Siete
Ya bañada, con una toalla envolviendo mi cabello mojado y mi pijama puesto, caminaba por la habitación sin saber como sentirme en ese momento. Todavía mi cuerpo vibraba por las sensaciones vividas en aquel sillón y quería repetirlo todo, quería vivir nuevamente. Esta vez quería ser yo la que le diera placer a Tyler y eso era lo que me estaba volviendo loca. La culpa.
Apoyé la frente en el vidrio de mi ventana corrediza, esa que daba al balcón del departamento. Siempre estaba cerrada y con la ventana abierta porque temía que Tyler se asomara y pudiera verme. Pero esa noche sentía que no tenía que esconderle, sentía que ese momento vivido había sido tan íntimo como cualquier otro de una pareja.
Sin embargo no podía dejar de pensar en Joel y en lo que estaba haciendo. Toda la vida me había quejado de las mujeres que no se decidían y jugaban con sentimientos ajenos, yo no quería ser una de esas. Yo era una mujer decidida, que solamente estaba dejándose llevar por el momento. Por un buen cuerpo, por la necesidad de dinero y las hormonas. O eso quería creer.
Quise recordar esa noche que Joel y yo decidimos que nuestra relación necesitaba un descanso. Nunca habíamos sido los novios perfectos, solo para las redes. Él tenía un trabajo demasiado complicado, pero le gustaba fingir que era perfecto para todo el mundo. Creo que esa fue la razón por la que me eligió. Yo era una chica bonita, extranjera que estaba buscando algo serio. Estaba buscando lo que siempre había deseado en mi vida. Pero ese es otro tema que no viene al caso.
Nos conocimos en un bar y, sí, como todo conmigo, fue sexo. Esa misma noche que nos conocimos, sin saber ni siquiera nuestros apellidos terminé en su habitación. En esa misma cama en la que estaba sentada y realmente fue un buen tiempo. Parecía de esos chicos dulces que demostraban cariño a sus parejas y decidí bajar la guardia. Había tenido algunas relaciones, pero nada del otro mundo. Mi última relación había sido con mi actual jefe y había terminado en buenos términos cuando ninguno encontró lo que deseaba. Marcus era un chico estupendo, lo suficiente para decirme que no podía seguir más con nuestra farsa. Era una pena porque el sexo con él era muy bueno.
Joel esa noche hizo algo que ningún hombre había hecho hasta el momento: me invitó a quedarme a dormir. Yo ya estaba levantando campamento, buscando en donde había dejado caer mi ropa, y me mostré sorprendida por su invitación. Vi una oportunidad, sentí que él podía darme lo que yo buscaba y temía.
—¿Es algún truco o código que no entiendo? —le pregunté ingenua, sorprendida por un hombre que quisiera quedarse con la chica del bar en su cama. Olía a perfume propio y tabaco del bar, sin embargo él se rio con esa sonrisa divina que tenía logrando conquistarme con tan poco. Así soy. Me dan una flor y me enamoran, me dan sexo oral y me caso.
Prioridades ante todo.
Esa noche me quedé y luego las siguientes. Fue todo bastante rápido cuando me invitó a desayunar, segundo movimiento que no esperaba y acepté contenta. Ahí conocí a Tyler, que desde el primer momento me odió de un modo que yo nunca entendí. De hecho, la primera mañana los compañeros de departamento tuvieron un choque que yo no comprendí y les duró unas semanas hasta que de la nada los encontré jugando a la playstation. Hombres.
Pero Joel era encantador, me sentía una serpiente bailando con el sonido de su flauta y si bien la metáfora era estúpida, así era. Empezamos a salir sin planearlo. Esa misma noche me envió un mensaje diciendo que me extrañaba y yo me tomé el atrevimiento de enviarle una nude. Había conexión, una normal, pero de esas que eran divertidas para pasar el rato. Me gustaba divertirme y no buscaba demasiado. Solo alguien que me entendiera y quisiera, algo que yo creía imposible por culpa de mi familia.
Los primeros meses fueron fantásticos, de esos soñados y pasábamos todo el tiempo juntos, salvo cuando teníamos que separarnos para trabajar. Luego era una buena relación, de esas normales y sin embargo las fotos volaban. Todos los días una fotografía en las redes, historias y a veces vivo haciendo tonterías como ir al zoológico. Me empecé a dar cuenta que él me mostraba, me llevaba como un trofeo y ahí fue cuando todo comenzó a destruirse.
Las peleas comenzaron y pasábamos más tiempo discutiendo que siendo una pareja. Lo dejamos, de un modo dramático que al día de hoy me avergüenza un poco. Sin embargo, volví porque me daba pánico estar sola. Me había creado una dependencia extraña a él, a su manera de ser y de tenerme en sus manos. Creí que su amor era correcto, que su posesión y celos estaban bien. Soy ese tipo de chica que da buenos consejos, pero nunca sigue los propios y vive en relaciones que dan pena. Eso era yo.
Para mi desgracia, mi contrato de alquiler terminó y necesitaba quedarme en algún lado, pero sin dinero como para pagarme algo en Atlanta en esos momentos. Fue ahí cuando Joel me dijo que me podía quedar en su departamento pagando la mitad y acepté porque me parecía buena idea. Era cerca del trabajo, en el centro de la ciudad y era un loft precioso. Lo único malo era Tyler, pero creía que podía con eso. Creí.
A la semana Joel me confesó que se iba y tuvimos una pelea. Esas que uno no quiere recordar, sin embargo ahí estaba haciéndolo.
Habíamos vuelto de un evento de trabajo y estaba cansada de sonreír y ser perfecta. Me dolían las mejillas y quería llorar de cansancio. Otra noche más, Joel me había usado de modelo a su lado. Él era exitoso, era ese tipo de hombre que sacaba suspiros y sin embargo no tenía la seguridad para pararse sin una mujer a su lado. Esa noche me había presentado a todos y me tenía a su lado como si me necesitara. Nada más lejano. Algunos hombres hacen eso, quieren tener a mujeres lindas a su lado para demostrar que pueden tenerlas, que pueden conquistarlas. Yo era eso para él: la chica linda que encontró en un bar.
Llegué a la casa desganada, sintiéndome usada y poco querida. Ahí fue cuando nuestras peleas comenzaron, casi retomando la que habíamos tenido más temprano que había sido sobre el mismo tema.
—No entiendo qué más quieres de nosotros, Laura —me dijo mientras se quitaba la corbata con fuerza, como si quisiera quitarse todo eso de encima. Yo me saqué el vestido blanco bajando el cierre y quedando en ropa interior y tacones. Ni siquiera me miró, pasó de mi cuando otros morirían por mí.
Ahí había otro problema conmigo. Me gustaba que me vieran. No pasaba horas y horas en el gimnasio para que mi novio me viera semidesnuda, en la lencería más cara de la ciudad y pasara de mi. ¡Ni una erección! Simplemente me miró con desprecio y como si estuviera cansado de mi.
—Quiero que seamos una pareja como todos los que vimos esa noche. No quiero ser tu muñequita. No dejaste que ni siquiera me preguntaran por mí... fue toda la noche sobre tí —le expresé lo que me había guardado. Otro problema que tenía Joel: creía que yo no era mucho.
Ustedes saben que yo soy una mujer fuerte, capaz de pisotear a cualquiera que me haga sentir menos, pero Joel lograba quitarme eso. Había algo en él que me rompía. A veces me miraba como si fuera una escoria y me quitaba la personalidad por completo. Hay gente así, aunque no lo puedan creer, gente capaz de quitarnos el brillo usando la luz que nos alumbra para que les de solo a ellos.
—Tu quieres que sea el novio perfecto, Laura. Qué te quiera cuando ni siquiera tu te quieres. Vas con esa mentira de chica fuerte y capaz cuando tienes más sombras que luz.
Me decía aquello mientras se sacaba la camisa y se lavaba los dientes, como si lastimarme fuera rutina. Lo miré sentándome en la cama, tratando de entender que quería hacer. ¿Daño? Lo estaba logrando.
—Yo solo quiero que me quieras, Joel —susurré sin saber cómo llegar a él. El sexo no iba a servir esa noche, pero en un momento lo pensé. Sin embargo, él escupió y se lavó los dientes una vez más ignorando mis sentimientos. Tragué lentamente y decidí soltar las palabras mágicas—. Creo que lo mejor sería tomarnos un tiempo...
Dejó de cepillarse los dientes cuando me escuchó decir eso, como si finalmente lograra hacerle daño. Terminó con su tarea y se acercó a mí, pero me mantuve firme porque sabía que iba a tratar de conquistarme de nuevo, de decirme que me quedara y que fuera solo suya. Me emocioné de solo pensarlo, pero me mantuve quieta esperando el inicio de su ruego.
—Si eso es lo que quieres...
Me dio la espalda y me quedé mirando la nada con la boca abierta, comprendiendo que el daño estaba hecho. Pero al mismo tiempo comprendí que estaba haciendo una locura. Me estaba quedando sin hogar y no ganaba lo suficiente para poder pagarme algo sola. Estaba en una encrucijada y no tenía solución.
—Tengo que ir a Nueva York por trabajo. Es un tiempo... no sé cuánto todavía. Pero tal vez nos haría bien alejarnos. Mientras puedes quedarte, pagar el alquiler completo y pensar.
Recordé que desolada me sentí en ese momento y traté de recapacitar todo lo que había sucedido en ese momento. A veces las relaciones se terminan solo para una persona y la otra queda atada, herida y confundida. En ese momento no solo estaba lastimada por su comportamiento, sino que también sentía que había fallado. No había nada que me frustrara más que el fracaso. Mi madre me había enseñado que no podíamos fallar, que habíamos nacido para triunfar. Lo miré buscando al chico que me había hecho reír en el bar, que me había sacado hasta gemidos en la oscuridad de la noche y vi a un total desconocido. ¿Así dolía una separación?
Suspiré en la oscuridad con tristeza pensando en esa última noche, cuando firmamos sin tinta nuestro final y aun así no estaba todo dicho. Nos habíamos dado un tiempo, pero tenía gusto a final.
Tomé mi teléfono y lo llamé sin pensar, sin analizar lo que estaba haciendo en ese momento. El teléfono sonó varias veces antes de que finalmente me atendieran y me armé de valor para hablarle a alguien que no veía hacía bastante tiempo. Pero la voz de una mujer me dejó sin palabras.
— ¿Quién habla?
Su voz me preguntó varias veces quién hablaba y me quedé en silencio sin saber que decirle en ese momento. ¿Quién hablaba? ¿Cómo me tenía agendada Joel? Antes estaba como 'novia' y ahora parecía que ni siquiera tenía nombre. Casi como nuestra relación. Corté y me quedé en silencio sin saber qué decir, ni mucho menos que sentir.
¿Qué esperaba? ¿Qué estuviera en otro país llorando por mi? Eso no pasaba. Solo en las películas, solo en historias que contaban nuestras abuelas para no decirnos que sus esposos las engañaban. Me quité la toalla de la cabeza y a pesar de estar helado afuera, salí al balcón para encontrarme con Tyler senado en una de las reposeras. Las luces de la ciudad se reflejaban en su rostro de un modo sexy, creando sombras que quería besar y luces que quería conocer. Humedecí mis labios y me acerqué, consciente de lo corto y sexy que era mi pijama de seda rosa. Él me miró en silencio, fumando aquel cigarro que lo volvía el doble de sexy y me senté a su lado, en otra reposera. Movió una de sus manos que no había visto y me alcanzó una botella de cerveza. Tomé un trago amargo, como el momento que vivía y me quedé observando la ciudad.
—¿Joel?
—Lo llamé y me atendió una chica —susurré mientras volvía a tomar de la botella pequeña, devolviendo el producto a sus manos. Estaba helado, me abracé a mi misma mientras mis cabellos rubios volaban a mi alrededor. Tyler chasqueó la lengua y se sentó en mi reposera, apoyando sus brazos sobre los míos. Los frotó suavemente y sentí no solo el calor de su movimiento, sino de mi propio cuerpo. Me apoyé en él, buscando su calor y buscándolo. Una vez más nos encontrábamos, pero esta vez era diferente. Esta vez no era un show.
Nota de autora:
Nos enteramos un poco de la historia de Laura&Joel, que CLARAMENTE no es la historia de amor que podíamos imaginar. ¿Qué pasará en el siguiente capítulo? ¿Qué les gustaría que pasara? ¡Les leo!
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