Descubrimiento, Luz vs Oscuridad
Harry y Alex estaban en shock; hace solo unos momentos estaban en la escuela esperando por el inicio de la Tercera y última prueba, y ahora estaban ante un regenerado y más poderoso Lord Voldemort. La serpiente seguía dando de vueltas a los pies de la lápida, pero en cuanto vio de pie a su amo, se acerco a él y comenzó a dar de vueltas alrededor de sus pies, como si de un gato se tratara.
Voldemort solo miró a la serpiente por un momento, metió la mano en el bolsillo de la túnica y sacó su varita, con la cual apuntó a Colagusano. Lo elevó en el aire y fue a estrellarlo contra la tumba donde estaban los chicos atados. Cayó a sus pies y se quedó allí, desmadejado y llorando. Voldemort volvió hacia los chicos sus ojos rojos y soltó una risa fría, aguda y sin alegría.
-Señor... -rogó con voz ahogada-, señor... me prometió... me prometió...
-Levanta el brazo -dijo Voldemort con desgana
-¡Ah, señor... gracias, señor!
Alargó el brazo ensangrentado, pero Voldemort volvió a reírse.
-¡El otro brazo, idiota!
-Amo, por favor... por favor...
Voldemort se inclinó hacia él y tiró de su brazo izquierdo. Le retiró la manga por encima del codo, y los chicos vieron algo en la piel, algo como un tatuaje de color rojo intenso: una calavera con una serpiente que le salía de la boca, la misma imagen que había aparecido en el cielo en los Mundiales de Quidditch: la Marca Tenebrosa. Voldemort la examinó cuidadosamente, sin hacer caso del llanto incontrolable de Colagusano.
Apretó con su largo índice blanco la marca del brazo de Colagusano. La cicatriz volvió a dolerle, y Colagusano dejó escapar un nuevo alarido. Voldemort retiró los dedos de la marca de Colagusano, y los chicos vieron que se había vuelto de un negro azabache. Con expresión de cruel satisfacción, Voldemort se irguió, echó atrás la cabeza y contempló el oscuro cementerio.
-Ahora veamos ¿Cuántos tendrán el valor de regresar? -susurró Voldemort, fijando en las estrellas sus brillantes ojos rojos-. ¿Y cuantos serán lo bastantes tontos para no hacerlo?
Comenzó a pasear de un lado a otro ante los chicos y Colagusano, barriendo el cementerio con los ojos sin cesar. Después de un minuto volvió a mirar a los chicos, y su cruel sonrisa torció su rostro de serpiente.
-Ustedes dos están sobre los restos de mi padre -dijo con un suave siseo-. Era muggle y además idiota... como tu querida madre, Harry. Y como tus orígenes, mocosa. Pero tanto mi padre como la madre de Harry han tenido su utilidad ¿no? Tu madre, Harry, murió para defenderte cuando eras niño... a mi padre yo lo maté, y ya ves lo útil que me ha sido después de muerto.
Siguió hablando, contándole a los chicos sobre su "historia familiar" cuando el aire se llenó repentinamente de ruidos de capas. Comenzaron a aparecer magos encapuchados y con máscara, se acercaban cautelosamente, como si apenas pudieran dar crédito a lo que veían.
Todos se le fueron acercando de rodillas, y le besaron la túnica antes de retroceder y levantarse para formar un círculo silencioso en torno a la tumba de Tom Ryddle, de forma que los chicos, Voldemort y Colagusano, que yacía en el suelo sollozando y retorciéndose, quedaron en el centro.
Dejaban huecos en el círculo, como si esperaran que apareciera más gente. Voldemort, sin embargo, no parecía aguardar a nadie más. Miró a su alrededor los rostros encapuchados y, aunque no había viento, un ligero temblor recorrió el círculo, haciendo crujir las túnicas.
-Bienvenidos, mis mortífagos -dijo Voldemort en voz baja-. Han paso trece años desde la última vez que nos vimos. Pero siguen acudiendo a mi llamada como si todo hubiera sido ayer ¡Eso quiere decir que siguen unidos por la Marca Tenebrosa!
Siguió con su discurso respecto a porque sus mortífagos pensaron que él, Voldemort, había muerto; que estaba acabado y que nunca volvería. Que, tal vez, prefirieron unirse a Albus Dumbledore. Al único que pareció recompensar su "valiosa ayuda" fue a Colagusano.
Volvió a levantar la varita e hizo con ella una floritura en el aire. Un rayo de lo que parecía plata derretida salió brillando de ella. Sin forma durante un momento, adquirió luego la de una brillante mano humana, de color semejante a la luz de la luna, que descendió y se adhirió a la muñeca sangrante de Colagusano.
Los sollozos de éste se detuvieron de pronto. Respirando irregular y entrecortadamente, levantó la cabeza y contempló la mano de plata como si no pudiera creerlo. Se había unido al brazo limpiamente, sin señales, como si se hubiera puesto un guante resplandeciente. Flexionó los brillantes dedos y luego, temblando, cogió del suelo una pequeña ramita seca y la estrujó hasta convertirla en polvo.
-Mi señor... es hermosa... gracias, señor
-Que tu lealtad no vuelva a flaquear, Colagusano
-No... mi señor
Voldemort siguió hablando con cada uno de sus mortífagos; cuando se dirigió a Lucius Malfoy, Harry y Alex lograron notar que él estaba realmente aterrado al estar ante él, a pesar de haber recibido varios elogios por parte de Voldemort por lo que paso en los Mundiales de Quidditch, pero también le recordó que no lo había buscado después de su caída y esperaba que sus servicios fueran mejores.
Menciono varios nombres que tanto Harry como Alex conocían, pero como seguían con las máscaras, no lograban verles las caras; peo hubo un nombre que no reconocieron, Lestrange, y tal parece que era un matrimonio y que estaban encerrados en Azkaban.
Continúo hablando con sus mortífagos, recordándoles sus fallas y recriminándolos por no buscarlo y darlo por muerto. Pero lo que más llamo la atención de los chicos, fue que Voldemort tenía un vasallo en Hogwarts y que fue él quien "hizo lo posible" para traerlos ante él. Alex se preocupo mucho al escuchar eso porque la primera persona que se le vino a la cabeza fue el Profesor Snape, sin embargo, recordó que Harry le dijo que Karkarov también lo fue y esa era una opción más razonable.
Voldemort le explicó a sus mortífagos todo lo que tuvo que pasar después de ser "derrotado" por Harry y el plan que uso para recuperar su cuerpo y traer directamente a su trampa a los chicos; aunque todavía no explicaba porque trajo a la chica también.
-Y aquí está... el muchacho que todos ustedes creían que fue "mi caída"
Avanzó lentamente y volvió su rostro a Harry. Levantó la varita.
-¡Crucio!
Fue un dolor muy superior a cualquier otro que Harry hubiera sufrido nunca: los huesos le ardieron, la cabeza parecía que se le iba a partir por la cicatriz, los ojos le daban vueltas como locos. Deseó que terminara... perder el conocimiento... morir...
Alex miraba con horror a su amigo; de no estar amordazada habría gritado, incluso le habría rogado a Voldemort para que dejara a su amigo en paz.
Y luego cesó. El cuerpo de Harry quedó colgado, sin fuerzas, de las cuerdas que lo ataban a la lápida del padre de Voldemort, miró aquellos brillantes ojos rojos a través de una especie de niebla. Las carcajadas de los mortífagos resonaban en la noche.
-Creo que ven lo estúpido que es pensar que este mocoso haya sido alguna vez más fuerte que yo -dijo Voldemort-. Pero no quiero que queden dudas en la mente de nadie. Este mocoso se libró de mi por pura suerte y porque tenía varias personas protegiéndolo, entre ellos Dumbledore.
Harry seguía respirando con dificultad y tratando de reponerse de la maldición. Alex podía sentir a su amigo temblar por lo que paso, pero no sabía que podía hacer y que era lo que quería hacer ahora Voldemort.
-Mi señor -dijo Malfoy, algo temeroso-. Entendemos que quisiera traer a Potter hasta acá, pero ¿Por qué trajo a esa Sangre Sucia también?
Malfoy no era el único intrigado. Varios mortífagos también estaban intrigados, incluso los chicos.
Voldemort sonrío de manera macabra ahora posando su mirada en Alex, quien sintió más temor del que experimento en toda la noche.
-Digamos que esta chica me... llama un poco la atención -ninguno de sus mortífagos entendió, por lo que continuo-, desde la primera vez que la vi (cuando solo tenía once años y ayudo a Potter a evitar que me hiciera con la Piedra Filosofal), hubo algo que me llamo la atención, su esencia mágica. Fue algo leve, en especial porque apenas desarrollaba su magia. Pero ahora que esta ante mi, logro notar una magia peculiar, una magia que solo los magos como nosotros poseemos. Detecte magia oscura muy poderosa en ella.
No se sabía quien estaba más sorprendido, los mortífagos estaban cuchicheando entre ellos mientras que Harry y Alex estaban atónitos. Alex ¿con magia oscura? Entonces la chica entendió porque en primera año, el sombrero quiso mandarla a Slytherin, era porque en esa casa había magos tenebrosos.
Y también compendio porque Draco Malfoy le dijo que tuviera más cuidado que Hermione en el caos de los Mundiales de Quidditch.
Alex comenzó a sentirse mal consigo misma. De todos los defectos que siempre se encontraba en su persona, jamás en la vida se imaginó que fuera a tener magia oscura en su interior.
-Pero aquí no acaba todo mis leales seguidores
«¿Ahora que?»
-Se que dije que esta niña tiene magia oscura como la de nosotros, pero... su magia oscura... es igual a la mía
«Lo que me faltaba»
Voldemort se acercó a Alex quedando de frente a la chica. Ella estaba completamente asustada y no lograba apartar su mirada de la de Voldemort. El mago tenebroso levantó una mano y la acerco al rostro de la chica, levantando los lentes, colocó toda su mano en la parte izquierda del rostro de Alex.
La chica sintió un terrible ardor en cuanto esa mano blanca y larga la toco. Era como si se tratara de un metal que estaba al rojo vivo. Voldemort quitó la mano y Alex respiraba con dificultad.
-Ahí esta la prueba del poder que les estoy hablando
A pesar de que tenían las máscaras, los mortífagos estaban realmente sorprendidos. Harry no podía ver que le hizo Voldemort porque él chico estaba atado al lado derecho de la chica.
Alex sentía el ardor en su cara, pero también sentía que ese ardor tenía forma.
-Admiren el rostro de la chica. Tiene mi marca ¡La Marca Tenebrosa!
Alex no daba crédito a sus oídos. ¿La Marca tenebrosa? Pero ¿Cómo? ¿Desde cuando? La marca de su rostro era parecido a la que tenían los mortífagos en lo que se refiere a la serpiente, porque la diferencia era que ella no tenía la calavera, solo era la serpiente, que tenía sus fauces abiertas y abarcaba toda la parte izquierda a lo largo de su rostro, hasta el ojo izquierdo paso de café oscuro a rojo, como los de Voldemort.
La chica seguían sin quererlo creer. Cerró los ojos con la vaga esperanza infantil de creer que no estaba pasando; al hacerlo, la marca comenzó a desaparecer y cuando abrió los ojos, los dos ya estaban iguales, cafés como siempre.
-Impresionante -dijo Voldemort-. Tal parece que puedes ocultarlo. Niña, no puedes ocultar lo que eres, a pesar de ser una Sangre Sucia, debes de tener algún antecedente practicante de las artes oscuras como para que tengas eso, y no deberías de avergonzarte de ello, al contrario ¡Alégrate de lo que eres!
»Pero en fin, el invitado de honor el Potter y esta niña solo vino a hacerle compañía. Les demostraré que yo soy más poderoso que este chiquillo que solo se esconde detrás de magos y brujas más fuertes que él. ¡Colagusano! Desátalo y devuélvele la varita.
Colagusano obedeció, levantó su nueva mano plateada, le sacó la bola de tela de la boca, y luego, de un solo golpe, cortó todas las ataduras que sujetaban a Harry a la lápida, igualmente liberando a Alex.
-Niña, esta pelea es entre Potter y yo, así que no te atrevas a interferir en esto... después tendrás el honor de pelear contra mi.
Instintivamente, Harry se colocó enfrente de Alex para protegerla.
Los mortífagos se movieron para cerrar filas, tapando los huecos de lo que faltaban y formando un cerco más apretado en torno a Voldemort y los chicos.
El duelo comenzó antes de que Harry se diera cuenta. Voldemort obligaba a Harry a dar una inclinación antes de que empezara el duelo. Después, igual de rápido como antes, Voldemort le aplicó el Maleficio Cruciatus, haciendo que gritara más fuerte de lo que había gritado en su vida.
Y luego todo cesó. Harry se dio la vuelta y, con dificultad, se puso en pie. Temblaba tan incontrolablemente como Colagusano después de cortarse la mano. En su tambaleo llegó hasta el muro de mortífagos, que lo empujaron hacia Voldemort.
Voldemort cada vez atacaba a Harry más fuerte. Alex no sabía que hacer para salvar a su amigo, sentía que temblaba y se le hacia un nudo en la garganta.
«¿Qué debo hacer? No sé cómo ayudar a Harry y lo peor de todo, es que no se me ocurre que podemos hacer para salir de esta»
Voldemort levantó la varita, pero aquella vez Harry estaba listo: con los reflejos adquiridos en los entrenamientos de Quidditch, se echó al suelo a un lado. Rodó hasta quedar a cubierto detrás de la lápida de mármol del padre de Voldemort, y la oyó resquebrajarse al recibir la maldición dirigida a él.
-¡Harry!
Alex se estaba desesperando cada vez más, por lo que terminó haciendo lo que nunca pensó que haría...
-¡YA BASTA!
Voldemort y sus mortífagos quitaron la mirada del escondite de Harry y miraron a Alex, quien hacia lo posible por no llorar.
-¡YA... DEJALO... EN PAZ!
Voldemort sonrió burlonamente. No había nada que le complaciera más que ver la reacción de desesperación de la chica.
-Ya no lo soportas ¿cierto? Ya no soportas ver como sufre Potter y quieres protegerlo a cualquier costo. Bueno... te había dicho que no quería que interfirieras -Voldemort levantó lentamente su varita y apunto a Alex-. Pero si insistes ¡Crucio!
Alex sintió el impacto del hechizo, pero hizo un gran esfuerzo por no gritar. Todo su cuerpo se tensaba, sentía miles de cuchillos atravesarle la piel y también como si le pasaran cientos de metales al rojo vivo pasarle por la piel. Sus piernas no soportaron su peso y cayó de rodillas sin dejar salir ninguna expresión de dolor.
Voldemort intensifico el hechizo haciendo el dolor más insoportable haciendo que Alex no pudiera callar más y rasgara el silencio con su grito de dolor. Grito más de lo que hubiera gritado en su vida, tanto que pensó que cuando cesara ya no podría volver a hablar en su vida. Se sostuvo como pudo siguiendo de rodillas, respirando con dificulta y con los ojos fuertemente cerrados.
Harry se había asomado un poco y estaba horrorizado ante lo que paso. Se sentía culpable, Alex había llegado para advertirles sobre la copa pero no pudieron hacerle caso a su advertencia por el ataque de la acromantula, haciendo que tocaran la copa y llegaran hasta ese lugar. Y ahora por eso... Cedric estaba muerto y Alex era torturada por Voldemort, no podía seguir escondiéndose y quedarse de brazos cruzados mirando tales actos de maldad.
Voldemort estaba de pie ante Alex, quien seguía respirando con dificultad. Con un movimiento de varita, Voldemort levantó a Alex haciendo que si mirada se cruzara con la de él.
-Tienes agallas para ser solo una chiquilla. Y la magia oscura que tienes retenida en tu cuerpo se ve que es muy poderosa, hasta podría decir que compite con la mía... lástima que seas una Sangre Sucia porque sino haría una excepción contigo, aunque, si lo hice hace trece años cuando intente reclutar a los Potter a mi causa.
-¿Tú qué?
-Por esa razón había atacado tres veces a los Potter, los trate de unir a mi causa y en esas tres veces rechazaron mi oferta... que tontos, aliándose con Dumbledore solo los llevo a su muerte... en fin... -con otro movimiento de varita, arrogó a Alex cerca de donde estaba Harry-. Conociendo a los Sangre Sucias como tú, supongo que no querrás unirte a mí ¿cierto?
Alex se puso de pie y encaró a Voldemort.
-¿Usted que cree?
-Típico
Antes de que Alex pudiera tan siquiera levantar su varita, Voldemort le lanzaba el Avada Kedravra, pero algo la hizo caer al suelo antes de que impactará contra ella, miró a su lado izquierdo y vio que era Harry. El chico se puso de pie, se colocó enfrente de su amiga y apuntaba con su varita a Voldemort.
-Ya perdí a un amigo por tu culpa, no voy a perder otro
-Harry...
-Que caballeroso de tu parte, Potter. Acabemos con esto de una buena vez
Voldemort estaba listo. Al tiempo que Harry gritaba «¡Expelliarmus!», Voldemort lanzó su «¡Avada Kedavra!».
De la varita de Voldemort brotó un chorro de luz verde en el preciso momento en que de la de Harry salía un rayo de luz roja, y ambos rayos se encontraron en medio del aire. Repentinamente, la varita de Harry empezó a vibrar como si la recorriera una descarga eléctrica. La mano se le había agarrotado, y no habría podido soltarla aunque hubiera querido. Un estrecho rayo de luz que no era de color rojo ni verde, sino de un dorado intenso y brillante, conectó las dos varitas, y Harry, mirando el rayo con asombro, vio que también los largos dedos de Voldemort aferraban una varita que no dejaba de vibrar.
Y entonces (nada podría haber preparado a Harry para aquello) sintió que sus pies se alzaban del suelo. Tanto él como Voldemort estaban elevándose en el aire, y sus varitas seguían conectadas por el hilo de luz dorada. Se alejaron de la lápida del padre de Voldemort, y fueron a aterrizar en un claro de tierra sin tumbas. Los mortífagos gritaban pidiéndole instrucciones a Voldemort mientras, seguidos por la serpiente, volvían a reunirse y a formar el círculo en torno a ellos. Algunos sacaron las varitas. Alex también los siguió y se posiciono detrás de Harry para ayudarlo en cualquier momento.
El rayo dorado que conectaba a Harry y Voldemort se separó. Aunque las varitas seguían conectadas, mil ramificaciones se desprendieron trazando arcos por encima de ellos, y se entrelazaron a su alrededor hasta dejarlos encerrados en una red dorada en forma de campana, una especie de jaula de luz, fuera de la cual los mortífagos merodeaban como chacales, profiriendo gritos que llegaban adentro amortiguados. Como Alex estaba muy cerca de Harry, también estaba dentro de la jaula de luz.
Su varita empezó a vibrar más fuerte que antes... y el rayo que lo unía a Voldemort había cambiado también: era como si unos guijarros de luz se deslizaran de un lado a otro del rayo que unía las varitas. Harry notó que su varita se sacudía en el interior de su mano mientras los guijarros comenzaban a deslizarse hacia su lado lenta pero incesantemente. La dirección del movimiento del rayo era de Voldemort hacia él, y notaba que su varita vibraba con enorme fuerza...
Cuando el más próximo de los guijarros de luz se acercó a la varita de Harry, la madera que tenía entre los dedos se puso tan caliente que a Harry le dio miedo que se prendiera. Cuanto más se acercaba el guijarro, con más fuerza vibraba la varita de Harry. Tuvo la certeza de que, en cuanto tocara la varita, ésta se desharía. Parecía a punto de hacerse astillas entre sus dedos...
Pero entonces sintió una cálida mano sobre la suya sujetando con firmeza la varita, miro a su derecha y vio que era Alex.
-No creas que te dejare solo en esto -dijo Alex con una sonrisa, Harry le respondió el gesto-. No hay que rendirnos, amigo
Los dos asintieron, sujetaban la varita con fuerza y encaraban a Voldemort. La fuerza del rayo era muy fuerte, pero ninguno de los dos vacilo, Harry sintió que Alex apretaba su mano con más fuerza de lo normal, logró mirarla de reojo y se sorprendió de ver esa marca de la serpiente que Voldemort había dicho antes y que su ojo se volvió rojo. Igual le sorprendió ver el semblante de su amiga, ya que no parecía ser ella misma, tenía una expresión de enfado que no parecía humano. Le quitó la mirada de encima y siguió concentrado en la pelea.
Entre la fuerza de los dos, lograron hacer que el guijarro comenzara a retroceder hacia Voldemort. Lentamente, muy lentamente, los guijarros se fueron deteniendo, y luego, siguieron desplazándose en sentido opuesto y entonces fue la varita la de Voldemort la que empezó a vibrar con terrible fuerza. Voldemort parecía anonadado y casi temeroso.
El guijarro seguía moviéndose con lentitud hacia Voldemort hasta que hizo contacto con la varita, de la cual comenzaron a salir varias figuras espectrales. Primero salió la mano de Colagusano, después apareció Cedric, quien le daba animo a los chicos; después un viejo muggle seguido de Bertha Jorkins hasta que al final aparecieron los padres de Harry.
Los señores Potter se colocaron a los lados de los chicos. Ninguno de los dos podía creer lo que estaba pasando.
-Harry, cuando la conexión se rompa desapareceremos al cabo de unos momentos... pero les daremos tiempo... Tienen que alcanzar el traslador que los llevará de regreso a Hogwarts ¿entendieron?
-Si -contestaron jadeando
-Harry, Alex -les hablo la figura de Cedric-, llévense mi cuerpo por favor. Llévenles mi cuerpo a mis padres...
-Lo haremos -contestó Harry
-Prepárense -susurró la voz de la madre de Harry-. Alex -la aludida se sorprendió de que la Señora Potter le hablara-, será mejor que regreses a Hogwarts sin mostrar la marca
La chica no se había percatado de eso. Sin desconcentrarse de la pelea, escondió otra vez la marca. Cuando los padres de Harry gritaron, los chicos rompieron la conexión y se echaron a correr; lograron llegar hasta el cuerpo de Cedric y con un Accio invocar la Copa de los Tres Magos y escapar del cementerio. Lo último que lograron escuchar, fue el grito furioso de Voldemort.
Cayeron de bruces y el olor del césped les penetró por la nariz. Estaban de regreso en la entrada del laberinto y tanto los profesores como demás autoridades se les acercaron, sorprendidos de ver como regresaron los chicos y más porque Alex se había colado al laberinto y regresaba con Harry y Cedric.
Harry y Alex se incorporaron poco a poco con dificultad, vieron que enfrente de ellos estaba Dumbledore. Harry levantó una mano y cogió la muñeca de Dumbledore.
-Ha vuelto -susurró Harry-. Voldemort ha vuelto
Después de eso, se soltó el escándalo. Se escuchaba los gritos de la gente y como exclamaban «¡Está muerto!», «¡Está muerto!», «¡Cedric Diggory está muerto!». Separaron a los chicos del cuerpo de Cedric y sin darse cuento, alguien los guiaba de regreso al castillo; escuchaban que la persona daba un golpe y luego un paso, entonces se dieron cuenta que se trataba de Moody, quien los conducía hacia el castillo.
Cuando entraron al colegio, los chicos pensaron que Moody los llevaría con Madame Pomfrey pero el profesor los guió hacia su despacho. Al llegar, cerró la puerta y les ofreció un banco donde sentarse. Entonces Moody comenzó a interrogarlos sobre lo que paso dentro del laberinto; Alex no podía hablar, así que fue Harry quien le contó todo al profesor.
La conversación se estaba volviendo más intensa hasta tal punto que Moody termino delatándose. Él había metido a Harry al torneo, le había estado ayudando indirectamente a superar cada prueba y lo peor de todo, él había estado detrás de la trampa del traslador hacia el cementerio. Los chicos retrocedieron hasta topar con pared, se pegaron a la pared abrazados y mirando con temor a Moody, quien les apuntaba con la varita y estuvo a punto de atacarlos de no ser porque otro hechizo apareció de repente y ataco a Ojoloco. Los dos volvieron la mirada y vieron llegar a Dumbledore, McGonagall y Snape.
McGonagall fue directamente hacia los chicos con la intención de sacarlos de ahí, pero Dumbledore ordenó que los dos se quedaran. Revisaron el despacho, encontraron el baúl mágico de Ojoloco, lo abrieron y, para sorpresa de los chicos, ahí adentro estaba ¿Ojoloco Moody? Alex estaba tan centrada en ver el interior del baúl que no se dio cuenta que Snape estaba junto a ella.
-¿Y bien? -dijo Dumbledore a Snape
El profesor levantó una mano, la cual traía la petaca donde "Ojoloco" siempre bebía.
-Poción Multijugos
El profesor se separó del baúl y se dirigió a McGonagall y Snape.
—Severus, por favor, ve a buscar la poción de la verdad más fuerte que tengas, y luego baja a las cocinas y trae a una elfina doméstica que se llama Winky. Minerva, sé tan amable de ir a la cabaña de Hagrid, donde encontrarás un perro grande y negro sentado en la huerta de las calabazas. Lleva el perro a mi despacho, dile que no tardaré en ir y luego vuelve aquí.
Tanto uno como otro salió del despacho. Antes de salir, Alex y Severus cruzaron miradas. Mientras esperaban Dumbledore y los chicos, el falso Moody comenzó a recuperar su apariencia original; hasta que llegaron McGonagall y Snape, el sujeto ya había regresado a la normalidad. Resulto ser Barty Crouch Jr. Dumbledore le hizo beber el Veritaserum que Severus trajo y comenzaron a interrogarlo, descubriendo así todo sus planes y lo que hizo en todo el año.
Ya que termino, Dumbledore pidió a la profesora que vigilara a Crouch Junior mientras que le pedía el oscuro profesor que trajera a la enfermera para que atendiera al Moody original mientras que él se llevaba de ahí a los chicos.
Ya que estaban por irse, y sin que nadie se diera cuenta, Crouch se incorporó con violencia y se abalanzo sobre Alex. La tomo con brusquedad de la muñeca, la chica trataba de zafarse del agarre pero el hombre la sujetaba con fuerza.
Severus escuchó el grito de la chica, se volteo y vio que Crouch la atacaba, apretó los puños con fuerza y se acercó a ella para separarla del mortífago. Cuando logro separarlos, la alejo lo más que pudo y la abrazo con fuerza de manera protectora.
Alex se sorprendió de la reacción del profesor, pero se sentía segura estando entre sus brazos. Con una mirada, Dumbledore le pidió a Severus que la llevara a su despacho junto a él y a Harry. El oscuro profesor asintió y todos salieron del despacho, pero antes, Dumbledore volvió a aturdir a Crouch para que no volviera a atacar.
De camino, los únicos que hablaban eran Harry y Dumbledore mientras que Alex y Severus iban en completo silencio. El profesor tenía la intención de soltar a la chica, pero ella levantó una mano y sujeto al profesor dándole a entender que no se alejara de ella; el profesor le hizo caso y la abrazo por los hombros con más fuerza.
Llegaron a la gárgola de piedra, antes de que Dumbledore dijera la contraseña, el director se dio la vuelta y encaro a Severus.
-Severus, gracias por acompañar a la Señorita Macías. Ya desde aquí puede venir sola, por favor ve a cumplir el encargo que te pedí.
El oscuro profesor soltó a Alex con delicadeza y dio media vuelta para alejarse de ahí con paso firme. Cuando Severus se perdió de vista, el director dijo la contraseña, se hizo a un lado y él y los chicos subieron por la escalera de caracol móvil hasta la puerta de roble. Dumbledore la abrió.
Sirius se encontraba allí, de pie. Tenía la cara tan pálida y demacrada como cuando había escapado de Azkaban. Cruzó en dos zancadas el despacho.
-¿Estás bien, Harry? Lo sabía, sabía que pasaría algo así. ¿Qué ha ocurrido? ¡Alex! No puedo creer que acabaras igual involucrada en esto.
Las manos le temblaban al ayudar a Harry a sentarse en una silla, delante del escritorio.
-¿Qué ha ocurrido? -preguntó, más apremiante.
Alex no dijo nada porque Sirius no se preocupo en ofrecerle un lugar donde sentarse, era natural que como padrino de su mejor amigo se preocupara más por él. Y honestamente, ella quería llamar lo menos posible la atención.
Dumbledore comenzó a contarle a Sirius todo lo que había dicho Barty Crouch Jr. El director dejó de hablar. Sentado al escritorio, miraba fijamente a Harry, pero éste evitaba sus ojos. Se disponía a interrogarlo. Le haría revivirlo todo y si el chico no podía hablar, haría que Alex fuera la que contara todo.
-Necesito saber qué sucedió después de que tocaron el traslador en el laberinto, Harry -le dijo.
-Podemos dejarlo para mañana por la mañana, ¿no, Dumbledore? -se apresuró a observar Sirius. Le había puesto a Harry una mano en el hombro-. Dejémoslo dormir. Que descansen.
Tomo unos minutos convencer a Harry para que explicara todo. En la expresión del chico se veía como aliviado, como si se estuviera quitando un enorme peso de encima. Dumbledore le explico lo que en realidad paso cuando las dos varitas se conectaron, causaron el encantamiento Priori Incantatem, que hace que una varita revele las sombras de los hechizos que hizo. Y eso fue a causa de que los centros gemelos de las varitas de Harry y Voldemort provenían del mismo fénix, o sea, Fawkes.
A pesar de la seriedad de la conversación, Alex no había prestado la más mínima atención, solo cabía en su cabeza lo que le había dicho Voldemort respecto a que tenía magia oscura en su interior; eso en parte porque el Sombrero quiso mandarla a Slytherin cuando llego a Hogwarts pero... eso no explicaba porque tenía una conexión con la mente de Voldemort y al parecer con la de Harry también. Acaso... ¿tenía algún parentesco con alguno de ellos o su magia es igual a la de ellos? No sabía que pensar, se llevo la mano inconscientemente hacia su cara, acariciando donde a partir de ese momento en el laberinto estaba condenada a poseer una marca tenebrosa, no como la de Voldemort y sus mortífagos, pero si parecida.
-Alex ¿estás bien? -preguntó Sirius
La chica levantó la mirada pero no bajo la mano. Los tres hombres la miraban fijamente desde la ventana donde ella quiso estar para alejarse de ellos.
La chica dudo un poco en responder, pero por todo lo que habían pasado, era mejor no ocultarles nada.
-No Sirius, no estoy bien
-¿Qué pasa? ¿Estas herida? ¿Te sientes mal?
-Es más que eso
-Alex...
La chica cerró los ojos, bajo lentamente la mano -quitándose también los lentes- dejando a la vista la marca de la serpiente, abrió los ojos y el izquierdo estaba rojo. Dumbledore y Sirius no pudieron ocultar su asombro al ver eso, y Harry se sentía mal al ver a su amiga con eso en su rostro.
Dumbledore se puso de pie y se acercó a Alex con varita en mano, haciendo que la chica retrocediera.
-Tranquila, solo voy a revisarla
Alex se calmó un poco y sintió como el director pasaba la varita por su rostro. Cuando el anciano termino, este soltó un suspiro y regreso a su lugar.
-¿Y bien, Dumbledore?
-Esta magia... es igual de oscura que la Voldemort, pero no se que tan peligroso puede llegar a ser para ella.
Alex volvió a dejar su rostro como estaba, se puso los lentes y miro al director.
-Será mejor que los dos vayan a la enfermería a que Madame Pomfrey los revise y descansen un poco. Ha sido una noche demasiado larga para ustedes y es necesario que se relajen. Sirius ¿te gustaría quedarte con ellos?
Sirius asintió con la cabeza y se levantó. Volvió a transformarse en el perro grande y negro, salió del despacho y bajó con ellos un tramo de escaleras hasta la enfermería.
Cuando Dumbledore abrió la puerta, los chicos vieron a la señora Weasley, a Bill, Ron, Hermione y Xóchitl rodeando a la señora Pomfrey, que parecía agobiada. Le estaban preguntando dónde se hallaban ellos y qué les había ocurrido.
Todos se abalanzaron sobre ellos cuando entraron.
-¡Alex! -Xóchitl tomó forma humana y se abalanzo sobre Alex-. ¡Condenada, me tenías preocupada! ¿Qué paso? ¿Estás bien? ¡Dime algo!
-¿Y como quieres que te conteste si no me dejas hablar? -contestó Alex con una media sonrisa
Xóchitl dejo escapar algunas lágrimas y la volvió a abrazar.
Madame Pomfrey llevó a Harry y a Alex hacía unas camas donde los dejó recostados, les dio una poción para dormir sin soñar y los dos cayeron en un profundo sueño.
Alex despertó en medio de tal calidez y somnolencia que no abrió los ojos, esperando volver a dormirse. La sala seguía a oscuras: estaba segura de que aún era de noche y de que no había dormido mucho rato.
Luego oyó cuchicheos a su alrededor. Parecía una discusión muy acalorada y así lo era. Entraron bruscamente a la enfermería el ministro Fudge seguido de McGonagall y Snape, y unos momentos después entró Dumbledore. Al parecer, el ministro exigía que alguien le explicara que era lo que estaba pasando. Pero antes de que le explicaran, resulto que Fudge metió a un dementor como su escolta para ver a Crouch Junior, sin siquiera interrogarlo o algo, hizo que el dementor le diera el fatal beso.
En base a eso, Dumbledore comenzó a relatarle toda la verdad, pero el ministro se negaba a creer una sola palabra de lo que declaraba el anciano director. Fudge pensaba que Dumbledore estaba loco al creer la palabra de un loco asesino y de un par de chiquillos, pero el director seguía firme con su palabra.
El ministro seguía ciego ante las declaraciones, por lo que comenzó a atacar a los chicos con todas las noticias que Skeeter escribió sobre ellos todo el año. Los chicos en su desesperación, comenzaron a gritarle al ministro los nombres de los mortífagos presentes en el cementerio, pero resultó que todos fueron absueltos del crimen y eso ocasiono que menos les creyeran.
Dumbledore continuaba insistiendo, incluso le sugirió a Fudge que retirara a los dementores de Azkaban y enviara mensajes a los gigantes, pero a cada palabra que él decía, hacía que Fudge comenzara a verlo como un demente y cerraba más los ojos hacia la verdad. A tal grado llego la conversación que Dumbledore declaró separar su camino del de Fudge para pelear contra Voldemort.
Incluso Severus le mostró la marca al ministro tratando de hacerlo entrar en razón, pero lo único que logro, fue que el ministro los creyera locos y mentirosos. Fudge le arrogó a Harry su premio del torneo y se alejo de ahí dando un portazo al salir.
Dumbledore se volvió hacia el grupo que rodeaba la cama de los chicos.
-Hay mucho que hacer -dijo-. Molly... ¿me equivoco al pensar que puedo contar contigo y con Arthur?
-Por supuesto que no se equivoca -respondió la señora Weasley. Hasta los labios se le habían quedado pálidos, pero parecía decidida-. Arthur conoce a Fudge. Es su interés por los muggles lo que lo ha mantenido relegado en el Ministerio durante todos estos años. Fudge opina que carece del adecuado orgullo de mago.
-Entonces tengo que enviarle un mensaje -dijo Dumbledore-. Tenemos que hacer partícipes de lo ocurrido a todos aquellos a los que se pueda convencer de la verdad, y Arthur está bien situado en el Ministerio para hablar con los que no sean tan miopes como Cornelius.
-Iré yo a verlo -se ofreció Bill, levantándose-. Iré ahora.
-Muy bien -asintió Dumbledore-. Cuéntale lo ocurrido. Dile que no tardaré en ponerme en contacto con él. Pero tendrá que ser discreto. Fudge no debe sospechar que interfiero en el Ministerio...
-Déjelo de mi cuenta -dijo Bill.
Le dio una palmada a Harry en el hombro, un beso a su madre en la mejilla, se puso la capa y salió de la sala con paso decidido.
-Minerva -dijo Dumbledore, volviéndose hacia la profesora McGonagall-, quiero ver a Hagrid en mi despacho tan pronto como sea posible. Y también... si consiente en venir, a Madame Maxime.
La profesora McGonagall asintió con la cabeza y salió sin decir una palabra.
-Poppy -le dijo Dumbledore a la señora Pomfrey—, ¿serías tan amable de bajar al despacho del profesor Moody, donde me imagino que encontrarás a una elfina doméstica llamada Winky sumida en la desesperación? Haz lo que puedas por ella, y luego llévala a las cocinas. Creo que Dobby la cuidará.
-Muy... muy bien -contestó la señora Pomfrey, asustada, y también salió.
Dumbledore se aseguró de que la puerta estaba cerrada, y de que los pasos de la señora Pomfrey habían dejado de oírse, antes de volver a hablar.
-Y, ahora -dijo-, es momento de que dos de nosotros se acepten. Sirius... te ruego que recuperes tu forma habitual.
El gran perro negro levantó la mirada hacia Dumbledore, y luego, en un instante, se convirtió en hombre.
La señora Weasley soltó un grito y se separó de la cama.
-¡Sirius Black! -gritó.
-¡Calla, mamá! -Chilló Ron-. ¡Es inocente!
Snape no había gritado ni retrocedido, pero su expresión era una mezcla de furia y horror.
-¡Él! -Gruñó, mirando a Sirius, cuyo rostro mostraba el mismo desagrado-. ¿Qué hace aquí?
-Está aquí porque yo lo he llamado -explicó Dumbledore, pasando la vista de uno a otro—. Igual que tú, Severus. Yo confió tanto en uno como en otro. Ya es hora de que olviden sus antiguas diferencias, y confíen también el uno en el otro.
Alex y Xóchitl miraban a los dos y pensaron que Dumbledore pedía un milagro. Sirius y Snape se miraban con intenso odio.
-Me conformaré, a corto plazo, con un alto en las hostilidades -dijo Dumbledore con un deje de impaciencia-. Dense la mano: ahora están del mismo lado. El tiempo apremia, y, a menos que los pocos que sabemos la verdad estemos unidos, no nos quedará esperanza.
Muy despacio, pero sin dejar de mirarse como si se desearan lo peor, Sirius y Snape se acercaron y se dieron la mano. Se soltaron enseguida.
-Con eso bastará por ahora -dijo Dumbledore, colocándose una vez más entre ellos-. Ahora, tengo trabajo que darles a los dos. La actitud de Fudge, aunque no nos tome de sorpresa, lo cambia todo. Sirius, necesito que salgas ahora mismo: tienes que alertar a Remus Lupin, Arabella Figg y Mundungus Fletcher: el antiguo grupo. Escóndete por un tiempo en casa de Lupin. Yo iré a buscarte.
-Pero... -protestó Harry.
Quería que Sirius se quedara. No quería decirle otra vez adiós tan pronto.
-No tardaremos en vernos, Harry -aseguró Sirius, volviéndose hacia él-. Te lo prometo. Pero debo hacer lo que pueda, ¿comprendes?
-Claro. Claro que comprendo.
Sirius le apretó brevemente la mano.
Se acercó a Alex y le alboroto un poco el cabello.
-Cuídate y no deje que eso -le señalo discretamente el rostro- te perjudique ¿de acuerdo?
La chica solo asintió con la cabeza.
Sirius levantó su mirada y asintió con la cabeza mirando a Dumbledore, volvió a transformarse en perro, y salió corriendo de la sala, abriendo con la pata la manilla de la puerta. Alex miro de reojo al profesor Snape y se dio cuenta que estaba más enojado de lo que ya estaba ¿será que se puso celoso de Sirius? Dumbledore también noto la reacción del oscuro profesor, por lo que siguió dando indicaciones.
-Severus -continuó Dumbledore-, ya sabes lo que quiero de ti. Si estás dispuesto...
-Lo estoy -contestó Snape.
Parecía más pálido de lo habitual, y sus fríos ojos negros resplandecieron de forma extraña que preocupo a Alex ¿qué tan peligroso sería el encargo que Dumbledore le pedía?
-Buena suerte entonces -le deseó Dumbledore, y, con una mirada de aprehensión, lo observó salir en silencio de la sala, detrás de Sirius.
Se oyó un ruido como de portazo, Hermione estaba en la ventana. Tenía algo en la mano firmemente agarrado.
-Lo siento -se disculpó. Se acerco a Alex y con cuidado le mostró lo que tenía sujetando con fuerza.
Entonces la chica comprendió.
-Justo a tiempo, Hermione.
-Gracias. Ahora veamos como le hace para escribir "su primicia"
Las dos chicas rieron un poco, de manera disimulada. Eso le hizo bien a Alex, ya que la calmo un poco.
-La poción, Harry -dijo rápidamente la señora Weasley-. Tú también debes descansar Alex, bébela también.
Los dos se la bebieron de un trago. El efecto fue instantáneo. Los sumergió una ola de sueño grande e irresistible, y se hundieron entre las almohadas, dormidos sin pensamientos y sin sueños.
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Severus ya había llegado al cementerio donde seguían ahí de pie Voldemort y los mortífagos. Sabía que a Voldemort no le haría gracia que hubiera llegado dos horas tarde, pero contaba que con la información que Dumbledore le dio, el señor tenebroso no excediera su tortura hacia él.
Se acerco con cautela y vio que el señor tenebroso estaba en medio de un círculo hecho por los mismos mortífagos. Uno de ellos volteo al escuchar la capa ondeante del oscuro profesor.
-Severus
El aludido miro fijamente a su interlocutor y lo reconoció por sus ojos que se veían a través de los ojos de la máscara.
-Lucius
Malfoy se quitó la máscara y Severus pudo ver una expresión de horror en su rostro.
-Llegas muy tarde. El señor tenebroso esta muy molesto. Aun faltan algunos de nosotros y el señor tenebroso planea asesinarlos. ¿Dónde esta Karkarov? ¿No vino contigo?
-Ni te molestes en buscarlo, Lucius -dijo de pronto Voldemort. Todo el tiempo estuvo con la cabeza baja mirando hacia la nada, se incorporo un poco y miro fijamente a los dos hombres-. Él es un traidor, le vendió información sobre mí y sobre ustedes con tal de salvar su pellejo, y eso es inaceptable.
Voldemort comenzó a moverse, empezó a acercarse hacia donde estaban Severus y Lucius. Todos los mortífagos retrocedieron, incluso Lucius, dejando solos a Severus y a Voldemort.
Los dos se miraban a los ojos y ninguno parpadeaba.
-Mi señor...
Lo último que pudo ver fue a Voldemort levantando su varita y apuntándolo hacia él, lanzándole el maleficio Cruciatus. El profesor no podía esconder el dolor que se reflejaba en su rostro, pero no grito ni nada, apretaba los dientes y cerraba los ojos con fuerza para no gritar. Las piernas no le aguantaron y cayó de rodillas.
No supo por cuanto tiempo estuvo bajo ese maleficio ni cuantas veces lo hizo, pero nunca mostró dolor ni nada. Finalmente, Voldemort paro definitivamente, y vio como el profesor respiraba con dificultad y estaba de rodillas ante él.
-Y bien ¿a que se debe tu retraso? Hace dos horas que los mande llamar y tú te dignaste a venir hasta ahora. Acaso no será... ¿que te pasaste al bando de Albus Dumbledore?
Severus seguía a cuatro patas con la cabeza baja tratando de regularizar su respiración. Aprovecho ese momento para cerrar su mente y lentamente, a causa del dolor en todo su cuerpo, miro a los ojos a Voldemort y le dijo con voz segura:
-Claro que no, mi señor. Me avergüenza reconocer que lo di por muerto y por eso me fui a Hogwarts, pero no con la intención de servirle a Dumbledore, sino porque no le encontraba sentido a mi existir sin usted -comenzó a ponerse de pie, pero se tambaleaba un poco al hacerlo, hasta que lo logro y siguió mirándolo a los ojos-. Me alegra saber que me equivoque y que usted nunca se fue -le hizo una pequeña reverencia a Ryddle-. Por favor, acepte mi más sinceras disculpas, aunque sé que no tengo perdón para tal desconfianza.
Hubo un largo silencio. Ni siquiera se escuchaba el silbido del viento, Severus se estaba poniendo nervioso, no sabía si Voldemort le había creído o no y que reacción tendría. Sintió la punta de la varita del mago oscuro debajo de su barbilla y como lentamente levantaba su mirada haciendo que los ojos negros se encontraran con los rojos.
Voldemort sonrió sarcásticamente de medio lado.
-A esto... se le puede considerar un verdadero seguidor -quito su varita de la barbilla del profesor y se volvió hacia sus mortífagos-. ¡Espero que todos aprendan de Severus! ¡Él es el único en quien puedo confiar y más les vale a los demás no volver a fallarme! ¿ENTENDIDO?
Todos se arrodillaron y bajaron la cabeza con temor.
-¡Si, mi señor!
-Bien, ahora Severus. ¿Qué información me traes del viejo?
Severus comenzó a hablar y a cada palabra a veces Voldemort se mostraba satisfecho pero en otras se mostraba molesto. Cuando termino, vio que Voldemort repasaba toda esa información.
-Interesante... bien, si que has hecho bien Severus. Regresa junto a Dumbledore y tráeme más información ¿Entendido?
-Si, mi señor
-Bien, puedes irte
El profesor dio media vuelta y comenzó a alejarse, pero solo había dado un par de pasos cuando Voldemort lo llamo.
-¡Ah, olvidaba algo Severus!
-¿Si, mi señor? -contesto el profesor sin mirarlo, al menos eso no molesto a Voldemort
-Quiero que reúnas a nuevos seguidores. Aunque... tengo a alguien en especial en mente, y tú eres el único que puede hacerlo, ya que tienes más facilidad de comunicarte con esa persona.
-¿De quien se trata, mi señor?
-De la mocosa que acompaño esta noche a Potter
Solo porque era crucial que disimulara, de seguro Severus se hubiera caído al escuchar eso. Su corazón dio un brinco muy brusco y sintió que perdía el poco color que le quedaba.
-¿Cómo, mi señor? ¿Por qué quiere en sus filas a una chiquilla?
-Porque esta noche... descubrí que esa niña tiene un alto nivel de magia oscura que se podría igual con la mía
«No puede ser... es imposible»
-Incluso tenía una marca oscura en su rostro... no era como la nuestra, pero se le parecía
«Esto tiene que ser una broma»
-Así que... haz todo lo que sea posible para tenerla de nuestro. Incluso, me gustaría que te ayudara en la tarea de espiar a Dumbledore y sus seguidores.
Severus apretó los puños a tal grado que se clavo las uñas con tanta fuerza que comenzó a salirle sangre de las manos. Se le hizo un horrible nudo en la garganta que apenas si podía hablar.
-¿Entendiste, Severus?
-Entendí... mi señor
-Bien, ya puedes irte
Antes de que a Voldemort se le ocurriera otra cosa, Severus se fue del cementerio y apareció en la sala de su casa en La HIladera. Se dejo caer de rodillas y recargo sus manos en el suelo... no podía ser... era imposible... Alex no podía tener magia oscura y menos una marca en su rostro, cuando la vio después de lo sucedido en el laberinto ella no tenía nada, estaba normal.
Apretó los puños y soltó un grito desgarrador de desesperación. No lo iba a permitir... no iba a permitir que le pasara nada malo. No estaba seguro que lo de esa marca fuera verdad o no, pero la mantendría lo más alejada posible de Voldemort y los mortífagos.
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