su enemigo para que de ese modo, encuentre la manera de derrotarlo.

También salió a la luz que Slughorn haría una fiesta de Navidad en su club de la eminencia y que los alumnos selectos podían llevar a quien quisiera. Ron en cuanto escucho lo del baile, no dejo a Hermione terminar de hablar, le lanzó como pareja a McLaggen y eso solo provoco que ninguno de los dos se hablara en todo el día.

Otra cosa que tenían que resolver —o al menos Harry— era encontrar un reemplazo para Katie ya que después del accidente, la chica fue trasladad a San Mungo y no se sabía cuando saldría del hospital mágico. Al final el reemplazo para la chica fue Dean Thomas y parecía que era bueno.

Alex no sabía si se trataba de una epidemia hormonal o de que se trataba pero le parecía ver que sus amigos estaban con unos cambios de humor realmente extraños, en especial Ron y era porque el pelirrojo junto con Harry habían pescado a Ginny besándose en los pasillos con Dean y eso hizo que Ron estuviera como fiera casi toda la semana antes del primer partido de la temporada. Pero lo más extraño fue una noche antes del partido.

Esa noche Alex no podía dormir y no tenía nada que ver con el partido, simplemente no podía. Se levantó de la cama, se puso unos converse, una sudadera azul marino, su varita y salió a caminar hasta la Torre de Astronomía.

Por alguna razón tenía ganas de subir hasta allá, pensaba que con el aire frío de la noche lograría conciliar el sueño. Llegó hasta la puerta y la abrió con delicadeza pero al hacerlo se pudo escuchar el sollozo de una persona. Se escondió un poco en la oscuridad y con varita en mano comenzó a subir las escaleras.

Llegó al final y vio que alguien estaba recargada de los codos y se cubría el rostro con las manos, pero a pesar de tener solamente la luz de la luna, reconocía esa cabellera rubia en cualquier lado.

—¿Qué te pasa, Malfoy?

El chico en cuando la escucho, de manera instintiva, sacó su varita y le lanzó un hechizo. Lo bueno es que Alex se esperaba esa reacción por parte del rubio, por lo que logro esquivar el hechizo pero este reboto dándole al parapeto detrás de Draco destrozándolo. El rubio se hizo para atrás con la intención de esquivar el hechizo pero no se dio cuenta que el parapeto estaba roto, dio un paso para atrás, resbaló y cayó de espaldas.

—¡MALFOY!

El chico sentía que caía en cara lenta y ya no podía alcanzar la torre. De pronto sintió que algo lo sujeto de la muñeca, levantó la mirada y vio que se trataba de Alex.

—Macías...

—Por ahora cállate ¿quieres? Sujétate fuerte

Alex lo tomó con la otra mano y comenzó a subirlo. Como pudo Malfoy guardó la varita en el bolsillo del pantalón para tener la otra mano libre. Malfoy ya estaba casi arriba, Alex se sujetó de lo que quedaba del parapeto para poder terminar de subirlo, pero este se rompió más y los dos se cayeron.

No se sabía porque pero de pronto Malfoy abrazó con fuerza a la chica, quien se desconcertó por eso.

«De seguro es por el susto»

Sacudió la cabeza alejando ese pensamiento ¡no era momento para eso! Como pudo acomodo al rubio de modo que estuviera abrazándola por la espalda.

—¿Qué haces?

—¡Salvándonos! «Para estos casos me alegra ser una bruja elemental»

Abrió los abrazos y de pronto los dos estaban en una burbuja de aire. Unos segundo mas y hubieran chocado contra el techo que al parecer era del despacho de McGonagall.

—Unos segundos más y no la contábamos —comentó Alex mientras se paraba con cuidado sobre el techo y se quitaba de encima al rubio, quien no salía de su asombro

—¿Cómo rayos hiciste eso?

—¿Recuerdas lo que paso el año pasado enfrente al aula de Sev... de Snape?

—Sí, que de la nada se levantó un poco el piso y casi lastimas a Pansy... Un momento ¿eres una bruja elemental?

—Sí

—No es posible que una Sangre Sucia sea capaz de hacerlo

—Pues de no ser por esta Sangre Sucia ahora estaríamos aplastados contra suelo

Malfoy no dijo nada más, pero le molestaba de sobremanera tener que estar en deuda con ella, ya que le salvo la vida.

—Será mejor que subamos otra vez y arreglemos ese desastre o nos meteremos en problemas

—Como si fueran a saber que fuimos nosotros

—Mira, mejor cállate y agárrate fuerte

—¿Qué?

Malfoy sintió que los dos comenzaban a subir pero aún estaban parados en el... ¿Techo? Alex desprendió un poco del techo y con eso comenzó a subirlos hasta que llegaron al destrozado parapeto. En cuanto llegaron Malfoy corrió hasta la mitad de la torre y Alex se quedo a la orilla. Regreso el techo a su lugar, sacó su varita y con un movimiento de esta el parapeto regreso a la normalidad,

—Listo, aquí no pasó nada...

De pronto Malfoy la tomó bruscamente de los hombros haciéndola girar para quedar de frente.

—¿Se puede saber por qué me estabas espiando?

—¡Yo no te estaba espiando! Solamente había venido a tomar un poco de aire porque no podía dormir y escuche alguien llorar, que de verdad me sorprende que sepas que es eso y como es

—¡No te hagas la graciosa! —Malfoy la miro a los ojos con la intención de usar Legeremancia con ella. Pero Alex se dio cuenta de sus intenciones y le cerró su mente.

Malfoy desvió la mirada y la soltó con brusquedad.

—Tal parece que te enseñaron Oclumancia

—¿Tú que crees? Y según tengo entendido... Te acabo de salvar la vida, por lo que al parecer me debes una

Malfoy estaba realmente molesto ya que era verdad que le debía la vida. Lo normal sería que Alex disfrutará del momento, pero recordó que el chico estaba llorando momentos antes de que ella llegara por lo que tenía curiosidad de saber que le pasaba, aunque también sabia que eso no sería fácil.

—Podemos olvidar esto si quieres «lo cual no dudo», pero quisiera saber una cosa

—¿Qué quieres?

—¿Cómo es posible que Draco "La Gran Serpiente de Slytherin" Malfoy estuviera llorando?

—Eso entra oficialmente en la categoría de no te concierne

—Ya sabía que me dirías algo así. Pero créeme cuanto te digo que te lo pregunte, no con intención de fastidiarte «no puedo creer lo que voy a decir», sino porque me pareció extraño y para que estuvieras así es que por primera vez en tu vida no todo gira alrededor de ti como siempre. —Malfoy estaba sorprendido con lo que oía ¿Acaso le estaba tendiendo una mano amiga?—. Por lo que esta pasando, ya no puedes seguir tapando el sol con un dedo ¿cierto?

El rubio simplemente desvío la mirada, algo ruborizado. Aun sin mirada la le tendió una mano, Alex se sorprendió pero entendió que al parecer o el chico le estaba ofreciendo tregua o le estaba agradeciendo de salvarle el trasero. Le estrechó la mano y los dos se quedaron así junto con un silencio algo incómodo.

Se soltaron y Alex paso a su lado con la intención de regresar a su Torre, pero sintió que el rubio la sujetaba de la muñeca sin siquiera mirarla.

—En algún momento del día... ¿Podría hablar contigo? —pidió Malfoy con un poco de vergüenza

—Eh, pues... Sí, claro. —accedió Alex, confundida por la petición—. Solo que te costará trabajo pedir ello enfrente de alguien más ¿cierto?

—¿Tú que crees?

Alex rodó los ojos pero con una sonrisa, ya conocía de sobremanera a ese rubio engreído.

—Bueno, nos vemos mañana en clase, Malfoy

—Draco

Eso si le tomó por sorpresa a Alex ¿acaso quería que lo tuteará?

—Está bien. Hasta mañana Draco

—Hasta mañana... Alex —y paso junto a ella con la cabeza agachada, pero la chica logró alcanzar a ver un pequeño rubor en las mejillas del rubio.

Escucho la puerta cerrarse con estrépito y se quedo ahí parada por unos momentos.

—Este si que va a ser un año muy extraño. Y no me refiero solamente a los tiempos oscuros —y con un montón de cosas en la cabeza para meditarlas, regreso a su dormitorio.

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Al día siguiente fue el partido inicial de la temporada, y como era de esperarse Ron estaba hecho un mar de nervios. Harry intentaba hacer todo lo posible por animarlo, pero nada resultaba; incluso el pelirrojo no quería desayunar y eso ya era un mal presagio. El azabache logró convencerlo de que al menos se tomara un jugo de calabaza; entonces Hermione se dio cuenta de que Harry le había puesto algo al vaso de su amigo y se lo dio a beber como si nada y después se dirigieron al campo de Quidditch.

—No creo que jueguen limpio hoy —le dijo Hermione a Alex de camino al campo, ya que los chicos se habían ido sin ella

—¿Por qué lo dices?

—¡Harry le puso suerte liquida al jugo de Ron!

—¿Qué? ¿Estás segura?

—¡Claro que lo estoy!

—Ese par de...

—¡Alex, date prisa! —la llamo Ginny desde la puerta de los vestidores

—Nos vemos después —y corrió a cambiarse

—Las condiciones parecen ideales —comentó Ginny en cuanto Alex entró—. ¿Y saben qué? A uno de los cazadores de Slytherin, Vaisey, lo golpearon con una bludger en la cabeza durante el entrenamiento de ayer y no podrá jugar. ¡Y por si fuera poco, Malfoy también está enfermo!

—¿Qué? —se extrañó Harry—. ¿Que está enfermo? ¿Qué tiene?

—No lo sé, pero para nosotros es mejor —repuso ella, muy contenta—. Lo sustituirá Harper; va a mi curso y es un inútil.

Harry esbozó una vaga sonrisa. Alex supuso que Harry estaba empezando a sacar conclusiones respecto a lo que podría estar haciendo, mientras que a ella también le parecía extraño. ¿Acaso tendría algo que ver con lo que paso la noche anterior?

—Qué sospechoso lo de Malfoy, ¿no? —le comentó Harry a Ron—. Me huele a gato encerrado.

—Yo lo llamo suerte. —Ron parecía un poco más animado—. Y Vaisey tampoco jugará, y es su mejor goleador; no me hacía ninguna gracia que... ¡Eh! —exclamó de pronto, mirando fijamente a Harry, y dejó de ponerse los guantes de guardián.

—¿Qué pasa?

—Tú... —Bajó la voz; parecía asustado y al mismo tiempo emocionado—. El desayuno... Mi jugo de calabaza... ¿No habrás...?

Harry arqueó las cejas, pero se limitó a decir:

—El partido empieza dentro de cinco minutos, será mejor que te calces las botas.

Salieron al campo en medio de apoteósicos gritos de ánimo y abucheos. Uno de los extremos del estadio era una masa roja y dorada; el otro, un mar verde y plateado. Muchos alumnos de Hufflepuff y Ravenclaw habían tomado también partido: en medio de los gritos y aplausos, se distinguió con claridad el rugido del célebre sombrero con cabeza de león de Luna Lovegood.

Los capitanes se estrecharon las manos y con un silbatazo de la Señora Hooch dio comienzo el partido. A la media hora de partido Gryffindor ganaba sesenta a cero, Ron había hecho varias paradas espectaculares, algunas por los pelos, y Ginny había marcado cuatro de los seis tantos de Gryffindor; Alex había logrado darle a algunos cazadores y hasta un golpeador. En lo que daba vueltas por el campo buscando una oportunidad para ayudar a su equipo en la masa verde y esmeralda logro ver unos ojos negros como la noche.

A pesar de que Severus seguía con su misma expresión fría, miraba con atención a su pequeña y le daba ánimos. Alex le sonrió con disimulo y siguió concentrada en el partido. Lo único malo eran los comentarios de Zacharias Smith ya que no decía nada bueno sobre Harry o alguien de Gryffindor.

Finalmente Harry logró atrapar la Snitch y conseguir la victoria para los leones, aunque Alex no se quedo con un buen sabor de boca al recordar que Harry había puesto en el jugo de Ron Felix Felicis. En cuanto todo el equipo y Ron se fueron a festejar a la Sala Común, las chicas encararon a Harry sobre la poción; pero él les mostró la botellita perfectamente cerrada.

Los tres llegaron a la Sala Común, que estaba llena de vida. Entraron un poco más buscando a Ron para festejar pero en cuanto lo vieron, los tres se quedaron de piedra.

Estaba en un rincón junto con Lavender Brown, estaban abrazados con tanta pasión que costaba distinguir de quien era cada mano.

—¿La esta besando o se la está comiendo? —preguntó al tanteo Alex. Entonces recordó a Hermione—. Oh, oh... —En cuanto se dio la vuelta, Hermione ya no estaba. La busco con la mirada por toda la estancia pero ni rastro de ella—. No puede ser...

Salió de la Sala Común y comenzó a buscarla hasta que la encontró en la primera aula que no estaba cerrada con llave. Se había sentado en la mesa del profesor y la rodeaba un pequeño círculo de gorjeantes canarios que había hecho aparecer de la nada. A Alex le impresionó que lograse el hechizo en un momento como ése.

—¡Hola, Alex! —lo saludó ella con voz crispada—. Sólo estaba practicando.

—Sí, ya veo... Son... muy bonitos. —No sabía qué decir. Con un poco de suerte, tal vez Hermione no hubiese visto a Ron con las manos en la masa y sólo se había marchado porque le desagradaba tanto alboroto, pero ella dijo, con una voz inusualmente chillona:

—Ron se lo está pasando en grande en la fiesta.

—Hum... ¿Ah, sí? «Ay... rayos»

—No finjas que no lo has visto. No puede decirse que se estuviera escondiendo, ¿no?

En ese instante se abrió la puerta del aula, y Alex, horrorizada, vio entrar a Ron riendo y arrastrando a Lavender de la mano. Detrás de ellos iba Harry y también con horror vio la escena.

—¡Oh! —dijo el pelirrojo, y se paró en seco al verlos.

—¡Uy! —exclamó Lavender, y salió riendo del aula. La puerta se cerró detrás de ella.

Se impuso un silencio tenso e incómodo. Hermione miró fijamente a Ron, que, eludiendo su mirada, dijo con una curiosa mezcla de chulería y torpeza:

—¡Hola, Alex! ¡Harry y yo no sabíamos dónde te habías metido!

Hermione bajó de la mesa con un movimiento lánguido. La pequeña bandada de pájaros dorados siguió gorjeando y describiendo círculos alrededor de su cabeza, dándole el aspecto de una extraña maqueta del sistema solar con plumas.

—No dejes a Lavender sola ahí fuera —dijo con calma—. Estará preocupada por ti.

Y caminó despacio y muy erguida hasta la puerta. Tanto Alex como Harry miraron a Ron, que parecía aliviado de que no hubiese ocurrido nada peor.

—¡Oppugno! —exclamó entonces Hermione desde el umbral, y con la cara desencajada apuntó a Ron con la varita.

La bandada de pájaros salió disparada como una ráfaga de balas doradas hacia Ron, que soltó un grito y se tapó la cara con las manos, pero aun así los pájaros lo atacaron, arañando y picando cada trocito de piel que encontraban.

—¡Hermione, por favor! —suplicó el muchacho, pero, con una última mirada rabiosa y vengativa, ella abrió la puerta de un tirón y salió al pasillo.

A Alex y a Harry les pareció oír un sollozo antes de que la puerta se cerrara.

—Creo que las cosas no podrían ponerse peor ¿no crees Alex? —le dijo Harry saliendo del aula y de camino a los jardines, con la intención de tomar un poco de aire y alejarse un poco de la tensión que de seguro a partir de ahora habría entre sus mejores amigos.

—Solo espero que no —dijo Alex, sentándose en un tronco caído. Harry se sentó a su lado con los brazos recargados en las piernas—. ¿O tú cómo crees que podría ser?

—No sé... que empezaras a salir con alguien que menos me lo espere

Alex se puso tensa con eso último, se acomodo un poco en el tronco y trato de disimular.

—Según tú ¿con quién sería?

—Con Malfoy o peor aun... con Snape, pero eso sería una locura ¿no crees?

Harry la miro y se sorprendió al verla. Estaba con la mirada fija al frente pero a la vez perdida y algo pálida.

—¿Estás bien?

—¿Eh? ¡Sí, estoy bien! No es nada. Será mejor que regresemos, ya casi es la cena y de seguro nos estarán esperando.

—De que nos estén esperando, lo dudo mucho. Pero es cierto, ya casi es la cena

Los dos se pusieron de pie y regresaron al castillo. Mientras tanto, Alex estaba teniendo una dura lucha interna.

«Si tan solo supiera Harry la verdad, de seguro me lanzaría varios maleficios, aunque sé que nunca lo haría. ¡Estoy en un problemón! Pero no quiero alejarme de Severus. En algún momento tengo que decirle a los chicos y entre más lo aplace más difícil será»

Como era de esperarse, ni Ron no Hermione los estaban esperando. Ron estaba hablando y riendo con Lavender y Hermione ni siquiera estaba. Los dos se miraron y con ese simple gesto entendieron lo que querían decirse: Esta pelea estaría igual o tal vez peor que cuando estuvieron en tercero.

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