Alex comienza a enfermarse. La Orden del Fénix
Hace una semana que fueron sus XV años y ahora se encontraba en la graduación de Secundaria de sus mejores amigas muggles. Sus amigas —quienes igual fueron sus damas de honor— la invitaron a la graduación, Alex aceptó pero solamente para ver a sus amigas.
Le agradó mucho ver a sus amigas, para esa ocasión llevaba puesto un vestido morado muy sencillo de manga larga hasta los codos y la falda hasta la rodilla y tenía un leve escote, y llevaba tacones plateados sencillos pero de tacón bajo. Su cabello estaba recogido todo del lado derecho pero del lado izquierdo su cabello esta ondulado.
Pasaron el último pase de lista y al pasar les entregaban a los alumnos sus documentos cuando pasaban al presídium y saludaban a las autoridades escolares. Cuando mencionaron a sus amigas, Alex les aplaudía con fuerza y con emoción.
Terminó la entrega de documentos y pasaron a un Salón de Fiestas donde se celebraría la graduación. El lugar estaba acomodado de tal manera que los alumnos estuvieran alrededor de la pista de baile y sus familiares y amigos detrás de ellos por todo el salón.
-¡Felicidades chicas! Me alegra que al fin se graduaran -las felicitó Alex mientras las abrazaba
-¡Gracias, amiga! -dijeron sus amigas a la vez
Las tres se separaron y se fueron a sus respectivas mesas.
-Alex ¿A dónde vas? -preguntó Gaby
-Pues a sentarme -contestó Alex
-Siéntate con nosotras -dijo Gaby
-Pero no soy alumna
-Pero eres ex alumna y eso vale algo
-Si insisten
Alex se sentó entre sus amigas, pero la tranquilidad no le duro mucho ya que llegó la persona que menos esperaba.
-¡Ay! O sea Hello... aquí ya se vino a sentar la prole
-Mira Pfeiffer... hoy no te digo nada porque es un día especial para mis amigas, así que te agradeceré que cierres tu bocota, pero primero sácate la papa de la boca
-O sea, tú no me hablas así
-Yo te hablo como se me de la gana
Alex ya se había puesto de pie y estaba de frente a la fresa de quinta. Diana y Gaby también se pusieron de pie para separarlas y evitar que se quisieran matar.
-Ya mejor déjala Alex. No vale la pena -dijo Gaby
Pfeiffer y sus "amigas" les lanzaron una última mirada de odio y se fueron a su mesa. Alex y sus amigas se sentaron y trataron de calmarse. Unos minutos después, llegaron otros compañeros —y para suerte de Alex— eran personas con las que si se llevaba bien.
La directora dijo unas cuantas palabras a los alumnos graduados y Alex no pudo evitar recordar a Dumbledore y pensar que si tal vez así harían las graduaciones en Hogwarts. La directora siguió hablando, cuando termino su discurso todos aplaudieron y la directora se sentó; comenzó a sonar música y todos esperaban a que sirvieran la cena.
-Estuvieron geniales tus XV años, Alex -dijo Gaby-. Y gracias por escogernos como tus damas de honor
-De nada, ustedes son mis mejores amigas, así que ¿Quiénes mejor para hacerlo?
-Pero también dejaste a tu prima -comentó Diana
-Pues... -dejo escapar un suspiro antes de continuar-. Cuando dije los de las damas de honor, ella solita se apunto. No le pude decir que no, pero, tampoco me pareció mala idea
-Que linda eres con ella -dijo Gaby
-Yo soy linda con todos -contestó Alex, poniendo carita de Ángel
Sus amigas se rieron y la abrazaron. Cenaron pero a la vez hablaban de lo que harían en la preparatoria; Alex se sentía mal de no poder decirle a sus amigas respecto a Hogwarts, pero tenía que hacerlo.
Siguieron cenando con tranquilidad... bueno, casi. Ninguna de las tres podía dejar de hacer payasadas para animar a las otras, así eran ellas y ni estando en escuelas diferentes cambiarían eso. Llegaron a los postres —pastel de chocolate relleno de crema pastelera— y con él, los problemas.
-¡Me encanta este postre! -dijo Alex, antes de meterse un bocado a la boca-. Esta delicioso -y lo comió
-Lo que tampoco ha cambiado es tu gusto por los dulces ¿verdad? -preguntó Gaby, aunque al verla era obvia la respuesta
-Eso explicaría porque esta gorda
Las tres levantaron la mirada y se toparon con Pfeiffer y su sequito, con una mirada de burla.
-¿Ahora que quieres? -preguntó Alex con desdén
-Solo ver como te haces cada vez más obesa. De verdad me sorprende que todavía tu vestido no se haya roto, porque pareces tamal mal amarrado.
-Oye Pfeiffer, mejor ve a molestar a otro lado -dijo Diana
-Ya déjanos en paz ¿Qué ganas con molestarnos siempre? -quiso saber Gaby
-Yo no las estoy molestando, solo digo la verdad. Es más... me sorprendería que esta loser llegara a tener novio
-No llegue a tener novio, tuve un novio el año pasado. Pero como él era extranjero y solo iba a estar en la escuela por un año, acordamos ser amigos y seguir en contacto -dijo Alex molesta
-Ay aja, como no. Si es así ¿Por qué no subiste fotos al Face o algo así para probarlo?
-Porque no tengo y en la escuela no hay internet ni nada electrónico
-¿Qué? O sea ¿viven en la Edad Media? ¿O que onda? Vaya, que patética excusa. La verdad es que no tuviste, no tienes y nunca tendrás novio si sigues pareciendo una ballena; porque o sea ¿Quién se fijaría en una chica tan patética como tu? Ni siquiera el chico que te gusta se fijaría en ti...
Alex se levantó de golpe y se acerco violentamente a Pfeiffer.
-Por una vez en tu triste vida cierra la boca sino quieres que te la cierre a golpes ¿entendiste?
Pfeiffer se mostraba claramente asustada y trataba de disimularlo, pero fue inútil.
-Mejor vámonos chicas, no hay que juntarnos con la prole -las fresas comenzaron a alejarse de ahí-. ¡Disfruta tu postre, ballena! -y se escucharon unas carcajadas.
-No le hagas caso -dijo Gaby
-Es cierto, solo son unas envidiosas que quieren hacerte sentir inferior -dijo Diana
Pero Alex ya no las escuchaba.
¿Y si Pfeiffer tenía razón? ¿Qué por su físico nadie se fijaba en ella? Recordó que Curio estuvo con ella sin impórtale eso, pero... ¿y si estuvo con ella nada más por una apuesta que tal vez hizo con sus compañeros de Durmstrang? Alex comenzó a sentirse mal con esos pensamientos.
-¿Alex? -la llamo Diana
-¿Estas bien? -preguntó Gaby, preocupada
-Si... estoy bien -se puso de pie y comenzó a alejarse de ellas-. Voy al sanitario
Sus amigas la miraron alejarse con preocupación. Llego a los baños del salón y para su suerte no había nadie, ni siquiera las de limpieza; se miró en el espejo, se supone que era ella misma quien se miraba pero no se sentía ella misma, su prima la arregló ya que ella no era capaz de hacerlo.
Las palabras de Pfeiffer siguieron atormentándola hasta tal grado que hizo una locura: Corrió hacia uno de los cubículos del baño, se encerró, se llevo dos dedos a la boca y se provocó el vomito. Siguió vomitando hasta que ya no pudo más, se limpio la boca con el papel sanitario, jaló a la cadena, se incorporó y salió de ahí. Se acercó a los lavabos y se enjuago la boca para no levantar sospechas.
Se miró en el espejo y vio que se le corrió un poco el maquillaje, ya que comenzó a lagrimear cuando se provocó el vomito. Tomó papel para limpiarse lo más que pudo y salió del baño.
Diana y Gaby al verla con el maquillaje algo corrido, creyeron que estuvo llorando. Alex se alegró de la confusión ya que la cubriría de lo que acababa de hacer.
La fiesta siguió con normalidad hasta que llego el papá de Alex por ella y regresó a su casa. Fue directamente a su cuarto; se puso el pijama, fue al baño a lavarse y se fue a acostar. Xóchitl ya estaba dormida desde hace rato y se alegró, ya que no le diría nada. Le costó trabajo dormirse, pero aun así no logro hacerlo y se quedo despierta toda la noche.
A la mañana siguiente se sentía muy mal. Con pesar se levantó y se encontró con unos ojos dorados.
-Hola Xóchitl
-Alex ¿estás bien?
-Si ¿Por qué no habría de estarlo?
-Tienes ojeras ¿Qué no dormiste bien?
Alex solo negó con la cabeza. Se levantó y se fue a arreglar, salió y Xóchitl se sorprendió de verla con ropa deportiva.
-¿A dónde vas?
-Al gimnasio que esta cerca de aquí
-Al menos deberías comer algo. No es bueno que vayas con el estomago vacio
-Estoy bien -fue por su celular y su iPod. Bajo las escaleras, le avisó a sus papás a donde iría y salió de la casa.
Regresó tarde a su casa ya pasado el desayuno. Fue a arreglarse y se encerró en su cuarto.
-Alex, a comer -la llamo su madre, pero no tuvo respuesta-. ¿Alex?
-Niña, a comer -la llamo su padre
Xóchitl miro a Alex que seguía tendida en la cama con la mirada perdida y con iPod puesto.
-¿Alex?
-Diles que me quede dormida
-Pero...
-Solo diles -se acomodó en la cama, de tal manera que le daba la espalda a su brije.
Xóchitl soltó un suspiro y fue a decirles. Los padres de Alex se sorprendieron, pero no insistieron.
Alex siguió con la misma rutina: Hacia ejercicio de manera excesiva, ya casi no comía y cuando lo hacía, se iba a vomitar. Xóchitl más de una vez trató de pararla, pero era inútil. A diferencia de Londres, Alex podía hacer algo de magia en casa, les lanzaba un Confundus a sus padres para hacerles creer que ella ya había comido.
Así estuvo todo el verano, hasta que de pronto llegaron Lupin y Snape a su casa.
-Alex, te buscan -la llamo su mamá
Alex se levanto con trabajos de su cama, ya que a falta de alimento estaba muy débil. Xóchitl la ayudó a levantarse y se veía muy triste.
-Alex, por favor. No se que te orillo a hacer esto pero por favor detente.
-No te metas Xóchitl -se incorporó y salió de su cuarto.
Al bajar, se sorprendió de ver a Lupin y a Snape en su sala.
-Remus. Profesor Snape
-Hola Alex
-Srta. Macías
-¿Qué se les ofrece?
-Venimos a llevarla a Londres
-Pero todavía falta...
-Lo sabemos Alex -la mirada de Lupin se ensombreció un poco-. Pero recuerda que es lo que está pasando y necesitamos protegerte -Alex se tensó un poco-. Tranquila, tus padres estarán bien, habrá gente que los vigile mientras no estés aquí.
-Está bien
-Ve a guardar tus cosas y nos iremos ¿sí?
-OK Remus, no tardare
No dio ni tres pasos por los escalones cuando Remus le habló.
-Por cierto, te ves algo diferente desde la fiesta. ¿Bajaste de peso o algo?
-Sí
-No te excedas o Molly se molestara
-Bien -y subió a su cuarto
Humana y brije empacaron todo y bajaron hasta donde seguían los dos hombres esperándolas.
-Listas
Salieron de la casa y en la entrada Alex se despidió de sus padres. Fueron a un lugar apartado de la cuadra, y desaparecieron del lugar.
Alex y Xóchitl se marearon, se sentía realmente extraño que no podían describirlo. Tocaron tierra y se tambalearon un poco, Alex estuvo a punto de caer de no ser por unos fuertes brazos que la agarraron de la cintura.
-¿Esta bien?
-Sí... gracias profesor
Severus movió un poco la mano y se dio cuenta de que la chica estaba un poco más delgada desde la fiesta. Alex se alejó, tomó sus cosas y siguió a Remus. Severus tenía el presentimiento de que algo le pasaba, pero no podía preguntarle directamente porque sería sospechoso.
Llegaron a una calle donde había puras casas en hileras y todas iguales. Alex y Xóchitl miraron detalladamente el lugar y vieron que entre el 11 y el 13 no estaba el número 12 y eso les pareció extraño.
-¿Dónde estamos?
Como contestación, Remus sacó un pesado de pergamino y se los acerco.
-Léanlo detenidamente, memorícenlo y después piénselo
-¿Qué?
-Solo háganlo -dijo Snape fríamente
-Que lindo -dijo Xóchitl.
Ambas miraron el trozo de pergamino. La letra, de trazos estrechos, le resultaba vagamente familiar. El texto rezaba:
El cuartel general de la Orden del Fénix está ubicado en el número 12 de Grimmauld Place, en Londres.
-¿Orden del...?
-Silencio
-Que amable, gruñón
-Xóchitl
-Piensen en lo que acaban de leer y ya
Las dos miraron en medio donde debería ir el número 12. Una maltrecha puerta salió de la nada entre los números 11 y 13, y de inmediato aparecieron unas sucias paredes y unas mugrientas ventanas. Era como si, de pronto, se hubiera inflado una casa más, empujando a las que tenía a ambos lados y apartándolas de su camino. Alex y Xóchitl se quedaron mirándola, boquiabiertas. El equipo de música del número once seguía sonando. Por lo visto, los muggles que había dentro no habían notado nada.
-Increíble -dijo Alex todavía sorprendida
-Como sea, ahora entren -dijo Severus fríamente
-¿Qué le pasa a ese tonto? -preguntó Xóchitl molesta por la actitud del profesor
-No pregunten y solo entren -respondió Remus
El licántropo cargo las cosas de Alex y los cuatro se acercaron a la casa. Las dos subieron los desgastados escalones de piedra sin apartar los ojos de la puerta que acababa de materializarse. La pintura negra estaba estropeada y arañada, y la aldaba de plata tenía forma de serpiente retorcida. No había cerradura ni buzón.
Lupin sacó su varita y dio un golpe con ella en la puerta. Alex oyó unos fuertes ruidos metálicos y algo que sonaba como una cadena. La puerta se abrió con un chirrido.
-Tan tan tan... casa embrujada -comento Xóchitl
-No inventes
-Adelante -indicó Remus y las chicas entraron.
Alex cruzó el umbral y se sumergió en la casi total oscuridad del vestíbulo. Olía a humedad, a polvo y a algo podrido y dulzón; la casa tenía toda la pinta de ser un edificio abandonado. Miró hacia atrás y vio a los otros, que iban en fila detrás de ella; Remus llevaba su baúl y la jaula de Quetzal.
Severus estaba de pie en el último escalón, entró renqueando en la casa y cerró la puerta, y la oscuridad del vestíbulo volvió a ser total.
Caminaron hasta casi llegar a la puerta de enfondo, pero de pronto Alex sintió unos brazos alrededor de su cuello.
-¡Alejandra, que gusto volver a verte!
-Sra. Weasley
La mujer la examino con la mirada y se sorprendió bastante al verla.
-Mi niña, estas muy delgada ¿has comido bien?
-Pues...
Escuchó un carraspeo y supuso que era de la loba, ignoro el gesto y puso cara inocente.
-Sí Sra. Weasley. Creo que me excedí un poco con el ejercicio, eso es todo
La Sra. Weasley no parecía muy convencida.
-Bueno, sube con los demás y en seguida los llamare a cenar ¿de acuerdo?
-Sí, Sra. Weasley
Antes de que la Sra. Weasley o las chicas hicieran otra cosa, se escuchó un escándalo proveniente de la puerta que se encontraba hasta el fondo. Remus se llevo una mano a la frente a modo de fastidio y la Sra. Weasley puso un semblante serio.
-Acaba de llegar y ya esta causando problemas
-¿Quién?
-El profesor Snape
Alex y Xóchitl miraron para atrás y descubrieron que el profesor ya no estaba. ¿A que hora se movió? Los cuatro se acercaron con sigilo hacia la puerta, Remus se adelanto a abrir la puerta, varita en mano, y en cuanto se abrió se escucharon varios gritos.
-¿POR QUÉ NO MEJOR TE LARGAS DE AQUÍ, QUEJICUS?
-¡SABES QUE TENGO QUE DAR INFORMACIÓN A LA ORDEN, PERRO INUTIL!
Los dos seguían gritándose como locos mientras que los adultos que se encontraban ahí los miraban con fastidio.
-¿Qué rayos esta pasando aquí? -preguntó Alex, aun sin poderse creer lo que estaba viendo
-Lo de siempre -respondió Remus-, gritarse e insultarse. No han dejado de hacerlo desde que llegamos y honestamente ya todos nos hartamos
-¿Y quien no lo haría? -preguntó Xóchitl de manera sarcástica
Humana y loba rodaron los ojos con fastidio. Xóchitl tomó su forma humana y le propuso a Alex.
-¿Tú a Snape y yo a Sirius?
-OK
Las dos se acercaron a ellos por atrás. Los adultos las miraban con preocupación porque no era una buena idea que se metieran en esa discusión, si ni siquiera ellos lo hacían. Los dos hombres seguían actuando de manera infantil, ni se dieron cuenta de que las chicas estaban detrás de ellos.
-Uno...
-Dos...
-¡Tres!
Levantaron la mano y les pellizcaron por atrás del cuello.
-¡AY! ¡AY! ¡AY! ¡AY! ¡AY! -gritó Severus llevándose las manos hacia dónde sentía el dolor
-¡AY! ¡AY! ¡AY! ¡AY! ¡AY! -gritó Sirius llevándose las manos hacia dónde sentía el dolor
Todos los adultos estaban incrédulos ante lo que veían ¿Sólo tenían que hacer eso para calmar a ese par? Alex y Xóchitl los soltaron, pero después los agarraron del cuello de la ropa y se los llevaron casi arrastrando lejos del otro para evitar alguna posibilidad de que se matara.
Al irse alejando, Severus y Sirius se dieron cuenta que eran Alex y Xóchitl quienes detuvieron su discusión. Cuando ya se encontraban a cada extremo de la cocina, las chicas los soltaron de momento y los dos se cayeron.
-¿Qué les pasa? -preguntó Severus molesto
-¿Y eso como por qué? -preguntó Sirius, igual molesto
-¿Y TODAVÍA PREGUNTAN? -exclamaron las dos
Después de las cosas se calmaron, Alex y Xóchitl (ya otra vez como loba) salieron de ahí siguiendo a la Sra. Weasley.
-Me sorprende que hicieran eso. Ninguno de nosotros se atrevió a hacer algo porque ya conocemos su carácter cuando se ponen a discutir.
-Pues ya era hora de callarlos porque si que llegan a ser muy infantiles -dijo Alex
La Sra. Weasley se rió ante el comentario. Cuando llegaron al vestíbulo, la Sra. Weasley se llevó un dedo a los labios y la precedió de puntillas; pasaron por delante de un par de largas y apolilladas cortinas, detrás de las cuales Alex supuso que debía de haber otra puerta, y tras esquivar un gran paragüero que parecía hecho con la pierna cortada de un trol, empezaron a subir la oscura escalera y pasaron junto a una hilera de cabezas de reducidas montadas en placas, colgadas en la pared. Las chicas las miraron de cerca y vieron que las cabezas eran de elfos domésticos. Todos tenían la misma nariz en forma de hocico.
-¿Qué onda con eso? -preguntó Xóchitl mientras seguían caminando
La perplejidad de Alex iba en aumento a cada paso que daba. ¿Qué demonios hacían en una casa que parecía la del más tenebroso de los magos?
La Sra. Weasley le indicó que fuera al dormitorio que estaba a la derecha y se fue dejando a la chica en el pasillo. Alex cruzó el lúgubre rellano, giró el pomo de la puerta, que tenía forma de cabeza de serpiente, y abrió la puerta.
Vislumbró una habitación sombría con el techo alto y dos camas gemelas. Le daba muy mal espina estar en esa habitación pero más que nada, le seguía intrigando el porque estaban en ese lugar. Escuchó un ulular cerca de donde estaba, levantó la vista y se encontró con la mini lechuza de Ron. Sintió algo en sus piernas, algo suave y cálido, bajo la mirada y se encontró con el gato canela de Hermione.
-¡Alex!
La chica mal volteó alguien la abrazó con fuerza y lo único que veía era una melena castaña tupida.
-Que gusto me da verte otra vez
-Hola Hermione. Oye ¿Dónde estamos?
Hermione se separó de su amiga y se colocó junto a Ron. Los dos dudaron en si decirle la verdad o no; Alex se sintió mal de que sus amigos le ocultaran las cosas, y sin saber de donde salió, comenzó a sentirse realmente enojada.
-Bien... estoy esperando una respuesta -ninguno de los dos hablo-. ¿Dónde estamos? ¿Qué es la Orden del Fénix? ¿Por qué estamos en un lugar que parece hogar de magos tenebrosos? ¿Por qué si estuvieron aquí todo este tiempo no me dijeron nada? Y lo más importante ¿Dónde esta Harry?
Ni Ron ni Hermione hablaron, ese silencio hizo que Alex comenzara a perder la paciencia. Se escucho ruidos abajo y escucharon la voz de Harry.
-Al menos la pregunta que involucraba a Harry se contesto sola
Se escuchó que alguien subía por las escaleras, cuando abrieron la puerta, Hermione se abalanzó sobre Harry. Comenzó a decirle varias cosas a la vez de las cuales Alex solo alcanzaba a escuchar «Dementores» «Vista en el Ministerio».
-Oigan ¿de que me perdí? -interrumpió Alex
Harry y Hermione se separaron. Los tres le explicaron a Alex sobre el ataque de los dementores; la latina estaba sorprendida de que esos seres aparecieran en una residencia muggle y atacaran a Harry y a su obeso primo.
Harry también comenzó a hacer preguntas sobre el lugar y que era lo que estaba pasando. Pero a diferencia de Alex, Harry perdió el control. Comenzó a gritar como loco, sacando toda la frustración que tenía guardado por todo el verano. Después llegaron Fred y George y unos minutos después llego Ginny y se unieron a la conversación; les contaron a Harry y a Alex sobre la Orden del Fénix (organización fundada por Dumbledore que se opone a Voldemort), donde estaban era el cuartel de la Orden y como ellos no podían entrar a las reuniones, se dedicaban a la limpieza de la casa.
Después de explicar todo, comenzaron a decirle quienes formaban parte de la Orden, Alex no prestaba mucha atención, pero se sobresalto al escuchar un nombre en particular.
-¡Qué lástima! Estaba deseando averiguar qué ha estado haciendo Snape.
-¡Snape! -saltó Harry-. ¿Está aquí?
-Sí -contestó George, que cerró la puerta con cuidado y se sentó en una de las camas; Fred y Ginny lo siguieron-. Ha venido a dar parte. Es confidencial.
-¡Imbécil! -exclamó Fred sin darse cuenta.
-Ahora está en nuestro bando -le recordó Alex en tono reprobatorio.
-Eso no significa que no sea un imbécil. Basta con ver cómo nos mira -opinó Ron, soltando un bufido.
-Pero sigue estando de nuestro bando -insistió Alex empezando a molestarse
-Sigo sin entender porque lo defiendes tanto
Alex no contesto, solo se acercó a la ventana y se quedo viendo a la nada. Siguieron charlando de varias cosas, incluso les contaron a los chicos que Percy estaba peleado con su familia por estar del lado de Dumbledore. Siguieron hablando mal de Percy hasta que llego la Sra. Weasley para llamarlos a cenar.
Trataron de bajar al vestíbulo con cuidado, pero una bruja metamorfomaga llamada Tonks se tropezó con el paragüero de trol y en seguida se escucho un espantoso, ensordecedor y espeluznante alarido.
Las apolilladas cortinas de terciopelo se habían separado, pero no había ninguna puerta detrás de ellas. Durante una fracción de segundo, Alex creyó que estaba mirando por una ventana, una ventana detrás de la cual una anciana con una gorra negra gritaba sin parar, como si estuvieran torturándola; pero entonces cayó en la cuenta de que no era más que un retrato de tamaño natural, aunque el más realista y desagradable que había visto en su vida.
La anciana echaba espuma por la boca, sus ojos giraban descontrolados y tenía la amarillenta piel de la cara tensa y tirante; los otros retratos que había en el vestíbulo detrás de ellos despertaron y empezaron a chillar también, hasta tal punto que todos cerraron con fuerza los ojos y se taparon las orejas con las manos para protegerse del ruido.
Remus y la señora Weasley fueron corriendo hacia el retrato e intentaron cerrar las cortinas y tapar a la anciana, pero no podían con ellas y la anciana cada vez gritaba más fuerte y movía sus manos como garras; parecía que intentaba arañarles la cara.
-¡Cerdos! ¡Canallas! ¡Subproductos de la inmundicia y de la cochambre! ¡Mestizos, mutantes, monstruos, fuera de esta casa! ¿Cómo se atreven a contaminar la casa de mis padres?
-¡Que adorable es la viejita! -comentó de manera sarcástica Xóchitl
-¡Creo que no es momento para chistes! -dijo Alex
Tonks seguía disculpándose por su torpeza mientras levantaba la enorme y pesada pierna de trol del suelo; la señora Weasley desistió de su intento de cerrar las cortinas y echó a correr por el vestíbulo, haciéndoles hechizos aturdidores a los otros retratos con su varita; Sirius salió disparado por una puerta que los chicos tenían enfrente.
-¡Cállate, vieja arpía! ¡Cállate! -bramó, y agarró la cortina que la señora Weasley acababa de soltar.
La anciana palideció de golpe.
-¡Tú! -Rugió, mirando con los ojos como platos a Sirius—. ¡Traidor, engendro, vergüenza de mi estirpe!
-¡Te digo que te calles! -le gritó Sirius, y haciendo un esfuerzo descomunal, Remus y él consiguieron cerrar las cortinas.
Cesaron los gritos de la anciana, y aunque todavía resonaba su eco, el silencio fue apoderándose del vestíbulo.
Jadeando ligeramente y apartándose el largo y negro cabello de la cara, Sirius, se dio la vuelta.
-Hola, Harry -lo saludó con gravedad—. Veo que ya has conocido a mi madre.
-¿Eh? -Dijo Alex-. ¿Cómo dices? ¿Qué dijiste? ¿Tú qué?
-Sí, mi querida y anciana madre -afirmó Sirius—. Llevamos un mes intentando bajarla, pero creemos que ha hecho un encantamiento de presencia permanente en la parte de atrás del lienzo. Rápido, vamos abajo antes de que despierten todas otras veces.
-Pero ¿qué hace aquí un retrato de tu madre? —preguntó Harry, desconcertado, mientras salían por una puerta del vestíbulo y bajaban un tramo de estrechos escalones de piedra seguidos de los demás.
-En eso tiene razón Harry -opinó Alex-. Porque no creo que te agrade tener ese lindo cuadro gritón aquí ¿o si?
-Obviamente no me agrada y... ¿No te lo ha dicho nadie? Ésta era la casa de mis padres -respondió Sirius—. Pero yo soy el único Black que queda, de modo que ahora es mía. Se la ofrecí a Dumbledore como cuartel general; es lo único medianamente útil que he podido hacer.
Harry, que esperaba un recibimiento más caluroso, se fijó en lo dura y amarga que sonaba la voz de Sirius. Siguió a su padrino hasta el final de la escalera y por una puerta que conducía a la cocina del sótano.
Sirius, Harry, Alex y Xóchitl se acomodaron en la larga mesa de la cocina. Los chicos querían ayudar pero la Sra. Weasley no los dejo alegando que habían tenido un largo viaje y que mejor descansaran.
Harry y Sirius comenzaron una conversación Padrino-Ahijado. Alex sintió que los dos estaban haciendo una comparación de quien tuvo un peor verano hasta ahora; Harry atacado por dementores y Sirius encerrado en casa de sus padres por un mes, no sabía quien se llevaba el premio.
Sirvieron la cena, pero las conversaciones no se apagaron, más bien se intensificaron. Sirius hacia uno que otro comentario sobre algún miembro de la Orden y de la limpieza a la casa.
Terminaron la cena y fue ahí cuando salió el interrogatorio de Harry y Alex sobre la Orden del Fénix y lo que estaban tramando. Pero la Sra. Weasley intervino diciendo que los chicos eran demasiado jóvenes para saber y como no eran mientras de la Orden pues no se les podía revelar nada, y eso hizo que Sirius y la Sra. Weasley comenzaran a discutir hasta que finalmente la Sra. Weasley accedió a regañadientes.
Les explicaron que Voldemort estaba atacando de manera discreta para no llamar la atención porque gracias a que los chicos lograron avisar de su regreso, Voldemort quería mantenerse a bajo perfil. Sin embargo, no impedía que Voldemort quisiera volver a construir su ejército, pero no solamente con magos sino con cualquier criatura tenebrosa que quisiera trabajar con él.
La Orden del fénix tampoco se quedaba atrás con la intención de aumentar al grupo, pero les costaba trabajo porque casi toda la comunidad mágica no creía que Voldemort regreso. Y lo que haría que la vida en Hogwarts de Harry, Alex y Dumbledore fuera una pesadilla; el Ministerio los desacreditaba por ser "unos mentirosos" al momento de querer decir la verdad sobre el regreso de Voldemort.
Lo que más llamo la atención de los chicos fue el objetivo principal de Voldemort: Buscar algo que no tuvo la última vez. Los chicos pensaban que era un arma o algo así, pero no lograron enterarse porque la Sra. Weasley los mandó a dormir, una manera discreta de decir que Sirius estaba hablando más de la cuenta.
Todos se fueron a dormir, aun comentando lo que escucharon en la cocina. Alex se había tensado un poco con la conversación porque pensó que en cualquier momento saldría a la luz sobre la marca tenebrosa que tenía en el rostro (no parecida a la de los mortífagos pero tenía parecido).
Cuando todos se fueron a dormir y no se escuchaba no un alma, Alex se levantó y fue al baño a vomitar. Admitía que le gustaba mucho la comida de la mamá de Ginny, pero comió demasiado y no quería "subir de peso" otra vez.
Cuando termino de regurgitar, se enjuago la boca y regreso a la cama. Le alegro comprobar que Xóchitl seguía dormida, pero le preocupaba que no podría seguir con su "rutina para bajar de peso" con todos ahí cerca ya que podrían descubrirla. Se fue a dormir dejando ese "dilema" para la mañana siguiente.
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