CAPÍTULO 4
ANNA
-Angie, dime que no hiciste lo que estoy pensando –digo aún parada en la puerta.
-¡Entra Anna!, estas cosas no se hablan en la puerta, algún vecino podía escuchar –me jala del brazo y me empuja directo a su cuarto.
No puedo siquiera pensar en lo que estaba por venir, quizás y podría llegar a perder la amistad de mi mejor amiga, pero si eso servía para hacerla entrar en razón y evitar la cárcel o la ejecución lo iba a hacer sin dudarlo siquiera.
-¡Ves! –dice y de una pequeña gaveta de su mesa de noche saca unos papeles y unos carnets –¡todo legal!
No podía creer lo que estaba viendo, en su mano tenía dos partidas de nacimiento y dos carnets con nuestras fotos y con los nombres de sus primas.
-¿Tú estás loca Angie? –grito y se asombra –de que manera te hago entender que esto que haces no está bien.
Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas rosadas y eso hizo que me sintiera como la bruja mala del cuento.
-¡Perdón!, no debí gritarte, pero es que no me dejaste otra opción.
-Solo quería que me ayudaras, sabes –dice entre sollozos mientras se limpia las lágrimas con las manos.
-Lo intenté, me rompí la cabeza, pasé un día entero leyendo las leyes hasta que me sacaron de la biblioteca, pero esto que me pides está fuera de lo que puedo permitirme a mí misma –trato de explicarle –lo siento Angie, pero no puedo ir a la cárcel, no puedo decepcionar a mi familia de esa manera –termino de hablar y me voy dejándola sola con sus pensamientos.
Decirle todas esas cosas a mi mejor amiga era una de las cosas más duras que había tenido que hacer y de haber otra solución habría hecho cualquier cosa para ayudarla, pero desafortunadamente se salía de mis manos, no había nada que hacer.
La noche comenzaba a envolver con su mato las calles mientras caminaba rumbo a mi casa, el amargo sabor de boca de no haber podido ayudar a Angie estaba comenzando a afectar mis emociones, me sentía muy mal, pero a la vez satisfecha de que cumplía con el deber que todo ciudadano que ama a su patria debería cumplir. Al llegar a casa tomé una ducha, solo teníamos sopa y ensalada para la cena y aun así agradecía a Dios porque estaba segura de que algunas personas ni si quiera podían permitirse tal cosa.
Pasó un mes desde que Angie y yo discutimos, un mes en el cuál no nos hablamos ni siquiera por el chat. Las clases estaban a punto de terminar, y al fin me graduaba como abogada. Mi madre pudo conseguir un trabajo cuidando a un anciano del barrio y aunque seguíamos apretados con los gastos, con eso y lo que mi padre me pasaba mensualmente pudimos sobrevivir todo el mes sin tener que rompernos la cabeza.
-¿Vas a salir hija? –pregunta mi mama muy dulcemente.
La señora Amell tenía un semblante diferente, su rostro ya no se veía cansado y esas pequeñas líneas de expresión que comenzaban a asomarse en su frente habían desaparecido. La verdad, hasta ahora comenzaba a darme cuenta el gran parecido que tenía con mi abuela, las ondas de su pelo volvían a brillar como antes y aunque las canas comenzaban a asomarse, la hacían ver más atractiva. Compartían un cuerpo menudo y delgado como el de una modelo, solo que la dieta que para ellas era un estigma de belleza para ella era una necesidad.
-Solo voy a caminar un rato madre –le aviso.
-No te quedarás para ver el noticiario Illéa Capital Report –pregunta un tanto entusiasmada.
-¿Para qué? En Illéa nunca pasa nada desde que los rebeldes fueron abatidos –respondo con un vestigio de sarcasmo.
-¡Hoy anunciaran las elegidas para formar parte de la Selección! –anuncia.
-La Selección nunca ha sido uno de mis temas favoritos madre, lo sabes –le recuerdo y se pone triste.
-Perdona hija, tu padre y yo no queríamos quitarte la oportunidad es solo que…..
-Madre no tienes por qué explicarme nada, nunca he sentido el menor interés por participar en algo tan absurdo como eso –le explico – ¿crees que me gustaría pasarme la vida atada a un hombre que no me ama, o que estaría dispuesta a perder mi privacidad y tal vez hasta mi dignidad solo por ser rica y pertenecer a la realeza?
-América y Maxon si llegaron a amarse –dice casi en un susurro.
-¿Realmente creíste en esa historia?, es solo comercial para promocionar ese absurdo llamado la Selección, solo alguien ajeno a la realidad podría creerse algo como eso –añadí poniéndole fin al asunto.
-Está bien hija, solo no llegues tarde por favor –dice y me da un casto beso en la frente.
-¡Disfruta del noticiario madre!
El atardecer en Illéa era precioso, el juego de colores que se juntaban en un contraste perfecto ofrecía la calma al alma más perturbada. Sobre todo amaba Carolina, no podría vivir en otra parte, cada camino, cada acera y cada persona eran una adoración a América. ¡Qué viva la reina América! ¡Siempre te recordaremos América Singer! Frases como esas adornaban muros y puertas, algunas de manera oficial, otras, hechas por aquellos que la consideraban su igual. Siempre me había dado curiosidad su historia, quisiera haber sido una mosca en la pared y dar una versión verdadera de quien fue en realidad, por desgracia no podía regresar el tiempo y tampoco podía averiguar lo que pasaba por su mente ni cómo fue su vida. Supongo que prefería quedarme con la versión de mi abuela, se lo debía a su memoria.
El tiempo pasó muy de prisa y cuando me vine a dar cuenta ya la luna estaba en lo más alto del cielo. De pronto, en el silencio las notas de la melodía ¨Fight Song¨ comenzaron a inundar mis oídos y supe era mi teléfono. Demoré en encontrarlo ya que se mezclaba con las cosas en el bolso y en ocasiones se me escurría como el jabón, pero cuando al fin lo tuve en mis manos pude darme cuenta que era mi madre. De seguro me llamaba porque ya era tarde y estaba preocupada. Hice malabares para lidiar con el bolso y el teléfono al mismo tiempo hasta que al fin pude presionar el botón de contestar.
-Hola, mamá, no te preocupes casi llego es que me entretuve y…..
-¿Cómo fuiste capaz de hacer algo así? –dice una voz ronca.
-¿Mamá? ¿Estás bien? –pregunto asustada, pero no responde, solo la escucho sollozar -¿Mamá?
-¿Querías matarme de un infarto? ¡Ven de inmediato! a ver si podemos encontrar una solución a este terrible problema en el que nos has metido –dice mientras se sorba la nariz.
-Mamá no sé qué está pasando pero sea lo que sea te juro que…..
Me colgó sin dejar que terminara la frase dejándome muy sorprendida y asombrada. No sé quién se atrevería a contarle algo malo de mí a ella, ni siquiera me saltaba una clase en ninguno de los niveles de enseñanza. De seguro, solo era algún mal entendido, ni siquiera tenemos auto, así es que las multas estaban totalmente descartadas. Fuera lo que fuese, estaba segura de que lo resolveríamos juntas como familia.
Jueves 25 de junio
¿Cuál creen que será el enfado de la mamá de Anna?
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