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Capítulo 15

El climax llegaría en esta batalla, varias vidas se perderían para que en el futuro la paz fuera reconstruida.

Todos los humanos, hadas y gigantes invadidos por los demonios luchaban sin descanso para defender aquella paz que tanto les había costado conseguir.

En el campo de la batalla más fuerte, Diana bloqueaba sin descanso los ataques tan predecibles de la morena demonio. La demonio disfrutaba cada golpe que daba y moría por encestar uno en la gigante.

— ¡Solo deja que las cosas fluyan primor!— dijo Cornelia con placer.

Apareció detrás de la gigante lista para estampar su gran mazo en la columna de la gigante, más Diana reaccionó y usó su técnica "Metal Pesado" para reducir los predecibles daños.

Cornelia saltó con impaciencia y solo logró que el mango de Gideon y su mazo chocarán y con ello crearán una fuerte onda expansiva.

— ¡Luchan en vano, cuando llegue la hora cero todos estarán acabados!— decía Cornelia de manera desquiciada.

— ¡No lo hacemos!— gritó Diana con molestia— ¡Luchar por una amiga y por el bien de todos no es en vano!

— ¡En este caso si lo es niña gigante!— gritó Cornelia separándose de la mujer de coletas. Apoyó su mazo en el suelo y la miró jocosa—. Con lo que se avecina no podrán hacer nada. Todos morirán y Britannia será nuestra.

— ¡¿De qué rayos hablas?!— cuestionó Diana bastante confundida.

Un silencio incómodo surgió entre ellas dos, era uno tan inquietante y tenso que podrían cortarlo con un cuchillo.

A pesar de la lejanía de podía escuchar los choques de armas que se producían entre el rey de las hadas, King, y uno de los demonios enemigos, Aron.

Ambas armas levitaban gracias al gran poder de sus dueños y tenían como propósito primordial acabar con su respectivo enemigo.

Mientras que no muy lejos Ban esquivaba ágilmente los cuchillos voladores de la niña, la cual solo se reía a carcajadas por el aprieto en el que creía que estaban los pecados y lo que estaba a punto de ocurrir.

— ¡Son tan ingenuos!— dijo burlona Alía limpiándose una lágrima de pura gracia.

— ¡¿Qué es tan gracioso mocosa?!— cuestionó Ban a punto de estampar su puño en la cara de la infante.

Pero ésta logró evitarlo con mucha suerte.

King quiso atravesar al niño para fosilizarlo, pero éste con grandes reflejos logró esquivarlo. Un simple rozón y estaría en camino de convertirse en una estatua de piedra.

Aron clavó su mandoble en el suelo y se paró en el mango de éste, su expresión era una totalmente relajada.

— cada segundo solo apresura el proceso de su bomba de tiempo— dijo Aron con serenidad mirando al rey hada—. La oscuridad caerá en toda Britannia y nosotros seremos triunfadores.

— ¡Cómo si el capitán fuera a permitirlo!— dijo Ban totalmente incrédulo a las palabras del infante.

— ¿Quién creen que somos como para permitir que esta batalla se prolongue hasta acabar con todos los que amamos?— cuestionó jocoso King.

— oh~ pero que confiados están— dijo Alía con una voz cantora.

— ¿Capitán? Su capitán Meliodas no haría nada al respecto— dijo Aron con burla.

— ¿Por qué no, eh?— inquirió Ban con una sonrisa de lado.

— porque la que ocasionará una masacre interminable serán las mismas manos de su amada esposa— dijo con malicia Aron.

La piel de King y Ban se erizó y su sangre se heló al escuchar tal cosa. Sabían que sea lo que sea no representaba nada bueno, especialmente para su capitán.

En un lugar apartado de ellos Gowther luchaba con Agus, ninguno tenía ni un solo rasguño viendo que se mantenían alejado del otro.

Gowther disparaba sus flechas de luz mientras que Agus lanzaba diminutas bolitas que al hacer contacto con alguna superficie estallaban.

En ese instante una flecha rozó el cuello de Agus y uno de los explosivos del demonio casi estallan justo al lado del muñeco si no fuese por unos centímetros de diferencia.

Agus sacudió su saco para desaparecer el polvo que había caído sobre él durante las explosiones, se ajustó sus guantes y miró estoico al muñeco.

— si se dedican a servirnos les daremos una oportunidad para vivir— ofreció Agus indiferente—; aunque dudo que ella los deje vivir por los lazos que han creado.

— ¿Qué le están haciendo a _________________?— preguntó Gowther serio— ¿A qué te refieres con que ella nos destruirá a todos?

— exactamente eso. Su amada amiga los destruirá y será nuestra fiel compañera— dijo Agus.

— ¡Ella jamás haría eso!— gritó con molestia Gowther— ¡Ella es nuestra amiga, ella jamás le haría daño a sus seres queridos, mucho menos a su amada familia que anheló tener siempre! ¡Ella es más fuerte que ustedes y no se dejará manipular por ninguno! ¡Ella es el pecado de la ira del fénix!

Agus no evitó las carcajadas que cosquillearon su garganta tras el breve discurso del muñeco.

— ¿Seguro de eso?

Tras esa cuestionante un fuerte temblor se hizo presente haciendo que cada pecado perdiera el equilibrio por lo repentino que había sido ese estremecimiento.

Ninguno comprendía que sucedía, pero llegaron a sentir ese masivo poder mágico que salía de un solo lugar, justo en el lugar donde estaban su capitán y la maga.

Fuego oscuro salía de la torre, destruyéndola en su totalidad.

Y por alguna razón, los cinco pecados capitales que luchaban sintieron su corazón latir con rapidez y un gran escalofrío ante esa lúgubre presencia.

— ha nacido— dijeron cada uno de los ciervos de Alexander con una sonrisa ladina.

Aunque, si veían a dos en particular con mucho detenimiento verían que no estaban muy felices con lo que sucedía.

[...]

Unos pocos minutos antes del acontecimiento que estremeció a todo Liones, Meliodas y Merlin llegaban finalmente al lugar donde todo dependería de un fino hilo.

Estaban justo detrás de la puerta donde según sus sentidos estaba la mujer que tanto habían buscado.

Meliodas a un lado izquierdo y Merlin en el derecho, esperando el momento justo, aunque sinceramente Meliodas no buscaba uno.

— capitán— llamó Merlin en seguida al ver las intenciones del rubio reflejada en sus ojos—, no entre precipitadamente como la vez anterior, podría ser una trampa— advirtió.

Meliodas solo bufó y miró estoico a la maga, se paró justo frente a la puerta—. Creeme que no sucederá de nuevo— y sin más pateó la puerta con toda la ira que estaba recorriendo su sangre.

Entró con autoridad en la gran sala, manteniendo un aura muy pesada.

Él y Merlín se toparon nuevamente con aquel tanque oscuro, pero a diferencia de la vez anterior ahora la puerta estaba estrellada en él, aunque sorprendentemente no se había destruido en su totalidad, sólo se fragmentada lentamente.

— me pregunto qué es eso...— murmuró Merlín bastante curiosa.

— me importa una mierda qué sea eso— dijo Meliodas al escuchar a su compañera.

Los pasos de unos tacones empezaron a sonar bastante cerca de ellos, detrás del tanque salió a la luz una mujer a la que Meliodas reconoció de inmediato.

— yo creo que te importa más de lo que crees— dijo ella con burla—. Y creo que no debiste de ser tan brusco al entrar.

El tanque de vidrio finalmente se rompió, dejando salir todo ese líquido negro por toda la sala, inundando los pies de Meliodas y la mujer enemiga.

Merlín solo observaba aquel líquido con mucha intriga, y al ver detenidamente cada centímetro que cubría la sustancia logró ver un cuerpo.

— capitán— llamó su atención para que pudiese ver lo mismo que ella.

Él lo vió, o mejor dicho la vió ahí, tirada y cubierta completamente con toda esa viscosidad.

Meliodas sintió sus corazones latir frenéticamente por la alegría, cólera y preocupación que ahora mismo estaban presentes.

Iba a ir a sacarla de ese lugar al creerla inconsciente, más el cuerpo inerte comenzó a moverse de a poco.

— ¡________________!— llamó Meliodas a su mujer al verle el rostro cubierto de esa sustancia viscosa.

Pero ella no reaccionó a ese llamado, sólo lo ignoró y se levantó sin importarle en las condiciones que estaba.

Estaba completamente desnuda frente a todos los presentes, la sustancia viscosa se deslizaba lentamente por su piel hasta caer al suelo, dejando ver todo de sí.

Por más que Meliodas la llamaba, ella no reaccionaba a su voz, solo mantenía la mirada perdida. Sus ojos se veían vacíos, sin emociones.

— ¿Te gusta la nueva _________________?— preguntó una voz masculina, fría, dominante.

De la oscuridad finalmente salió el tan esperado Alexander, el ser vivo al que Meliodas quería matar de distintas maneras.

El rubio apretó la quijada y sus puños, estaba realmente molesto y su aura lo delataba completamente.

— ¡¿Qué le hiciste maldito hijo de perra?!— gritó a todo pulmón el rubio.

Alexander llegó hasta la espalda de la mujer descubierta y tomó su rostro con delicadeza—. No le haría nada malo a mi hermanita— dijo suave.

El pelinegro empezó a acariciar descaradamente el cuerpo desnudo de la mujer, haciendo hervir como nunca la sangre del rubio, y más al ver cómo su propia mujer no hacía nada para detenerlo. Se dejaba tocar como un objeto.

Lauren sintió celos al verlo tocarla. Sólo quería acabar con ella. Él era suyo.

— ahora puedo ver porque la deseas tanto...— dijo jocoso al rubio únicamente para provocarlo— porque te ha sido tan fácil embarazarla...

Meliodas no lo aguantó más y con gran agilidad llegó hasta él y le dió un buen golpe en la cara estrellándolo en la pared.

La marca de Meliodas estaba activa, sus ojos negros solo irradiaban odio y sed de sangre, pero solo la sangre del hombre que había osado a tocar a su mujer frente a sus ojos descaradamente.

Agarró a su mujer de los hombros y la miró con una mezcla de molestia y preocupación. La sacudió para hacerla reaccionar pero no logró absolutamente nada.

— ¡¿Qué sucede contigo?!— preguntó Meliodas a su mujer desesperado por que le dijera algo.

— capitán— llamó Merlin seriamente—, algo no está bien con ella, y creo que ese líquido está relacionado con su estado.

Meliodas miró sus pies para observar la sustancia viscosa que seguro era la responsable del estado de su mujer.

Volvió a mirar a su mujer a los ojos, unos ojos vacíos lo miraban con total indiferencia. Puso su mano en la fría mejilla de su mujer, cosa que lo alarmó.

— mi amor...— musitó Meliodas preocupado por ella.

Él abrió los ojos de par en par al igual que la maga, sintió frío en su abdomen, un líquido carmesí caía hasta mezclarse con la sustancia viscosa.

La castaña sacó su mano del abdomen atravesado del rubio, dejándolo caer de rodillas frente a ella. Su miasma comenzó a cubrir sus partes íntimas para evitar que otros siguieran admirando su intimidad. Todo eso creó un fuerte temblor y un gran fuego salió de sí.

Meliodas tocó la herida que su mujer había creado y miró incrédulo su mano llena de sangre que momentos antes tocaba la mejilla de su mujer. Ella lo vió con indiferencia y golpeó con fuerza al rubio, expulsándolo de la torre.

— ¡Maldita!— exclamó Merlín a punto de atacarla, pero la castaña reaccionó antes logrando atravesar con una fina flecha de fuego el hombro de la maga, desconcentrandola de su ataque.

Merlín sostuvo su hombro sangrante y miró a la castaña con molestia.

— una sucia maga como tú no debería faltarme el respeto— dijo con una voz de ultratumba la mujer castaña. Miró a Alexander que se recomponía del golpe que recibió—. Y tú no vuelvas a tocarme sin mi permiso.

— vamos hermanita— él se acercó a ella y colocó su mano en la mejilla de la fría fémina—, solo te expreso mi amor incondicional, así soy con los seres que amo.

Ella solo se apartó de él sin responder nada al respecto.

— tú, sirvenos de algo y mata a Meliodas de una vez por todas— exigió Lauren con recelo hacia la castaña.

_________________ la vió con total frialdad, erizando la piel de Lauren—. No eres nadie para darme órdenes. No lo haré, no tengo necesidad de matarlo.

Merlín quedó desconcertada por ello, sus acciones y sus palabras no cuadraban.

Tras decir eso la castaña sintió un dolor insoportable en su cabeza y pecho, gritó con mucho dolor y apretó su pecho tratando de aliviar aquel dolor.

No debes cuestionarte; tú debes matarlo; debes matarlos. Mata a Los Siete Pecados Capitales.

La castaña cayó de rodillas y chocó su frente con el suelo tratando de que esas voces que le ordenaban matar se detuvieran.

Sus marcas negras se extendieron por su cuerpo y sintió un ardor insoportable en las áreas que aquellas marcas cubrían.

Definitivamente está siendo manipulada...— pensó Merlín con una sonrisa de lado.

La castaña dejó de estar en agonía, se levantó con suavidad y vió el hoyo que el cuerpo de Meliodas había creado gracias a ella. Sin más salió por aquel hoyo para ir tras la cabeza de Meliodas.

Mientras que el mismo se recuperaba de todos los ataques que había recibido por la mano de su mujer. Cuando alzó la vista la vió parada frente a él, se veía dominante, fría, sus ojos reflejaban crueldad. Él no lograba reconocerla.

Y de tan solo verla de ese modo sólo hacia que su ira incrementara hacia los responsables principales de esta batalla.

Ella extendió su mano hacia arriba sin apartar la vista del rubio conmocionado.

— ven a mi, Irisviel— dijo la mujer con su voz de ultratumba.

El arma reaccionó a su pedido y con gran rapidez llegó a su mano.

Ella apuntó al rubio con la espada.

— ________________, tú en realidad no quieres hacer esto, esta no eres tú— dijo Meliodas con voz de súplica para recuperar a su mujer—. Tienes que luchar.

La mujer no hizo caso a sus palabras y movió con rapidez su arma, creando un fuerte corte en el pecho de Meliodas, del cual brotó una gran cantidad de sangre.

— no me importa— dijo ella con frialdad.

Pero en lo más profundo, el alma de aquella mujer rogaba inconscientemente la ayuda externa que solo sus amigos podían brindarle. Aunque tuviera que morir junto a sus bebés, sería feliz si no lastimara a su amada familia.

Su alma no se percataba de cómo estaba siendo manipulada, sólo se mantenía en su propia realidad para bloquear el sufrimiento que le causa no estar junto a su familia.

En su realidad cargaba a tres bebés que parecían recién nacidos, cubiertos por una manta que identificaban su género. Ella era feliz cargándolos, una sonrisa llena de alegría, pero de sufrimiento adornaba su decaído rostro.

Los bebés hacían unos ruidos tan tiernos que embelasaban el corazón de la mujer.

mis amados bebés... Estaremos bien... Con su papi y su hermano mayor... Juntos...— les susurró con una voz melodiosa.

Tan solo se imagino al rubio a su lado admirando a sus bellas criaturas y a su hijo mayor viendo a sus hermanos con mucho cariño. Cada uno quería decir algo, pero sus voces eran silenciadas.

A pesar de estar en un ambiente tranquilo, dónde no había nada más que ella y su realidad, la sustancia viscosa en la que fue sumergida anteriormente cubría su alrededor sin que ella se percatara. Se acercaba lentamente a ella tratando de dominarla.

En su espalda estaba conectado finos hilos de aquella sustancia. Parecía una pobre mujer siendo usada como un títere, la cruel realidad es que así era.

seremos felices... Una familia feliz...— dijo con anhelo.

Pero sabía que algo estaba mal consigo misma, más no lo notaba. Imploraba inconscientemente que su marido llegara a salvarla.

Y justo eso él trataba de hacer en el exterior. Gritaba a todo pulmón para que su voz desesperada llegara al alma de su pobre mujer.

[...]

— no importa cuánto luchen, ella ya está perdida— dijo Aron con molestia mientras evitaba la lanza de King.

— ella no está perdida, es más fuerte de lo que creen— dijo King imponente y lleno de confianza.

King atacaba con su técnica "Abejorro" y Aron esquivaba y bloqueaba difícilmente la lanza del hada.

El pequeño era fuerte, pero era un hecho que el rey de las hadas tenía una habilidad superior a la suya y si no hacía algo para defenderse y evitar la muerte de él y su hermana, ese sería su triste final.

El mandoble se cubrió de fuego oscuro y al impactar con la lanza Chastiefol la partió en dos, dejando al hada impactado. Vió que ese mandoble iba hacia él por los que esquivó a penas por unos centímetros. Si no lo hubiese hecho sería solamente cenizas.

— ¡Terminaré contigo de una vez por todas!— declaró Aron con desespero por acabar su labor.

King evitaba el mandoble lo más que podía, pero en un descuido el filo del arma llegó ha su pecho cortando lo gravemente y dejando leves quemaduras en el corte.

La herida quedó expuesta cuando la camisa que tenía King se hizo cenizas; aquella zona ardía insoportablemente, lo que él trataba de aguantar.

Ban, quién estaba luchando en esquivar los cuchillos de la niña, miró a su compañero en aquel estado y fue rápido en su ayuda, claro, dejando una distracción un poco infantil para la menor.

Antes de partir Ban le tiró tierra a la menor tomándola desprevenida y dejando que la tierra cayera en sus ojos.

— ¡Maldito humano!— de quejó Alía bastante molesta.

Eso le daba algunos segundos, con suertes minutos, al humano.

Fue con King, lo cargó en su espalda y se alejó del lugar donde el mandoble estaba dispuesto a impactar.

— ¡¿Qué haces Ban?!— gritó King molesto.

— ¡Salvándote la vida idiota!— respondió obvio el albino— ¡¿Querías que te dejara morir de esa manera?!

King recordó los segundos antes de que Ban apareciera. Si no fuese por él verdaderamente estaría muerto.

El mandoble de Aron impactó detrás de ellos haciendo que perdieran el equilibrio y cayeran al suelo bruscamente.

— no crean que lograrán escapar— dijo Aron con burla—. Este es el fin de ambos.

Alía se posó al lado de su hermano con una sonrisa llena de burla hacia sus enemigos.

— que mal que no puedan despedirse de sus hijos— dijo la pequeña.

King vió a Ban, su expresión estaba fruncida, estaba realmente molesto y frustrado consigo mismo, él lo notaba.

No haber podido ayudar a sus mejores amigos es una vergüenza para él, sólo quería compensar aquello yendo a ayudarlos, pero ha quedado aquí, probablemente a punto de morir.

King no podía ni quería morir, se lo había prometido a su amada esposa. Ya no lloraría, ya no se culparía por su debilidad como en el pasado, no aceptaría la muerte. Ya eran otros tiempos, King había evolucionado.

Tampoco dejaría que Ban muriera, ese no es su momento.

— hoy no... ¡Hoy no será ese día!— gritó lleno de determinación el rey hada.

Una silueta gigante apareció detrás de los dos niños y sin esperarlo fueron fuertemente golpeados, agrietando el suelo.

Los niños se recompusieron de inmediato; la cabeza de Alía sangraba por el golpe que había recibido, Aron igual sangraba, pero lo que más le importó en ese instante fue las heridas de su hermana.

Chastiefol en su modo guardián fue el atacante, y estaba dispuesto a seguir luchando, pero una llamarada salió de las manos de Aron e hizo a Chastiefol cenizas.

— ¿Cómo...? Chastiefol es resistente al fuego...— cuestionó King incrédulo.

— King... Ellos son la familia de la pequeña, no son como otros demonios— dijo Ban levantándose del suelo.

Una de las cuchillas de la menor atravesó el hombro del albino, haciendo que se tambaleara, más no le importó el dolor que eso le causó. Sostuvo su tesoro sagrado con firmeza dispuesto a acabar con sus enemigos.

Alía levantó sus manos y estaba a punto de ordenar a sus cuchillas que fueran hacia Ban para dar el golpe de gracia, pero unas lianas se enredaron en sus muñecas, cuello y tobillos evitando su movilidad.

— ¿Qué demonios?— se quejó Alía tratando de zafarse.

Aron iba a hacer algo para liberarla pero fue golpeado por alguien más mandándolo a volar.

Dos personas pequeñas tomaron a los hombres caídos y se alejaron lo más rápido posible.

— esos malditos niños...— se quejó Alía mientras se desataba.

Un poco más alejado de ellos, Ban veía molesto a los dos niños que lo habían salvado y King los miraba sorprendido.

— ¿Qué hacen aquí?— cuestionó Ban notablemente molesto.

— queríamos ayudarte, estabas a punto de morir vergonzosamente— dijo el niño rubio tras un bufido.

— pero esto es muy peligroso para ustedes niños— dijo King—. Ryota, el capitán se preocupará mucho si te ve.

El aludido no le importó lo que había dicho, sólo quería ayudar a sus padres, su miraba lo expresaba. Ban lo entendió y también entendió el porqué su hijo estaba aquí también.

— ya no importa King, digamos lo que digamos ellos no escuchan razones— dijo Ban tras un suspiro—. ¿Tu madre que dice de esto?— le preguntó a su hijo con una ceja alzada, expectante de la respuesta.

— no lo sé, nos fuimos sin decirle nada— dijo Lancelot con tranquilidad—; aunque creo que se pondrá histérica en cuanto note que no estoy.

— ¡Solo traes problemas mocoso!— gritó Ban.

Un fuerte temblor se dió en todo Liones, los cuatro vieron hacia el lugar de origen suponiendo lo que era.

— fuimos débiles, Ban— dijo King avergonzado—. Lo que dijeron esos niños nos desconcentró, y ahora pienso que es verdad.

— si... Yo también lo creo...— dijo Ban con frustración.

— llegamos aquí para ayudarles al verlos en problemas— dijo Ryota serio—. Por favor terminemos rápido para ir a ayudar a mis padres.

Ban y King asintieron y se levantaron, estaban dispuestos a ayudar a sus amigos y compañeros pase lo que pase.

King usó su jardín de polen para sanar las heridas de ambos, pero no esperó que le quedara una cicatriz en el pecho, más no le importó.

Justo a tiempo aparecieron sus enemigos, ambos se veían bastante enojados.

— ¿Creen que porque unos niños hayan llegado a salvarlos estarán a salvo por siempre?— cuestionó jocosa Alía.

— tienen los minutos contados— dijo Aron mucho más enojado.

— tal vez nos hayan distraído con lo que dijeron antes, pero eso ya no va a pasar— dijo King seriamente—. Esta vez ustedes terminarán acabados.

Ban tronó sus nudillos y puso una sonrisa torcida—. Niños, apartense de esta pelea, nosotros nos encargamos.

— ¡¿Creen que algo a cambiado?!— cuestionó Alía molesta a punto de mandar sus cuchillos hacia el albino.

Sin esperarlo, con gran agilidad Ban apareció tras ella y la golpeó con gran fuerza estrellándola en el suelo.

— yo creo que si— dijo Ban despreocupado.

La lanza de King empezó a girar y se fue hacia su enemigo como si fuese una cierra, Aron bloqueo lo más que pudo pero su fuerza fue inferior a la del rey hada y terminó en el suelo muy herido.

Aron dirigió una llamarada hacia ellos que fácilmente fue esquivada, cosa que los sorprendió.

No puede ser... Si hace unos momentos nosotros teníamos la ventaja sobre ellos... Pero ahora...— pensó frustrado Aron.

— ¡Muerte desvanecedora!— escuchó de Ban.

Sin esperarlo un profundo corte llegó hasta él, dejando su hombro casi desprendido. Sufrió mucho con ello, pero Aron no se dejaría vencer tan fácilmente, tenía a alguien a la cual proteger aún si su vida dependiera de ello.

Pensando en ello volteó a ver a su hermana que estaba gravemente herida, veía con tristeza como ella trataba de levantarse ante las heridas que habían nacido en su pequeño cuerpo.

La sangre goteaba del mentón de la niña, eso volvía loco a Aron.

Quería moverse para atacarlos, pero extrañamente sintió sus piernas flaquear, eso nunca le había sucedido, nunca había estado tan cerca de la muerte. Sus corazones latían frenéticamente ante ese hecho.

Ya estaba consciente de que ahí sería su tumba, ahí estaba destinado a morir; pero no quería que su hermana sufriera el mismo destino por más inevitable que fuese.

Sin previo aviso uno de sus corazones fue extraído por la habilidad de Ban. Sangre abundante salió de su boca y sintió un fuerte dolor en su cuerpo. Ya lo había sentido antes. Ahora solo le quedaban cinco corazones.

Vió como el albino pisaba sin consideración su corazón.

— Aron...— murmuró con dolor su hermana, después de todo había sufrido lo mismo.

Ya es inevitable... Voy a morir aquí...

Un gran girasol emergió de la tierra, sabía que ese era un ataque del rey hada. Un fuerte resplandor salió de él, a punto de dispar.

Aron, con todas las fuerzas que tenía en ese momento fue hacia su hermana y usó su propio cuerpo para protegerla lo más posible del ataque.

Finalmente el esperado ataque comenzó, dañando gravemente al niño y dejando algunas heridas que debilitaban a la niña.

Cuando el polvo creado por el ataque se dispersó se vió a Aron protegiendo a Alía sin remordimientos. Su hermana lo apartó y lo vió muy preocupada.

— ese es su destino por subestimar a la avaricia del zorro y a la pereza del oso de Los Ocho Pecados Capitales— dijo serio King.

Más a Alía no le importó, lo único que robaba su atención era el estado crítico de su hermano.

— ¡Aron, Aron no puedes morirte, tú no puedes morir!— gritó Alía con frustración— ¡¿POR QUÉ DEMONIOS ME PROTEGISTE?!

Aron respiraba cada vez más lento, con dificultad abrió sus ojos y sintió las lágrimas de su hermana caer en su rostro ensangrentado. Puso su mejor sonrisa y acarició la mano que su hermana menor tenía en su pecho.

— Alía...— murmuró a penas audible para los presentes— vete de aquí.

Ella se sorprendió al escuchar aquello, era algo que su hermano no haría a menos de que realmente pensara que ese sería su final.

— ¡No voy a huir y dejarte solo, voy a luchar, voy a matarlos!— dijo ella determinada a hacerlo, pero la sonrisa y mirada de su hermano era una prohibición de aquello.

— tienes que huir... O van a matarte...— pidió su hermano— no tienes que preocuparte por mi. Vete y déjame.

— ¡No Aron, sé que crees que morirás, pero no es así, yo te voy a salvar!— dijo Alía segura de sí misma— ¡NO PUEDES MORIR, ME PROMETISTE ESTAR SIEMPRE A MI LADO!

— como te prometí... Qué siempre cuidaría de ti...— dijo Aron.

Llegado a este punto, los pecados y los niños sentían pena y tristeza por la escena que estaban presenciando. Sentían empatía por el enemigo, pero sabían que aunque les permitieran vivir, morirían en cuestión de minutos.

— perdóname Alía...— dijo Aron dejando salir lágrimas de culpa— nunca debí aliarme con Alexander... Aunque no tenía alternativa...

— ¿A qué te refieres...?— cuestionó Alía confusa— me dijiste que fue tu desición ayudarlo.

Él negó—. Alexander me tenía amenazado, yo jamás quise ayudarlo con su plan, pero tenía algo con lo cual amenazarme... Si no aceptaba te mataría...

Alía de sorprendió, sentía mucha ira fluir de ella en ese instante—. ¡Ese maldito hijo de perra!

Aron comprendía su furia, pero sabía que no había vuelta atrás—. Recuerdas... ¿Recuerdas cuando me dijiste lo que querías hacer cuando despertamos del limbo?

Ella se relajó ante aquello y más lágrimas de tristeza fluyeron—. Si... Te dije que ya no quería vivir en medio de guerras, de sangre... Qué quería vivir como vivían los humanos, fingir ser como una niña normal, tener padres normales, amigos normales y una infancia feliz a tu lado. Yo quería todo lo que los humanos tenían, quería ser uno de ellos por más tonto que suene...

— hermanita... Yo quería darte todas esas cosas, ese era mi verdadero propósito en esta vida... Hacerte muy feliz— dijo Aron con melancolía—. Acepté estar con Alexander porque si lograbamos lo que él quería podría darte todo lo que quisieras; pero unirme a él conllevó a qué tú te involucraras en algo que odias, que fueras alguien que no eres... Eso me dolió cada día de mi vida. Y siempre me pregunté si hice bien en aliarme con él...

— si te hacía feliz yo era feliz Aron, aunque tuviera que hacer todas esas cosas, si era por ti yo estaba bien— dijo Alía melancólica—. Cuando Meliodas mató a nuestros padres... Tú me protegiste... Por eso estamos juntos ahora... Siempre protegiéndome... Tonto...

Aron rió, pero tosió sangre con mucho dolor—. Alía, perdóname... Pero ya ha llegado mi hora de morir... Por favor, vete y vive...

— no Aron, si vas a morir prefiero morir a tu lado que vivir una vida en la que tú no estés...— dijo Alía entre sollozos.

— eres una niña testaruda... A pesar de ser mayor... Je...— dijo él con gracia. Miró a los que anteriormente eran sus enemigos y sonrió— subestimamos a Los Ocho Pecados Capitales y por eso estamos a punto de morir, ese fue el error de Alexander.

— lamento que los hayan condenado— dijo King con lástima.

— rey de las hadas, humano, díganme sus nombres.

— mi nombre es Harlequin, pero puedes llamarme King; mi compañero es Ban— respondió el rey hada—. Lancelot es su hijo y Ryota es el hijo del capitán.

— King y Ban...— murmuró Aron con una sonrisa satisfecha— escuchen... Hay una forma de salvar a su compañera...— ambos pecados se sorprendieron por lo que estaba a punto de contar, los niños no entendieron eso, pero suponían que tenía que ver con la castaña—; pero solo uno de ustedes puede salvarla.

— ¿Quién? ¿Qué le han hecho a la pequeña?— cuestionó Ban molesto.

— ellos...— Aron empezó a toser sangre ya que le dificultaba hablar.

— yo les digo hermanito— dijo Alía más calmada, miró a los pecados—. _________________ fue sumergida en miasma concentrado que entró en su cuerpo contaminando su miasma original y su alma. En este momento ella es obligada a lastimar a sus seres queridos contra su voluntad, cumpliendo los fines de Alexander.

— él... Sabía que Meliodas sería un oponente demasiado fuerte hasta para él... Así que usó un arma segura para el que él no sería contrincante...— dijo con dificultad Aron.

— la pequeña...— murmuró Ban comprendiendo todo.

— mamá...— murmuró Ryota preocupado.

— mientras más tiempo pase el miasma de Lauren toma más control de ella— agregó Alía—. Si quieren salvarla deben darse prisa, pero no les será nada fácil, después de todo es la reina de los demonios y la persona que podría hacerle frente es Meliodas.

— estamos contra el tiempo— dijo King.

— ¿Cómo podemos salvarla?— cuestionó Ryota desesperado.

— solo una persona entre todos ustedes puede...— dijo Aron— para salvarla tiene que purificarla, sacar todo el miasma que la está contaminando, aunque existe el peligro de que en el proceso su propio miasma sea expulsado, debilitándola.

— purificarla... Entonces...— murmuró Lancelot pensativo.

— solo una diosa puede salvarla— terminó diciendo Alía.

Ya comprendían que tenían que hacer. Tenían las respuestas para compartirlas con sus compañeros.

— ¡Hay que irnos de inmediato!— gritó Ban a sus compañeros.

— si, pero ellos...— murmuró King mirando a sus enemigos.

— váyanse, de todas formas moriré, y aunque siga viviendo no tengo intenciones de seguir luchando— dijo con una leve risa Aron—. Sé que no estoy en posición de pedirles favores, pero se los suplico, terminen con Alexander de una vez por todas.

— yo también se los pido... Es por él que hemos sufrido tanto...— dijo Alía con cólera.

— no se preocupen, aunque no lo hayan pedido tenemos la intención de acabarlo, aunque el capitán querrá hacerlo con sus propias manos— dijo Ban—. Ustedes tranquilos.

— gracias...— murmuró Aron a punto de desfallecer— y una cosa más... Cuando todo esto termine... Quiero que le den un mensaje a ________________ y a Meliodas.

Ban y King se vieron extrañados, Lancelot igual lo estaba, pero Ryota dió un paso al frente y los miró.

— yo se los entregaré— dijo Ryota determinado.

— gracias pequeño...— murmuró Aron— diles...

Ryota escuchó atentamente, y al finalizar sonrió y prometió decírselo pase lo que pase.

Los pecados y los niños finalmente se habían marchado, dejando a los hermanos en sus últimos momentos juntos.

— Alía...— llamó Aron con esfuerzo— te amo hermanita, sea donde sea siempre te amaré...

Ella sollozó agradecida—. También te amo hermanito... Sea donde sea siempre lo haré... Gracias por todo... Hermanito...

Finalmente dejó de respirar, dándole un fuerte dolor a su hermana pequeña. Pero ella sonrió contenta de todo lo que había vivido con su hermano hasta el final, aunque algunas experiencias no fueran lo que ambos habrían querido.

*Gracias por pensar siempre en mi, por amarme hasta el final. Siempre anhelaré estar a tu lado, Aron, aun si es en la muerte*

Seis cuchillos atravesaron a la menor, llevándola a la muerte inmediata.

Ambos habían alcanzado a la muerte, y a pesar de ser la peor experiencia final del ser vivo, ambos tenían una sonrisa, una sonrisa que representaba la plenitud que ambos sintieron al tenerse uno al otro hasta el amargo final.

Sus almas descansarían juntas, como almas gemelas que fueron destinadas a ser.

[...]

Gowther se limpiaba el polvo que había caído sobre él y miraba el cuerpo ya tieso de su anterior enemigo.

— subestimar a Los Ocho Pecados Capitales te llevó a la perdición— dijo orgulloso Gowther. Miró a su lado y le sonrió a su compañera—. Gracias por echarme una mano Merlín.

La maga sonrió—. No fue nada, después de todo somos compañeros.

— por cierto, esa herida en tu hombro se ve mal, deberías atenderla antes de la próxima batalla— sugirió Gowther preocupado por ella.

— no te preocupes por eso, puedo soportarlo. Por el momento deberíamos irnos antes de que sea demasiado tarde para el capitán— dijo Merlín seriamente.

— si— dijo Gowther. Empezaron a avanzar en camino a ayudar a su necesitado capitán—. Ya los demonios son libres.

— tal parece— dijo Merlín—. Me pregunto si los demás habrán acabado.

[...]

Diana bloqueaba los ataques predecibles de su contrincante, ella se veía bastante desesperada en ganar.

— ¡No voy a perder contra un estúpido gigante!— gritó Cornelia estampando su mazo en el mango de Gideon.

— ¡No subestimes a la raza gigante!— gritó Diana con orgullo en sí misma. Empujó y golpeó a la demonio con su Gideon— ¡No subestimes a la reina de los gigantes!— usó su habilidad "martillo doble"— ¡No subestimes a la envidia de la serpiente!

Estaba a punto de terminar con la desesperada demonio, más no sé espero que ella se liberara, pero el guardián de Chastiefol apareció y la apresó.

— ¡No subestimes a Los Ocho Pecados Capitales!— dijo King desde las alturas.

Los ojos de la gigante se iluminaron y asintió para después dar el golpe final.

— ¡Torre diamante!— exclamó a todo pulmón.

Una torre de piedra morada impactó en la demonio.

— ¡Lanza Chastiefol, forma cinco: incremento!— exclamó King para inmediatamente todas las pequeñas dagas de Chastiefol impactan en la torre y con ella en la enemiga.

Lo último que se escuchó de Cornelia fueron los gritos llenos de dolor y agonía que ambos ataques le hicieron sentir.

Su pequeño cuerpo inerte cayó hasta los pies de la gigante. No volvió a responder.

Diana suspiró, se acercó a King, lo sostuvo en sus gigantes manos y le dió un beso lleno de amor y alegría.

— ¡King, estoy tan feliz de verte bien!— dijo Diana entre sollozos de alegría.

King correspondió sus enormes besos y la miró sonriendo—. Digo lo mismo, aunque estás herida. Déjame sanar tus heridas.

Usó jardín de polen para envolverlos a ambos e inmediatamente las heridas de Diana sanaron, aunque quedaron unas pocas cicatrices.

Él voló hasta la frente de Diana y le brindó un beso lleno de amor.

— ¡Oigan tortolos, vámonos de una vez!— gritó desde fuera el albino que estaba ansioso por llegar a ayudar a su mejor amiga y a su hermana.

— es cierto. Diana, tenemos que ayudar al capitán y a ________________ antes de que sea demasiado tarde para toda Britannia— dijo King seriamente.

— ¡Está bien! Pero me deben explicar en el camino— exigió ella mirando a su esposo demandante, a lo que él asintió—. Por cierto, ¿Qué hacen los niños aquí?

— ellos se colaron— dijo King entre una risilla—. También nos informaron que Hawk fue a buscar ayuda.

— ¡Genial!— exclamó emocionada Diana— ¿Qué esperamos? ¡Vamos a ayudar!

Y sin más los cinco se fueron a toda prisa dónde la batalla entre marido y mujer se llevaba a cabo.

Aunque más que una pelea, era una tortura para el rubio, quién se negaba a lastimar a su mujer. Aún trataba de hacerla reaccionar.

Todos iban a ayudar, dispuestos a salvar a su compañera y terminar el sufrimiento de toda Britannia.

Todo pronto culminaría.

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H

ola a todos!
Espero que se encuentren muy bien!

Aquí les he traído el capítulo de este día, espero que realmente lo disfruten.

El final se acerca :')

O tal vez no :)

Quién sabe jaja.

Qué pena con Aron y Alía, a darles ánimos se ha dicho.

Bueno, sin más que agregar, nos leemos en el siguiente capítulo!

Se cuidan!

Bye Bye
(◍•ᴗ•◍)❤

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