CAPÍTULO 27
ANNA
Todo iba de maravilla hasta que apareció la princesa. Las miradas de todas las seleccionadas se tensaron porque la verdad era que Camille era realmente hermosa. Sus facciones finas y su piel perfectamente bronceada era la envidia de cualquiera de nosotras. Tenía el pelo negro y ondulado que resaltaba sus ojos de un verde especial, uno que no había visto antes en una persona y que te hacían pensar que era única en el mundo. Jamás podría competir con una belleza como la de ella y si a eso le sumabas que era de la realeza, y su intelecto, que de seguro era bastante alto, se convertía en una rival imposible de vencer.
¡Rayos! ¿Por qué estaba pensando eso?
La chica nos miró a todas como si estuviéramos debajo de la suela de su zapato, repasó cada uno de nuestros rostros como si intentara leer nuestros pensamientos y luego dedicó una amplia sonrisa a los monarcas de Illéa.
¡Menuda ridícula!
El desayuno transcurrió más animado que otros, con excepción de que esta vez, el príncipe siquiera volteó a mirarme, y como lo haría, si junto a él se encontraba el motivo de sus desvelos y de sus escapadas nocturnas. Las dos familias reales charlaban animadamente sin hacernos el más mínimo caso, al final todas se cansaron de esperar una atención de su parte y entablaron una conversación entre ellas mismas. Yo me encontraba más aburrida que una ostra, Angie no me hablaba, ya hasta había hecho sus propias amistades y Lara estaba sentada demasiado lejos. Mi asistente que se encontraba parada justo detrás de mí me dio unas palmaditas en el hombro para asegurarme que todo iba bien, pero yo no lo sentía de esa manera.
-¡Atención! –exclama la reina alzando una copa de zumo de naranja y dándole unos toques con una pequeña cuchara –como saben, el día de hoy tendremos una celebración en honor a sus majestades el rey Arthur, la reina Catalina y su hija la princesa Camille Aragón. Espero que todas hayan preparado sus presentaciones con esmero –anuncia y nos dirige una mirada asesina y se detiene en mí -¿Señorita Elizabeth?
-Sí, su majestad –digo y me levanto de inmediato haciéndole una reverencia.
-Espero que se luzca esta noche –me advierte –será la gran sorpresa.
Las miradas de todas se posaron en mí, incluso la de Camille y Nathan que estaban a la expectativa porque no entendían nada.
-No se preocupe su majestad, estoy más que preparada –le confirmo.
-Muy bien, entonces retírese primero para que compruebe todos los detalles –me ordena y le obedezco.
-¡Como ordene su majestad! –exclamo, hago una última reverencia y me retiro del lugar.
Estaba deseando echarme y encontró el motivo perfecto para hacerlo, ahora nada podía salir mal o era capaz de obligar a su hijo a que me expulsara.
-¿Qué fue eso? –pregunta Jennifer que me siguió hasta el pasillo.
-Le caigo súper mal a la reina y no entiendo el motivo –digo y me comienzan a temblar las manos.
-Elizabeth tienes que calmarte o le darás el gusto –me suelta.
-¿Qué?
-La reina tiene la costumbre de tratar mal a las personas que considera un peligro potencial, ya sea para su hijo o para ella misma en cualquiera de los sentidos –me explica pero no entiendo nada –Te lo explicaré mejor, acompáñame –dice y me indica el camino hasta la sala de música.
Jennifer, a pesar de su juventud era una persona muy sabia y tenía mucho conocimiento de palacio, cada día que la conocía más, más me sorprendía.
-¡Siéntate! –me ordena al tiempo que cierra la puerta del salón de música y se sienta frente a mí –La reina Elisa es una mujer muy peligrosa, no te metas con ella o acabarás mal.
-¿Solo porque es la reina me tengo que acobardar? –pregunto y se lleva una mano a la cabeza en señal de frustración.
-No solo porque es la reina.
-Jennifer, me quieres contar de una vez que es lo que pasa, sabes que no le diré a nadie.
-Está bien –dice rindiéndose –la Selección de Elisa fue una de las más comentadas por el país por ser una de las más oscuras de la historia.
-¿Oscuras? –pregunto aún perdida –Define oscura.
-Cosas muy extrañas y sin explicación pasaron –empieza a hablar –Elisa era una de las menos favorecidas por el entonces príncipe Robert, digamos que no era una de sus favoritas y eso fue así desde el comienzo dela competición. Estuvo a punto de ser la primera eliminada, pero se salvó porque en el último minuto una concursante renunció debido a unos problemas familiares. Robert tenía ya definidas unas cuantas favoritas, chicas con las que andaba la mayor parte de tiempo y con las cuales tenía muchas cosas en común, pero poco a poco ellas fueron quedando en el olvido y Elisa se fue acercando mucho más a él. Mientras esto pasaba hubo chicas con el rostro desfigurado, accidentes de quemaduras, incluso una rodó por las escaleras, pero no había un culpable aparente, y como ya dije, todo se lo achacaban a accidentes. Solo quedaba una chica que no podía desplazar, la que estaba más cerca del príncipe, a la que le dedicaba poemas y le regalaba rosas.
-¿Y qué pasó? –pregunto muy intrigada -¿Acaso murió?
-No, simplemente le dio un ataque de nervios y el príncipe Robert pensó que se había vuelto loca y por decreto de su padre el rey Arthur la expulsaron de palacio.
Las confesiones de Jennifer fueron bastante inquietantes, había algo muy extraño en todo ese lío, era demasiada casualidad que todas perecieran y solo quedara Elisa. Algo no cuadraba en esa historia, mi olfato de abogada me lo decía.
-Todo lo que me contaste está demasiado enredado –le digo y suspira.
-No eres la única que lo cree, pero quien va a atreverse a cuestionar a la reina –dice y se recuesta en la silla –te lo advierto Elizabeth, mantente alejada y cumple todas sus órdenes sin reclamar o te irá peor.
-Espera….
-¿Qué pasa?
-No me dijiste quién era la favorita del príncipe Robert.
-¿Acaso importa? –pregunta con un poco de hostilidad en la voz.
-¿La conozco?
-Sí y no.
-No entiendo.
-Es mi madre –me suelta y me sorprendo.
-¿Cómo?
Martes 4 de agosto
¿Qué tal con el capítulo de hoy?
¿Cómo les fue con las confesiones?
¿Qué pasará en la celebración?
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