El Baile de Navidad de Slughorn
No se supo en qué momento fue, pero de repente el castillo se vio envuelto en una blanca y suave capa de nieve, el Lago Negro estaba congelado y algunos alumnos aprovechaban el estado del agua para poder patinar a gusto por unos momentos. El castillo ya estaba decorado con sus doce árboles navideños y los muérdagos en los pasillos; para mala suerte de Harry, siempre que pasaba había alguna chica esperando bajo este mismo, lo bueno es que el chico conocía varios pasadizos secretos y se podía escabullir sin problemas.
Lo que más le preocupaba —y también a Alex— era el hecho de que Hermione y Ron seguían peleados. Los dos trataban de estar junto a sus amigos pero como ninguno quería verse, Harry se la pasaba con Ron y Alex con Hermione.
—¿Cuánto tiempo estarás enojada con Ron? —preguntó Alex algo nerviosa. Las dos estaban sentadas en el tronco de un árbol caído, cerca del Lago Negro; a pesar del frío, las dos quisieron hacer sus deberes al aire libre.
—¡El tiempo que sea necesario! —contestó bruscamente Hermione, cerrando de golpe su libro de Aritmancia
—Pero el pobre libro qué culpa tiene —dijo Alex, con la intención de calmarla un poco
—Como si pudiera sentir. Además, tampoco debería de hablarte —dijo esto último con un tono más serio mientras recogía sus cosas
—¿Qué? ¿Por qué? —inquirió Alex, igual recogiendo sus cosas
—Sabes de qué estoy hablando. Y por cierto ¿iras otra vez a las mazmorras? —tomó su mochila y se fue a paso firme del lugar
«Ya salió el peine»
—¡Hermione, espera! —tomó también su mochila y fue corriendo detrás de su mejor amiga—. ¡Hermione! ¡HERMIONE GRANGER, ESPERA AHORA MISMO!
La castaña se detuvo y la miro con una ceja levantada.
—¿Qué se te ofrece?
—Sé que estas molesta por mi relación con Severus...
—¿Ya hasta lo llamas por su nombre?
—¡Espera! Sé que estas enojada conmigo y me lo merezco, pero por favor no peleemos por eso. Eres mi mejor amiga, te quiero mucho y si de por si es doloroso verte peleada con Ron, ahora que las dos estemos peleadas dejara desconcertado y triste a Harry. Por favor Hermione
La castaña miró a la latina por unos momentos. Poco a poco su semblante se tranquilizó y le dio un abrazo
—Solo porque eres mi mejor amiga —le dijo Hermione, aún abrazándola
—También te quiero Hermione —abrazándola con fuerza
Las dos se separaron un poco, se sonrieron y caminaron de regreso al castillo.
Las vacaciones estaban cada vez más cerca y con ellas la fiesta de Navidad de Slughorn. Alex aún no sabía si ir a la dichosa fiesta o no, ya que nadie la había invitado, lo cual no le preocupaba mucho puesto que ninguno de los chicos del lugar les parecía atractivos.
Al principio pensó que iría con Hermione y Harry, pero enorme fue su sorpresa cuando su amiga le dijo que tenía con quien ir al baile y ese alguien era Cormac McLaggen; y que Harry invitó a Luna, por lo que comenzó a resignarse que estaría sola en ese lugar y no le parecía una opción. Lo que no contaba es que sus amigos lograran persuadirla para que fuera y que no importaba que los dos fueran con parejas, no la dejarían sola; eso logro animarla un poco.
La tarde antes de la fiesta, la chica estaba deambulando por los pasillos imaginándose que iba al baile de Slughorn en compañía de Severus sin importarles nada ni nadie. Entonces recordó cuando viajo en el tiempo y de verdad pudo ir con Severus a una de esas fiestas.
«Lástima que las cosas no pasan dos veces igual»
Iba tan metida en sus pensamientos que nos se dio cuenta que chocó con alguien.
—¡Lo siento! No vi por donde iba
—Es muy común en ti estar en la luna ¿cierto?
—¡Malfoy!
El rubio le sonrió de lado y la chica se sorprendió ver que por primera vez le sonreía de manera sincera, sin sarcasmo ni burla.
—¿Quieres ir a conversar un poco en el Lago Negro? —le invitó el rubio
—Eh... sí, claro
Los dos caminaron por los pasillos con cautela esperando no encontrarse con nadie.
«Esto sí que es realmente extraño» pensó Alex en cuanto lograron salir a los jardines del castillo.
Lo que ninguno de los dos sabía es que Severus los había visto salir con sigilo desde las mazmorras y al parecerle realmente extraño ver a esos dos juntos decidió seguirlos y averiguar que estaban tramando.
Los dos caminaron por la nieve tratando de no resbalarse con cada paso que daban. Llegaron hasta los límites del Bosque Prohibido y se sentaron en un viejo tronco caído.
—Cualquiera que nos viera pensaría que estamos locos —comentó Malfoy después de un largo e incomodo silencio
—Yo todavía no puedo creerlo, pero no me molesta en absoluto —dijo Alex mirando fijamente el lago congelado
—A mi tampoco. Oye... de verdad te agradezco que me salvaras del caer de la Torre de Astronomía
—En realidad los dos caímos, pero de nada
—Oye por cierto, quería decirte algo
—Sí, dime
—¿Tienes algo que ver con el profesor Snape?
—¿EH? —Alex se quedo estática con la pregunta—. ¿A qué viene esa pregunta?
—Por lo que paso en el primer día de clases
—¿Qué paso ese día? «¡Por favor que no haya visto nada!»
—Se te acerco demasiado y te dio puntos por lo que hiciste; hacer un hechizo no verbal y aturdirme
Alex sintió que el corazón se le detenía en ese momento.
«¡Pero él había quedado aturdido! ¿Cómo...?»
—Tranquila, no diré nada
—¿Eh? Si en realidad paso algo... ¿Por qué no lo harías?
—No quiero perjudicar a mi Jefe de Casa. Además de que nadie me creería
—Eso es un buen punto... he, he... «¡Chanclas! Esto está muy mal»
Los dos se quedaron en silencio por unos momentos. Tanto uno como otro seguía pensando que esto era una locura, pero por alguna razón los dos se sentían cómodos hablando.
—Entonces ¿si te llevas bien con él o... tienen algo más?
—Eh... bueno...
—Sé que el Señor Tenebroso quiere que te cases con él
—¿QUÉEE? ¿Cómo lo...?
—¿Acaso olvidaste quienes son mis padres?
—Ah... claro. Lo olvide
—Haz de estar molesta con eso ¿no? Una leona como tú comprometida con la serpiente mayor, debe de ser una gran tortura para ti
—En realidad no lo es
—¿Qué?
—Bueno, la verdad es que los dos...
—Señor Malfoy, Señorita Macías ¿Qué están haciendo aquí?
—Profesor Snape —dijeron los dos a la vez
«Hablando del Rey de Roma que se asoma»
—¿Y bien?
—No estamos haciendo nada malo, profesor —dijo Malfoy, poniéndose pie y acercándose a su Jefe de Casa con aire ¿amenazador?
—Me sorprende ver al... Príncipe de las Serpientes con una simple Leona
—Eso debería de decirlo yo ¿no cree?
«Lucius, si sobrevives a Azkaban te voy a...»
—Disculpe si hicimos algo que le pareció mal, profesor —dijo Alex de repente. Sabía que a Severus no le molestaría, pero en eso tenía razón, era muy extraño ver a una serpiente y a una leona juntos.
—Señorita Macías, regrese a su Sala Común ahora
Alex simplemente lo miro y se fue pasando junto a él y en esos escasos segundos Severus le susurro que la esperaba en su despacho a la hora de siempre. En cuanto la chica se perdió de vista, profesor y alumno se quedaron solos, mirándose como lo haría un depredador sobre su presa.
—¿Qué estas tramando esta vez Draco? ¿Ahora planeas usar a tus compañeras para tus planes?
—No le agrada que este cerca de su... prometida ¿cierto?
—Eso no te concierne. Mejor deberías concentrarte en cumplir la misión que te encomendó el Señor Tenebroso
—Lo hare, lo hare. Pero lleva tiempo planearlo todo
—Pues date prisa
—Tal vez pueda mandarme en la escuela, pero esto no tiene nada que ver con asuntos académicos, así que por favor le pido que deje de fastidiarme —con paso firme comenzó a alejarse Severus para regresar a su Sala Común
Severus lo vio alejarse y sintió una presión en el pecho.
—Las cosas están cada vez peor —y con paso firme regreso al castillo.
En la noche, Alex logró escabullirse desde la Torre de Gryffindor hasta las mazmorras. Toco tres veces con cuidado y entró al despacho en cuanto escucho el frio "Pase".
—¿Estas molesto con lo que paso en la tarde? —preguntó Alex, acercándose a su hombre hasta posarse detrás de él, quien estaba sentado en el escritorio, revisando los trabajos de Defensa.
—No, solo estaba preocupado
—A veces puedes llegar a ser demasiado sobreprotector —lo abrazo por detrás y le dio un beso en la coronilla
—Sabes que me importas mucho y que haría hasta lo imposible con tal de protegerte —le contestó colocando una mano sobre las de ellas. La otra estaba ocupada con los pergaminos
—¿Te falta mucho?
—Ya casi termino. Por cierto ¿desde cuándo Draco y tú son amigos?
Alex dudo un poco pero al final le contó lo que paso en la Torre de Astronomía. Severus se preocupó al principio pero después de escuchar cómo se salvaron, se tranquilizo un poco.
—¿Alguien más lo sabe?
—No, solo tú
—Está bien. Cambiando de tema ¿iras a la fiesta de Horace mañana?
—Sí, aunque iré sola
—¿No irán tus amiguitos?
—Harry ira con Luna. Hermione con McLaggen y no me sentiría muy cómoda pasar toda la noche con Ron, aunque sea mi amigo
—Creo que Weasley se la pasaría más comiendo que haciéndote caso
—En eso tienes razón —dejo escapar un suspiro y abrazo un poco más fuerte a Severus
—¿Qué tienes?
—Recordé la vez que fuimos a una de las fiestas de Slughorn juntos, eso es todo
—Yo también los recuerdo
—Lástima que no podamos ir juntos
—Pero, podremos vernos en algún lugar más... íntimo
Severus se levantó de golpe y antes de que Alex se diera cuenta estaba rodeada por los brazos de su hombre.
—¡Severus!
—¿Sí?
—Me asustaste
—Lo siento. ¿Con esto quedare perdonado? —la beso con pasión en los labios. Alex lo rodeo del cuello y él la atrajo más hacia su cuerpo por la cintura. Se separaron un poco a causa de la falta de aire
—No estoy muy segura —y lo volvió a besar
Los dos volvieron a besarse con pasión. El beso se volvía cada vez más apasionado, de pronto se escucho la puerta del despacho abrirse. Los dos se separaron y sintieron que se les paraba el corazón al ver quien estaba en la puerta.
—Malfoy
El rubio había ido al despacho del Jefe de su Casa para tratar de saber más sobre su dichoso compromiso arreglado por el Señor Tenebroso y nunca pensó que se encontraría con algo como eso: su Jefe de Casa y una alumna, para su asombro, Gryffindor y Sangre Sucia
Los tres se quedaron quietos y en silencio por un largo tiempo. Malfoy se aparto de la puerta para cerrar completamente y tener una conversación más... privada.
—Draco, esto no es...
—Bueno, eso confirma mis sospechas
—¿De qué hablas Draco?
—Sabía que los dos se llevaban muy bien, pero nunca pensé que se tratara de una relación
—¡Malfoy, te lo ruego! ¡No le digas a nadie sobre esto!
—De algún modo esto podría beneficiarme —Severus y Alex se quedaron estáticos al escuchar eso ¿Qué estaba tramando?—. Pero no lo hare
—¿Cómo? —dijeron a la vez Severus y Alex
—No quiero perder a mi Jefe de Casa. Además de que cuando los dos se casen todo el mundo sabrá lo de ustedes ¿no? Así que no quiero ser yo el que "esparza" el chisme
—Malfoy... de verdad muchas gracias
—Gracias Draco
—De nada, pero los dos me deben una muy grande —se despidió de ambos con un gesto en la mano y salió del despacho
—Será mejor que regreses a tu dormitorio antes de que otro "imprevisto" aparezca
—Está bien —le dio un beso en los labios a Severus y se fue de las mazmorras.
En cuanto el profesor se quedo solo, se fue a sus aposentos y se dejo caer sobre la cama.
—Había olvidado por completo lo del compromiso. En realidad si había pensado en pedirle matrimonio a Alex... pero no así; quería esperar a que ella fuera mayor de edad y acabara sus estudios no mucho antes de tiempo.
Siguió lamentándose hasta altas horas de la noche. No pudo dormir a causa de la culpa que sentía por arruinarle la vida a su pequeña con ese estúpido compromiso.
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El baile de Navidad de Slughorn llegó. A las ocho en punto la fiesta comenzó, Hermione no estaba muy alegre con su pareja que digamos y Harry se sentía incomodo con lo que llegaba a decir Luna. Los dos se habían adelantado con sus respectivas parejas, mientras que Alex seguía arreglándose en su dormitorio.
—Estoy empezando a rajarme
—Pues ni modo, te aguantas. Dijiste que ibas a ir, ora lo cumples
—Xóchitl, de verdad no me ayudas en nada
La brije no dijo nada. Alex ya estaba vestida, llevaban un vestido morado de corte desigual (el hombro y brazo derecho cubierto y del lado izquierdo descubierto y con tirante) y decorado con purpurina plateada, traía unas sandalias plateadas de tacón alto.
—¿Por qué me pusiste estos zapatos si sabes que soy muy mala para caminar con tacones?
—Porque quiero que te veas más bonita y más alta
—Tampoco pidas imposibles
—Bueno, cállate y quédate quieta que no logro peinarte. Y todavía falta el maquillaje
Xóchitl le había puesto una extensión de coleta que le llegaba a la altura del pecho y con su magia hizo que se viera natural. Le puso un maquillaje ligero y natural que combinaba a la perfección con su vestido.
—Parezco princesa —dijo Alex mirándose al espejo, no muy convencida de su apariencia ya que no acostumbraba vestirse así
—Pues para eso te falta tu príncipe —dijo Xóchitl recogiendo las cosas que uso para arreglarla—. Aunque te encontraste con el más...
—No termines esa oración
—Que histérica. Será mejor que te des prisa o llegarás tarde
—Está bien, ya voy. Nos vemos después —la brije volvió a su forma lobuna. Alex le acaricio la cabeza y salió de su habitación.
La Sala Común estaba vacía, por lo que al salir no tuvo problema de que alguno de sus compañeros la viera.
«Espero que la fiesta valga la pena. ¡Me da mucha pena estar vestida así!»
También se alegro de ver que los pasillos del castillo estaban vacios; hubiera llegado más rápido de no ser por los tacones. Estaba caminando pegada a la pared para evitar caerse.
«¿Para qué carambas le hice caso a Xóchitl?»
Finalmente logro llegar al despacho de Slughorn. El despacho era mucho más amplio que los de los otros profesores, bien porque lo habían construido así, bien porque Slughorn lo había ampliado mediante algún truco. Tanto el techo como las paredes estaban adornados con colgaduras verde esmeralda, carmesí y dorado, lo que daba la impresión de estar en una tienda. La habitación, abarrotada y con un ambiente muy cargado, estaba bañada por la luz rojiza que proyectaba una barroca lámpara dorada, colgada del centro del techo, en la que aleteaban hadas de verdad que, vistas desde abajo, parecían relucientes motas de luz. Desde un rincón apartado llegaban cánticos acompañados por instrumentos que recordaban las mandolinas; una nube de humo de pipa flotaba suspendida sobre las cabezas de unos magos ancianos que conversaban animadamente, y, dando chillidos, varios elfos domésticos intentaban abrirse paso entre un bosque de rodillas, pero, como quedaban ocultos por las pesadas bandejas de plata llenas de comida que transportaban, tenían el aspecto de mesitas móviles.
Alex comenzó a buscar con la mirada a sus amigos pero no los encontraba por ningún lado. A lo lejos le pareció ver a McLaggen, por lo que se escabullo por otro lado. Continuo vagando por el lugar buscando a Harry, Hermione, Luna o quien fuera con tal de pasar un rato en la fiesta.
Un pequeño elfo pasó junto a ella y le ofreció una cerveza de mantequilla. Tomó una y siguió con su camino; al ver que no encontraba algún conocido opto por salir un momento, vio una puerta cubierta por cortinas, las cuales se movían un poco a causa del viento y supuso que debía de ser el balcón.
«Espero que sea grande»
Apartó un poco la cortina, y abrió la puerta. A pesar de estar en invierno, había un hechizo en el balcón que hacía que no hubiera nieve y estuviera cálido. Se acercó hasta el barandal y recargó los brazos en él. Miraba con atención la excelente vista que tenía de los terrenos del castillo cubiertos por la blanca nieve.
—¿Se puede saber que hace una hermosa señorita sola en este lugar? —dijo una voz grave y a la sensual detrás de ella
Alex se puso roja de golpe. Se incorporó un poco y se volvió un poco para ver a su acompañante
—Solo vine a tomar un poco de aire, Severus
El profesor la miro y no pudo contener una expresión de asombro; se veía muy hermosa a pesar del accidente y de su "hospitalización" tanto en el hospital muggle como en San Mungo. Para él no importaba como se viera, siempre se vería hermosa. Alex al ver cómo iba vestido, simplemente sonrió negando con la cabeza, seguía luciendo su típico traje negro y su capa, pero aun así le parecía muy guapo.
—Creí que habías dicho que estarías con tus amigos —comentó Severus, acercándose a ella
—Y así era, pero entre tanta gente no los encontré, por lo que mejor opte por venir aquí —contestó Alex, volvió a posar su mirada a lo lejos.
Se termino de un trajo la cerveza de mantequilla y dejo la botella en el barandal. Severus la miro fijamente, sabía que a la chica no le agrada este tipo de eventos —al igual que él— y que solo vendría si era con algún amigo y/o conocido, pero al estar sola comenzaba a sentirse desubicada y sola.
A pesar de estar al aire libre, alcanzaban a escuchar la música que provenía del despacho. Los dos se quedaron en silencio mirando a la nada, entonces comenzó a sonar una melodía que Alex reconoció enseguida, puesto que la había escuchado antes en una película infantil live-action y le gustaba mucho.
A Severus no se le hizo conocida, pero al ver de reojo a Alex y la expresión que tenía al parecer ella sí. La letra comenzó a escucharse y el profesor se dio cuenta que estaba en español.
«La ventaja de tener una novia extranjera, es poder aprender otros idiomas»
Conmigo estas y el mundo se esfumo
la música al sonar nos envolvió
Aquí, muy juntos si contigo voy
Aquí tan vivo estoy
Severus no sabía porque, pero sentía que la canción concordaba con la situación que tenía ahora con su pequeña. Vio que Alex comenzaba a alejarse, entonces la tomó con delicadeza de la muñeca y ella lo miro.
—¿Me haría el honor, hermosa señorita, de bailar esta pieza conmigo?
Alex se sonrojó ante la galante invitación de su hombre.
—Con mucho gusto, hermoso caballero
Se tomaron de la mano con los dedos entrelazados, él la sujeto con firmeza y a la vez delicadeza de la cintura y ella poso su mano sobre su hombro.
La vida va, los sueños morirán al mío digo adiós y sin saber
Que aquí tú estabas mi sueño te encontró
y hoy por siempre ya sé
Que solo quiero tenerte aquí
Al igual que las veces anteriores, los dos bailaban con una elegancia sin igual. Alex aún no sentía mucha confianza al bailar, pero Severus la guiaba y hacía que lo mirara a los ojos.
—Solo déjate llevar por la música pequeña
Y así lo hizo la latina.
Aquí soñando con un feliz final
Creer que esto en verdad es real
Y este sueño también nos separo,
Tu allá y yo, aquí
Ante esa última oración, Severus se puso serio. Alex estaba tan cómoda y alegre recargada en el pecho del hombre que no lo noto.
«Si que la canción concuerda con lo que estoy pasando»
Se escuchó simplemente la música y Severus la atrajo hacia sí con más fuerza, queriéndole dar a entender que nunca la dejaría apartarse de su lado. La chica entendió el mensaje y se apretó más a él.
Y como enfrentar la realidad si hoy te pierdo aquí
Hoy aquí soñando con un feliz final
Creer que esto en verdad es real
Soñar que el sueño en los dos esta
Yo aquí, yo aquí, y tu allá
Durante esa última estrofa, Severus sintió que en cualquier momento se desmoronaría ante su pequeña con el simple hecho de que podría perderla a causa del Juramento Inquebrantable que hizo. Alex seguía con el rostro recargado en el pecho del adulto y pudo sentir como este temblaba un poco y respiraba con dificultad, como si en cualquier momento fuera a llorar.
—Severus ¿Qué tienes?
El hombre la miró y trato de controlarse un poco. Alex pudo ver que los ojos de su hombre estaban algo brillosos, como si estuviera a punto de llorar.
—Severus, por favor dime qué te pasa
—No es nada, pequeña. De verdad
—¿Seguro?
—Sí
La chica seguía sin estar muy convencida pero no dijo nada. De pronto se escucho alboroto en el despacho, los dos entraron y vieron a Filch llevar de la oreja a Draco.
—¿Qué paso?
—No lo sé. Espérame aquí —y el profesor se perdió entre la gente
—Profesor Slughorn —dijo Filch con su jadeante voz; le temblaban los carrillos y en sus ojos saltones brillaba la obsesión por detectar travesuras—, he descubierto a este chico merodeando por un pasillo de los pisos superiores. Dice que venía a su fiesta pero que se ha extraviado. ¿Es verdad que está invitado?
Malfoy se soltó con un tirón.
—¡Está bien, no me invitaron! —reconoció a regañadientes—. Quería colarme. ¿Satisfecho?
—¡No, no estoy nada satisfecho! —repuso Filch, aunque su afirmación no concordaba con su expresión triunfante—. ¡Te has metido en un buen lío, te lo garantizo! ¿Acaso no dijo el director que estaba prohibido pasearse por el castillo de noche, a menos que tuvieras un permiso especial? ¿Eh, eh?
—No pasa nada, Argus —lo apaciguó Slughorn agitando una mano—. Es Navidad, y querer entrar en una fiesta no es ningún crimen. Por esta vez no lo castigaremos. Puedes quedarte, Draco.
Filch se había dado la vuelta y se marchaba murmurando por lo bajo; Malfoy sonreía y estaba dándole las gracias a Slughorn por su generosidad.
—Me gustaría hablar un momento contigo, Draco —dijo Severus.
—¿Ahora, Severus? —intervino Slughorn hipando—. Estamos celebrando la Navidad, no seas demasiado duro con...
—Soy el jefe de su casa y yo decidiré lo duro o lo blando que he de ser con él —lo cortó Severus con aspereza—. Sígueme, Draco.
Se marcharon; Severus iba delante y Malfoy lo seguía con cara de pocos amigos.
Alex sabía que algo debía de estar tramando el rubio y que todavía no le había dicho, por lo que con sigilo salió de la fiesta para seguirlos. En cuanto salió se encontró con Harry; se le acercó por detrás y por señas le indicó que también los estaba siguiendo. El chico sacó del interior de su saco la capa invisible y los dos se cubrieron con ella; para tener mejor movimiento y estar en completo silencio, Alex se quitó los tacones.
Llegaron hasta la última aula del pasillo y oyeron las voces de los dos. Harry sacó de otro bolsillo del saco unas orejas extensibles, cada uno se colocó una y paso el extremo de la otra debajo de la puerta.
—... no puedes cometer errores, Draco, porque si te expulsan...
—Yo no tuve nada que ver, ¿queda claro?
—Espero que estés diciéndome la verdad, porque fue algo torpe y descabellado. Ya sospechan que estuviste implicado.
—¿Quién sospecha de mí? —preguntó Draco con enojo—. Por última vez, no fui yo, ¿de acuerdo? Katie Bell debe de tener algún enemigo que nadie conoce. ¡No me mire así! Ya sé lo que intenta hacer, no soy tonto, pero le advierto que no dará resultado. ¡Puedo impedírselo!
Hubo una pausa; luego Severus dijo con calma:
—Vaya, ya veo que tía Bellatrix te ha estado enseñando Oclumancia. ¿Qué pensamientos pretendes ocultarle a tu amo, Draco?
—¡A él no intento esconderle nada, lo que pasa es que no quiero que usted se entrometa!
Los dos se miraron sorprendidos ante lo que escuchaban. ¿Qué había pasado para que Draco le hablara de ese modo a Severus? ¡A Severus Snape, a quien siempre había mostrado respeto, incluso simpatía!
—Por eso este año me has evitado desde que llegaste a Hogwarts, ¿no? ¿Temías que me entrometiera? Supongo que te das cuenta, Draco, de que si algún otro alumno hubiera dejado de venir a mi despacho después de haberle ordenado yo varias veces que se presentara...
—¡Pues castígueme! ¡Denúncieme a Dumbledore! —lo desafió Draco.
Se produjo otra pausa, y a continuación Severus declaró:
—Sabes muy bien que no haré ninguna de esas cosas.
—¡En ese caso, será mejor que deje de ordenarme que vaya a su despacho!
—Escúchame —dijo Severus en voz baja—, yo sólo intento ayudarte. Le prometí a tu madre que te protegería. Pronuncié el Juramento Inquebrantable, Draco...
—¡Pues mire, tendrá que romperlo porque no necesito su protección! Es mi misión, él me la asignó y voy a cumplirla. Tengo un plan y saldrá bien, sólo que me está llevando más tiempo del que creía.
—¿En qué consiste tu plan?
—¡No es asunto suyo!
—Si me lo cuentas, yo podría ayudarte...
—¡Muchas gracias, pero tengo toda la ayuda que necesito, no estoy solo!
—Anoche bien que estabas solo cuando deambulabas por los pasillos sin centinelas y sin refuerzos, lo cual fue una tremenda insensatez. Estás cometiendo errores elementales...
—¡Crabbe y Goyle me habrían acompañado si usted no los hubiera castigado!
—¡Baja la voz! —le espetó Severus porque Draco cada vez chillaba más—. Si tus amigos Crabbe y Goyle pretenden aprobar Defensa Contra las Artes Oscuras este curso, tendrán que esforzarse un poco más de lo que demuestran hasta aho...
—¿Qué importa eso? —lo cortó Draco—. ¡Defensa Contra las Artes Oscuras! ¡Pero si eso es una farsa! ¡Como si alguno de nosotros necesitara protegerse de las artes oscuras!
—¡Es una farsa, sí, pero crucial para el éxito, Draco! ¿Dónde crees que habría pasado yo todos estos años si no hubiera sabido fingir? ¡Escúchame! Es una imprudencia que te pasees por ahí de noche, que te dejes atrapar; y si depositas tu confianza en ayudantes como Crabbe y Goyle...
—¡Ellos no son los únicos, hay otra gente a mi lado, gente más competente!
—Entonces ¿por qué no te confías a mí y me dejas...?
—¡Sé lo que usted se propone! ¡Quiere arrebatarme la gloria!
Se callaron un momento, y luego Severus dijo con frialdad:
—Hablas como un niño majadero. Comprendo que la captura y el encarcelamiento de tu padre te hayan afectado, pero...
Los chicos apenas tuvieron un segundo para reaccionar: oyeron los pasos de Draco acercándose a la puerta y lograron apartarse en el preciso momento en que ésta se abría de par en par. Draco se alejó a zancadas por el pasillo, pasó por delante del despacho de Slughorn, cuya puerta estaba abierta, y se perdió de vista tras la esquina.
Los dos permanecieron agachados y sin apenas atreverse a respirar cuando Severus abandonó el aula con una expresión insondable y se encaminó a la fiesta. Se quedaron agazapados, ocultos bajo la capa, reflexionando sobre todo lo que acababan de escuchar.
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Las vacaciones de inviernos comenzaron, al día siguiente de la fiesta de Slughorn; Harry se quedaría con los Weasley, Hermione estaría con su familia y Alex —por órdenes de Dumbledore— se quedaría con Severus. Ni a Harry ni a Ron les hizo gracia, los dos decían que sería una tortura y más porque desde el verano pasado se estaba quedando con él. En cambio, Hermione y las demás se resignaron a eso, incluso le hacían bromas sobre lo que podría hacer con el hombre a solas.
—Oigan, yo no estoy pintada ¿eh? —dijo Xóchitl fingiendo ofensa
Todas estaban hablando en un compartimiento lejos de Harry y Ron, puesto que Hermione y el pelirrojo seguían peleados, y por ahora lo mejor era que estuvieran separados.
—Pero tú te quedaras con nosotros en casa para dejarlos a solas —dijo Ginny con una mirada picara
Alex se sonrojó ante la insinuación de su amiga. Siguieron hablando hasta que llegaron a la estación; las chicas se despidieron y se fueron con sus familiares. Alex tenía que quedarse en la estación a esperar a Severus, ya que se había quedado en el colegio hablando con el director.
El profesor no fue por ella sino hasta una hora después. Severus se apareció justamente en la estación 9 ¾ puesto que Alex lo estaba esperando ahí.
—Lamento la tardanza
—No te preocupes
Severus sacó su varita y con un movimiento de esta encogió el baúl de Alex y lo guardo en el bolsillo de su chaqueta. La tomó de la mano y los dos desaparecieron para aparecer en la sala de la Calle de la Hiladera; en cuanto llegaron, Severus se fue a encerrar a su habitación y así estuvo en todas las vacaciones.
Alex iba a buscarlo todos los días con la intención de estar con él y saber que le pasaba, le llevaba las comidas pero ni para eso le abría y ya comenzaba a asustarse.
Unos días antes de Navidad, se hartó de la actitud del hombre. Salió de su habitación y a paso firme se encamino al de Severus y comenzó a tocar con fuerza.
—¡Severus Snape, ya estuvo bueno de esto! ¡Sal ahora mismo y dime qué te pasa, me tienes muy preocupada!
Sin embargo no obtuvo respuesta. Siguió tocando y tocando por horas y no le contestaba.
—Ahora si ya me enoje —con su magia elemental abrió la puerta y se introdujo en la habitación de Severus. Pero grande fue su sorpresa al entrar y no verlo ahí—. ¿Pero qué carambas...? —Lo busco por toda la habitación y hasta en el baño pero el hombre no estaba.
Salió de la habitación y fue a buscarlo a su biblioteca y tampoco. Busco en cada rincón de la casa pero Severus no estaba en ningún lado; resignada, regresó a la habitación del hombre y se sentó en la cama con la intención de esperarlo.
Hasta altas horas de la noche Severus regreso muy agotado y con una que otra herida. Se quitó la capa y la levita de camino a la cama. Estaba por dejarse caer en ella cuando se encontró con la figura de Alex.
—¿Cómo rayos logro...? Sus poderes
Se acercó a la chica con la intención de tomarla en brazos y regresarla a su habitación. Pero cuando estuvo a punto de tocarla, la chica se despertó de golpe.
—¿Se puede saber, por todos los cielos, donde estabas y porque últimamente te la vives encerrado aquí?
El profesor aun seguía en shock por encontrarse a la chica ahí. La miro por unos momentos pensando si le decía la verdad o no.
«Tarde o temprano se va a enterar»
—¿Prometes que no te alteraras?
—Depende de lo que me vayas a decir
—Está bien... he estado yendo a varias reuniones con el Señor Tenebroso
—¿Qué? ¿Por qué no me dijiste nada? y no me salgas que porque fue por mi bien
—Es sobre... nuestro compromiso
—¿Compromiso? —Alex tardó un momento en recordar la noche que los mortífagos la secuestraron y Voldemort le puso la marca tenebrosa—. ¿Te refieres a...?
—De eso estoy hablando. El señor tenebroso quiere que nos casemos cuando cumplas la mayoría de edad ya que ahora se complican las cosas; entre que la situación de tiempos oscuros está muy dura y aun eres menor de ella, por lo que habría complicaciones
Severus en cuanto termino le dio la espalda y salió del dormitorio.
—¡Severus, espera! —corrió detrás de él y logró alcanzarlo hasta su biblioteca. Vio que el hombre abría una botella de whisky de fuego e iba a empezar a beber de ella de no ser porque Alex logro quitárselo y arrogarlo a la chimenea
—¿Por qué hiciste eso?
—Porque esconderte detrás del alcohol no resolverá nada
—¿Es que acaso no lo entiendes? ¡Arruine tu vida!
—¿Qué?
—Desde que ese día que te arrebate tu inocencia no he hecho más que arruinarte tu vida —Severus estaba realmente estresado con todo lo que estaba pasando, sabía que en cuanto ella supiera lo que tenía que hacer se alejaría de su lado y lo odiaría, por eso quería que ahora se diera cuenta de la realidad. Bajó la mirada ya que no tenía el valor para verla a los ojos—. De verdad la siento... lo único que he querido desde que te conozco y desde que estamos juntos es que seas feliz, pero... todo me ha salido mal. No soy bueno, nunca lo he sido, por eso pienso que...
De pronto se escucho el ruido de un golpe. Severus estaba con los ojos muy abiertos, con el rostro de lado y un ardor en la mejilla izquierda; Alex le había dado una bofetada. El hombre movió el rostro con lentitud hasta mirar a la chica, ella seguía con la mano arriba y su cabello le tapa el rostro, pero se podía escuchar un sollozo.
—Ahora quiero que escuches con atención Severus Snape. —el profesor pudo notar que la voz le temblaba un poco a causa del llanto que al parecer en realidad trataba de contener—. Tú no eres una mala persona, eras una buena persona, solamente has cometido errores en tu vida que has logrado enmendar ¡Pero tú no has hecho nada malo! —Alex levantó la mirada hacia él con expresión seria pero las lágrimas surcaban su rostro. Severus se sintió culpable al verla así—. ¡Tú no me arruinaste nada, solamente has hecho lo que tenías que hacer para protegernos no solo a mí, sino a todos los que te rodean —las lágrimas ya no pudieron ser retenidas por más tiempo.
Alex comenzó a llorar dejando salir toda la frustración y tristeza que tenía en su interior. Severus simplemente se le quedaba viendo con una expresión de sorpresa impregnado en su rostro; de pronto sintió que algo caía por su mejilla, se llevó una mano a esta y puso sentir que estaba algo húmeda. Estaba llorando también.
—Alex...
Como respuesta de la chica, Alex se abalanzo sobre él rodeando con fuerza su cintura y dejando que las lagrimas empaparan el pecho del hombre.
—¡Severus, te amo! ¡Te amo y no quiero perderte!
Esas palabras bastaron para que Severus se desmoronara. La abrazó con fuerza por los hombros y apoyo su cabeza en la de Alex. Las lágrimas comenzaron a salir y se perdían en el cabello de la chica.
A pesar de que uno tenía mayores problemas que el otro, los dos sufrían de la misma manera. Los pensamientos y sentimientos de una pareja son uno; si uno sufre el otro también, su uno esta triste el otro también y eso les pasaba a los dos. No querían ver sufrir al otro y por lo tanto compartían su sufrir, sus alegrías y tristezas.
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