Capítulo 7
Elizabeth se despertaba alarmada.
Por el ventanal entraban leves rayos de sol a causa de la gran cortina que intentaba evitar su paso.
La reina de Liones había tenido una pesadilla que se había sentido tan real que su corazón no dejaba de palpitar aceleradamente.
Se levantó en seguida y se preparó para salir. Fue pensante al gran comedor para desayunar con sus hermanas y sobrina.
Justo ahí vió a su familia, almorzando animadamente, aunque eso no le daba la tranquilidad que ella necesitaba.
Saludó y se sentó en el extremo, ya era costumbre. Desayunó en silencio, manteniéndose fuera de toda conversación. Le extraño no oír a su sobrina hablar como era costumbre, levantó la vista hacia el lugar donde se supone que debería estar, pero no logró verla.
— ¿Margarita?— preguntó un poco inquieta.
— dijo que no se sentía bien, así que fue a su habitación— respondió Margaret.
Elizabeth se levantó de su asiento—. Iré a la taberna a ver como están los chicos— anunció dejando su desayuno a medio comer.
— ¿Por qué irías a ese lugar Ellie?— preguntó extrañada Verónica.
— creo que debería ir, algo me está molestando— dijo inquieta por la pesadilla que la había asaltado.
— ¿Podrías llevar a Margarita? Creo que jugar un poco con sus amigos le haría bien— preguntó Gilthunder.
— claro Gil. Los veré después— se despidió antes de salir. Fue a la habitación de la pequeña, donde la encontró mirando sus vestidos—. Margarita.
— hola tía Ellie. ¿Cuál crees que se ve más bonito?— preguntó alegre la pequeña.
— con cualquiera te verías hermosa, pero creo que me inclino por el de margaritas— dijo Elizabeth con una sonrisa—. Deberías ponert lo para ir con Ryota y Lancelot.
— ¿Me dejan ir?— preguntó entusiasmada.
— yo iré para allá y tu papá me pidió que te llevara— respondió Elizabeth.
Un grito de emoción salió de la pequeña, se cambió lo más rápido posible para salir.
Juntas salieron del gran castillo.
— tía Ellie, ¿Por qué irás a la taberna?— preguntó curiosa la pequeña.
— para ver a las chicas.
— ¿Y por qué el escándalo de ayer?— preguntó más curiosa.
Elizabeth se tensó un poco, pero la vió y sonrió—. Es que la mamá de Ryota y yo no nos llevamos bien.
— ¿Por qué si tú le agradas a todos?
— es complicado Margarita; pero que nada de eso te impida dejar de ser amiga de Ryota.
El camino de había quedado en silencio, la pequeña y la albina iban absortas en sus propios pensamientos.
Al llegar al Boar Hat vieron a todos reunidos en una mesa notablemente concentrados en lo que pensaban. El ambiente estaba tenso, eso logró persivir Elizabeth.
Se sorprendió al ver a Merlín en ese lugar, desde aquella vez no la volvió a ver ni por accidente, y pensó que eso seguiría así.
— Merlín....— murmuró Elizabeth alegre.
— hola hermana, ¿O debería decir reina Elizabeth?— preguntó la aludida con una sonrisa.
Ambos se acercaron y se dieron un abrazo lleno de nostalgia. A pesar de que Merlín admitiera que le gustaba Meliodas no existió ningún resentimiento en ella.
A Meliodas no le importaba todo eso, solo estaba concentrado en encontrar a su mujer.
Sintió que alguien tocaba su brazo, miró a su lado y vió a la pequeña niña.
— ¿Dónde está Ryota...?— preguntó tímida Margarita, sus mejillas estaban levemente sonrojadas y un lindo brillo prevalecía en sus ojos.
Meliodas sonrió feliz por eso, que ella y Ryota fueran tan buenos amigos en tan poco tiempo a pesar de las diferencias que existan entre él y Elizabeth era una cosa por la cual podía sentirse alegre en toda la situación.
— él está arriba con Lancelot, puedes ir a verlo— permitió el rubio.
Ella emocionada agradeció y subió a toda prisa para ver a su amigo.
Encontró la puerta de la habitación en la que se encontraban sus amigos semi abierta, entró sin más y los vió a ambos, pero extrañamente frustrados.
Ellos la vieron al percatarse de su presencia.
— Margarita— dijo Lancelot sin saber que más decir.
Ryota apartó la mirada de ella frustrado, todo lo que le pasaba empezaba a estresarlo.
— ¿Pasa algo Ryota?— preguntó confundida al verlo tan serio. Pero también podía persivir tristeza en él—. Lancelot ¿Hice algo malo? ¿No querían verme?— preguntó un poco triste.
— es que la mamá de Ryota fue secuestrada y estamos tratando de buscar la manera de ayudar— respondió serio Lancelot.
Margarita vió preocupada al castaño, el cual se notaba que claramente quería llorar, pero no se lo permitía. Se acercó a él y lo abrazó en forma de apoyo, él se sorprendió.
— tranquilo Ryota todo va a salir bien— dijo ella segura—. Estaré contigo pase lo que pase— susurró solo para él.
Él se sonrojó, pero correspondió agradecido el abrazo.
[...]
— Alexander— llamó Lauren mientras acariciaba la mejilla de éste—, ¿Realmente quieres a esa mujer en nuestras vidas?
— ¿Celosa, Lauren?— preguntó de manera jocosa Alexander, ella lo miró neutra—. Ella es nuestra hermana, debemos ser una familia unida.
— para mí solo es una simple mujer, y solo es nuestra hermanastra— dijo indiferente.
— tú y yo somos hermanastros también, ¿Entonces por qué me tratas así?— le susurró seductor al oído acariciando su muslo.
— porque a ti si te quiero, ella solo se interpondrá entre nosotros— murmuró ella irritada.
Ella estaba a horcajadas en el regazo del hombre, él acariciaba su espalda y muslo. Ella comenzó a besar el cuello del pelinegro.
— ella es esencial para obtener el trono del rey demonio— se levantó con ella rodeando su cintura—, es la debilidad de Meliodas, y ahora con sus crías será más fácil sacar a relucir su vulnerabilidad— entró a una habitación y la dejó en la cama—. Para obtener lo que me pertenece debemos utilizarla.
— pero no saldrá ilesa de esto— dijo ella con una sonrisa socarrona.
Juntaron sus labios, él la miró tras despojarla de su ropa.
— que bueno que lo entiendes— se acercó a su oído—, porque no soporto a la gente estúpida...— le susurró severo.
Ella le hizo lo mismo—. Qué bueno que no tendrás que lidiar con eso mientras yo esté aquí...— le susurró.
— mientras me obedezcas no tendré ningún problema contigo— dijo serio—. No me decepciones, Lauren, porqué si lo haces no dudaré en degollarte...
Mientras tanto la castaña aún trataba de liberarse de sus ataduras, pero el hechizo seguía vigente a pesar de todo los esfuerzos.
Una gran ira recorrió todo su sistema, empezó a emanar un aura negativa, y de ella salió una columna de fuego oscuro junto a un grito lleno de frustración.
No le cayó nada encima gracias al fuego, el cual pulverizó los fragmentos que estaban destinados a caer.
— ¡Maldita sea!— exclamó ella molesta—. Debe haber alguna forma de salir...
Sintió algo clavarse en su muslo, un grito involuntario salió de su boca ante la sorpresa. Arriba de ella estaba la pequeña niña de antes viendola burlona.
La pequeña se paró frente a ella sosteniendo una daga en su mano.
— pero no hay forma de salir— se burló Alía—. Pobre de tu familia, a de estar muuuy preocupada— canturreó.
— jamás creí odiar tanto a una niña— murmuró con ironía—. Ustedes fracasarán, no lograrán vencernos.
— no cantes victoria~— canturreó—. ¿Ves esto?— dijo más seria señalando su propio cuerpo—, por la culpa de tu estúpido marido me quedé con este cuerpo. Jamás creceré, jamás madurare, siempre tendré este aspecto por su culpa y la de esa diosa.
— entonces realmente no eres una niña...
— ¡Por supuesto que no estúpida!— gritó molesta al escucharla—. Todos piensan eso, y por eso será una increíble ventaja— dijo con una sonrisa ladina. Sacó su otra daga del muslo de la mujer, creando una expresión de dolor en la afectada. Lamió la sangre que quedó en la hoja y sonrió—. La sangre de embarazada es más deliciosa.
— están locos...— murmuró la castaña.
— cualquiera que nos viera diría que somos vampiro, pero en realidad no es así— empezó a decir una voz masculina, pero infantil—. Nuestra familia disfruta de la sangre, su sabor es distinto dependiendo del ser.
— he probado la sangre de hadas, gigantes, humanos y demonios— comentó Alía—, pero aún me falta la sangre de vampiro y la de diosa.
— sería irónico que alguien más le chupe la sangre a un vampiro— dijo Aron—. Pero es una lástima que el clan vampiro no esté en este mundo, y la raza de las diosas quedó extinta hace milenios.
— ¡Pero Aron! Hay una vampira y una diosa en este mundo— le comentó ella emocionada.
— ah sí, la mujer del hermano de Meliodas y la diosa que abandonó por ti— dijo viendo a la castaña.
— ¡A-ron!— canturreó—, desde que despertamos he querido ir tras esa diosa y arrancarle las alas, podría probar su sangre de paso— dijo ella—. ¿Podemos ir, por favor?— preguntó con una tierna sonrisa.
— ¡No se atrevan!— gritó molesta la castaña.
—uhm, está bien Alía— permitió Aron con una sonrisa ladina—. Yo iré contigo para cuidarte.
La castaña gruñó, su ceño estaba fruncido.
— para ser la persona que le quitó el hombre te preocupas mucho por ella— dijo Aron burlón—. ¿A caso es la culpa?
— cállense— murmuró molesta.
— te recomiendo calmarte, no creo que quieras perder a tus bebés apenas pasa seis semanas— advirtió él—. Vamos Ali.
Ambos se fueron, la pequeña más alegre que antes.
[...]
Pasaran dos días de tu secuestro, me siento frustrado, impotente, solo en las noches.
Quiero encontrarte.
Meliodas estaba absorto en sus pensamientos mientras veía el paisaje frente a él.
Se preguntaba cómo estaban Zeldris y Gelda, si ya se habrían enterado de lo acontecido antes de que _______________ fuera raptada.
Elizabeth salió del establecimiento, no esperó encontrarse con Meliodas, suponía que él había ido a explorar el área. Con los nervios recorriendo sus sistema se acercó hasta quedar un metro detrás de él, así no tendría que hacer contacto visual.
— ¿Qué haces aquí Elizabeth?— preguntó serio el rubio al persivir la presencia de la albina
— yo solo quería ver como estaban las chicas y traer a Margarita para...-
— no Elizabeth ¿Qué haces aquí afuera conmigo?— volvió a reformular su pregunta.
— ¿A caso te molesto de algún modo?— preguntó seria.
— responde mi pregunta— insistió él.
— pensé que podría decirte algo para hacerte sentir mejor, porque aunque no lo creas no me gusta verte mal— dijo ella firme.
— como yo esté no debería importarte, o al menos eso pensé.
— ¿Esperabas que te odiara por abandonarme por ella?— dijo ella con gracia—. Lamento decepcionarte.
— la odias a ella ¿Verdad?— le preguntó con interés.
— ¿Sería una mala persona si admitiera que la odio, que aún le guardo rencor?— murmuró ella sintiendo como su corazón se estrujaba.
— solo serías una persona a la que le rompieron el corazón— respondió él—. Pero diriges tu odio a la persona equivocada, ella no fue la que te dejó, fuí yo.
— ¡Lo sé Meliodas, pero aún mantengo la absurda esperanza de que vuelvas a mi lado!— confesó ella con la voz rota—, de que al menos esto haya sido una pésima pesadilla. Pienso que no haz vuelto porque ella está.
— Elizabeth— volteó a verla con una mirada neutra.
— pero ahora sé que ya no volverás; te casaste con ella, tuviste un hijo con ella, y por lo que me contó Diana tendrás otro. Sé que ahora ellos son lo más importante para ti, porque eres un hombre dedicado a tu familia, ¿Cómo lo sé si nunca tuvimos una? No lo sé. Aunque te obligaran, jamás podrías abandonarlos. Pero aún así no puedo evitar seguir amándote, cuando pensé que eso había quedado en el pasado, que lo había superado.
— lamento haber despertado sentimientos del pasado, perdón por haberte lastimado e ilusionado; pero Elizabeth, no puedo decir que me arrepiento de mi desición.
— lo sé Meliodas, lo noté desde que te ví llegar con ella— dijo—. ¿Por qué tú? ¿Por qué tengo que seguir sintiendo esto por ti?— preguntó con lágrimas bajando por sus mejillas, apretando su pecho para aliviar el dolor—. La odio, ella te alejó de mí, su presencia cambió todo...
— lo siento Elizabeth, pero en la vida algo tiene que cambiar, y ese algo fue lo nuestro. Pero no me arrepiento ni un segundo de nada de lo que hice— dijo serio—. Pero ahora solo quiero recuperarla, tenerla a ella y a mis hijos a mi lado, eso es lo que realmente quiero. Y lo obtendré, ya sea con o sin tu ayuda.
— te da igual lo que me pase...— afirmó dolida.
— eso no es cierto...— negó el rubio.
— pareciera que tú y yo nunca estaremos bien— dijo ella.
— mientras sigas odiando a mi mujer no lo estaremos— dijo firme.
Elizabeth no dijo más, caminó hasta pasar por su lado, pero antes de irse s detuvo.
— por favor cuida de Margarita, eso te lo puedo confiar— pidió antes de irse.
Meliodas suspiró frustrado, volteó para mirar como ella se alejaba cada vez más.
Mientras que Elizabeth seguía dejando que las lágrimas siguieran derramándose de manera incontrolable. Se permitió sollozar, su corazón estaba dolido.
Se encontró una pequeña figura frente a ella, se secó rápido las lágrimas, pero ya se notaba que había llorado. Era una niña la que estaba frente a ella.
La pequeña de ojos azules la miró fijamente—. ¿Qué sucede señorita? ¿Por qué llora?
— no pasa nada— le dijo dulce a la pequeña. Se arrodilló para estar a su altura—. ¿Qué haces aquí tú sola?
— es que estaba buscando a alguien...— murmuró con la mirada baja.
— ¿A tus padres?— ella negó—, ¿A tu hermano?— volvió a negar—, ¿Algún amigo?— volvió a negar. Elizabeth suspiró derrotada—. ¿A quien buscas pequeña?
Sin esperarlo una daga fue incrustada en el hombro de la albina, ésta se levantó y gimió ante el dolor.
— ¡a ti!— exclamó la niña con una sonrisa ladina. Saltó hasta la albina y le quitó la daga, lamió su sangre y la saboreó—. No tiene el sabor que esperé; es pura— dijo insatisfecha.
— ¿Quién eres tú?— preguntó confundida, pero más alerta.
La pequeña hizo aparecer una marca demoníaca en su frente y sus ojos se volvieron azules. La albina se sorprendió, más no lo demostró.
— alguien que se va a vengar por dejarnos en el limbo— dijo más seria.
Elizabeth sintió varios objetos ir hacia ella, saltó y efectivamente unas dagas se incrustaron en el suelo.
— ¡Luz castigadora!— exclamó Elizabeth. Un rayo de luz fue hacia la niña, pero ella lo evitó.
— no creas que tus rayitos van a vencerme— mandó unas dagas hacia la albina, una de ella le dió en el hombro—. Por lo que sé eres parte humana por tu maldición de reencarnación, así que no será tan difícil matarte, y no volverás nunca más.
Una ola de fuego fue dirigida hacia ella, pero alguien la sacó del camino para evitarlo.
— ¿Es en serio?— preguntó jocosa la pequeña—. El rey demonio viene a salvar a la rata mientras su esposa está secuestrada.
Elizabeth lo observó, se sonrojó ligeramente al estar en los brazos del rubio, pero no se permitió hacerse ilusiones, solo en disfrutar los efímeros segundos en los que estaba tan cerca de él.
Aquellos segundos se acabaron.
Meliodas miraba con el ceño fruncido a la niña que estaba en los aires, ella tenía una sonrisa socarrona en su rostro.
— ¿Dónde está ella?— preguntó exigente el rubio.
— es un secreto que jamás diré— dijo la niña guiñando un ojo.
El rubio se abalanzó hacia ella y la golpeó hasta estrellarla en el suelo, la niña se quejó y dejó salir lágrimas.
— ¡Hermano!— gritó ella necesitada— ¡Meliodas me golpeó!
— tranquila Alía, tú eres fuerte, puedes soportarlo— dijo otra voz, infantil, pero sonaba seria—. Es hora de irnos.
— ¡Pero la rata...!-
— pero nada, no tiene sentido matarnos para matarla a ella.
Meliodas iba a volver a atacar a la niña, pero un mandoble lo hizo frenar a medio camino. Observó a un niño frente a la enemiga, éste la abrazaba de forma protectora.
Al verlo de frente notó el parecido que tenía con la niña, por lo que supuso que eran gemelos.
— tic tac Meliodas, tic tac— dijo el niño burlón—. No querrás que tu esposa e hijos pasen momentos horrorosos.
Elizabeth se sorprendió al escuchar hijos, pero no dijo nada.
Meliodas los miraba frustrados, y aparentemente enojado.
— ¡¿Qué le han hecho?!— preguntó él.
— nada aún, pero te recomiendo que te des prisa, porque lo que seguirá hará que tu esposa haga un noble sacrificio— advirtió con una sonrisa ladina.
Sin esperarlo los niños desaparecieron, Meliodas golpeó el suelo frustrado, hundiéndolo en el acto.
[...]
— ¿Cómo les fue?— preguntó Lauren intrigada.
Los gemelos la miraron con una sonrisa ladina.
— no logramos matarla, pero el rey demonio estará más desesperado en encontrar a su mujer— dijo Aron.
— ¿Podemos iniciar con la tortura?— preguntó ansiosa Alía.
— por supuesto, vayan por el material— pidió Lauren.
La niña se retiró emocionada. Aron miró a Lauren con una sonrisa ladina, y sin más se retiró tras su hermana.
La mujer se fue nuevamente con su amante, al llegar se subió a su regazo una vez más.
— iniciaremos con la tortura, espero que estés de acuerdo...— le murmuró al oído.
— de acuerdo, deben preparar el cuarto— le ordenó serio.
— los gemelos están en eso— le dijo.
Unieron sus labios.
Mientras tanto la castaña presa jadeaba ante lo agotada que se sentía.
Tranquilos, solo aguanten un poco más, su papá vendrá por ustedes... Lo sé.
__________________________________________________________________
____________________
|
Hola gente hermosa!
Espero que todos estén muy bien.
Espero le haya gustado el capítulo de este día y que el interés siga creciendo en ustedes ( ◜‿◝ )♡
Sinceramente me está gustando el rumbo que toma esta historia.
Espero que a ustedes igual.
Sin más que agregar, nos leemos en el siguiente capítulo!
Bye Bye!
(◍•ᴗ•◍)❤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro