Capítulo 18
Las tenues rayos del sol se adentraba sin permiso a la silenciosa habitación, la cortina que luchaba en evitar su entrada bailaba gracias a la sutil brisa que rozaba levemente a los individuos dentro de la habitación.
Sus cuerpos estaban tensos, sus miradas denotaban desespero mientras veían como el pecho del cuerpo postrado en la cama subía y bajaba con lentitud.
El rostro del niño en la cama se mostraba tan tranquilo, dando a entender que su mente y alma estaban descansando después de lo que su cuerpo había recibido.
La rasgada piel de la fémina era abrazada por los fornidos brazos del hombre que estaba a su lado, sus manos estaban entrelazadas, y cada que uno lo necesitaba el otro apretaba para darle a entender que no estaba solo. Era como si estuvieran sincronizados.
Ambos observaban con esperanzas al niño que aún no despertaba, preocupados de que el daño que había recibido hace dos horas lo haya afectado gravemente.
Sus estómagos se revolvían cada que recordaban esa perturbadora imagen que ansiaban borrar de su mente y corazones.
La espera ere realmente una tortura para unos padres preocupados por su hijo.
La puerta de la habitación fue lentamente abierta, dejando un espacio por donde una cabeza se asomaba y lograba ver la imagen que tenía más allá.
— capitán, pequeña, sé que debe ser duro, pero él va a estar bien— dijo Ban suavemente para no molestar a ninguno—. Elizabeth lo dijo, solo se desmayó por el ataque.
Meliodas sintió la mano de su mujer tensarse, supo al instante que recordaba ese horrible momento. Apretó su mano para darle calidez y así calmar su angustia.
Él sonrió al recordar que su hijo estaría bien, que solo se encontraba dormido y que era cuestión de segundos para que él recobrara la consciencia. Miró a su mejor amigo dejando apreciar su sonrisa.
— lo sabemos Ban. No te preocupes por nosotros, solo esperamos a que Ryota despierte, así nos quedaremos totalmente tranquilos— dijo Meliodas con serenidad.
— no se han alejado ni un centímetro de ese lugar desde que llegamos. Están vueltos un desastre— comentó Ban. Abrió por completo la puerta dejando verse totalmente.
— tú te ves peor que nosotros— refutó Meliodas entre suaves risas.
Ban sonrió al ver a su capitán reír honestamente, más se preocupó al ver el rostro lleno de miedo de la castaña.
Suspiró resignado, sabía que dijera lo que dijera, la preocupación de la castaña jamás se iría hasta que viera a su hijo consciente frente a ella.
— capitán— llamó serio la atención del rubio—, hágala sentir mejor— ordenó antes de salir de la habitación.
Meliodas supo que tenía que hacerlo, pero no encontraba las palabras para subirle los ánimos a su amada. Entendía su angustia, pero también lastimaba su corazón no verla sonreír aunque sea un poco.
Miró el rostro de su hijo, esperando que abriera sus ojos y trajera nuevamente la paz en sus corazones, pero sabía que para ello debía ser paciente. Era un mérito que Meliodas no estuviera enloqueciendo en ese instante.
Sintió un apretón por parte de su mujer, no necesitaba verla para saber que su expresión seguía igual o más triste que hace unos momentos.
— es mi culpa...— empezó a hablar la mujer con la voz quebrada, llamando la atención de su marido— perdónenme, si no fuese tan débil e inútil Ryota no estaría de ese modo... Nada de esto hubiese pasado...
Meliodas la atrajo más a él para que ella pudiera llorar con ganas en su pecho, no le molestaba que ella lo usara de pañuelo.
— nada de esto es tu culpa...— murmuró con una voz confortable— al igual que tú, me culpo por no haberte protegido correctamente y no haber evitado que Ryota fuera lastimado. Si te hubiera salvado esa vez nada de esto hubiera pasado. Fui débil.
— claro que no...— murmuró ella entre sollozos.
— claro que si. Cuando me pediste ayuda no pude ir a tu rescate. ¿Qué clase de esposo permite algo semejante?— dijo con culpa en sus palabras— no solo tú estabas en peligro, nuestros hijos también. Pudieron morir, tú pudiste morir...
Ella se alejó para lograr ver los ojos esmeraldas de su amado cristalizarse gracias al agua salada que éstos retenían.
— tú no lo permitste Meliodas, jamás dejarías que algo así nos pasara; estuviste en la misma situación que yo, ninguno pudo hacer nada para evitarlo— murmuró—. Mira el lado positivo de esto, nadie murió y nadie morirá.
Oyeron como la madera crujía al sentir el cuerpo que estaba en la cama se movía, voltearon la vista de inmediato para ver a su hijo ponerse de costado, aún permaneciendo en su sueños.
Estaba dormido, estaba bien.
— tienes razón— dijo Meliodas sintiendo una carga menos en sus hombros—. Nadie murió y nadie morirá. Nuestro hijo está sano y salvo.
— aún así me gustaría verlo abrir sus ojos— murmuró la castaña sintiendo pesadez.
Meliodas besó la mano de su esposa y le sonrió animado—. Tranquila, lo hará y te dará un fuerte abrazo cuando se le haya ido el sueño— dijo entre risas.
Oyeron toques suaves en la puerta, Meliodas permitió el pase y logró ver a Elizabeth después de que la puerta fuera abierta.
— disculpen... Pero me gustaría hablar con ________________ si es posible— pidió amable y un poco nerviosa la albina. Aún le inquietaba estar en el mismo lugar que ella, pero se acostumbraría.
— claro, Elizabeth— aceptó Meliodas tranquilo. Se levantó y le dió un beso a la coronilla de su mujer—. Iré por un vaso de agua para ti— le informó antes de retirarse.
Una vez quedaron solas, un silencio incómodo llegó como invitado para Elizabeth, más la castaña estaba absorta en sus pensamientos, anhelando con todas sus fuerzas que Ryota abriera los ojos.
Mantenía su vista clavada en él, esperando que el momento llegara. No tenía la necesidad de ver a Elizabeth.
La albina empezó a jugar con sus dedos, sintió como su corazón empezaba a palpitar frenéticamente ante su nerviosismo y su mirada estaba en sus pies. Ni ella misma entendía por qué se sentía de esa manera.
Con gran valor se acercó a ella y la miró con firmeza y a la vez amabilidad para no tensar más el ambiente.
— _________________...— empezó por su nombre para ver la reacción de la nombrada, pero al verla igual decidió proseguir—, ahora que todo al fin acabo y que ya sabes que Ryota está bien por mucho que te lo dije anteriormente, ¿Podríamos ir a tratarte?— inquirió con una sonrisa.
— ¿De qué hablas?— cuestionó la castaña estoica.
— hablo de que no estás del todo bien por más que lo parezca— dijo Elizabeth serena—. Desde que pude desaparecer la mayoría del miasma ajeno que tenías en tu cuerpo te despertaste e inmediatamente fuiste a proteger a los demás. No te culpo por eso, de hecho, yo hubiese hecho lo mismo en tu lugar— rió levemente de forma comprensiva—. El punto es que, a pesar de todo eso aún tienes ese miasma en tu sistema y los daños que posiblemente recibiste cuando te tenían aún pueden estar ahí— explicó con calma esperando buenos resultados por parte de la castaña—. Así que, ya que todo está bien deberíamos ir a terminar ¿No crees?— preguntó afable.
— no— dijo rotundamente la castaña, desconcertando a Elizabeth.
— ¿No?— repitió cuestionante la albina.
— si veo tus intenciones Elizabeth, y si entiendo la situación, pero no me alejaré de Ryota hasta verlo despierto— explicó la castaña con serenidad—. He estado alejada de él y de Meliodas por tanto tiempo, realmente me dolía como no te imaginas, por eso quiero esperar a Ryota y abrazarlo con todas mis fuerzas junto a Meliodas— sonrió levemente al imaginar aquello—. Así que ese tratamiento tendrá que esperar.
— ¡Pero no podemos esperar!— refutó Elizabeth extrañamente preocupada por ella— ¡Ese miasma podría...!
— basta— pidió estoica la castaña, silenciando a Elizabeth—. Ya he dicho. Si después no quieres ayudarme, está bien, veré la forma de tratarme...
— pero...-
— gracias Elizabeth, por todo lo que haz hecho por mi y mi familia; pero entiende que necesito este tiempo, necesito ver a mi hijo y sonreírle honestamente, que entienda que al verme todo el sufrimiento ha terminado...— murmuró con la voz quebrada— quiero que al despertar me encuentre a su lado...
— ________________...— murmuró Elizabeth viendo los ojos de la castaña reflejar anhelo por aquellas palabras.
— déjame sola con mi hijo Elizabeth, solo espera hasta que él esté en mis brazos— suplicó la castaña.
Elizabeth no quiso protestar, no hallaba la manera de hacerlo, así que se marchó de la habitación sintiéndose molesta y a la vez impotente por no haber hecho nada.
No esperó tener a alguien junto a la puerta, llorando a cántaros por lo que claramente había escuchado.
Elizabeth se arrodilló a su lado y acarició el lomo del animal para darle confort.
— Hawk...— murmuró Elizabeth.
— ¡Tenemos que hacer algo por ella!— dijo Hawk decidido.
Elizabeth se levantó y comenzó a caminar por las escaleras seguida por Hawk.
— tienes razón, pero si no se deja tratar podría hacerle más daño...— murmuró Elizabeth pensativa.
Llegaron al bar donde todos estaban charlando tras haberle cuestionado a su capitán sobre el estado de Ryota.
Ellos la vieron esperando a que dijera algo sobre su charla con la castaña, pero Elizabeth sólo volteó a ver a Hawk y sonrió.
— Elizabeth...
— tranquilo Hawk. Iré al castillo a ver cómo están todos, eso me tiene muy preocupada— informó Elizabeth con una sonrisa—. Hawk, mantén a __________________ vigilada, cualquier cosa me llamas. Volveré tan pronto como pueda— murmuró antes de marcharse.
Hawk no estaba tranquilo con eso, eso lo hacía sudar por el nerviosismo y preocupación.
[...]
— ¡Al fin todo terminó!— exclamó con júbilo Jericho— pensé que tendríamos que pasar por lo mismo que hace doce años, pero gracias a Dios no fue así.
Su compañera y fiel amiga asintió estando de acuerdo—. Me alegro de que todo haya terminado bien, aunque hubo algunas vidas que se perdieron en accidentes.
Unos pasos se acercaban a ella con rapidez, la pelinegra volteó para ver a su querido familiar, un poco herido, pero estaba vivo y eso ella lo agradecía.
Después de llegar hasta ella la abrazó con mucha alegría de verla viva y tranquila a pesar de todo lo ocurrido.
— ¡Guila, me alegra mucho verte bien! Estaba realmente preocupado por ti— sollozó el chico en el hombro metálico de la fémina.
— tranquilo Zeal, todo ha salido bien— dijo Guila para darle confort—. Por lo que veo te haz cuidado bien, aunque tienes unas heridas superficiales.
Él se separó y le sonrió—. Es que la joven de la tienda necesitaba mi ayuda, no quiero imaginar que hubiera pasado si no hubiese intervenido.
— aún no supero que hayas crecido tanto Zeal, hermanito— dijo Guila melancólica.
Tras doce años su hermano pequeño se había convertido en un hombre hecho y derecho, no era caballero sagrado como su hermana, pero se sentía orgulloso por la vida que ahora tenía, y sin dudas su hermana estaba igual.
En el otro extremo del castillo la familia real finalmente salía a la luz casi invisible del sol, siendo recibidos por la cálida brisa.
Margarita veía a su alrededor para localizar a su padre, y cuando lo vió aproximarse junto a su tío Griamore corrió hacia ellos y sin más se lanzó a los brazos de su padre, estaba feliz de verlo allí.
Gilthunder correspondió con alegría aquella muestra de afecto.
Griamore se reunía con Verónica, la fémina soltó su espada y sin más se abalanzó a los fornidos brazos de su novio, buscando paz.
— me alegra verlos bien...— murmuró Margaret.
Gilthunder se acercó a ella con su hija en brazos y al estar a su lado la envolvió en un cálido abrazo familiar que demostraba la paz que sentían al tenerse mutuamente.
— veo que están bien sin mi— dijo una voz familiar para los presentes.
Elizabeth se mostraba ante ellos con una sonrisa.
— ¡Tía Ellie!— exclamó la niña con mucha alegría. Todos sus seres amados estaba bien, sanos y salvos.
— Elizabeth, al verte me imagino que estás bien— dijo Margaret analizando el estado de su hermana.
— ¿Esos idiotas te hicieron algo?— inquirió Verónica preocupada por ella.
— no, pero siendo honesta esa situación estuvo muy mal— compartió Elizabeth con pesadez.
— ¿Qué les pasó?— cuestionó Griamore con intriga.
— en resumen: el enemigo puso a _________________ en nuestra contra obligándola a atacarnos, ella empezó a sufrir mucho al igual que los chicos; fue un poco complicado tratarla; Ryota fue herido, ellos...-
— ¡¿Qué?!— exclamó Margarita en shock, interrumpiendo a Elizabeth, no podía comprender que su amigo estuviera herido— ¡Papá, llévame con Ryota en este instante!
— pero cariño...-
Ella se removió tratando de bajar, lo que su padre no tuvo más opción que dejarla ser libre. Ella corrió en dirección a la taberna siendo vista por los adultos presentes.
— ¡Margarita, no puedes irte así!— dijo Margaret preocupada por ella.
— ¡Ryota es uno de mis amigos, no puedo quedarme sabiendo que está herido!— dijo Margarita difícilmente por su nudo en la garganta.
Una pequeña roca cayó al suelo, ese sonido llamó la atención de la niña, y los adultos la vieron sumamente preocupados por lo que pasaría.
El edificio que estaba cerca empezó a colapsarse en dirección a la niña, amenazando con caerle encima.
Los adultos estaban muy lejos como para evitarlo, pero querían hacerlo con todas sus fuerzas.
Más no esperaron que un demonio rojo se apareciera en la escena y evitara que aquellas rocas cayeran en el débil cuerpo de la niña.
Aún así Margaret y Gilthunder se preocuparon al verla en manos de ese demonio, pensaban que se la comerían o algo parecido.
Margarita sonrió—. ¡Gracias por salvarme señor demonio, es usted muy amable!— agradeció con sus mejillas sonrojadas y con el color natural de su pie, el cual se había ido tras esa experiencia.
El demonio acercó la palma dónde la niña descansaba a su rostro para verla mejor, y al ver la tierna cara que tenía no pudo evitar sonrojarse ante la ternura de aquella infante.
Otros demonios se acercaron para contemplar a la niña, quién les había dado un fuerte flechazo en sus corazones ante lo tierna que se veía.
Elizabeth sonrió fascinada por todo lo que podría lograr su sobrina con su tierna e inocente sonrisa.
El demonio rojo bajó a la niña quien de inmediato fue envuelta en los brazos de sus padres quienes exclamaba aliviados el nombre de su hija.
Gilthunder vió a los demonios y sonrió—. Gracias por haber salvado a mi hija, espero pagarles de alguna forma por esto.
— igual yo. Estamos en deuda con ustedes— dijo Margaret igual de aliviada que Gilthunder.
— "no necesitamos que nos den nada a cambio, estamos bien con solo poder coexistir con los humanos, hadas y gigantes sin tener que ser atacados o verlos correr despavoridos por nuestra presencia"— dijo el demonio rojo.
Elizabeth repitió cada palabra a su familia para que entendieran no solo lo que quiso decir, sino también el significado de aquello.
Habían juzgado a los demonios desde tiempos inmemoriales, y justo ahora se sentían avergonzados por ver lo equivocados que estaban.
No todos los demonios son malos, solo necesitan a alguien para que finalmente puedan sacar la parte que habían ocultado por vergüenza.
Margarita vió a sus padres y les suplicó con la mirada que cumplieran su deseo. Estaba preocupada por sus amigos, no sabía de ellos desde que decidieron apoyar a los caballeros sagrados.
— está bien, iremos— dijo Gilthunder con una sonrisa, creando otra en el rostro de su hija.
— perfecto, me gustaría ir para atender mis asuntos— dijo Elizabeth.
— nosotros nos quedaremos a revisar que todo esté bien y encargarnos en tu ausencia— dijo Verónica de la mano con Griamore.
— váyanse tranquilos— siguió Griamore.
— por cierto, ve a ver cómo están Howser y las chicas, no he sabido mucho— le dijo Gilthunder a Griamore antes de marchar, el cual aceptó sin protestar.
Espero que _________________ haya decidido seguir el tratamiento...— pensó Elizabeth esperanzada.
Mientras que en la taberna, la castaña y el rubio volvían a la misma posición de antes, esperando ansiosos el despertar de su hijo.
La fémina aguantaba con todas sus fuerzas hasta verlo despierto, ignoraba el dolor que quería afectarla. Pero ahora sería fuerte por Ryota y Meliodas.
Miró a Meliodas sintiendo calidez en su corazón, sonrió sintiéndose feliz de tenerlo a su lado como esposo y padre de sus hijos. Pensaba que no habría mejor persona para eso que él.
Se sentía agraciada al haberlo conocido, al haber estado en medio de un ataque que bien pudo matarla, que su silencio indirectamente los uniera, que su actitud lo haya enamorado, que él comenzara a amarla y darle fuerzas para superar el pasado.
Ese era él, Meliodas, la ira del dragón, capitán de los Ocho Pecados Capitales, el demonio más temido, y el ser tan apasionado, amable y romántico que ella haya conocido en su vida.
Una lágrima de alegría brotó de imprevisto, llamando la atención de Meliodas. Ella no solía llorar tan repentinamente, excepto en su anterior embarazo.
— ¿Sucede algo?— inquirió Meliodas.
Ella negó con su sonrisa intacta, tomó la mejilla de Meliodas sintiendo las mariposas en el estómago que él siempre la hacía sentir.
— no pasa absolutamente nada— dijo afable—. Solo me siento feliz de poder estar a tu lado y con Ryota. Realmente los extrañé.
Meliodas sonrió comprendiendo sus palabras y sentimientos que habían embargado a su mujer. Puso su mano en la mejilla de la mujer con mucha delicadeza.
— te entiendo, nosotros te extrañamos como no tenías idea— murmuró Meliodas melancólico—. Me hacías tanta falta, no poder sentirte, no poder verte era realmente una tortura, pero gracias a Ryota pude aguantarlo hasta llegar a este momento.
Juntaron sus frentes y cerraron sus ojos para disfrutar el calor del momento.
— necesitaba tu calidez, necesitaba tu sonrisa, los necesitaba como no te imaginas— murmuró ella—. Ese tiempo lejos de ustedes fue realmente una tortura para mí también.
— no tienes idea de todo lo que viví cuando no estuviste...— susurró Meliodas recordando con horror aquellas horribles pesadillas.
— Meliodas...— murmuró con dulzura su nombre.
Estaban tan sumergidos en su mundo que no notaron cuando el cuerpo que estaba postrado en la cama empezó a incorporarse mientras se tallaba sus ojos para despejar el sueño. Tras estar totalmente despierto vió a sus padres en esa posición, ambos lloraban y sonreían, pero no se veían tristes, cosa que el pequeño agradeció.
Era realmente un alivio verlos de esa manera, sanos y salvos, juntos nuevamente.
Y en ese momento sería egoísta e interrumpiría ese momento, después de todo él también quería estar en sus brazos para sentir la paz que solo sus padres les podían brindar.
— oigan, ya no hagan eso— pidió Ryota con un puchero en un tono burlón, robándose la atención de ambos adultos.
Las lágrimas de la fémina empezaron a fluir con fervor al verlo finalmente despierto y con su adorable puchero. No esperó más y se lanzó a abrazarlo con muchas ganas.
Meliodas igual quería, pero ella lo necesitaba y él comprendía.
— mi cielo... Al fin...— murmuró la castaña con alivio— por qué tardaste tanto...
— ya mami— murmuró Ryota mientras daba palmaditas en la espalda de su madre—, sólo estaba dormido, y tenía un sueño muy bonito— comentó con una sonrisa.
— ¿Y qué soñaste?— inquirió Meliodas sentándose junto a él al otro lado de la cama, recargó su espalda en el respaldo esperando expectante.
La fémina copió la acción de su marido e insitó a Ryota para que se sentara en medio de ellos para empezar su relato. Él así lo hizo, y una vez allí ambos adultos se pegaron a él y lo envolvieron en sus brazos para sentir mejor el calor familiar.
Ryota sonrió emocionado por volver a estar de esa manera con sus padres, era realmente satisfactorio.
— soñaba que estábamos todos juntos— empezó Ryota—, que el tío Ban junto a mamá cocinaban algo delicioso, habían mucha personas celebrando, estaban muy felices; reíamos y sonreíamos sabiendo que todo lo malo había acabado. Y cuando toda esa celebración acababa, yo volvía con ustedes— dijo con alegría—. Finalmente estábamos juntos nuevamente, papá cumplía su promesa...
— así es Ryota... Así es...— murmuró Meliodas orgulloso de sí mismo al poder cumplir aquella promesa.
— seguro ese sueño se cumplirá pronto...— murmuró la castaña.
Ryota empezó a ver a su alrededor percatándose de que estaban en la taberna que hace tiempo atrás habían hecho ruinas.
— ¿Cómo estamos aquí? La taberna quedó destruida— preguntó Ryota confundido.
— la señorita Merlín nos hizo el favor y con su magia volvió a reconstruirla— respondió la mujer con una sonrisa—. Aquí estás mejor.
Los minutos pasaban amenamente, Ryota le contaba a su mamá todo lo que había experimentado en su ausencia, y siempre recalcaba qué hubiese sido mejor si ella hubiera estado. Ella escuchaba atentamente cada relato, se sorprendía, se alegraba y se enojaba por todo lo contado, pero el resultado final era la plenitud de que él haya visto lo bueno entre todo lo malo.
Ella finalmente se sentía cada vez más tranquila, pero en consecuencia de eso sentía cada vez más el dolor en su interior, sentía como si la desgarraran desde adentro.
En eso los pecados entraron para ver cómo seguía Ryota, grande fue su sorpresa y alegría al verlo sonreír y estar entre sus padres.
Lancelot se sintió aliviado de verlo bien, le dió la bienvenida y le contó todo lo que había pasado mientras él estaba dormido, lo cual no era mucho, pero igual quería mantenerlo al margen.
El cuerpo de la castaña empezaba a doler, lo que la obligó a hacer muecas por el dolor. Se levantó captando la atención de Ban, Hawk y Meliodas, los demás seguían sumergidos en la alegría de tener a Ryota sano y salvo; se dirigió a la puerta dispuesta a salir, tal vez tomar aire fresco la haría sentir tranquila hasta que llegara Elizabeth.
— ¿A dónde vas ________________?— inquirió Meliodas afable.
Ella no volteó, solo mantenía su mirada en la perilla de la puerta—. Sólo iré por un poco de agua. Vengo en un momento— dijo como excusa antes de desaparecer de la habitación.
Más Diana miró la mesita que estaba junto a la cama de Ryota, alzó una ceja al ver un vaso de agua intacto.
— que raro, justo allí hay un vaso de agua— comentó la chica extrañada.
Meliodas y Ban se vieron atentos, ambos sabían que algo no andaba bien con ella.
Hawk temblaba, Wild lo miró extrañado por su actitud tan nerviosa.
— iré a ver cómo está— dijo en seguida Hawk para salir de la habitación.
Mientras que en el primer nivel, la castaña se servía un vaso de agua, escuchar como el agua caía en el envase y tomaba la forma del mismo era realmente relajante, pero su estado no le permitía disfrutarlo.
Apretó la jarra de agua con mucha fuerza, el dolor la desconcentraba, el agua llegaba hasta el tope y se derramaba en la barra. La castaña puso su mano libre en la barra y empezó a apretar para tratar de aliviar el dolor.
Por favor... Solo un poco más...— suplicó la castaña.
Y sin más se desplomó en el suelo al sentir como algo dentro de ella explotaba. Sangre abundante salió de su boca manchando la camisa blanca y creando un charco de sangre a su lado, quería gritar, pero por alguna razón su voz no salía.
Cuando ella se desplomó la jarra que tenía en manos se cayó y al ser de cristal se rompió en un millón de pedazos.
Su pecho dolía como mil infiernos, deseaba aguantar, pero sabía que ya no podría más.
— ¡_________________!— exclamó Hawk al llegar y verla en el suelo en un charco de su propia sangre. Corrió por las escaleras llorando y sin más azotó la puerta alarmando a todos— ¡Meliodas, _________________ está mal!
Meliodas reaccionó al instante a eso y se fue corriendo al primer nivel para verla, no la localizaba, fue a la cocina y la encontró justo antes de llegar allí. Estaba en el suelo, respirando aceleradamente por lo que ocurría, manchada de sangre.
Se arrodilló a su lado y la tomó en sus brazos para tratar de encontrar la herida, notó que la sangre salía de su boca, por lo que dedujo que la herida era interna.
— perdón Meliodas, no pude soportar más...— murmuró ella con una débil sonrisa.
— no te preocupes por eso, estarás bien...— murmuró Meliodas optimista, pero realmente le dolía verla de esa manera.
— es una locura...— dijo ella burlona— solo han habido problemas, y tú haz tenido que sufrirlo...
— si al final estoy a tu lado y con Ryota no me importa tener que sufrir, después de todo estoy bien si es con ustedes, mi familia— murmuró Meliodas.
— eres un amor...— murmuró ella conmovida por sus palabras— tienes que llamar a Elizabeth... Antes de que sea demasiado tarde...— pidió antes de desmayarse.
— capitán— llamó Ban preocupado al ver a la castaña cerrar los ojos.
Meliodas apretó la mandíbula sintiendo una punzada en su pecho, ya no quería ver a sus seres amados sufrir de esa manera. Demandante miró a su mejor amigo.
— ¡TRAE A ELIZABETH DE INMEDIATO!— ordenó Meliodas.
Ban no dudó en obedecer lo, después de todo la persona que necesitaba ayuda era la mujer que consideraba una hermana.
Meliodas sentía que el destino estaba en su contra, que solo jugaba con sus corazones hasta haberlo destruido por completo. ¿Era tan indeseado que lo hacían sufrir de esa manera para que encontrara la desesperación absoluta?
Sólo quería paz, estar junto a su familia y amigos, ese era su más grande deseo.
[...]
— ¿Cómo está?— inquirió Lancelot viendo a Ryota.
Ambos estaban en el exterior, disfrutando el dulce manto de la noche y la brillante luz de la luna. Más Ryota no sentía nada placentero esa noche.
Su ceño estaba fruncido, su quijada y puños estaban apretados sintiendo molestia por todo lo que ocurría. A veces deseaba nunca haber deseado conocer el mundo humano, tal vez de esa manera no hubiera ocurrido nada de lo que está pasando.
— papá dice que está bien, la señorita Elizabeth la está atendiendo— respondió Ryota entre dientes.
Lancelot se recargó en la pared del Boar Hat, mantenía su distancia de Ryota para otorgarle su espacio.
— estar así no la ayudará, en vez de eso solo la harás sufrir más— comentó Lancelot en desacuerdo con los sentimientos que Ryota experimentaba.
— es que ya no lo soporto...— dijo Ryota con rendición— ver a mis padres sufrir una y otra vez es realmente mortificante, pensar que no puedes hacer mucho para ayudarlos, ¿Cómo no enojarme por eso?
— ellos notan todas tus ganas de colaborar, de tomar un papel en la situación, pero simplemente no puedes— dijo Lancelot comprendiendo—. Ellos te aman más que a sus propias vidas, jamás dejarían que te expusieras únicamente para salvarlos. Cuando te trajeron al mundo se plantearon que debían protegerte sobre todas las cosas. Así son los padres.
— ¡¿Por qué debe ser de esa manera?! ¿Por qué los padres tienen que arriesgarse por sus hijos?— cuestionó Ryota frustrado— ¡¿Nunca han pensado que lo que realmente nos asusta más que la muerte es perderlos?!
Lancelot sonrió, viendo el verdadero origen de la frustración y molestia de Ryota.
— así que es por eso que estás tan enojado— concluyó con una sonrisa ladina—. Lo que realmente te molesta es que no piensen en ellos mismos.
Ryota volteó para encarar a Lancelot y asintió.
— ¡¿Cómo no estarlo?! Siempre están protegiéndonos, sin importar qué les pase a ellos; ellos sufren por nosotros, pero no se dan cuenta... Que nosotros también sufrimos por ellos..
— entiendo tu frustración, pero no hay nada que podamos hacer para que eso cambie— dijo Lancelot—. No importa lo que digas, siempre se preocuparán por ti, y es realmente frustrante verlos arriesgar sus vidas para protegernos— caminó hasta quedar dos pasos frente a Ryota—. Por eso nosotros debemos volvernos más fuertes— apretó su puño entusiasta—, debemos ser capaces de cuidarnos de cualquier adversidad, solo de esa manera ellos confiarán plenamente en que al final siempre estaremos bien y así pensaran en cuidarse ellos mismos.
— Lancelot...— murmuró Ryota asimilando cada palabra.
— somos niños, aún nos falta mucho camino para ser las personas fuertes que queremos ser por nuestros seres amados, y sin importar cuánto duremos, si realmente lo queremos, recorreremos ese camino hasta alcanzar nuestra convicción— le sonrió con confianza.
Ryota sintió cada palabra en sus corazones, le emocionaba recorrer ese camino, conocer su destino, pero más entusiasta se sentía al querer que sus gran amigo caminara el mismo camino que él.
— ¡Tienes razón!— concordó con una sonrisa entusiasta. Estrechó su mano— tenemos que ser más fuertes, y sé que juntos lo vamos a conseguir. Sólo tenemos que esforzarnos.
Lancelot aceptó la mano de Ryota y ambos se dieron un fuerte apretón de manos.
— no te vayas a quedar atrás y echarte a llorar— advirtió Lancelot con una mirada retadora.
— eso debería decírtelo yo— dijo Ryota con la misma mirada.
Mientras que en el otro lado de la puerta entre abierta, una niña había escuchado todo y sonreía feliz de pensar en las palabras de ambos.
— Ryo, Lancelot, quiero recorrer ese camino con ustedes hasta el final, quiero verlos triunfar...— murmuró Margarita con anhelo. Puso sus manos en su pecho queriendo entregar su deseo a cualquier entidad divina que lo haya escuchado.
Mientras que por una ventana del segundo nivel del Boar Hat, un rubio junto a un albino veían con una sonrisa orgullosa a ambos niños. Se alegraban de tan solo pensar que ambos sostendrían una sólida amistad como ellos.
— si que parecen nuestros hijos— dijo Meliodas entre risas—. Ambos serán muy exitosos.
— no hay quien lo dude— dijo Ban entre risas—. Aunque es obvio que Lancelot estará un paso delante de Ryota— dijo con el ego por las nubes.
Meliodas lo miró con una ceja alzada—. ¿Estás loco? Ryota estará un paso delante de Lancelot. Es obvio quien es el mejor.
Ban bufó—. ¡Tú eres el loco aquí! Lancelot es mucho más fuerte que Ryota.
Meliodas bufó—. ¿Bromeas? ¿Qué no viste la cicatriz que tiene Lancelot en la frente? Pregúntate quién se la hizo— dijo Meliodas jocoso.
Ambos se dedicaron miradas asesinas. Eran sus hijos, siempre pensarían que el suyo sería el mejor, tenían sus esperanzas puestas en ellos, después de todo serían la próxima generación.
Más en el interior de sus corazones, ambos disfrutaban discutir con el otro por sus hijos, era una forma de presumirlos y demostrar cuánto los querían.
Elaine apareció entre ellos y les dió un golpe en la cabeza para que terminaran ese concurso de miradas fulminantes.
— ya dejen de discutir por una tontería como esa— ordenó Elaine—, ambos son excelentes niños y no necesitan la presión de sus padres para mejorar, debe ser por su propia voluntad.
— perdón...— murmuraron ambos hombres con la mirada baja.
Una risa débil, pero alegre se escuchó detrás de la rubia, ellos dirigieron su vista a la mujer postrada en la cama, quién los veía con una sonrisa llena de alegría y diversión.
— me gusta verlos de esa manera— dijo la castaña con melancolía—. Es tan gratificante estar aquí con ustedes.
— nosotros nos sentimos felices de tenerlos nuevamente en Britannia, los echabamos de menos— compartió King con una sonrisa.
— las cosas no eran las mismas si ustedes— comentó Diana con las mejillas ruborizadas por la emoción.
— y ahora todo es mucho mejor ahora que no hay incomodidad al Elizabeth estar aquí— comentó Gowther con pura inocencia.
Todos callaron por ello, no les parecía correcto decir eso frente a la albina en cuestión, eso apuntaba a que ella era la causa de tanta tensión en el pasado.
Elizabeth bajó la mirada con las miradas sonrojadas por la vergüenza, pero la levantó al instante al sentir una mano cálida en su mano que estaba en su regazo. Miró a la dueña de la mano y se sorprendió.
— si estás dispuesta a dejar el pasado y el odio que sientes por mi atrás entonces no hay de qué preocuparse— dijo __________________ con dulzura—. Gowther tiene razón, cuando el ambiente es tan cálido crea un sentimiento de tranquilidad y felicidad, ¿O no?— inquirió a todos los presentes.
Los ojos de la albina se cristalizaron, más retuvo las lágrimas para demostrar fortaleza y asintió para apoyar a la mujer.
Todos igual estuvieron de acuerdo.
Hawk se acercó a la cama y miró contento a las mujeres que anteriormente no se agradaban.
— tienes razón ________________, así todos podremos estar todos juntos— dijo de forma optimista el cerdito—. Y todos podrán conocer a mi increíble hermano mayor, Wild— dijo viendo al mencionado.
— es un placer conocer a todos los amigos de mi hermano Hawk; gracias por protegerlo todo el tiempo en que no estuvimos juntos— dijo Wild con agradecimiento—. Todos se ven muy buenas personas.
— el gusto es nuestro, Wild— dijo Elaine dulce.
Un nuevo capítulo comenzaría para todos los presentes.
— muy bien— habló Zeldris animado—, ¿Ahora que sigue?— inquirió.
— obviamente la celebración, haber superado cosas tan difíciles amerita una noche de gran diversión— dijo Ban entusiasmado por ese momento, especialmente por la cerveza.
— además de que le debemos una fiesta de bienvenida a las autoridades del reino demoníaco— agregó Merlín—, y a mí me deben mis tragos por reconstruir la taberna. Recuerden que ese fue el acuerdo.
— te gusta extorsionarnos...— murmuró Meliodas— sigues siendo la misma.
— ¡Hay que empezar con los preparativos!— anunció Ban entusiasmado.
— ¡No puede ser ahora, Ban!— dijo Elaine.
— anda ¿Por qué no?— cuestionó Ban con un puchero.
— la razón es muy clara— dijo Gelda viendo a su amiga en la cama—, _________________ necesita descansar con calma y recuperarse, por lo que no es momento de hacer fiesta.
— Gelda tiene razón— concordó Elizabeth—. ________________ lo necesita.
Ban entendió al instante, no iría en contra de eso, después de todo ella era como su hermana menor.
_________________ se incorporó con mucho esfuerzo y miró a sus amigos con serenidad, Meliodas llegó a sentarse a su lado para atender todas sus necesidades futuras.
— por favor no se detengan por mi, estoy bien— dijo la mujer en cuestión con una sonrisa—. Pueden realizar esa celebración esta noche, aún están a tiempo.
— pero _______________...— murmuraron todos preocupados por su salud.
Ella negó con la mirada la insistencia de los demás—. En serio estoy bien, estar aquí todo el tiempo solo me deprimirá, además sería bueno para Ryota, que se divierta mucho con sus amigos y pueda conocer un poco de ustedes esta noche.
Aún no estaban del todo convencidos, pero la mujer no mostraba señales de cambiar de opinión.
— ¿Estás segura, pequeña?— inquirió Ban.
Ella asintió—. No solo por ustedes y Ryota, también quiero celebrar un poco; además, sé que quieres beber junto a Meliodas, después de todo han pasado doce años desde la última vez— le dijo a su hermano con serenidad—, Meliodas quiere lo mismo, ¿Verdad?— vió a su esposo esperando respuesta.
Meliodas volteó la mirada de sus ojos para no verla al admitirlo.
— si, tienes razón— se rascó la nuca y sonrió.
— entonces está decidido— dijo Diana un poco entusiasmada por la idea.
— ¡Hay que comenzar con los preparativos!— volvió a decir Ban entusiasta— hay que olvidarnos de todo lo que pasamos pasando un buen rato.
— así será— dijo Meliodas—. Qué los chicos vayan a conseguir lo necesario para la fiesta de esta noche y que se lleven a los niños, las chicas pueden hacer propaganda para que quién se apunte pueda pasar un buen rato con todo lo ocurrido— pidió entusiasta.
Todos aceptaron sus tareas, estaban dispuestos a hacerles pasar un buen rato a sus amigos.
Todos abandonaron la habitación tan rápido como les fue posible, quedando solo Meliodas y ________________.
— ¿Estás segura de esto? Estamos a tiempo para cancelarlo— dijo Meliodas preocupado por ella.
— ¿Sabes lo que quiero?— inquirió ella con una voz suave, conectó su mirada con la del rubio, viendo la intensa curiosidad que tenía en ese instante.
— ¿Qué es lo que quieres?— cuestionó Meliodas ansioso por saber su respuesta— haré todo lo que desees por más imposible que sea.
— ¿Lo que sea?— cuestionó ella juguetona.
Meliodas sonrió al oírla de esa manera, era gratificante—. Te daría el cielo si me lo pidieras— escuchar la melodiosa risa de su mujer lo hizo sentir cálido—. ¿Quieres que te dé el cielo?
— tranquilo, en realidad lo que quiero es algo posible que solo tú puedes hacer— dijo ella con amor.
— entonces dime qué es, la incertidumbre me vuelve loco— pidió él.
— está bien. Lo que quiero justo ahora es...— tomó la mano de su marido sintiendo la calidez— que tú seas muy feliz.
Se sorprendió al escucharla pedir aquello, no comprendía de dónde había salido tal deseo.
— ¿Por qué me pides eso? Ya sabes lo feliz que soy contigo y Ryota— dijo él entre risas.
Ella negó—. No me refiero a eso— aclaró—. Quiero que olvides todo lo que sufrimos y te permitas disfrutar esta noche y el resto de nuestros días con tus amados camaradas.
— comprendo...— murmuró Meliodas recordando todo aquello, agachó la mirada para evitar verla.
Sintió su cuerpo ser atraído hacia el cuerpo de su mujer, tal acto logró que su cabeza quedará recostada en los pechos de su mujer, lo cual no le desagradó.
— por favor...— suplicó ella con tristeza— me duele tanto pensar en la idea de que esos malos momentos quedaron grabados a fuego en tu mente y corazón, que sufras al recordarlos y quieras gritar por el dolor. Simplemente no lo aguanto más...
— ________________— murmuró Meliodas sorprendido por sus palabras.
— sé que crees que por tu pasado no mereces la felicidad y la paz de tu alma, que siempre serás atormentado por todo lo que alguna vez hiciste; pero todos merecemos una segunda oportunidad, tú no eres la excepción — dijo más firme la fémina—. Mereces ser extremadamente feliz, y aunque el destino no lo crea y quiera castigarte de mil maneras, aquí estoy yo para oponerme y luchar hasta el final para que seas feliz.
Meliodas se separó de inmediato al escuchar sus palabras, y ver la mirada determinada de su mujer hizo que sus corazones brincaran por la felicidad que eso le causaba.
Ella tenía la razón, él pensaba que no merecía nada bueno, pero ahí estaba ella para cambiarlo todo e iluminar su corazón en su totalidad.
— Meliodas, eres el amor de mi vida, me haz dado tanto que pienso que aún estoy muy lejos de poder darte algo para estar igual— compartió ella—. No puedo ser la mujer perfecta, no puedo ser la madre perfecta, soy imperfecta en varios aspectos como mujer y como reina, pero trato de ser lo mejor para ti...
Meliodas bajó la mirada y rió suavemente—. ¿Realmente piensas eso?
— todo lo que me haz dado me hace pensar de esta manera, me hace actuar de esta manera, me hace sentir de esta manera— dijo ella.
Él sostuvo sus manos y la miró con mucha firmeza y amor en su mirada, ya no voltearía la cara por las inseguridades que trataban de llevarlo a la perdición, lucharía contra ellas.
— no me debes nada, tú me haz dado tanto que me hace pensar que no lo merezco— empezó él sorprendido por su alocado e increíblemente imperfecto destino—. Tus palabras acaban de sacarme de tanta oscuridad que aún residía en mi corazón; me haz dado tanto amor, la hermosa familia que tanto anhelé que me parece increíble la suerte que me ha tocado. No eres la mujer ni la reina perfecta, pero la verdad es que eso es lo que te hace perfecta, así que no trates de ser mejor, porque ya lo eres.
Ella sonrió—. ¿Incluso así de testaruda y molesta?— cuestionó.
— te amo así, después de todo esa eres tú— respondió dulce—. Gracias por pensar en mi, por querer luchar hasta hacerme feliz, y la verdad me alegro de que estés a mi lado, porque así no tendrás que luchar por eso ya que sin darte cuenta me haz hecho muy feliz. Te pregunto como mi fiel amiga y esposa: ¿Te quedarás a mi lado eternamente?
— ¿Ya olvidaste que me hiciste esa pregunta en nuestra boda y luna de miel?— inquirió jocosa, más sonrió y lo miró determinada.
— si, pero tal vez esa respuesta pudo cambiar— dijo él.
— eres un tonto— rió—. Mi respuesta es la misma, mi amado rubio, acepto quedarme contigo, superar todas las adversidades que se nos presenten, mantenerme firme y nunca permitir que alguien dañe el amor que siento por ti.
Él se acercó a sus labios, se rozaron, sintieron un cosquilleo en sus estómagos, se miraron como unos tontos enamorados y empezaron a reír.
— definitivamente eres para mi, y yo soy para ti— susurró Meliodas.
— el estúpido destino debe estar haciendo berrinche por eso— dijo burlona—. Nadie nos va a separar.
— juntos nos encargaremos de eso— finalizó Meliodas antes de unir sus labios con los de su mujer para sellar todas las palabras dichas.
La luz de la luna que brillaba más fuerte que nunca los iluminaba, el manto estelar era testigo de sus palabras y el amor que ambos mantenían.
Al separarse juntaron sus frentes y sonrieron tontamente.
— ya nada nos podrá separar— susurró ella—, después de todo tenemos unas personitas que siempre nos mantendrán unidos sobre todas las cosas.
— uy si, no hay que olvidarnos de esas personitas por ningún motivo— dijo Meliodas juguetón.
Ella tomó sus manos y las condujo hacia su vientre, dónde ambos sintieron las vidas de hermosas criaturas desarrollarse a medida de que pasaba el tiempo.
Tocaron la puerta, más no la abrieron.
— ¡Oigan, todo está listo y el lugar está lleno! Bajen antes de quedarse sin nada— informó la voz cantora del albino tan querido.
Meliodas dejó un beso en el vientre de su mujer y otro en su frente, se bajó de la cama y tomó a su mujer en brazos.
— es hora de celebrar— dijo él con plenitud.
Ella abrazó al rubio y sonrió sintiéndose plena por todo—. Estoy contigo.
Y sin más ambos fueron a celebrar junto a sus seres amados.
Un nuevo inicio daría comienzo, el sufrimiento al fin había terminado. Muchas aventuras estaban por comenzar, y al tener nuevos integrantes sería gratificante.
Todos alzaron sus copas con sus respectivas bebidas y brindaron contentos por el final de un capítulo del nuevo comienzo.
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Hola!
Espero que todos estén muy bien
:'3
Espero logren perdonar mi tardanza, es que la escritora de esta bella historia es muy distraída, y créanme que no exagero.
Pero bueno, es mejor tarde que nunca, así dicen por ahí :)
Espero que les guste el drama, porqué a mi me encanta, de verdad!
Y este capítulo se podría decir que es el último, pero sacaré unos cuantos extras para animarlos un poco y conozcan a las bellas criaturas de nuestro sexy rubio y la rayis (ustedes uwu).
Compartan: ¿Qué les pareció la segunda temporada? ¿Qué les ha dejado?
Espero darme a entender :')
Gracias por cada voto, comentario y todo el apoyo en general que me han brindado todo este tiempo. Es realmente emocionante hacer algo que les guste, solo me llena de más energía para seguir.
Y bueno, este no es el final, seguiré haciendo más historias, tantos de fanfics como historias de amorsh de mi imaginación utilizando los recursos de la vida real, algo así como novelas (suena raro, pero espero se entienda).
Y espero que en ese futuro próximo ustedes puedan tomarse la oportunidad de echarles un ojito. Las estaré esperando ;)
Cada experiencia es única, y realmente me alegro de poder compartir mis más locas ideas ficticias que se reproducen como dulces, okno. Es bueno tener un espacio donde compartir estás historias que imagino y ver lo mucho que le gustan a los demás, especialmente sentir satisfacción al hacer algo que realmente te gustó.
Gracias por todo hermosas personitas!
Sin más que agregar, nos leemos en un extra o en una siguiente historia (lo que venga primero).
LadyDiana090 no morirá!
Se cuidan!
Bye Bye
(◍•ᴗ•◍)❤
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