Aniversario y algo más
(primera parte)
Finalmente había llegado, el mes dónde dos padres en particular sentían la realidad golpearlos para que se percataran de lo que en el mes siguiente pasaría, dónde sentían la presión y a la vez la alegría de esperar ese ansiado día y asumir nuevamente el rol que se les ha otorgado.
Era increíble para cierto rubio que solo faltara un mes para tener a sus adorados bebés en brazos, verlos llorar y reír, sentirlos a su lado y sentir la dicha de ser padre por segunda vez de tres hermosos bebés.
Su mujer igual estaba sintiendo presión por ese hecho, pero no más que el rubio, quién se cuestionaba si podría hacerlo bien una vez ello estuvieran a su lado. Ella siempre lo animaba diciéndole que sería un excelente padre. Ese era el mes en que la mujer consolaba y animaba al hombre por el embarazo.
Pero ese día él no haría dramas al respecto, después de todo este mismo día era cuando se celebraba uno de los momentos más felices de su larga vida. Este día sería el más romántico que su mujer haya visto. Después de todo hoy se celebraba su aniversario de casados y el día en que juntos fueron al reino de los demonios.
Se despertó con una sonrisa de enamorado al recordar lo que celebrarían ese día, su corazón palpitaba en suspenso de lo que harían ese día. Era simplemente excitante.
Se puso de costado para contemplar a la mujer que descansaba a su lado. Ella empezó a removerse sintiendo una intensa mirada en ella, somnolienta empezó a recordar que día era, y cuando la respuesta surgió abrió los ojos y una sonrisa de enamorada apareció al ver las bellas esmeraldas que la contemplaban.
— necesito algo que me despierte— dijo apacible la castaña pidiendo indirectamente algo de su marido.
Meliodas rió afable por ello, se acercó al rostro de su mujer provocando que sus labios rozaran, y sin más que esperar unió sus labios a los de su esposa, sus movimientos eran suaves, delicados y placenteros, provocando el despertar de la castaña y que una pequeña llama de pasión se encendiera en ambos individuos.
Ella rodeo el cuello del rubio con sus brazos y lo atrajo más a ella para sentir el calor que en ese instante su musculoso cuerpo le transmitía. Con cuidado de no lastimarla a ella ni a sus bebés se posicionó sobre ella continuando el beso.
Al separarse unos pocos centímetros sus miradas se encontraron con intensidad deseando continuar con su placentera sesión de besos.
Ambos entre abrieron sus labios para articular las palabras correctas, pero unos pasos apresurados los detuvieron e hicieron que Meliodas fuese a su lugar como si nada hubiese pasado.
La puerta se abrió fuertemente dejando ver al pequeño castaño que sonreía de oreja a oreja, en cuanto vió a sus padres despiertos fue corriendo hacia ellos y sin más se lanzó en el espacio que casualmente quedaba entre ambos.
— ¡Feliz aniversario!— exclamó Ryota viendo a sus padres. Le dió un beso a su madre en la mejilla y abrazó a su padre fuertemente. Se notaba más emocionado que ellos mismos— ¿Qué harán hoy?— inquirió desesperado por saber.
Ambos adultos se vieron pensando en cómo pasarían el día de hoy. La castaña no tenía ni idea, pero el rubio ya tenía una idea de que podrían hacer.
— no lo habíamos hablado— dijo la castaña pensando si realmente no había sucedido esa conversación.
— pero tranquilos, tengo una idea de que podríamos hacer— dijo el rubio emocionado por empezar su aniversario.
— ¿Qué es?— cuestionaron la mujer y el niño intrigados.
Meliodas los señaló con el dedo para que pararan—. Si lo digo así no sería tan especial, aunque no es tan glamoroso o espectacular— advirtió viendo a su mujer, quien sonreía.
— algo simple, como me gusta— agregó ella—. Muchas gracias, Meliodas.
— aún es muy pronto para agradecer; y aunque sea simple será romántico para que recuerdes la suerte que tienes al tenerme— dijo egocéntrico.
Ella iba a decir algo en forma de broma, pero Ryota interrumpió.
— dímelo solo a mi papá, no se lo diré a mamá— dijo prometiendo con la mano levantada lo dicho. Meliodas aceptó y se acercó para susurrarle al oído todos sus planes, asentía estando de acuerdo con cada cosa y al terminar lo vió con apoyo—. ¿Puedo ayudarte? Quisiera hacer algo especial para mamá.
— por supuesto Ryo— aceptó Meliodas entusiasta.
Ryota se bajó de la cama bajo las miradas expectantes de sus padres, volteó y les sonrió.
— tienen que bajar a desayunar y empiezar su aniversario— pidió de forma tierna antes de abandonar la habitación.
Ambos encontraron las miradas del otro y sonrieron emocionados por ese día. Pensar en el día que pasarían juntos los tenía más enamorados de lo común.
Ella se acercó a su marido y se acurrucó en sus brazos sintiendo la calidez de su pecho desnudo.
— feliz aniversario, mi amado rubio...— murmuró ella con nostalgia, recordando todos los momentos que pasaron juntos.
— feliz aniversario, preciosa...— dijo él de igual manera, acariciando el hombro cubierto de su mujer.
— es increíble lo rápido que pasa el tiempo...— murmuró— nuestro onceavo aniversario...
— nosotros somos increíbles— dijo egocéntrico él, provocando una risa alegre en su esposa.
— bueno, tendremos intrusos esta vez— comentó ella acariciando su vientre, un suspiro salió.
— tranquila, ellos serán bien recibidos; además, ellos jamás sabrán que pasará este día...— murmuró coqueto haciendo que las mejillas de su mujer se encendieran— solo será entre tú y yo...— empezó a rozar sus dedos por los brazos de su mujer, provocando que sus vellos se erizaran.
Dejó la cabeza de su mujer descansar en la almohada y empezó a dejar besos en la piel que el camisón de su mujer dejaba al descubierto.
— Meliodas... Haces las cosas más difíciles...— dijo complacida por las caricias de su amado.
— lo sé...— murmuró contra su piel frustrado por no poder saciar sus deseos—. Ve a desayunar, yo me encargaré de nuestra celebración.
Ella aceptó sin quejas, Meliodas le extendió la mano y ella la tomó aceptando su ayuda para levantarse.
[...]
___________________ bajó por las escaleras con una sonrisa apacible, sintiendo la paz en su cuerpo al pasar un día tan tranquilo y a la vez tan emocionante. Se encontró con sus amigos, quienes la recibieron gustosamente. Incluso Zeldris y Gelda estaban allí.
La vampira se acercó a su fiel amiga con su vientre ya un poco abultado y la abrazó como le fue posible.
— felicidades— susurró la vampiresa con serenidad—. Espero que tú y Meliodas disfruten este día.
— gracias Gelda— le dijo amigable. Al separarse de la rubia observó su vientre—. ¿Cómo te sientes después de veintiséis semanas?— inquirió.
Ella sonrió y acarició su vientre—. Se siente hermoso, cada minuto que pasa me siento más ansiosa por el nacimiento de esta criatura— compartió con anhelo en su voz.
— tranquila, la espera es una tortura, pero el día en que lo sostienes en tus brazos como lo más importante en la vida, créeme, vale cada segundo de espera— dijo la castaña para animarla a esperar.
Avanzaron hasta la barra, donde todos los presentes se tomaron su momento para felicitarla por su aniversario.
Ban dejó una bandeja con galletas en forma de corazón con cubierta roja, dándole un toque romántico a ese día especial.
— Ban, hermanito, ¿Tú hiciste esto?— inquirió la castaña jocosa viendo al aludido.
Él bufó—. Yo quería hacer algo normal, pero estas mujeres, más que sugerirme, me obligaron a hacerles a ti y al capitán esto— dijo apuntando las galletas—. Me tuvieron bajo vigilancia hasta terminarlas.
— ¡Es su día especial!— se justificó Elaine sentándose junto a la castaña— merecen que le hagan este tipo de cosas románticas.
— ¡Si, Ban, no seas tan amargado!— dijo Diana con el ceño fruncido.
Es una ridiculez— pensó Ban con molestia, más ver lo encantada que estaba su mujer lo dejó más tranquilo—. Tendré que ser mejor en estas cosas románticas.
— por cierto __________________— llamó Zeldris tomando una de las galletas sin permiso—, ¿Dónde está mi hermano?— inquirió antes de darle un mordisco a la galleta.
— si, ese cerdo debería estar contigo en su día especial— dijo Hawk tras un suspiro.
— Meliodas está con Ryota discutiendo lo que harán para hoy, así que no es la gran cosa— dijo la castaña indiferente—. Podré verlo esta noche a más tardar— tomó una galleta despreocupada.
King alzó una ceja—. ¿Qué no es muy tarde para comenzar a celebrar su aniversario?— inquirió dudoso.
— si __________________, Meliodas debería estar contigo en todo momento disfrutando el día— dijo Wild extrañado por la tranquilidad de la castaña.
___________________ observó la galleta en sus manos y sonrió nostálgica, recordando desde su primer aniversario hasta el décimo.
— nos planteamos eso, que deberíamos estar juntos a cada momento del día, disfrutar la cercanía del otro y sumergirnos en nuestro mar de amor— empezó la castaña con serenidad—; pero cuando llega nuestro aniversario Meliodas se esfuerza para hacerlo especial, y eso a veces le toma todo el día. Así que ¿Por qué enojarme por algo así?
Empezaron a asimilar lo contado, Zeldris, Gelda, Wild y Hawk sabían a lo que se refería; Meliodas siempre daba vueltas de un lugar a otro asegurándose de que lo que tenía en mente sea lo ideal para ella, que él estuviera presentable para ella y que al final ella viera lo especial que era, claro, procurando que ella no presenciara nada. Y como la mujer nunca se enojaba por ello, decidía dejarlo pasar y disfrutar al máximo el resto del día.
— parece que el capitán se hizo más romántico cuando fueron al purgatorio— comentó Gowther con una sonrisa apacible—. Se ha asegurado de que cada aniversario fuese especial para así recordarlo.
La castaña asintió—. Así es Meliodas, tan romántico y apasionado, eso me encanta de él. Además, ambos hemos pensado que el amor es más intenso por esas horas.
— debe ser increíble— comentó Diana encantada por las palabras de la mujer.
— bueno, ya es suficiente— dijo la castaña—. Habrá tiempo para el romance después, ahora lo importante sería comer— dijo entusiasmada, captando las miradas incrédulas del resto, excepto la de Gelda, quién empezaba a comprender los antojos que embargaban a la mujer.
— por cierto, pequeña— llamó Ban captando su atención antes de que fuera el primer mordisco—, deberías ver el dibujito que hice— le guiñó el ojo e hizo señas para que volteara la galleta.
Ella así lo hizo, y se encontró una carita que le sacaba la lengua y al lado tenía una botella que podría interpretarse como cerveza; no estaban perfectos, pero aún así a la mujer le encantó ese detalle.
Diana e Elaine quisieron matar a Ban en ese instante por su imprudencia, pero detuvieron las ganas al ver a la castaña carcajearse por los garabatos que había hecho su hermano con la cubierta.
— gracias, Ban— murmuró la castaña tras su sesión de risa, y sin más no esperó a probar las galletas del albino. Su paladar quedó enamorado de aquel manjar y siguió comiendo con ganas.
— feliz aniversario, pequeña— murmuró él guiñándole un ojo.
Después de que las embarazadas presentes se hayan encargado de devorar todo lo que encontraba a su paso hecho por el mismísimo Ban, todos terminaron dispersándose, dejando a la castaña sola.
Ella se dedicó a leer un libro que Gowther le había regalado por su aniversario, y se quedó inmersa en esa intrigante historia que casualmente era de amor.
Empezó a sentir las pataditas de uno de sus hijos, acarició su vientre tratando de calmarlas, cosa que funcionó ya que no volvieron a patear. Esperaba que sus antojos o cambios de humor de embarazada no arruinaran su noche con Meliodas.
Y no sabía de dónde había surgido, pero de repente sintió un apasionante deseo de tener a su rubio frente a ella y quitarle cada pedazo de tela que estuviera cubriendo el territorio que ella ansiaba explorar.
Por su paranoia había quedado con Meliodas en que no tendrían nada hasta que los bebés nacieran, cuidando de que algún movimiento brusco les hiciera daño. Era demasiado cuidadosa con sus bebés. Temía en que sus movimientos bruscos o los de su marido hicieran algo y ella no se diera cuenta de ello en el preciso momento.
Se mordió la uña de su pulgar frustrada y ansiosa por verlo, dejó el libro a un lado y empezó a mover sus pies de un lado a otro. Se estaba volviendo loca sin la presencia de aquel hombre rubio.
Se golpeó la frente contra la barra para desaparecer aquello, se quedó en esa posición unos segundos tratando de relajar su acelerado corazón.
Decidió ir a descansar para despejar más relajada su mente y cuerpo, el cual exigía una siesta breve que ayudara a darle más energías.
Una vez llegó a la habitación se topó con algo sobre la cama, se acercó y observó con una sonrisa boba aquel vestido azul marino corto que se extendía en el mueble, y junto a él encontró una nota.
"Un pequeño detalle para mí preciosa esposa. Sé que los vestidos no son tu prenda favorita, pero créeme que estarás más cómoda con él."
Ella rió, sabiendo que cada palabra era cierta. Justo cuando estaba embarazada amaba ponerse vestidos ya que eran mucho más cómodos y fáciles de usar.
Se sentó junto al vestido y lo observó varios minutos. Se inclinó un poco hacia atrás y suspiró sintiendo su cuerpo pesado, exigiéndole recostarse y dormir durante horas.
No tuvo de otra más que resignarse y dormir, así no estaría de mal humor cuando pudiera estar con su marido.
[...]
— ¿Estás listo?— inquirió Zeldris viendo a su hermano con una ceja alzada.
El rubio trataba de aflojar la corbata que en ese instante traía. Había olvidado como se sentía estar en un traje, y ahora que lo meditaba no le agradaba tanto.
Le dieron un manotazo para que dejara de arruinar lo que le había costado a King arreglar, el rubio miró hacia abajo viendo a su hijo, quien lo veía con el ceño fruncido.
— ¡No lo arruines papá! Tienes que estar bien para mamá— reprochó el pequeño cruzado de brazos.
Meliodas suspiró resignado, no quería llevarle la contraria a su hijo, después de todo él había sido su pequeño asistente en cada aniversario desde que él tenía uso de razón.
— está bien— dijo dejando de molestar la corbata. Se sacudió polvo inexistente de su traje y vió a sus compañeros—. ¿Qué opinan?— inquirió egocéntrico.
— que te ves como un muñeco— respondió de inmediato Ban tratando de reprimir una carcajada.
Meliodas bufó, sabiendo en el fondo que tenía razón. Recordaba que usaba trajes una talla más grande o que lo usaba de cualquier manera; pero gracias a King y su hermano Zeldris, usaba el traje cómo es debido, y ciertamente no le agradaba mucho.
Miró hacia arriba, viendo como el cielo adoptaba colores naranjas y amarillos, avisando con ello que el sol tomaría su descanso y le daría turno a la luna.
Ya todo estaba listo después de pasearse por Liones para verificar que tenía todo lo necesario y echarle una ojeada a alguna tienda para hacerle un pequeño presente a su mujer.
Solo faltaba el que ella se apareciera y así finalmente empezar su aniversario como es debido.
— ¿Sabían que el traje no era tan necesario?— inquirió Meliodas inseguro con el atuendo.
— una noche especial merece que se ponga lo mejor para __________________— dijo King como justificación.
— si Meliodas, no puedes andar en tú día especial con __________________ con trapos— siguió Hawk con obviedad.
Meliodas bufó—. Si claro. Me voy al punto, asegúrense de que ella esté allá en poco tiempo.
— si capitán— dijeron los pecados presentes con una sonrisa.
Gowther recordó algo, se desapareció por unos instantes y al volver tuvo en sus manos un ramo de rosas rojas.
— he oído que las flores son un buen presente para este tipo de celebraciones— dijo entregándole el ramo a su capitán—. Las rosas rojas son las que más se dan.
Meliodas suspiró—. Ya no estoy tan seguro si debí involucrarlos...— murmuró él con desdén— con suerte los veré a todos mañana— dijo mientras empezaba su trayecto.
Ryota se acercó a su papá y lo detuvo—. Haz que mamá se la pase muy bien, por favor— pidió con dulzura, enternecido a su padre.
— verás que la encontrarás con una sonrisa de oreja a oreja— aseguró Meliodas levantando un pulgar—. Ve y llévala al lugar especial.
Ryota asintió, y sin más se retiró junto al resto de pecados para darles su espacio, y además llevar a la mujer al punto en que habían quedado.
Mientras que con la mujer en cuestión, ésta era obligada a arreglarse para la ocasión especial por las chicas presentes.
Diana e Elaine se emocionaban arreglándola mientras que Elizabeth y Gelda estaban de expectadoras viendo como la mujer sufría a manos de la gigante y el hada.
Finalmente encontró el momento y le ordenaron que se detuvieran de una vez, estaban sofocándola tanto que tal vez no llegaría con vida al punto con su marido.
Tomó un brillo labial y lo pasó levemente por sus labios, eso fue lo único que se hizo y se declaró lista ante sus amigas.
No estaba cargada de maquillaje y su vestido no era el más glamoroso, pero aún así estaba hermosa con su cabello trenzado hacia atrás, dejando que algunos mechones de cabello quedarán libres para darle un toque más rebelde. Se negó rotundamente a usar tacones, incluso rechazó los de plataforma baja y terminó usando unos zapatos negros casuales que quedaban perfectos con el vestido azul marino.
Ellas alabaron su belleza y le desearon mucha suerte en su día especial.
La castaña salió de la habitación llena de cursilerías por parte de sus amigas, necesitaba respirar aire normal y vago. Justo al bajar las escaleras se encontró con su hijo y compañeros.
— pequeña, estás hermosa— dijo Ban con una sonrisa apacible.
— quisiera que los bebés nacieran ya para usar pantalones y camisas holgadas— suspiró con desdén, miró a Ban y sonrió—. Igual, gracias, Ban.
Ryota llegó hasta ella y la tomó de la mano llevándola al exterior del local.
"Disfruta" se escuchó de fondo por parte de sus amigos y la voz de la chicas. Todos ya estaban involucrados en su aniversario.
— ¿A dónde me llevas, cariño?— inquirió ella al ver que se adentraban al frondoso bosque.
— a tu cita con papá— respondió emocionado el pequeño, acelerando el paso sin percatarse del estado de su mamá.
Más ella no se quejó, de hecho, estaba bastante emocionada de ver a su marido y ver la pequeña celebración que había preparado obviamente con sus asistentes.
El trayecto no pareció tan largo al andar de prisa, cosa que cansó a la castaña; finalmente habían llegado a una hermosa parte del vasto bosque que era casualmente iluminada por la luna que empezaba su turno, el espacio era muy amplio para ambos, allí se observaba un mantel de picnic con una maravillosa cena y una botella que parecía vino, aunque ella lo dudaba.
Se acercó encantada por el hermoso detalle de su marido, el delicioso aroma de la comida llegó hasta sus fosas nasales y lo aspiró con placer, deseando tomar el primer bocado.
— mamá— llamó Ryota, sacando a su madre de su ensoñación hecha realidad; ella lo miró atenta, agachándose un poco para estar a su alcance—, disfruta mucho de tu aniversario. Te quiero— le dijo con cariño, se acercó a la mejilla de su madre y le dió un tierno beso antes de desaparecer de su vista.
Ella extendió su mano para detenerlo, la inseguridad de que se fuera solo estaba en ella, pero desapareció ante la confianza que le tenía a él, a sus compañeros y esposo. Jamás dejarían que Ryota sufriera.
— gracias hijo— murmuró ella agradecida por el corazón tan gentil de su amado hijo.
Volvió a apreciar la vista tan romántica que se extendía frente a sus ojos, el lugar y la hora eran perfectos para ambientar el momento.
Sintió sus siete corazones latir con fervor al sentir todo el empeño que su marido debió poner para que cada cosa fuese especial por más simple que se vea.
Y justo pensando en él, empezó a observar su entorno tratando de que sus ojos encontraran las esmeraldas del rubio lo más rápido posible. Ya ansiaba verlo y abrazarlo con cariño, agradeciendo su bello detalle.
Más no logró encontrarlo, cosa que la desconcertó, se suponía que el responsable de aquello estuviera presente para empezar su aniversario.
Ella se sentó sobre el mantel, manteniéndose en espera de la llegada del rubio, pero poco a poco se desesperaba.
Estaba realmente distraída, de lo contrario no tendría por qué desesperarse de esa manera.
— Meliodas...— pronunció jugueteando con sus dedos para apaciguar su inquietud.
Y como si lo hubiese llamado, repentinamente sus lapislázulis se conectaron con las esmeraldas de su marido, las cuales brillaban con intensidad.
Se echó para atrás para contemplar el cuerpo que flotaba frente a ella gracias al miasma que se había formado como alas para darle vuelo al rubio; estaba de cabeza y la miraba con una pizca de burla.
— ¿Me extrañaste mucho?— inquirió él con una sonrisa egocéntrica.
— ¡Idiota!— exclamó ella con el ceño fruncido y la mano en el pecho por el susto que se había llevado— si te apareces de esa manera me vas a dar un ataque. Por lo menos avisa tu llegada— reprochó.
— pero si llevo rato aquí, únicamente esperándote— dijo él con inocencia, parándose frente a ella.
— ¡No es cierto, lo hubiese notado desde que llegué!— refutó ella.
— no es mi culpa que estuvieras tan ensimismada desde que llegaste, por eso no te percataste de mi presencia— dijo dando un pequeño golpe en la frente de su mujer—. Despistada.
— ¡No es cierto...!— dijo con cierta duda, realmente estaba distraída, solo se concentraba en lo que veía. Él empezó a reír al ver la cara apenada de su mujer, ella lo vió con el ceño fruncido y las mejillas rojas— ¡No te rías!
— perdona— dijo él calmando sus carcajadas—, es que me encanta verte de esa manera, te vez tan hermosa que no puedo evitar disfrutarlo.
— ¿Te encanta avergonzarme?— inquirió con un puchero.
— no, solo digo que me gusta que tu rostro exprese lo que sientes, por más exagerado que sea— dijo colocando sutilmente una mano en la mejilla sonrojada de su esposa—. Cuando lloras de una forma tierna; cuando te enojas y explotas con las personas a tu alrededor; cuando tu rostro se sonroja y juegas con tus dedos sintiendo pena por algo a lo que normalmente estás acostumbrada; tu gran amor hacia Ryota y a mi. Cada una de esas cosas me encantan de ti— dijo suavemente acercando su rostro al de ella.
Los ojos azules de la fémina se iluminaron enternecidos por las hermosas palabras de su esposo. Ciertamente lo había visto cada vez que tenía una de esas reacciones, él sonreía feliz mientras la veía, y de cierta forma a ella le agradaba verlo de esa manera.
Sus labios rozaron, la mujer los humedeció, haciendo que el deseo por tomar sus labios creciera en el pecho del rubio, y sin más se conectaron en un tierno y placentero beso.
Al separarse se sonrieron, felices de estar con el otro después de tantas horas.
— ¿Qué tal si empezamos a comer?— inquirió ella jugando con el cabello del rubio.
Él se alejó aceptando la sugerencia de la castaña y sin más se dispuso a servir la exquisita cena.
En ese momento ella se dedicó a examinarlo, y quiso reír al ver la forma de vestir del hombre. Tenía un traje que se ajustaba perfectamente a su cuerpo, saco negro y camisa blanca con una corbata roja; su cabello rebelde estaba levemente peinado, cosa que le sorprendía ya que en varias ocasiones sus intentos por peinarlo habían sido inútiles. Se veía atractivo, no lo negaría, pero se sorprendía que se haya tomado la molestia de vestirse tan formal.
— lindo traje— dijo jocosa la castaña, deteniendo la acción del rubio, él la miró con las mejillas levemente rojas—. ¿Tienes vergüenza?— inquirió con burla.
— por supuesto que no. ¿Quién crees que soy?— bufó Meliodas siguiendo sirviendo la bebida en las copas.
Ella tomó su plato y empezó a comer, disfrutando el placer que su paladar sentía al devorar la comida.
— ¿Por qué te pusiste un traje para esto? Sabes que pudiste ponerte algo normal— dijo ella apuntándolo con el cubierto.
— los chicos me obligaron— dijo Meliodas tras un suspiro—, y como Ryota me insistió no pude negarme.
— te entiendo— dijo entre risas—. Es difícil negarse ante la carita tan adorable de Ryota. Pero no importa, te ves muy guapo con él.
— supongo que sí te gusta a mi también; aunque realmente me fastidia esta corbata— dijo él tratando de aflojarla.
Ella se rió por la expresión de fastidio de su amado, dejó su plato a un lado, se acercó y se arrodilló frente a él.
— déjame ayudarte— dijo ella tomando el control de la corbata—. Tú de todas las maneras posibles eres atractivo, no necesitas ropa en específico para resaltarlo— lo vió directo a los ojos, provocando un encuentro profundo. Deshizo el nudo de la corbata y fue alejándola de él lentamente. Empezó a sentir sus corazones latir con fervor, sumergiéndose en ese mar esmeralda.
Él puso sus manos en la espalda baja de la fémina, atrayendola hacia su cuerpo sin importar que provoque eso. Ella envolvió sus brazos en su cuello para evitar que se separaran.
— ¿Te he dicho lo hermosa que eres?— susurró con una voz ronca, erizando los vellos de la fémina.
— me lo dices casi siempre...— susurró ella acercando su rostro al del rubio.
Empezó a jugar con los rubios cabellos del chico, estando impaciente por lo que pasará.
Él alejó todo para dejar un espacio y seguido de eso la acostó suavemente y a la vez desesperada, se posó sobre ella mirándola con mucha intensidad.
— __________________... Te deseo...— confesó Meliodas frustrado.
— entonces no esperes más...— murmuró ella con deseo.
Se fundieron en un beso lleno de pasión, lo que daría inicio a algo que estuvieron evitando por largo tiempo. Meliodas empezó calentando más el momento, esparciendo besos y caricias provocadoras por debajo del vestido de la castaña, haciéndola soltar leves suspiros llenos de placer; ella no desaprovechó y empezó a explorar con sus manos el cuerpo fornido cubierto por la camisa de su marido, permitiéndole sentir el trabajado cuerpo a penas. Empezó a desabotonar los botones para crear un encuentro entre sus manos curiosas y los músculos trabajados de su marido, dejando al descubierto la mejor vista de su vida; bajó sus manos hasta toparse con el botón de su pantalón y de inmediato empezó a deshacerse de él, rompiéndolo accidentalmente.
Él ya sabía lo lista que estaba su mujer y lo mucho que había esperado ese momento, al igual que él. Ambos se habían necesitado en ese aspecto. Ese no era su pilar en la relación, pero les encantaba sentir al otro a una profundidad intensa.
Habían olvidado por completo la cena que tenían en espera.
Meliodas se incorporó para deshacerse de la obstrucción de su pantalón, pero antes se deshizo de las bragas de su esposa; ella estaba preparada para el placer que la embargaría, pero un repentino impedimento arruinó el momento.
Él estaba bajando sus pantalones, pero la voz angustiada de su mujer lo detuvo e hizo que enfocara su vista en la expresión de terror y alegría de la fémina.
— ¿Qué sucede? ¿Te lastimé? ¿Cambiaste de opinión al respecto?— inquirió veloz Meliodas, inspeccionando el cuerpo de su mujer por si había ocasionado alguna herida sin querer.
— Meliodas...— llamó a su marido con la voz ronca, captando la mirada esmeralda del mismo— se me rompió la fuente.
[...]
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Hola!
Espero que estén muy bien hermosas personas de la vida!
Espero hayan disfrutado este capítulo, esperen el siguiente ansiosas!
Finalmente se le rompió la fuente un mes antes del día fijado, ¿Qué sucederá?
Sin más que agregar, nos leemos en el siguiente capítulo!
Se cuidan mucho!
Bye Bye!
(◍•ᴗ•◍)❤
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