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La rutina de Mafumafu

Su rutina fue blanco de varios usuarios curiosos que merodean al día de hoy por todo Twitter. Al inicio pensó en dejarlo pasar, ignorarlo y esperar a que todo el mundo olvidara el tema para siempre, mas estuvo lejos de suceder y al contrario tales comentarios tomaban una presencia cada vez más significativa hasta el punto de obligarlo a morderse las uñas y pensar en algún tipo de respuesta.

Fue muy obvio que durante un tiempo Mafu intentó evitar el tema a toda costa, porque había ocurrido en una etapa de su vida en donde no le era posible ser honesto. Siempre pensó y lo sigue confirmando, que su vida no tendría mucho sentido si se despedía de la senda dolorosa por la que acostumbraba ir todo el tiempo.

De hecho, no llegó a pensar que se encontraría contra las cuerdas; ¿Cuál es tu rutina por la noche? Seguramente haces algo muy interesante.

Una pregunta que, en efecto, era tan simples como la misma respuesta que se esperaría, pero la verdad no podía estar más lejos. Últimamente se le hizo costumbre, si la genta fantasea con su vida privada ¿por qué él no lo haría? Así que después de esas cenas con Soraru, Amatsuki o algún juego con Urata y Eve, ni bien se encontraba en casa y con tiempo libre, Mafu se tumbaba sobre el sofá y bebía un poco, pensando en qué podrían pensar los demás sobre él.

Le gustaba verlo como un circulo de ideales.

Entonces se le iba el tiempo y más temprano que tarde el recuerdo de cierto joven comenzaba a atormentarlo. Compartían sitio en el mismo trabajo y lo disfrutaban a su manera, pero con frecuencia esos momentos terminaban obligándolo a llorar, a crear mundos en donde no existía el rechazo y sus lagrimas no eran la dedicatoria a la decepción.

Aquella era la rutina de Mafu, bien lejana a lo que la multitud podría catalogar como interesante o digna de él.

Sí, era un joven talentoso que por medio de internet se hizo conocer gritando sus letras con frívola honestidad. Seguramente ya más de uno desearía tener su lugar en los escenarios o en los corazones de las damas, pero nunca dejó de ser aquel chico inseguro que cantó temeroso frente a un micrófono; nunca se despellejó del miedo por su apariencia o su voz; tampoco dejó de ser cobarde.

Podía decir más de un millón de defectos que se encontraba en sí mismo y aunque lo gritase en alguna canción, estaba seguro que más de uno rechazaría esa propuesta.

Ya era un modelo. Estaba consciente que debía seguir con aquella imagen que presenta en los medios, pero hay noches en donde sus sentimientos se desbordan y antes de ser Mafumafu termina siendo una persona enamorada que no sabe si es correcto dar otro paso cuando ya se encuentra cayendo por un precipicio.

Fue una derrota total cada que recuerda sus emociones, aquellas que tiene por costumbre enterrar antes de llegar a casa después de una cena con Luz. Pocas veces son las que sus agendas coinciden, pero cuando sucede, Mafu comienza el día más feliz que de costumbre y mientras el tiempo transcurre, el día se apaga y con él Mafu experimenta distintos cambios de humor. Se vuelve pesimista, luego tiene un poco de fe y termina llamando con Soraru unas dos horas antes de su cita con Luz, tiempo que ocupan en debatir el amor que por tanto tiempo había ocultado.

Tras esto, Mafu se prepara para salir y cuando vuelve, lo hace justo como ahora, abre y cierra la puerta de su departamento con fuerza. Extrañamente la noche de hoy su rostro adoptó una oscuridad todavía más densa.

De un movimiento se deshizo de su abrigo y lo dejó caer en el suelo. Se aseguró de cerrar bien la puerta y en silencio, con los ojos apagados, corrió al refrigerador para tomar una cerveza.

El plan para esa noche tras su cena con Luz había sido llegar a casa y correr al estudio para componer lo que su corazón enamorado le dictara, pero todo cambió por unas solas palabras.

Su corazón se encontraba callado cuando puso un pie dentro. No lo podía escuchar y tampoco lo iba a obligar porque ahora sus lagrimas estaban tomando el papel protagonista de la velada al lado del alcohol.

Unos pasos más y después de suspirar, le dio un trago a su botella. Se dejó caer sobre el sofá de siempre y taciturno se dedicó a revisar su twitter por un rato.

La habitación se sumergió en un silencio denso. Solo se podía escuchar el tecleo en la pantalla.

Entonces los ojos de Mafu se abrieron. Había recibido un mensaje de Soraru, la garganta se le secó y los jadeos no tardaron en aparecer.

Ya es tarde. Espero que estés en casa y no tan borracho. Bien, ¿Cómo te fue? ¿Pudiste decirle?

Soraru podía ser lo que sea, pero seguramente lo iba a descubrir si se le ocurría mentirle. Con celular en mano, Mafu se tomó unos segundos para pensar su respuesta, entonces su corazón comenzó a reaccionar y salir de ese estado de shock.

Ya estoy en casa. Las cosas jamás salen como las planeo, deberíamos recordarlo. No, no le pude decir nada.

Escribió con rapidez antes de arrepentirse y presionó a enviar.

Soraru no tardó en leer el mensaje y brindar otra respuesta negando a sus palabras. En cierto modo, era como todos y se dejaba cegar por un ideal al cual Mafu sentía que no podía llegar.

Abrumado por la conversación y con el corazón molestándole, arrojó su celular lejos y se abrazó a alguno de los peluches que le hacían compañía en ese sitio.

El llanto apareció y Mafu comenzó a temer al silencio porque ese era el escenario favorito para su memoria y los tormentos que le traía.

Comenzó a recordar toda la velada y esa ilusa emoción que tuvo todo el tiempo cada que intentaba transmitirle sus sentimientos a Luz. Al final no pudo decir nada al respecto y enmudeció cuando su amigo le confesó sentirse atraído por una persona que obviamente no era él.

¿Cuánto más iba a sufrir por ese amor que tenía por Luz? Su chico de voz seductora y altura apetitosa.

Si lo pensaba, sus razones para amarlo podrían ser iguales a las de una doncella por su príncipe, pues Mafu encontró en él aquella comprensión que en ningún otro. Solían discutir, pero era divertido porque después terminaban bebiendo juntos y hablando del futuro.

Luz se convirtió en el chico que le alumbró sus ojos, así como las estrellas lo hacen todas las noches.

Pero también tomó el papel de sus miedos y de aquel futuro al que jamás podría llegar. La palabra amigos era el limite al que solo pudo llegar, y lo supo bien esa noche, porque se dio cuenta que esa era la respuesta.

"¿Cuál es tu rutina?"

Bueno, la rutina de Mafumafu es amar al único hombre que puede herirlo tanto como hacerlo sentir enamorado. 





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