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CAPÍTULO 9

ANNA

No daba crédito a lo que estaba escuchando. El chico molesto, el borracho, del cual me había burlado en dos ocasiones y al que le había propinado una patada en la entrepierna era en verdad el príncipe Nathan Schreave de Illéa.

-¿Ahora si me crees verdad? –me mira divertido.

Mi cara debió haber sido un poema, de pronto comenzó a darme un calor insoportable y las piernas me temblaban mientras él no apartaba la mirada ni por un segundo.

-¿Estás bien? –pregunta al ver que no muevo ni un músculo.

-Este yo…. –me aclaro la garganta en un intento para encontrar las palabras correctas –su alteza…

-¡Silencio! –dice mientras posa un dedo sobre mis labios –No te preocupes, diré que lo que pasó solo fue un mal entendido, y a cambio solo te pido que no le cuentes a nadie lo sucedido aquella noche ¿estás de acuerdo?

En un momento como ese estaría de acuerdo con cualquier cosa. ¡Qué osadía de mi parte tratarlo como lo hice! Mientras él me miraba divertido, yo estaba pasando la mayor vergüenza de la historia.

-Sí, estoy de acuerdo pero…. ¿de verdad no me va a delatar?

-Te doy mi palabra doña enojos –dice.

Aquel apodo consiguió sacarme una sonrisa, cosa que le agradecí porque la verdad me estaba muriendo del miedo.

-Ahora vamos a salir –me advierte –cuando pregunten, diré que yo quise tener la primera cita contigo y por eso te traje a este cuarto para tener más intimidad.

Debí de haberme puesto roja como un tomate porque el vapor que emanaba de mi rostro era indescriptible.

-¡Qué vergüenza!

-Tú solo sígueme la corriente y actúa con naturalidad –dice y se separa de mi cuerpo.

Tan pronto como lo hizo la tensión regresó, las manos y las piernas comenzaron a temblarme, tanto que di un traspié y casi caigo al suelo.

-De todas maneras quieres rodar por el suelo, ¿verdad? –dice agarrándome el brazo para evitar mi caída –Tranquila, todo irá bien –me calma mientras comienza a abrir la puerta.

En cuanto ya estábamos expuestos ante el público, una horda de luces que más tarde identifiqué como los flashes de las cámaras casi me dejan ciega. Los periodistas y presentadores de televisión estaban como animales salvajes sobre nosotros dispuestos a avasallarnos con preguntas.

-¡Tranquilos todos!

Una voz que pude identificar como la de Gavril, bisnieto del fallecido Gavril uno de los presentadores más exitosos de Illéa y que además había presentado el Capital Report de la Selección del príncipe Maxon intentaba tranquilizar a sus colegas.

-¡Su alteza! –exclama –Toda Illéa está conmocionada debido a su primer encuentro con la señorita Elizabeth de Carolina, nos puede explicar….. ¿Qué sucedió?

El príncipe Nathan se aclaró la garganta y luego se atusó la corbata y el saco, miró con determinación a Gavril y añadió:

-La señorita y yo solo estábamos siguiendo el protocolo, estábamos teniendo nuestra primera cita.

Gavril no quedó muy convencido con la respuesta que Nathan le había dado y regresó al ataque.

-Pero príncipe, disculpa que tenga de discrepar con usted pero, no indica el protocolo que primero usted se debe presentar ante todas y luego tener una cita con la primera elegida ante nuestras cámaras.

El príncipe se veía agobiado, los colores comenzaban a asomarse por su rostro mientras pensaba que decir.

-No soy de seguir las reglas al pie de la letra como usted mismo ha dicho en alguno de sus programas, y esta es una de esas veces –le espeta y comienza a caminar aún tomado de mi mano dejando a todos consternados y bastante sorprendidos.

Cuando nos alejamos lo suficiente soltó mi mano, y de muy mala gana me ordenó que regresara con las demás participantes. Como pude, bajé las escaleras mientras todas me miraban con cara de odio, cuando al fin logré llegar a la planta baja localicé a Lara y a Angie. Lara, cariñosa como siempre, me animó a que le contara lo sucedido, pero Angie en cambio ni siquiera me miró.

-¿Te peleaste con el príncipe? –pregunta con cara de preocupación –¡No me digas que te echaron!

  -No y no –respondo sus preguntas como pude y sé que mi contestación no fue suficiente.

-¿Entonces?

-Solo fue un mal entendido, todo está bien –digo poniéndole punto final al asunto.

-Sophia estás bien –le pregunto.

-Después hablamos –me corta y se va a de nuestro lado.

-Tu hermana es muy enojona –afirma Lara muy risueña.

-A veces tiene mal carácter –le confirmo y asiente.

Las tensiones estaban a mil por hora, todas miraban hacia mi dirección y cuchicheaban, de seguro se preguntaban que había sido aquel numerito de hacía unos minutos atrás. Entonces llegó mi asistente Jennifer y nos indicó que tomáramos posiciones ya que la ceremonia iba a comenzar. A todas prisas nos colocaron a dos filas dejando libre un espacio por el cual debía transitar el príncipe y los camarógrafos. Las notas del Himno Nacional de Illéa comenzaron a sonar y todos erguidos y con gran emoción cantamos a una voz aquella hermosa melodía.

-¡Atención! –grita un militar desde lo alto de la escalera con su traje de gala blanco y la bandera de Illéa en una mano –¡Sus majestades la reina Elisa y el rey Robert!

En el preciso momento que aparecieron en lo alto de la escalera todas nos inclinamos y les hicimos una reverencia como era la costumbre. La reina se veía más joven de lo que imaginaba, y su atuendo la hacía lucir más elegante aún. Su cabello castaño claro recogido en un peinado muy hermoso contrastaba con sus ojos verdes, el blanco del vestido que llegaba hasta sus pies y tocaba el suelo solo reafirmaban su porte y su realeza. ¡Que bella! En cambio el rey, mantenía una actitud sería, su altura y sus ojos verdes como los de la reina no suavizaban su carácter, sino que intimidaba con solo mirarte de lejos, aunque de traje y corbata estaba muy guapo le haría muy bien sonreír de vez en cuando.

Mientras los orgullosos monarcas nos saludaban desde las alturas con su mano, el militar de la esquina se preparaba para anunciar la llegada del príncipe en discordia.

-¡Su alteza real el príncipe Nathan!

Todas repetimos la acción y le hicimos la reverencia correspondiente, mi corazón estaba desbocado y el nervio había regresado a mi cuerpo una vez más.

-¡Relájate! –murmura Lara y me da ánimo.

Todas estaban igual o peor que yo, algunas tenían la cabeza gacha y otras se atusaban el vestido. Después de todo, aquella escena me dio un poco de gracia y sonreí mientras las veía dispuestas a todo por llamar la atención del príncipe.

-Buenos días señoritas –saludó

Se escucharos algunas risitas nerviosas y unos gritos ahogados en el silencio de la habitación y eso me hizo volver a sonreír.

-Como todas saben debo conocerlas, así es que me he tomado la libertad de anunciarles que pretendo hacerlo en la sala de mujeres, si es no mucha molestia para ustedes.

Diciendo esto se retiró al mismo tiempo que sus padres y el salón quedó sumido en un murmullo infernal.

Jueves 2 de julio

¿Les gustó el capítulo?

¿Qué piensan del príncipe Nathan y de Anna?

¿Cómo reaccionará Angie?

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