Capítulo 10
Una hora antes de aquella señal...
Elizabeth escuchaba frustrada todos los pedidos de ayuda de sus súbditos. Veía las miradas llenas de angustia.
Otro reporte de personas desaparecidas habían llegado a las manos de Elizabeth, y con ello los familiares preocupados por las víctimas.
Con gran dificultad aquellas personas abandonaron el castillo, esperando que su reina hiciera algo por sus seres queridos.
Ahora el reino se encontraba en angustia, esperando que lo peor que pudiese pasar no pasara en Liones. Tenían un mal augurio.
Diana entraba a la gran sala sosteniendo una tasa de humeante té, la cual Elizabeth no dudó en aceptar.
La albina masajeó sus sienes para tratar de relajarse.
— lo que nos dijo Ban me hace sospechar que el enemigo ya está aquí— murmuró Elizabeth—, y más ahora que nos han llegado nuevos reportes.
— ¿Del mismo asunto de antes?— preguntó Diana con curiosidad.
— si. Un gran número de personas desaparecieron en la madrugada estando en sus hogares; nadie escuchó nada cuando pasó— dijo Elizabeth confundida—. Ahora las personas no se sienten seguras ni en su propio hogar...
— me puedo imaginar que es muy difícil lo que están pasando, pero necesitamos tiempo para averiguar quien hace esto— dijo Diana un poco desanimada—. Estás haciendo todo lo posible.
Elizabeth tomó de su taza de té, pensando en que otra cosa podría hacer.
— ¿Dónde está King?
— ah, él está con Ban y el capitán ayudando a los niños a prepararse— respondió Diana mirando hacia la ventana más cercana—. Con la escapada de Lancelot y Ryota Ban y el capitán están muy preocupados por ellos, temen que lo vuelvan a hacer.
— no los pueden culpar...— murmuró Elizabeth— Ryota sólo quiere a su madre de vuelta y Lancelot sólo ayuda a un amigo, es el mismo caso con Margarita.
— ¿Tú estás bien con esto?— preguntó Diana preocupada— las cosas entre ________________ y tú no son muy buenas que digamos...
— no estuve feliz de verla— se levantó de su asiento y se dirigió a la salida con Diana detrás—, pero no seré tan cruel como para negarme a ayudar a Meliodas...— murmuró.
El recuerdo de la noche anterior la embargó, dejándola pensante en aquella propuesta de la morena.
No lo consideraba, pero se imaginaba la clase de persona que sería si hubiese aceptado aquello.
Ya no sabía si se sentiría bien si algo le pasara a ________________.
— eres muy noble Ellie— halagó Diana con una sonrisa orgullosa.
Elizabeth no respondió a eso, solo miró sus pies con vergüenza de haber pensado alguna vez en lastimar a la castaña.
Meliodas tenía razón, no era culpa de ella, era de él, pero Elizabeth se negaba a aceptarlo y no mostraba señales de intentarlo.
— iré a mandar los grupos de búsqueda para localizar a _________________— dijo Elizabeth antes de irse, dejando a Diana totalmente sola.
Caminaba sola por los vacíos pasillos, no pasaban mucamas ni caballeros. Estaba totalmente sola, o al menos eso pensaba.
Una silueta masculina se posó detrás de ella, con pasos sigilosos siguió su andar, esperando a que ella lo notara.
Como parecía sumergida en sus propios pensamientos, él habló.
— ¿Cuándo vas a decir que te encontraste con el enemigo?— cuestionó neutro la voz varonil de su espalda.
Elizabeth se exaltó ante la sorpresa y volteó en seguida para encontrarse con la figura alta y fornida del hombre, y aquellos orbes carmesí que la veían con mucha seriedad.
— ¡Ban, me asustaste!— exclamó ella tratando de aligerar el ambiente, pero al ver que la expresión neutra del albino prevalecía, ella miró su camino con desánimo—. No pensé que fuera importante— murmuró ella.
Trataba de buscar su refugio interno para cuidarse del futuro regaño que recibiría por parte del albino.
— ¿Importante? ¡Claro que es importante!— gritó Ban notablemente molesto— ¡Ella pudo guiarnos a la pequeña!
— ¡Perdón, no lo pensé!— dijo ella avergonzada e intimidada por él.
— ¿Por qué no dices la verdad y te ahorras tus absurdas mentiras?— exigió serio Ban.
Él sabía que ella mentía, esa no era su verdadera razón por la cual ocultar algo tan importante; se le notaba en sus ojos.
Elizabeth bajó la mirada, sintiendo el picor en sus ojos por las lágrimas que eran retenidas para no mostrar debilidad.
— no quería que pensarán mal de mi...— murmuró ella.
— ¿Y cómo crees que pensarán cuando descubran tu secreto?— cuestionó el albino de brazos cruzados.
— ¡¿Tú cómo crees que hubieran pensado si les hubiera dicho?!— gritó ella con el ceño fruncido— de inmediato hubieran pensado que acepte esa propuesta, ¡Me lo hubieran cuestionado!
— ¡¿Y qué?!
— ¡Tú no lo comprendes!— las lágrimas de la albina descendieron— ¡No comprendes el dolor que siento, no comprendes como se siente que te juzguen por odiar a alguien que está en peligro, no sabes como se siente que piensen que tú tuviste algo que ver en lo que le pasó!— gritó ella con impotencia—. ¡Yo solo quiero que todo eso desaparezca! ¡Qué desaparezca el dolor!
— ¿Y así pretendes que desaparezca?— cuestionó Ban—. La vida de la pequeña y sus bebés está en peligro y tú sólo piensas en ti, ¿Qué crees que piensen los demás de eso?
Elizabeth se quedó callada, viendo el evidente punto del albino.
Él suspiró y la miró más calmado—. Me imagino el dolor que sientes al ver al capitán con ella, debe ser muy difícil; pero no creí que durarías tanto de nosotros. ¿Cómo crees que se nos pasó por la cabeza que deseaste que esto pasara, que tuviste algo que ver con esto? Sabemos que no, porque a parte de que te preocupa el reino, no tienes un alma podrida como para estar involucrada.
— Ban...
— soporta la mirada del capitán, soporta su preocupación por la pequeña, soporta la preocupación de todos por la pequeña y sus bebés; y si es posible, preocúpate aunque sea un poco— pidió sereno el albino—. Reina Elizabeth, la mujer en cuestión es mi hermana.
Elizabeth se sorprendió ante sus palabras, bajó la mirada avergonzada.
Él tenía razón, en todo. Ella odiaba tener que admitir aquello.
[...]
—¡Vamos Lancelot!— exclamó Ryota para animar a su amigo rubio.
Ryota atacaba con todo lo que tenía a su amigo, Lancelot esquivaba como podía.
El pequeño rubio estaba bastante impresionado y abrumado con el poder de su amigo castaño. La fuerza en sus ataques, sus increíbles reflejos lo dejaban perplejo y motivado para mejorar.
Un golpe metálico resonó cuando aquellos niños chocaron sus armas con bastante fuerza, como si realmente quisieran matar al otro.
Iban a seguir aquel arduo entrenamiento, pero un carraspeó interrumpió el momento.
Margarita les sonreía mientras sostenía una bandeja con dos vasos de limonada fresca.
— deberían tomarse un descanso breve— sugirió dulce Margarita. En un momento inesperado dió un tras pie.
Los vasos iban a romperse en miles de pedazos y Margarita iba a darse un fuerte golpe contra el suelo si no fuera por los niños atentos.
Lancelot sostuvo los vasos en la bandeja tal como los tenía Margarita, dejando que algunas gotas escaparan del envase; y Ryota sostenía a Margarita por sus brazos con mucha delicadeza, por ello la niña tenía su rostro en el pecho del castaño.
El pequeño corazón de la chica comenzó a latir con rapidez y sintió sus mejillas acaloradas al estar tan cerca del castaño.
No estaba acostumbrada a sentirse así, pero una extraña comodidad nacía en ella al estar con Ryota, pero a la vez eso la ponía nerviosa.
— que torpe eres Margarita. Fíjate por donde vas, no te haría daño hacerlo más a menudo— dijo Lancelot levitando frente a ellos y tomando tranquilamente de su vaso de limonada—. Al menos esto está bueno. Deberías tomar, Ryota.
El aludido separó a la niña y tomó el vaso restante para probar aquella bebida agridulce.
A diferencia de la niña, Ryota se veía muy calmado ante lo que sucedió hace a penas unos segundos.
Ryota quedó fascinado ante la bebida agridulce que le habían brindado. Jamás había probado algo así, después de todo en el reino de los demonios no se suelen ver alimentos que son consumidos en Britannia al tener tierras infértiles.
— está rico, pero un poco amargo— comentó Ryota—. Está es una de las bebidas que los humanos suelen consumir...— analizó.
— podrás beber todo lo que quieras— dijo Margarita con una enorme sonrisa al ver lo calmado que estaba Ryota pese a la situación.
Ella quería que él no se preocupara, que no creara pensamientos sombríos para después entristecerse. Él era su amigo, no le deseaba mal.
— ¿Podrías traerme más?— preguntó Ryota con una pequeña, pero feliz sonrisa
— ¡A la orden!— exclamó Margarita en una pose militar.
Se fue dejando a sus amigos atrás. Se adentró al castillo e iba a ir a la gran cocina del edificio, pero unas voces captaron su atención.
Olvidando su pedido fue a espiar a la personas que conversaban.
Se ocultó en una columna y se asomó, viendo la espalda de dos hombres de diferentes tamaños, uno con cabellos albinos y otro con cabellos rubios. Llegó a la conclusión de que eran los padres de sus amigos.
— ¿Sabes si los caballeros están en movimiento?— preguntó Meliodas con una voz levemente apagada.
— aún no— respondió Ban. Vió la frustración de Meliodas, posó su mano en su hombro para captar su atención—. Tranquilo capitán, no importa como ni cuando, la vamos a encontrar.
— no quisiera esperar más, no sólo ella está en peligro...— murmuró Meliodas—, si algo les pasara a ella y a mis hijos jamás me lo perdonaría...
Margarita se sorprendió al escuchar eso, al emitir su sorpresa hizo que ambos hombres voltearan a ver el lugar donde ella estaba.
— sal, sabemos que estás ahí— pidió amable Meliodas.
Con mucha vergüenza la pequeña salió de su escondite, bajó la mirada y jugó con sus dedos.
— ¿Qué hacías espiándonos?— cuestionó Ban serio.
— n-no... No era mi intención....— murmuró ella con vergüenza, trató de buscar una buena razón por lo hecho, pero nada llegó a su cabeza—. ¡Perdón!
Tenía miedo de haberlos hecho enojar, de que se lo dijeran a su madre.
— tranquila, no pasa nada; pero debes prometer que no se lo dirás a Ryota— pidió Meliodas poniéndose a su altura.
— ¿Por qué él no puede saberlo?— preguntó bastante curiosa la pequeña.
— porque es algo muy delicado que podría alterarlo, ¿entiendes?— dijo Meliodas. Ella le asintió comprendiendo la situación, no quería que su amigo se preocupara aun más si era posible—. Gracias.
Meliodas miró el exterior, sentía que algo se acercaba a gran velocidad, pero sabía que no podría ser algún enemigo. Nadie sería tan tonto al querer atacar de frente a adversarios tan poderosos.
Dos caballeros que vigilaban la entrada fueron tacleados por una entidad pequeña.
Cuando la presencia misteriosa se dejó ver Ban sonrió enormemente, Meliodas suspiró y Margarita se maravilló al ver un cerdo tan adorable entre ellos.
— ¡Aquí está el capitán Hawk para rescatarlos!— se auto presentó el cerdito y dió un pisotón con su pezuña.
— ya te habías tardado, Hawk— dijo Meliodas.
Ban tomó al cerdo y lo abrazó con mucha fuerza—. ¡Maestro, cuanto tiempo sin verlo!— exclamó con euforia.
Hawk trataba de liberarse, pero los brazos de Ban lo mantenían apegado a él con mucho afán.
Finalmente, cuando Meliodas le indicó el estado en que se encontraba el animal, Ban decidió soltarlo.
Pero después de Ban, Margarita abrazó a Hawk con mucho cariño y adoración por ver a un animal tierno y parlante.
— ¡Que bonito eres cerdito! ¡Y además de eso hablas!— exclamó Margarita estrujando su mejilla contra la de Hawk— ¡Jamás había visto algo así!
— ¡Me llamo Hawk, niña!— gritó el mismo indignado— ¡¿Además, quién carajos eres?!
— Hawk, controla tu lengua, es una niña— dijo Meliodas serio, pero después sonrió—. Ella es Margarita, es la hija del pequeño Gil y Margaret.
— ¡Ah! Ya sabía yo que se parecía a alguien— dijo Hawk.
La niña seguía abrazándolo como si fuese un peluche, queriéndolo todo para ella.
Hawk harto de la situación de exasperó y se separó de ella bastante indignado.
— ¡¿Qué acaso me veo como peluche?!— gritó Hawk.
Pero a pesar del exabrupto de Hawk, Margarita seguía viéndolo como el animal más tierno que haya visto.
Cuando ambos hombres habían logrado tranquilizar a Margarita, Hawk pudo respirar más tranquilo.
— y bien Meliodas, ¿Cuánto tiempo pretendías no decirnos lo que le pasó a _______________?— preguntó serio Hawk.
El semblante de Meliodas se oscureció al pensar en el peligro que su mujer a de estar enfrentando.
— envié a Mazikeen para informarle a Zeldris, pero al parecer nunca llegó. Los niños creen que las mismas personas se encargaron de ella— comentó el rubio seriamente—, y la verdad creo que es cierto.
— tendría sentido; si es por _______________ esa mujer hace lo que sea— dijo Hawk comprensivo.
— ¿Por qué lo dice maestro?— preguntó Ban confundido.
— Mazikeen está enamorada de _______________ desde que fuimos al reino demonio— dijo Meliodas entre dientes, notablemente molesto por ese hecho.
Margarita no entendía nada, pero escuchaba cualquier cosa por si era realmente importante.
— bueno, ¡Tranquilos todos, Hawk está aquí y salvará a ______________!— declaró con desición el cerdito— ¡No hay de qué preocuparse!
Ban y Margarita sonrieron totalmente convencidos de las palabras de Hawk, Meliodas solo se quedó viéndolo.
Una albina apareció a espaldas de todos, y fue notada cuando habló con notable euforia.
Hawk volteó a verla y sus ojos se llenaron de lágrimas de melancolía y felicidad.
Corrió hacia ella y se lanzó, siendo atrapado por la albina.
— ¡Elizabeth, Elizabeth!— exclamó Hawk— ¡Te extrañé mucho allá!
— y yo a ti Hawk, me has hecho mucha falta— dijo Elizabeth con lágrimas de felicidad.
Más personas fueron acercándose al área al oír la familiar voz del animal.
— ¿Ese es Hawk?— cuestionó King con sorpresa.
— ¡Es el maestro Hawk!— gritó Gowther con alegría.
— ¡Hawk!— exclamó Diana emocionada por la presencia del animal.
Se acercaron a él y lo recibieron con mucha alegría a pesar de la situación.
— sabía que todos extrañarían al grandioso Hawk— dijo egocéntrico el cerdito, pero su mejilla fue jalada bruscamente por Meliodas—. ¡Puerco irrespetuoso!
— deja de agrandar tu ego— dijo Meliodas seriamente.
Meliodas soltó a Hawk tras unos segundos.
— ¡Cuando todo esté bien quiero una fiesta de bienvenida por esta falta de respeto!— exigió Hawk con molestia.
— tranquilo maestro, lo haremos; le daré todas las sobras que quiera— aseguró Ban.
Meliodas observó a Elizabeth, ella al notarlo también lo observó. Para ella se sentía raro, pero bien a la vez.
— Elizabeth ¿Ya haz mandado al grupo de búsqueda?— cuestionó Meliodas.
— yo... Venía a decirte que están a punto de salir por si quieres darles algunos lugares por los que buscar— murmuró ella.
— gracias. Iré a hablar con ellos antes de partir. Después nosotros partiremos a buscar alguna pista— anunció Meliodas antes de retirarse.
Todos notaban la frustración de Meliodas. Él trataba de poner su mejor cara, pero la ausencia de su mujer y la preocupación por el estado de sus bebés y ella lo desesperaba.
Justo cuando el rubio se fue los niños junto a Elaine aparecieron.
Ryota sonrió y corrió hacia Hawk—. ¡Hawk, que alegría verte aquí!
— si, si, todos se alegran de verme— dijo egocéntrico Hawk.
Lancelot alzó una ceja bastante intrigado ante la anomalía que estaba presenciando—. ¿Un cerdo que habla?
— ¿Verdad que es bonito?— cuestionó Margarita a Lancelot con un brillo en los ojos.
— más bien regordete— dijo Lancelot indiferente.
Pero el niño rubio no esperó que el animal fuera a abalanzarse sobre él
— ¡Más respeto mocoso! ¡Hablas con el capitán Hawk!— gritó molesto.
— quítate de encima— Lancelot lo apartó y se levantó del suelo como si nada hubiese pasado.
Hawk quedó a los pies de Ban—. Ese niño es muy grosero...
— lo siento Hawk, Lancelot es así— se disculpó Elaine con una sonrisa—. Espero disculpes a nuestro hijo.
Hawk se levantó en seguida y vió a Ban e Elaine incrédulo—. ¡¿Hijo?!
— así es maestro— afirmó Ban orgulloso.
Hawk no salía de su sorpresa, era posible que ellos hayan tenido un bebé, pero le parecía algo impresionante tenerlo frente a él; además, era un poco difícil de creer para él que un niño tan grosero sea hijo del buen chef Ban.
Ryota miraba el alrededor pero no lograba localizar a su padre—. ¿Dónde está papá?— preguntó a Ban.
— él está en la salida con los grupos de búsqueda— respondió Ban.
Ryota agradeció aquello y se fue a buscar a su padre para pedirle que lo ayudara a manejar la espada más adecuadamente para la batalla inminente.
No quería quedarse atrás, deseaba buscar y ayudar a su madre, no quería ser una carga para nadie; por eso haría lo que sea para ser más fuerte con el poco tiempo que tiene disponible.
Para el pequeño Ryota, _______________ y Meliodas eran lo más valioso.
Tal como lo dijo Ban, Meliodas estaba con un grupo de caballeros bien armados y listos para la búsqueda.
Justo cuando él llegó ellos partieron.
— papá— llamó Ryota.
— Ryo, si estás aquí imagino que te encontraste a Hawk— el menor asintió—. Ryota, los pecados y yo nos prepararemos para partir.
— ¡Voy contigo!— declaró Ryota, y al ver que su padre se iba a negar, se adelantó diciendo—: ¡No acepto una negativa!
Meliodas se sorprendió, más simplemente sonrió al ver la determinación en los ojos de Ryota.
— muy bien hijo, prepárate porqué pronto partiremos.
— ¡Si señor!— exclamó en una pose militar.
*No podría estar más orgulloso, seguro pensarías lo mismo*— pensó Meliodas viendo a su hijo con adoración.
Se arrodilló ante él y puso su mano en el hombro del pequeño.
— escúchame Ryota, cuando nos vayamos es muy probable que todo se vuelva peligroso, que nos enfrentemos al enemigo y eso, tú entiendes; por ello necesito que me hagas caso en todo momento— le dijo muy seriamente Meliodas.
Ryota notaba la preocupación de su padre.
*Papá tiene la misma mirada de mamá cuando hago cosas que a ella le parecen peligrosas...*— pensó Ryota al ver la mirada de su padre.
— lo haré papá, si así salvamos a mamá— dijo firme Ryota.
— Ryo, no lo digo solo por tu madre— dijo Meliodas, desconcertando a su hijo—, lo digo por ti. Si algo llegara a pasarte tu madre y yo no sabríamos como vivir con eso— aclaró las dudas del menor—. Tú eres nuestro hijo. Tienes que cuidarte, hazlo por tu mamá y por mi.
— lo entiendo papá; pero yo tampoco sabría como vivir si algo llegara a pasarles, ni siquiera puedo imaginarlo— murmuró Ryota—. Quiero que me prometas que los tres volveremos a estar juntos.
— Ryota...— murmuró Meliodas cerrando los ojos con frustración.
— ¡Promételo papá!— exigió Ryota molesto, sorprendiendo a su padre— ¡No hay ninguna otra persona en la que confío tanto como tú! ¡Te lo pido a ti y solo a ti porqué sé que tú siempre cumples tus promesas!
Meliodas abrió considerablemente los ojos ante lo expuesto. Se sentía realmente feliz de que su hijo lo viera de esa manera.
Con el paso del tiempo Meliodas había desarrollado confianza con cada uno de sus camaradas. Apreciaba haber nacido con esa cualidad.
*"¡Bueno, si prometes amarme hasta más allá del final eso significa que nuestro amor jamás morirá, lo sé porqué tú eres un hombre que cumple con sus palabras! Esa es la cosa que más aprecio de ti"*
Su mujer había dicho eso justo la noche de su boda. Ella lucía tan confiada, tan feliz por ese hecho, que hizo sentir al rubio feliz.
— lo prometo, Ryota.
Él estaba dispuesto a prometerle eso a su hijo, arriesgaría todo de sí para cumplir aquella promesa.
Sentía la confianza en sí mismo de que traería a su mujer de vuelta y su familia estaría nuevamente junta, con suerte con más integrantes.
Ryota suspiró aliviado ante las palabras de su padre—. Gracias viejo.
Meliodas alzó una ceja por como lo llamó su hijo—. ¿A quién le dices viejo?
Ryota se sonrojó por los nervios—. Perdón, es que cuando Lancelot hablaba de su papá se refería a él como viejo... Creo que no lo pensé mucho antes de decirlo...
— muy bien, estaremos en una mala situación y eso, pero eso no es excusa para que me faltes el respeto— dijo Meliodas levantando su dedo acusador—. Y ahora que lo pienso, dijiste una frase muy fea cuando los encontramos en el purgatorio.
— ah... Eso se me salió...— murmuró Ryota.
— por el momento no te dije nada ya que estábamos muy tensos; pero no puedes decir eso Ryota; ¿Sabes lo que tu madre me haría si te escuchara? Pensaría que yo te enseño esas palabras— dijo Meliodas cruzándose de brazos—. Y créeme, tú no te salvarías de ella.
— perdón papá, no lo volveré a decir...— murmuró Ryota avergonzado.
— más te vale. Tienes que seguir tal y como tú madre te dejo— dijo Meliodas en un murmuro—. Ve por tus cosas.
Ryota asintió y estaba a punto de irse, pero un fuerte temblor detuvo su andar.
Meliodas por inercia lo envolvió en sus brazos para evitar cualquier daño.
Todos los pecados salieron para ver qué sucedía, y la vista más allá del reino los dejó confundidos.
— ¿Qué es eso?— preguntó Diana apuntando a algo en particular.
Gowther abrió sus ojos sorprendido—. ¡Capitán, miré allá!— le pidió.
Meliodas volteó la vista y lo que vió lo dejó bastante emocionado—. Esas son las llamas de _______________. Ella está aquí, está bien— dijo aliviado.
— ¡La pequeña jamás se rendiría!— gritó Ban notablemente eufórico.
— hay cuatro columnas de fuego, cada una al norte, sur, este y oeste de un punto en particular— murmuró Merlín.
— en ese punto _______________ debió activarlas todas. Lo único que nos resta es localizarla— terminó Gowther las suposiciones de Merlín.
Merlín se teletransportó a los cielos, donde un amplio panorama llegaba a su visión. Desde allí podía ver claramente en que sitios se alzaban esas cuatro columnas.
Un mapa apareció frente a ella y apuntó los cuatro puntos donde las columnas de se alzaban, justo a tiempo de que éstas desaparecieran.
— uhm, interesante lugar para estar. Quién lo hubiera imaginado— se dijo a sí misma la maga.
Volvió inmediatamente con los demás, siendo el centro de atención de todos.
Ella sonrió ladina y miró a su capitán—. Es hora de planear el rescate.
Ryota sonrió muy feliz de haber escuchado esas palabras, tomó la mano de su padre y se lo llevó a toda prisa al castillo. Ambos eran seguidos por los demás.
No faltaba mucho para el reencuentro, pero habría muchos obstáculos que atravesar.
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Hola gente hermosa!
Espero que todos estén muuuy bien :)
Perdonen por tardar un poquito más en subir el capítulo, es que me distraigo muy fácilmente jeje.
Bueno, espero que les haya gustado el capítulo de este día!
Y también que les esté gustando la historia :3
Sin más que decir, nos leemos en el próximo capítulo
Bye Bye
(◍•ᴗ•◍)❤
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