🔶Capitulo con incesto🔶
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Por más que intento acercarse a JiKang era rechazada por él, el hombre era un hueso duro de roer. Un vikingo duro de cabeza.

Jimin había intentado estar con ella luego de aquella noche, la que no se negaba por nada, sin embargo, Freya anhelaba ser penetrada con brutalidad como lo hizo con JiKang y solo obtenía amor y delicadeza para ella.

Tomó paga de uno de los catres, ropas de los hermanos e hizo dos simples muñecos que los representaron a ambos con la finalidad de lanzar un básico hechizo de seducción.

Con las velas y a mitad de noche y las runas precisas comenzó a hablar en una lengua que poco y nada podría entenderse.

Sus ojos volvieron blancos, y en el mar inicio una pequeña tempestad, nada que no se pudiera controlar.

Truenos y relampagos veían y oían, la marea enloqueció, las olas fueron más agresivas, y una lluvia que al principio era tibia calentó los cuerpos de los gemelos que entraban en popa, extraño para el clima frío que había debido a que las tierras del norte cada vez se volvian mas congeladas.

Las imágenes de hace unas noches se hicieron presentes en la mente de ambos, y poco a poco despertó sus miembros por anhelarse nuevamente.

El conjuro fue hecho con éxito y esperaba que cuando subiera ellos ya estuvieran en acción.

Así fué.

Los observo cautelosa esos miembros jugosos serían de ella de alguna u otra manera.

Cuando la excitación estaba en su borde camino desnuda a ellos, tocó la espalda con cicatrices de Jimin delicadamente, este se asustó de sobremanera y detuvieron todos sus actos al verla.

La mujer se metió entre ambos y con sus manos tomó ambos falos y comenzó a masturbar de manera lenta, acelerando poco a poco la fricción, volviendo a retomar el calor de ambos.

Acuclillo su cuerpo y llevó a su boca uno de los duros penes en sus manos, ahí JiKang no cuestionó lo que sucedía, y sin pensarlo mucho beso los labios de un dudoso y confundido Jimin que luego de recibir atención por parte de ambos siguió hundiéndose en el placer.

Está vez quien tomo como mujer a Freya fue JiKang, y a él, Jimin tomó a su antojo, se besaban entre los tres, se lamian y marcaban, cambiaron de posiciones juntas veces fuera necesario para poder quedar exhaustos y agotar el límite de excitación.

Kang, no podía creer lo magnífico que había sido todo, fue como una tregua con la mujer aún así seguía odiando con todas sus fuerzas y juraba matarla con sus manos con tal de volver a tener a Jimin solo para él.

Egoísta, pero no le gustaba compartir.

— ¿Que hicimos? —rompio el silencio Jimin— los dioses deben estar odiandonos.

— Los dioses deben estar orgullosos de nosotros —contesto ella, Kang lo vio como un veneno de seduccion— estoy segura que ni Odin follo como lo hiciste tú en estos momentos —dibujo imaginativamente con el dedo en el pecho fortalecido del hombre, su hermano solo observaba como era controlado por una zorra.

— ¿No te molesta?

— ¿A ti te molesta compartirme con tu hermano?

— La verdad, es con el único que compartiría lo más preciado que tengo.

— Entonces a mí tampoco me molesta, haré lo que tú digas.

Y ahí fue cuando JiKang noto que algo no estaba bien.

Los ojos de la mujer brillaron de una manera excepcional, sus betas se volvieron azules eléctricas y luego rojas, como si se reflejara en ellos el hielo y el fuego al mismo tiempo, y cuando sintió la mirada sobre él con el temor de haber descubierto algo sintió la piel de su nuca erizarse de terror.

Algo no estaba bien, ¡en serio era una puta bruja!

— Ya ves —hablo para poder desviar toda aspereza— podríamos llevarnos bien, tenemos algo en común —se acercó un poco más— ambos amamos lo mismo —Mimi giro su cabeza para poder verle.

— ¿Que cosa?

— A tí y tu enorme pija raspando nuestras entrañas —ella dió de una carcajadas, su intención había sido conseguida.

Ahora, solo debía fingir y averiguar cuál era el verdadero secreto de Freya y su runa.