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Adiós Xóchitl

La noticia del desmayo de Alex en clase de pociones se extendió al día siguiente como la pólvora. Los alumnos pensaban que Severus le hizo algo pero gracias a los testigos, pudieron desmentir algunas cosas, pero igual los compañeros de Alex se preguntan lo mismo. Como siempre a las Serpientes no les interesaba lo que le pasará a sus compañeros de otras casas y menos si se trataba de una «Sangre Sucia». Los profesores estaban cada vez más preocupados por la salud de la chica y más porque todavía no despertaba pero seguía con vida.

Después de que Severus le confesará sus sentimientos a la chica, se ofreció voluntariamente a cuidar la enfermería durante las noches. A la enfermera y a los profesores les sorprendió eso, pero el oscuro profesor alegaba de que sólo quería asegurarse si estaba bien porque al fin y al cabo se había desmayado en su clase.

Severus siempre le tomada a la mano y la miraba fijamente. A veces no podía evitar recordar algunas cosas respecto a la chica: Cuando la conoció, su selección a Gryffindor, cuando fue petrificada por el basilisco, cuando ella y sus amigos se encontraron en la Casa de los Gritos con Lupin y Black... ¡Black! Ese desgraciado mujeriego, quería quitarle a Alex. Lo conocía muy bien, estaba pasando justamente lo mismo que hace años con Alexandra Jones: la chica que salvó del Lago Negro cuando de la nada, literalmente, cayó del cielo directamente al agua y que con el tiempo empezó a sentir cosas por ella hasta que se convirtió en amor y lucho por ella, venciendo por primera vez al merodeador.

A veces no podía evitar ver en Alejandra a esa chica misteriosa de su generación que, igual como llego, se fue de su vida. Pero antes de irse de su vida, le había prometido que se volverían a ver, pero ¿Cuándo? ¿Dónde? Dejo esos pensamientos a un lado y siguió velando a la chica, aunque su mente le seguía jugando malas pasadas y hasta creía que tenía a Jones justo enfrente de él pero tenía que quedarle claro que era Macías, no Jones.

Oscuridad... Era solamente eso lo que había a su alrededor, oscuridad. Lo último que recordaba es que se levantó de su lugar para ir por un ingrediente que le faltada, se mareó y todo se volvió negro; pero también había otra cosa, le pareció escuchar que alguien la llamaba antes de perder el conocimiento, pero no supo quien fue.

Estaba de nuevo ese mismo claro bajo el cerezo y con el mismo atuendo de la última vez. El viento soplaba con delicadeza, haciendo que su cabello bailara con él y los mismos individuos de las veces pasadas apariencia: El Conde Drácula y el Fantasma de la Ópera. Sin embargo, había algo más: junto al Conde había un gran perro negro de ojos grises y junto al Fantasma había un murciélago negro como la noche. Los dos individuos volvieron a ofrecerle sus manos pero ella seguía sin poder escoger a alguno porque no podía verles sus rostros que estaban completamente negros y no sabía que querían de ella.

De pronto todo volvió a quedar negro y el sueño cambio. Ahora se encontraba en el Salón de una vieja y descuidada mansión, ante ella había gente vestida completamente de negro y usaban máscaras plateadas y a sus pies había una enorme serpiente que daba vueltas de un lado a otro de la estancia.

— ¿Cómo va todo? —preguntó la chica. Pero se dio cuenta que no podía ser ella porque esa voz era masculina, fría y aterradora.

—Cada vez la situación es más difícil. No podemos entrar a esa Sala —respondió uno de los individuos con máscara

Hubo silencio hasta que un grito de rabia junto con un conjuro lo rompió.

— ¡Crucio!

El hombre cayó al suelo y se retorcía de dolor. Después, levantó la varita y el maleficio se detuvo.

— ¿Qué nunca pueden hacer nada bien?

—Lo... Lo siento, Mi se...

No pudo terminar porque otro maleficio Cruciatus le cayó encima. Hasta qué no se cansó de oírlo gritar. Les dio la espalda a todos y fijó su vista en el fuego de la chimenea. Quería obtenerla lo más pronto posible para poder deshacerse de Potter de una buena vez; pero había algo más que le preocupaba...

—Lucius

—Si... Mi señor

— ¿Cuándo es la próxima salida de los alumnos a Hogsmeade?

—No lo sé, Mi señor. Draco no me ha dicho nada. Si no es inconveniente, podría preguntarle ¿por qué le interesa saber? ¿Acaso quiere atacar a Potter en el pueblo o secuestrarlo?

—Secuestrar, si. A Potter, no

Se escucharon murmuras a su espalda. Cuando dio media vuelta para mirar a todos los presentes, estos se callaron de inmediato.

—Pero... ¿A quién quiere...?

—Se lo haré saber cuando llegue el momento —volvió a darles la espalda, haciendo ruido con el movimiento de su capa—. Ahora ¡Lárguense!

Se escucharon los pasos de todo saliendo y cuando la puerta se cerró, llamo a su serpiente en pársel y esta subió en él hasta acomodarse en sus hombros

—Tengo que estar seguro, Nagini —le dijo al reptil en pársel—, porque si resulta ser esa persona... podrá sernos útil. Lo supe cuando nos encontramos cara a cara esa noche de mi regreso en el cementerio de mi pueblo natal, más cuando vi esa marca tan particular que tiene en su rostro. Debo hacer todo lo posible para que se nos una —sintió que dibujaba una sonrisa malévola en su boca sin labios—. Ya sea por las buenas o por las malas —y soltó una sonrisa burlona fría y aguda que congelaría a cualquiera.

«¿Qué está pasando?»

—Alex

«¿Por qué estoy viendo esto?»

—Alex, te amo

«Esa voz es de Severus. Imposible... ¿De verdad él acaba de decir...?»

Lentamente comenzó a abrir los ojos y lo primero que vio fue oscuridad y pensó que seguía con los ojos cerrados, pero al acostumbrarse a la oscuridad se dio cuenta que sí despertó. Venía un techo muy alto y algo de luz se colaba por la ventana que estaba justamente arriba de ella.

Veía todo borroso porque no tenía sus lentes puestos, los busco con su mano izquierda y los encontró en su mesita de noche. Se los puso y trató de incorporarse pero sintió que algo la sostenía de su mano derecha. Al voltear tuvo que taparse la boca para no gritar; junto a su cama, completamente dormir y tomando su mano con firmeza estaba...

—Profesor Snape

Severus estaba profundamente dormido a la orilla de la cama, tenía la cabeza recargada en un brazo y con el otro, sujetaba con delicadeza pero a la vez firmeza la mano de Alex. La chica lo miraba fijamente sin poder creerse lo que veía, y entonces recordó algo; no sabía si fue un sueño o si fue real, pero le pareció que Severus le dijo "Te amo"

«Seguramente lo soñé. No hay manera de que Severus me diga algo así»

« ¡A otro perro con ese hueso! No inventes, si Severus está ahí dormido junto a ti, sólo significa que de verdad te ama»

«Peleando con mi conciencia ¿En serio? Sólo falta que tenga la apariencia de Pepito Grillo, de hada o lo que sea»

«Si quieres, lo hago»

«Era sarcasmo... ¿Y qué quieres? Nunca te había escuchado»

«Porque nunca hubo razón para hacerlo»

«Y esta es una ¿verdad?»

«Pues si»

«Ay Dios»

« Pero hazme caso, mujer! Debe de estar aquí desde que te desmayaste, te esta agarrando la mano y te dijo "Te amo" ¿necesito explicarte con manzanas que Severus, aquí presente, te ama

«Pero es que es imposible»

«Imposible es que Umbridge tenga corazón. ¡Abre los ojos! Tal vez tu sueño te quiere decirte algo»

« ¿Mi sueño?»

« ¡El de Drácula y el Fantasma, mensa!»

— ¡OK, ya entendí!

Exclamo eso último sin querer y se tapó la boca. Severus no se movió y eso calmó a Alex. Miró la enfermería y vio que en la mesa de acero que había a los pies de su cama había una charola tapada y una jarra. Se movió un poco, Severus no se movió, con delicadeza se soltó de su agarre y se levantó de la cama. Estaba débil, pero se sujetó de la cama para llegar a la mesa, destapo la charola y vio que era pollo con ensalada y puré de papas. Destapo la jarra y olió que era jugo de uva ¿de uva? Extraño, pero al menos descansaría un momento del de calabaza. Escucho su estómago rugir y miro a Severus. Él debió de haberla cuidado por mucho tiempo (no sabía cuánto tiempo estuvo inconsciente) y debió de dejarle esa comida para dársela en cuanto despertara.

Volvió a mirar la comida y tomo los cubiertos.

—Dios bendiga, lo que caiga a la barriga —y comenzó a comer sin hacer ruido.

Le dio risa por lo que dijo, porque eso siempre lo decían en su antigua escuela muggle antes de comer y después de bendecir los alimentos en el campamento que hacían todos los años.

Mientras comía, miraba a Severus descansar. Le agrada ver que de verdad se preocupaba por ella, pero a la vez culpable porque de seguro le ocasiono muchos problemas.

—Sí... quiero más arrachera, por favor

Alex miro rápido a la cama junto a la suya (del otro lado, obviamente) y vio a Xóchitl desparramada en la cama de al lado.

—Si, la quiero acompañada de papas, por fas —y se giró sobre la cama, dándole la espalda a la chica

Alex se tapó la boca para contener la risa. Era la primera vez que escuchaba a Xóchitl hablar en sueño, suponía que debía de ser así todas las noches, pero como era la primera vez que la escuchaba, no podía estar segura.

Término de comer y beber y acomodó todo en su lugar. Vio que a los pies de la cama de la loba estaba su mochila, la abrió y vio que tenían algunas de sus cosas personales y vio que estaba su cepillo de dientes y su pasta dental. Se fue al baño por unos momentos con sus cosas y regreso a la cama, vio que ni el profesor ni la loba despertaron.

«No se quien tiene el sueño más pesado: Si Severus o Xóchitl»

Sonrió burlonamente y se acercó a ellos. Guardó sus cosas de aseo y se volvió a meter a la cama. Miro a Severus una última vez antes de tomar su mano y acomodarse en la cama.

—Gracias por cuidarme, Severus —acercó la mano de su profesor a sus labios y lo beso con delicadeza—. También te amo —y se quedo dormida.

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Los primeros rayos del sol comenzaron a colarse por la ventana de la enfermería e hizo que le diera de lleno en la cara a Severus y provocara que despertara. Comenzó a incorporarse y vio un cambio en Alex; no estaba bocarriba como la noche anterior, estaba acostada de lado mirándolo a él y tenía una pequeña sonrisa en sus labios y lo que más le sorprendió fue ver que los dedos de la chica estaban entrelazados con los suyos cuando él solamente la tenía agarrada.

Se soltó con cuidado de ella y reviso la charola. Se sorprendió al verla vacía, miro primero a la loba para saber si se lo comió, pero se dio cuenta que no porque ella estaba todavía a sus anchas en la cama y no se veía sucia de su cara.

—Tranquilo, no fue Xóchitl. Sí me lo comí

El profesor dio la vuelta y se encontró con unos ojos castaños.

—Alex

—Gracias por cuidarme Severus —dijo la chica con una sonrisa—, y lamentó la molestia

Severus se acercó a ella y la abrazó con delicadeza.

—No, no fue molestia. Al contrario, fue un placer

El profesor todavía no la soltaba, por lo que no vio que la chica estaba roja. Severus se dio cuenta de lo que dijo y se separó de ella con cuidado, igual con la cara roja.

—Yo... eh... lo siento

—No... No hay problema

Los dos se quedaron en un incómodo silencio. Entonces Alex recordó que todavía tenía algo que decirle a Severus. El profesor tal vez creería que seguía algo aturdida por el desmayo, pero tenía que decírselo antes de que otra cosa pasará.

—Severus

El profesor la miro y vio que seguía algo roja, pero con una expresión sería y decidida.

— ¿Sí?

—Yo... ese día después de la visita al pueblo, quería decirte algo —por la expresión que puso el hombre, la chica adivinó que lo recordaba, pero no muy bien en términos de agrado—. Bueno, ese día quería decirte que tú me... que tú me...

— ¡Alex!

La chica había sido interrumpida otra vez, pero la diferencia es que sentía que alguien se le colgó del cuello.

— ¡Xóchitl!

La brije está en su forma humana y abrazaba a la chica con fuerza.

— ¡Al fin despertaste! ¡Qué bueno que estas bien!

—También me da gusto verte, pero sepárate tantito. Me ahorcas.

— ¡Ups! Perdón

La brije la soltó y la chica se acaricio un poco el cuello. Entonces la brije se dio cuenta de la presencia del profesor.

— ¿Se te perdió algo o que se te ofrece?

— ¡Xóchitl!

—Sabes que desde hace dos días la estoy cuidando, así que será mejor que te comportes

—Espera ¿QUÉ? ¿DOS DÍAS ESTUVE INCONSCIENTE?

—Pues no era para menos. Tremendo susto que nos diste

Alex miro a Severus y vio que su expresión era sería, bajo la mirada apenada. Severus vio su expresión y se calmó un poco.

—Por cierto, obviamente Dumbledore y McGonagall saben de esto... al igual, clásico, todo el castillo

—Está bien

—Y... saben de su pequeña estancia con Potter y compañía

— ¿Qué?

—Tranquila, no estás en problemas por eso. Pero quieren que ya no estén con ellos, por lo que las enviaran a un dormitorio privado en la Torre de Gryffindor

—Ah. Menos mal

—Bueno —el profesor se puso en pie y comenzó a caminar hacia la salida—, será mejor que vaya a alistar todo para mis clases y avisarle al director y a la subdirectora que ya despertó

—Está bien

Antes de salir, Severus miro sobre su hombro a la chica.

—Cuando te sientas mejor y Madame Pomfrey ya te deje salir, terminaremos esta conversación pendiente —le guiñó un ojo y Alex se puso roja—. Por cierto, espero que puedas ir a la fiesta de Halloween o si prefieres, pasa directamente a mi despacho — y salió de la enfermería.

Se hizo un silencio hasta que tanto Alex como Xóchitl lo rompieron.

— ¿EH?

— ¿Hizo lo que creo que hizo?

— Él me... él me... ¿ME INVITO A UNA CITA?

—Normalmente te diría lo contrario, pero como te insinuó que durante la cena, si querías, ir a verlo a así despacho, parece que te invito a cenar y eso oficialmente entra en la categoría de cita.

Alex estaba totalmente roja y sentía —de ser posible— que echaba humo por los oído a causa del bochorno.

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Madame Pomfrey la revisó y le dijo que ya estaba mejor, pero no la dejo salir hasta una media hora antes de la cena de Halloween porque quería asegurarse que comiera muy bien antes de irse. Cuando salió la chica se sintió muy bien, con mucha vida. Ella creía que era porque volvía a comer normal pero en realidad se debía a cierto caballero de negro.

—Caballero... ¡Creo que mejor Príncipe!

—Pues de Marínela, no creo. Y si hablas de Príncipe Azul o Encantador, pues tampoco

—Gracias por arruinarme la fantasía

—Sólo estoy siendo realista en ese aspecto

Alex hizo un pequeño puchero y siguió con su camino. Llegó al Gran Comedor y miro a su alrededor. Siempre le había gustado como decoraban el lugar con respecto a Halloween, y también para Navidad, para que negarlo.

Se acercó a la mesa de los leones y no dio ni tres pasos cuando sintió que un par de brazos la rodearon del cuello

— ¡Alex!

— ¡Hermione!

La castaña se separó de su amiga y la miro a los ojos.

— ¡Qué bueno que al fin despiertas! Nos tenías muy preocupados

—Lo sé. Y lo siento mucho

La única respuesta que tuvo, fue que la castaña la volvió a abrazar. Se separaron y se acercaron a la mesa para cenar junto con sus amigos. Harry y Ron también se alegraron de verla y también le dijeron lo mismo, pero el azabache le recriminó por haberse hecho Anoréxica y Bulímica y no decirles nada. Alex sólo logró decir "lo siento" y se sentó con sus amigos a cenar.

Miro a la mesa de los profesores y se topó enseguida con un par de ojos negros, que la miraban con intensidad; tanta, que Alex se puso roja y desvió la mirada. Esta vez sí ceno bien, pero no quiso comer demasiado  porque quería ir a ver a Severus a su despacho.

Cuando término, se puso de pie, haciendo que sus amigos la mirarán.

— ¿A dónde vas? —Pregunto Harry—. No irás a vomitar ¿verdad?

—No, es que quede de verme con alguien

— ¿Qué? ¿Con quién? —pregunto Hermione

—Eh... pues...

—Con Snape —contesto la loba, sin rodeos

Hermione y los chicos la miraron con asombro mientras que Alex la asesinaba con la mirada.

—Lo que pasa en realidad, es que Snape quiere hablar con ella con respecto a lo que paso en su clase. —Alex sólo lo dijo así para no preocuparlos.

— ¿Cómo es posible que después de lo que te paso piense en regañarte? —pregunto Ron

—Pues ya ven

—Mejor ve antes de que te metas en más problemas —sugirió Hermione

—Mejor ya me voy

—Te esperamos en la Sala Común —dijo Harry

Pero justamente en ese momento llego McGonagall y por su expresión los cinco supusieron que era serió.

—Eh... Buenas Noches, Profesora —saludo Alex con timidez

—Buenas noches, Srta. Macías. Ahora, necesito que me acompañe a la oficina del director

— ¿Eh? ¿Ahora?

—Si, ahora. ¿O tiene algo más importante que hacer?

La chica miro con disimulo a la mesa de los profesor y se dio cuenta que Severus ya no estaba.

—No, profesora

—Bien, vamos

McGonagall salió primero del Gran Comedor y Alex la seguía con Xóchitl detrás de ella, pero algo extraño paso: Justamente cuando Xóchitl salió del lugar e iba a la mitad del vestíbulo una red de energía rosa cayó del cielo y atrapo a la loba.

— ¡Alex!

La chica se espanto al ver a su loba atrapada.

— ¡Xóchitl! —Corrió hacia ella y comenzó a tirar de la red—. Espera, en seguida te saco

— ¿De dónde rayos salió esto?

—No sé Xóchitl, pero lo vamos a averiguar

La profesora las alcanzó y también se sorprendió con lo que vio.

— ¡Por el amor de...! ¿Qué significa esto?

La latina logró romper la red y sacó a su loba de ahí.

— ¿Estás bien? ¿No te lastimaste?

—No, pero con solo ver de qué color es esta cosa ya nos damos una idea de quien fue

— ¿Te refieres a que pudo ser...?

De pronto, se escucho que alguien más llegaba al vestíbulo. Del Gran Comedor llegó Dumbledore con los demás profesores, loba y humana buscaban con la mirada a una en particular rosada, pero no estaba entre los docentes. Se escucho abrirse la puerta de las mazmorras y de ahí salió Severus. El profesor miro a la chica y a su loba y luego a la extraña red.

— ¿Qué es lo que está pasando aquí? —preguntó Severus

—Es lo mismo que todos quisiéramos saber —dijo Dumbledore

—Pues...

Se escucho la puerta principal y por ella entraron Umbridge junto con dos hombres fornidos.

—Oh, escapo de la red

—Dolores ¿Qué significa esto? —preguntó Dumbledore

— ¿Por qué le hizo esto a Xóchitl? Ella no le ha hecho nada —reclamó Alex

—Tiene razón, no ha hecho nada... por ahora

— ¿Qué quiere decir con eso?

—Esta es una criatura desconocida que ha deambulado por los pasillos por mucho tiempo. Quién sabe si en cualquier momento pierde el control y ataca a un estudiante

— ¡Ay, por el amor de...! ¡Xóchitl no mataría ni a una mosca! Y sé que es desconocida aquí en Londres ¡Pero, obviamente es conocida en mi país!

— ¿Y tienes algún documento que muestre que es reconocida? ¿Y tienes algún permiso especial de tus padres para poder tenerla aquí?

—Pues... no.

— ¡Aja!

—Dolores, esto me parece ridículo —intervino Dumbledore—. Esta loba ha estado en este castillo desde hace dos años y no ha causado ningún problema al profesorado

Alex miro disimuladamente a Severus y se alegro de ver que él seguía neutro como siempre.

—Pero aun así no podemos arriesgarnos. Caballeros

Los dos hombres comenzaron a acercarse a las latinas.

— ¡Dolores, por favor! —exclamo McGonagall

— ¡No interfieras, Minerva! ¡Ninguno de ustedes!

— ¿Ahora qué hacernos? —preguntó la loba en un susurro a Alex

—Al parecer no tenemos de otra. Tengo que sacarte de aquí

— ¿No te refieres a que tengamos que...?

—Exacto

Alex saco disimuladamente su varita y con un movimiento rápido, hizo que saliera de ella humo morado. Ninguno de los adultos podía ver, solo se alcanzo a ver una luz blanca morada y algo salió de ella corriendo cerca de Umbridge y los funcionarios del ministerio.

—No se queden ahí parados, par de incompetentes ¡Atrápenlas!

Y los dos hombres salieron corriendo.

Dumbledore con un movimiento de varita, disipo el humo y vio que ni Alex ni Xóchitl estaban. Entonces escucharon a lo lejos un aullido de lobo. El director, McGonagall y Severus salieron corriendo del castillo.

A lo lejos, los tres pudieron ver a una especie de licántropo pero con un poco de morado corriendo hacia la entrada del colegio. Los tres empezaron a correr con todas sus fuerzas.

Durante la confusión con el humo, Alex y Xóchitl aprovecharon para sincronizarse y escapar, pero no contaron con que Umbridge las viera y saliera tras de ellas.

«Tengo que sacarte de aquí a como dé lugar»

«Pero si lo haces te meterás en serios problemas»

«¡No me interesa! Mi prioridad es protegerte ¿recuerdas? El brije protege a su humano, al igual que el humano protege a su brije»

«Alex»

«No te preocupes, pronto llegaremos a la salida»

Un rayo rojo paso rozando la cabeza de la guerrera lobo y eso hizo que apretara el paso.

«Genial, nos vienes siguiendo»

«Alex ¿ahora qué hacernos?»

«Seguir corriendo»

Las dos estuvieron a punto de llegar a la entrada, pero de pronto...

— ¡Crucio!

La guerrera sintió que un millón de cuchillos le atravesaban cada parte de su cuerpo, también como si le pegaran con metal al rojo vivo. Cayó al suelo, comenzó a estremecerse de dolor y a gritar con todas sus fuerzas a causa del dolor.

«Alex... ¿Qué pasa? ¿Qué es esto?»

«¡Es el maleficio Cruciatus!»

«¿Qué?»

«Sólo conozco a una persona capaz de hacer esto»

—Muy bien. Ya detuvimos a la bestia. Ahora, atrápenla y llévensela al ministerio —ordenó Umbridge sin dejar de apuntarles con su varita

— ¡Dolores! ¿Qué rayos haces?

La sapo se dio vuelta, sin levantar la varita, y vio que Dumbledore y los demás profesores se acercaban corriendo.

—Ah, Dumbledore. Sólo detenía a esta criatura

— ¡Dolores, detente ahora mismo! —exigió McGonagall

— ¿Y por qué? ¿Por ser un ser vivo?

— ¡Porque es una alumna! —respondió Severus

Umbridge aparto su varita y se sorprendió de ver donde antes estaba la licántropo ahora solo estaban Alex y Xóchitl.

—Vaya, es cierto... ¡Me meteré en problemas por lanzarle un maleficio a una alumna!

—No es nuestro problema —dijeron a coro McGonagall y Severus

—Dolores, ya veremos eso después. Ahora déjanos a solas con la Srta. Macías y su loba. Soy el director de esta institución y yo resolveré esta situación.

A Umbridge no le gusto eso pero tuvo que resignarse. Rechinando los dientes, se alejó de ahí, no sin antes lanzarles una mirada de odio a todos. Cuando se perdió de vista, los tres profesores se acercaron a las chicas.

—Y justamente cuando la Srta. Macías salía de la enfermería —comento McGonagall

Dumbledore las reviso y sonrió en signo de alivio.

—Sólo están algo débiles, pero están bien

— ¿Seguro? —pregunto Severus

—Y a ti ¿desde cuándo te preocupan ellas? —recriminó McGonagall

Severus la ignoró y siguió atendiendo a las chicas. Alex y Xóchitl comenzaron a reaccionar poco a poco hasta que lograron distinguir a los adultos. Se incorporaron con dificultad, pero con la ayuda de ellos.

— ¿Cómo se sienten? —preguntó Dumbledore

—Muy mal —contesto Alex

—Fue la peor sensación que he tenido en vida —dijo la loba

—Lo sabemos. Ahora, Xóchitl; cómo puedes ver ya no puedes vivir en Hogwarts

—Entonces, me quedare escondida en el dormitorio de Alex...

—Xóchitl, esto no se resolverá con que te escondas en alguna parte del castillo. Dolores encontrara la forma de encontrarte y te enviara al Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas y lo más seguro es que experimente contigo por ser... diferente —dijo Dumbledore

—Entonces... ¿Qué pasará con ella? —preguntó Alex preocupada

—La enviaremos al Cuartel de la Orden, esta misma noche

— ¿Qué? —exclamaron humana y loba a la vez—. No es justo

—No hay otra opción. Severus, por favor, hazte cargo de esto

— ¿Qué? ¿Por qué yo?

—Por favor, no repliques y sólo hazlo

—Está bien

—Mientras tanto, Minerva y yo nos encargaremos de Dolores. Srta. Macías, usted vaya a despedirse de Xóchitl

—Si, profesor

Y en seguida se hizo lo indicado por el viejo director. En la entrada de los terrenos del castillo, Xóchitl miraba al colegio por última vez y luego a Alex.

—Esto apesta

—Lo sé

Xóchitl tomó forma humana y abrazó a Alex.

—Te voy a extrañar

—Y yo a ti. Pero ve el lado positivo —se separó un poco de su brije pero sin soltarla—, podrás hacerle compañía a Sirius

—En eso tienes razón

A Severus no le agrado ese comentario pero se hizo el sordo.

—Cuídate mucho ¿si?

—Lo prometo. Y tú también Alex, por favor

—Lo haré

Las dos se dieron un último abrazo antes de que la brije desapareciera junto al oscuro profesor en la oscuridad de la noche.

«Cada vez esto está de mal en peor»

Dio media vuelta, regresando al castillo, pensando en su amiga loba.

—Adiós, Xóchitl. Cuídate mucho por favor

La chica regresó al castillo con paso lento ya que estaba deprimida ¿Qué haría a partir de ahora? Sin Xóchitl, se sentía insegura y vulnerable. En la puerta del castillo, estaban Dumbledore y McGonagall, el director se sentía mal por la chica pero ¿Qué podía hacer? El ministerio estaba interfiriendo demasiado y no podía hacer nada al respecto.

—Las cosas están empeorando, y justamente ahora tenía que perderla

—Lo sé, Albus. Pero ¿Qué podemos hacer?

—Por ahora nada, Minerva. Pero debemos prepararnos para lo peor

—Albus...

—Déjalo así por ahora Minerva... por favor

—Está bien

El director dio media vuelta

—Por favor, llévala a su nuevo dormitorio

—Lo haré

Y el director se fue dejando confundida a la maestra de Transformaciones

—Albus ¿Ahora qué estas tramando?

El director llegó a un pasillo desierto y miro por la ventana.

—Espero que mis sospechas respecto a la Srta. Macías y a esa marca en su rostro sean falsas. No puedo imaginarme que pasara cuando Voldemort se enteré y la quiera en sus filas. Hay que protegerla a como dé lugar.

Y se fue a su despacho a meditar todo.

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