Once.
Escuché la puerta de la sala abrirse y ni siquiera levanté la mirada, seguí mirando mi ordenador como si no estuviera entrando Tyler a la sala. No quería verlo, todavía seguía enojada luego de lo que había pasado la noche anterior en la discoteca. Todavía podía recordar la bofetada que le había dado y lo furiosa que me había sentido por su manera de tratarme. Con Joel me sentía usada, pero con Tyler me sentía sucia, me sentía que solamente era algo que le daba dinero.
Tyler caminó por la sala haciendo sus cosas y yo lo ignoré mientras le daba un sorbo a mi té helado. Quería que me pidiera disculpas de rodillas, me rogara y se arrastrara por el suelo lamiendo la mugre. Bueno, tal vez estaba exagerando un poco, pero no iba a negar que estaba furiosa. Para variar hacía mucho calor y me estaba fritando como nunca. Pero estaba en modo caprichosa y me negaba a ir a mi habitación con aire acondicionado. Quería que Tyler me viera y recordara lo que se estaba perdiendo.
Sacó una cerveza de la heladera y la tomó en la barra, aunque en vez de ocuparse de sus cosas como yo hacía, se giró para observarme fijamente. Levanté la mirada una vez y nuestros ojos se encontraron a pesar de la distancia. Solo mirarlo me quemó el cuerpo, así que volví a mis cosas tratando de pensar en mi abuela desnuda bailando despacito.
—¿Vamos a seguir perdiendo tiempo y dinero? —me preguntó desde donde estaba y por un momento decidí que lo mejor era ignorarlo—. Puedo buscar a otra persona y ganar lo mismo que ahora. No has mostrado tu cara.
—Dudo que esté tan buena como yo —solté con soberbia, haciendo que él se riera de ese modo que me dejaba a sus pies. Seguí pensando en mi abuelita desnuda, no podía distraerme. Ni siquiera sabía que estaba mirando en la computadora, solamente trataba de distraerme. Pero no, yo tenía que comportarme como una niña y quedarme ahí. Podía tranquilamente tomar la computadora e irme a mi habitación para no verlo.
—¿Y cómo conseguirás el dinero que necesitas, princesa?
Me reí porque tenía preparada esa respuesta por si se le ocurría preguntarme. Di vuelta mi computadora para que viera en donde estaba y Tyler se acercó entrecerrando los ojos para ver mejor. Había estado toda la tarde viendo como conseguir dinero fácil sin ir a lo que todos estamos pensando en este momento.
—¿Estás bromeando?
—No, siempre quise un sugar daddy.
Buscando en internet encontré una página que era para encontrar sugar daddies. Sí, lo sé, una locura, pero era casi lo mismo que estaba pidiéndome Tyler aunque sin ser filmada. Además, iba a manejar mucho más dinero y estaba lista para cualquier cosa. Había conseguido la página, me había hecho un perfil y ya había coordinado una cita. Miré a Tyler con una sonrisa cuando le conté todo eso, bastante orgullosa de haber encontrado una solución.
—Vamos, Laura, no puedes hacer eso...
—¿Puedo tener sexo contigo en cámaras pero no un sugar daddy? Tienes una moral rara, Tyler —le comenté con orgullo de lo que estaba haciendo en ese momento. Estaba un poco cegada, no voy a negarles eso, pero creía que era la mejor solución del momento. Estaba segura que eso iba a hacerlo explotar y era lo que deseaba.
—Haz lo que quieras, Laura...
Me encogí de hombros y le di un trago más largo a mi té, fingiendo que no me importaba su desinterés. Él no se fue, sino que se sentó en el sillón. Nuestro sillón. Mirándome se quitó la camisa sin mangas que llevaba y me recordó que bien estaba. A pesar de ser delgado tenía músculos en los brazos y un cuerpo trabajado vaya uno a saber como. Seguramente robando, no había otra explicación.
No podía quedarme atrás, por supuesto que no. Decidí aumentar la apuesta y me quité la camiseta larga que llevaba. Había estado tomando sol en el balcón, así que estaba con mi traje de baño amarillo que tanto me gustaba. Lo miré levantando una de mis cejas, notando como me miraba fijamente y me quemaba solo con ese gesto. Me divertía, no iba a negarles eso. Me gustaba sentirme admirada, me encantaba ese erotismo que teníamos solo con mirarnos. Tyler lograba ponerme loca solo con miradas y eso que estaba bastante lejos de mi.
El juego siguió, aunque fui yo sola la que decidí seguir jugando. Me quité el short de jean con lentitud por mis piernas, sabiendo que a Tyler le gustaba esa parte de mi cuerpo porque siempre estaban sus ojos ahí. Decidí estirarme en la silla, ya estando totalmente en bikini y, para divertirme más, le di un trago torpe a mi bebida haciendo que se derrame por mi boca y cayera por mi cuello.
—Esto es un juego de niños —lo escuché quejarse soltando un pequeño gruñido que me puso como loca y eso que era yo la que estaba jugando. Lo vi irse a la cocina con la botella en mano y lo seguí, porque así era yo. Provocadora a todo momento. Cuando cerró la puerta del refrigerador, ahí estaba yo fingiendo que necesitaba algo de una alacena y estirandome por completo para tratar de tomarlo.
Tyler dejó el bocadillo que había ido a buscar y se acercó a mi cuando todavía estaba fingiendo que necesitaba un destornillador. Su rostro parecía sombrío, como si estuviera enojado por mi actuación, pero sabía que me estaba comiendo con la mirada. En ambos se notaba el calor y podía ver una fina capa de sudor en su cuerpo, que seguramente pasaba con el mío en ese momento.
Se estiró un poco, casi nada por lo alto que era, para tomar el destornillador y me lo dejó en mis manos. Me volvía loca su mirada y por un momento me quedé observandolo deseando que no tuviéramos toda esa ropa que nos molestaba en ese momento. Incluso cuando yo era la que menos tenía. Con maldad, me estiré para tomar las aceitunas que había sacado del refrigerador, apoyando todo mi cuerpo sobre el suyo para alcanzar el bocadillo. Lo escuché tomar aire y acto seguido tomó mi rostro con una sola mano.
—Pídeme perdón —le exigí con firmeza, sin olvidar porque estaba haciendo eso. Sin olvidar lo que me había hecho sentir. Su mano no ejercía fuerza, solamente me tenía firme cerca de su boca, pero podía verlo a los ojos. El problema que esa manera de tomarme con tanta firmeza me estaba poniendo mucho y sabía que pronto iba a perder por completo la razón para besarlo como quería. Mi propio cuerpo lo pedía, ya me lo estaba gritando y yo trataba de ignorarlo.
—Ve a buscar todos los sugar que quieras, princesa, pero ninguno te va a hacer gemir como yo pude en ese sillón y eso que solo estábamos empezando —me dijo con tanta firmeza que me hizo temblar. Recordé lo que había vivido en el sillón y como recordaba la experiencia como una de las mejores que había tenido.
Entendía con que estaba jugando Tyler. No era con dinero, ni mucho menos con sentimientos, era con lo que teníamos cuando nos tocábamos. La química era imposible de negar y ya no lo hacíamos, pero cuando estaba en juego me dejaba perdiendo.
Tyler me soltó, se llevó las aceitunas y se encerró en el cuarto dándome a entender que había perdido la batalla. Sin embargo, ¿por qué me sentía perdedora?
Me miré al espejo cuando finalmente estuve lista luego de varias horas de no poder decidir que ponerme. ¿Que te ponías para salir con alguien que pagaba por solo tomar algo? Nunca había hecho algo así y al mismo tiempo sentía que iba contra mis reglas o mis creencias femeninas. Estaba buscando a un hombre que me pagara por respirar, por estar con él. Suspiré y evité refregarme los ojos porque estaba demasiado maquillada para hacer algo así. Miré mi teléfono buscando alguna disculpa y excusa para no encontrarse conmigo, pero fue todo lo contrario: me pasaba su ubicación.
Eran esos momentos en donde me encontraba perdida, donde perdía un poco el rumbo y no sabía qué hacer con mi vida. Era cierto que necesitaba el dinero, pero tampoco quería que fuera de ese modo. Pensé en vender nudes, sin mostrar mi rostro y sabía que había muchas chicas que hacían eso a buen precio. Sin embargo, luego de mil nudes sacadas decidí que era una tontería. Incluso le saqué una foto a mi pie, pero evité pensar que podían hacer con esas fotos si las enviaba.
Era gracioso, permitía salir en cámaras en vivo pero no quería enviar fotos. Como tonta fui a la página que teníamos subido nuestro vivo y lo vi con auriculares y sonido mínimo. La verdad es que para ser algo casero tenía buena pinta, como si fuera un porno casero que grababas con tu novio y lo veías para recordar momentos. Escuchar mis propios gemidos era algo raro, pero el maldito Tyler tenía razón. Nunca había disfrutado tanto como lo hacía con él. Tal vez eran las ganas contenidas, no lo sabía. Solo me daba ilusiones de lo que podíamos hacer cuando concretaramos.
Dejé escapar un suspiro y me volví a mirar al espejo. Esta vez alguien golpeó mi puerta y sabiendo de quién se trataba, avisé que estaba abierto. La puerta se abrió lentamente y pude ver a Tyler con el rostro realmente pidiendo disculpas. Sin embargo, no era suficiente. Quería más, quería unas disculpas sinceras.
—¿Vas a ir?
—Sí, Tyler. Iré.
Y a pesar de mi confirmación, seguía jugando con él. Quería que me dijera que estaba arrepentido, que no era solo dinero, quería que me diera la razón en todo lo que había dicho. Estaba celoso de Joel, yo era más que dinero y que se estaba perdiendo un gran negocio. Con la mirada puesta en su reflejo a través del espejo, llevé mis manos al cinturón que abría mi vestido y con un movimiento firme lo solté. El vestido quedó a los costados de mi cuerpo, abierto para mostrarle la ropa interior que llevaba y él no iba a quitarme.
Me gustaba como me miraba, me encantaba ver cómo sus ojos oscuros viajaban por mi cuerpo y se comían de ese modo cada pequeña parte de mi piel. Me gustaba que siempre me miraba como deseo, no dejaba de demostrarlo y solamente con miradas. Joel había perdido el interés en mí en algún momento y por más que apareciera vestida con mi mejor conjunto a veces me evitaba.
—No puedo hacer esto sin ti, Laura —admitió finalmente, aunque no era esa la confesión que yo quería escuchar en ese momento. Dio un par de pasos hacia mi y yo no me moví ni un centímetro. Su pecho rozó mi espalda y yo me apoyé en él cerrando un poco los ojos porque todo él me volvía loca. Sentí sus manos en mis hombros y luego bajaron lentamente tocando mi piel expuesta—. No vayas... por favor.
—No son las palabras que quiero escuchar, Tyler.
Al decir eso, pegué mi cuerpo al suyo y pude sentir su erección tocándome, algo que encendió a los dos al instante. Sus manos fueron hasta mis hombros una vez más y corrió el bretel del sostén y del vestido para besarme la piel. Sus labios subieron dejando un beso sobre mi piel sensible, el cuello y mandíbula.
—Somos un equipo, no puedo grabarme si no es contigo...
Desperté un poco del sueño y me di cuenta a que estábamos jugando una vez más. Todo se mezclaba en ese momento y yo no terminaba de comprender que era lo qué teníamos. Di un paso hacia delante y sus manos cayeron como si estuviera rendido, aunque yo era la que se había rendido. Me di la vuelta y lo enfrenté, aprovechando lo cerca que estábamos en ese momento. Busqué su mirada oscura tratando de llegar a él, tratando de entender que estábamos haciendo y hasta donde queríamos llegar. ¿Hasta donde quería llegar yo?
—Pídeme disculpas.
—Lo siento, Laura —soltó automáticamente, como si estuviera rendido ante mi y hacía todo lo que yo quería que hiciera—. Pero... ¿Qué más quieres que haga? No puedo decirte que eres más que dinero.
Lo miré sorprendida porque no podía creer que estuviera diciendo esas cosas. No estaba buscando que me hablara de sentimientos y me sorprendió que lo hiciera. Yo no estaba preparada para decir nada y a fin de cuentas no tenía sentido. Solo habíamos hecho algunas cosas y besos, no podíamos sentir algo todavía.
—Solo fue sexo oral, Tyler... no seas exagerado.
—Fue más que eso, Laura y lo sabes pero no quieres admitirlo —susurró tan cerca de mi que su respiración se perdía en mis labios. Tragué sintiendo que me pesaba el cuerpo, que hasta tragar saliva me dolía y todo era culpa de ese maldito frente a mi—. No quieres aceptar que si fuera por nosotros... lo haríamos sin cámaras. No quieres aceptar que te gusto más que a Joel, que te vuelvo loca y que ni siquiera te estoy tocando y estás sudando.
—Yo no sudo, brillo, tonto —le respondí de esa manera porque mi cerebro no funcionaba del todo bien. Tyler se rio al escucharme y lo imité, aunque luego volvimos a ponernos serios cuando los dos nos dimos cuenta la situación.
Ahí había algo más. No era dinero, no eran cámaras, no era lo prohibido. Tyler levantó su mano y la dejó sobre mi mejilla, acariciando con sus dedos mi piel cubierta de maquillaje. Cerré un poco los ojos y sentí que me moría si no me besaba, porque era lo que tanto estaba deseando en ese momento.
Sin embargo, Tyler dio un paso hacia atrás y dejó caer su mano. Me quedé ahí, semi desnuda para él y sintiendo tanto frío que creí estar en invierno. No entendía que sucedía y porque se había ido hacía atrás, pero había algo nuevo en sus ojos. Algo que no identifiqué.
—Creo que será mejor que vayas a ver a este tipo.
—¿Qué?
Mi sorpresa era clara y no entendía qué había pasado en ese momento. ¿Cómo habíamos roto la conexión que estábamos viviendo? ¿Qué había sucedido? ¿Había dicho algo malo? Repasé mis últimas palabras y solo escuché mi chiste tonto e inocente. No había nada que nos separara, pero aun así Tyler daba otro paso hacia atrás mientras yo pensaba.
—Tal vez soy yo el que no puede admitir lo obvio.
—¿De qué hablas, Tyler? ¿Qué es lo obvio?
Un silencio inundó la habitación pero ahí estaba yo tratando de entender al chico, queriendo comprender que estaba sucediendo y porqué se comportaba de ese modo tan extraño. ¿Qué era obvio? Cada vez que quería dar un paso hacía él, Tyler daba mil hacia atrás.
—Que me gustas más de lo que debería.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro