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CAPITULO II


LEON
La Noche en el Estanque.

Era una de esas noches en las que no podía dormir, en ocasiones me visitaban las pesadillas, más frecuente de lo que me gustaba. Desde mis 10 años cuando mi poder despertó por primera vez repetía la escena varias veces en mi cabeza.

-Realmente quisiera borrar ese recuerdo. -Susurro mientras mi mano se dirige a mi antebrazo izquierdo acariciando con la yema de mis dedos todo el recorrido de las irregulares cicatrices, tres líneas que prácticamente rodeaban el mismo, tal parecía la típica marca que dejaría una bestia con garras afiladas, pero esta no me la había dado ningún animal, era más bien un regalo de Dios, o eso afirmaba mi madre.

Sentada desde la ventana del balconcito de mi habitación el jardín parecía buen lugar para refugiar mis pensamientos, sin embargo, pasada la media noche era imposible merodear por él, y más con los Centinelas sueltos. En mi defensa podía admitir que esto no era algo nuevo, ya había escapado al jardín de noche en otras ocasiones.

En el cajón frente a mi cama guardaba una sábana con nudos en ella, la había usado como escalera anteriormente. Me separe de la ventana, mis pies descalzos fueron sigilosos casi como si pensaran que alguien podía estarlos escuchando, me arrodille frente al cofre y tome la llave que guardaba justo a su lado debajo de la esquina del colchón.

Me alegra que el ala del jardín que da a mi habitación sea poco custodiada, amarre con fuerza la esquina de la sabana al parapeto del balcón, aguantándome del mismo, primero cruce una pierna luego otra y con mi agarre lo más tenso posible en la tela descendí por ella. ¿Quién podía estar despierto a esta hora? Solo alguien con insomnio como yo, y de seguro no estaría en el jardín.

Después de andar algunos segundos por el caminito de piedra alumbrado por las lámparas de aceite termine justo con el estanque de mi madre en frente. Ella no transitaba mucho por el jardín, pero si existía un lugar que visitaba en ocasiones era este. Mis hermanos me contaron que para ella era especial, nuestro padre había pedido su mano allí.

Nunca llegue a conocer a papá porque murió el mismo año en que madre quedo embarazada de mí, solo se cómo se ve gracias al gran retrato familiar oculto tras las cortinas rojas del despacho de mamá, pero en mi mente imagino que era un hombre muy romántico si le pidió la mano en un lugar como este. No entendía de pequeña que no hubiera más pinturas que lo representaran en todo el palacio, y la única permaneciera oculta. Al comienzo pensaba que mamá lo odiaba y por eso ocultaba sus retratos, sin embargo al ver como aun visita este lugar, llegue a comprender que quizás solo lo extrañaba demaciado y decidió borrar su presencia antes de seguir sufriendo. No dudaba sobre esta decisión, mamá era una mujer dura.

Pero realmente este era un lugar hermoso y al igual que mamá, segura estoy de que también fue el rincon preferido de él, eso me hace imaginarlo, cómo hubiera sido está familia si todavía estuviera con nosotros, tal vez madre sería más amable conmigo y reiria más a menudo.

Quizás yo también le recordaba a papá puesto que fui lo último que él le dió y por eso también quería alejarme como a los cuadros.

Camine por el borde del estanque un pie después del otro casi como caminar por una cuerda, apreciaba las cristalinas aguas y las rozas que nacían junto a la orilla, realmente eran las más hermosas de todo el jardín. Su reflejo aparecía y desaparecía con las ondulaciones del agua casi como si danzaran, además que los plateados rayos de luna hacia brillar todo a su paso. Acaso no es tentador entrar en él.

Sentándome con cuidado en la orilla lo primero que hizo contacto con el agua fueron mis pies, seguido de un escalofrió que recorría todo mi cuerpo. A pesar de esto, fui más adentro en las aguas hasta sentir el suave barro del fondo acariciando mis dedos, mis caderas se deslizaron por el borde con mis manos agarradas a él. Mientras mi cuerpo se acostumbraba a la sensación, mis ideas se disolvían hasta llegar a un momento en que ni siquiera escuchaba mis propios pensamientos.

Me había alejado de la orilla hasta el centro del estanque donde había una pequeña tarja de piedra en la que pude sentarme. Mis manos en forma de copa tomaron agua para lavar mi rostro, mientras que con un suspiro dejaba escapar prácticamente mi alma por la boca.

-Realmente fue una buena idea.

-Yo no lo creo así mi Dama.

¿Acaso es posible reparar un corazón después de una explosión tan fuerte?

Había estado tan sumergida en la sensación que ni siquiera note cuando Ian llego al borde del estanque. Parado de brazos cruzados sobre su amplio cajón y su ceja enarcada, esos ojos marrones que podían atravesarme de una. Seriamente se veía molesto.
Santo Dios protégeme, más de una opción de castigo pasaron rápidamente por mi mente al ser delatada por él.

-¿Que está haciendo la princesa dándose un baño nocturno a esta hora y sola? -Su voz casi sonaba sarcástica. No puedo negar que sus palabras provocaron más escalofríos en mi cuerpo que las propias aguas frías en las que me encontraba. Antes éramos amigos, ahora, no estoy muy segura de eso, por lo que no puedo bajar la guardia ante él.

Ian y mis Hermanos recién acababa de llegar de su largo entrenamiento fuera del país. Mientras yo comía libros de historia, clases de etiqueta y solo veía lo que había dentro de los muros, ellos estaban fuera, convirtiéndose en caballeros, viviendo aventuras y recorriendo Evelea. ¿Era peligroso? Sí, pero poder ir más allá de las murallas, y ese era un sueño que yo no podría realizar, o al menos no por ahora.

Solo las cartas de mis hermanos eran consuelo para la angustia que me causaba el tenerlos tan lejos por 5 largos años. A Ian solo pude escribirle una vez y ni si quiera obtuve una respuesta, mis hermanos me informaban que estaba bien, pero se encontraba en una unidad diferente a la de ellos y era peligroso la comunicación.

Sin duda su regreso fue el día más feliz de mi vida, aguantar las lecciones de mi madre sin hombros en los cual recostarme luego de ellas realmente era difícil para mí. Mis hermanos regresaban victoriosos, los Príncipes de Nithos eran el orgullo del pueblo. Ian al que tanto quería ver, llegaba siendo nombrado como Capitán de los Caballeros, todo un honor. Me sentía tan orgullosa por ellos que cuando culmino la ceremonia solo pude correr a los brazos de mis hermanos para abrazarlos. No sé cómo había sobrevivido 5 años sin ellos.

Ni yo.

Sin embargo, durante ese tiempo a mi parecer Ian se golpeó la cabeza con una roca haciéndole perder la memoria, porque ni siquiera cuando acudí a recibirlo con tanta emoción aquel día al volteo a verme. Solo de pensarlo quiero matarlo.

Los días siguientes fueron incómodos, nos topamos más de una vez por los pasillos de palacio, pero simplemente no sabía cómo mirar su rostro, así que continuaba mi camino en silencio. Hasta Eva se daba cuenta de lo incómoda de la situación. Debido a todo esto me costaba mirarlo y hubiera deseado que no fuera él quien me atrapara esa noche. Sobre todo, cuando me veía tan expuesta.

-Capitán yo...

-Ian está noche. -Interrumpe, aún de brazos cruzados. Me sorprendió la corrección que hizo a mis palabras. -¿Acaso no somos amigos? -Ahora sí que me sorprende su argumento, ¿acaso no eras tú quien me evitaba?

-Eso creía hasta hace unos días -Aclare, sintiéndome confundida, girando mi rostro para estar de frente a él. -Pero tu regreso me demostró lo contrario. - Había llegado a pensar que olvidó por completo, cuando de niño me visitaba junto a mis hermanos en la Mansión de la Noche y jugábamos en los jardines.

-¿Cómo sería eso posible Princesa? -Una sonrisa se dibujó en su rostro estirando una mano hacia el frente indicándome que me ayudaría a salir del estanque. -Nunca podría olvidar a tan bella dama. -El y su talento para decir cosas vergonzosas todo el rato. -Siempre pensé en usted mientas estuve lejos de palacio.

Ciertamente eran las palabras que había esperado escuchar desde el comienzo, me había sentido una estúpida pensando que solo yo lo había extrañado, que solo yo había corrido desesperada por ver a mi amigo ese día. ¿Pero debía perdonar tan rápido ese suceso?

-¿Entonces porque ignoraste mi presencia todo este tiempo? -Gire mi cara fuera de su vista un tanto enojada mientras cruzaba los brazos sobre mi pecho, ciertamente seguía sin entender su comportamiento tan cambiante.

Pero mi actitud de niña enojada solo me hizo escuchar su risita nuevamente a mis espaldas.

-No quería sobrecargarla con mi llegada. -Un pequeño silencio paso entre ambos. - Tuve una gran carga de trabajo, convertirse en capitán conlleva a tener que reformar toda la guardia prácticamente, además. -volvio a sonreírme, está vez incluso más dulce. -Deseaba que pasará tiempo con sus hermanos.

Lo entendía, ser ahora el capitán es una gran responsabilidad y seguro estaba cargado de trabajo hasta los dientes, mientras yo solo hacia mi pequeño berrinche.

-Sabes que no debes estar aquí a esta hora. -Gira el tema de conversación, haciéndome recordar que en estos momentos soy una criminal prófuga de mi habitación.

-Lo sé, pero no podía conciliar el sueño. -Poco a poco comencé a bajar de la tarja de piedra, sumergiéndome nuevamente hasta la cintura para salir del estanque. -¿Vas a delatarme con madre?

-No. -La respuesta fue casi inmediata. -Sin embargo si te hubiera encontrado alguien más ahora mismo estarías en proble......

No pude terminar de escuchar su frase y mi cuerpo se sumerge totalmente en el estanque provocando un fuerte desorden en las aguas. Todo se volvió oscuro de repente, mi garganta se llenó de agua, provocándome una sensación de pánico repentino. En mi intento por salir había resbalado con el fondo fangoso al bajar de la piedra haciendo caer mi cuerpo hacia dentro.

Mis piernas flotando hacia arriba ahora, trataron de regresar al fondo, y aunque no era tan profundo, no podían encontrar agarre firme. Mi caída había provocado que el fango se revolviera convirtiendo el transparente estanque en turbio, haciéndose más difícil retornar a mi posición.

Ni si quiera tuve tiempo de abrir los ojos bajo el agua cuando sentí un agarre potente en mi cintura que me proyecto hacia la superficie. Tomando una bocanada de aire al contacto con el exterior expulsando el agua que se había colado a mi garganta con una tos repetitiva. Un rápido movimiento de mis manos me aferro a la armadura que me sostenía ahora entre sus brazos. Habían sido los segundos más aterradores en mucho tiempo.

-¿Estas bien? -Sentí la voz agitada de Ian, tal vez por correr hacia dentro del estanque para salvarme. -¡¿Princesa?! -Volvió a reclamar mientras con su mano libre apartaba el pelo que se había desparramado por mi cara, haciéndolo a un lado delicadamente, colocándolo por detrás del lóbulo de mi oreja.

-Estoy bien. -Logre coordinar palabras a pesar de que aún me encontraba agitada tratando de recuperar mi respiración normal.

Ian suspiro y sentí que su agarre en mi cintura se apretó atrayéndome más a él.

-Que torpe eres princesa. -Su tono se sentía burlón, aunque con un ligero toque de alivio. -Muchas cosas no cambian.

-Deja de llamarme así. -Era obvio que solo se burlaba.

-¿Así como? Princesa. -Una risita traviesa apareció en sus labios.

-Está bien, regresemos antes de que alguien más nos vea. -Su mano libre se coló por debajo de mi rodilla levantándome entre sus brazos y caminando fuera del estanque. Su gesto me toma por sorpresa. Mientras mi cuerpo se despegaba de las aguas mi camisón ajustaba a mi figura haciéndose transparente y dejando poco a la imaginación.

Mis manos avergonzadas se cruzaron sobre mis pechos, pero Ian volteo su cara, podía ver como su mandíbula se tensaba dejando notar cierta expresión rígida en su rostro, sentía como su agarre se apretaba sobre mi piel, aunque no era lo suficientemente fuerte para dañarme. ¿Estaba avergonzado? Baje mi mirada también hasta salir totalmente del estanque.


Con movimientos delicados me bajo de sus brazos y acto seguido zafo su capa negra, insignia de los Caballeros del reino, y la envolvió alrededor de mi cuerpo.

Mi mirada se deslizó a su rostro. Ian se había convertido en todo un hombre, sus músculos habían crecido, su rostro se había hecho más atractivo y su voz era más gruesa, poco quedaba de aquel niño que conocía. Pero estaba bien, todos cambiábamos y mientras nuestra amistad siguiera en pie, no importaba si ya no era el pequeño y delicado Ian, solté una pequeña risita.

-¿Qué es tan gracioso Princesa? -Enarca una ceja por mi repentino comportamiento.

-Nada. -Aclare mi garganta. -Gracias por salvarme está noche, y gracias por no acusarme sobre ya sabes...haber escapado.

-Sé que esto traería grandes consecuencias para ti. -Parece dispuesto a sermonearme.

-Y está claro que no quieres que las afronte. -Lo sentí aclarar su garganta.

-Pero deberías ser más cuidadosa y no romper las reglas. ¿Qué hubiera pasado si no fuera yo quien la encontrará? -Su mano se colocó por encima de la tela en mi hombro. ¿Acaso, sus cejas están arrugadas?

-¿Qué pasaría si alguien más te hubiera visto con ese vestido tan, ligero? -Mi cara se avergonzó al caer en cuenta de lo que él estaba diciendo y tenía razón debí ser más cuidadosa, bajé mi cabeza aceptando la culpa.

Su mano bajo de mi hombro buscando mis dedos y los tomo con delicadeza invitándome a caminar detrás de él, de regreso a mi habitación.

Lo seguí por el camino de piedra alumbrado con las lámparas de aceite en silencio, mi miraba iba del piso a su espalda una y otra vez, el silencio era evidente, hasta que él lo rompe.

-Esa cicatriz.

¿La había visto? ¡Oh descuidada de mí! En todo este tiempo. ¿Cómo imaginé que no la vería si mi camisón no tenía mangas? Su presencia había hecho que olvidará lo mucho que ocultaba mi marca del mundo.

-¿Qué fue lo que pasó? -Su rostro se volteo buscando el mío algo preocupado.

-Fue hace muchos años ya no tiene importancia. -Negué con mi cabeza, pero su agarre en mi mano se apretó ligeramente.

-¿Hace cuánto? Nunca la vi.

-Nunca la muestro. -Afirmé casi inmediatamente. Suspire, sentía que no me iba a dejarme tranquila hasta que no le contará.

-Cuando obtuve mi don hace 6 años en el Templo del Destierro algo me atacó. -Aprieto mis labios al tratar de recordar lo que precisamente esa noche había provocado mi escapada. -No puedo estar segura realmente que era, no recuerdo con claridad, solo veo sombras. -Levante la vista para mirar a Ian dándome cuenta lo descompuesto que se notaba su rostro, casi como si tuviera miedo. -Pero mi madre asegura que no fue un ataque, simplemente nuestro Dios dejando su bendición en mí. -Agrego para tranquilizalo, pero sin apartar mi mira de la llamativa escena que estaba viendo.

-Que cruel bendición es esta. -Tragó saliva y sin soltar mi mano aún, me atrae a él, haciéndome chocar con la pared de su pecho. Envolvió sus manos a mi alrededor sentía como el camisón frío y húmedo se pegaba más a mí piel dónde él había colocado sus manos. -Lamento no haber estado ahí. -Mi corazón, casi como si hubieran tocado algo para encenderlo comenzó a latir por si solo sin control ninguno, este nuevo Ian daba miedo.

-¿Cómo podrías? -Mi estómago había dado un vuelco. Por una parte, estaba confundida tratando de entender los extraños sentimientos que confluyen en mi garganta, por otra, me sentía reconfortada. Al fin había contado lo que pasó esa noche y obtenido un poco de preocupación verdadera ante mi dolor. Sentí que el peso sobre mis hombros disminuía notablemente.

Mi madre, no lo veían como algo malo, sin embargo, cada noche que había recordado ese maldito evento, se me cortaba la respiración y mi vieja cicatriz dolía nuevamente. Pero en aquel abrazo íntimo llegué a pensar que ya no estaba sola, y ahora tenía alguien que no permitiría que algo así volviera a pasar. Tal vez ahora sí podría dormir.

El corazón de Ian palpitaba rápido, podía sentirlo y era bueno saber que no solo el mío estaba afectado. Mis manos que colgaban debajo de su capa se levantaron correspondiendo su gesto.

-Ni si quiera la bendición de un Dios volverá a dañarte nuevamente.



-Pfff -Intente contener la risa como una dama ante Ian, cuando los recuerdos de aquella noche atravesaron mi mente.

-¿Que te resulta tan gracioso Princesa?

-Solo recordé algo agradable. -Ian levanto la ceja con curiosidad. -Sera mejor que regrese a mi habitación la Sacerdotisa me mandó una tarea...extensa. -Me separé de entre sus brazos, hice una pequeña reverencia y apresuró mi paso por el pasillo.

Dejé detrás a Ian mientras apretaba el libro de historia que me había dado la Sacerdotisa entre mis manos. Sonreí.

Ya no le temo a Dios gracias a él.

Hola mis amores (⁠~⁠ ̄⁠³⁠ ̄⁠)⁠~ hasta aquí el segundo capítulo espero que les haya gustado
Me gustaría saber que opinan de Ian (⁠灬⁠º⁠‿⁠º⁠灬⁠)⁠♡
Y también que creen de lion.
Leeré ses comentarios con mucho gusto.


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