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Capitulo 5: Presagios de un mundo trágico

"¿Senda? No tendré una senda hasta saber el motivo de mi existencia, en este pútrido mundo."

27 de Enero de 1807, Bosques de Taiga, Norte de Mongolia

Una oscura sensación le recorría su desnudo torso. Algo extraño se acercaba, el lo sabia. Desde muy joven, sus dotes perceptivos eran más que extraordinarios.

El, había nacido en un pequeño pueblo, muy en las afueras de una ciudad. Su crianza, había sido pobre, debido a que nació sin nada, para pronto, a muy temprana edad, partir sin nada.

Cuenta la leyenda, que a sus seis años, un hombre... un viejo viajero en busca de su revelación, dio con el paradero esta familia. Fue cuando noto la vivencia de tales y decidió así, ponerle el precio a una vida. Comprando al pequeño muchacho.

Sin mucha resistencia de la familia, vendieron al pequeño y fue así como pronto, ambos partieron juntos. El viajero... se hacia llamar Alone Lamb. El siempre le juraba a este pequeño niño cambiar su vida, ya que el mismo notaba algo único en el. Inocentemente... el pequeño le siguió.

¿Y luego que paso? —Pregunto un extraño, con una mirada muy asombrada y sonriente.

¿El pequeño eras tu? ¿El te crio? —Pregunto el extraño del medio con su ceño fruncido.

Déjame adivinar, así es como terminaste en ese monasterio del que tanto hablas, ¿Verdad? —Dijo con una voz muy grave, el extraño de la izquierda.

En efecto... pero agradecederia que me dejaran terminar de contar. Ya que ustedes insistieron con que les cuente mi historia —Dijo muy seriamente el hombre con su torso semi desnudo, respondiéndole a sus tres espectadores.

Adelante adelante Gaol, ilústranos por favor —Le respondía entre risas y burlas el extraño de mirada sonriente. Seguido luego, de las risas de sus otros compañeros.

El grupo de hombres a su frente, estaba compuesto por tres cazadores, los cuales se unieron en su camino ya que ambos grupos, se dirigían hacia una misma ciudad lejana. En el camino, estos se habían enfrentado a extrañas criaturas malignas y deformes del bosque, fue entonces cuando unieron fuerzas y abatieron a todo lo que se cruzaba en su camino.

El llamado Gaol, tenia su torso al desnudo, en el, se podían ver unos grandes tatuajes azules, que avanzaban desde su abdomen hasta casi su cuello. Los distintos tatuajes, se entrelazaban el uno con el otro, demostrando que todos eran diferentes, pero tenían cierta sinergia entre si. El mismo, tenia su espalda cubierta únicamente por una rasgada piel de oso blanco y vestía un sencillo pantalón de color marrón, el cual, era firmemente ajustado por un cinturón que en su centro, tenia una hebilla con forma de escudo rojo. Su rostro, del mismo color que su cuerpo, café, tenia una mirada seria y tranquila, casi inexpresiva. Sus ojos eran marrones y en su alrededor, mas precisamente sus parpados, inexplicablemente se encontraban de un color tan negro como la noche. Su cabello de color negro, a simple vista se lo veía sucio, pero a pesar de todo, estaba bien arreglado, portando un conjunto de trenzas tribales, las cuales desembocaban desde su frente y caían por su espalda. Su postura era firme y sin forzar, fácilmente se lo podía notar alto, llegando al metro ochenta y cinco, dando así un gran cuerpo de unos posibles noventa y ocho kilogramos.

Gaol, decidió ignorarles y continuo con su relato.

Pronto, Lamb, me llevo al monasterio en donde realmente me crie y conocí a mi verdadera familia, los monjes y aprendices del monasterio. El me dejo allí, bajo la tutela de sus antiguos maestros, luego de eso partió y nunca mas volví a saber de el —Dijo mientras daba una pausa y miraba la fogata.

Allí, comencé mi entrenamiento, en un principio lo odiaba... era muy joven. En el, perdí mi humanidad. Toda lo que me ataba a este pútrido mundo, lo perdí. Perdí el sentir, la empatía, el cariño, el amor... solo había algo que había aprendido a querer y bajo la fuerza a la que fui sometido. Comencé a apreciar cada una de las distintas heridas que tenia mi cuerpo —Dijo para luego pararse y retirarse el abrigo de oso, dejando ver a tras luz de la fogata, todos los tatuajes de su torso. Los tres espectadores solo observaban en silencio.

Cada tatuaje y símbolo en mi cuerpo, se asemeja a cada herida que tuve, mediante el entrenamiento y las batallas a muerte que he tenido —Sus tatuajes eran enormes—. A causa de esto, ya me cuesta sentir dolor, perdí hasta la poca felicidad que había en mi... solo siento placer y pasión a través de algo tan funesto, como las peleas, las guerras y las matanzas. Poco a poco me fui convirtiendo en un monstruo. Pero todo tiene un fin, pronto, me canse de matar y herirme, sin un motivo por el cual hacerlo. Es por eso que intento terminar con mi insaciable existencia. Así fue, como fui abandonando el deseo de encontrar la gloria de morir en el campo de batalla. Yo ya no le encontraba sentido.

Es muy triste lo que nos cuentas compañero... Perder el único sentido de tu vida debe ser devastador... pero entonces, ¿Qué es lo que buscas en este nuevo camino? —Dijo el mas serio de los tres cazadores.

Los Sacrosantos, somos seres funestos que nos creamos dentro de los monasterios, lo hacemos bajo la adoración hacia nuestra diosa. Cuenta la leyenda, que aquí, en las tierras del este, vive una figura bendita que trasciende en el tiempo. Nuestra diosa, la diosa Sacra. Esta, en su interior alberga un mar de sangre, el cual cada vez que ocurre una tragedia y/o desgracia, esta rasga su carne, creando una herida que se mantendrá por siempre abierta, con el fin de bendecir, traer bienestar y retribución, a sus habitantes y adoradores. Muchos intentaron estudiar este bendito sufrimiento, pero pocos lograron trascender en este conocimiento, llegando a incluso los mas dichosos, a conectar con la misma. Es así como se crearon los distintos monasterios, en los que sus aprendices, pasan la totalidad de su juventud o de sus vidas lo mas apasionados, estudiando la fuerza y bendición que esta diosa nos provee, mediante el sacrificio aportado por nuestra sangre —Da una pausa mientras con una navaja, hace un pequeño corte sobre su palma de la mano. El mismo la extiende y comienza a regar con su sangre la tierra en la cual se encontraban. Sus espectadores, le miraban callados y con asombro en sus ojos.

Gaol, cerro sus ojos y poco a poco, sus tatuajes antes azules oscuros con un tono muy apagado, comenzaron a brillar despidiendo un fulgor celeste muy claro. La sangre, a pesar de ser un corte superficial y muy pequeño, no paraba de salir, regando a mas no poder el charco en donde se esparcía la misma. Fue entonces, cuando Gaol abrió sus ojos y su sangre de repente, se alzo, comenzando a flotar en el aire como muchas partículas en un mismo lugar. Estas al tomar cierta altura, pronto se expandieron rodeando todo el bosque en el que se encontraban y cayendo esparcida sobre la tierra. Instantáneamente, luego de esto, los pequeños arboles comenzaron a crecer y las flores antes vacías o en proceso de brote, comenzaron a dar frutos. El bosque entero, se encontraba rico en vida. Los tres cazadores no pudieron contener sus lagrimas, al ver semejante acto extraordinario que estaban viviendo. Gaol, luego de esto se sentó y les miro.

—Esta es la magnitud de la bendición que dejo mi diosa en mi. Bendición a la cual, no se el porque se me fue entregada. A lo largo de mi camino, he perdido el placer y la pasión por las batallas, es por eso que ahora viajo, con un don que no merezco, en búsqueda de quien me instruyo en esta supuesta senda. En búsqueda del hombre que compro mi vida, en búsqueda de Lamb —Este, saco un mapa muy sencillo del bolsillo de su pantalón y se los enseño a los tres cazadores con una mirada decidida—. Se donde se encuentra el ahora mismo, esa información se me fue confiada por mi maestro. Así que... viajo en busca de tales respuestas. Esa es mi historia.

El mas expresivo de los tres cazadores comenzó a aplaudir desaforadamente, mientras los otros dos aun se secaban las lagrimas y le suplicaban poder acompañarle en su camino. Este, muy agradablemente les agradecía por su compañía y aceptaba el tenerlos como compañeros, ya que en las batallas ante esas criaturas malignas que se cruzaron, demostraron tener mucha valentía y honor en las batallas. De repente, Gaol abrió sus ojos, sintió como si un rayo le hubiera perforado la mente, los cazadores no entendieron lo que le sucedía, fue entonces, cuando Gaol pronuncio las siguiente palabras...

—El pacto fue completado... mi diosa se comunicara a continuación conmigo... pido silencio... —Al terminar de hablar, Gaol se acomodo sentado con sus piernas cruzadas entre si y alzo sus brazos.

Los cazadores, quietos, estaban ansiosos esperando ver alguna manifestación de la diosa, pero lo que no sabían, es que todo sucedería dentro de la mente, del tan solitario, Gaol.

En su mente, se encontraba en un espacio vacío, el cielo era entre verdoso y blanco, mientras que la atmosfera era calmada. El suelo, se sentía solido, pero el mismo se encontraba tapado por un mar rojo similar a la sangre, la cual llegaba hasta sus tobillos. Todo el horizonte a su alrededor se veía vacío, no había rastro alguno de nada en lo absoluto, solo el, el mar rojo bajo sus pies y el extraño cielo. Fue entonces cuando una voz pura y hermosa, se comunico con el.

—Tiempos difíciles se acercan Gaol... y ni siquiera un hermoso ser como tu podrá detenerlos. Solo puedes ser un presagio de lo que acontecerá.

El, pocas veces se había comunicado con su diosa a través de pactos, ya que era algo extremadamente único y difícil. Y esta, era una forma particular de contactar, casi tétrica y extraña. Pero sin embargo, recordaba con anhelo, esa tan bella voz. No había duda de que era ella.

Fue entonces, cuando tal cielo verde se abrió, como si fuese cortado por la mitad. Sus ojos, inevitablemente observaron al universos como aparecía ante sus ojos. Por un segundo, su vista, fue disparada atravesando a gran velocidad todo el cielo, la atmosfera y adentrándose en el profundo e ilimitado universo. Rozando planetas, estrellas, asteroides, constelaciones y demás. Su percepción aumento hasta detenerse justo enfrente de una gigantesca piedra estelar. Sus proporciones eran únicas, casi como las de la Luna. Este, giraba y tenia una orbita fija y recta en una sola dirección.

Gaol, por dentro estaba asombrado por la magnitud de los poderes de su diosa, pero sin embargo, sentía dolor. Un dolor para lo que el no estaba preparado. Sus ojos, quemaba como si tuviese delante al sol y su mente, segundo tras segundo, se partía y se volvía a reconstruir para seguir con ese ciclo interminable. Tal experiencia era única, pero a su vez, era devastadora para un mente terrenal como la de el. Fue entonces cuando su vista, comenzó a retroceder a la misma velocidad que tuvo de ida, alejándose rectamente del gigantesco bloque estelar.

A medida que su vista retrocedía, el lograba escuchar unas palabras, casi imperceptibles para el oído humano. Se esforzó tanto por escucharlas mientras su vista retrocedía hacia el punto de origen, que noto que cuanto mas lejos estaba, mas claro se podía escuchar, hasta que poco antes de llegar su vista hacia su lugar de origen logro escuchar una palabra, mas precisamente... un numero.

—2094.

Fue entonces cuando su mente y su vista, volvieron al pequeño campamento con sus tres compañeros. Inevitablemente, cayo de espaldas con un fuerte dolor de cabeza. Los cazadores rápidamente se acercaron hacia el ayudándole a levantarse. Le hacían preguntas tales como ¿Estas bien? ¿Qué te sucedió? ¿Qué viste?, mientras le comentaban que estuvo en todo momento con sus ojos abiertos, los cuales en ese transe, eran de un único color, blanco.

Instantáneamente, Gaol, les pidió a gritos un papel o algo donde escribir. Ninguno portaba nada, así que no pudieron asistirle, tampoco tenían nada con lo que escribir. Fue entonces cuando pidió que busquen por el lugar alguna piedra recta donde escribir. 

Los cazadores no lograban entender el motivo por el cual les pediría algo así, pero sin dudarlo, se pusieron a la búsqueda. No tardaron mucho en encontrar una piedra recta y un poco fina, similar a una tablilla. Estos pronto se la dieron y con el filo de su navaja pincho uno de sus dedos, logrando así escribir, mediante su propia sangre.

En la escritura, plasmaba lo que vio, basado en la revelación que le brindo su diosa. Un presagio de como un gran meteorito, con las cualidades de arrasar con el planeta, impactaría en con el mismo, en el año 2094.

Los cazadores, asombrados, tornaron sus rostros de un color pálido y con una mirada aterrorizada. Pronto, al terminar de escribir con su sangre,  Gaol realizo una oración a su diosa, cerrando sus ojos y frotando la palma de su mano sobre la tablilla. De una manera impresionante y casi increíble, la escritura hecha en sangre, no se borro y continuaba allí, plasmada como si fuese grabada con la mejor de las tintes existentes. La tablilla luego brillo, iluminando todo el campamento y luego se apago.

—Señores... hay que llevar esto ante el rey, faltan años, lose. Pero tal vez, esta sea la misión asignada a nuestras cortas existencias.

Sin pasar un solo segundo, los tres cazadores se levantaron firmes, recogieron sus cosas, apagaron el fuego y se pusieron listos para emprender el viaje. Gaol asintió al verles comprometidos y juntos, el grupo de cuatro partieron hacia el sur.

Fue entones, cuando la llamada de la naturaleza invadió el cuerpo de Gaol y tuvo que avisarles a sus compañeros. Estos entre risas, contestaron.

—Haciendo respeto a como te llaman, Lone Gaol, tendrás que ir tu solo al "baño" ¡No pensamos acompañarte en eso!

Gaol, sonriendo, les dejo la tablilla en sus manos y se alejo por un costado del grupo, mientras los cazadores prendían una antorcha y continuaban el camino, con el fin de que Gaol les divisara la luz proveniente de la llama. 

El, desde su tranquilidad, silbaba mientras se encontraba de pie realizando su descargue. Fue entonces cuando terminó y de repente escucho algo, extraño. Tal como si fuesen pasos.

Lo mas extraño, fue que en sus años de entrenamiento, había fortalecido inigualablemente su percepción, haciéndola superior a humanos altamente entrenados. Pero eso, no lo había percibido.

Rápidamente, se giro muy ágilmente intentando divisar al objetivo, pero fue tarde, desde la inmensa oscuridad del bosque nocturno, se escucho un extraño sonido *Clic*.

El grito de mi diosa, carcomería el silencio para pronto... todo sumergirse en oscuridad.

Inmerso en un profundo sueño, desperté. Aun continuaba con algunos recuerdos de lo que había pasado, pero me sentía extraño. Como si no estuviese en donde me correspondería.

Al poco tiempo de abrir los ojos, sentí ruidos, como golpeteos y quejidos. Intente moverme, pero mi cuerpo estaba adormecido y mi vista semi nublada. Todo a mi alrededor se notaba de un color verde muy claro. Había burbujas a mi alrededor, estas se liberaban tras mi respirar. Tal sustancia liquida me rodeaba por completo, incluso entraba dentro de mi a través de mi respiración, como si fuese el nuevo aire que respiro.

Era un ambiente muy extraño. Forcé mi viste y logre divisar en frente mío, una especie de cristal el cual me retenía en su interior, al igual que al liquido que me rodeaba. Me concentre y mediante un estado de completa paz, pude mover mi cuerpo. Gire mi cuello hacia la izquierda y luego hacia la derecha, pudiendo ver, que en ambos costados, un armazón gris con pequeños pigmentos marrones, servían como contención del lugar que me aprisionaba. Llegando a la conclusión, de que algo o alguien, me retenia dentro, de una extraña capsula humana.

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