Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Diecisiete


TYLER

La discoteca estaba demasiado lejos del departamento, tal vez demasiado, y no podía evitar mirar como subía la tarifa sin parar del taxi en el que iba a buscar a Laura. Yo no tenía ningún automóvil como para ir, así que decidí ir de ese modo. No estaba del todo contento, pero sabía que la chica me necesitaba en ese momento. Resoplé fastidiado, porque no era mi lugar favorito una discoteca, pero ahí estaba. Enojado y fastidioso.

Traté de comunicarme con la amiga de Laura, pero nada sucedió, sino más bien todo lo contrario. Era yo tratando de hablarle a la nada y queriendo entrar a un club de blancos y todos lindos.

Me acerqué a la boletería y alcé mis cejas sin poder creer el costo de la entrada. ¿Estábamos todos locos en este país? Pensé en cuánto me costaba hacer ese dinero y me pregunté si realmente valía la pena darlo todo por Laura. Maldije, por supuesto que lo daba.

Saqué unos billetes arrugados de mi cartera y se los di a la chica que me miró de mala gana, como todos cuando veían a un latino. Traté de no quejarme mucho y avancé hasta la puerta, pero obviamente no me dejaron pasar. Discutí unos minutos con el tipo, pero nada logré. Ya estaba acostumbrado a eso y por esa misma razón trataba de encontrar a Laura o a India por cualquier lado.

—Vamos, mi novia está borracha ahí dentro y tengo que ir a buscarla —le expliqué aunque estaba seguro que a él no le interesaba en lo más mínimo en ese momento. Chasqueé la lengua, porque estaba odiando cada minuto de esa noche tan errada.

—La próxima no dejes salir a tu novia —se burló el de seguridad y yo estuve a punto de golpearlo aunque todos sabíamos que no era la mejor opción en ese momento. Por suerte, apareció India a lo lejos y me hizo señas. Nada podía hacer si ese idiota no me dejaba pasar, pero la chica se acercó al guardia y le dio un billete grande, mucho más grande de lo que pensaba.

Me enojaba ese tipo de momentos porque se suponía que yo tenía derecho como cualquiera, pero seguía siendo la fiesta de niños bien y no encajaba ahí. India me dijo que le siguiera, que Laura había tomado lo de siempre, pero misteriosamente le había caído mal. Algo sobre no comer o algo así, no lo terminaba de entender del todo. Solo me preocupaba el estado de la rubia y alcé mis cejas cuando entramos al VIP, con otro billete grande, y la vi en el sillón.

—Mierda, Laura —me quejé cuando me acerqué a ella. Estaba sentada, pero su cuerpo se caía de lado, la cabeza recostada sobre el sillón y dormía o algo así. Miré a India tratando de creer que eso había sido nada más que alcohol—. ¿Me estás diciendo que esto fue alcohol nada más? ¿Nadie la drogó?

—¿Qué? ¿Quién crees que somos? No somos tontas, sabemos cuidar nuestros vasos.

—Te sorprendería la cantidad de chicas drogadas que he visto y bajo su consentimiento.

—Laura no es de esas, créeme —me respondió con enojo, seguramente lamentando haberme llamado. A mi no me importó en lo absoluto y ayudé a Laura a ponerse de pie. Llevaba un vestido que me ponía nervioso de solo verlo y todos a mi alrededor comenzaron a mirarla, esperando que un poco de piel se escapara. Eso me hizo quitarme la chaqueta y arroparla con ella, quedandome tranquilo que no iban a ver de más.

No podía sacarla en brazos, así que salí de la discoteca aferrandola a mi cuerpo y avanzando por el lugar dispuesto a marcharme. India iba delante, corriendo a las personas para que yo caminar mejor. Podía sentir las miradas en mi y en Laura, pero ella se movía con lentitud y eso me incentivaba a continuar. Me daba un poco de pánico la situación, porque si estaba con algún problema médico íbamos a terminar todos en el hospital. Y yo odiaba los hospitales.

Por suerte no sucedió. India me dijo que nos iba a llevar con su auto y yo no estuve del todo de acuerdo, aunque juró haber tomado muy poco. Finalmente accedí y subí a Laura al asiento, sentandome con ella a su lado. La rubia fue despertando de a poco, diciendo cosas inentendibles y abrió los ojos un par de veces. Sentí su mano cerca de la mia y le dio un pequeño apretón para que se quedara tranquila que yo estaba ahí.

No me pregunten, yo tampoco muy bien que estaba haciendo. Nunca haría eso por nadie, pero por Laura lo estaba intentando. Estaba tratando de ayudarla y lo haría mil veces más.

Sus ojos me buscaron en la oscuridad y la vi ladear su cuerpo, apoyando su mejilla en el respaldo del asiento trasero. Hice lo mismo, para verla a los ojos en aquel espacio reducido. Estábamos a oscuras en ese auto, con las luces de la carretera alumbrando nuestros rostros y creando sombras a nuestro alrededor. Sonaba muy bajo una canción de 1975, esa banda que a Laura le encantaba y siempre escuchaba en la sala a todo volumen y en ese momento la sentí totalmente adecuada.

—Mi héroe —bromeó ella un poco volviendo a ser la misma y le sonreí porque estaba muy lejos de ser eso que ella decía. Sin embargo, me creí tal cosa. Levanté mi mano para acariciar su mejilla preciosa, deslizando las yemas de los dedos hasta tocar unos mechones de su cabello y guardarlos detrás de su oreja. Comprendí que iba a guardar ese momento para siempre en mi cabeza.. Que habíamos tenido una conexión única.

El mundo a nuestro alrededor se quedó en silencio, solamente la música, el rugido bajo del auto y nuestras respiraciones. Me di cuenta que era todo lo que necesitaba.



—¿Estás seguro que estará bien? —me preguntó India, no muy conforme de dejar a Laura en mis manos. Yo resoplé, era la segunda vez que le decía a la chica que Laura estaba en buenas manos. Se fue dudando, con Laura todavía un poco ida y mareada.

Ahora si la cargué en brazos, aprovechando que nadie iba a vernos y le quité los zapatos porque se le caían. Era realmente una damisela en apuros, cargada en brazos hasta su cama. Yo me había vuelto el sueño de cualquier colegiala fanática de alguna novela romántica.

La dejé en su cama y fui en busca de agua para dejarle cuando se despertara. Me llevé una sorpresa cuando la encontré quitándose el vestido como si nada, con esa seguridad digna de Laura. Me acerqué y le dejé la botella de agua en la pequeña mesa de luz, junto a una pastilla que al día siguiente ayudaría con la resaca.

—Trata de tomar toda la botella y te vas a sentir mejor por la mañana. Sino despertarás con una resaca terrible —le expliqué uno de los más grandes trucos de la humanidad. Ella asintió y me observó de ese modo que me dio escalofríos, en ropa interior negra de encaje, tan perfecta como ella. Vi una remera grande, esas para dormir, tirada en su cama y se la alcancé. Laura se metió en ella con movimientos torpes, dejando el cabello dentro de la ropa al terminar de vestirse. Estaba realmente perdida, por momentos me sentí culpable de irme, pero me parecía lo mejor.

—¿Duermes conmigo? —me preguntó y yo la miré sin entender nada, creyendo que tal vez estaba drogada. Muy pocas veces había estado en esa habitación y en ese momento ella me estaba pidiendo que durmiera a su lado—. Por favor, tengo miedo de ahogarme con mi propio vómito o... o algo así.

Era un buen punto.

A regañadientes acepté, aunque fui a mi cuarto para ponerme algo más cómodo y buscar mis almohadas. Laura ya se había recostado cuando entré, por lo que apagué la luz para que pudiera dormir bien. Me recosté en su cama, a su lado y Laura se movió inquieta del otro lado. La cama era bastante grande, más que la mía y sentía que estaba a kilómetros de distancia, aunque en realidad estaba a mi lado.

En algún momento de la noche, no recuerdo exactamente cual porque me costó dormirme esa noche, Laura se giró para mirarme. Fue del mismo modo que me miró esa noche en el taxi y, gracias a que mis ojos se habían acostumbrado a la oscuridad, pude verla por completo. No parecía ser la chica que siempre fingía seguridad y confianza, sino una chica desamparada. Sus ojos lucían tristes, angustiados y por un momento quise acercarla a mi para consolarla. A ese nivel de locura me estaba llevando Laura.

—¿Tyler?

Gruñí por lo bajo, como si me molestara que me hablara aunque no había nada más lejano en ese momento. Quería escucharla toda la noche si quería.

—¿Crees que soy difícil de amar?

La pregunta me sorprendió y la observé sin comprender que estaba tratandome de decir en ese instante. ¿Estaba tan borracha que había olvidado por completo el filtro que siempre tenía? No nos decíamos cosas personales, se suponía que no lo buscábamos. La habitación parecía cada vez más alumbrada por las luces del exterior que se colaban por la ventana abierta y pude ver el rostro de Laura debatiendose sobre sus palabras.

—¿A qué te refieres?

—Llevo toda mi vida buscando a alguien que me ame y no... no puedo encontrarlo. ¿Qué está mal conmigo? ¿Por qué no logro que nadie me tome en serio? Todos me quieren tener, pero nadie me quiere amar. Soy un fracaso, lo único que quiero es que alguien me de cariño... que alguien me quiera...

Tardaba en decir las palabras y hablaba con lentitud, pero la escuchaba atentamente sin decir una palabra. Se giró de un momento al otro, observando el techo blanco que seguramente Joel no había pintado y en la oscuridad vi brillar una lágrima que cayó por sus ojos, perdiéndose por su mejilla pálida.

En las películas tontas que ven las mujeres ese era el momento en donde yo decía algo inteligente y ella me agradecía por las palabras. Pero no supe qué decir, porque sinceramente no tenía nada inteligente que comentar. No sabía que decir que aliviara los demonios que Laura tenía ocultos. No era ese tipo de persona, no era ese tipo de hombre y quise decírselo, pero tampoco quería arruinarlo.

—No... no sé qué decir, Laura.

—Está bien, Tyler, ha sido una tontería. Mañana no me acordaré de esto.

Aquello me daba rabia, porque yo no quería olvidarme de eso. Yo quería recordar lo que habíamos vivido en la oscuridad del auto y de su habitación. Ese momento que me sentí conectado con Laura de un modo que no fue sexual, de un modo que me hizo conocer a la chica detrás de la muralla. Ahí estaba Laura la real, la chica que lloraba por no ser amada, que preguntaba porque nadie la quería y que rogaba por encontrar a alguien así.

Yo quería ser esa persona, pero lo veía muy lejano.

—Creo que encontrarás a alguien en algún momento —solté de manera atropellada, sin mucho sentido y Laura no me miró, todavía con la vista en el techo—. Hay que ser muy idiota para no estar contigo y no amarte. Aquí el problema no eres tú.

Se giró un poco para mirarme y me regaló una sonrisa dulce. No habían sido mis mejores palabras, pero por lo menos había dado lo mejor de mi. Me sentí orgulloso de lo poco que había soltado y realizado. Laura se deslizó por la cama y se acercó a mí, aunque se notaba que no tenía otras intenciones, simplemente buscaba contacto. ¿Quién no buscaba algo así en esa noche? Mi boca besó su frente y mis manos acariciaron su cabello rubio hasta que finalmente se quedó dormida. Estábamos pegados sin tocarnos y todo aquello me parecía abrumador, pero no hay un día que no recuerde la conexión que sentimos esa noche y como me sentí unido a una mujer casi sin tocarla.

Laura no hacía. Laura era magia.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro