Capítulo 3
_______________ miraba con fascinación a su hijo hablar animadamente con Lancelot. Se enternecía al pensar en la hermosa amistad que ellos forjarían. También había visto a la hija de Margaret, pero mantenía su distancia para no incomodar.
Sintió un leve cosquilleo en su vientre que la hizo sentir extraña, pero una sonrisa se dibujó en su rostro. Sin embargo, esa sonrisa desapareció al recordar donde estaba su marido.
Si, estaba con la, aparentemente, reina Elizabeth discutiendo sobre el asunto de los demonios. Confiaba en Meliodas, pero no podía evitar sentirse insegura. Como apoyo Ban se ofreció a acompañarlos junto a King.
Diana estaba hablando animadamente con Margaret. La había saludado antes, pero solo fué breve.
Suspiró y sintió la presencia de alguien a su lado, volteó y se encontró con Elaine.
—se llevan de maravilla— comentó Elaine viendo a sus hijos.
— sin duda. Si las cosas salen bien, ellos serán excelentes amigos— dijo la castaña.
— como sus padres— dijo Elaine entre risas.
La castaña volvió a suspirar, captando la notoria atención de la rubia.
— ¿Qué sucede _______________?— le preguntó dulce.
— pienso que no debería estar aquí— murmuró cabizbaja—. Le dije a Meliodas "vamos, no pasa nada, es probable que no nos la encontremos" pero mira nada más— dijo con ironía.
— no había forma de que tú lo supieras. Además, pasaron casi trece años.
— no creo que Elizabeth haya olvidado a Meliodas, noté como lo miró.
— _______________, aún si Elizabeth siguiera enamorada de Meliodas, tú sabes al igual que todos que él no te abandonará— dijo segura la rubia—. Sé que puede ser incómodo, pero al menos Ban y yo estamos aquí para ustedes.
— gracias Elaine— la miró y sonrió—. Entonces Lancelot, parece ser un buen niño — comentó la castaña.
— si lo es, pero me preocupa un poco— le dijo tras un suspiro, la castaña se quedó expectante—. Lancelot se toma las cosas en serio, y creo que es para que Ban lo tome en serio.
— ¿Y no lo hace?
— por supuesto, pero Lancelot no ve eso, al menos por ahora. Actúa diferente a cuando era más pequeño. Yo solo espero que sea una etapa— dijo esperanzada la rubia.
— por supuesto que debe ser eso, y aunque no lo fuera, está descubriendo su identidad, su forma de pensar y actuar son parte de eso— le comentó tranquila. Tomó su mano y le sonrió—. A pesar de todo estoy muy segura que él los ama y solo quiere que Ban se sienta orgulloso de él y que no lo vea como a un bebé. Eso pasa con Ryo.
Elaine rió— entiendo. Gracias— expresó con gratitud.
— no hay de qué.
Lancelot y Ryota se acercaron a ellas.
— mamá ¿Podemos salir?— preguntó Ryota a la castaña con una sonrisa.
— ¿A dónde irán?— les interrogó la castaña.
— quiero ver un poco de Liones, Lancelot dijo que me enseñaría y después entrenaríamos juntos— le respondió Ryota.
— si, estaremos bien— aportó Lancelot.
— supongo que estará bien— aceptó la castaña—, ¿Tú qué opinas Elaine?
— no lo sé, Lancelot...— murmuró la rubia preocupada.
El rubio rodó los ojos—. Mamá, ya no soy un bebé, puedo cuidarme solo.
— lo sé, pero...
— Elaine, si te molesta que se vayan solos podemos pedirle a alguien que los acompañe— sugirió la castaña.
— ¡Mamá, podemos decirle a Mazikeen!— sugirió Ryota.
Justo la nombrada apareció detrás de ambas mujeres, Lancelot al verla se puso serio y en posición ofensiva por si ella intentaba algún movimiento agresivo hacia su madre e Elaine se exaltó ante la sorpresa.
La pelinegra se movió hasta estar en frente de la castaña y se arrodilló ante ellas.
— será un placer acompañar al príncipe Ryota y al señor Lancelot— dijo Mazikeen.
— ¿Quien es ella ______________?— preguntó Elaine un poco intimidada ante la fría mirada de la pelinegra.
— ella es Mazikeen, mi soldado de confianza. Ella podrá cuidar de los niños— le respondió la aludida sonriente.
La hada se resignó a aceptar la salida de los niños bajo la vigilancia de la demonio. Los tres se marcharon del castillo.
— ¿De dónde salió ella?— preguntó Elaine curiosa.
— ella siempre estuvo con nosotros, pero prefiere mantenerse en las sombras— respondió relajada.
— ah...
Siguieron platicando. La castaña preguntó por el muñeco Gowther, Merlín y Arthur. Las respuestas fueron cortas, pero claras.
Hablaron animadamente de sus experiencias de embarazadas, hicieron comentarios inapropiados, sacándose risas una a la otra, llamando la atención de algunos.
Todo seguía bastante calmado, hasta que King apareció y solicitó las presencias de ambas y Diana.
Al llegar a la gran sala de reuniones observaron a Meliodas y Ban sentados uno frente al otro y a Elizabeth sentada en un extremo, alejada del rubio por desición propia.
King ayudó a Diana a sentarse, lo cual ella agradeció; la castaña y la rubia se sentaron junto a sus respectivos maridos.
— ¿Qué pasa Meliodas?— cuestionó la castaña al ver el rostro serio del rubio.
Él solo sacudió la cabeza.
— ahora que ambos están aquí, es mejor informarles— habló King seriamente—. No pueden sacar a los demonios.
— ¿Por qué?— preguntó ______________.
— pequeña, tenemos una situación que no haría ver a los demonio muy bien. Si los liberan ahora todos sus esfuerzos no habrán servido— respondió Ban.
— explica esa situación— pidió Meliodas.
— durante seis meses, han notificado a personas desaparecidas, el criminal no deja rastro de él ni de sus víctimas— empezó King—. Esto es preocupante, a pesar de todo ninguno ha tenido la suerte de atraparlo.
— ¿Y qué han hecho al respecto?— preguntó inquieta la castaña.
— he prohibido los viajes e impuesto un toque de queda para mantener seguras a las personas, aunque eso no sea muy efectivo; también he aumentado el ritmo de búsqueda de indicios que nos guíen al culpable— respondió con neutralidad Elizabeth, sin mirar a los ojos a su ex ni a su esposa.
— ¿Por qué alguien haría esto?— murmuró pensativa la castaña.
— muchas razones factibles. En fin, espero que entiendan el porqué no pueden salir los demonios— dijo King en modo de disculpa.
— tranquilo, entendemos perfectamente— dijo Meliodas para disipar la incomodidad—. Aprovechando que estamos aquí también ayudaremos. Zeldris y Gelda se podrán hacer cargo del reino mientras estemos aquí.
— le pediré a Mazikeen que vaya a comunicarles toda la situación— le susurró la castaña al rubio, el cual aceptó.
— gracias por brindarnos su ayuda— dijo Elizabeth. Se levantó y se retiró sin decir más.
Un ambiente tenso se formó en el ambiente después de observar la expresión tan neutra que alguna vez vieron en Elizabeth.
— creo que no estuvo tan mal como creí— comentó Ban dando un suspiro.
— ¿Crees?— preguntó el hada de forma sarcástica.
— cambiemos de tema por favor— pidió la semi demonio.
— si, ¿Qué tal va la taberna?— preguntó interesado el rubio— la vimos en el camino hacia acá.
— todo va bien capitán. Ban, Elaine y Lancelot vienen de vez en cuando para mantenerla — respondió Diana con una sonrisa.
— me alegro mucho— dijo el rubio con una amplia sonrisa.
— ¿Qué dicen si vamos para que ustedes y Ryota se instalen?— preguntó Elaine— sé que no quieren quedarse aquí.
— es una maravillosa idea— dijo la castaña con alivio.
— si, ya muero por volver— comentó el rubio.
Todos se levantaron y se encaminaron hacia el establecimiento.
— ¿Y el maestro qué tal?— preguntó curioso Ban.
— Hawk está muy a gusto con su hermano, nos visita frecuentemente junto a Wild— respondió ______________ alegre—. Es una lastima que no haya llegado para cuando Meliodas abrió la puerta del purgatorio, pero creo que se reunirá con Zeldris y Gelda.
— y déjenme decirles que es el mismo Hawk de siempre— suspiró el rubio al recordar a su amigo.
— esperamos su llegada en cualquier momento— dijo Elaine viendo con una sonrisa a Ban.
Los demás estuvieron de acuerdo con eso.
Faltaba poco para llegar, todos estaban emocionados por volver juntos al lugar donde volvió a empezar su aventura, dónde conocieron a la princesa y a la demonio.
A lo lejos lograron visualizar el Boar Hat, y desde sus lugares sintieron el aura de nostalgia que los inundó.
— espera— la castaña detuvo a Meliodas, y por ende, a los demás— iré a buscar a Ryota y Lancelot.
— es buena idea, así Ryota ubica la taberna y conoce donde dormirá— aceptó el rubio levantando sus hombros.
— ¿Te acompaño?— preguntó Elaine.
— no te preocupes, son niños; además Mazikeen está con ellos— respondió despreocupada la castaña.
Meliodas bufó al oír el nombre de la pelinegra.
— ¿Capitán?— preguntó Ban extrañado al oírlo.
— está celoso — le susurró la castaña entre risas que no se molestó en disimular. Se acercó al rubio y lo besó con dulzura, se acercó a su oído—. Recuerda que yo soy solo tuya— susurró seductora.
El rubio suspiró relajado, la miró a los ojos y la besó con amor.
— te amo demasiado— murmuró él rubio sintiendo completa alegría, ignorando la incomodidad que sintió antes.
— también te amo— correspondió sonriente la castaña.
Un carraspeó los sacó de su burbuja. Sus amigos los miraban con ternura.
— no tardes— le dijo el rubio para finalizar la conversación.
— volveré más pronto de lo que crees con los niños— dijo antes de irse.
Justo en ese momento, en el castillo de Liones Margaret buscaba preocupada a su hija. Se despistó por la preocupación que sentía por su hermana.
*No pudo ir muy lejos*— pensó nerviosa la mujer de cabellos lila.
Encontró a su esposo en el camino, por lo que fué directo hacia él para preguntar por su hija.
— ¿Margaret?
— Gil ¿Haz visto a Margarita?
— creo que la ví junto a Lancelot y otro niño más...— le respondió pensativo.
— entonces seguro se fué con ellos— dijo en un suspiro.
— ¿Mando a un caballero a buscarla?— preguntó él.
— si. Qué Margarita esté allá fuera con lo que está pasando no me deja tranquila.
Gil besó la frente de su esposa y se retiró en seguida. Mandó a un caballero a traer a su hija.
Mientras tanto, en el bosque los niños jugaban con su espada de cartón y lanza de madera que Lancelot había conseguido anteriormente. Ambas armas totalmente inofensivas.
Se intercambiaron golpes, disfrutando de la compañía del otro.
Ambos habían esperado poder interactuar con otro niño de su edad igual o más fuerte. Los motivaba.
Escucharon el crujido de una rama, voltearon a esa dirección alertas, pero Mazikeen ya estaba en el lugar de donde provino el sonido sosteniendo a una niña de cabellos lilas y ojos azules.
La niña pataleaba al aire para conseguir zafarse del agarre de la mujer, la cual la sostenía por el cuello de su vestido.
— ¡Suéltame!— chilló la pequeña con un tierno puchero.
Ryota la vió con detenimiento; sus facciones tan delicadas, su tierno puchero y hermosa apariencia hacía que sus corazones dieran un leve brinco. Agitó su cabeza para desaparecer aquellos pensamientos.
— ¿Qué haces aquí Margarita?— preguntó serio Lancelot.
La pequeña dejó de moverse, miró al suelo y jugó con sus dedos en señal de nerviosismo.
— es que...— murmuró sin encontrar en una excusa.
— ¿La mato señor?— preguntó Mazikeen a Ryota, viendo con molestia a la pequeña niña.
Margarita palideció al escuchar eso—. ¡No me mates! ¡Sólo quería estar con Lancelot y su amigo!
Ryota se alarmó—. ¡No!— exclamó— bájala de inmediato— ordenó.
La mujer acató su orden dejando a la pequeña pisar el suelo. Margarita sacó el aire retenido por su boca.
— bueno Ryota, te presento a Margarita, ella es algo así como una princesa— dijo desinteresado Lancelot— ; Margarita, él es Ryota.
El castaño sonrió—. Es un gusto.
La mirada azulada de la niña se centró en él—. Igualmente. ¿Qué edad tienes?
— diez, ¿Y tú?— preguntó de vuelta Ryota.
— nueve, pero pronto cumpliré diez— respondió la niña con sus mejillas levemente rubirizadas.
— yo también, pero en mi caso serán once— comentó Ryota con una risa nerviosa.
Ambos correspondieron sus sonrisas.
Un carraspeo los desconcentró, Lancelot los miraba con una ceja alzada, les dedicó una sonrisa burlona al interpretar la situación.
— si van a besarse háganlo en privado.
Su comentario hizo sonrojar a ambos. Ellos lo miraron con el ceño fruncido.
— ¡Qué tonto eres Lancelot!— gritó con un puchero Margarita.
— ¡No vamos a hacer eso!— gritó Ryota molesto.
*Los niños son muy raros, pero no puedo decir eso del príncipe Ryota, después de todo mi reina lo engendró*— pensó Mazikeen con una sonrisa ladeada.
Los niños seguían diciéndole cosas al azar al rubio para tratar de disminuir la vergüenza, pero otro crujido hizo detener a Ryota y alarmarlo, al igual que Lancelot y Mazikeen.
— Margarita— murmuró serio Lancelot para hacerla callar. La nombrada obedeció la indirecta y se acercó más a ellos para sentirse segura.
Ryota y Lancelot la rodearon por cualquier cosa, Mazikeen sacó sus cuchillos para cualquier circunstancia.
Una mujer morena de ojos oscuros y una notable marca demoníaca se acercaba a ellos con un gran mazo en su mano izquierda. Una sonrisa sádica adornaba su rostro.
— ¡Pero que hermoso día! Me encuentro con tres niños y una mujer muy deliciosos a la vista— dijo la morena relamiéndose los labios.
Mazikeen se puso frente a los niños y empuñó sus cuchillos—. Seas quién seas, te mataré— declaró neutral.
— me hueles a alguien que está muy por debajo de mi nivel— dijo la morena entre carcajadas—. Pero eres atractiva, lástima que no es razón suficiente para dejarte viva.
— ¡Ve-Vete!— ordenó Margarita con las manos temblando.
— una mocosa como tú no me dará órdenes— dijo la morena mientras veía sus uñas con desdén.
— tranquila— dijo Ryota brindándole una sonrisa a la niña, tomó su mano para transmitirle confianza.
Ella lo vió y sonrió un poco más tranquila, tomó la mano de Lancelot para sentirlos a ambos.
La morena vió con detenimiento al castaño que ahora la miraba serio; exclamó sorprendida al reconocer el parentesco.
— ¡Por los infiernos, si que te pareces mucho a ese bastardo!— comentó la morena con una mirada divertida— eso me deja claro que eres su hijo, tener ese parecido con él y características de ella te delató.
— ¿Y eso qué?— murmuró Ryota irritado por aquella mujer.
— que eso será una buena razón para hacer de este momento uno más divertido— respondió la morena. Sostuvo firmemente su mazo y saltó para dar el primer golpe.
El mazo impactó en el suelo dejándolo agrietado, pero los niños y mujer lograron evitarlo. Ryota cargaba a Margarita con cuidado, Lancelot y Mazikeen empuñaban sus armas con firmeza, aunque la del niño solo fuera de madera.
Ryota dejó con cuidado a Margarita tras él y se puso en posición defensiva.
La morena estaba rodeada, pero no sé inmutaba de eso. La sonrisa sádica aún estaba en su rostro, su mazo reposaba en el suelo, pero siendo sostenido por el mango.
— ¡Me voy a divertir!— exclamó la morena.
Mientras tanto _______________ caminaba por el frondoso bosque sosteniendo su largo vestido mientras se quejaba por el mismo.
Unos ciudadanos mencionaron haber visto a los niños venir al bosque, y por eso ella estaba ahí.
*Te amo Meliodas, y por eso me pongo estos molestos vestidos*— pensó irritada—. ¡Ryota, Lancelot!— esperó unos segundos pero no recibió respuesta— ¡Mazikeen, trae a los niños!— tampoco recibió respuesta, lo que la extrañó.
El suelo se estremeció, vió alarmada la dirección donde suponía que estaban los niños. Siguió caminando, pero con más prisa, pero un grito femenino perteneciente a una niña la alarmó. Corrió a toda prisa hasta llegar con los niños y la mujer, pero la vista le dió un escalofrío.
Mazikeen apenas lograba mantenerse en pie, de sus heridas brotaba sangre que se deslizaba por sus extremidades y cabeza; Lancelot estaba acostado boca arriba mientras jadeaba e igual tenía sangre; una niña, a la que identificó como Margarita, estaba con una expresión de miedo al ver a sus amigos heridos; y Ryota era sostenido del brazo por la mujer que los había atacado, la cual enterraba sus largas uñas en la piel del castaño.
Eso enfureció a _______________, la cual sin ser percibida tomó en brazos a su hijo, el cual se quejaba por la herida en su brazo.
Él vió a su madre y se preocupó por ella.
— tienes que irte mamá— le pidió el pequeño.
— no hables cariño. Mami ya está aquí y se hará cargo— le murmuró con serenidad, ocultando la cólera que recorría su sangre—. ¿Puedes levantarte?— él asintió—. Bien, ve con Lancelot y Margarita, huyan de inmediato.
Cuando Ryota ya estuvo en el suelo vió a su mamá—. ¡No mamá, puedo ayudarte!
— estás muy herido cielo, pero tranquilo, yo podré— le dijo segura la castaña mientras observaba a la mujer responsable de todo.
— pero...— Ryota trató de replicar.
— Ryo, obedece— ordenó neutral la castaña.
Ryota apretó sus puños con impotencia, fué con Lancelot, y a pesar de su herida en el brazo lo ayudó a levantarse dejando que lo utilizara como apoyo; después fué con Margarita.
— vámonos Margarita— le ordenó serio.
Ella aceptó sin titubear, agarró con manos temblorosas la camisa del castaño.
Los tres se fueron sin más.
— ¡Pero que madre tan dulce!— exclamó la morena.
— Cierra la boca. Jamás te perdonaré que hayas lastimando a mi bebé— dijo con una voz grave e imponente. Su mirada solo reflejaba odio hacia la morena—. Te mataré de la peor forma posible; vas a sufrir maldita.
— pero qué carácter— dijo burlona la morena—. Han pasado doce años desde la última vez que nos vimos, ¿Lo recuerdas?— comentó cínica.
— me vale mierda— respondió la castaña con el ceño fruncido—. Mazikeen, vete.
— pero mi reina, no puedo abandonarla— replicó la nombrada.
— no te preocupes. Vete con Ryota y asegúrate de que ellos estén con Meliodas en la taberna, sanos y salvos— murmuró lo último con alivio.
Mazikeen vió la mirada fría de su reina, lo que la hizo resignarse e irse en silencio.
La morena empezó a andar alrededor de la castaña lentamente.
— entonces te convertiste en reina de los demonios y engendraste a un niño, ¡qué maravilla!— dijo la morena con una sonrisa torcida—. ¡Ese traidor es un suertudo!
— ¿Qué quieres de mi?— preguntó sería la castaña.
— ¡No seas así! Yo solo buscaba diversión. Y me alegra de que te aparecieras, porque sé que tú me darás esa diversión— dijo encantada.
Se lanzó hacia la castaña, la cual seguía en su lugar sin moverse. El mazo de la morena impactó en el suelo, pero nadie recibió el ataque. La morena sintió su estómago hundirse por el golpe que había impactado ahí. Sangre abundante escurrió de su boca, pero tan solo relamió sus labios manchados de sangre y sonrió.
— no soy tan débil como crees— le informó a la castaña.
La castaña sólo bufó.
Con locura la morena empezó a lanzar golpes a la castaña, la cual los esquivaba con tranquilidad. Otro golpe más y la castaña lo detuvo con su mano.
El mazo desprendió fuego oscuro, llamando la curiosidad de la castaña, ya que era exactamente el mismo que ella poseía.
Con la ira acumulada atacó a la morena con intensidad. Varios de sus golpe llegaban, pero no lograban detenerla.
La pateó, dejándola en el suelo con sangre en todo su cuerpo. Al estar justo al lado de su cuerpo, dejó su pie en su abdomen y lo apoyó con fuerza, haciéndola gemir por el dolor ocasionado.
— esto es por herir al hijo del que considero un hermano— pisó más fuerte—, por herir a una niña inocente— pisó aún más fuerte—, y lo más importante, por herir a mi hijo— su pie se hundió junto al abdomen de la morena, oyendo el crujir de sus costillas.
La mujer bajo sus pies dejó de emitir sonidos, su expresión denotaba agonía por el dolor de los golpes anteriores y lo reciente.
La castaña creyó que con eso estaría vulnerable, lo que le permitiría matarla con más facilidad; pero no esperó que la mujer sonriera y atacará como si nada.
La morena le propinó un golpe con su mazo en un costado a la castaña. La semi demonio rodó por el suelo hasta chocar con un árbol, el cual descendió al romperse, cayendo sobre la castaña.
— para tu mala suerte eso no fué casi nada para mí— dijo burlona la morena.
Mientras ella se acercaba la castaña retiraba el árbol que había caído sobre ella, pero sin ocasionarle lesiones graves. Se levantó y sintió algo húmedo descender por su frente, lo cual era sangre.
— ¿Recuerdas que te dije que entrenaría?— le cuestionó curiosa la morena—. Pues eso hice, y eso me dejó maravillosos resultados.
Estrelló su puño en la cara de la castaña, sacando bruscamente sangre de su boca.
— es una lástima que no tengas a Irisviel contigo— comentó la morena con pena hacia la castaña.
La castaña dió una patada en el abdomen de la morena, iba a propinar otro golpe pero la morena lo previno y lo evitó para después dar otro golpe.
La castaña activó su marca demoníaca para incrementar su resistencia, y con ira fué contra la morena.
Mientras tanto en el camino hacia la ciudad Ryota se tambaleaba por la fuerza perdida por sus heridas y por la que ejercía para mantener a Lancelot y a él de pie. Margarita lo veía angustiada.
— déjame ayudarte— pidió la niña mientras se acercaba a él y dejaba que se apoyara en ella.
— gracias Margarita— murmuró Ryota.
Al salir del bosque Mazikeen los alcanzó.
— ¡¿Qué haces aquí?! ¡Deberías estar ayudando a mamá!— preguntó molesto Ryota.
— ella me ordenó que lo acompañara para dejarlo con su padre— dijo neutral la mujer.
— ¡Carga a Lancelot!— le ordenó molesto a Mazikeen, ella acató la orden y tomó en brazos al rubio. Se alejó de Margarita y se volteó para volver por dónde vino.
Mazikeen lo detuvo—. Lo siento príncipe Ryota, pero debo cumplir las órdenes de mi reina.
Ryota la vió enojado, tanto que mostró su marca demoníaca y su piel desprendía calor, haciendo que la mano de Mazikeen se quemara levemente.
— Ryota, hazle caso a la señora— suplicó Margarita entre lágrimas.
Ryota no quería hacerle caso, por lo que Mazikeen lo cargó, resistiendo los golpes que él propinaba para zafarse.
— mi reina mencionó una taberna, ¿Dónde queda eso?— le cuestionó Mazikeen a los niños.
— por allá...— señaló Lancelot a la izquierda con toda la fuerza que le quedaba—. Verás un edificio llamado "Boar Hat". Estarán ahí...— murmuró.
Margarita tomó el pedazo de tela que aún estaba unido a la ropa de Mazikeen y la haló para guiarla hacia dicho establecimiento.
Al estar cerca lograron visualizar una cabellera rubia y otra albina esperando notablemente preocupados frente al edificio.
Cuando Meliodas vió a la mujer y los niños, su sangre se heló y sus corazones latieron preocupados. Él junto a Ban corrieron hacia ellos para ayudarlos.
Ban cargó a su hijo, el que había recuperado el aire perdido por los golpes; y Meliodas sostenía a Ryota, evitando que se marchara.
— cálmate Ryo. ¿Qué pasó?— cuestionó preocupado Meliodas a Mazikeen.
— mi señor— Mazikeen se arrodilló ante él ignorando sus heridas—, una mujer no identificada nos atacó, fué más fuerte que yo y no pude hacer mucho— informó.
— ¿Será quién ha secuestrado a las personas?— murmuró Ban revisando a su hijo.
— creo que si...— murmuró Lancelot.
— ¡Suéltame papá!— ordenó Ryota dándole golpes a su padre.
Meliodas no entendía la actitud de su hijo, pero se cuestionaba porqué su mujer no estaba con él.
Ingresaron a la taberna, donde todos vieron preocupados a los niños.
— ¡Lancelot, cariño!— exclamó angustiada Elaine.
— tranquila mamá, estoy bien...— murmuró Lancelot.
— Ryota, cálmate para que puedan ayudarte— ordenó Meliodas viendo preocupado las heridas de su hijo.
Diana enfocó su vista en la niña presente al percatarse de su presencia.
— ¿Qué haces con ellos Margarita?— preguntó Diana curiosa.
— Yo sólo quería jugar con Lancelot y Ryota, yo no quería que esto pasara— dijo entre sollozos la pequeña—. Si no fuera por esa señora no hubiéramos estado aquí.
Meliodas se acercó a la pequeña en cuanto escuchó eso y se arrodilló ante ella.
— ¿Qué señora?— preguntó esperanzado de que no fuera su esposa.
La pequeña lo vió—. La mamá de Ryota señor— respondió ella.
Ahí comprendió claramente el como habían llegado sin ser seguidos y que Ryota estuviera tan molesto e insistente en volver.
*Ella tiene que estar bien*— suplicó Meliodas desesperado por verla.
— ¡Quiero ir a ayudar a mamá!— exigió Ryota molesto.
Meliodas se acercó a él—. Tú te quedarás aquí para que te curen junto a Lancelot y Margarita. Yo iré a ayudar a tu mamá— le dijo serio para después sonreírle para calmarlo—. Ella va a estar bien.
Ryota se relajó al oírlo y verlo, asintió y su marca demoníaca desapareció, lo que le permitió desplomarse en el suelo notablemente agotado. Meliodas lo sostuvo.
— trae a mami de vuelta— pidió Ryota en un murmuró.
— lo haré, te lo prometo— aseguró Meliodas.
— Ban, King, acompañenlo— pidió Elaine—. Nosotras atenderemos a los chicos y a esa mujer.
Los nombrados asintieron y los tres salieron a toda prisa hacia el bosque. El corto trayecto estuvo en silencio por parte de ellos, pero el estruendo de los golpes que impactan en el suelo inundaban sus oídos.
Al llegar al lugar Meliodas sintió la ira finalmente fluir por sus venas, apretó la mandíbula con fuerza al igual que sus puños.
La vista que tenía frente a él era una de las peores cosas.
La castaña estaba apoyada en un árbol con un brazo, aquella extremidad parecía inmóvil, y la sangre se deslizaba hasta el suelo formando un pequeño charco. Su pecho subía y bajaba por los jadeos que salían de su boca. Se notaba bastante herida y enfurecida por su expresión.
El oponente estaba casi en las mismas condiciones. Tenía varios moretones notorios y algunos cortes hechos por los objetos filosos de la naturaleza. A pesar de sus heridas podía sostener su mazo como si nada.
Ban ya estaba en posición de ataque y King ya tenía preparada a Chastiefol en su forma de aumento.
— ¡Pero miren quiénes llegaron para salvarte!— exclamó la morena con una sonrisa cínica—, eso ya me lo esperaba.
— vas a pagar...— le dijo la castaña tratando de ponerse firme.
Meliodas se acercó a ella sin ser percibido y la cargó con delicadeza.
Ella lo vió—. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo está Ryota? — preguntó preocupada.
— está en buenas manos...— murmuró Meliodas.
La castaña sonrió más relajada—. Eso me alivia mucho...— murmuró agotada —. Siento que me han arrebatado mis fuerzas...— le comentó al rubio.
— tranquila mi amor, todo estará bien. Volveremos a la taberna, como se lo prometí a Ryo— le susurró y dejó un beso en la frente de la mujer.
— ¡Qué conmovedor! pero es una lástima que tenga que interrumpir con mi retirada— comentó la morena con burla.
Las dagas de Chastiefol ahora se encontraban clavadas en el suelo con algunas gotas de sangre y Ban justo delante de aquellas dagas. Ninguno de los ataques logró darle a la mujer.
— esta no será la última vez que nos veamos, no se sabe dónde ni cuándo, pero nos veremos pronto, prima— dijo la morena enfatizando lo último.
Eso dejó a todos impactados, y para entonces la morena había desaparecido.
[...]
Al llegar a la taberna encontraron a todos esperando impacientemente. Se extrañaron al ver a Elizabeth, Gilthunder y Margaret presentes, pero se percataron de como Margaret y Gilthunder abrazaban aliviados a su hija.
Meliodas los ignoró a todos y subió las escaleras, llegó a la que era su antigua habitación y dejó a la castaña reposar en el suave colchón. Ryota apareció en pocos segundos.
El pequeño se acercó a ella y la abrazó, dejando salir las lágrimas contenidas.
La castaña ignoró sus heridas y abrazó a su hijo para transmitirle seguridad.
Meliodas solo los dejó ser.
— tranquilo cariño, ya estoy aquí, estoy bien— le susurró para calmarlo.
— ¡Lo siento mami, no fuí lo suficientemente fuerte para si quiera poder cuidarme! ¡Soy un inútil!— sollozó Ryota con impotencia.
Meliodas se sentó a un lado de ambos y acarició la espalda de su hijo para tratar de reconfortarlo.
— eso no es cierto Ryota. Tú fuiste muy valiente al enfrentarte a esa mujer y por querer proteger a tu mamá, eso demuestra cuan fuerte eres y puedes llegar a ser— dijo Meliodas comprensivo—. Aún eres un niño como para igualarte con alguien de ese nivel, pero ten por seguro que serás muy fuerte.
— pero...— trató de replicar Ryota.
— sin peros— pidió la castaña—. Tu papá tiene razón. Además, nadie se hace tan fuerte de la noche a la mañana; eso lleva tiempo.
Ryota miró a su padre y éste asintió confirmando lo dicho por la castaña.
No dijeron nada durante efímeros minutos, los suficientes para dejar a Ryota totalmente dormido.
La castaña lo abrazaba con dulzura, ya que si intentaba alejarse él lo evitaría, lo que le recordó su niñez.
Meliodas acariciaba el cabello de su mujer mientras veía un punto fijo de la puerta.
— creí que lo perdería, cuando lo ví así...— murmuró la castaña, llamando la atención de su marido—. Me sentí terrible, no sé que hubiera hecho si Ryota estuviera...-
— no termines esa oración, no lo hagas— pidió el rubio—. Imagino lo asustada que debiste estar al verlo así, también me asusté mucho, como si la razón más importante en mi vida se fuera de mis manos. Pero no fue así, preciosa, tenemos a nuestro hijo con nosotros.
— él es mi bebé, mi niño, quisiera que nada ni nadie lo alejara de mi, para así protegerlo siempre— murmuró y dejó salir unas lágrimas.
— yo también, pero debemos entender que pronto será independiente; sin embargo jamás dejaremos de amarlo y protegerlo.
Ella asintió por lo dicho.
Un silencio se volvió a formar, pero uno un poco más ligero.
— sabes... También creí que te perdería...— murmuró el rubio— pensé que no volvería a ver a la mujer que me robó el corazón.
Ella lo vió y sonrió—. Pero no lo hiciste...— murmuró la castaña— no me perdiste.
— ¿Pero y si hubiera pasado? ¿Qué sería de mi? ¿Podría seguir siendo el padre que Ryota necesita? ¿Qué haría cuando él creciera y tuviera su propia familia?— preguntó asustado el rubio.
Ella le indicó que se acostara a su lado, él así lo hizo. Ambos abrazaron a su hijo con cuidado, y por encima de su cabeza lograron mirarse a los ojos.
— tranquilo mi querido rubio, tú eres el hombre más fuerte que conozco, y por eso estoy muy agradecida de que seas el padre de mi hijo. Estoy segura que tú no dejarías que algo le pasara a Ryota ni a mi— dijo segura—. Tú aún no me perderás, no te desharás de mi tan fácilmente— dijo entre suaves risas.
— te amo preciosa...— murmuró él rubio con cariño— y pase lo que pase yo siempre te perteneceré.
— y yo a ti, mi amado rubio — correspondió con cariño.
Cumpliré la promesa que te hice en nuestra boda: "te amaré hasta más allá de la muerte, porque tú eres y siempre serás la mujer de mi vida".
Te amaré con toda el alma Meliodas, te amaré hasta más allá de la muerte, porque no hay otro hombre al que yo pueda amar en la forma en la que yo te amo.
Pensaron con toda sinceridad. Vieron a su hijo dormir plácidamente.
— algún día quisiera tener más hijos...— murmuró ella.
— y los tendremos— aseguró él—; todos los que tú quieras.
— por ahora hay que proteger a nuestro bebé— dijo ella tras besar la coronilla del niño.
— los protegeré a ambos, así tenga que dar me vida— aseguró él.
— no lo dudo...— murmuró ella antes de ceder ante Morfeo.
Ryota y __________________ son lo más valioso que tengo, por eso no dejaré que nadie me los arrebate.
_________________________________________________________________________________________________________________________________________________
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