Capítulo 2
Otro día daba inicio.
La castaña supervisaba que su hijo limpiara el comedor en el que pronto desayunarán. Ese había sido su castigo, limpiar el gran comedor y los platos por unos días.
Escuchaba como su hijo se quejaba, pero no hacía nada al respecto.
— mami ¿Tú no entrenarás?— le preguntó Ryota con curiosidad.
— no. Me gustaría descansar, pero prometo estar ahí para animarte— le dedicó una sonrisa apacible.
— si, así ves lo mucho que mejoré— expresó orgulloso de sí mismo—. ¿Dónde está papá?
— él está ocupado en estos momentos— le respondió pensativa—. Pero estará para tu entrenamiento.
— ¿No vendrá a desayunar?
— probablemente no, esto de romper el sello lo tiene muy ocupado— suspiró.
Ryota bajo la mirada—. Es mi culpa, yo se lo pedí...
Ella se acercó mientras movía la cabeza, se puso a su altura y tomó con cuidado ambas mejillas del castaño, haciendo que este parara su labor.
— claro que no. Cariño, él está muy emocionado de que conozcas a los chicos, se está esforzando mucho para que este plan dé buenos resultados— le contó para disipar su culpa—. Estoy muy segura de que muere por presumir el fuerte y valiente hijo que tiene.
— ¿De verdad lo crees?— le preguntó emocionado.
— definitivamente. Así que ya no te culpes, tu papá sólo hace su trabajo.
— ¡Yo también me esforzaré! ¡Entrenaré muy duro para que los amigos de papá se impresionen!— expresó determinado.
— estoy segura que lo harán— le dió un beso en ambas mejillas—. Termina con la mesa para que puedan servir el desayuno.
— ¡Si mamá!
Con velocidad terminó su labor, dejando limpio el comedor. Las mucamas ingresaron con platos de comida y los depositaron en sus sitios correspondientes.
La vida en este lugar no resultó tan mala como pensé— pensó con satisfacción.
Su hijo y esposo eran la mayor motivación que pudo tener en su vida. Tenerlos a su lado es el mejor regalo que podría pedir, se sentía más que agradecida por cada momento.
Recordaba con detalle el día en que finalmente se casaron, y su "luna de miel" fué algo que disfrutó gracias a su rubio. Pero esa "luna de miel" terminó de la forma más especial al enterarse de su embarazo.
Los cambios de humor gracias a sus activas hormonas fueron algo difíciles para el rubio, ella lo sabía, pero veía que cada día más ese hombre la enamoraba al sobrellevar la situación.
Tampoco olvida el día en que su hijo nació, ese hermoso día en el que recibió lo mejor de su vida. Se enterneció aquella vez al ver cómo su amado esposo cargaba a su hijo con mucho cuidado y afecto, también cuando el bebé tomó el dedo del rubio y las lágrimas que el hombre dejó a la vista cuando pudo ver a su hijo sano.
Le daba gracia recordar cómo discutían por el nombre que le darían al bebé. Al final se decidieron por Ryota, sugerencia del rubio, y ambos se sintieron complacidos.
Gelda y Zeldris mostraron su alegría ese día, el pelinegro lloró tanto como su hermano al tener a su sobrino en brazos.
Cada día agradecía poder ver a su niño desarrollarse. Oír su primera palabra, por la cual sintió envidia al ser "papá" y no "mamá", aunque se culpaba al mencionarla mucho, igual estaba feliz; verlo caminar; y lo que más la hacía feliz, es la vez que el pequeño expresó cuanto los ama.
Momentos que siempre permanecerán en sus corazones. También desearía que sus padres y hermana estuvieran presentes para compartir esas experiencias y lo que les daría el futuro.
Veía a su hijo (como en este momento), y deseaba que jamás creciera, que siguiera siendo el niño tierno y lleno de fuerza que es. No quería perder a su bebé.
En ese momento su vulnerabilidad de madre salió a flote. Abrazó a su hijo con fuerza, como si de ese modo evitara que se alejara de su lado.
Él se quejaba al sentir la falta de aire por el fuerte abrazo, pero trataba de corresponderlo lo mejor posible.
— ma... me dejas sin aire...— murmuró tratando de zafarse de su agarre.
Ella se percató y al instante lo soltó—. ¡Oh! Perdóname, es que lo necesitaba...
Él le dió un abrazo más libre, el cual ella correspondió enternecida.
— tranquila mami, puedes pedirme los abrazos que quieras cuando quieras— le dijo él con cariño.
— te amo hijo...— murmuró ella con amor.
— y yo a ti mami— correspondió el sentimiento contento.
Después de unos efímeros, pero preciados segundos, se separaron del abrazo.
— ve por tus tíos, diles que vengan antes de que el desayuno se enfríe, si no es que está frío ya— le pidió ella entre risas.
Él aceptó y se fue corriendo hasta desaparecer de la vista de su madre.
La castaña miró a sus alrededores buscando a alguien que le ayudara. Observó a una mucama pasar por el pasillo, la llamó y ésta llegó de inmediato.
— dígame en que puedo servirle— dijo dando una reverencia.
— por favor pregúntale a mi esposo si puede acompañarnos a desayunar— le ordenó cortésmente.
Una de las acciones necesarias para cambiar la mancha que dejó el gobierno del padre del rubio, era ser amable, pero autoritario con los subordinados.
— como ordene— dijo antes de retirarse.
Mientras tanto, Meliodas caminaba junto a la pelinegra que tanto lo odiaba. Debía ser justo con sus subordinados, pero odiaba como ella veía a su esposa.
— quiero que recorras todo el reino y averigües si existe alguna conducta agresiva— le ordenó serio mientras veía el pasillo tétrico—. Necesito tu informe lo más pronto posible.
— como ordene rey.
— no pierdas ni un solo detalle. Es muy importante— exigió.
— si— murmuró antes de desaparecer.
Que rompa el sello depende de esto— pensó ansioso por los resultados.
Se detuvo y comenzó a masajear su sienes sintiendo nerviosismo por la situación.
Quería que su hijo conociera más que esto, que viera el mundo colorido que hay afuera de este mundo tétrico, que conociera a los pecados y poder expresar lo orgulloso que está.
Justo lo vió por el mismo camino, él iba a dirección contraria a la suya. El pequeño se detuvo y le dedicó una sonrisa.
— ¡Hola papá!— saludó eufórico.
— hola campeón. ¿Qué haces por aquí?— preguntó curioso. Sabía que debía estar desayunando.
— mami me pidió que les avisara a los tíos que el desayuno está listo— le contó—, justo iba para allá.
— ya veo.
— ¿Irás al entrenamiento?— le preguntó dudoso.
— por supuesto. ¿Por qué piensas que me lo perdería?— le cuestionó mientras revolvía el cabello del menor.
— es que mami dijo que estás ocupado, entonces pensé que faltarías por el trabajo— levantó los hombros.
— si, estoy ocupado, pero estaré a tiempo para que entrenemos, lo prometo— le sonrió determinado.
— ¡Qué bien!— exclamó emocionado.
La mucama que había enviado la castaña llegó hasta ellos, se inclinó ante ellos y se mantuvo así.
— mi rey, la señora pregunta si asistirá al desayuno— comunicó la mujer mayor manteniendo el respeto.
— dile que no podré asistir, estaré ocupado— respondió él tras un suspiro. La mujer iba a retirarse a dar el mensaje, pero él la detuvo antes—. Por favor lleve a mi hijo al comedor.
La mujer aceptó y espero a que el pequeño diera los primeros pasos.
Se puso a la altura de su hijo y le sonrió—. Dile a tu mami que lo siento, y que la amo mucho— le pidió en un susurró al menor.
Él asintió—. Se lo diré, lo prometo— aseguró serio.
El rubio rió un poco, le daba gracia ver cómo su hijo intentaba poner una cara seria.
— te amo hijo— le dijo.
— ¡Y yo a ti papá!— correspondió el castaño con una tierna sonrisa.
Se despidieron con la mano hasta que el rubio perdió al castaño y la mujer de su campo de visión. Siguió su ruta inicial. Tenía problemas que solucionar.
[...]
Después del desayuno se prepararon para el entrenamiento. La familia completa asistiría.
Esperaron la presencia del rubio por unos cortos minutos, pero como prometió, no faltó.
Su hijo y él se preparaban para comenzar. El pequeño calentaba mientras su padre lo veía orgulloso.
— no abuses— le advirtió el pelinegro a su hermano.
— es mi hijo— le recordó serio el rubio.
— pero no seas muy blando con él, pensaría que no lo tomas en serio— dijo la castaña viendo a su esposo.
— sé justo, pero nada agresivo— dijo la rubia.
— ¡Está bien!— exclamó el rubio para detenerlos— me dicen todo esto como si fuera un animal.
Los tres se quedaron callados, pero le sonrieron. La castaña se acercó a su hijo y lo miró con una sonrisa animadora.
— estaré animándote por allá— le susurró al pequeño.
— gracias mami— le besó la mejilla y le sonrió.
Padre e hijo se pusieron en posición de ataque, los demás se acomodaron para observar.
El pequeño comenzó a atacar con el permiso de su padre. Choques de metal sonaban por toda el área.
A pesar de su corta edad podía defenderse y atacar de manera efectiva, sus movimientos eran seguros, tanto que impresionaba al rubio.
Ryota había alcanzado un nivel de comprensión bastante impresionante a su corta edad. Logró guardar todo el conocimiento que sus padres les había transmitido. A pesar de su actitud tierna y relajada, era un niño con una gran madurez.
Su padre se sentía cada día más orgulloso de lo persistente que puede llegar a ser.
Un deber de proteger a sus padres había nacido en él de manera inconsciente.
Quería ser fuerte para enorgullecer a toda su familia, y ahora para que su padre pueda presumir de él, al igual que su tío.
Puso todo de sí para dejar a relucir cuanto había mejorado desde la primera vez que empuñó una espada.
Ellos realmente notaron el cambio que había surgido en él. Su capacidad física había evolucionado desde aquella primera vez.
Sin embargo, como era de esperarse fué derrotado por Meliodas, pero no se sentía mal al respecto, sino que se sentía más motivado a superar a su padre algún día.
Tal vez no era común que un niño se interese tanto en la fuerza física, pero a él no le importaba.
Su padre le extendió la mano al estar tirado en el suelo, el pequeño la tomó y sintió un fuerte jalón que lo levantó de inmediato.
— sigue así y algún día me vencerás— animó el rubio guiñándole un ojo.
— ¡Si! Ya verás que algún día eso pasará— dijo el castaño determinado.
[...]
La pelinegra se movía entre las sombras vigilando a los demonios que visualizaba. No se perdía ni el más mínimo detalle.
Por obligación cumplía el mandato de su superior, aunque para ella él no significara nada. Sin embargo, _________________ sí había llamado su atención desde que puso un pie en el purgatorio.
A Mazikeen no le gustaba lo llamativo, por lo que el cuerpo de la castaña llamaba mucho su atención. Quería ver más allá de lo que le está permitido, experimentar lo que el rubio tiene, pero se abstenía de hacer algo inapropiado.
Desde doce años esa obseción estaba en ella, y no mostraba signos de desaparecer.
Pero al saber su posición solo se resignaba a estar para cuidar y cumplir cualquier orden por parte de la castaña y del rubio.
Seguía avanzando hasta persive una extraña sensación. Frunció el ceño y observó alerta su entorno. No vió ningún comportamiento agresivo por parte de los ciudadanos, pero algo inquietaba a la mujer.
Siguió inspeccionando el lugar por un largo lapso. Al finalizar se dirigió al castillo de inmediato, donde probablemente todos estaban dormidos.
Llegó a la habitación de la mujer que la había enamorado y su esposo.
Tocó por respeto a ambos, después de todo eran los gobernantes.
El rubio con el ceño fruncido abrió la gran puerta, la castaña siendo cubrida por la cobija se lograba ver al asomarse.
Miraba con recelo disimulado al rubio, el cual apenas tenía unos pantalones para cubrirlo.
— disculpe las molestias, pero tengo el informe que me pidió— comunicó Mazikeen con neutralidad.
Meliodas suspiró—. Sólo espera un momento para estar presentable.
Ella asintió y presenció como él cerraba la puerta con brusquedad.
Dentro de la habitación el rubio miraba exasperado su ropa. La tomó y se la colocó bajo la mirada burlona de su esposa.
— tranquilo cariño, podemos continuar después— animó mientras se ponía su camisón.
— siento que lo hizo a propósito— murmuró entre dientes.
— claro, ella sabía lo que hacíamos— dijo sarcástica—. Deja de estresarte tanto.
— es fácil para ti decirlo...
La castaña se acercó a él y le dió un beso lleno de pasión, el cual él correspondió con gusto.
— si te calmas puedo darte un relajante masaje después— le propuso seductora tras el beso.
— está bien, eso me anima— aceptó encantado.
Dejaron pasar a Mazikeen, la cual se encontraba irritada por ese momento, más no lo demostraba. _______________ veía atenta a la mujer al igual que su marido.
— hice lo que me pidió, estuve todo el día inspeccionando el purgatorio, pero no encontré ningún comportamiento negativo— informó la pelinegra.
— ¿Segura no dejaste pasar nada?— le cuestionó serio.
— se lo aseguro— respondió segura la aludida.
— entonces significa que el trabajo que han realizado Zeldris y tú ha salido de maravilla— comentó feliz la castaña. Miró a su marido y lo abrazó—. Estoy muy orgullosa de ti.
El rubio contento correspondió su abrazo—. No hubiera podido sin el apoyo de todos.
Al separarse observaron a la pelinegra aún presente.
— señor, antes quería comentar algo— dijo Mazikeen bastante seria—. Sentí una extraña presencia hostil, pero no ví a nadie así por ningún lado.
El rubio se mantuvo pensante.
— ¿No habrá sido tu imaginación?— cuestionó la castaña inquieta.
— tal vez señora, pero sentí que me observaban mientras cumplía con lo encomendado.
— es momento de que te retires Mazikeen, después hablamos— ordenó serio el rubio.
La mujer acató la orden.
La castaña vió preocupada a su marido—. Meliodas, seguro no es nada.
— pero si es algo podría ser peligroso— murmuró pensante—. No quisiera correr ese riesgo. Necesito pensarlo...— murmuró cansado.
Ella suspiró—. Lo que decidas, yo te apoyo.
— gracias amor— la besó fugazmente y salió de la habitación totalmente frustrado.
Salió del castillo para recorrer por sí mismo el purgatorio. Con la velocidad que poseía logró dar dos vueltas completas que le sirvieron para pensar e inspeccionar el área.
Por más que se concentraba no encontraba aquella presencia que su subordinada sintió. Se sentía más que frustrado, pero pensó en ese momento que lo más seguro es que haya sido la imaginación de la demonio.
La situación le hizo perder la noción del tiempo. Al llegar a la habitación encontró a su esposa e hijo arreglados.
Ambos lo saludaron animadamente, lo que él correspondió con una sonrisa. Se tiró al gran colchón y suspiró notablemente cansado.
— ¿Cómo te fué?— le preguntó curiosa la mujer.
— no sentí nada parecido a lo que dijo Mazikeen, todo estaba bastante bien— le respondió con un poco de orgullo en su trabajo.
— entonces... ¿No hay peligro?— preguntó emocionada la castaña.
El rubio le sonrió y negó con la cabeza, emocionando más a la mujer.
Ryota sólo los veía intrigado, pues no sabía de qué estaban hablando.
— ¿Qué pasa?— preguntó Ryota en un puchero.
— ¡Ryo, tu padre romperá el sello!— anunció emocionada la castaña.
Una amplia sonrisa de emoción se dibujó en el rostro del menor, saltó emocionado en la cama, dejando a relucir lo contento que se encontraba.
La mujer y el pequeño se lanzaron hacia Meliodas, quien los recibió con los brazos abiertos.
— ¡Es increíble, conoceré a mis tíos!— exclamó Ryota.
— ¡Lo haz logrado Meliodas!— exclamó orgullosa.
Él abrazó a su esposa e hijo con gran alegría.
— no hubiera sido posible sin ustedes. Son mi verdadera motivación— dijo Meliodas—. Gracias por existir en mi vida.
Ambos lo miraron sonrientes.
— ¡Yo estoy muy feliz de que seas mi papá!— exclamó con agradecimiento.
— y yo de que seas mi esposo y me hayas dado el mejor regalo del mundo— dijo ella mientras acercaba a su hijo y besaba su coronilla—. Ustedes son lo que más amo en esta vida, son mis hombres. Con ustedes no necesito nada más.
— yo debería decir eso— dijo el rubio entre risas—. Yo igual los amo, más que a nada en este mundo.
— ¡Y yo a ustedes también!— exclamó de forma tierna el pequeño.
Después de un largo rato en familia, Meliodas se preparó para presentarse ante todo el reino.
Estaba más que emocionado de volver a ver a su fieles compañeros.
Sólo esperaba encontrarlos.
[...]
— ¡Vamos Lancelot!— llamó Ban junto a su amada Elaine.
— no te desesperes— le pidió ella.
— la carta de la reina Elizabeth hacía ver la situación muy seria. No quiero prolongar esto por más tiempo— dijo el hombre con pereza.
— es raro, porque cuando llegamos al bosque dijiste que tu labor como la codicia del zorro de los Ocho Pecados Capitales había llegado a su fin— comentó de forma irónica el hada. Soltó una sonora carcajada al ver el rostro serio del albino.
Siguió la suave risa del hada hasta que el híbrido apareció en su campo de visión.
— ¿Los tíos no vendrán?— cuestionó Lancelot. Posaba una lanza de madera de punta de acero en su hombro.
— dijeron que se adelantarían para crear un buen ambiente. Ya deberían estar allá— murmuró Elaine pensativa.
— así es, así que ya vámonos— pidió Ban.
Se despidieron de todo el bosque y emprendieron su viaje hacia Liones.
El viaje iba bastante animado, aunque al parecer de Elaine y Ban Lancelot se tomaba las cosas en serio para un niño de su edad. Pensaban que solo era una etapa, al igual cuando el niño cambio su apariencia.
Anteriormente, para otros Lancelot era distinguido como una niña ante su apariencia y actitud alegre, incluso por la visitante Jericho, que frecuentaba el bosque.
A medida de que crecía, Lancelot notó que su padre lo tomaba a la ligera, por lo que cambio su actitud y apariencia, creyendo que así se vería más rudo y que su padre y otros seres lo tomarían más en serio.
A pesar de todo lo vivido, amaba a sus padres, amaba la vida que ellos le habían proporcionado.
Sentía intriga por saber cómo era la vida de su padre cuando formaba parte de Los Ocho Pecados Capitales. Su madre contaba todo lo que había observado y vivido con el grupo. Hablaba de cada uno de los integrantes encantada.
El pequeño se había quedado con la curiosidad de conocer a su tío Meliodas al oír que este fué, o sigue siendo el mejor amigo de su padre. También por ________________, quién según Elaine, ella había logrado crear un vínculo con Ban en tan poco tiempo.
Quería conocerlos, pero no había forma. Al menos eso les contó sus padres.
Tardaron, pero lograron llegar a Liones.
Varias personas los observaban y sonreían en admiración a los héroes de toda Britannia.
Aunque era costumbre, ya que anteriormente habían visitado el lugar por un par de ocasiones.
Llegaron al gran castillo, donde una gigante reducida al tamaño de un humano y un hada los esperaba.
— al fin llegaron. Elizabeth nos está esperando— habló emocionada la castaña de coletas.
— es increíble que aún sigas con esas coletas— dijo Ban burlón—. Han pasado muchos años Diana, madura.
— ¡Y eso qué!— exclamó la aludida con un puchero—. ¡Me gustan mucho, al igual que King!
El nombrado asintió estando de acuerdo.
— deja a Diana en paz y métete en tus asuntos, Ban— le dijo serio King.
— no hagamos esperar a Elizabeth y entremos de una vez— exigió Elaine mientras avanzaba junto a Lancelot.
Todos fueron recibidos cordialmente.
— su majestad los atenderá en un momento— informó un señor con un traje formal. Se retiró sin más.
— vaya, qué cosas— silbó Ban viendo la estructura del edificio.
— ¿Han sabido algo de Gowther?— preguntó Elaine a su hermano y cuñada.
— no. La última vez que nos lo encontramos dijo que visitaría Liones como en estos tiempos— le respondió su hermano pensativo.
— yo solo espero que esté disfrutando de sus viajes y que no se sienta tan solo— dijo Diana.
— Gowther no es un bebé, sabe cuidarse solo— bufó Ban.
— creo que tendrán tiempo para charlar, pero después— murmuró Lancelot al ver llegar a la albina junto a su hermana mayor, cuñado y sobrina.
Elizabeth les sonrió feliz de verlos después de algunos meses. Margarita se lanzó a los brazos de Lancelot, quien la vió confuso. Margaret y Gilthunder sonrieron al ver a su pequeña.
— ama verte— le comentó Margaret a Lancelot entre risas.
Lancelot sólo bufó.
Elizabeth e Elaine se abrazaron con cariño.
— me alegra de que hayan podido asistir— les dijo Elizabeth.
— no podíamos ignorar tu petición, además es un gusto volver a Liones y verte— dijo Elaine con una serena sonrisa.
— es un honor tenerlos aquí— dijo Gilthunder antes de inclinarse ante ellos.
— a lo que vinimos— habló serio Ban.
Un carraspeó se escuchó a parte de la risa alegre de la niña. King miraba con reproche a Ban, pero desvió la vista a Elizabeth.
— entiendo. Vengan por aquí— dijo la albina guiando a sus invitados a una gran sala.
Una gran mesa se encontraba en el centro. Cada uno tomó asiento y de inmediato el ambiente se tornó serio.
— Lancelot, ve a jugar con Margarita, nos vemos luego— pidió Elaine.
Él iba a replicar, pero la mirada fulminante de Elaine lo hizo desistir. Se fué entre quejas silenciosas con la niña siendo arrastrada al estar sujeta a la ropa del chico.
— como ya debieron enterarse, la situación es crítica— comenzó Elizabeth—. Personas han estado desapareciendo y a pesar del tiempo que ha pasado no hemos encontrado rastros de los cuerpos, ni siquiera indicios de quién pueda ser el culpable de esto. Gil— miró al aludido.
— si. Hemos recibido reportes de las desapariciones. Hasta ahora han sido treinta y cinco personas en Villa Ordan, veintisiete en Dalmary, veinticuatro en Camelot, diecinueve en Byron, quince en Bellford y ocho en Liones— reportó Gilthunder.
— no puede ser...— murmuró Diana sorprendida.
— ¿Durante qué tiempo?— preguntó King.
— seis meses— respondió Gilthunder.
— ¿Seis meses?— preguntó Diana incrédula.
Elizabeth suspiró.
— hemos decidido asignar un toque de queda hasta encontrar al culpable. Al atardecer todos deberán volver a sus casas— informó Elizabeth.
— una excelente desición, pero eso no resolverá el problema— comentó Ban.
La albina comenzó a masajear sus sienes frustrada.
— lo sé, estoy conciente de eso, pero el sujeto es muy escurridizo como para dejarse atrapar, ¡ni siquiera sabemos cómo se ve!— exclamó Elizabeth.
— calma Ellie, seguro encontrarán la forma— animó Margaret con una sonrisa.
— tengo la fe en eso...— murmuró Elizabeth.
— no sabemos la identidad del sujeto, tampoco el motivo por el que hace esto, pero en algún momento saldrá a la luz— dijo seguro Ban—. Los malos no durán mucho tiempo escondidos. Créanme.
— Ban tiene razón. Por ahora lo mejor es estar atentos— concordó King.
— nosotros te apoyamos Elizabeth— dijo Diana determinada.
— gracias de verdad chicos— dijo con una amplia sonrisa.
[...]
La noche llegó, Liones estaba más callado de lo común. La situación era grave, había que tomar desiciones sensatas.
En el castillo de Liones todos compartían animadamente. Ban y King bebían unos tragos, Lancelot ignoraba las peticiones de Margarita y las chicas charlaban.
— oigan, lo mejor sería contactar con Gowther para que nos dé una mano, ¿no?— sugirió Diana.
— es una gran idea Diana, mientras más seamos, más rápido se acabará todo— apoyó Elizabeth.
— permitamos que está noche sea agradable, después no podremos disfrutar de algo así— sugirió Elaine.
Ban bebía y reía gracias a los efectos del alcohol, o al menos eso creían los demás.
— oye King— susurró Ban serio— ¿Sentiste esa extraña presencia?
— ¿De qué hablas?— le cuestionó el hada.
— he sentido una extraña sensación desde hace rato...— comentó el albino.
— ahora que lo dices... Yo también lo siento— susurró pensativo.
— hay qu estar muy atentos, con suerte podría ser el criminal— dijo Ban.
— estoy de acuerdo— aceptó el hada—. ¿Sabes? Puedes ser muy listo cuando te lo propones— dijo entre risas.
Pero Ban dejó de prestarle atención y siguió bebiendo. King bufó y miró su cerveza con molestia.
Imbécil— pensó King.
[...]
Todos lograron subir a su respectiva habitación, cortesía de la reina Elizabeth. Fué un reto difícil, pero gracias a ayuda extra lograron llegar a sus camas.
A la mañana siguiente todos estaban muy calmados, aún disfrutaban de su sueño.
Excepto Lancelot, quirn exploraba el gran edificio bajo las miradas de la servidumbre. Él volvió a bufar molesto, eso era algo que detesta, pero a la vez le gusta.
Escuchó un extraño escándalo, deducía que provenía de la entrada del castillo. Fué a toda prisa dejando que su curiosidad bloqueara su juicio, aunque pensaba que cualquier cosa no sería nada para él. Si, tenía el ego un poco grande para un niño de diez.
Al llegar a la entrada vió confuso como los caballeros sonreían con admiración a los individuos que estaban a tan solo un metro del umbral.
Se acercó con sus sentidos activos ante cualquier movimiento violento por parte de los desconocidos.
— disculpen, ¿pero de casualidad no estará algún pecado por aquí?; también quisiéramos ver a la reina— habló amable un chico rubio de ojos esmeraldas.
Lancelot sólo podía pensar que era un adolescente.
— ¿Quiénes son ustedes? — preguntó Lancelot con desconfianza.
Los presentes lo observaron, los caballeros amablemente y confusos de verlo despierto tan temprano, y los desconocidos con total extrañeza.
La mujer de mirada azul y cabello castaño observaba con los ojos entrecerrados al pequeño rubio tratando de encontrar algo en él.
— ¡Hola!— saludó un niño de mirada azulada y cabello castaño, al igual que la mujer. Lancelot deducía que era de su edad— me llamo Ryota, ¿tú cómo te llamas?
Lancelot vió con los ojos entrecerrados.
— Lancelot— dijo de forma seca el pequeño rubio—. ¿Ustedes?— les preguntó insistente a los adultos desconocidos.
Antes de poder presentarse, una voz masculina llamando al pequeño rubio interrumpió.
— ¡Niño, ¿por qué te despiertas tan temprano?!— exclamó un albino apareciendo.
Mirada rubí y esmeralda conectaron al instante, se observaban neutrales. El ambiente se volvió tenso, los pequeños no entendían, pero los adultos ya sabían lo que pasaría a continuación.
— Ryota, Lancelot, aléjense— les pidió la castaña mientras los atraía hacia ella.
— ¡Baaaaaaan!— exclamó eufórico el de ojos esmeraldas.
— ¡Capitááááááán!— exclamó el de mirada rubí igual de eufórico.
Ambos levantaron las manos y las chocaron con las del otro, repitiendo la acción incontables veces. El rubio le dió un golpe en la cara al albino, asegurándose de no causarle la muerte, y después de recomponerse del golpe el albino lo devolvió. Ambos tenían una infantil sonrisa en el rostro. Rieron con alegría.
— ¡Carajo capitán, ¿Cómo es que llegó aquí?— le preguntó Ban sin sacar su sonrisa.
— Merlín me enseñó algunos trucos antes de irme al purgatorio— le respondió guiñándole el ojo—. ¿Soy yo o te ves más viejo?
— Pero mire nada más, casi no ha cambiado en estos últimos doce años— le dijo burlón el albino—. A diferencia de usted, yo tengo que envejecer.
— cállate, tampoco es que hayas cambiado mucho. Te ves más maduro— alagó el rubio entre sonoras risas.
Nunca van a cambiar, no importa cuántos años pasen— pensó la castaña enternecida de verlos.
Ban desvió su vista hacia ella, sonrió con cariño y se acercó a ella.
— pequeña, tú también cambiaste— murmuró Ban.
— ¿Qué dices? pero si a penas cambié— respondió ella entre risas—. Parece que tenemos suerte.
La castaña sintió su vestido ser estirado hacia abajo, bajó la vista para ver a ambos niños con miradas perdidas, pero la diferencia es que sólo el castaño la observaba.
— mami ¿quién es este hombre?— preguntó perdido Ryota.
— ¡¿Mami?!— exclamó Ban incrédulo— ¿Eres mamá, ________________?
La castaña bufó—. ¡Vaya! ¡Te diste cuenta!— expresó sarcástica la nombrada. Miró a su hijo y le sonrió—. Él es un gran amigo nuestro— respondió la pregunta del pequeño.
— ¿Quiénes son estas personas?— preguntó Lancelot mirando a su padre.
— ah, ellos son los amigos de los que te hablamos tu mamá y yo— le respondió sonriente.
— sate, parece que alguien aquí también es papá— dijo burlón el rubio.
— pues si, no iba a desperdiciar estos años — dijo Ban guiñando un ojo.
— ¡¿Entonces eres el tío del que hablaron mamá y papá?! — cuestionó emocionado el pequeño castaño.
— ¡¿Ustedes son los tíos que mis padres mencionaron?! ¡¿En serio?! — exclamó sorprendido Lancelot tras ver al rubio mayor que él.
— si— dijeron los tres adultos a la vez.
— tranquilos niños— dijo Meliodas sonriente—. En fin. Ban ¿qué haces en Liones?— preguntó intrigrado.
— ¿Aún viajas con Elaine?— preguntó curiosa la castaña.
— no, estamos aquí por un asunto... — murmuró Ban con nervios— chicos, deberían irse antes de que...
Demasiado tarde para advertirles.
Todos los demás estaban ahí, viendo incrédulos las presencias de ambos demonios.
Pero cierta albina miraba específicamente aquellos ojos esmeraldas. Una punzada se sintió en su pecho al verlo una vez más, pero de la forma que menos quería.
— Meliodas— dijo Elizabeth perdida.
— Elizabeth— dijo Meliodas de forma sorpresiva y nerviosa.
Justo lo que no quería que me sucediera ahora, sucede. ¿Por qué me tuve que dejar convencer por _________________?— pensó el rubio molestó con el destino y consigo mismo.
No quería tener que hacerle daño a Elizabeth, despertar sentimientos que él suponía olvidados, ni crear un ambiente incómodo con su hijo presente.
Pero era algo inevitable para él y ellas.
Un ambiente tenso que ninguno de los niños comprendía rodeo el ambiente, que bien podría ser palpable.
Mientras la mirada azulada de la albina no se despegaba por más que luchaba de la del rubio, la castaña veía la escena con el ceño fruncido.
Sentía un amargo sentimiento que no podía describir.
______________________________________________________________________
__________________________
____________________
|
•
Hola personas hermosas!
Espero se encuentren bien!
Aquí está el segundo capítulo!
Espero que les haya gustado mucho!!!
Y qué toda la temporada les guste!
:3
Sin más que agregar, no leemos en el siguiente ( ◜‿◝ )♡
Se cuidan muchísimo!
Bye bye!
(◍•ᴗ•◍)❤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro