Capítulo 19
Julia POV
Me despierto adolorida, instintivamente mis manos viajan a mi vientre, el cual está plano, algo no esta bien, por lo que levanto la sabana y miro la herida a un lado de mi vientre. Las lágrimas afloran en el acto, se ha llevado a mis niños.
-Ellos están bien- Dice una mujer que puedo suponer es una enfermera.
- ¿Dón...dónde están? - Pregunto con la voz baja.
-Los tienen en la sección de recién nacidos y en una incubadora. Nacieron con falta de peso y sus pulmones no han madurado. Estarán ahí mientras maduran. Pronto le traerán algo de comer, luego le traerán los niños para que los alimente- Lo último me llena de alegría.
-Bien- Le respondí con una sonrisa no iba a decir nada que molestara al italiano, sin embargo, tengo que hablar con él y hacerlo entender que no soy mi hermana.
Me traen a los niños y así lo hacen son tan pequeños. Mi niña es tan linda y pequeña que temo hacerle daño, mi niño es más grande pero igualmente frágil. Me entregan una almohada especial que me rodea casi todo el cuerpo, en la cual acomodo a mi niña, me descubro los pechos y meto uno de mis pezones en la pequeña boca de mi niña, lo mismo hago con mi hijo. Lloro de alegría al tenerlos conmigo
- ¿Cómo les llamará? – Pregunta una de las enfermeras.
-Bueno no es que haya tenido tiempo en pensar en sus nombres. Pero mi niño se llamará Owen y creo que mi niña se llamará Ciara – Había leído algo sobre el significado de algunos nombres. Es el caso de mi hijo es evidente que llevaría al menos uno de los nombres de su padre y mi niña había buscado nombres en gaélico que tuvieran un significado es por ello por lo que escogí ese nombre para ella.
-Son muy bonitos nombres. Creí que les pondría nombres italianos, por su esposo – Ella me mira con curiosidad, no obstante, no la saciaré.
Mis niños terminan de alimentarse, les saco los gases con cuidado, les reviso los pañales, Ciara esta bien más el de Owen esta sucio, arrugo el rostro porque el contenido del pañal es negro. Hago intento de querer cambiarlo, pero la enfermera no me deja.
-Yo lo cambiaré. Ahora descanse señora Di Santis- Como quisiera decirle que no soy la esposa de ese hombre y que estamos aquí por su culpa.
Se llevan a mis niños y siento un vacío, las lágrimas no tardan en salir y me acuesto para que no me vean.
-No llores – Me dice el italiano.
-Lo siento, sé que es mi culpa. Yo te lance a esto-
- ¿Nos dejarás ir? Ellos no son tus hijos – Le reafirmo la verdad.
-No lo creo hay hombres buscándote en Paris. No sé cuáles son sus intenciones. Hasta no saberlo ustedes se quedarán conmigo. Creo que tu viaje de dos años creó lazos muy estrechos con muchas personas – Lloro de vergüenza, nunca debí aceptar la palabra de Rose, siempre ha sido una mentirosa.
-Yo no soy mi hermana. ¡Maldita sea la hora que acepte y creí en su palabra-
-No llores. Según he oído no es bueno para los niños. ¡Ah! Tienes que comer. Llevas mucho tiempo que no lo haces y estas amantando a dos niños. Mandaré a que te traigan algo- Quiero odiarlo, pero no puedo, en ningún momento nos ha hecho daño.
El asunto es que hará cuando se dé cuenta que no soy quien él cree que soy y que los niños no son de él, ese es mi mayor miedo. Su teléfono anuncia un mensaje, procede a leer el mensaje.
-Envíamela cuanto antes- Ordena en mensaje de audio y minutos después su móvil vuelve a sonar, lee algo en su móvil, algo que cambia la expresión de su rostro. Dolor, decepción y creo que hasta odio.
- ¿Qué ha sucedido? – Pregunto nerviosa.
-Siempre has dicho la verdad. Nunca has mentido – Me dice sin mirarme perdido en sus pensamientos.
-Nunca me ha gustado mentir, salvo cuando mi hermana me pidió que cambiáramos de identidad, lo cual logro que accediera a base de mentiras –
- ¿Por qué accediste a esa locura? ¿No mediste las consecuencias de sus actos? – Bajo la cabeza avergonzada.
-Creí en sus mentiras, eso hacemos cuando queremos a alguien. Pero debí imaginarlo. Todo lo que ha obtenido Rose ha sido a base de mentiras, lo que se le da muy bien –
-Hay personas que te están buscando, no sabemos con que finalidad. Tu hermana te ha arrastrado a su porquería y eso me incluye a mi – Dice con amargura.
-Geronimo, ¿Nos dejarás ir, ahora que sabes la verdad? –
-No, ni, aunque a los niños le den el alta. Sólo Alexi sabe la verdad de ustedes dos. Pero los demás no y no sabemos con que fines te quieren, esos hombres, ellos son igual de peligrosos que yo. La diferencia es que yo sé la verdad – Me dice preocupado.
-Mi tío debe de estarme buscando, él había contratado dos amigos franceses que me cuidaban – Le informo.
-Él cree que Rose al verse amenazada y perder a su fuente de ingresos tratará de hacernos daño –
- ¿Por qué haría eso? –
-Porque a pesar de ser como es mi hermana ella jamás dejaría la estabilidad que le da estar casada. Puede escaparse unos días y engañar a su esposo. Pero jamás le dejaría. –
-Eso no explica porque les haría daño a los niños y a ti? – Pregunta curioso
-Mi hermana no podrá tener hijos jamás. Cosa que Gabriel siempre ha anhelado. Pero cuando intercambiamos identidad... sucedió – Me tapo la cara, pero él me quita las manos.
-Te enamoraste del tal Gabriel y quedaste embarazada –
-Si. Si Gabriel se entera, podrían suceder varias cosas y una de ellas es quitarme a mis hijos y mandarnos a la cárcel a ambas por lo que hicimos -
-Creemos que tu tío te sigue buscando y respecto a el tal Gabriel, parece que descubrió todo y también hace lo suyo por encontrarte – Me estremezco.
Dejamos de hablar por el ingreso del doctor acompañado de dos personas más y luego lo hace mi desayuno, mientras como soy revisada por el médico, en especial la cicatriz.
-La herida esta sanando muy bien, te haremos algunos análisis y si todo sale bien podrás salir mañana – Me informan los doctores.
- ¿Y los niños? – Pregunta Geronimo.
-Ellos tendrán que quedarse al menos por un mes, si ellos recuperan peso y no requieren de ayuda para respirar, obtendrán el alta de lo contrario se quedarán el tiempo necesario – Informa el otro médico.
*****
Como lo habían informado los médicos a mis bebes le dan el alta cuarenta y cinco días después, como era de esperar Gerónimo me lleva junto con mis mellizos de regreso a su mansión.
- ¿Por qué nos traes aquí de nuevo? – Lo increpo.
-Porque tengo información de buena fuente que tu querida hermana, ha contratado a alguien para que los borre del mapa a los tres; al parecer el tal Gabriel ya se entero de todo. Le ha pedido el divorcio a Rose, el cual se ha vuelto una batalla ruda par él y sus abogados –
-Habla con Gabriel, dile que estamos bien o dile a mi tío donde estoy, por favor– Le ruego con lágrimas en los ojos.
Él posa sus manos en mis mejillas para luego limpiar mis lágrimas. Me mira a los ojos, posa un beso en mi frente, no dice nada, no promete nada. Miro a sus ojos y sólo veo en ellos dolor, para luego fijar su vista en los cuneros de mis hijos.
-Tengo que viajar. Los dejaré bien protegidos, la seguridad estará en manos de Pietro; mi mano derecha. Cualquier casa que necesites se la pide a él. No sales con los niños y si por alguna razón de vida o muerte, saldrás bien acompañada –
- ¿Nos dejarás ir algún día? – Le pregunto con la voz cortada. Me besa la frente nuevamente.
-Se obediente Julia por el bien de los niños y el tuyo propio – Con esas últimas palabras se marcha sin mirar atrás.
-Las cosas no son como lo imaginas, Julia. El se enamoró de tu hermana y ella nunca sintió nada por él. Tu tendrás algún día lo que él tanto anhela. Geronimo pensó que Rose era la mujer que le daría los hijos que desea ya tú se lo dijiste, ella nunca los tendrá-
-Yo le agradezco después de todo lo que ha hecho por nosotros. Sin embargo, mis hijos tienen que crecer cerca de su padre –
-Se paciente; de todos modos, los niños no están en condiciones de viajar, el tiene que prepararse para dejarlos ir. Ve con tus niños, aprovecha y descansa ahora que duermen –
Yo como una idiota le obedezco, sólo espero que Gabriel me perdone y nos acepte a los tres.
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