ANNA

Esa noche, cuando me calmé, Jennifer volvió a configurar el ordenador, y después de desearme buenas noches se retiró. Lo que había sucedido me había sacado de mis casillas, había logrado que perdiera la compostura y eso solo daría pie a que cometiera un error tras otro. Sabía que la noche se me haría larga y que no iba a lograr dormir nada, por eso, tomé una píldora para dormir de las que traía desde casa y en pocos minutos me venció el sueño.

Al día siguiente, Jennifer tuvo que despertarme, la pastilla era muy fuerte y no había escuchado el despertador. Mi ropa estaba planchada y colocada con mucho cuidado sobre un maniquí blanco. El hermoso vestido que debía ponerme era más corto y atrevido que los anteriores, su tono pastel era soñador y los destellos de brillos le daban una elegancia abrumadora.

Sin perder más el tiempo decidí ponérmelo, luego entró la maquillista y la estilista e hicieron su trabajo con ahínco.

-La esperan en la Sala de Mujeres para tomar el desayuno -anuncia la estilista y se retira.

¡Ya iba tarde! ¡Menuda vergüenza!

Bajé las escaleras a toda velocidad, y cuando llegué al salón respiré hondo y toqué la puerta.

-¡Adelante! -me ordena una voz masculina.

Al abrir la puerta, me di cuenta de que todos habían estado esperando por mí. La reina estaba sentada en la cabecera de la mesa con muy mal carácter y el príncipe se encontraba en el otro extremo con el rostro neutral.

-¿Estas son horas de llegar? -me grita la reina.

-Su majestad....yo.....

-¡Qué nos vas a explicar!

-Madre estaba preparando el recital de este lunes -le explica su hijo y lo miro desconcertada.

¿Recital? ¿Qué recital?

-¿Es eso cierto señorita? -pregunta ella, y por un momento mi mente se quedó en blanco.

-Ehh....., sí -consigo articular palabra -estaba ensayando, su majestad, y entonces yo.....

-Estas disculpada -dice aun un poco molesta -toma tu lugar y que no vuelva a suceder.

¿Pero a este idiota que le pasa?

Como se le había ocurrido semejante ridiculez, si yo a penas y sabia tocar el piano. Estaba metida en un problema tras otro, una mentira cada vez más grande que la otra, y no sabía cómo solucionaría todo sin que las consecuencias fueran nefastas.

Después de que el desayuno acabó, todas se pararon y se fueron a las clases de etiqueta. Yo me quedé de última porque tenía mucha hambre y no había terminado de tomarme el jugo de naranja, cosa que aprovechó Nathan, y después de que su madre se fuera, ordenó al guardia que se retirara y cerrara la puerta.

-¡Otra vez no! -exclamo y paso por su lado dispuesta salir del lugar como fuera.

Toqué la puerta pero no se abrió, les grité y ni una mosca se movió. Decidida, y con la adrenalina a mil me dirigí hacia donde estaba el señor "quiero con todas", de mala gana y muy enfurecida.

-¡Ordena que abran la puerta! -le grito.

-¿Qué es lo que te pasa? -pregunta desconcertado.

-No pasa nada -le respondo y me escruta el rostro -solo no quiero estar aquí.

-¿Dónde estabas anoche? -entrecierra los ojos como si tratara de leer mis pensamientos.

-En mi cuarto.

-¿En tu cuarto?, ¡y por eso te quedaste dormida!

Este hombre poco le faltaba para ser investigador privado..... ¿Cómo conseguía saber cuándo estaba mintiendo?

-Estaba en mi cuarto, si no me cree es su problema -le espeto y me agarra el brazo.

-¡Suélteme! -le grito y doy me suelto.

-¡Estás celosa! -me suelta y comienzo aponerme nerviosa.

-Usted ni siquiera me gusta, poco me importa lo que haga -digo malhumorada -lo que haga o deje de hacer me importa un pepino.

Su cara era un poema, no sé de donde había sacado el valor y la fuerza para decirle todas aquellas cosas, pero me sentía orgullosa de mi misma por ello.

-¡Ah no!, y es por eso que cada vez que estoy cerca te pones a temblar. Admítelo, estas celosa.

-¿Por qué está tan interesado si lo estoy? -le cambio el juego -no será que soy yo la que le gusto.

-Puede ser, pero al menos soy lo suficientemente valiente para admitirlo -me suelta y se acerca más a mí.

-A usted le gustan todas, su alteza -le grité al oído -todo ese cuento de que estaba enamorado de la tal Camille solo fue un pretexto para que callera en sus redes.

Estaba logrando que se enfadara, de sus ojos salían fuego, pero no pensaba parar hasta dejar las cosas bien claras y después de eso conseguía quedar fuera de ese juego,....por mí genial.

-¿Qué quieres decir con eso? -pregunta y consigue irritarme más.

Ahora que había expuesto sus verdaderas intenciones se estaba quedando sin argumentos y se hacía el desentendido. No quería soltarlo todo, pero no me estaba dejando otra opción, era eso a que me siguiera viendo la cara de idiota.

-Te besaste con mi hermana y todavía me preguntas -le suelto y me tapo la boca.

-¡¿Qué?! ..... ¿Cómo es que sabes eso?

Al menos no lo había negado, era un avance, pero no borraba el hecho de que era cierto.

Martes 14 de julio

¿Qué opinan del capítulo de hoy?

¿Cómo creen que el príncipe llevará toda esa situación?

¿Logrará resistirse a sus impulsos?