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Capítulo 4.

Rose POV

¡LIBRE! ¡AL FIN LIBRE!

Grité internamente, cuando llegué a Francia, mis padres adoptivos nunca quisieron traerme, pesé que se los pedí repetidas veces, cuando era una adolescente, había oído de sus castillos, museos, la comida, pero lo que más me emocionaba era corroborar lo que me contó una excompañera del instituto de origen francés. Es cursi sí, pero no estaré sola, Simón aceptó acompañarme, claro tendremos mucho de lo a ambos nos gusta, sexo.

Llegue al hotel, me registré, en mi propia habitación no me hospedaría con Simón por nada del mundo, él sólo estaría unos pocos días más yo estaría por tempo indefinido, así aprovecharía mi tiempo si encontraba algún tipo rico e iluso que pagará por este hermoso cuerpo, no podré usar las tarjetas que Gabriel me dio, de lo contrario mi aventura acabaría muy pronto. También tengo un plan de contingencia que es Julia; si la ingenua Julia, que por cierto me ha llamado infinidades de veces y mensajes a más no poder, la he bloqueado. Acepto el plan que le plantee ahora tendrá que aguantarse hasta que yo decida regresar.

A lo lejos veo a Simón ligar con una chica lo analizo y creo que hoy pasará de mi, no me importa, yo buscaré el mío. Me acomodo en una tumbona a tomar un poco de sol, le pido al camarero un trago, cuando iba por el quinto trago y varios chapuzones, frente a mi esta uno de los hombres mas guapos que he podido conocer, es de la estatura de Gabriel, rubio, de ojos azules como el cielo, un cuerpo de infarto, sin embargo lo que llama mas mi atención es su entrepierna, tiene un paquete que me excita, me relamo los labios, él lo nota.

-¡Hola!- Saluda el rubio.

-¡Hola!- Respondo. Me tiende su mano y yo se la estrecho gustosa.

-Jean Claude Renault- Se presenta.

-Julia Mitchell- Respondo sonriente.

-Una mujer tan hermosa no debería estar sola- Me dice mirándome de pies a cabeza.

-Ya no lo estoy- Le digo devolviéndole la mirada. Bebimos unos tragos mientras tomábamos el sol. Rato después estaba tan excitada que me atreví a preguntar.

-¿En tu habitación o en la mía?- Le dije mirándole a sus ojos y el dibujó una sonrisa en su rostro.

-En la mía- Respondió Jean. Recogimos las pocas cosas que portábamos y nos dirigimos a la habitación.

En la habitación no esperé más y me quite el traje de baño haciendo él lo mismo. Me tomo del cuello y me dio un ardiente beso. Me arrinconó a una de las paredes, con su mano libre recorrió mi cuerpo, al llegar a mi parte intima, jugó con mi clítoris excitándome aún más. Me tomos de ambas piernas encajándolas en su cadera, su masculinidad es tan grande que rosa mi entrada, haciéndome jadear. Entró en mi de una sola estocada

-¡Mmm! Delicioso!- Le dije me gustaba el sexo rudo y eso quería. Estaba tan excitada que iba a venirme rápido, me concentré lo más que pude para hacerlo durar y así lo hice. El quería hacerme venir pero yo dilaté el momento, hasta que no pude más, estallé gritando su nombre, segundo después lo hizo él.

Pasamos el resto del día y la madrugada poseyéndonos mutuamente, hasta que llego el momento de irme, él medio su tarjeta por si algún momento quería repetir lo de esta noche, de hecho quería hacerlo, no obstante sería bajo mis condiciones.

Me dirijo a mi habitación para descansar le dejo un mensaje a Simón en su celular para encontrarnos después de medio día, sin derecho a replica y con la advertencia de no molestarme mientras duermo.

A las dos de la tarde me dirijo al restaurante para comer algo, me muero del hambre, mientras comía recibí un mensaje de Simón para quedar por la noche e ir a un centro de diversión nocturna, lo que me pareció genial. Él por su parte seguía con su conquista de ayer, eso me daría tiempo de dormir más para estar más fresca y disfrutar toda la noche y aprovecharía la oportunidad de conocer más de Europa.

Por la noche Simón y yo decidimos ir a la disco más famosa de Paris, al llegar está a reventar y todavía hay personas haciendo fila para poder ingresar, pasamos de la gente, Simón le da un billete de cien dólares al gigante de la entrada para que nos deje pasar, con el incentivo nos deja pasar, llegamos a la barra y pedimos tragos para ambos. Inspecciono el lugar, me doy cuenta que hay un segundo piso con balcones con vistas a la pista de baile.

-¿Qué te parece si pagamos por un reservado?- Le pregunto a Simón, no quiero estar rodeada de tanta gente.

-Me parece muy buena idea, iré a preguntar- Simón se fue a hablar con el barman le hiso señales en dirección a una puerta y luego se dirigió al lugar, media hora más tardes estábamos bebiendo y manoseándonos, pero yo ya no podía más.

-Ábrete la bragueta- Le pedí a Simón y así lo hizo. Lo estimulé con mi mano la cual subía y bajaba por su masculinidad excitándolo, cuando lo tuve listo me senté a horcajadas sobre el, con cada rodilla al lado de su cadera, me hice a un lado las bragas, con la otra manos sostuve su miembro y poco a poco se fue introduciendo en mi. Simón no es como Gabriel de grande, pero le gustaba el sexo rudo tanto como a mi. Me moví lentamente al inicio, luego fui incrementando los movimientos, hasta que Simón me tomo me acostó sobre el sillón, subió mis piernas a sus hombros para incrementar las penetraciones, el sonido alto de la música acallaba nuestros gemidos, hasta que llegamos al clímax. El Resto de la noche la pasamos bailando y bebiendo, hasta que nos sacaron del lugar, a nuestro regreso en el taxi que nos llevaba noté que un auto nos seguía, sin embargo cuando entramos casi callándonos en el lobby del hotel me tranquilicé cuando íbamos en el elevador a ir a nuestras habitaciones, estaba tan ebria que mi libido se fue a dormir por lo que decidí hacer los mismo, Simón s retiró a su habitación y yo a la mía.

Así nos la pasamos por dos semanas hasta que Gabriel llamó a Simón por asuntos de negocios y tuvo que marcharse, no podía negarlo lo había pasado super con el mejor amigo de mi esposo. Luego descubrí que era hora de buscar otro destino.

Esa misma noche le pedí a mi Concierge que me reservara un vuelo para medio día del día siguiente a España y de paso me reservara en el mejor hotel de Madrid, ahí empezaría mi siguiente aventura.

Julia POV

Han pasado dos meses desde que todo empezó, se me a hecho una tarea muy difícil mantener a Gabriel alejado de mi, no hay manera de hacerlo retroceder, he montado discusiones para tener el pretexto de dormir en la habitación de invitados, sin embargo al despertar por la mañana me encuentro enredado a mi cuerpo y lo peor de todo es que empiezo a tener sentimientos hacia él. Gabriel es cariñoso, amable y detallista, me ha dejado infinidades de veces flores en mi habitación pidiéndome perder por las estúpidas discusiones que he inventado, cada vez me siento la peor mujer del mundo y Maia no ayuda, esa niña desde el momento uno se gano mi corazón.

Me ha hecho preguntas que muchas veces me han dejado sin habla, como por ejemplo, ¿Por qué no duermo con su padre? ¿Por qué no le damos una hermanita o hermanito? Para todas he tenido que inventarme escusas muy buenas, salvo la de dormir separados, esa no se la ha tragado.

-¡Julia!- La voz de Paul me saca de mis pensamientos.

-¿Qué quieres Paul?- Ya me esta cansando.

-Julia, ¿Por qué no me das una oportunidad?- Dale de nuevo con eso.

-Ya te lo he dicho muchas veces, no somos compatibles y además yo ya tengo un novio- Tomo mis cosas para irme pero el antes me sujeta por la muñeca sin dejarme ir.

-Sabes, Julia. No te creo. Nadie se ha fijado en ti.- Es un estúpido.

-¿Sabes? Es por esto por lo que nunca he aceptado tus proposiciones, eres un idiota. Crees que por ser el Middle Linebacker del equipo de Football tengo que caer rendida a tus pies. Pero aunque no lo creas tengo a alguien- Me suelto de su agarre y camino a la salida. Grande es mi sorpresa cuando me encuentro a Gabriel en el pasillo.

-Ga... Gabriel, ¿Qué haces aquí?- Le pregunto sorprendida y mirando de mi alrededor todo mundo tiene cara de sorpresa cuando Gabriel me toma por la cintura.

-Acaso no puedo venir a recoger a mi esposa- Para luego besarme apasionadamente. Veo como Paul convierte sus manos en puños por la ira. Esto en cierto modo juega a mi favor, tal vez así deje de insistir que tengamos una relación.

-¿Y Maia?- Pregunto por la niña para distraerlo después de este beso tan candente.

-Grace y Rachel se la han llevado por el fin de semana. Para que tu y yo tengamos un fin de semana de pareja- Me lo dice mientras vamos de camino del auto, esto me preocupa. Al estar solos no sé si podre detenernos de tener intimidad estos dos meses, mis sentimientos por Gabriel han crecido y eso me aterra. Subimos al auto bajo la mirada de odio de Paul, quien nos siguió hasta la salida.

-¿ Hacia donde vamos?- Pregunto algo curiosa.

-Iremos a caminar por el paseo marítimo del Rio Fraser, de ahí iremos a cenar y luego iremos a casa a hablar para resolver este distanciamiento, Ya me cansé de nuestras discusiones sin sentido. Quiero que resolvamos lo que nos esta molestando- Dicen mientras me quita el cinturón de seguridad y me sienta en su regazo.

-Gabriel, es que yo...- No me deja terminar.

-Shhh. Calla sólo resolvamos esto, mi Reyna- Mi cuerpo tiembla sobre él. Son tantas sensaciones las que siento que me aterran y lo peor de todo es que no se como enfrentarlas.

Caminamos por una hora y luego fuimos a un restaurante, donde comimos mariscos y bebimos mucho vino. Estaba tan achispada que mes desinhibí, Gabriel me había vuelto a sentar en su regazo y nos estábamos besando como si no hubiese un mañana, metió una de sus manos dentro de mi blusa, para luego colarla por debajo de mi sostén, ¡DIOS! Es tan excitante. Pero a pesar de la embriaguez mi parte racional hacía acto de presencia. Trate de sacar la manos de Gabriel pero este no me dejó.

-No me niegues tu cuerpo, Rose- Me ordenó.

-Gabriel, es... es- Me acallo con otro beso y otro y otro.

No sé en que momento llegamos y estábamos echándonos mano en la sala de la casa.

En este momento estaba tan excitada que no quería que se detuviera, sin embargo lo hizo.

-Hoy quiero celebrar, el tener devuelta a mi gruñona esposa- Lo dijo con una sonrisa en sus labios. Me insto a sentarme en el sillón; mientras me quietaba la ropa y quedaba en bragas y sostén él fue a la cocina por una botella de vino y dos copas. A su regreso se sorprendió al verme con poca roma.

-Esto se pone cada vez mejor- Dijo con lujuria.

Mientras nos tomábamos la botella de vino nos besábamos y nos dábamos mutuamente de beber. Le ayude a Gabriel a quitarse parte del traje que vestía el día de hoy, quedando solamente en pantalones y calcetines.

-Llévame a nuestra habitación- Le rogué, no quería que de pronto alguien del servicio entrara y nos viera en la situación que estábamos.

Gabriel me tomó entre sus brazos y nos fuimos a la habitación.

-Rose, no sé que ha pasado entre nosotros, pero quiero que lo solucionemos. No quiero que vuelvas a dormir en la habitación de invitados. Quiero hacerte el amor todos los días- Me dijo con lágrimas en los ojos.

-Yo, ya no quiero dormir sola, Gabriel- No sé como salieron esas palabras de mi boca, me iba a condenar en el infierno por tener sexo con el esposo de mi hermana, pero ya lo deseaba demasiado, me ayudaba un poco el saber que Rose no se molestaría si nosotros hacemos eso. El tema es no quedar embarazada en el camino.

Gabriel se termino de desvestir hasta que dar desnudo por completo, Era impresionante ver aquel cuerpo de casi dos metros de altura, con una polla tan grande. Nunca había imaginado estar con un hombre así y hoy será mi primera vez.

-Te haré el amor Rose- Me acostó en la gran cama, nos besábamos con calma, juro que me haré adicta a sus besos.

Gabriel recorría mi cuerpo con sus grandes manos, tomó mis senos y los masajeo, bajo por mi cuello dejando besos, hasta llegar donde estaban jugando sus manos con mis pechos, sustituyo una mano por su boca en mi pecho derecho, me mordió el pezón y luego lo lamió, mientras su mano izquierda jugaba con mi pecho izquierdo, su mano derecha serpenteo por mi cuerpo hasta llegar a mi sexo. Sus dedos recorrían mi entrada que estaba muy húmeda, sus dedos empezaron a jugar con mi clítoris. Mis gemidos se hacían cada vez más fuerte.

-Por favor, Gabriel , no pares- Le rogué, nunca había imaginado en estar así con un hombre.

El ataque a mis senos seso, Gabriel fue bajando por mi cuerpo dejando besos por toso mi torso hasta llegar a mi sexo. Yo no perdía detalle de cada uno de sus movimientos, lo miré sacar su lengua y pasarla por todo mi sexo mientras el miraba mi reacción de ahí ya no supe nada más ya que me encontraba en una nube de placer indescriptible. No sé si siempre es así o es que es así por los sentimientos que estoy desarrollando por Gabriel, sólo espero que Rose, se recupere pronto y yo pueda volver a mi vida aunque ya no será igual.

Al bajar de la nube en que estaba me doy cuenta que Gabriel me esta mirando con una sonrisa de triunfo.

-Tenía tiempo de no verte así, te extrañe amor- Me beso con devoción, me sentía mal por esto porque realmente no soy su esposa. Vi en sus ojos el amor que sentía por mi hermana y fue ahí cuando me di cuenta que ya tenía sentimientos por él, Amaba a Maia y eso fue desde el principio no es difícil amar a esa niña.

La presión en mi sexo me saco de mis pensamientos, Gabriel me estaba penetrando despacio, en un momento se detuvo, hizo un gesto que no pude descifrar, me dolía, sin embargo lo demostré.

-¿Pasa algo?- Le pregunté al ver su rostro.

- Es que siento algo extraño, pero creo que son imaginaciones mías- Me dijo me beso con pasión y entro en mí de una sola estocada, el dolor era indescriptible ahogué un grito con el beso que nos estábamos dando, las lágrimas no tardaron en salir. El dolor paso y fue sustituido por el placer, mi esposo no dejaba de moverse, de pronto mi cuerpo en automático se sincronizó con el de él. El placer me embargo y me escuche suplicarle a Gabriel que no parara.

-No pares. ¡DIOS! ¡Más!- Gabriel acató mis suplicas y comenzó a embestirme más fuerte, nuestros gemidos inundaron la habitación,

-¿Así mi Reyna?- Preguntó Gabriel con las fuertes embestidas que me brindaba.

-¡Si! ¡Así!- Algo creció en mi vientre. Hasta que exploté, sentía que me partía en mil pedazos.

-¡Rose!- Grito Gabriel al llegar a su liberación.

Pasamos haciendo el amor toda la noche, hasta quedarnos dormidos. Un rayo de luz se coló por una abertura de la cortina de nuestra habitación lo que me obligo a despertar, miré a Gabriel que estaba enrollado en mi cuerpo como una enredadera.

Al moverme y tratar de liberarme de su agarre todo mi cuerpo dolía después de las dos primeras rondas de sexo, Gabriel ya no fue tan delicado que digamos y lo pero de todo es que lo disfruté. Y ahora que la adrenalina por el sexo había bajado todo me dolía sobre todo mi sexo. Baje de la cama con cuidado para ir al baño, la realidad me golpeo, no usamos protección y yo no debo por ningún motivo embarazarme, eso jamás podría suceder. Me bañé rápidamente, me puse bragas, unos leggins, un top de deporte y unas zapatillas; salí sin hacer ruido. Dirigiéndome al garaje me encontré con Jackson el chofer, guardaespaldas y jefe de seguridad de Gabriel.

-Buenos días, Jackson- Saludé al hombre.

-Buen día, señora Emerson- contestó él. Fui donde estaban las llave del auto de Gabriel y las tomé sin decir nada.

-¿Va algún lado? Según me dijo el señor ustedes no irían a ningún lado hoy-

Explico el hombre.

-Si así es. Sin embargo necesito ir a la farmacia- Dije deseando que el no hiciera más preguntas.

-Yo la llevo- Me abre la puerta del auto, para que suba y sin derecho a replica. Así lo hago. Deben ser ordenes de Gabriel.

En la farmacia pido la píldora del día después sin omitir que pido varias para no estar viniendo y que mi esposo sospeche. El lunes sin falta tendré que buscar un médico para que me recete el anticonceptivo más eficaz que pueda recetarme. De regreso a la casa encuentro a Gabriel hecho una furia.

-¿Dónde fuiste?-

-Yo...- 

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