CAPITULO III
LEON
MAMÁ
—¿Acaso sabes algo del prisionero que trajeron está mañana? — Comente dejando la pluma de lado en mi escritorio y girando mi tronco sobre la silla para poder ver a Eva, quien rápidamente levanto la vista del libro que leía hace más de una hora mientras yo solo transquivia ese maldito libro de historia.
—¿Cómo sabes de eso? —Cierto, Eva aun no sabía que luego que la Sacerdotisa suspendiera su lección por mi falta de puntualidad había ido de paseo al jardín sin supervisión para armar mi pequeña rabieta.
—Bueno —Pensé— Salí un poco más temprano de mis lecciones y pude ver el alboroto.
—León el despacho de tu madre está al otro lado del palacio.
—Oh vamos tú también vas a comenzar —me vino Ian a la mente, pero era claro que hasta para dar escusas era despistada, por eso nunca funcionaban.
—No es que quiera reprocharte, pero tú curiosidad no es buena, siempre terminas metiéndote en problemas. —Como podía ser un reproche cuando la voz de Eva se sentía tan dulce.
—Esta vez no —Agrego mientras me levantaba del escritorio y camino para sentarme frente a ella. —Esta vez solo quiero saber, porque no es alguien que aparente ser de nuestra tierra, o al menos sus rasgos físicos no lo son.
Un suspiro abandono sus labios cuando cerro el libro y lo coloco sobre sus piernas cruzadas.
—Tampoco se mucho del tema, pero fue imposible no escuchar de el cuándo los guardias hicieron tanto alboroto. —Arregle mi postura sobre el mueble en el que repasaba, sabía que Eva no podría resistirse cuando de cotilleos se trataba.
Conozco a mi Dama desde que cumplí mis 10 años, casi la mitad de mi vida a su lado la han convertido en mi mejor amiga, aunque es mucho más sensata que yo, he de admitir. Supongo que, por su edad, o porque ella si se comporta como debería comportarse una princesa, aunque no lo sea.
Siempre pensé que Eva era quien debería ser llamada así y no yo, aquella señorita de piel trigueña, pelo canela perfectamente rizado y largo que llegaba a la mitad de su espalda era delicada eh inteligente, conocia la etiqueta mejor que nadie, no desobedecia las reglas. Además, a pesar de que yo soy un remolino en su vida, que constantemente amenaza con meternos en problemas a ambas, siempre terminaba ayudándome y dedicándome su amabilidad.
Si cantara seguro los pajaritos vendrían y llenarían la habitación.
—Dicen que fue atrapado robando en la Cámara Real
—¡La Cámara Real! —tape mi boca cuando Eva llevo su dedo a los labios para que bajara mi voz. Claro a pesar de que estábamos solas en mi habitación, fuera de la puerta se montaba guardia y mi exagerado tono podría alarmarlos.
—Sí, la Cámara Real —Aclara nuevamente recostando la espalda sobre el mueble.
—¿Quien en su sano juicio intentaría entrar ahí? Hay guardias en cada esquina y ni hablar de los Centinelas.
—Por eso lo atraparon. —Afirma Eva recalcando lo lógico de la idea, aun así. ¿Porque un forastero arriesgaría su vida por meter su nariz en un lugar como ese? No sé qué tan mala información se maneja fuera de las murallas del reino, pero en esa Cámara solo hay objetos antiguos de la Gran Guerra, probablemente más libros de historia y alguna que otra arma vieja y empolvada. Solo de recordarlo me aburre, realmente debería sentir algún apego hacia esas cosas que mi madre guarda como tesoros pero que en realidad no son más que sombras de una gran desgracia. No lo entiendo.
—También escuché que es un enemigo de nuestro Dios —Quizás ahora tenga más sentido, quería molestar a Dios robando sus cosas.
—Y sabes que aran con el —Eva me miró levantando una ceja dándome una mejor vista de sus ojos color azabache.
—Realmente no, pero ese no debería ser tu problema ahora. —Se inclina nuevamente señalando con el dedo en dirección al escritorio donde yacía olvidado el libro de historia. —Si no terminas ese libro en tres días serás sentenciada a muerte.
Obviamente me reí de lo que definitivamente sería mi final, ella tenía razón, ahora mismo había otro problema más serio de lo que preocuparme, pero no podía dejar de pensar en aquel momento, y en que por alguna extraña razón, tenía la sensación de que mi poder había reaccionado ante ese desconocido.
—Mira, tu amigo está despierto. —Exclamo Eva de repente mientras dibujaba una sonrisa en sus labios, note que Bonny levanto sus orejitas, e intento salir de la cesta que le había montado con algunas telas y almohadas. Me levanté de dónde estaba sentada y fui hasta el, agachándome para poder acariciar su suave pelaje blanco como la nieve.
—Es tan suave. —Le digo con una sonrisa en los labios mi tono ahora era el más amable del mundo para el
—Parece nieve. —Afirma Eva mientras se acercaba también para verlo.
—Ya te sientes mejor pequeño. —Casi sentía que podía entenderme cuando movió sus bigotes como una respuesta, o eso parecía en mi cabeza, aun así, la herida era muy reciente y digamos que la primera noche no fue muy grata para él.
—¿Que vas hacer cuando se recupere? —Dijo Eva. —No puede quedarse en tu habitación, si la reina se entera.
—Pero tampoco puedo liberarlo en el jardín con los Centinelas. — Respondí casi inmediatamente. — Además, madre no tiene como saberlo. — Seguí acariciándolo más desanimada, porque sabía que en algún momento tendría que separarme de él.
—Leo
—¿Podrías ayudarme a sacarlo de palacio? —Eva suspiro y también se arrodillo a mi lado, sé que notaba mi expresión, me sentía afligida por no poder hacer más por Bonny, y como siempre, ella suavizo su rostro para darme tranquilidad.
—Puedo hablar con alguno de los mercaderes para que lo lleven a un lugar seguro.
—¿Un lugar con más liebres?
—Un lugar con más liebres. —Afirmo acariciando mi espalda.
Dos toques en la puerta fueron suficientes para sacarnos del momento cálido en el que nos encontrábamos, rápidamente lance una manta por encima de Bonny y mire a Eva quien sigilosamente se incorporó y camino hacia la puerta. Era un guardia, pude sentir su voz, aunque no pude detallar la conversación. Eva hizo una pequeña reverencia y lo despidió, cerrando la puerta y.
—La Reina quiere verte.
Se me erizaron los pelos. Bien sabía que no era un llamado para saber cómo estaba o para tener una amena conversación entre madre e hija. Ella nunca me requería para ese tipo de banalidades como les nombraba. Estaba claro que la sacerdotisa ya le había contado sobre mi tardanza a las lecciones de esta mañana y quizás hasta había exagerado de más el hecho. Fuera como sea, eran inevitables estos temblores, aunque ya me esperaba la cita.
Me levante, realmente ahora mi cabeza no tenía mucho en que concentrarse, mire a Eva y ella me regalo un suspiro angustiado, incluso mi Dama sabia de mis no gratas visitas al despacho de madre.
Hacía tiempo no era requerida pero el destino decide que no podía permanecer mucho alejada de ellas, así que aquí estoy, caminando por el pasillo que da la vista al jardín, el cual en la mañana iluminaba el hermoso rostro de Ian, pero que ahora ya no me parece tan iluminado.
Recordé que en la mañana por muy fugaz que fue, la había visto sonreír, tal vez estaba de buen humor, quizás no me castigaría y solo me daría una extensa charla de como una Princesa debe ser puntual.
¡Corre!
Me gustaría ver a madre como la ven mis hermanos, para ellos no hay lecciones a solas en el despacho, ni castigos. Tal vez porque son los Príncipes perfectos, o porque no llevan a este demonio del desorden y la desobediencia por dentro como yo.
Desde que tengo memoria vivía en la Mansión de la Noche, en los terrenos al Norte de Nithos. El lugar siempre estaba lleno de luz y alegría, lo recordaba como un sitio cálido y acogedor y los sirvientes eran siempre amables y pacientes. En esos tiempos podía correr por los pasillos sin que nadie me pusiera de rodillas frente al espejo por horas, podía llenarme de fango, jugar en el jardín, tener animales en mi habitación. No conocía los libros de historia, ni tampoco a ningún Dios, no sabía que dentro de mi vivía un poder capaz de hacer daño a otros y no conocía a madre.
Mis hermanos me visitaban cada semana junto con Ian, me contaban de su vida en el palacio y de cómo era madre, La reina, hermosa, poderosa, y protectora. Todo un orgullo para Nithos, una mujer que gobernaba todo un pais.
No era digna de conocerla aun, ella vendría por mí en el momento indicado, por eso no debería estar triste, así que en cambio me dedique a esforzarme. Le pedí Alfred que me enseñara etiqueta, a Elizabeth baile y a tocar el piano que tanto amaba. Aprendí a leer, a escribir, eh incluso de historia.
Solo quería que madre viera lo perfecta y digna que era su hija, que me llevara, y así podría estar para siempre con ella, con los gemelos y con Ian.
Pero los deseos a veces son peligrosos cuando no sabes que estás deseando exactamente. Cuando cumplí mis 10 años despertó mi poder, mis hermanos celebraron trayéndome flores, chocolates y regalos, madre vendría a verme y por fin estaríamos todos juntos.
Pero la noche que apareció, se desataba una tormenta. Apareció como una sombra en la habitación y con una breve presentación por su parte fui arrastrada fuera de la mansión. ¿Acaso era ella mi madre? ¿Estaba enojada? Mientras subía al carruaje solo veía la expresión afligida de Alfred bajo la lluvia y eso me asustaba más.
Ese fue el día que conocí el Templo del Destierro y que quedo grabado en mis pesadillas desde entonces. La figura de mi madre erguida frente a mí en la oscuridad donde apenas podía definir su rostro mientras yo le imploraba por ayuda.
Las sombras que me agarraban de los pies, de las manos, y me arrastraban hasta la tumba frente a mí, de la cual no dejaba de brotar sangre entre las grietas, la voz.
—Eres mía—
Trataba de retorcer mi cuerpo para liberarme, la desesperación, el terror, las lágrimas y los gritos que dejé escapar esa noche resonaban como eco por toda la estructura mientras seguía mirando a esa sombra que se había presentado como mi madre, cada segundo que pasaba la veía más grande, casi tocaba el techo y sus manos y dedos se alargaban hacia mí —Mi preciosa Sangre— logro alcanzar mi antebrazo y solo sentí un dolor agudo antes de desvanecerme.
Dolía.
Dolía demasiado.
Cuando desperté estaba en mi habitación, por un segundo llegué a imaginar que todo había sido solo una terrible pesadilla al ver la luz del sol como cada día iluminar y calentar a mi alrededor, sin embargo, la herida bajo el vendaje de mi antebrazo izquierdo latía con fuerza, era real.
Los días siguientes madre volvió aparecer en la mansión esta vez junto a mis hermanos e Ian, sin embargo, su actitud era totalmente diferente, aunque no se mostraba como una madre emocionada de ver a su hija después de 10 años, no era la misma sombra aterradora que me había arrastrado al templo.
¿Era la misma persona?
Mis dudas sobre si debía o no comentar sobre aquella noche cada vez eran más fuertes, sin embargo, cada vez que lograba mirarla a los ojos sentía una advertencia, así que decidí callar. Mis hermanos eh Ian se veían tan felices por nuestras reuniones que me hacían recordar que pronto estaríamos juntos para siempre, y tal vez esa noche solo había sido algún ritual de mi rara iniciación en el mundo.
Refugiada ante esa muralla le dedique una sonrisa cálida a mi madre. ¿Asco? Tal vez tengo fango en la cara.
Mi llegada al palacio no se hizo esperar, nada que ver con la pequeña y acogedora mansión en la que me había criado, el palacio era enorme y se me dificultaba respirar, nadie me respondía con una sonrisa y todos no hacían más que alarmarse cuando hacía algo que técnicamente consideraba normal.
Ian me decía que era cuestión de acostumbrarme, ahora era una princesa y todos esperaban que fuera una guía para ellos. Tenía razón, ya no era una niña, ¿o sí?
La parte más difícil fue cuando solo un año después sería informada de la partida de Ian y mis hermanos, hasta ese día sentía que mi madre se había mantenido al margen, pero sin sus dos hijos en casa la reina no hacía más que enfadarse conmigo y llamarme a su despacho.
—Siéntate.
La orden fue directa, a penas había cruzado el portón de la habitación el frio había congelado cada uno de mis músculos, camine con dificultad hacia la silla solitaria que siempre estaba perfectamente colocada frente a su escritorio.
Mis amados lectores como siempre espero que disfrutarán hasta aquí (~‾▿‾)~
Si así fue déjamelo saber con tu voto
Sigo esforzándome para que está sea una gran historia 〜(꒪꒳꒪)〜 trabajaré duro para todos ustedes
En el capítulo de hoy conocimos más de la infancia de león y de como obtuvo su marca (っ˘̩╭╮˘̩)っ
Espero que quede claro porque las pesadillas de nuestra hermosa princesa son tan horribles
Me gustaría saber que opinan
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