Capítulo 4
Unos toques en la puerta despertaron a la mujer acostada junto a su marido e hijo, los cuales aún dormían.
Permitió el pase, se incorporó y al ver la puerta abierta vió a Ban.
— ¿Cómo te sientes?— preguntó con una sonrisa serena el albino.
— un poco adolorida y débil, pero no es nada que no pueda soportar— respondió la mujer dando un suspiro.
Ban observó a su capitán e hijo abrazados, lo que le resultó bastante tierno. Tomó un taburete que estaba justo en el lado de la castaña y se sentó.
— ¿tienes la familia que siempre quisiste?— interrogó Ban con una apacible expresión.
— sin dudas. Ellos son lo más hermoso que me ha pasado en la vida. Todo el dolor que pasé durante el embarazo valió la pena— respondió ella con nostalgia—. Volvería a pasar el mismo dolor cuantas veces sean necesarias si después puedo sostener a mi bebé.
— la maternidad te ha hecho más sensible— dijo él.
— aparentemente— ella levantó sus hombros—. ¿Y tú haz obtenido la familia que siempre quisiste?
— la verdad es que si. Anhelo poder ser el padre que alguna vez fue Zhivago para mi— respondió nostálgico.
— tu hijo ha crecido sano y con mucho amor, eso ya es un logro.
— si, pero ha estado actuando más serio de lo que debería. Elaine dice que debe ser una etapa— dijo preocupado.
— no tienes que preocuparte, seguro es eso, y tal vez quiera que te sientas orgulloso de él.
— pero yo ya me siento orgulloso de que sea mi hijo— dijo frustrado—. Pequeña, no quiero echarlo a perder...
— y no lo harás— tomó las manos del albino y le sonrió—. Ban, no he estado aquí para verlo, pero sé que tú has sido, eres y seguirás siendo un padre ejemplar. Todos pueden cometer errores en esto de la paternidad, pero lo importante es avanzar para no cometerlos otra vez.
— ¿El capitán?— preguntó burlón.
— sip.
Ambos rieron levemente para no despertar a los otros dos. Se miraron y se abrazaron.
— te extrañé, Ban— dijo melancólica.
— y yo a ti, pequeña— murmuró él.
Ambos se habían necesitado desee su despedida; ella necesitaba escuchar la rusa escandalosa del albino; él necesitaba los reproches de la mujer cada que hacía algo mal; y más aún, ambos querían compartir un buen trago. Ahora que estaban juntos finalmente, estaban felices.
Se separaron del abrazo.
— sobre lo que dijo esa mujer...— murmuró Ban.
— eso me dejó realmente impactada— dijo la castaña sin darle mucha importancia.
— espera, ¿crees que es cierto?— preguntó sorprendido el albino.
— no descarto esa posibilidad. Ella tiene el mismo poder que yo— le comentó seria—; según mi padre solo nuestra familia lo posee.
— entonces esa mujer es familiar tuyo— murmuró irritado—. Lo siento, pero ignoraré eso. Esa maldita lastimó a mi hijo.
— no pretendo tenerle piedad la próxima vez que la vea. Que seamos familia no cambia nada. Lastimó a mi bebé, eso lo pagará con sangre— dijo fría.
— estamos de acuerdo— dijo él. Se dieron un apretón de manos—. Por cierto ¿No deberías ser más fuerte que ella?
— si.
— ¿Entonces por qué fue para ella tan fácil herirte así?
— no lo sé... Me sentí muy cansada, como si hubieran tomado mis fuerzas...— murmuró pensativa. Una posibilidad llegó a su mente, lo que la hizo tensarse. Le pidió a Ban salir de la habitación y así fue.
— ¿Qué sucede? ¿Hiciste esa técnica otra vez?— preguntó severo.
— no... Ban...— murmuró asustada. Tocó su vientre— yo creo que...
— ¿Qué?— no entendió.
Ella se acercó al oído del albino—. Creo que estoy embarazada...
Ban se impactó, la tomó por los hombros y la miró con una gran sonrisa. Creía que eso era motivo de celebración.
— ¡Eso es fantástico _________________!— exclamó él emocionado.
— ¡No, no lo es! Y baja la voz— pidió preocupada de que su esposo se haya despertado.
— ¿Qué dices?— preguntó desconcertado ante la falta de alegría de su compañera.
— si es una noticia maravillosa, pero este no es el momento de estar embarazada— dijo preocupada—. ¿Qué voy a hacer?
— ah... Entiendo lo que dices...— murmuró comprensivo—. Pero tranquila, todos te protegeremos a ti y a ese bebé.
— en primera, no sé si realmente estoy embarazada, pero es algo posible; y segundo, no pretendo decirle a nadie.
— ¿Ni siquiera al capitán?— preguntó extrañado.
— no. Ban, si le digo se va a preocupar de más, no quiero estresarlo; además, si pasa algo, no quiero ilusionarlo...— murmuró triste.
— oye, si Elaine fuera la que estuviera embarazada y me ocultara algo así estaría muy molesto, pero respeto tu desición— se resignó.
— sé que se podrá molestar conmigo, pero...-
— no quieres preocuparlo, ahora más que acabaste de recibir una paliza de tu prima— terminó por ella.
— ¡Oye! No me dieron una paliza, y no vuelas a decir que ella es mi prima. Qué compartamos sangre nos nos hace familia— le dijo neutra.
— está bien, está bien— levantó sus manos en signo de rendición—. En fin. ¿Cómo averiguarás si estás embarazada?— preguntó curioso.
— esperaré a sentir otros síntomas a parte del cansancio; pero tengo que disimular muy bien si eso llega a pasar para que no se den cuenta.
— tranquila, yo te apoyaré. Y por cierto, alguien más puede descubrirlo.
— ¿Quién?— preguntó preocupada.
— Elaine, recuerda que ella puede leer tus pensamientos y eso— le recordó.
— confío en ella, así que no importa. Tú hijo no lee mentes ¿Verdad?— preguntó de brazos cruzados y alzando una ceja.
— ¿Por qué eso sería un problema?
— porque podría decírselo a Ryota y Ryota se lo diría a Meliodas. Piensa, Ban— le reprochó.
Ban rodó los ojos—. Tranquila, no lo hace, o al menos no ha podido.
— bien. Y gracias por tu ayuda Ban — le dijo con una sonrisa sincera.
— la familia se ayuda entre sí — dijo abrazándola.
[...]
Todos ya estaban reunidos en el bar. La familia Liones mantenía su distancia con los demonios presentes, excepto Margarita, la cual sin importarle las órdenes de su madre corrió hasta Ryota.
— ¿Te duele?— preguntó en un murmuró la niña viendo el brazo vendado de su nuevo amigo.
— no, para nada. Puedo soportar peores cosas que esta— respondió egocéntrico, pero recibió un golpe por parte de su padre, lo que lo hizo quejarse.
— deja de ser tan egocéntrico— dijo Meliodas.
La niña rió ante lo que acababa de pasar, Ryota la vió y sonrió con sus mejillas levemente ruborizadas y empezó a reír junto a ella, pero de forma nerviosa.
________________ fue junto a su esposo y abrazo su brazo.
— parece que ya flecharon a Ryo— le susurró a su esposa entre risas.
La castaña sólo bufó y miró con el ceño fruncido a su hijo, reflejando nostalgia.
— no quiero que me quiten a mi bebé— murmuró en un puchero la castaña.
— ven, yo te consuelo— le susurró Meliodas cariñoso. La apegó más a él, la abrazó con el brazo que ella abrazaba y le dió leves caricias.
— ¿No te molesta que Elizabeth pueda vernos...?— murmuró ella.
— no. El hecho de que ella esté presente no significa que te dejaré a un lado— le murmuró seguro.
La castaña suspiró aliviada de escucharlo decir eso—. Gracias.
— no hay nada que agradecer preciosa.
— por cierto Meliodas, ¿Le dijiste a Mazikeen que informara a Zeldris y Gelda?— le cuestionó curiosa.
— si, antes de bajar se lo pedí.
Meliodas tomó la mano de su esposa y sonrió agradecido de tenerla a su lado.
Elaine y Ban los veían felices de que ellos disfruten de su vida, incluso en ese momento.
Pero Ban se sentía un poco incómodo en ocultarle algo tan importante a su mejor amigo. Elaine lo notó en cuanto él se reunió con ella. Estaba sorprendida, y no quiso ocultar algo tan importante, pero se resignó. No era su desición.
Lancelot se acercó junto a Ryota y Margarita a Ban e Elaine.
— papá, ¿Podemos ir a entrenar un poco?— le preguntó Lancelot serio.
— ¿Después de lo que pasó quieres salir?— preguntó preocupada Elaine.
— solo será aquí en frente, no nos pasará nada y ustedes podrán reaccionar a cualquier anormalidad — dijo Lancelot sereno.
— por mi está bien, eres conciente de lo que pasa— dijo Ban.
— ¡Ban!— exclamó Elaine con reproche.
— ¡Por favor tía Elaine!— pidió Ryota con una tierna sonrisa. Siempre usaba su ternura para conseguir cosas, eso ya había funcionado con su madre.
— ¡Si, por favor señora Elaine!— pidió Margarita insistente.
La rubia se resignó a aceptar con la condición de que pidieran ayuda en cuanto la necesitaran. Ellos aceptaron y salieron contentos.
— ¿A dónde va Margarita?— preguntó preocupada la madre de la mencionada.
— Ban, ¿por qué los niños salieron?— preguntó seria la castaña.
— tranquilas, están aquí en frente, no les pasará nada — dijo despreocupado el aludido.
— tranquila _______________, estamos aquí para protegerlo— murmuró Meliodas de forma suave para calmarla.
— si Margaret, estamos cerca de ella— dijo Gilthunder.
Ambas mujeres se resignaron.
— chicos, tenemos que discutir sobre lo que pasó— dijo King serio.
— es verdad. Aún no nos han dicho que pasó— dijo Diana sosteniendo la mano de King.
— un demonio atacó a los niños, y puedo asegurar que es ese demonio el que ha estado desapareciendo gente— dijo _________________ seria.
— ¿Pero para qué haría algo así? ¿Para llamar la atención?— preguntó desconcertada Diana.
— no, es para comerse las almas, seguro para recuperar la fuerza que le quitó el sello— respondió Meliodas.
— pero si ella estaba sellada, ¿Cómo logró salir?— preguntó extrañado King.
— ella ha estado libre desde aquella vez que el Rey Demonio liberó a Indra. Ese día ella fue directo a mi a atacarme— respondió la castaña.
— ¿desde entonces? Pero si esto apenas inicio hace unos meses— dijo extrañado Gilthunder.
— seguro a estado entrenando y ahora va por las almas— posibilitó la castaña.
— en fin. Ahora al menos nosotros cuatro y los niños sabemos su apariencia— dijo Meliodas—. Tenemos un poco de ventaja.
— pero además, nombró a __________________ como "prima". ¿Eres familiar de ella?— le preguntó King a la nombrada.
— aparentemente— dijo despreocupada la mencionada—. Pero no me interesa, muchas ganas tengo de matarla— dijo fría.
— igual yo— apoyó Elaine igual de fría.
— ¿Elaine?— cuestionaron Ban y King sorprendidos.
— esa mujer lastimó a mi hijo, eso jamás lo perdonaré— respondió la nombrada.
— entonces hay que estar alertas, ella puede aparecer en cualquier momento del día— dijo Meliodas.
Todos asintieron.
Un golpe resonó en toda la taberna, alarmados salieron en seguida para ver qué sucedió.
Encontraron a los niños, sin ninguna amenaza contra ellos; sin embargo, Lancelot estaba acostado boca arriba con una herida en su frente, de la cual brotaba una pequeña cantidad de sangre; Ryota estaba frente a él para ayudarlo a pararse y Margarita miraba preocupada la herida del rubio.
— ¿Qué pasó?— preguntaron Elaine y _________________ al unísono.
— nada— respondió Lancelot. Se tocó la frente y al ver sus dedos notó sangre en ellos.
— perdón, creo que me excedí— dijo Ryota entre una suave risa.
— no importa, solo es un rasguño— dijo despreocupado Lancelot.
Un carraspeó los hizo prestar atención a los adultos presentes, notaron las miradas severas de sus madres.
— estábamos entrenando y nos lo tomamos muy en serio, por lo que Ryota me hizo esto— explicó Lancelot apuntando su frente.
— pero fue accidental. Mamá, no te enojes— suplicó Ryota nervioso.
— tienes que tener más cuidado Ryota, Lancelot puede salir muy herido y tardar en sanar— le dijo con reproche Meliodas.
— tienes que medir tu fuerza — le dijo la castaña.
Ryota asintió comprendiendo lo dicho. Lancelot era su primer amigo de verdad, no quería perderlo, menos por sus propias manos.
— ¿Te duele?— preguntó Elaine preocupada—. No debí dejarte, las heridas de antes fueron graves, y ahora esto...
— tranquila mamá, la señorita Elizabeth me sanó por completo, y esto sólo es un rasguño— le dijo el pequeño rubio para calmar a su madre.
— aún así me preocupa. Ven, Elizabeth te sanará— dijo Elaine y lo arrastró hacia el interior de la taberna.
Al entrar vieron a Elizabeth mirando un punto fijo del suelo, se notaba desanimada y pensativa.
— ¿Estás bien Elizabeth?— preguntó Elaine.
La aludida volteó a verla y sonrió lo mejor que pudo—. Si, solo estaba pensando en lo que está pasando.
Parecía haber olvidado el poder de Elaine. La rubia vió sus verdaderos pensamientos, la miró con tristeza, pero no mencionó nada. Al menos no por ahora.
— ¿Podrías ayudar a Lancelot? Si no es mucha molestia— preguntó Elaine
— claro— aceptó la albina.
Cuando todos volvieron al interior de la taberna vieron a Elizabeth sanar a Lancelot con gran facilidad.
Ryota vió y sonrió fascinado, se acercó va la albina y la miró de la forma más inocente.
— ¿Puedes sanarme a mi también? Lancelot también me hirió— preguntó Ryota.
Meliodas y _______________ vieron preocupados la escena. No le habían explicado nada a su hijo sobre su relación con Elizabeth, ni siquiera la había mencionado antes para no abrir heridas del pasado.
Temían por la reacción de la albina, pero se aliviaron al verla sonreír.
— por supuesto— murmuró la albina tratando de ocultar el dolor que había renacido después de creerlo olvidado.
Lo sanó lo más rápido posible. Al terminar Ryota vió donde alguna vez estuvieron sus heridas y le sonrió a Elizabeth agradecido.
— es increíble señorita. ¿De qué raza es?— preguntó curioso Ryota.
— Ryota, eso no es correcto — reprochó Meliodas serio.
— tranquilo, está bien— le dijo Elizabeth al rubio, luego le sonrió al niño—. Yo soy una diosa.
— ¿Diosa? Pero mi tío Zeldris me contó que esa raza ya no existe.
— bueno, yo fuí la única que quedó.
— oh, ¡Increíble!— exclamó Ryota emocionado.
[...]
El resto de la tarde transcurrió un poco rara para todos, exceptuando a los niños.
Ryota la pasó haciendo algunas preguntas a Elizabeth, disfrutando cada respuesta.
A Elizabeth le resultaba incómodo interactuar con el hijo de su ex, pero sabía que el pequeño no tenía culpa de nada. No le molestó responder las preguntas del niño y contarle lo que había vivido, claramente exceptuando las partes en las que Meliodas y _________________ formaron parte.
Después de una rato de esa rara escena, todos se aliviaron al no ver malas reacciones por parte de la pareja demonio y la diosa.
Sin embargo __________________ se sentía bastante inquieta al ver a su hijo con la mujer que alguna vez estuvo con Meliodas. Se imaginaba una realidad en la que Ryota no fuera su hijo, sino de ella; que hasta tuviera otro nombre y otros recuerdos.
No sabía si culpar su posible embarazo, pero se sentía muy asustada de que Ryota llegara a tener un gran cariño hacia Elizabeth.
La diosa era linda, amable, solidaria y tenía un fuerte espíritu, eso se notaba.
Se asustaba más al pensar en esa posibilidad. No quería que por su severidad perdiera a su hijo. Sabía que estaba exagerando, pero ella así se sentía.
Meliodas, Ban, Elaine e inclusive Lancelot notaron aquel sentimiento, pero decidieron no discutirlo en esos momentos.
Lancelot se extrañó al poder escuchar los pensamientos de la castaña. Era algo que hablaría con sus padre más tarde.
Llegada la noche todos estaban en sus respectivas habitaciones. Ambos niños dormían en una habitación para otorgar privacía a los adultos.
Meliodas miraba preocupado a su esposa, la cual estaba acostada en la cama notablemente pensante.
Él se acostó a su lado y la abrazó—. Sé que algo te preocupa, y siento que tiene que ver con la extraña amistad entre nuestro hijo y Elizabeth.
— no es nada, solo estoy muy cansada.
— ¿Después de dormir esta tarde?— le cuestionó el rubio—. Preciosa, no hay necesidad de ocultarme nada.
— es que creerás que estoy loca— murmuró avergonzada
— yo ya sé que estás un poco loca, y así te amo.
Ella suspiró—. Es que ver a Elizabeth y Ryota tan amigables me dió miedo de que él llegue a quererla... Más que a mí.
— ¿Qué?— emitió Meliodas desconcertado.
— si hubieras estado con Elizabeth, ella sería su madre, tu esposa, y pienso si eso hubiera sido lo mejor para ambos...— murmuró entrecortada.
Él se incorporó y la miró incrédulo— ¿De verdad piensas eso?— se quedó callado al ver las lágrimas de su esposa.
— ¡Si! ¡Estoy loca por pensar en eso pero no puedo evitarlo!— dijo ella molesta sin razón—. ¡Tal vez serías más feliz junto a Elizabeth!
Ella se cubrió la cara con la almohada y ahogó sus sollozos en ella. Meliodas tan sólo la miraba perplejo.
¡¿Por qué estoy llorando?!— pensó ella.
¿Qué le pasa a ________________?, Ella no es así de... Intensa...— pensó el rubio sin saber que decirle a su esposa.
¡Si sigo así me va a descubrir! ¡Cálmate mujer!— se ordenó a sí misma.
Meliodas se recompuso y acarició la espalda de su esposa.
— si, tal vez sería feliz con ella, pero contigo tengo felicidad hasta de sobra, y más ahora que me has dado el regalo más valioso de mi vida, mi hijo. Comprendo tu inseguridad, yo estaría igual si te viera con tu ex; pero ambos tenemos que tener presente que nos amamos más de lo que pudimos amar a otro.
Ella lo miró y sus lágrimas pararon.
— Ryota no querrá a Elizabeth tanto como te quiere, no, tanto como te ama a ti. Él está muy feliz de que tú, y solo tú seas su madre. Si, a veces eres un poco dura, pero él sabe que es eso lo que necesita, lo que lo ayuda a crecer. Ryota solo tiene ojos para ti.
Ella se incorporó y sonrió más calmada—. Si, tienes razón. Perdón por el drama, supongo que lo que pasó esta mañana me puso mal— murmuró secando sus lágrimas.
— tranquila, está bien.
Acarició el rostro de la mujer y sin más la besó. Ese beso tomó intensidad, ella se subió al regazo de su esposo y él la sostuvo firmemente por las caderas. Él besó su cuello hasta descender a su pecho, donde dejó chupetones.
La dejó en la cama y se puso sobre ella.
— ¿Sabes? Esta es una de las cosas que amo de ti, no te cohibes conmigo— dijo seductor—. Sólo tú puedes darme lo que necesito.
— Meliodas...— cambiaron de posiciones— sólo tú puedes hacerme esto. Te daré lo que necesitas.
Y sin más ambos se volvieron uno solo esa noche. Disfrutando de su privacía.
Mientras tanto Ban e Elaine estaban a punto de conciliar el sueño, pero la puerta de su habitación se abrió llamando su atención.
Lancelot se acercó y se sentó en un taburete de la habitación, sus padres lo vieron expectantes.
— ¿Cómo pude ver los pensamientos de tía __________________?— soltó de repente su esperada pregunta.
Los adultos se vieron entre sí, bastantes sorprendidos. Elaine se acercó a su hijo y lo abrazó muy contenta; Ban igual lo estaba, pero temía que los pensamientos que su hijo logró escuchar fueran los de el posible embarazo de su amiga.
— ¡Lancelot! ¡Ya puedes usar la telepatía!— exclamó orgullosa Elaine— pensé que tardaría más, pero lo haz logrado.
— ¿Desde cuándo puedes hacer eso?— preguntó curioso Ban.
— justo después de que Ryota me golpeó y dejó esta cicatriz. Cuando entramos pude oír muchas voces en mi cabeza, y sin quererlo presté atención a los pensamientos de la tía ___________________— respondió Lancelot.
— ¿Qué escuchaste?— preguntó Ban nervioso.
— la tía estaba muy triste; tenía miedo de que Ryota se encariñara con la señorita Elizabeth y la dejara de lado. La verdad creo que fue muy exagerada, él es su hijo y no dejará de quererla.
Ban e Elaine volvieron a observarse; volvieron la vista a su hijo.
Ban soltó un suspiro que no supo que estaba conteniendo. Estaba aliviado de que Lancelot solo averiguara eso.
— escucha Lancelot, es posible que _________________ esté embarazada— justo cuando Elaine dijo eso Ban se atragantó con su propia saliva, lo que lo hizo toser abruptamente, más ella y el niño lo ignoraron—, tendrás que guardar el secreto.
— ¿Por qué no se lo dice al tío Meliodas?— preguntó curioso.
— porque no quiere preocuparlo. Estos tiempos le hacen muy complicado su estado, por eso piensa que Meliodas se preocuparía mucho.
— entiendo. Los adultos tienen demasiados problemas— suspiró—. Está bien, guardaré el secreto.
Elaine le sonrió—. Gracias hijo.
— no es nada mamá. Me iré a dormir, Ryo y yo acordamos levantarnos temprano para entrenar. ¿Podrías asistir con el tío Meliodas, papá?— preguntó Lancelot.
Eso sacó a Ban de su trance, miró a su pequeño a los ojos y asintió.
— buenas noches— dijo Lancelot antes de salir.
— buenas noches— dijeron los adultos.
Cuando el niño ya estaba fuera de la habitación, Ban miró a Elaine esperando una explicación.
Ella suspiró—. Lo iba a descubrir de todas formas, eso pudo ser muy grave ya que se lo hubiera comentado a Ryota de inmediato y él emocionado iría con Meliodas, en el mejor de los casos con _________________— explicó serena—. Ahora que le dijimos nosotros no le dirá a nadie.
Ban logró comprenderlo, asintió y abrazó a Elaine.
— jamás me ocultarías algo así ¿Verdad?
— por supuesto que no Ban, te lo diría, ya sea tarde o temprano— dijo dulce.
Ban la besó con mucha pasión, lo que ella correspondió gustosa.
E igual ellos se fundieron en uno solo esa noche.
[...]
La castaña estaba abrazada de su esposo, acariciaba su pecho desnudo sintiéndose complacida por la acción de la noche anterior.
Estaba amaneciendo, pero ambos estaban bien despiertos, lo que les dió tiempo de sobra para quedarse en la cama.
— ¿Es seguro quedarnos así?— preguntó preocupada la castaña— no me gustaría que nuestro hijo nos viera.
— tranquila, la puerta está asegurada.
El silencio llegó a la habitación, solo se escuchaban las respiraciones de ambos y los sonidos apenas audibles del exterior.
Ella se levantó un poco para ver a su esposo a los ojos.
— Meliodas, te amo mucho, siempre tenlo presente— dijo ella rompiendo aquel silencio.
— cada día de mi vida lo tengo presente, también el hecho de que yo también te amo. Me haz hecho el más feliz que algunos pensarían que estoy loco, y lo estoy, pero de amor por ti— dijo. La atrajo, logrando que ella se sentará en su abdomen.
La sábana ya no la cubría, pero a ninguno le importó.
La castaña frunció el ceño preocupada de su pequeño secreto.
¿Por qué le oculto algo así? Es el padre de este posible bebé, merece saberlo.
Pero podría frustrarse. Serías una distracción en una posible batalla, estés o no en ella.
Trataba de razonar consigo misma, pero su otra parte, la cual se negaba a decir algo al respecto, terminaba convenciéndola.
— ¿Sucede algo? Te vez rara.
Ella negó—. Sólo me dejaste un poco agotada. A veces no te controlas y yo sufro las consecuencias— dijo en un suspiro.
— te encanta mi lado salvaje— dijo seductor—. Nunca te oí quejarte.
— tienes razón— murmuró.
La castaña sintió un malestar que la alarmó, quiso huir de la habitación, pero no quería levantar sospechas.
Deseaba que alguien se apareciera, pero esa posibilidad quedó descartada por la hora que era. Sin embargo, como si el destino estuviera a su favor, los toques insistentes en la puerta resonaron en la habitación.
— ¡Papá, vamos!— pidió Ryota desde el otro lado
— ¡Voy en seguida!— respondió el rubio. Miró a su esposa y pidió con la mirada que se bajara, lo cual ella hizo—. Iré con los chicos y Ban para entrenar un poco, así los instruimos para una posible pelea— explicó ante la mirada de su mujer.
— entiendo.
Ambos se vistieron adecuadamente para sus actividades. Él entrenaría y ella dormiría, se sentía fatigada.
Meliodas abrió la puerta y vió a su hijo junto a Lancelot.
— ¡Es hora!— exclamó emocionado, a lo que ambos chicos se les unió entusiasmados—. Te veo después— le dijo a su mujer antes desaparecer junto a los niños.
Ella aprovechó la ausencia de su marido y fue a toda prisa al baño, donde vomitó en el excusado.
Unos toques en la puerta del baño llamaron su atención, más no volteó al seguir con su descarga. Sintió como agarraban su cabello para evitar que el vómito llegara a él.
— estamos contigo, pequeña— dijo el albino acariciando su espalda.
— si— apoyó Elaine.
Cuando la castaña se recompuso volvió a la habitación y empezó a llorar por la frustración.
— estoy tan feliz, pero tan asustada... No sé que voy a hacer si algo le pasa a mi bebé— dijo entre sollozos.
— sé que debe ser muy difícil por estas circunstancias, pero recuerda que te protegeremos a ti y al bebé— dijo Elaine.
— no quería involucrarlos, no quiero que lleguen a arriesgar su vida— dijo asustada.
— pequeña, sé que apenas ayer dijiste que no le dirías al capitán, pero mira la situación en la que estamos, tú y tu bebé están en peligro ahora. Debes decírselo— pidió preocupado.
— lo sé, pero creo que estoy muy asustada de lo que pueda pasar.
— ¿Qué podría pasar? ¡Él estaría muy feliz!— dijo Elaine segura—. Pero créeme, si le ocultas esto en la situación en la que estamos, se va a enfadar mucho.
— tienen razón. Encontraré el momento para decirle...— murmuró insegura de su desición.
Estaba indecisa de decírselo, no quería preocupar a Meliodas en cada momento, no quería que algo malo le pasara a él por tan solo protegerla; pero tampoco quería que algo le pasara a su bebé. No imaginaba el hecho de perderlo.
— me voy con los chicos— dijo Ban un poco preocupado por la castaña.
— tranquilo, yo me quedo con ella. Ve— dijo Elaine para calmarlo
Él aceptó más tranquilo, se despidió de su mujer con un beso en los labios y de la castaña con un abrazo. Sin más se fue de la habitación.
— ¿Cuánto tiempo crees que tienes?— preguntó Elaine curiosa.
— no lo sé. Hace un mes me sentía cansada pero no sentí otros síntomas, así que supuse que debía ser la preocupación hacia Meliodas, él a veces no se presentaba y eso me asustaba, me volvía paranoica.
— ¿Con qué?
— tuve la loca idea de que él me engañaba, pero me dejó claro que no era así.
— ay _________________, seguro estás embarazada desde hace un mes y los síntomas solo tardaron ese lapso— dijo analizando la situación—. En fin ¿Cómo pudiste pensar eso?— preguntó con su ceja alzada ante lo contado.
— si, fuí una exagerada, pero no podía evitarlo. Algunos matrimonios no funcionan, se desbaratan porque uno o ambos se aburren del otro; yo no quiero que eso nos pase a mi y a Meliodas.
— y no pasará. Estoy bastante segura de que él te ama demasiado— animó Elaine.
— gracias por el apoyo— le dijo sonriente—. ¿Qué tal si vamos por algo de comer? Estoy muy hambrienta.
— hay que complacerte— dijo Elaine.
[...]
Después de todo eso llegó la tarde. Los pecados habían ido al castillo de Liones para discutir las medidas de seguridad y su siguiente movimiento.
La castaña se negó a ir para evitar momentos incómodos con Elizabeth, esa fue su excusa para quedarse a dormir, pero no se lo permitió al enterarse de que Ryota también se quedaría, según él para cuidarla.
Eso la enterneció, al igual que Meliodas, y se fue tranquilo, porque sabía que si algo pasaba él podría acudir de inmediato. Después de todo no arriesgaría a sus razones de vivir.
También sentía que debía proteger a __________________, no se explicaba por qué, pero tenía un pequeño presentimiento.
En fin. La castaña y su hijo estaban a punto de almorzar *Reptador de Tierra*, preparado por ella con ayuda de su pequeño asistente; pero antes la castaña decidió cambiarse al haberse ensuciado la ropa por el pequeño juego de comida con Ryota.
Él se quedó esperándola pacientemente, pero escuchó como la puerta principal se abría aburptamente. Vió a un chico de cabello fucsia, ojos ámbar y con lentes, su vestimenta parecía la de un viajero.
Ryota se alarmó y se puso en posición defensiva—. ¡¿Quién eres?!
— tranquilo, no soy alguien malo como crees...— se detuvo a analizar al castaño— ojos azules, pelo castaño como el de ella, parentesco con el capitán; tú debes ser algún pariente, más posiblemente, su hijo— concluyó el intruso.
— en efecto— dijo la castaña descendiendo de las escaleras con una amplia sonrisa.
— cuánto tiempo sin verte— dijo el de lentes—. Tus facciones se ven más maduras desde la última vez.
— bueno, cincuenta y dos, era obvio que esto pasaría, pero me siento más vieja — se quejó en un puchero.
— tranquila, te vez muy hermosa y cabe destacar que joven— halagó.
— ¡Oigan, sigo aquí!— exclamó indignado Ryota.
— cariño, tranquilo, él no es malo, es un amigo, se llama Gowther— presentó la mujer. Se acercó al nombrado y lo abrazó—. Que alegría verte de nuevo Gowther.
— igualmente _________________. Parece que no te fue mal en el purgatorio— dijo Gowther correspondiendo el abrazo.
Se separaron.
— Gowther, él es mi hijo como te haz dado cuenta, Ryota— presentó tomando a su hijo por los hombros para acercarlo a él.
— perdón por gritar, pensé que venías a hacerle daño a mi mamá— murmuró avergonzado.
— ¿Los atacaron ayer?— preguntó Gowther incrédulo al leer los pensamientos del niño—. No debió ser una grata bienvenida.
— en efecto, querido Gowther— afirmó irritada—. Esa mujer va a pagar.
— ya lo creo. ¿Dónde están los demás? Pensé que estarían aquí— preguntó al observar el alrededor.
— con la reina.
— ¿Y las cosas cómo van con Elizabeth?
— ¿Por qué pregunta mami?— cuestionó extrañado Ryota—. Tú y la señorita Elizabeth son amigas ¿no?
La castaña lo miró—. Es complicado Ryo— su hijo la vió expectante—. Yo no le agrado a Elizabeth.
— ¿Por qué? Eres muy buena, amable y linda mami. ¡Todos te aman!
— no todos cielo. Hay cosas que los adultos enfrentamos, y no siempre es lo que queremos...
— oh...— murmuró desanimado el pequeño.
— pero tranquilo, que yo no sea amiga de ella no significa que dejes de convivir con ella, ustedes si pueden ser amigos— dijo con una sonrisa forzosa.
Descarada. No quieres eso, pero es la desición de tu hijo. Además, ya no quieres arruinar la vida de Elizabeth más de lo que hiciste— se reprochó a sí misma.
Pero lo valió, ese bombón rubio lo valió ¿Verdad?. No se consiguen hombres así donde sea. ¡Él te dió un hermoso hijo y otro vendrá en unos meses. Así que no puedes pensar en arrepentimiento a este punto de tu vida.
— ¿Discutes contigo misma?— preguntó Gowther burlón.
— ¡Oye! Es privado— dijo indignada y avergonzada.
Gowther rió—. Está bien, lo siento.
— y bueno ¿Tus viajes qué tal?— preguntó la mujer curiosa.
— he estado de aquí para allá, aprendí cosas nuevas, pero...
— no encontraste tu siguiente motivación— afirmó ella.
— algo así. Pero ahora estoy aquí para ayudarles.
— mamá ¿Cuándo volverá papá?— preguntó aburrido Ryota.
— tal vez ya esté en camino.
Se sentaron a comer y mientras hacían eso Gowther charlaba con la castaña sobre sus viajes y las experiencias que vivió.
[...]
En alguna parte de Britannia la mujer morena que había atacado a los niños y mujer ingresaba al reino demoníaco a través de la apertura que había dejado Meliodas para su hermano.
Caminó por todo el reino hasta llegar a un lugar bastante alejado de él. Una mansión casi destruida se visualizaba a lo lejos. Por fuera se veía bastante demacrada, pero por dentro estaba como nueva.
Una gran sala la recibió con un aire bastante cálido, el lugar se veía bastante tétrico, lo que a ella le fascina. En el centro había un trono, donde alguien estaba sentado.
Un chico de cabello negro y ojos azules poseía una mirada fría.
— ¿Te divertiste durante estos años?— preguntó neutro.
— por supuesto, aunque la Britannia actual es muy aburrida. Mucha paz para mí gusto— se quejó la morena que ahora tenía ojos azules, iguales a los del chico.
— con que paz...— murmuró él—. ¿La viste?
— si, está tan hermosa— dijo ella relamiendo sus labios—; pero como sabrás está con esos estúpidos pecados capitales.
Él se levantó y caminó hacia la mujer a paso lento, se detuvo a un metro de ella firme.
— Cornelia, no hables así de ella.
— perdona, pero me es imposible...
Unos pasos se oyeron en la gran sala, un hombre de mayor edad moreno de ojos azules se presentaba. Su miraba lograba intimidar a muchos, pero no a los presentes.
— Cornelia, ¿tienes sueños sucios con nuestra prima? Eso no es correcto— reprochó el recién llegado.
— cállate Agus, yo sueño lo que quiera. Además no me hables de lo correcto, los demonios no vivimos para eso— bufó Cornelia.
— esta familia está llena de morbosidad— dijo otra voz femenina, más madura que la de Cornelia.
— magnífico, ya llegó Lauren...— se quejó Cornelia— pensé que habías muerto.
— primero tendrías que morir tú— dijo fría Lauren—. Hemos estado esperando noticias tuyas, pero como tardaste tanto te dí por muerta.
— ¡Eres una perra!— gritó molesta Cornelia.
Ambas se fulminaron con la mirada, pero el carraspeó del hombre entre ellas las detuvo.
— Alexander, ¿Sólo nosotros sobrevivimos a la masacre?— preguntó serio Agus.
El nombrado vió con su mirada fría al hombre—. Aparentemente. Que sigas preguntando no cambiará la realidad.
— ush, no te enojes— Agus rodó los ojos— ¿Y el resto?
— ¡Aquí pedazo de mierda!— gritó una voz infantil femenina.
— él es tan imbécil que no nos pudo detectar— gritó otra voz infantil, pero masculina.
Unas dagas oscuras fueron lanzadas hacia el lugar de donde provenían las voces, pero no les dió a nada. Agus enojado bufó al no atinarle, pero sintió un golpe en la cabeza, y al mirar hacia arriba vió un mandoble justo sobre su cabeza, y un niño más arriba; delante tenía a una niña, ambos de cabello púrpura y mirada azulada, la cual parecía la de unos asesinos.
— si te mueves si quiera un centímetro mis armas ocultas te atravesaran y morirás— dijo entre sonoras risas de burla la pequeña niña.
— y si eso llega a pasar mi mandoble te atravesará— dijo el niño haciendo flotar dicho objeto.
— ¡Malditos gemelos!— dijo entre dientes Agus.
— Alía, Aron, dejen a Agus en paz, a pesar de ser un imbécil nos es útil— ordenó Alexander.
— de acuerdo Alex— dijeron ambos y retiraron sus armas.
Alexander, el mayor de los presentes, posee una actitud fría; Lauren es la siguiente, es madura, hermana de Alexander; Aron, es el siguiente, hermano gemelo de Alía, la cual es la siguiente, ambos se entienden; Agus, actitud cruel, educado, pero sale de sus casillas cuando lo molestan; y finalmente Cornelia, la menor de todos, actitud morbosa, divertida y explosiva.
— ¿Cuál es el plan Alexander?— preguntó Aron.
— ¿No es obvio? Recuperar a mi hermanita, y una vez esté con nosotros, derrocaremos al rey demonio— respondió con una sonrisa torcida.
— ¡Yo iré!— pidió Cornelia emocionada.
— ¿Para que lo arruines?— preguntó Alía burlona.
— ¡Maldita mocosa!— exclamó Cornelia.
— está bien Cornelia— aceptó Alexander. Se acercó a su hermana para susurrarle—: vigila, y si falla, hazte cargo— le ordenó neutro.
— por supuesto hermano, no te vas decepcionar— dijo ladina Lauren.
Cornelia saltaba emocionada por su misión, Aron rodó los ojos, Alía solo se burlaba de todas las formas posibles, Agus miraba con vergüenza a su hermana, y el resto solo lo ignoraba.
— es hora de reunir a la familia.
Un peligro inminente atravesaría el camino de los reunidos pecados capitales.
La castaña conocería a las personas que poseen las mismas raíces que ella.
[...]
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