ANNA

Cuando llegué a casa estaba tan nerviosa que ni siquiera podía meter la llave en la cerradura y cuando por fin lo conseguí mi madre me esperaba sentada frente al televisor llorando desconsolada. Cuando la vi así corrí a ayudarla y a saber de una vez por todas quién se había atrevido a inventar algo de mí, pero ella creo un muro entre nosotras y no permitió que me acercara.

-¿Dime que es lo que pasa madre? –pregunto extremadamente preocupada.

-¡Como te atreviste a llenar ese maldito formulario de la Selección si sabías que no eras apta! -Me suelta y mis ojos casi salen de mis orbitas de la impresión que me causó.

-¡¿Qué?!

-¡No te atrevas a mentirme!, saliste elegida, y por si fuera poco tu cara esta en todos los periódicos con un nombre que no es el tuyo –respira hondo y continua -¿cómo vas a explicarme eso eh?

-¡No puede ser! –digo en un susurro.

Sabía que Angie estaba obsesionada, pero atreverse a algo tan bajo, y sin mi consentimiento estaba fuera de toda cordura. Le dije mil veces que olvidara el asunto, que no había nada que hacer y aun así rellenó los formularios.

-¿Qué vamos a hacer ahora Anna? –Grita mi madre levantándose a toda prisa del muido sofá –¡lo que hiciste es traición a la patria!

-Madre lo siento, pero yo no tuve nada que ver con eso –le explico pero solo conseguí enfurecerla más de lo que ya estaba, al punto que me abofeteó el rostro sin previo aviso para luego romper en llanto desconsoladamente.

-¡Es tu fin! ¡Es el fin de toda la familia! –grita a todo pulmón al mismo tiempo que se desploma en el piso.

-Angie planeó todo esto sin mi consentimiento, le dije que dejara el tema por la paz, pero al parecer no me hizo caso, lo que nunca pensé, es que se atreviera a tanto –le explico –juro por la memoria de mi abuela que no miento.

-Entonces, si lo que dices es cierto vamos inmediatamente a denunciarla –dice levantándose del piso y secando las lágrimas de sus ojos.

-¿Cómo crees que le haría algo así a Angie? , y en el caso de que lo hiciera, ¿quién me asegura que ella no dirá que estaba involucrada?

-Sería su palabra contra la suya –agrega –¡por Dios Anna, eres abogada!

-Y porque lo soy te digo que si ella actúa de esa manera se abriría un juicio interminable en el que probablemente me encuentren culpable, ya sea por omisión del delito o por cómplice –le explico y se desploma en el sofá con las manos juntas como si fuera a rezar.

-Entonces voy a su casa para que retire esa estúpida solicitud que hizo sin tu autorización –dice al tiempo que se levanta y se echa el bolso al hombro para salir.

-Mamá, esto no es una maratón –le impido el paso parándome justo entre ella y la puerta –hoy día cualquiera puede hackear tu cuenta y eso no fue precisamente lo que Angie hizo.

-Anastasia Andrea Johnson Amell, no voy a permitir que te pase nada malo, aunque para eso deba pagar todas las culpas –me suelta y comienzo a preocuparme.

¿Por qué mi madre será tan terca? Le fascina actuar por impulso, y lo único que conseguirá será meternos en problemas a todos.

-¡Madre tú te quedas! –le advierto -¡Yo iré!, ¿no soy la abogada aquí?

-Pero hija….

-¡Por favor! –le suplico –confía en mí solo por una vez, ya no soy una niña, además, Angie solo actuó por impulso como estabas a punto de hacerlo tú, estoy segura de que a estas horas debe de estarse arrepintiendo.

-¡Está bien! –al fin se calma –te pediré un taxi.

Diez minutos después de que la señora Amell colgara el teléfono el claxon del taxi sonaba fuera de la puerta de mi casa y tras darme la bendición logré subir en él. Todo el camino me la pasé preparando el discurso perfecto, previendo cada reacción de la que había sido mi mejor amiga por tanto tiempo para no ser grosera con ella.

En pocos minutos ya estaba frente a su puerta, confieso que respiré hondo unas cinco veces y luego bajé, no sin antes pedirle al conductor que me esperara, ya que lo que venía a hacer no tardaría más de media hora.

Al acercarme a la puerta pude escuchar unos gritos ahogados en el interior de la casa, supuse que se estaba llevando su merecido, pero al ver su estado tras abrirme la puerta no parecía que estuviera triste y menos avergonzada, más bien estaba de lo más contenta y brindando con champán.

-Anna, ¿vienes a celebrar con nosotros? –pregunta casi gritando al tiempo que giraba la cabeza para cerciorarse que su madre no nos escuchara.

-¿Tú eres tonta?, de que celebración me hablas…. –comienzo  a desahogarme, pero me empuja haciendo que retroceda dos pasos hacia atrás para luego cerrar la puerta.

-¡Cálmate Anna!, déjame explicarte –dice mientras le daba el último sorbo al champán de la copa que sostenía en su mano derecha.

-¡Qué!...., que es lo que me explicarás –hablo casi gritando –me dirás que no fue intencional, ¿enviaste ese correo por accidente entonces?

Estaba muy alterada, acababa de graduarme y en unos meses obtendría mi cédula profesional, un escándalo de esta magnitud no solo podría costarme la vida y la reputación de mi familia, sino que también tiraría a la basura años de estudios y de sacrificio de mis padres.

-Angie, escúchame bien lo que te voy a decir porque no lo repetiré –cierro los ojos y respiro hondo organizando las ideas en mi cabeza –mañana irás a la Oficina de Servicios de la provincia y retirarás esa solicitud o le cuento todo a tu madre.

Sus ojos casi salieron de sus orbitas, y de pronto comenzaron a asomarse unas lágrimas que amenazaban con correr como el río. Por un momento, sentí que estaba siendo demasiado dura con ella y volvieron a mi mente los recuerdos felices que tuvimos juntas y lo mucho que me ayudó a superar la muerte de mi abuela, se merecía al menos el beneficio de la duda.

-No puedo hacer eso Anna –me suelta.

-¿¡Qué!? ¿Por qué no?

-En primer lugar rellené un formulario online, no fui a la Oficina de Servicios de la provincia y en segundo lugar las actas de nacimiento las envié por correo postal y ya fueron verificadas y aprobadas.

-¡Angie que has hecho!, tarde o temprano verán que tus primas están muertas y cuando chequen las fotos en la base central de estado nos atraparán y Dios sabe que nos harán –trato de explicarle, pero ella parece estar de lo más calmada.

-Nada de lo que dices pasará, porque aún no habían sacado sus carnets de mayor de edad, y la foto que tenían en el de menor era de cuando cumplieron 10 años –me explica y fue un alivio dentro me mi preocupación –y acerca del accidente, bueno, nunca sacamos el certificado de defunción dado a que los cuerpos se perdieron en el mar y además porque el vuelo en el que iban era de una aerolínea privada.

-¿Tú te estás escuchando? –le reclamo y baja la cabeza –esto lo tenías planeado desde hace más tiempo, ¿verdad?

Se mantuvo unos segundos con la cabeza gacha, sin responder a mis preguntas, solo suspirando y sorbiéndose la nariz hasta que en un abrir y cerrar de ojos se encontraba mirándome fijamente a los ojos.

-Anna te juro que no quería tu mal, pero esto es lo he planeado para mi vida desde que era niña y no voy a desistir solo porque no me quieras ayudar –me suelta.

No era la Angie que yo conocí, su obsesión la había llevado demasiado lejos y lo peor era que había conseguido arrástrame con ella al pozo del abismo.

-Voy a entrar a la maldita Selección solo para no hacer a mi familia pasar por la vergüenza de verme en la cárcel, pero te juro que haré todo lo que esté en mis manos por ser expulsada en la primera semana si es posible –y esas fueron mis últimas antes de retirarme y dejarla sola en el jardín.

Que desilusión, nunca pensé que llegaría el día en que dejaríamos de ser amigas y menos por un motivo tan sórdido y desleal.

¿Cómo me paro en frente de mi madre? ¿Cómo le digo que no pude hacer nada para evitar la desgracia que está a punto de suceder?

Viernes 26 de junio

¿Qué piensan ahora de Angie?

¿Se vale todo con tal de obtener tus sueños?

¿Qué les han parecido los cinco capítulos de esta primera semana?

Próxima actualización Lunes 29 de junio.