Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

12. "Como si el mundo se acabara".



¿Cuándo fue la última vez que me sentí pleno? ¿Cuándo fue la última vez que toqué el cielo con las manos? ¿Cuándo fue la última vez que me sentí en la gloria? El infierno se abrió sobre mi cabeza y siento que en cualquier momento voy a flotar.

Estoy aturdido, todo me da vueltas. El hecho de que su aroma este envolviéndome, me marea. Sus ojos son dos pozos sin fondo, y nunca en vida he deseado tanto descubrir el fin de algo. Pero ahora, quiero conocer su alma y ver su pureza.

Su cuerpo tiembla entre mis brazos, pero sus ojos no pierden el tiempo de mirarme. El corazón me palpita detrás de los oídos, una rara electricidad me recorre de pies a cabeza. Apoyo mi frente sobre la suya, cerrando los ojos en un intento de contenerme.

¿Cuándo perdí la capacidad de poder controlarme cerca de ella? ¿En qué momento derrumbó todos mis muros? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por qué no me di cuenta que ella llegó a mí para sacarme de mi infierno?

«Soy tuya desde que me salvaste la vida».

La muralla de concreto que construí a mi alrededor, la derrumbó ella con un simple suspiro.

¿Qué tiene ella que no me deja pensar con claridad? ¿Por qué me siento ligero cuando ella está cerca de mí?

Pero ese no es mi tormento ahora, mi dolor de cabeza es otro: ¿Estoy dispuesto a llevarla al infierno conmigo? ¿Ella lo merece?

—Te arrepientes —su susurro me deja confundido, cuando abro los ojos, los suyos están perdidos. Sus pequeñas manos se posan en mi pecho intentando poner distancia, su cuerpo se separa ligeramente del mío y su espalda choca contra la puerta—. No podemos hacer esto.

—¿Qué? —la confusión y la sorpresa tiñen mi voz, es entonces cuando se da la vuelta, pero se ve atrapada entre la puerta y mi cuerpo. Mi ceño se frunce cuando su mano va al pomo e intenta abrir, pero mi mano ya está sobre la suya y el pestillo está puesto en cuestión de segundos—. ¿No podemos hacer qué?

Esto —ondea su mano libre en el aire, aún de espaldas a mí—. No seré un juguete, no seré tu escape cuando tengas dolor de cabeza —jadea, confundiéndome aún más—. No puedo dejarte entrar y después hacer como si nada hubiese pasado cuando te aburras de mí.

Aburrirme de ella... Cómo si pudiera ser capaz de hacer eso. ¿Qué tan absurdo puede ser aquello? Si hago todo lo que está en mis manos cada día para no morir, venir a mi casa y así poder encontrar a esta chica sentada en el sofá leyendo un libro.

¿Esos son mis pensamientos? ¿Desde cuándo soy ese hombre? ¿Cuándo me convertí en un idiota? Sacudo la cabeza y me concentro en el subir y bajar de sus hombros por su respiración agitada.

—Mel, date la vuelta —susurro, su cabeza se sacude rápidamente en negativa—. Melissa...

—No.

—Melissa, no hagas que te lo repita —sigue negando y yo empiezo a enfadarme—. Date la vuelta ya y mírame.

—No, no lo haré... —escucho el temblor en su voz cuando decide responder —. ¡No puedes hacerme esto! Yo no puedo hacer esto. Si lo hago, la única que saldrá herida seré yo —algo dentro de mí se remueve cuando escucho sus palabras, coloco mi mano sobre su hombro y la hago girar, y veo sus ojos marrones llenos de lágrimas—. Toda mi vida ha consistido en rechazo tras rechazo, no podré soportarlo una vez más. Menos si viene de ti.

Ella normalmente es tan fuerte, tan valiente y brillante... Ahora solo veo miedo, y no quiero que sienta miedo. No quiero que tenga miedo de mí.

Mis manos van a sus mejillas, en dónde mis dedos se encargan de secar sus lágrimas. Sus luceros me hacen una súplica silenciosa, una que yo quiero pasar por alto, pero no lo hago. Trazo el contorno rosado de su labio inferior, ese que tiembla cuando lo toco, ese que me llama a probarlo. Otra vez.

Y no me privo de ese placer.

La beso con intensidad, con devoción, como si el mundo se acabara después de esto.

Mi boca impacta sobre la suya, un panal de miel explota en sus labios y yo soy esa abeja hambrienta que no se cansa de probarla, una y otra vez. Su labio inferior es el único que llama mi atención, mis dientes lo torturan y tiran de él como si fuera mi mejor juguete. Un suspiro es emitido de su parte y el poco autocontrol que tenía se va al carajo cuando sus manos se desesperan por rodear mi cuello.

Mis manos empujan su cadera y la puerta es nuestro soporte, su cintura es pequeña y delicada: como la de una muñeca. Mi lengua toca la suya, y todo cobra sentido de pronto. Es sublime y mágico. Es demoledor. Y todo incrementa su poder cuando gime sobre mi boca. Una de mis manos va hacia su cuello, mientras que la otra va a su espalda, puedo sentir el cierre de su vestido bajo mis dedos. Solo un movimiento y podría tenerla a mi merced.

El jefe. El señor de La Orden quiere hacerlo, quiere empotrarla contra la puerta y hacerla mía hasta que grite mi nombre. Pero otra parte de mi —la que creí muerta— se despierta y me dice que no, que lleve las cosas con calma. Mientras que yo, Kyle Black, un simple mortal como cualquier otro, quiere hacer las cosas bien; como nunca antes deseé hacerlo.

Mis manos descienden con lentitud, el vuelo de su falda no es impedimento para mí y entonces estoy apretándola contra mi cuerpo, su respiración es un desastre y el jadeo de apreciación que suelta cuando mis labios bajan a su cuello es mágico.

Siento el filo de sus cortas uñas arrastrarse sobre mi nuca, casi puedo escuchar el ladito desenfrenado de su corazón. Incluso puedo sentir su necesidad de ir por más, pero soy yo quien se queda al borde. Necesito ir despacio.

Necesito tomarme todo el tiempo del mundo con esta mujer.

—¿Cómo podría aburrirme de ti? —susurro cerca de su oído, arrastrando mis dientes por el lóbulo de su oreja. Su labio es prisionero de sus dientes y un gemido ahogando es mi despertador. Su olor me tiene mareado, pero me obligo a apartarme un poco. Sus ojos brillantes y sus labios hinchados son la imagen más grandiosa que he visto en mi puta vida—. ¿Cómo podría cansarme de ti? —su pecho sube y baja con rapidez, mis dedos de desplazan por su clavícula, posándose sobre su corazón. Ese que late con fuerza y frenetismo—. ¿A qué le tienes miedo, Mel?

—A esto. A lo que siento por ti. A lo que causas en mí —jadea y sacude la cabeza—. Tengo miedo de dejarte entrar y que termines marchándote cuando veas lo rota que estoy —suspira, sus manos se cierran alrededor de la tela de mi camisa, sobre mis brazos—. A que termines abandonándome como todos lo hacen.

—¿Por qué le temes a eso? —quito el suave mechón rebelde que se pega a su mejilla sonrojada—. No debes sentirte así, Mel, porque no estás rota, estás armando cada uno de tus pedazos y me fascina ver cómo lo haces —su nariz roza la mía y mi cuerpo se precipita al éxtasis—. Jamás voy a abandonarte, a menos que algún día quieras irte —le digo, porque es exactamente lo que estoy pensando—. Y, si ese es el caso, sería mi fin, no el tuyo.

—Si decido irme... —inhala, sus ojos brillan y mi corazón se detiene—. Si mi mente se desmorona, si me vuelvo loca... ¿Lucharías por mí?

¿La oí bien? ¿En serio lo dijo? Creo que estoy quedándome sordo. ¿Lucharía por ella? ¿Estoy dispuesto a darlo todo por ella?

—Cómo si el mundo se estuviera derrumbando —susurré sobre sus labios, mirando atentamente sus ojos chocolate—. Cómo si la vida se me fuera en el intento. Aunque no quedara nada en el mundo, Mel, sí lucharía por ti.

Veo como el alivio recorrió su mirada, como su cuerpo deja de estar tenso y luego suelta todo el aire por la boca. Sus ojos se cierran y suelta un suspiro, dejando caer la cabeza sobre la puerta. Mi teléfono suena, gruño buscando el maldito aparato que me obliga a dejar de ver a la preciosa mujer frente a mí.

—¿Qué? —siseo cuando contesto.

—Pelirroja. Molesta. Afuera. Ahora. —Las palabras de Roger me dejan confundido.

¿Pelirroja? Mierda, Audrey.

—¿Qué sucede? —cuestiona la fina voz de Mel, y solo entonces, vuelvo a mirarla.

—Las cosas se complican cuando menos lo esperas —frunzo el ceño y tomo su mano para poder quitarla de la puerta, con cuidado la muevo y salgo de la biblioteca. Cuando llego a la sala, una pelirroja furiosa se encuentra discutiendo con Roger—. ¿Puedo saber qué ocurre?

—¡Tú, pedazo de imbécil! —me grita la mujer, mi ceño se frunce. ¿Cómo me llamó? —. ¿Por qué tenías que decirle a Héctor? ¡Me encerró, Kyle! ¡Me encerró! —gritó, caminó con rapidez hacia mí, pero Roger la interceptó antes de que me tocara—. ¡Suéltame, Roger! ¿Por qué me haces esto?

—¿Hacerte que, Audrey? —pregunté—. Rompiste una regla, atente a las consecuencias...

—¡No hice nada! Solo vine a verte —siseó entre dientes, sus ojos se desviaron de mí y miró en otra dirección—. Sé perfectamente cuando ya sobro en algún lugar —siento la pequeña mano de Mel rodear mi brazo—. Pero ahora no vine por ti, me importa una mierda si estás con alguien más. Pero no tienes derecho a decirle a mi hermano que me encierre en un cuarto de hotel, no puedes...

—Di una orden, pero no le dije que te encerrara —dije, su ceño se frunció—. Creí que estabas en Italia.

—Pues no, luego de que tú gemelo perdido me llevara con Héctor, él me encerró en un hotel con sus hombres —la pelirroja gruñó, Roger aflojó su agarre sobre ella y hasta entonces, Audrey suspiró—. Me gusta Rusia, Kyle. No voy a molestarte, solo dile a Héctor que me deje en paz —exigió, mi ceja se arqueó, ella rodó los ojos—. Por favor.

—Roger —el castaño me observó—. Encárgate de Héctor, y tú... —señalé a la pelirroja—. Un error más y yo mismo te encerraré. ¿Entendido?

Emboza una pequeña sardónica sonrisa.

—Sí, mi señor.

¡He vuelto!

Que alegría me da volver a leer a estos dos, más si tenemos cosillas nuevas que los hacen más perfectos aún.

¿Qué les parece?

A mí me encantan.

¡Voten y comenten muchooo!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro