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16. "Quédate conmigo".

Esta vez, luego de salir de mi raro entumecimiento, pude sentir como sus labios mordían los míos lentamente. Como su boca seguía haciéndole el amor a la mía, con una tortuosa tranquilidad que lograba llenarme de tensión. Es como si, él tuviera todo el tiempo del mundo, como si esto fuera de lo más interesante, como si hubiera estado esperando esto toda su vida.

A mí, sin embargo, la sensación de estar contenta me producía agobio, así que me detuve. Su frente se apoyó contra mía mientras mantenía sus ojos cerrados, su expresión, su condenada expresión, quería guardarla por siempre en mi memoria. Su máscara de seriedad y frialdad pasó a segundo plano, dejando así una persona completamente diferente, con una expresión de alivio y júbilo que era inexplicable, lucía feliz.

—¿Por qué has estado evitándome? —susurró aún con una diminuta sonrisa, me sonrojé.

—Estaba asustada —confesé en un suspiro, pasando mis dedos por su cabello negro. Era suave, como la seda—. Solo que... ya no lo estoy.

—Fueron dos días —empujó mis caderas con las suyas, haciéndome chocar contra la encimera y soltar un jadeo de sorpresa—. Los dos putos días más largos de mi maldita vida —sus manos me alzaron con rapidez, sentándome sobre la barra. Chillé ante el fluido movimiento que no me esperaba en lo absoluto. A esta altura, podía ver sus ojos perfectamente—. No vuelvas a alejarte de mí de esa manera, ¿escuchaste?

La demanda en su voz y la rudeza de sus palabras me sobresaltaron y supe que trataba de imponer su incalculable poder sobre mí y no sé si realmente funcionó, pero estaba tan sumergida en sus ojos azules que solo asentí.

Sus ojos taladraron los míos mientras que sus manos alejaron el cabello de mi cuello, luego su boca dejó un beso húmedo sobre mis labios, robándome el aliento.

—Toda tú me está volviendo loco —murmuró, besó mi mejilla y mis ojos se cerraron—. Eres tan hermosa —besó mi mandíbula y mi cerebro dejó de funcionar—, tan dulce —besó mi barbilla y la mordió suavemente—. Me encanta como hueles —aspiró profundamente sobre mi cuello, mi respiración se atascó en mi garganta— y tu piel es tan suave —acarició mi pulso con sus labios, eché la cabeza hacia atrás cuando su boca deslizó el tirante de mi blusa y sus labios recorrieron toda la línea hasta mi hombro—. Nunca había conocido a alguien como tú —apreté mis manos sobre sus brazos, su rostro se alejó y quedó a centímetros del mío. Pude ver su sonrisa malévola a un suspiro de mi boca, sus labios estaban hinchados y rojos, e instintivamente; remojé los míos—. Me encantas, Mel.

No aguanté más, llevé mis manos a su cuello y lo atraje hacia mi. Pegué su boca con la mía y gemí cuando sus brazos me rodearon. Su cercanía me volvía loca, más cuando sus manos se perdieron bajo mi camisa y acarició mi espalda, sentía el recorrido de sus dedos sobre mi columna y la piel se me erizó. Su mano libre se desvío de mi espalda baja hacía mi abdomen, en dónde sus dedos delinearon mi piel sobre el elástico de mis shorts.

Y todo iba tan bien... hasta que mi alarma se activó.

—Kyle... —jadeé sobre su boca, su mano me empujó más hacia la orilla y su cuerpo se metió entre mis piernas. Y gemí, cuando lo sentí rozarse contra mí en aquella zona específica de mi cuerpo que exigía atención, pero no... no podía. Al menos, no todavía—. Por favor...

—Shhh —tiró de mi labio inferior con sus dientes, obligándome a abrir los ojos—. Lo sé, lo sé —apoyó su frente contra la mía—. Jamás haría algo sin tu consentimiento. Nunca te lastimaría, ¿de acuerdo?

—Si —suspiré, mordí mi labio inferior mientras acariciaba su rostro con mis dedos, su mano tomó la mía y besó mi palma.

Sonreí embelesada y bajé mi otra mano hacia su pecho, su corazón latía fuertemente y eso me estremeció. Lo sentí temblar bajo mis dedos, y entonces supe que él se sentía igual que yo.

—No sabes cuánto necesité poder estar así, desde que te vi... —murmuró, su mandíbula se apretó—. Jamás podría lastimarte, estoy dispuesto a matar por ti, Mel. Lo juro, no me importaría nada más, con tal de tenerte a salvo — mi corazón se volvió loco junto al suyo, entonces, abrió sus ojos nuevamente—. Quédate conmigo esta noche, Mel —dijo, fruncí el entrecejo al no comprenderlo, y él sonrió—. Déjame abrazarte y saber que te tengo así. Solo para mí.

—Está bien.

Si hay que podía jurar, es que Kyle Black ya no me asusta.

[...]

El frío envolvía el lugar, pero sentía calor y eso fue lo que me bajó de la nube de sueño en la que estaba. Intenté estirarme un poco, pero fallé gracias a una presión en mi cuerpo. Fruncí el ceño al no saber que era, volví a removerme un poco sintiendo mi cuerpo entumecido, mi nariz tocó la almohada y un sutil aroma masculino invadió mis fosas nasales.

Llevo una de mis manos hacia mi abdomen, lugar en donde se encuentra un grueso y musculoso brazo. Y entonces, el recuerdo de la noche anterior me invade, y luego de eso, un estremecimiento.

Kyle.

—Kyle —murmuré, abriendo los ojos un poco. Su brazo se apretó más a mi alrededor—. Necesito ir al baño...

—Aún es temprano, Mel —refunfuñó muy dormido y eso me hizo sonreír. Su rostro se escondió en mi cuello y apretó mi cintura con suavidad en el proceso—. Todavía podemos dormir más, princesa.

Mi corazón dio un triple salto mortal hacia atrás dentro de mi pecho.

Princesa. Ah, que recuerdo tan lejano... «Tranquila, princesa. Ya todo terminó».

—Y yo necesito ir al baño —apoyó su cabeza sobre mi pecho, sonreí otra vez—. Por favor.

Soltó un gruñido y se giró, llevándose consigo una de las almohadas. Sonreí, y cuando me dejó libre, fui capaz de escabullirme fuera de la cama. Cuando me puse de pie un fuerte pinchazo de dolor recorrió mi pierna, por lo que comencé a caminar despacio hacia la puerta.

Caminé por el pasillo apoyada de la pared hasta llegar al pie de las pequeñas escaleras que llevaban al ático. Logré llegar entera al baño y mi reflejo me asustó a mí misma.

Estaba hecha un asco, pero algo no pude negar: me veía muy feliz.

Me apresuré a tomar un baño, y mientras, dejé que los recuerdos albergaran mi mente. Kyle hablándome sobre sus gustos, sobre su niñez con Azucena y con Roger. Pero algo que me sorprendió, fue que nunca mencionó a sus padres, de hecho, tampoco mencionó a su hermano. Decidí no ahondar en el tema, pero, aun así, me deleité con el sonido de su voz y el calor de su cuerpo rodear el mío cuando sus ojos se cerraron y se durmió.

Nunca había dormido tan tranquila como anoche, nunca sentí tanta seguridad como cuando sus brazos me rodearon.

¿Así era como se sentían las protagonistas de mis libros favoritos? ¿Era eso la magia del primer amor? ¿Todo mariposas y corazones de colores? Vaya, ¿quién lo iba a decir? Estoy enamorada y no podía evitar sentirme afortunada de poder decirlo.

Rebusqué entre mi ropa y tomé unos jeans, una camisa negra de tirantes y un buzo rojo. Me vestí con rapidez y recogí mi corto cabello en una pequeña coleta, me puse unas Converse negras y tomé mi bastón de apoyo. Bajé las escaleras hacia la sala, para poder llegar a la cocina, una vez en esta, me encontré con Roger devorando su desayuno.

—Buenos días —le sonrió y me siento junto a él frente a la barra de la cocina.

—Buenos días —apretó mi mano.

—Hola, mi niña. ¿Qué quieres desayunar? —me preguntó Azu después de besar mi mejilla.

—Lo que estés haciendo está bien —le sonreí—, gracias.

—¿Cómo has estado? —me preguntó Roger.

—Excelente —sonreí, pero recordé algo que me estaba carcomiendo—. Oye, Roger. Emh, lamento si te causé problemas con Kyle el otro día, no era mi intención, yo...

—Oye, tranquila, rara vez estoy en problemas con él —deja el tenedor a un lado de su plato—. Pero es comprensible, estaba celoso. Yo también lo estaría si mi chica hablara con otro —me sonrojé, él sonrió—. No te preocupes, ¿sí?

—De acuerdo.

—Carajo, es tarde —espetó mirando su reloj—. Tengo trabajo, nos vemos, linda.

El castaño pellizcó mi mejilla con cariño y se marchó de la cocina.

¿Celoso? ¿Kyle estaba celoso porque Roger habló conmigo? Sé que no debería alegrarme por eso, pero no puedo evitar ocultar una sonrisa al respecto.

—¿Puedo saber por qué sonríes así? —preguntó su voz cerca de mi oreja, di un respingo—. Espero que no sea por alguien más —sus labios le me dieron un beso rápido en la mejilla mientras yo negaba—. ¿No me lo vas a decir?

—No —mordí mi labio inferior, lo sentí caminar hasta posicionarse a mi lado.

El hecho de que la silla fuera alta, nos hacía quedar a la misma altura. Sin esperarlo en lo absoluto, sus manos arrastraron mi silla para acercarme a él. Solté un jadeo y me sobresalté.

—Hola —susurró acariciando mi mejilla, me sumergí en sus ojos demasiado rápido, y me di cuenta de los pozos hipnóticos que eran sus irises.

—Hola —susurré de vuelta, una sonrisa cruzó sus labios y casi me da un ataque al corazón.

Sus dedos alejaron los mechones de cabello que caían sueltos sobre mi rostro, luego sus manos acunaron mis mejillas y lo siguiente que sentí, fueron sus labios sobre los míos. Me derretí literalmente contra su boca dulce, así que solo me dediqué a seguirle el beso, uno que me estaba volviendo loca.

—Mmh, podría acostumbrarme a esto rápido —susurró contra mi boca, arrastrando mi labio inferior entre sus dientes—. ¿Tú qué piensas?

—Mmm, no lo sé —apoyé mis manos en sus rodillas cuando me incliné hacia adelante, así podía verlo directamente a los ojos—. ¿Y si lo averiguamos?

—Es una buena idea —me sonrió con picardía y esa arrogancia suya que parecía no irse jamás—. ¿Estás segura de querer averiguarlo?

Me miró fijamente y con un destello que me indicó una cosa, y era que me estaba dando la oportunidad de elegir si seguir con esto o no.

No tardé ni dudé en darle una respuesta.

—Ayer te lo dije, ¿verdad? —sonreí con más timidez ahora—. No quiero volver atrás.

Seguimos.

¿Qué les han parecido los nuevos detalles?

2/4

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