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Convivencia agradable

Un nuevo día para todos los pecados capitales, y un nuevo inicio entre una albina y una castaña.

Elizabeth despertaba con mucha fortaleza en su corazón, la mirada firme y una sonrisa amigable. Finalmente estaría dispuesta a lo que había prolongado durante cinco largos meses.

Estaba nerviosa, no lo iba a negar, pero se sentía motivada a suavizar las cosas entre ella y _________________. Sabía que no estaba siendo forzada a convivir con ella y así arreglarlo todo, con que no se molestara con su simple presencia bastaba; pero Elizabeth deseaba hacer más que eso, volverse mejor.

Se encaminaba junto a su sobrina al Boar Hat, imaginando todo lo que podría pasar una vez pusiera un pie en el establecimiento, el cual había evadido por el nerviosismo. Planeaba sus palabras, sus acciones y expresiones, pero sabía que nada saldría tal como ella lo tenía planeado.

Margarita notaba su sonrisa nerviosa, su tía parpadeaba más de lo común, eso le extrañaba.

Elizabeth no sabía que su vida cambiaría ese mismo día, que sería alguien totalmente diferente a la Elizabeth que ella era justo en ese instante y en tiempos pasados.

Finalmente estuvo frente al Boar Hat, dónde se escuchaba murmurllos en su interior de personas que ella no reconocía, así que imaginó que estaban de servicio.

Margarita no esperó a su tía ya abrió la puerta emocionada por encontrarse con sus amigos. La campanilla sonó, poniendo más nerviosa a Elizabeth, pero se armó de valor y sin más se adentró al establecimiento.

Gracias a la campanilla recibió las miradas de los pecados y los niños presentes. Diana se acercó a ella y la abrazó muy contenta de verla allí, Elaine igual se acercó a recibirla con mucho gusto.

La albina notaba que también se encontraban Zeldris y Gelda, los cuales ya ni causaban terror con sus simples presencias; convivían como si nada hubiese pasado hace años.

Ellos la saludaron silenciosamente, sabían la situación entre ella y sus familiares, y notaban que el cambio que querían crear era el mejor para todos, así que no se oponían a ello; aunque Zeldris pensaba que era un poco raro que su hermano y cuñada convivieran con su ex mujer.

Margarita fue con el primero que vió y lo envolvió en sus brazos feliz de estar allí; Ryota le correspondió sonrojado, pero igual de contento de verla ahí.

Meliodas, quién atendía la barra, observó a Elizabeth y le sonrió cálidamente para darle confianza.

— bienvenida Elizabeth. ¿Quieres algo de tomar?— inquirió amable el rubio.

Ella negó en seguida, sintiéndose un poco nerviosa al tener la mirada esmeralda del rubio en ella. Aún sentía un leve sentimiento de amor y uno un poco más fuerte de atracción por él, pero estaba consciente de que él amaba con toda su alma a la mujer castaña. Tenía que superar que había perdido ante ella.

Justo ella estaba allí, sentada frente a su marido con una sonrisa igual de cálida dirigida hacia ella. Elizabeth no notaba molestia ni nada parecido en su mirada, cosa que la calmó considerablemente.

Ban y Zeldris veían desde la cocina todo lo que podría pasar, no querían perderselo por nada del mundo.

— ¿Quieres ir a salir un rato, Elizabeth?— inquirió Diana viendo que nadie decía nada, lo que le pareció incómodo.

— de hecho, he venido con otros planes...— le dijo a Diana sintiendo el nerviosismo regresar.

— oh, pensé que vendrías a pasar el rato con nosotras— comentó Diana decepcionada.

— me encantaría— dijo Elizabeth enseguida vió el puchero de Diana—, pero he venido a ver a alguien más— vió a la castaña, se acercó hasta estar dos pasos lejos de ella—. ___________________... ¿Te gustaría... Salir... Un rato...?— balbuceó nerviosa por la respuesta.

Oyeron un plato romperse contra el suelo, ese era King, quién lo había dejado caer por lo repentina que había sido Elizabeth.

— ¡Perdón!— se disculpó King y de inmediato se dispuso a recoger los restos.

Hawk apareció en el campos de visión ver Elizabeth y la vió incrédulo por sus palabras.

— ¿Estás segura, Elizabeth?— inquirió el cerdito preocupado por ella.

— ¿Lo dices en serio?— cuestionó Elaine igual de sorprendida.

Todos no cabían en su sorpresa, no esperaban que Elizabeth le propusiera algo semejante a la castaña sabiendo su historia.

Mientras ellos no dejaban de interrogar a la albina sobre su propuesta, Meliodas y Ryota se acercaron a ___________________ para esperar una respuesta por su parte. Gelda, Zeldris y Ban también prestaron mucha atención a las palabras de la mujer.

— ¿Qué te parece la idea?— preguntó Meliodas apacible, imploraba que no tuviera uno de sus arranques emocionales.

— ¿Estarás dispuesta?— cuestionó Gelda con serenidad.

La castaña tocó su vientre por unos segundos, vió a su marido y un puchero apareció en su rostro. Él ya sabía que quería.

— tengo mucha hambre...— compartió la castaña aún escuchando de fondo el interrogatorio de la albina— hermanito ¿Nos prepararías algo rico de comer?— inquirió con dulzura viendo al aludido.

Ban suspiró rendido, no podría decirle que no a la mujer que consideraba una hermana y a las criaturas que crecían en su vientre. Era imposible.

— sabes cómo extorsionarme, pequeña— dijo Ban rendido—; pero ten en cuenta que solo funciona cuando estás embarazada.

— como si pudieras negarme algo— murmuró ella con burla.

Ban se puso manos a la obra sin querer responder al respecto. Aceptaba la derrota.

Ryota veía a su mamá esperando su respuesta, no quería que ella hiciera lago que le molestara o incomodara.

— __________________...— murmuró Meliodas insistiendo en que respondiera.

— Elizabeth— llamó a la albina, quién la miró en seguida esperando una negativa, más fue sorprendida—, ¿Estás dispuesta a esperarme?

Con el corazón finalmente tranquilo por aquella respuesta implícita, la albina asintió aceptando cualquier condición.

— mamá ¿Estarás bien?— preguntó Ryota con una tierna mirada que enterneció a la castaña.

Ella acarició la coronilla de su hijo y le sonrió con seguridad, vió a su marido y sintió el amor que ambos chicos sentían por ella y las criaturas que estaban en su vientre.

— tranquilos, estaremos bien— aseguró ella con serenidad—. Solo es una salida con Elizabeth, ella no me hará daño ni nada parecido. Será divertido y útil.

Meliodas y Ryota suspiraron resignados. Ella tenía razón, Elizabeth no le haría daño, no sería capaz de caer tan bajo únicamente por rencor; además, sabían que ella se esforzaba por mejorar y la castaña solo impulsaba ese propósito.

[...]

— ¿Te gusta este lugar?— inquirió Elizabeth atenta a cualquier petición de la castaña.

___________________ observó todo su alrededor, respiró profundamente para sentir el aire cálido en sus pulmones. Era una sensación realmente agradable.

Estar al aire libre realmente le hacía bien.

— si, es tranquilo, hermoso, y hay mucha calidez...— murmuró la castaña, se sentó en el suelo como pudo y se permitió relajar su cuerpo.

Elizabeth se sentó a su lado, si hacer contacto visual para no incomodar.

Ahora solo se escuchaba el bailar de las hojas, a los pájaros que zurcaban el cielo con total libertad.

La castaña respiraba tranquilamente, dejando que el ambiente tan cómodo embriagara sus sentidos, acariciaba su vientre sintiendo como sus bebés igual disfrutaban de la paz. Se dedicó a ver a la albina, y quedó extrañada al verla buscar un punto fijo al cual mirar que no fuese ella, sus dedos jugar nerviosamente y su sonora respiración.

Quiso reír, pero se contuvo.

— ¿Aún me odias, Elizabeth?— inquirió serena la castaña, llamando la atención de la albina.

Elizabeth logró enfocar su mirada en ella, sin saber que decir exactamente.

— admito que una parte de mi sigue guardando rencor por lo ocurrido hace años, cada vez que te veo junto a Meliodas, y ahora que tienes a sus bebés... No puedo evitar sentirme así— admitió con una sonrisa—. Pero trato de desaparecer ese sentimiento, quiero tratar de convivir contigo sin sentirme así. Seguro no te debe agradar mi presencia... Pero si me dieras la oportunidad...

— ¿Puedo ser sincera, Elizabeth?— inquirió con cautela, ella le asintió, lo que le permitió continuar— no me agradabas, me parecían una chica irritante que lo único que sabía hacer era llorar y gritar por la impotencia— la albina sintió como las crueles palabras de la castaña penetraban su corazón, y amargamente recordó que ella había dicho algo similar cuando era controlada—. Tú odio por mi era justificable, el dolor y el abandono te hicieron sentir de esa manera; pero creí que ya lo habrías superado, que ya habrías hecho tu vida sin tener esas memorias, después de todo han pasado doce años.

— tú no comprendes...— murmuró con dolor Elizabeth.

— tienes razón, no te comprendo; si todo hubiese sido diferente, me hubiera sentido igual de herida que tú, pero te aseguro que ya hubiera rehecho mi vida sin arrepentimientos, feliz por haber aprendido de los malos momentos. Pero a diferencia de mi, tú estuviste con Meliodas durante tres mil dolorosos años, sufriendo junto a él, viviendo experiencias mágicas a su lado, amándolo con todo tu corazón. Así que no, no comprendo el dolor que sientes— se acercó a Elizabeth y tomó sus manos sonriéndole dulce—. No esperó que tu odio desaparezca de la noche a la mañana, tampoco espero que seamos las mejores amigas ni nada por el estilo, lo que si espero de ti es poder estar en un mismo lugar que tú, sin sentir tensión e incomodidad al estar juntas. Nuestros amigos ya no tienen porqué pasar por eso.

Elizabeth sintió sus corazones latir con fuerza al sentir las palabras de la castaña. Tampoco esperaba tener un lazo de amistad como el que tenía con Diana, pero esperaba, al igual que ella, que pudieran convivir y hablar amenamente, sin tener que forzar ninguna sonrisa y las palabras.

— Elizabeth— volvió a hablar la castaña—, permíteme conocer la fortaleza de tu corazón y no su debilidad; jamás te doblegues ante alguien— tomó las mejillas de la albina con sutileza, manteniendo la mirada—; no bajes o desvies la mirada cuando estoy yo, así solo muestras lo débil que eres. Sé que suena un poco mal viniendo de mi cuando estoy en mis meses más sensibles, pero ya deja de sentirte inferior, sé fuerte y decidida.

Los ojos de Elizabeth brillaron de admiración por las palabras de su acompañante, estaba dispuesta a cumplir con cada una de sus peticiones para fortalecer su espíritu y así volverse más fuerte.

— ¡Lo haré!— aseguró la albina sonriente— ya no seré débil, me mostraré fuerte ante los demás y no mostraré mis debilidades. Seré una mejor versión de mí misma.

Se veía tan determinada, la perseverancia sería su mejor cualidad en su deseo, la castaña lo notaba sin dudarlo.

Alejó sus manos del rostro de Elizabeth y sonrió con burla hacia ella—. Bueno, a ver si así atrapas a un hombre— comentó aguantando las carcajadas que querían salir.

El rostro de la albina enrojeció por aquel comentario y evadió la mirada burlesca de su acompañante; pero a diferencia de otras veces, no volteaba la mirada por debilidad.

La castaña tomó la canasta que casualmente habría traído para saciar su apetito y el de sus bebés, sacó un sándwich simple y dió el primer mordisco, saboreándolo con placer. Estaba agradecida con su marido e hijo por haberse tomado las molestias de prepararle una merienda de emergencia, por si las moscas.

Elizabeth tomó uno que la castaña le había ofrecido y comió con vergüenza gracias al último comentario de la fémina castaña.

— y bueno Elizabeth, ya que las cosas entre nosotras quedaron claras, ¿Cuándo piensas salir con un hombre?— inquirió coqueta la castaña.

La albina jugo de manera nerviosa con sus dedos mientras sostenía el pan—. Cómo sentía cosas por Meliodas... Nunca pensé en eso...— murmuró.

— vamos, supera a Meliodas y encuentra a alguien más que te satisfaga— alentó bla castaña tomando su segundo sandwich—. No puedes quedarte soltera por siempre.

— no lo sé... No creo ser material para estar con alguien...— murmuró sonrojada la albina.

— ay Elizabeth, una mujer necesita saciar sus deseos más íntimos llegado a un punto— le dijo serenamente—. No puedes estar sola por siempre.

Empezó a meditarlo, pero tras un silencioso minuto se dió cuenta que realmente no comprendía eso. ¿Cómo se sentiría tener algo semejante a lo que la castaña propone?

— no me veo de esa manera— confesó con tranquilidad—. No sé si es porque siento un poco de atracción hacia Meliodas todavía, pero trato de imaginarme una realidad estando con alguien más, pero... Si al final no encuentro a ese alguien no tiene sentido ilusionarse— miró a la castaña unos instantes, examinándola, cuando se percató de su abultado vientre, se animó a preguntar—: ¿Cómo se siente tener a un esposo, hijos... Una familia?

La castaña sonrió contenta por pensar en su adorada familia, lo que Elizabeth notó, eso le hizo sentir un cosquilleo en su vientre. Mandó su mano a aquella área y acarició con curiosidad.

— se siente como un sueño cumplido— compartió con amor—. Es tanta la felicidad que siento cada día que pareciera que es algo totalmente irreal; el amor de Meliodas y su cuidado hacia mi, mi tierno y adorado Ryota sonriendo cada día, esas cosas tan simples son un regalo que atesoro cada día de mi vida. A veces temo despertar un día y descubrir que toda la dicha que siento ahora solo fue un simple sueño, pero me alivio al recordar que todo lo vivido es real, que el amor que ellos sienten por mi y el que yo siento por ellos es genuino, no la producción de alguien más— alzó sus manos, tratando de alcanzar el cielo—. Siento como si volara en un cielo de infinita felicidad, y tranquilidad al saber que si algún día llega mi hora de partir, habré vivido mi vida lo mejor posible.

Elizabeth sintió un remolino de emociones gracias a esa respuesta, deseando de forma desesperada poder sentir algo similar.

— lo que dices es tan hermoso...— admitió, pero la duda apareció reflejada en su mirada— pero... ¿Eso logrará pasarme algún día...?

— si sientes que realmente lo anhelas, algún día, por más tarde que sea te llegará alguien especial— murmuró bla castaña de una forma melodiosa—. La felicidad no llega en el orden en que cualquiera quiere que llegue, pero al final y al cabo llega. Lo importante de todo es luchar por ella hasta encontrar a alguien que luche a tu lado para que juntos encuentren la felicidad, lo que el otro necesita. Meliodas hizo eso por mi— dijo con melancolía—. Seguro alguien lo hará por ti.

— espero algún día tus palabras se hagan realidad...— susurró Elizabeth anhelando aquello. Llevó sus manos a la canasta para tomar otro sandwich, pero grande fue su sorpresa al no atrapar nada. Revisó la canasta y la encontró totalmente vacía— ¡¿Cómo?! ¡Habían unos diez sandwiches en la canasta! ¡Además, estuviste hablando todo el tiempo! ¿En qué momento te los comiste?

A la castaña se le salió un eructo, se tomó la boca apenada por su pequeño e inofensivo crimen. En su regazo de notaban las migajas que habían caído cuando los estaba devorando.

— disculpa Elizabeth, tenía mucha hambre...—  dijo la castaña con un adorable puchero.

— pero... Comiste antes de que nos fuéramos de la taberna...— dijo incrédula.

— ¡Oye, por si no te haz dado cuenta estoy embarazada, ahora estoy comiendo por tres, así que, sumándome a mi seríamos cuatro!— se justificó la castaña volteando la mirada de la albina— ¡Tú no lo entiendes!

Las lágrimas empezaron a descender por las mejillas de la castaña, lo que avisaba que sus cambios de humor estaban comenzando a surgir nuevamente. Elizabeth no sabía que hacer contra eso.

— ¡Espera ¿Por qué lloras?!— cuestionó perdida la albina.

— ¡Porque estás insinuado que soy gorda!— gritó la castaña entre sollozos— ¡Y tienes razón!— sollozó más fuerte tras afirmarlo.

Ahora que hago...— se preguntó Elizabeth perdida.

[...]

Volvieron a la taberna, donde las recibieron con los brazos abiertos. Más se sorprendieron cuando vieron a la castaña llorar mientras Elizabeth la guiaba hacia alguien que pudiera ayudarla.

"Ay no..." Se escuchó de todos los presentes al verla de esa manera.

Meliodas se acercó para acudir de inmediato a las necesidades de su esposa.

— ¿Que sucedió?— le cuestionó a Elizabeth mientras acariciaba la coronilla de su mujer.

— hice un comentario y de un momento a otro empezó a llorar, todo el camino estuvo balbuceando que era... Gorda...— murmuró apenada Elizabeth por lo que suponía ella misma había ocasionado— ¡No era mi intención ponerla así!

Meliodas suspiró tras estar informado, tomó la mano de su esposa y le sonrió sereno.

— preciosa ¿Qué no hemos hablado sobre ese tema?— inquirió él con reproche, haciendo que la castaña bajaba la vista, avergonzada asintió— ¿Entonces por qué lloras?

— es que... Como mucho... y mi enorme panza... Me hace pensar que realmente soy así...— murmuró ella entre sollozos— y pensé que no iba a gustarte...

Él besó el dorso de la mano de su mujer y le sonrió coqueto—. Cómo no me gustaría una mujer tan bella como tú, estaría loco si así fuera— refutó—. Estás cansada, por eso piensas cosas que no son. ¿Quieres ir a descansar?

Ella asintió—. Si... Me siento muy agotada...— dejó escapar un bostezo, y finalmente sus lágrimas dejaron de fluir.

Meliodas, sin previo aviso tomó a su mujer en brazos, haciendo que el corazón de la fémina palpitara por la emoción y pena que le causaba estar de esa manera frente a sus compañeros. Ocultó su rostro en el hombro de Meliodas y se aferró a él para sentir la calidez que emanaba.

— miren eso— insitó Hawk viendo por detrás de Meliodas el rostro de la fémina.

Todos vieron a la mujer con atención y se sorprendieron al verla dormida en tan solo unos segundos. Era un récord increíble.

— usualmente cuando tiene esos descontrolar emocionales suele quedarse dormida al instante— le explicó el rubio a sus compañeros curiosos—. Así es ella.

Elizabeth los vió sorprendida. Meliodas era considerado al atender a su mujer minusiosamente, aprendiendo cada simple detalle de ella y cuidándola con suma delicadeza y afecto. La forma en que la calmó demostraba que solo Meliodas sabía cómo tranquilizarla.

Y la confianza de la mujer para acudir con su marido siempre que lo necesitaba era de admirar, no esperaba que el embarazo la hiciera tan vulnerable en cuanto a sus emociones.

— Meliodas...— llamó Elizabeth antes de que el aludido se retirara— en serio perdón, no era mi intención hacerla llorar de esa manera...— se inclinó apenada ante lo sucedido.

— tranquila, reina Elizabeth— escuchó la voz de Ban, por lo que inmediatamente subió la vista—, la pequeña suele ponerse así a menudo.

— el truco es no mencionar nada relacionado a su panza, la cantidad de comida que ingiere, no mencionar la palabra "gorda" ni hacerle notar que aún está en su embarazo— compartió Gowther con una sonrisa—. Cuando alguien le comenta sobre su embarazo asume que está gorda y empieza a llorar y a molestarse diciendo que no se le nota.

— es realmente molesto, pero hay que aguantarlo solo por unos tres meses más— comentó Hawk esperando ansioso ese día.

— ____________________ es muy explosiva cuando sus hormonas se alocan, no es del todo su culpa— dijo Wild junto a su hermano.

Elizabeth comprendió, pero aún así se sentía intranquila.

— Elizabeth— llamó Meliodas sereno—, tranquila, no es tu culpa, ella es así— empezó a caminar, y al estar en el primer escalón se detuvo y volteó a verla—. Gracias por intentarlo, aprecio mucho tu disposición.

Su sonrisa la hizo sentir en paz, y de repente, de una manera inexplicable para ella, sintió como una carga desaparecía de sus hombros, dejando latir de alegría a su corazón.

No entendía, pero ya no veía de la misma manera que antes.

Sonrió dulce, permitiendo la partida del rubio.

Un nuevo comienzo para Elizabeth Liones estaba a punto de iniciar, aún le faltaba ese elemento en su vida para que viera todo desde otra perspectiva.

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¡Hola, espero que estén bien!

Espero les haya gustado el capítulo de hoy y hayan tenido compasión con Elizabeth Liones y hayan sentido las palabras de la rayis :)

En otro capítulo pondré el giro que dará la vida de Elizabeth (creo que dije demasiado ._.)

Bueno, sin más que agregar, nos vemos en el siguiente capítulo!

Cuídense!

Bye Bye!
(◍•ᴗ•◍)❤






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