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25. "Un poquito de normalidad".

Kyle insistió en que no era necesario, que con una ducha bastaría para alejar el cansancio y entumecimiento de su cuerpo, pero yo no lo dejé hacer eso. Necesitaba saber que esa herida, no era más que un rasguño. Así que, después de lidiar con Azucena y sus regaños, dirigidos al pelinegro claro, vinimos directamente hacia su habitación, y lo arrastré hasta el baño.

Lo obligué a quitarse la ropa —no toda, obviamente, aunque él así lo quisiera— y luego de quedarse solo con su bóxer, me dispuse a limpiar esa herida que tenía en el abdomen. No era profunda, pero logró rozarlo bastante. No he querido preguntarle cómo ocurrió, pero la intriga sigue presente en mi cabeza.

Pero decidí que era mejor callarme y concentrarme en mi tarea, por mi propio bien.

Pasé un algodón con alcohol por la zona afectada, pero la cuestión se me hacía difícil cuando sus dedos alejaron el cabello de mi cuello y comenzó a besarme, metiendo su mano bajo mi camisa y acariciando la piel de mi espalda.

—Basta, Black —musité, sus dientes tiraron del lóbulo de mi oreja con lentitud, logrando enviar corrientes eléctricas al sur de mi cuerpo.

—¿Por qué insistes en decirme así? —besó mi mandíbula, tuve que dejar el algodón sobre el lavamanos.

Sin apartarme de él, logró poner una bandita como parche sobre la herida, intentando que no sangrase más.

—Es tu apellido —digo, apartándome un poco para ver su rostro, una sonrisa lobuna cruza sus rosados labios.

La mano que tiene bajo mi blusa, desciende lentamente hacia mi trasero, empujándome hacia adelante, muy cerca de su cuerpo. Luego toma los extremos de la tela y tira de ella hacia arriba, tengo que levantar los brazos para que logre sacar la prenda por mi cabeza. El color negro de mi sujetador sobresale con rapidez, captando la atención de sus ojos azulejos.

—He estado pensando... —murmuro, arrastrando sus dedos por el centro de mi pecho hasta mi abdomen. Su dedo índice se engancha en el botón de mi short, sacándolo de su lugar y bajando el cierre—. Deberíamos salir, y no sé... despejar la mente —sus manos rodean mi cintura llegando a mi trasero, metiendo las mismas dentro de la tela y bajando la prenda lentamente.

El hecho de que esté descalza, facilita la tarea de quitarme el short. Parecía una muñequita, de esas que se manejan con hilos. Él, por otro lado, parecía estar en su elemento. Tan seguro de sí mismo mientras me quita la ropa.

—¿Cómo una cita? —suspiré, ya que mi cuerpo estaba en llamas y él solo estaba desvistiéndome.

—Tenemos derecho a tener un poquito de normalidad, ¿verdad? —asentí, demasiado ida en ese momento. Sonrió, se estaba burlando de mí, lo sabía—. Bueno, hoy es viernes, podríamos ir mañana, ¿no te parece?

—Sí... — jadeé, cerré los ojos cuando sus dedos se perdieron dentro de mis bragas, presionando justo en el lugar correcto. Di un respingo en mi lugar, sujetándome se sus bíceps para no caerme—. A dónde... ¿A dónde iremos?

—A dónde tú quieras —su otra mano fue al broche de mi sujetador, abriéndolo y dejándolo caer al suelo.

Siento su mirada sobre mi rostro, por lo que mis ojos se abren para observarlo, aún en mi aturdimiento. Mis manos van a su cuello, acercándome hasta posar mis labios sobre los suyos. Su mano se aleja de mi centro y tira de la tela de mi ropa interior con fuerza, tanta que logra romper la prenda. Me sobresalto, pero no consigo alejarme, al contrario, me apego más a él.

Somos manos, besos, apretones, gemidos y caricias. Y, de la misma manera, llegamos a la cama. No sé cómo, no sé cuándo, pero él está desnudo sobre mí, rozando su erección sobre mi húmeda entrada. Mis uñas se pasean por sus hombros en un intento de aplacar el fuego que recorre mi cuerpo, sus manos aprietan mis muslos alrededor de su cintura, mientras se impulsa dentro de mí.

De manera abrupta se sumerge en mi interior, empleando un ritmo profundo mientras sus caderas chocan contra las mías ante cada estocada. Sus embestidas son precisas, certeras, tanto que no me canso de gemir su nombre, una y otra vez.

Ya no hay nada tierno. El Kyle Black que se tomó su debido tiempo conmigo en nuestra primera vez, ya no está. Ahora es frenético, preciso, rozando un punto mágico dentro de mí que desconocía, pero que resulta ser exquisito.

—Kyle... —entierro mis dedos en sus brazos, cierro los ojos y dejo ir la cabeza hacia atrás—. Oh, por favor...

—Eres tan dulce —susurra contra mi barbilla, buscando mis labios un segundo después—. Eres todo lo que necesito.

Termina hablándome en ruso al oído, no puedo entenderle nada, pero su acento marcado me excita muchísimo más.

Una fina capa de sudor nos cubre, el calor emanando de nuestros cuerpos solo aumenta con el paso de los minutos. Una guerra de deseo, pasión y lujuria se desata sobre unas finas sábanas azules.

Mi espalda se arquea sobre el colchón, no tengo noción del tiempo, todo pierde enfoque. Él se mueve con libertad, poseyendo cada rincón de mi cuerpo, tocando ese punto dentro de mí que nadie más ha alcanzado. Y me encanta, me encanta que me conozcas, que sepa dónde se encuentra cada parte de mi ser.

Su boca no deja la mía, me besa como si no hubiera mañana, sin razón, porque así lo quiere. No tiene un motivo, pero lo hace, le da vueltas a mi mundo. Muerdo mi labio inferior, sin saber que podía ser tan ruidosa en este aspecto. Pero, en vez de intentar callarme, sus movimientos aceleran, llegando a poseerme con fuerza.

Siento una corriente eléctrica apoderarse de mí columna vertebral, como mis dedos hormiguean, como mis piernas comienzan a temblar, como todo mi cuerpo se sacude en el orgasmo más potente de mi vida.

No tengo palabras para definirlo, pero sí sé que es glorioso y poderoso. Mis manos hacen puño la sábana debajo de mi cuerpo, mientras caigo en un espiral de sensaciones. Mientras me sumerjo en un abismo oscuro y profundo, uno en el que él va junto a mí, sujetando mi mano y guiándome.

Mi respiración es un desastre, mi corazón es una locomotora en mal estado dentro de mi pecho, mis ojos están nublados. Todo se vuelve una nube de humo a mi alrededor, en dónde el cansancio y la satisfacción son mis aliados, llevándome con ellos a la deriva.

[...]

Unas suaves caricias en mi espalda me sacan de la bruma del sueño, obligándome a parpadear varias a causa de la luz. Estoy envuelta entre las sábanas, con Kyle rodeándome con sus brazos y mi cabeza sobre su pecho.

—Bienvenida al mundo real —murmura, me sonrojo sabiendo que se está burlando de mí. Tiro de la sábana hacia arriba y cubro mi rostro con la misma—. ¿Te desmayaste o estabas cansada?

—Creo que fue lo primero —me aclaro la garganta, después escuché su risa—. ¿Qué hora es?

—Casi las tres —informa, echo la cabeza para atrás y lo miro con el ceño fruncido—. Te perdí por una hora.

—Me mataste —lo acuso anonadada, recibiendo una sonrisa socarrona como respuesta.

Lo veo apoyarse en su antebrazo, acercando su rostro al mío para rozar nuestros labios.

—Y tú eres la ladrona más grande de todos los tiempos —murmura, mirándome con sus dos luceros azules—. Te has robado cada maldito pedazo de mi corazón.

—Puede que sí —sonrío, quitando un mechón negro rebelde de su frente—. Yo me robé tu corazón por pedacitos, pero tú te llevaste el mío por completo y de un solo golpe.

Su boca bajó a la mía con rapidez, besándome con brusquedad, mordiendo mis labios en el proceso. Su mano acaricia mi cintura y aprieta mi piel con suavidad, bajando lentamente hasta mi pierna, obligándome a rodearle la cintura con la misma.

El beso se vuelve duro con el pasar de los segundos, pero no me quejo. Al contrario, enredo mis dedos en su cabello atrayéndolo aún más hacia mí. Una de mis manos baja a su espalda, pasando las uñas por la misma, haciéndolo gruñir sobre mi boca.

—Por muy deseable que seas —murmura, tirando de mi labio inferior entre sus dientes—. Por más que quiera hundirme en ti y no saber nada más del mundo exterior —gimo, ante sus palabras y ante el roce de su desnudes sobre la mía—, necesito arreglar unos asuntos.

—¿Te irás? —pregunté en un jadeo, pero en mi voz se escuchó la preocupación y sorpresa, él lo notó y besó mis labios castamente.

—No —me besó otra vez y se impulsó en sus manos para levantarse de la cama. Desnudo y en todo su esplendor, camina hacia la mesita de noche y toma su teléfono—. Solo haré un par de llamadas y también tengo de hablar con Roger —vuelve a dejar el aparato sobre su lugar y camina hacia la cama otra vez, sacando la sábana que cubre mi cuerpo y tirando de mis piernas.

Una carcajada me abandona cuando me sube sobre su hombro, no duda en azotar mi trasero con fuerza.

—¡Black! —chillo, recibo otra nalgada, mientras que él continúa caminando—. ¡¿Y eso por qué fue?!

—Cada vez que me llames así, voy a azotarte —jadeo cuando soy dejada sobre mis pies, segundos después, el agua fría cae sobre mí.

—¡Estás loco! —digo riendo, sus brazos rodean mi cintura y los míos van directamente a su cuello.

Estoy loco por ti, princesa.

¡VOLVÍ!

Estuve desaparecida algunas razones:

1) Estoy apunto de finalizar mi segundo semestre en la universidad y eso me quita mucho tiempo.
2) He estado escribiendo cosas nuevas que pronto saldrán a la luz.3) Mi computador murió, por tal motivo no he actualizado.

Pero ya estoy de vuelta.

1/2

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